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Por que a los griegos se les llama helenos

Un amigo me preguntó si a los griegos se les llama también helenos por Helena, la legendaria mujer que
por ser la más bella del mundo antiguo provocó involuntariamente la guerra de Troya.

La respuesta es no. En realidad, a los griegos se les llama helenos porque, siendo una parte del pueblo
aqueo, vivían una región que llamaban Hélade (así como los troyanos vivían en la Tróade), de manera que
ellos se llamaban a sí mismos Héllas, que en la forma españolizada es Helenos.

El nombre de griegos se originó, según Isaac Asímov, del hecho de que los miembros de una tribu helénica
que emigró a Italia se hacían llamar graikoi, que en la lengua latina se convirtió en graeci. Luego los
romanos aplicaron a todos los helenos el nombre de graeci, que en castellano pasó a ser griegos.

Sin embargo, la versión legendaria sobre el origen del nombre de helenos es más interesante, y poética,
como todo lo mitológico. De acuerdo con la leyenda, los helenos deben su nombre a Helén, hijo de
Deucalión, quien a su vez era hijo de Prometeo, el que robó el fuego de los dioses para darle inteligencia
y dignidad a los humanos. Deucalión amó a Pirra, se unió a ella y ambos fueron los únicos sobrevivientes
del diluvio universal.

Pero esta historia comienza cuando Cronos, destronado de los cielos por su hijo Zeus, se fue a vivir a la
Tierra, con los mortales, a quienes en gratitud por la buena acogida que le brindaron los colmó de
bendiciones y prosperidad. La humanidad vivió entonces en la Edad de Oro, cuando no regían leyes
escritas, no habían tribunales ni jueces, la justicia y las costumbres eran respetadas espontáneamente, las
personas eran absolutamente honradas y reinaban la abundancia, la igualdad, la paz y la felicidad.

Después vino la Edad de Plata. En esa época el tiempo se dividió en estaciones con sofocantes calores y
mortales heladas. Los hombres tuvieron que trabajar para ganarse el sustento con el sudor de su frente,
y las mujeres fueron condenadas a las faenas domésticas y la crianza de los hijos.

Luego llegó la Edad de Bronce. La gente se hizo mala y se enseñorearon la traición, el robo, la violencia y
el asesinato. Entonces Zeus se indignó y decidió destruir a todos los humanos con un diluvio, pero
Prometeo alertó a su hijo Deucalión, quien construyó una barca especial y se salvó junto con Pirra, su
mujer.

Las aguas subieron hasta la cumbre del monte Parnaso y allí se refugiaron Deucalión y Pirra. Al bajar las
aguas fueron a consultar al oráculo de Temis cómo se podría poblar de nuevo la Tierra. El oráculo les dijo
que debían arrojar los huesos de su madre por detrás de sus hombros. Deucalión entendió que el oráculo
se refería a la madre Tierra, y que sus huesos eran las piedras. De manera que caminaron y fueron
arrojando las piedras hacia atrás: las que tiraba Deucalión se convertían en hombres mientras que las que
arrojaba Pirra se transformaban en mujeres.

Deucalión y Pirra tuvieron varios hijos: Anfictión, Helén, Pandora, Protogenia y Tia. Helén amó a la ninfa
Orséis, hija de Zeus, y con ella procreó tres hijos: Doro, quien fue el padre de los Dorios; Eolo, el padre de
los Eolios; y Juto, el padre de los Jonios.

Así fue que Helén se hizo el padre de todos los pueblos que genéricamente se llamaron helenos, es decir
griegos como se llaman desde entonces y hasta ahora.

Cual fue la importancia de aristoteles?

Aristóteles nació en el 384 a.C. en Estagira, una pequeña localidad macedonia situada cerca del monte
Athos. Desde muy pequeño, fue instruido por su padre en los secretos de la medicina, avivando años
después su pasión por la investigación experimental. Una disciplina en la que Aristóteles se mantiene a
la cabeza, pues es considerado por muchos como el primer investigador científico de la historia.
Con apenas 17 años, el ahora célebre polímata se trasladó hasta Atenas para ingresar en la Academia de
Platón, cuyo pensamiento rechazó por completo. Aristóteles se vio obligado a perfilar términos de gran
significado en su filosofía como “sustancia”, “forma” o “materia”. En contraposición al mundo de las
Ideas impuesto por su maestro. Décadas después, tras el fallecimiento de Platón y la adquisición de
experiencia en ámbitos como la escritura o la enseñanza, diversas leyendas sitúan a Aristóteles como
tutor de un jovencísimo Alejandro Magno. Una relación que no ha podido ser corroborada todavía a día
de hoy.

A partir de ese momento, el fundador del famoso Liceo de Atenas comenzó a desarrollar su propio
pensamiento filosófico, a través de la revisión de obras ya publicadas. Dando como resultado el
fundamento de todas las ciencias. Entre ellas, la física, las matemáticas o la teología. Una doctrina de gran
profundidad que requirió miles de años para su completa interpretación. Tras una prolífica carrera,
Aristóteles falleció en el exilio en la isla de Chalcis, en el año 322 a.C. a la edad de 62 años.

La filosofía de Aristóteles

Aristóteles fue el fundador del famoso Liceo de Atenas.

Frente al idealismo de su maestro, la filosofía de Aristóteles destaca por el realismo y un mundo


compuesto por objetos indivisibles de forma (alma) y materia (cuerpo). La realidad de este compuesto
se estudia a través de la metafísica, que determina, según el autor, las diez categorías que conforman el
ser: la sustancia, la cantidad, la relación, el tiempo, el lugar, la cantidad, la situación, la posesión, la acción
y la pasión. Aristóteles cree que estas criaturas incluyen en su naturaleza el principio del reposo y el
movimiento, siendo este último su principal motor de cambio.

Por otro lado, la ética aristotélica se basa en el eudemonismo, un concepto que representa la justificación
de todo aquello que sirve para alcanzar la felicidad. Términos como el hedonismo, el estoicismo o el
utilitarismo podrían pertenecer a este pensamiento. El objetivo del ser humano es ser plenamente feliz,
un destino que solo podemos lograr a través de la búsqueda del conocimiento y la razón. Mientras que
la política es para Aristóteles la ciencia práctica más importante de todas. Pues no busca una dicha
individual, sino colectiva.

Quien fue tucidides?

Hijo de Melesias, nació en el antiguo demo ateniense de Alopece (Αλωπεκή), sin que se conozca la fecha
exacta. Su familia, noble, estaba emparentada con Cimón, el carismático general y líder del partido
aristócrata. Tras la muerte de Cimón le sucedió en el liderazgo de esa facción y decidió emprender una
oposición vehemente contra el arconte Pericles.

Donald Kagan ha identificado al partido de Tucídides con los puntos de vista expresados por el escritor
conocido como "Pseudo-Jenofonte" o "el viejo oligarca" en su Constitución de los atenienses, que algunos
creen ser obra del mismo Tucídides. 1 Kagan cree que el último objetivo de Tucídides, que no podría
exponer abiertamente para no detraerse el apoyo de la mayoría pro-democrática en la Asamblea, era
revertir los cambios constitucionales de Efialtes, reinstaurando el gobierno aristocrático y conservador de
la época de Cimón.2

La mayor influencia de Tucídides en la política ateniense se alcanzó al final de la Primera Guerra del
Peloponeso y la reorganización del imperio ateniense a comienzos de la década del 440 a. C. Tucídides
desarrolló una nueva y efectiva táctica política consistente en hacer sentarse juntos a sus partidarios en
la Asamblea, aumentando así la apariencia de sus efectivos y dándoles una voz unificada. 3 Kagan
argumenta que esta táctica ayudó a Tucídides a coordinar una oposición concertada a Pericles que acabó
por abrir diferencias ideológicas entre los partidarios de éste.1

En el año 444 a. C., ambos partidos se enzarzaron en una feroz batalla. Tucídides, flamante líder de los
aristócratas, acusó a Pericles, líder de los demócratas, de gastar pródigamente los fondos de la Liga de
Delos en su ambicioso plan de construcciones en la Acrópolis. Tucídides logró excitar las pasiones de la
Asamblea en su favor, pero cuando llegó el turno de Pericles, éste propuso pagar toda la obra de su
cuenta, si a cambio los edificios pasaran a su propiedad y no a la de Atenas. Con ese golpe de efecto logró
poner de su lado las simpatías de la mayoría de la Asamblea y Tucídides sufrió una inesperada derrota de
manos de tan carismático orador.4 A resultas de su fracaso, Tucídides fue condenado al ostracismo por
diez años, en 442 a. C., y Pericles pudo una vez más permanecer al frente de la política ateniense. Plutarco
relata5que, cuando Arquídamo II, el rey de Esparta, preguntó a Tucídides quién era mejor luchador, si
Pericles o él mismo, éste respondió sin alterarse que su enemigo, ya que, aunque fuera derrotado, se las
arreglaría para convencer al público que había sido él quien venció. 6

Tras su ostracismo, Tucídides pudo viajar a Síbaris, ciudad de la Magna Grecia en el Golfo de Tarento,
Italia, o bien a Egina, pero no se ha confirmado.7

En su periodo de actividad política en Atenas, se dice que Tucídides también acusó al filósofo Anaxágoras
(amigo personal de Pericles) de ateísmo y simpatizar con los persas.8

La Oración fúnebre, pieza clásica compuesta por Pericles en honor de los caídos durante la Guerra del
Peloponeso, afirma el ethos y el carácter democrático de Atenas. Se trata de un manifiesto político que
expone la idea de democracia a través de los ojos de un antiguo, lo cual resulta en extremo interesante
desde la perspectiva presente.

Es desde tal horizonte donde, haciendo una lectura del texto mencionado, podemos percibir el magistral
juego retórico llevado a cabo por su autor, asunto que entronca directamente con el beneficio político
que sin lugar a dudas cobra. La lingüística y la política se dan aquí la mano y, juntas, se funden en un
constructo que recuerda la vieja sentencia: “nada es gratuito en el lenguaje”.

De este modo, tomando como punto de partida ciertas ideas contenidas en la Oración… relativas a la
democracia, intentaremos vincularlas con aquellas que Mark Lilla, un pensador contemporáneo, expone
en relación con los intelectuales y la debilidad que muchos de éstos han mostrado frente al poder
despótico. La asociación entre lo que nos dice Pericles y la tesis de Lilla, sustentada además en Platón, se
evidenciará estudiando la acción misma de las palabras en la Oración…, es decir, en función de la fuerza
extraordinaria del lenguaje utilizado por Pericles, visto a través de la óptica lingüística.

Quien fue Pericles?

Pericles (c. 495 a. C.- 429 a. C.) (en griego Περικλῆς, ‘rodeado de gloria’) fue un importante e influyente
político y orador ateniense en los momentos de la edad de oro de la ciudad (en concreto, entre las Guerras
Médicas y las del Peloponeso). Fue hijo de Jantipo, artífice de la victoria helena sobre los persas en la
batalla de Micala (479 a. C.), y de Agaristé, sobrina del prestigioso legislador ateniense Clístenes y
miembro de la familia aristocrática de los alcmeónidas. Fue el principal estratega de Grecia. Gran
dirigente, hombre honrado y virtuoso. Llamado el Olímpico, por su imponente voz y por sus excepcionales
dotes de orador.

Pericles tuvo tanta influencia en la sociedad ateniense que Tucídides, un historiador coetáneo, lo
denominó como «el primer ciudadano de Atenas». Pericles convirtió a la Confederación de Delos en el
Imperio ateniense, y dirigió a sus compatriotas durante los primeros dos años de la Guerra del
Peloponeso. El periodo en el que Pericles gobernó Atenas a veces es conocido como el Siglo de Pericles,
aunque ese período a veces puede abarcar fechas tan recientes como las Guerras Médicas o tan tardías
como el siglo siguiente.

Pericles promocionó las artes y la literatura. Por esta razón Atenas tiene la reputación de haber sido el
centro educacional y cultural de la Antigua Grecia. Comenzó un ambicioso proyecto que llevó a la
construcción de la mayoría de las estructuras supervivientes en la Acrópolis de Atenas, incluyendo el
Partenón, así como de otros monumentos como los Propileos. Su programa embelleció la ciudad y sirvió
para exhibir su gloria, a la vez que dio empleo a muchos ciudadanos.1 Además, Pericles defendió hasta tal
punto la democracia griega que algunos de sus críticos le consideran populista.2 Asimismo, Pericles otorgó
gran importancia a los dioses, fundamentalmente a Atenea, pero sin olvidar a su pueblo. Por ello, dedicó
un templo a dicha diosa, además de estar presente en numerosas monedas e, incluso, un frontón 3.

Fue además rival de Cimón en 459 a. C. y jefe del partido democrático. Después de la muerte de Cimón,
condenó a Tucídides (no el historiador sino un político, hijo de Melesias) al ostracismo. Fundó en sólidas
bases la potencia naval y colonial de Atenas, sometió la isla de Eubea en 446 a. C., la de Samos en 440 a. C.
e hizo tomar parte a Atenas en la Guerra del Peloponeso.

Discípulo de Anaxágoras de Clazómenes y de Zenón de Elea, fue amigo de Fidias y atrajo a Atenas al
arquitecto Hipodamo de Mileto, al filósofo Protágoras, y al historiador Heródoto. En su época brillaron
Sófocles y Eurípides —máximas figuras del teatro griego— y destacó el círculo de Aspasia.

guerras médicas

Las guerras médicas fueron una serie de conflictos entre el Imperio aqueménida de Persia y las ciudades-
estado del mundo helénico que comenzaron en 490 a. C. y se extendieron hasta el año 478 a. C. La colisión
entre el fragmentado mundo político de la antigua Grecia y el enorme imperio persa comenzó cuando
Ciro II el Grande conquistó Jonia en 547 a. C. y tuvo dos momentos críticos en las dos expediciones fallidas
de los persas contra Grecia, en 490 y 480-479 a. C., conocidas respectivamente como primera y segunda
guerra médica. El enfrentamiento entre griegos y persas, del que las guerras médicas fueron solo una
fase, duró en total más de dos siglos y culminó con la conquista y disolución del Imperio aqueménida por
Alejandro Magno en el siglo siguiente.

Los propios griegos se refirieron a estas guerras como el «asunto medo» (Μηδικά, Mĕdiká), pues aunque
eran perfectamente conscientes de que el Imperio aqueménida, su enemigo, estaba gobernado por una
dinastía persa, conservaron para éste el nombre con que fue conocido antes, Media, una región contigua
a Persia sometida a su imperio.

ras el duro golpe dado a las polis jonias, Darío I se decidió a castigar a aquellos que habían auxiliado a los
rebeldes. Según la leyenda, preguntó: «¿Quién es esa gente que se llama ateniense?», y al conocer la
respuesta, exclamó: «¡Oh Ormuz, dame ocasión de vengarme de los atenienses!». Después, cada vez que
se sentaba a la mesa, uno de sus servidores debía decirle tres veces al oído «¡Señor, acordaos de los
atenienses!».5 Por eso encargó la dirección de la represalia a su sobrino Artafernes y a un noble llamado
Datis.

Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos del inminente peligro. El primero de ellos
fue Temístocles, elegido arconte en 493 a. C. Temístocles creía que la Hélade no tendría salvación en caso
de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes una poderosa marina.

De esta forma, fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en una poderosa base naval, más pronto
surgiría un rival político que impediría el resto de sus reformas. Se trataba de Milcíades, miembro de una
gran familia ateniense huida de las costas del Asia Menor. Se oponía a Temístocles porque consideraba
que los griegos debían defenderse primero por tierra, esperanzado en la supremacía de las largas lanzas
griegas contra los arqueros persas. Los atenienses decidieron poner en sus manos la situación,
enfrentando así la invasión persa.

La flota persa se hizo a la mar en el verano de 490 a. C., dirigidos por Artafernes, y conquistó las islas
Cícladas y posteriormente Eubea, con su principal ciudad, Eretria, 6 como represalia a su intervención en
la revuelta jonia. Posteriormente, el ejército persa, comandado por Datis, desembarcó en la costa oriental
del Ática, en la llanura de Maratón, lugar recomendado por Hipias (anterior tirano de Atenas, a favor de
los persas desde su exilio) para ofrecer batalla, por considerarla el mejor lugar para que actuara la
caballería persa.

Maratón (septiembre, 490 a. C.)


Artículo principal: Batalla de Maratón

Milcíades, avisado del desembarco persa, exhortó a los atenienses a hacerles frente. En lugar de tomar
una estrategia defensiva, Milcíades decidió cargar contra el ejército persa logrando crear sorpresa y
pánico en las tropas, muchas de las cuales se dieron a la fuga y fueron perseguidas y diezmadas por los
griegos. El ejército griego logró apoderarse de ocho naves enemigas, pero no pudo cortar la retirada del
grueso del ejército persa, el cual, protegido por la reagrupación y sacrificio de algunos cientos de hombres,
pudo reembarcarse precipitadamente. De inmediato dio Artafernes la orden de dirigirse hacia Atenas,
esperando llegar a una ciudad desguarnecida.

En la batalla de Maratón, las alas de los griegos (en azul) envuelven los flancos persas (en rojo) mientras
que su centro realiza un ataque en retroceso que llena el vacío dejado por lo griegos.

Las bajas persas ascendieron a más de 6000 hombres, mientras los griegos sólo perdieron 192, 7 incluido
el polemarca Calímaco. Milcíades ordenó dirigirse de inmediato a Atenas y envió por delante a su mejor
corredor-mensajero, Filípides, para levantar la moral combativa de la ciudad. Filípides dio la sensacional
noticia de la victoria y cayó muerto por el esfuerzo, según la tradición, aunque algunos autores apuntan
que fue por consecuencia de las heridas recibidas en el combate. Las tropas llegaron horas después, a
marchas forzadas, y se fortificaron en el Pireo y la propia Atenas. Ante el evidente despliegue defensivo
de los griegos y la desmoralización de las multitudinarias tropas persas, Artafernes no se decidió a
desembarcar y dirigió las naves hacia el Asia Menor.8

Tres días después de la batalla, los espartanos mandaron 300 hombres al mando de uno de sus generales,
pero en la llanura de Maratón sólo yacían los restos de los caídos de ambos bandos, pues los atenienses,
en la precipitación de su retorno a su ciudad, no habían tenido tiempo de sepultar a sus hombres.

La derrota de los persas se debió a dos factores fundamentales. En primer lugar, a las tácticas griegas de
aprovechar al máximo las particularidades del terreno para favorecer un estilo de combate a corta
distancia unido a la audacia militar y el aprovechamiento del factor sorpresa. En segundo lugar, a la
organización estratégica persa, que hacía combatir a sus hombres agrupados por nacionalidades, no por
armas, lo que debilitaba militarmente a sus fuerzas pero era necesario para mantener la disciplina en un
ejército que combatía en su mayor parte (con la excepción de medos y persas propiamente dichos) para
un monarca invasor de su propio país, invadiendo otro país extraño.

También se ha destacado un factor psicológico sobre la elevada moral de combate de los Atenienses y
Platenses, quienes estaban animados por un inusual sentido de compromiso muy poco conocido en
aquella época: su fuerte sentido de identidad cultural y libertad nacional que podríamos denominar
"patriotismo". También destaca su autoestima como "hombres libres", particularmente en Atenas gracias
a los logros políticos de la democracia ateniense donde desde las reformas de Clístenes se había logrado
que muchos de sus habitantes fueran ciudadanos libres y con derechos políticos, pero también en Esparta
y otras ciudades-estado gracias a su noción de pertenencia a una polis independiente y regida por sus
propios ciudadanos.

Temístocles retoma el mando en Atenas.

El victorioso Milcíades quiso aprovechar el momento de gloria para expandir el poder de Atenas en el mar
Egeo, por lo que poco después de Maratón envió una parte de la flota contra las islas Cícladas, sometidas
todavía a los persas. Atacó la isla de Paros, exigiendo a sus habitantes un tributo de 100 talentos, y al
negarse la ciudad le puso sitio, pero la defensa fue tan ardua que los griegos tuvieron que contentarse
con unos pocos saqueos. Este pobre resultado empezó a desilusionar a los atenienses con respecto a
Milcíades, llegando a verle incluso como un tirano que despreciaba las leyes.

Los enemigos de Milcíades le acusaron de haber engañado al pueblo y le sometieron a proceso, en el que
no se pudo defender por haber sido herido en un accidente y estar postrado en una camilla. Se le declaró
culpable, salvando la pena capital común en estos casos por los servicios prestados antes a la patria,
condenándole a pagar la elevada suma de 50 talentos. Poco después moriría a causa de sus heridas. Será
ahora Temístocles quien tome las riendas de Atenas.

En el año 481 a. C., los representantes de diferentes polis, encabezadas por Atenas y Esparta, firmaron un
pacto militar (symmaquia) para protegerse de un posible ataque del Imperio aqueménida. Según este
pacto, en caso de invasión correspondería a Esparta la tarea de dirigir el ejército helénico. Su resultado
fue una tregua general, que incluso propició el regreso de algunos desterrados.

La segunda guerra médica

Artículo principal: Segunda guerra médica

(Libros VII, VIII y IX de las Historia de Heródoto)

«Tendréis toda la tierra y el agua que queráis»

Soldados de la guardia del rey persa. Relieve de Persépolis.

Tras la muerte de Darío, su hijo Jerjes subió al poder. Durante los primeros años de su reinado se ocupó
de reprimir revueltas en Egipto y Babilonia, y se preparó a continuación para atacar a los griegos. Antes
había enviado a Grecia embajadores a todas las ciudades para pedirles tierra y agua, símbolos de sumisión.
Muchas islas y ciudades aceptaron, pero no Atenas y Esparta. Se cuenta que los espartanos, al igual que
sucedió en Atenas, ignorando la inmunidad diplomática, respondieron a los embajadores: «Tendréis toda
la tierra y el agua que queráis», y los tomaron y arrojaron a un pozo. Era una declaración definitiva de
intenciones hostiles.

Sin embargo, en Esparta se empezaron a dar augurios nefastos, causados por la ira de los dioses debido a
este acto de insolencia. Se llamó a los ciudadanos espartanos para solicitar si alguno de ellos era capaz de
sacrificarse para satisfacer a los dioses y aplacar su ira. Dos ricos espartanos ofrecieron entregarse al rey
persa, y se encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien quiso obligarles a postrarse ante él.
Sin embargo, los emisarios espartanos se resistieron, y le respondieron: «Rey de los medos, los
lacedemonios nos han enviado para que puedas vengar en nosotros la muerte que han dado a tus
embajadores en Esparta». Jerjes, les respondió que no iba a hacerse reo del mismo crimen, y que tampoco
creía que con su muerte los liberaría de la deshonra.

Las Termópilas

Leónidas en las Termópilas, por Jacques-Louis David (1814).

El poderoso ejército de Jerjes, que se estima en alrededor de 500.000 hombres (sin embargo, se considera
hoy en día que la logística de la época sólo podría haber alcanzado para unos 250.000), mejor equipados
que aquellos bajo el mando de Darío, partió el 480 a. C.

Llevaban en la cabeza una especie de sombrero llamado tiara, de fieltro de lana; alrededor del cuerpo,
túnicas de mangas guarnecidas a manera de escamas; cubrían sus piernas con una especie de pantalón
largo; en vez de escudos de metal portaban escudos de mimbre; tienen lanzas cortas, arcos grandes,
flechas de caña de aljabas y puñales pendiendo de la cintura.

(Plutarco)

El Estado Mayor de Jerjes estaba compuesto por seis miembros, muchos de ellos parientes cercanos del
rey: Mardonio, Tritantacmes, Esmerdomenes, Masistes, Gergis y Megabizo.
Para cruzar el Helesponto, en un pasaje de Heródoto se nos cuenta cómo se construyó un imponente
puente de barcas por el cual el ejército de Jerjes debía atravesar el mar, pero una tormenta lo destruyó,
y Jerjes culpó al mar ordenando a sus torturadores que dieran mil latigazos como castigo a las aguas.

Finalmente cruzó el mar y siguiendo la ruta de la costa se adentró en la península. Paralelamente, la flota
avanzaba bordeando la costa, para lo cual se construyó también un canal para evitar el tempestuoso cabo
del monte Athos. Las tropas helenas, que conocían estos movimientos, decidieron detenerlos el máximo
tiempo posible en el desfiladero de las Termópilas (que significa «Puertas Calientes»). Al menos el tiempo
suficiente para asegurar la defensa de Grecia en el istmo de Corinto.

En este lugar, el rey espartano Leónidas I situó a unos 300 soldados espartanos y 1000 más de otras
regiones. Jerjes le envió un mensaje exhortándoles a entregar las armas, a lo que respondieron: «Ven a
tomarlas». Tras cinco días de espera, y viendo que su superioridad numérica no hacía huir al enemigo, los
persas atacaron.

El ejército griego se basaba en el núcleo de la infantería pesada de los hoplitas, soldados de infantería con
un gran escudo (hoplon, de ahí su nombre), una lanza, coraza y cnémidas de protección. Formaban en
falange, presentando un muro de bronce y hierro con el objetivo de detener a los enemigos en la lucha
cuerpo a cuerpo.

Las técnicas persas se basaban en una infantería ligera, sin corazas y con armas arrojadizas
principalmente, además de la famosa caballería de arqueros y carros. El único cuerpo de élite persa eran
los llamados «Inmortales», soldados de infantería pesada que constituían la guardia personal del rey
persa.

Sin embargo, en aquel desfiladero tan estrecho los persas no podían usar su famosa caballería, y su
superioridad numérica quedaba bloqueada, pues sus lanzas eran más cortas que las griegas. La estrechez
del paso les hacía combatir con similar número de efectivos en cada oleada persa, por lo que no les quedó
más opción que replegarse después de dos días de batalla.

Pero ocurrió que un traidor llamado Efialtes condujo a Jerjes a través de los bosques para llegar por la
retaguardia a la salida de las Termópilas.

La protección del camino había sido encomendada a 1000 focidios, que tenían excelentes posiciones
defensivas, pero éstos se acobardaron ante el avance persa y huyeron. Al conocer la noticia, algunos
griegos señalaron lo inútil de su situación para evitar una matanza, y entonces Leónidas decidió dejar
partir a los que quisieran marcharse, quedándose él, su ejército de 300 espartanos y 700 hoplitas de
Tespias, firmes en sus puestos.

Atacados por el frente y la espalda, los espartanos y los tespios sucumbieron después de haber aniquilado
a 10 000 persas. Posteriormente se levantaría en ese lugar una inscripción (Heródoto VII 228):

ὦ ξεῖν’, ἀγγέλλειν Λακεδαιμονίοις ὅτι τῇδε

κείμεθα, τοῖς κείνων ῥήμασι πειθόμενοι.

«Extranjero, informa a los espartanos que aquí

yacemos obedeciendo a sus preceptos».

Una nota sobre la traducción: ya sea de forma poética o interpretada el texto no debería leerse en tono
imperativo sino como una petición de ayuda parte de un saludo para un visitante. Lo que se busca en la
petición es que el visitante, una vez deje el lugar, vaya y les anuncie a los espartanos que los muertos
siguen aún en las Termópilas, manteniéndose fieles hasta el fin, de acuerdo a las órdenes de su rey y su
gente. No les importaba a los guerreros espartanos morir, o que sus conciudadanos supieran que habían
muerto. Al contrario, el tono usado es que hasta su muerte se mantuvieron fieles. Se puede traducir de
muchas formas, usando «Lacedemonia» en vez de «Esparta», sacrificando comprensión por literalidad.

Salamina

Temístocles.

Con el paso de las Termópilas franco, toda la Grecia central estaba a los pies del rey persa. Tras la derrota
de Leónidas, la flota griega abandonó sus posiciones en Eubea y evacuó Atenas, buscando refugio para las
mujeres y los niños en las cercanías de la isla de Salamina. Desde ese lugar presenciaron el saqueo e
incendio de la Acrópolis por las tropas dirigidas por Mardonio.

A pesar de ello, Temístocles aún tenía un plan: atraer a la flota persa y entablar batalla en Salamina, con
una estrategia que lograría vencerles. Se cuenta que Temístocles envió a su esclavo Sicino ante el rey de
Persia (o el eunuco Arnaces, según la fuente), haciéndose pasar por traidor, para contarle que parte de la
armada griega escaparía de noche, incitando de este modo a Jerjes para que dividiera su flota enviando
parte de ella a cerrar el canal por el otro lado, pero no está comprobado.

Lo cierto es que Jerjes decidió entablar combate naval, utilizando un gran número de barcos, muchos de
ellos de sus súbditos fenicios. Sin embargo, la flota persa no tenía coordinación al atacar, mientras que
los griegos tenían perfilada su estrategia: sus alas envolverían a los navíos persas y los empujarían unos
contra otros para privarlos de movimiento. Su plan resultó, y el caos cundió entre la flota persa, con
nefasto resultado: sus barcos se obstaculizaron y chocaron entre sí, yéndose a pique muchos de ellos, y
contando además con que los persas no eran buenos nadadores, mientras que los griegos al caer al mar
podían nadar hasta la playa. La noche puso fin al combate, tras el cual se retiró destruida la otrora
poderosa armada persa. Jerjes presenció impotente la batalla, desde lo alto de una colina.

Los helenos sabían que cuando llega la hora del combate, ni el número ni la majestad de los barcos ni los
gritos de guerra de los bárbaros pueden atemorizar a los hombres que saben defenderse cuerpo a cuerpo,
y tienen el valor de atacar al enemigo.

(Plutarco)

Fin de la segunda guerra médica

Temístocles quiso llevar la guerra a Asia Menor, enviar allí la flota y sublevar las colonias jónicas contra el
rey de Persia, pero Esparta se opuso, por el temor de dejar desprotegido el Peloponeso.

La guerra continuó al volver el ejército persa para invadir el Ática en el 479 a. C. comandado por Mardonio
bajo las órdenes de Jerjes I. Mardonio ofreció la libertad a los griegos si firmaban la paz, pero el único
miembro del consejo de Atenas que votó a favor fue condenado a muerte por sus compañeros. De esta
forma, los atenienses hubieron de buscar refugio nuevamente en Salamina, y su ciudad fue incendiada
por segunda vez.

Al enterarse de que el ejército espartano (increpado con amenazas por los atenienses para que les
prestaran ayuda) se dirigía contra ellos, los persas se retiraron hacia el Oeste, hasta Platea. Dirigidos por
su regente Pausanias, conocido por su sangre fría, los espartanos, junto a los atenienses y los demás
aliados griegos, lograron otra importante victoria sobre los persas, (batalla de Platea, 27 de agosto
479 a. C.), capturando de paso un gran botín que les estaba esperando en el campamento persa. Además
de la victoria en Platea, ocurrió poco tiempo después el hundimiento de la flota persa en Mícala, que fue
además la señal para el levantamiento de los jonios contra sus opresores. Los persas se retiraron de
Grecia, poniendo así fin a los sueños de Jerjes I de conquistar el mundo helénico.

Pentecontecia
Aparece la llamada Pentecontecia, término usado para referirnos al período de la historia de Grecia desde
la derrota de los persas en la segunda guerra médica en Platea, al inicio de la Guerra del Peloponeso,
concretamente la Guerra arquidámica, en 432 a. C..

Fue un conflicto que enfrentó a las ciudades de la Liga del Peloponeso, encabezadas por Esparta, a las de
la Liga de Delos, encabezadas por Atenas, y el comienzo de la tercera guerra médica en el 471 a. C.

La tercera guerra médica

El «imperio de Atenas» en el 431 a. C., heredero directo de la Liga de Delos que se había creado tras el
final de la segunda guerra médica.

Durante esta época los atenienses y los espartanos fundan la Liga Ático-Délica en memoria de la simaquia,
que tendría como principal objetivo proteger a Atenas y las colonias jonias del Asia Menor. Esta liga estaría
totalmente comandada por Atenas, que llevaría así las directrices en todos los aspectos posibles, por lo
que de esta manera se convierte en el mayor pueblo de Grecia política, económica, social, cultural y
militarmente, sobrepasando a la propia Esparta.

En este momento Temístocles es mal visto por el pueblo ateniense y es exiliado, de modo que huye a las
fronteras del Imperio aqueménida, y allí se pone bajo el mando del nuevo soberano persa, Artajerjes I,
que junto a sus influencias y el acérrimo odio que ambos sentían por la cultura griega, se decide avanzar
hacia las costas griegas para someterlas definitivamente bajo el dominio persa.

Cimón, hijo de Milcíades, enterado de las intenciones de Artajerjes I, avanza hasta la actual Turquía y
derrota al ejército persa en la batalla del río Eurimedonte en el 467 a. C.

Tras esta gran victoria, Cimón decide que se debe de nuevo promulgar la amistad y paz con el pueblo
espartano, pero los atenienses no consideran esa opción de igual manera y los destierran por orden de
Efialtes, cuyo mandato no duró mucho y fue sucedido por Pericles, que dominó Atenas hasta su muerte
en el 429 a. C. Pericles continúa la guerra contra Persia, en la que destacan dos decisiones que tomó, la
primera la de solicitar a Cimón su vuelta del destierro y la segunda, la firma de un tratado de paz con
Artajerjes I, el cual lo acepta, llamado Paz de Calias en el 448 a. C. que estipula ciertas condiciones para
ambos pueblos y que es presidido por éste, razón por la que fue mandado de vuelta del exilio, aunque
realmente está demostrado que fue presidido por Calias, ya que en el año del tratado, Cimón ya había
muerto, por lo que se piensa fue realizado en su honor y recuerdo.

Las guerras médicas llegan a su fin mediante las condiciones impuestas por los griegos a los persas, a
saber:

 Obligación a los persas de desistir definitivamente en su conquista y expansión a Grecia.


 No volver a navegar por el mar Egeo
 Se les permite comerciar con las colonias griegas de Asia Menor.

Darío, quien nació en el 548 a.C, ascendió al trono persa en el 521 a.C con 27 años. Lo hizo tras matar
él mismo al anterior rey, Gaumata el Mago, a quien Darío consideraba un tirano. Bajo su gobierno el
imperio persa se expandió bastante, concretamente desde el río Indo, en la actual Pakistán, hasta
parte de Europa, pasando por el sureste de Asia y Egipto.

Además mantuvo el poder a pesar de las constantes revueltas que se produjeron en su reino y en los
territorios conquistados, entre ellas las de los babilonios y la revuelta jónica en el año 499. La revuelta
jónica fue apoyada por los atenienses, por lo que a Darío le costó mucho más sofocarla. Tanto es así
que esta revuelta duró más de un año. Estas revueltas provenían sobre todo de la supuesta crueldad
con la que Darío trataba a los territorios conquistados.
En Persia Darío se convirtió en un gran administrador, dividiendo su imperio en 20 provincias, a las
que llamó satrapías. Cada una de ellas estaba gobernada por un sátrapa, quien se encargaba
personalmente de recaudar los impuestos y entregárselos a Darío. Los pueblos persas pudieron
crecer gracias a que el propio Darío construyó caminos y canales y un amplio flujo comercial marítimo.

Además de gran conquistador y administrador, Darío fue un enorme legislador, creando la mayoría
de las leyes que se usaban en el imperio persa. Como seguidor del dios Zoroastro, convirtió el
zoroastrismo como la religión oficial del imperio, aunque, curiosamente, toleraba las religiones
oficiales de sus territorios conquistados.

Por último fue también un gran arquitecto. Construyó la hermosa ciudad de Susa, convirtiéndola en
capital de Persia, además de los grandes palacios de Persépolis, cuya ciudadela es desde 1979
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Su muerte, en el 486 a.C tras una enfermedad en Egipto propició el progresivo declive del imperio
persa.

Pericles proporcionó a Atenas una época de apogeo, ya que fomentó la construcción de grandes obras
públicas, mejoró la calidad de vida de los atenienses y dio un gran impulso a todas las manifestaciones
artísticas y culturales.

A mediados del siglo V a.C., luego de vencer en la batalla naval de Salamina, Atenas ganó prestigio y
estableció las bases de un poderoso imperio, a diferencia de Esparta que se quedó aislada. El responsable
del período más esplendoroso de la Grecia clásica fue Pericles, quien gobernó por más de 30 años (461-
429 a.C.) a Atenas.

Este desarrolló el proceso de democratización política iniciado por su antecesor, Efialtes, y activó la
economía y la vida cultural de la polis. Además, convirtió a Atenas en la ciudad más bella de la antigüedad,
por obras como: la reconstrucción de la Acrópolis, lugar sagrado en el que se encontraba el Partenón, y
de los principales templos atenienses.También construyó, para la defensa de la ciudad los “Largos Muros”,
que enlazaban Atenas con su nuevo puerto, El Pireo.

El gobierno demócrata

A comienzos del siglo de oro, Atenas era gobernada por 10 estrategas que eran generales elegidos cada
año por 10 tribus ciudadanas. Estos estrategas preparaban las expediciones guerreras, recibían a los
enviados de los demás pueblos y dirigían el gobierno. Durante el mandato de Efialtes como jefe del partido
demócrata, Pericles fue su ayudante y luego su sucesor en el cargo.

Desde ese momento a Pericles se le conocieron sus dotes de gran orador, lo cual le significó tener grandes
éxitos, principalmente en la Asamblea.Dentro de sus aciertos estuvo conseguir que se permitiera el acceso
a los cargos públicos (llamados tetes) a los ciudadanos atenienses que carecían de riqueza y poder. Otro
gran triunfo de su gobierno fue la institución de la mistoforia, que era un salario especial para los
ciudadanos que asistían a la Asamblea. Con este sistema, que fue todo un éxito, Pericles consiguió que
esta reunión estuviera siempre atestada de gente.

La vida cotidiana

Durante el mandato de Pericles, la vida de los atenienses era modesta y sin grandes lujos, ya que no
existían ciudadanos con enormes fortunas. La economía se basaba principalmente en el comercio
marítimo, aunque también era importante la agricultura y la industria artesanal.

La educación comenzaba en la casa hasta los siete años, cuando los niños entraban a la escuela. En ella,
se enseñaba lectura y escritura, cálculo matemático y música. Además, era obligatorio asistir a clases de
educación física donde se les preparaba para el servicio militar. Cuando cumplían los 18 años, los hombres
servían en la armada y aprendían a manejar las armas.

Como la sociedad ateniense era un patriarcado, es decir, los hombres tenían todos los derechos y todas
las ventajas y solo ellos llegaban al poder, las mujeres se dedicaban únicamente al cuidado del hogar.

Sin embargo, existían mujeres libres e independientes, llamadas hetairas, que no desempeñaban solo el
papel de esposas, sino que sobresalían también por su formación cultural y por su influencia en los círculos
intelectuales y políticos. Pero suponían un peligro para las costumbres conservadoras de Atenas. A este
grupo, perteneció la esposa de Pericles, Aspasia de Mileto.

Además, el Estado ofrecía al pueblo grandes fiestas religiosas. La más importante era la fiesta de las
Panateneas ofrecida a la diosa Atenea y la que se celebraba en honor del dios Dionisio.

El arte y las letras

En los siglos V y IV a.C., la cultura y el arte lograron su máxima expresión. En arquitectura predominaron
las obras de carácter religioso, como fueron los santuarios y los templos. Las construcciones más
importantes de este período fueron el templo de Zeus de Olimpia, el templo de Apolo de Delfos y quizás
la más importante, la Acrópolis.

Entre los escultores más destacados está Fidias, autor de dos inmensas estatuas criselefantinas, como
fueron Atenea, situada en el interior del Partenón, y Zeus en el santuario de Olimpia. Otros importantes
escultores de este siglo fueron Mirón y Policleto.

Entre los grandes pensadores de esta época se destacó Demócrito, con su teoría atómica del Universo, y
los sofistas, maestros que daban charlas sobre diversas ramas de la ciencia, a cambio de dinero. Entre
estos los más importantes fueron Protágoras de Abdera y Pródico de Ceos. También se destacaron los
historiadores Heródoto, que describió las Guerras Médicas; Tucídices, que dejó escrita la obra más grande
de la antigüedad sobre la Guerra del Peloponeso, y Jenofonte que dejó una obra sobre los primeros años
del siglo IV a.C.

Población ateniense

En el siglo V a.C., la población de Atenas llegaba a los 250 mil habitantes, de los cuales 40 mil eran
ciudadanos con todos los derechos, unos 70 mil eran extranjeros y casi 140 mil eran esclavos.

Las finanzas

Todas las obras públicas y artísticas contruidas en el siglo de Pericles, fueron financiadas por la Liga de
Delos, debido a que los recursos económicos del Estado eran precarios.

El teatro

Para los griegos, “teatro” era el lugar donde se celebraban las ceremonias en honor al dios Dionisio. Allí,
en las primeras épocas, un recitador hablaba del dios acompañado por un coro que cantaba canciones,
mientras en un altar se sacrificaba a un macho cabrío. A esto se lo llamó “tragedia”, sin embargo, con el
tiempo surgió el diálogo, ya que junto al recitador que comenzó a personificar a Dionisio se sumaron más
personajes. Así nació el teatro griego, donde los exponentes más importantes fueron Esquilo, Sófocles y
Eurípides.

solon
Legislador griego que puso las bases de la democracia ateniense (Isla de Salamina, h. 640 - h. 558 a. C.).
Aunque su figura permanece envuelta en la leyenda, parece que se trataba de un comerciante de origen
aristocrático. Los conflictos sociales que agitaron Grecia desde finales del siglo VII a. C. llevaron a investir
a Solón -uno de los tres arcontes que gobernaban Atenas- de poderes dictatoriales para recuperar el
consenso reformando la Constitución y las leyes de la ciudad (594-93 a. C.). Solón liberó a los campesinos
de su grave endeudamiento y eliminó la servidumbre por deudas; limitó la extensión máxima de las
propiedades; creó un sistema monetario propio de Atenas; limitó el poder de la nobleza sustituyéndolo
por una hegemonía de los propietarios; clasificó a los ciudadanos en cuatro clases según su riqueza; y
reestructuró las instituciones políticas estableciendo un equilibrio entre la Ecclesia (asamblea popular), la
Bulé (órgano deliberante reservado a las tres clases superiores) y nueve arcontes (titulares del poder
ejecutivo, reclutados entre las dos clases superiores).

El nuevo orden favoreció el crecimiento económico y potenció la relación directa del ciudadano con el
Estado; pero no consiguió acabar con los desórdenes sociales, que volvieron a estallar en 590-89 a. C. y
provocaron las luchas políticas que condujeron al triunfo de Pisístrato. No obstante, Solón fue honrado
en la Antigüedad como uno de los siete sabios de Grecia, atribuyéndosele incluso más reformas de las
que realizó. Es cierto que codificó el derecho ateniense, conservando el sistema penal de Dracón,
legislando sobre muchas otras materias y creando un tribunal al que todos podían apelar (la Heilea). Al
establecer la igualdad de los ciudadanos ante la ley hizo posible el posterior desarrollo de la democracia
en Atenas.

Alcibíades Clinias Escambónidas (en griego: Ἀλκιβιάδης Κλεινίου Σκαμβωνίδης; c. 450-404 a. C.) fue un
prominente estadista, orador y estratego (general) ateniense, hijo de Clinias y miembro de la familia
aristocrática de los Alcmeónidas, del demo de Escambónidas, que tuvo un papel destacado en la segunda
fase de la guerra del Peloponeso (la guerra arquidámica) como consejero estratégico, comandante y
político.

Durante el transcurso de la guerra del Peloponeso, Alcibíades cambió su lealtad en varias ocasiones. En
su Atenas nativa, a principios de los años 410 a. C., defendió una política exterior agresiva y fue un
destacado defensor de la expedición a Sicilia, pero huyó a Esparta cuando sus enemigos políticos
presentaron cargos de sacrilegio contra él. En Esparta sirvió como consejero estratégico, proponiendo o
supervisando importantes campañas contra Atenas. En Esparta, sin embargo, a Alcibíades también le
surgieron poderosos enemigos y se vio obligado a desertar a Persia. Allí fue consejero del sátrapa
Tisafernes hasta que sus aliados políticos atenienses lograron su restitución. Fue general (estratego)
durante varios años más, pero sus enemigos consiguieron exiliarle por segunda vez.

La expedición siciliana fue creación de Alcibíades, y los eruditos modernos han argumentado que si esa
expedición hubiera estado bajo el mando de Alcibíades en lugar del de Nicias, la expedición no se habría
enfrentado a su desastroso destino.1 En los años que sirvió a Esparta, Alcibíades desempeñó un
importante papel en la destrucción de la ciudad de Atenas; la captura de Decelia (cf. guerra de Decelia) y
las críticas rebeliones de algunas de las ciudades y territorios bajo la influencia de Atenas ocurrieron
instigadas por él o bajo su supervisión.

Una vez devuelto a su ciudad natal, sin embargo, tuvo un papel crucial en la serie de victorias atenienses
que llevaron a Esparta a solicitar finalmente la paz con Atenas. Eligió tácticas poco convencionales, a
menudo ganando polis (ciudades) a través de la traición o la negociación en lugar del asedio.2

Las capacidades militares y políticas de Alcibíades resultaron ser a menudo muy valiosas para cualquiera
que contara con su lealtad, aunque su capacidad para granjearse poderosos enemigos aseguró que nunca
permaneciera en un mismo lugar durante mucho tiempo y, para cuando terminó la guerra que había
ayudado a reavivar a principios de los años 410 a. C., sus días de relevancia política eran un recuerdo del
pasado.

Transcripción de EMPIRISMO IDEALISTA


CARACTERISTICAS
-Subjetivismo del conocimiento
-La experiencia como única fuente del conocimiento.
-La experiencia como única fuente del conocimiento.
-El conocimiento humano es limitado.
-El conocimiento humano es limitado.
-El conocimiento humano es limitado.
-El conocimiento humano es limitado.
BERKELEY
también conocido como el obispo Berkeley, fue un filósofo irlandés muy influyente cuyo principal logro
fue el desarrollo de la filosofía conocida como idealismo subjetivo. Su doctrina también se conoce como
inmaterialismo, dado que negaba la realidad de abstracciones como la materia extensa. Escribió un gran
número de obras, entre las que se pueden destacar el Tratado sobre los principios del conocimiento
humano (1710) y Los tres diálogos entre Hylas y Philonus (1713) (Philonus, el «amante de la mente»,
representa a Berkeley, e Hylas, que toma su nombre de la antigua palabra griega para designar a la
materia, representa el pensamiento de Locke). En 1734 publicó El analista, una crítica a los fundamentos
de la ciencia, que fue muy influyente en el desarrollo de la matemática.
EMPIRISMO IDEALISTA
El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia, ligada a la percepción
sensorial, en la formación del conocimiento. Para el empirismo más extremo, la experiencia es la base de
todo conocimiento, no sólo en cuanto a su origen sino también en cuanto a su contenido. Se parte del
mundo sensible para formar los conceptos y éstos encuentran en lo sensible su justificación y su
limitación.
El empirismo idealista, al ser exactamente lo opuesto al empirismo materialista, el conocimiento, los
conceptos e ideas, van y se objetivan en la realidad mediante una especie de “proyección” de las
sensaciones, a manera de un “flujo de impresiones”, o “a través de las sensaciones”, donde esas
“sensaciones” son “cosas”.
EMPIRISMO IDEALISTA

Heráclito

(Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, h. 540 a.C. - h. 470 a.C.) Filósofo griego. Desde sus orígenes y a
lo largo del periodo cosmológico, anterior al periodo antropológico que iniciaría Sócrates, el pensamiento
griego se orientó hacia la búsqueda de un principio constitutivo (arché o arjé) común a la pluralidad de
seres de la naturaleza. Así, en la escuela milesia se tendió a ver tal principio en una sustancia material (el
agua en Tales de Mileto, el aire en Anaxímenes); en la de Pitágoras, en un principio formal (el número o
ley numérica).

Pero a caballo entre los siglos V y V a.C., las escuelas de Elea y de Éfeso trataron la cuestión desde una
perspectiva más amplia al plantear concepciones sobre la totalidad de lo existente que resultaron
antagónicas. Para Parménides de Elea, el ser o lo existente es uno e inmutable; para Heráclito de Éfeso,
en cambio, la realidad es puro cambio e incesante devenir («No te bañarás dos veces en el mismo río»).
En esta antinomia clásica de la filosofía griega, que se revelaría extremadamente fructífera, se ha visto el
origen tanto de la metafísica como de la dialéctica.

Biografía

Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el Oscuro por el carácter enigmático que
revistió a menudo su estilo, como testimonia un buen número de los fragmentos conservados de sus
enseñanzas. El desprecio de Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus orígenes, pues
parece cierto que procedía de una antigua familia aristocrática, así como que sus ideas políticas fueron
contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte del reducido grupo, integrado por
nobles principalmente, que simpatizaba con el rey persa Darío I el Grande, a cuyos dominios pertenecía
Éfeso por entonces, contra la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos.
A estos últimos, en cualquier caso, no debió de apreciarlos en demasía, y Heráclito los colmó de
improperios cuando expulsaron de la ciudad a su amigo Hermodoro. Sea como fuere, la oscuridad de
Heráclito ha quedado caricaturizada en la leyenda acerca de su muerte: enfermo de hidropesía,
preguntaba enigmáticamente a los médicos si podrían de la lluvia hacer sequía; como ellos no lo
entendiesen, se enterró en estiércol en la suposición de que el calor de éste absorbería las humedades,
con el resultado de que aceleró el fatal desenlace. De creer a Diógenes Laercio, la causa de la afección
habría sido su retiro en el monte, donde se alimentaba de hierbas, movido por su misantropía.

Las enseñanzas de Heráclito, según Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una obra titulada De la
naturaleza, que trataba del universo, la política y la teología (aunque probablemente esta subdivisión la
introdujera una compilación alejandrina de los textos de Heráclito), pero lo que ha llegado hasta nosotros
de su doctrina se encuentra en forma fragmentaria y sus fuentes son citas, referencias y comentarios de
otros autores.

Algunos de estos fragmentos presentan, sin embargo, la apariencia de aforismos completos, lo cual apoya
la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular. Ello ha dado pie, incluso, a formular la hipótesis de
que Heráclito no escribió, en realidad, ningún texto, sino que sus enseñanzas fueron exclusivamente
orales, y que fueron sus discípulos los encargados de reunir lo esencial de ellas en forma de sentencias.
Todo ello dificulta (e incluso imposibilita en aspectos concretos) la interpretación de su pensamiento.

La filosofía de Heráclito

A tenor de lo que se desprende de los diversos fragmentos, Heráclito explicó la práctica totalidad de los
fenómenos naturales atribuyendo al fuego el papel de constituyente común a todas las cosas y causa de
todos los cambios que se producen en la naturaleza. La cosas nacen del fuego por la vía descendente
(fuego, aire, agua, tierra) y vuelven a él por la ascendente (tierra, agua, aire, fuego). La importancia que
concedió a la afirmación de que todo está expuesto a un cambio y un flujo incesantes («Todo fluye y nada
permanece») seguramente fue exagerada por Platón, quien contribuyó de manera decisiva a forjar la
imagen del filósofo efesio.

Frente a la armonía del cosmos pitagórico y la inmutabilidad del ser de Parménides, Heráclito concibió un
universo en perpetuo devenir. El motor de esa eterna mutabilidad es la oposición de los contrarios; tal
oposición es causa del devenir de las cosas y, al mismo tiempo, su ley y principio; pero los contrarios se
ven conducidos a síntesis armónicas por el logos, proporción o medida común a todo, principio normativo
del universo y del hombre que, en varios aspectos, resulta coextensivo con el elemento cósmico
primordial, el fuego, por lo que algunas interpretaciones los identifican.

Cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de la reacción equilibrada
entre ambos. La salud y la enfermedad, la saciedad y el hambre, el día y la noche, la vida y la muerte o el
bien y el mal son interdependientes y solidarios, no existirían de no existir su contrario; el equilibrio del
universo se mantiene merced a la interacción sin fin entre los opuestos, que da lugar a cambios que se
compensan recíprocamente, garantía de que el cambio en una dirección acabará por conducir a otro
cambio en la dirección contraria, evitando una preponderancia caótica y manteniendo la estabilidad total
del cosmos.

En este sentido, el logos puede interpretarse como una lógica o ley armónica interna que revela la
coherencia subyacente en las cosas y el equilibrio del cosmos; una lógica íntima que los hombres deben
tratar de comprender, ya que la sabiduría consiste en entender cómo se conduce el mundo, y ese
entendimiento ha de ser la base de la moderación y el autoconocimiento, que Heráclito postuló como
ideales éticos del hombre.

Después de Parménides y Heráclito (fallecidos ambos hacia el 470 a.C.), diversos pensadores trataron de
llegar a una síntesis ecléctica. Así, los pluralistas como Empédocles transfirieron la inmutabilidad del ser
de Parménides a los «cuatro elementos»; Anaxágoras, a las homeomerías; y los atomistas como Leucipo
y Demócrito, al átomo; pero en todos ellos estará también presente, de algún modo, el perpetuo devenir
de Heráclito en las fuerzas que incesantemente combinan y gobiernan tales elementos. Ya en tiempos
modernos, el genial Hegel reconoció haberse inspirado en el pensamiento de Heráclito, cuya obra
comentó admirablemente.

Physis
Término griego que significa naturaleza. Los primeros filósofos de Mileto tomaron la physis o
naturaleza como objeto principal de sus investigaciones a la que concibieron como el principio u
origen de la realidad, origen que atribuyeron a distintos elementos materiales, como el agua, el
aire o lo indeterminado, a los que consideraron el principio o "arjé" del que procede la realidad
que conocemos. Por ese motivo fueron conocidos también como "los físicos", los que estudian
la naturaleza.

Con el término physis, cuando lo transcribimos por "física", nos referimos también al saber que
tiene por objeto de estudio la naturaleza. Así, cuando hablamos de la física aristotélica o de la
epicúrea nos referimos a las teorías de los aristotélicos o de los epicúreos sobre la naturaleza.

Isócrates

(436-338 a.J.C.) Orador ateniense, oriundo del demo ático de Erquia, donde su padre poseía un taller para
fabricar flautas. Gracias a la buena situación económica de su familia, Isócrates pudo disfrutar de una
excelente educación. Durante su estancia en Tesalia, Isócrates tuvo por maestro a Gorgias, cuya doctrina
logró cautivarle.

Cuando la fortuna de su padre comenzó a flaquear a causa de los sucesivos conflictos bélicos, Isócrates
tuvo que ganarse la vida como logógrafo, es decir, escribiendo discursos judiciales para otros, algo que él
negó mucho más tarde (en este aspecto existe una fuerte polémica entre las diferentes fuentes que
informan sobre la vida de este maestro de retórica).

Pero escribir discursos judiciales para otros no era el mejor medio para ganar renombre como orador,
algo que quedaba para los grandes discursos políticos. Sin embargo, a Isócrates le faltaba para ello voz y
atrevimiento; por eso, su vocación y su excelente conocimiento de la retórica le llevaron a desarrollar un
nuevo concepto de este arte, pues llegó al convencimiento de que por medio del texto escrito, destinado
a la lectura o a la recitación, era posible influir sobre las opiniones del público.

Por ello, creó su propia escuela en la que impuso un sistema de educación global a sus alumnos por medio
del cual podían convertirse en hombres de éxito, al dominar todos los resortes necesarios para obtener
el triunfo dentro de su propia casa y en el Estado. En su escuela, el estudio y dominio de la retórica tenían
así un papel destacado (con ello, no hacía más que seguir las bases educativas de los sofistas).

Isócrates fundó su escuela en Atenas en torno al año 390 a.C. y ejerció allí una notable influencia a través
de sus doctrinas y de sus discípulos. Su enseñanza fue la clave para una importante renovación de la
lengua escrita y hablada. Pupilos suyos fueron los historiadores Éforo y Teopompo, el atidógrafo
Androción y los oradores Hipérides e Iseo. En cuanto a su pensamiento político, desgranado a lo largo de
sus discursos, fue precursor del helenismo. Se conservan 21 discursos suyos (Panegírico de Atenas, 380
a.J.C.; A Filipo, 346 a.J.C.; Panatenaico, 339 a.J.C.) y nueve cartas.

Protágoras de Abdera

(Abdera, actual Grecia, 480 a. C. - id., 410 a. C.) Filósofo griego. Fue el primero en adoptar el calificativo
de sofista y el precursor de la profesionalización de la enseñanza retórica. En su ciudad natal fue al parecer
discípulo de Demócrito. Recorrió a lo largo de cuarenta años gran parte de las islas del Mediterráneo y
parece ser que en el 445 a.C. se estableció en Atenas, donde alcanzó una gran reputación.

Amigo de Pericles, al parecer murió ahogado durante un viaje a Sicilia, cuando huía de las acusaciones de
impiedad de las que fue objeto en la ciudad de Atenas a la muerte de aquél (416 a.C.). Protágoras había
afirmado en uno de sus escritos que "Sobre los dioses no puedo saber si existen o no; hay muchas
dificultades para saberlo con seguridad; el asunto es oscuro y la vida corta".

De sus obras más importantes, Verdad y Sobre los dioses, se conservan sólo algunos fragmentos. La
doctrina de Protágoras ha sido interpretada, desde Platón (quien le dedicó un diálogo, titulado
Protágoras), como un relativismo que se expresaría en la célebre máxima de que "el hombre es la medida
de todas las cosas". Afirmaba que de los objetos conocemos no lo que son, sino lo que nos parecen (no la
esencia sino la apariencia), al tiempo que defendía el carácter convencional de las normas morales.

Según Platón, todo lo que existe tuvo su origen en el mundo de las ideas. Con respecto a Plotino.

La doctrina central de Plotino es su teoría de la existencia de tres hipóstasis o realidades primordiales:


el Uno, el nous y el alma. En realidad, el principio básico es siempre el Uno, mientras que las otras dos
hipóstasis y el resto de realidades son derivadas.

El Uno de la teoría de Plotino es indescriptible, ya que es la unidad, lo más grande, hasta tal punto que
a veces le denomina el propio autor como Dios, único, infinito. Plotino antes de querer corregir, prefiere
guardar silencio que decir algo. Una actitud claramente mística. Como principio y última realidad, esta
absoluta trascendencia hace que no existan términos para referirla. Se trata entonces de la Unidad que
funda la existencia de todas las cosas. Es ése el centro de toda su doctrina. El Uno está más allá del Ser
y, por lo tanto, no hay ninguna definición que describa positivamente al Uno y opta por la vía negativa.
Elude su comprensión porque la considera imposible según la modalidad humana de conocer.

La siguiente realidad o hipóstasis es el nous. No hay una traducción adecuada pero algunos autores lo
identifican con espíritu, mientras que otros prefieren hablar de Inteligencia, mas esta vez no con un
sentido místico sino intelectual. La explicación del "nous" por Plotino parte de la semejanza entre el Sol
y la Luz. El Uno sería como el Sol y la Luz como el nous. La función del nous como luz es la de que el Uno
pueda verse a sí mismo, pero como es imagen del Uno, es la puerta por la que nosotros podemos ver al
Uno. Plotino afirma que el nous es observable simplemente aplicando nuestras mentes en dirección
opuesta a nuestros sentidos.
Mitología de Prometeo

Prometeo era un hijo de Jápeto y la oceánide Clímene. Era hermano de Atlas, Epimeteo y Menecio, a los
que superaba en astucia y engaños. No tenía miedo alguno a los dioses, y ridiculizó a Zeus y su poca
perspicacia. Sin embargo, Esquilo afirmaba en su Prometeo encadenado que era hijo de Gea o Temis.

Prometeo fue el creador del hombre. Cuando él y Epimeteo (‘retrospección’) empezaron a hacer criaturas
para poblar la tierra por orden de Zeus, Epimeteo prefirió la cantidad e hizo muchas criaturas, dotándolas
con muchos dones que les había asignado para tal fin (piel, garras, alas y aletas, entre otros). Mientras su
hermano hacía esto, Prometeo trabajaba cuidadosamente una criatura a semejanza de los dioses: un
humano. Sin embargo, Prometeo tardó tanto en hacer su obra maestra que, cuando terminó, Epimeteo
había usado ya todos los dones que Zeus les diera.

Prometeo sintió pena de su creación, viéndola tiritar en las frías noches de invierno, y decidió robar el
fuego de los dioses después de que Zeus no estuviese de acuerdo con su idea de ayudar a los humanos.
Trepó el monte Olimpo y robó fuego del carro de Helios (en la mitología posterior, Apolo) o de la forja de
Hefesto, llevándoselo en el tallo de un hinojo, que arde lentamente y resulta muy apropiado para este fin.
De esta forma la humanidad pudo calentarse. En otras versiones (notablemente, el Protágoras de Platón),
Prometeo robaba las artes de Hefesto y Atenea, llevándose también el fuego porque sin él no servían para
nada, y proporcionando de esta forma al hombre los medios con los que ganarse la vida.

Para aplacar a Zeus, Prometeo dijo a los humanos que quemasen ofrendas a los dioses. Con este fin
sacrificó un gran toro. Cuando los dioses olieron las ofrendas, Prometeo urdió un engaño: escondió la
carne bajo una capa de huesos y tendones, cubriendo el resto de huesos con apetitosa grasa. Dejó
entonces elegir a Zeus la «carne» que comerían los dioses. Zeus eligió el plato de huesos, y Prometeo se
quedó con el plato de carne para sí mismo y los mortales. Para castigar a Prometeo por su hibris (y al
mismo tiempo a toda la humanidad), Zeus se llevó el fuego de la tierra.

Para vengarse de Prometeo por esta segunda ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de
arcilla llamada Pandora. Zeus le infundió vida y la envió a Prometeo, junto la caja que le había regalado
Hermes como dote, y que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza, crimen, etcétera) con las
que Zeus quería castigar a la humanidad. Prometeo sospechó y no quiso tener nada que ver con Pandora,
alegando que era estúpida (al carecer de previsión), por lo que ésta fue enviada a Epimeteo, quien se casó
con ella a pesar de las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún regalo de los dioses.
Pandora terminaría abriendo la caja, a pesar de las indicaciones en contra de Epimeteo.

Zeus se enfureció aún más al ver cómo Prometeo se libraba de Pandora, e hizo que le llevaran al monte
Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos. Zeus envió un águila (hija de
los monstruos Tifón y Equidna) para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su
hígado volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada noche. Este castigo había de durar
30.000 años, pero a los 30 años Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al jardín
de las Hespérides y le liberó disparándole una flecha al águila. Este vez no le importó a Zeus que Prometeo
evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la liberación más gloria a Heracles, que era hijo de Zeus.
Prometeo fue invitado a volver al Olimpo, aunque debía llevar con él la roca a la que fue encadenado.

Fue padre de Deucalión con Celeno.

Montaigne

(Michel Eyquem, señor de Montaigne; Périgueux, Francia, 1533 - Burdeos, id., 1592) Escritor francés de
cuya obra fundamental, los Ensayos (1580 y 1588), tomó nombre y forma el moderno género del ensayo,
entendido como una disertación subjetiva y crítica en torno a cierto tema. Nacido en el seno de una familia
de comerciantes bordeleses que accedió a la nobleza al comprar la tierra de Montaigne en 1477, fue
educado en latín, siguiendo el método pedagógico de su padre. Más tarde ingresó en una escuela de
Guyena (hoy Aquitania), donde estudió poesía latina y griega, y en 1549 empezó a estudiar derecho en la
Universidad de Tolosa.

A partir de 1554 fue consejero en La Cour des Aides de Périgueux, sustituyendo a su padre, y cuando ésta
se disolvió, pasó a formar parte del Parlamento de Burdeos. Allí conoció al poeta y humanista Étienne de
La Boétie, con quien trabó amistad. Poco interesado por sus funciones parlamentarias, frecuentó un
tiempo la vida de la corte. En 1565 se casó con Françoise de La Chassagne, y tres años después murió su
padre, heredando la propiedad y el título de señor de Montaigne, lo que le permitió vender su cargo en
1570.

Para cumplir la última voluntad de su padre, Montaigne acabó y publicó en 1569 la traducción de la
Teología natural, de Ramón Sibiuda, libro al que volvería años más tarde en los Ensayos (Essais) con la
intención de rebatirlo. Un año más tarde viajó a París para publicar en un volumen las poesías latinas y las
traducciones de su amigo La Boétie, cuya muerte, en 1563, le había afectado profundamente.

Por fin, el 28 de febrero de 1571 pudo cumplir su deseo de retirarse a sus propiedades para dedicarse al
estudio y la meditación, y emprendió, al cabo de un año, la redacción de los Ensayos, combinándola con
la lectura de Plutarco y Séneca. No obstante, su retiro duró poco, ya que tuvo que hacerse cargo de nuevos
compromisos sociales y políticos a causa de las guerras de religión que asolaban su país y en las que tuvo
que prestar su ayuda de diplomático (hecho que se refleja en el libro primero de los Ensayos, dedicado
básicamente a cuestiones militares y políticas). La primera edición de los Ensayos, en diez volúmenes,
apareció en 1580.

A finales de ese mismo año, aquejado ya problemas de salud, emprendió un largo viaje a Italia que se vio
obligado a interrumpir en 1581, cuando recibió la noticia de su elección como alcalde de la ciudad de
Burdeos. Durante su primer mandato publicó la segunda edición de los Ensayos (1582). Reelegido para un
segundo mandato (1583-1585), tuvo que alternar sus funciones municipales con la tarea de intermediario
político entre la ciudad y el rey, y actuó como mediador en las intrigas de la Liga, lo que le valió el favor
de Enrique de Navarra.

Fue ésta su última misión política antes de consagrarse únicamente a su obra, que reanudó a partir de
1586, tras abandonar la ciudad a causa de la peste que se había declarado inmediatamente después de
concluir su segundo mandato. En 1588 apareció una nueva edición de los Ensayos, con el añadido de un
tercer libro. Con motivo de esta nueva publicación, conoció en París a Mademoiselle de Gournay, una
gran admiradora suya, con quien mantuvo una especial relación que duraría hasta el final de su vida.
Retirado ya definitivamente, tras este último viaje a París y algunos altercados que lo llevaron a prisión,
preparó la última edición de los Ensayos, de la que se encargaría Mademoiselle de Gournay en 1595,
mientras él se dedicaba al estudio de los clásicos latinos y griegos.

La progresiva evolución de Montaigne hacia una mayor introspección convierte la versión definitiva de
los Ensayos en un libro de confesiones en que el autor, profesando un escepticismo moderado, se revela
a sí mismo y muestra su curiosidad por todos los aspectos del alma humana, desde el detalle más ínfimo
hasta elevadas cuestiones de religión, filosofía o política. Su perspectiva racional y relativista le permite
enfrentarse a toda clase de dogmatismos y superarlos, y abre la puerta a una nueva concepción
secularizada y crítica de la historia y la cultura, capaz de integrar los nuevos descubrimientos de su tiempo,
como los pueblos del Nuevo Mundo.

Herodoto

(Herodoto o Heródoto; Halicarnaso, c. 484 a.C. - Turios?, c. 426 a.C.) Historiador griego, el primero del
mundo occidental.

En los nueve libros que componen su obra, titulada Historias, Herodoto narró detalladamente el decurso
de las Guerras Médicas (Grecia frente al todopoderoso Imperio persa), que terminaron con la victoria de
los griegos sobre Darío el Grande y su hijo Jerjes. Aunque un sentido moral y religioso orienta su relato,
en el que se intercalan frecuentes excursos descriptivos y etnográficos sobre los pueblos bárbaros, ya la
misma Antigüedad supo apreciar la novedad y el valor de su obra, y otorgó a Herodoto el título de padre
de la historia.

Biografía

Herodoto nació en Halicarnaso (actualmente Bodrum, pequeña ciudad turca del Asia Menor) en fecha
incierta, probablemente hacia el año 484 antes de Cristo. La colonia dórica de Halicarnaso se hallaba por
aquel entonces bajo dominio persa y era gobernada por el tirano Ligdamis; los padres de Herodoto eran,
por consiguiente, súbditos del Imperio persa, pero en sus venas corría sangre griega, y de hecho es
probable que la familia perteneciese a la aristocracia de Halicarnaso.

Cuando todavía era un niño, y con motivo de una revuelta contra Ligdamis en la que murió Paniasis, tío o
primo del futuro historiador, la familia de Herodoto hubo de abandonar su patria y dirigirse a Samos. Allí
pudo Herodoto tener un contacto más estrecho con el mundo cultural jonio. Según la tradición, fue en
Samos donde aprendió el dialecto jónico en el que redactó su obra; pero los investigadores modernos han
comprobado que este dialecto era empleado también comúnmente en Halicarnaso.

Es casi seguro que, poco antes del 454 a.C., Herodoto regresó a Halicarnaso para participar en el
derrocamiento de Ligdamis (454 a.C.), hijo de Artemisia, representante de la tiranía caria que dominaba
en aquella época la vida política de la colonia. La siguiente fecha conocida con certeza de la biografía de
Herodoto es la de la fundación, en el 444-443 a.C., de la colonia de Turios, junto a las ruinas de Síbaris. No
se sabe si Herodoto formó parte de la primera expedición fundadora (que dirigió Pericles), pero sí que
obtuvo la ciudadanía de la colonia.

Algunos de sus biógrafos informan de que, entre esos diez años que median entre la caída de Ligdamis y
su llegada a Turios (454-444), Herodoto realizó viajes por varias ciudades griegas, en las que ofrecía
lecturas de sus obras; incluso se dice que recibió diez talentos por una lectura ofrecida en Atenas, dato
que hoy parece bastante improbable, aunque manifiesta la buena acogida que tuvo Herodoto en la
ciudad.

Su estancia en la Atenas de Pericles le permitió contemplar el gran momento político y cultural que vivía
la ciudad: en Atenas, Herodoto pudo conocer a Protágoras, abanderado de la revolución de la sofística, y
a Sófocles, el gran poeta trágico que tanto influiría en su obra histórica. También en la época previa a la
fundación de Turios Herodoto hizo aquellos viajes de los que nos habla en su obra: se sabe que estuvo en
Egipto durante cuatro meses y que, después, fue a Fenicia y Mesopotamia. Otro de sus viajes le llevó al
país de los escitas.

Todos estos viajes estuvieron inspirados por el deseo de aumentar sus conocimientos y de saciar sus
ansias de saber, acicates constantes del pensamiento de Herodoto. Éste aparece a través de su obra como
un hombre curioso, observador y siempre dispuesto a escuchar, cualidades que combinaba con una gran
formación enciclopédica y erudita. Sus peregrinaciones continuarían después de establecerse en Turios,
donde residió al menos unos cuantos años, si bien se sabe muy poco acerca de esta última etapa de su
vida.

La parodia que realizó Aristófanes de la obra de Herodoto permite suponer que ésta era ya conocida en
torno al año 425 a.C. Los últimos acontecimientos mencionados en las Historias de Herodoto acerca de
Grecia se refieren al año 430 a.C.; se piensa que el historiador falleció en Turios entre los años 426 y 421
a.C.

Las Historias de Herodoto

La obra por la que Herodoto de Halicarnaso mereció el sobrenombre de padre de la historia no recibió de
él ni el título ni la división; la división actual, en nueve libros, cada uno de los cuales aparece bajo la
denominación de una musa, procede de los eruditos alejandrinos. Los cinco primeros libros describen los
aspectos de fondo de las Guerras Médicas; los cuatro últimos contienen la historia de la guerra, que
culmina con el relato de la invasión de Grecia por el rey persa Jerjes, y las grandes victorias griegas de
Salamina, Platea y Micala.

Las Guerras Médicas y sus preliminares son, pues, el tema de esta primera gran historia narrativa de la
Antigüedad. Pero si se renuncia a la simplificación, hay que advertir que la crónica de Herodoto, múltiple
y compleja, es difícil de resumir: su finalidad y sus narraciones son varias y muy diferentes entre sí, por lo
que, en un primer momento, cuesta ver el principio unificador de tan diversos materiales.

Para reunirlos, Herodoto recurrió a sus muchos viajes a lo largo del mundo conocido; de ellos extrajo sus
fuentes de información y sus datos: unas veces, Herodoto recoge aquello que ha visto con sus propios
ojos; otras, lo que le han contado; otras muchas, el resultado de sus pesquisas e indagaciones tras
contrastar las tradiciones orales recibidas con los restos arqueológicos y monumentos o tras recurrir a los
sacerdotes y estudiosos de los lugares visitados. Así, por ejemplo, su investigación sobre el mito de
Hércules le llevó hasta Fenicia. Llama la atención ver cómo Herodoto va engarzando estos elementos tan
distintos entre sí y cómo, en ocasiones, los recoge aun cuando, en su opinión, no son fiables: "Mi deber
es informar de todo lo que se dice, pero no estoy obligado a creerlo todo igualmente" (lib. 7, 152).

Ya desde el comienzo de la obra, el propio Herodoto anuncia que su cometido es narrar los sucesos y
hazañas de los hombres y, más en concreto, la guerra entre bárbaros y griegos. El núcleo central del relato
es, ciertamente, la narración de las Guerras Médicas, aquellas que enfrentaron a Oriente con Occidente,
pero ello da pie a Herodoto a insertar a lo largo de su obra numerosas digresiones. Éstas permitían a su
público acercarse a esos países extraños y alejados, que estaban relacionados en mayor o menor medida
con los persas. De esa manera, su narración no es unitaria, sino que se rompe siguiendo un principio
asociativo, según el cual los distintos países y regiones aparecen en el momento en que se relacionan de
algún modo con los persas.
Sin embargo, si bien estas digresiones son especialmente frecuentes en los primeros libros de la obra, se
observa que disminuyen en la parte central de la misma, aquella en la que se narra el enfrentamiento
entre Grecia y Persia. Se inicia entonces un relato bastante más escueto y objetivo, con un análisis e
investigación mucho más detenida de los datos. Se descubre de este modo en la obra de Herodoto una
gran multitud de estilos en dependencia directa con sus fuentes: para su descripción de países exóticos,
Herodoto tuvo que recurrir a sus viajes y a informaciones de segunda mano, bien orales o bien escritas
(como los relatos de otros logógrafos); por el contrario, para narrar la guerra, centro de su relato,
Herodoto dispuso de documentos más accesibles y fiables sobre esos acontecimientos. Herodoto aúna
así las dotes de un gran narrador y las de un historiador (esto es, investigador) en su intento de dilucidar
la verdad a través de la maraña de sus múltiples fuentes.

Hades

Hades era el dios de la muerte, que regía el reino de los muertos. Este dios sombrío y oscuro era hijo de
los titanes Cronos y Rea, y como sus hermanos Zeus y Poseidón, que tenían el poder sobre el cielo y los
mares, él lo tenía en el mundo que no se veía y que recibió el nombre de Hades.

El mundo de los muertos de los griegos se representaba como un reino bajo la tierra, aunque según
algunas fuentes se encontraba en la zona más alejada de Occidente, en el confín del mundo. Tras la
muerte, las almas de los muertos llevaban una existencia apesadumbrada e incómoda como espíritus o
sombras no corpóreas. Primero llegaban hasta el límite de este reino con Hermes, el mensajero de los
dioses, en su tarea de Hermes Psychopompos -«guía de las almas»- (ver Hermes).

Tras ello, Caronte se encargaba de llevarlos en su bote a través de las aguas de la laguna Estigia, que
separaba el mundo de los muertos del de los vivos. El barquero sólo hacía su trabajo si recibía a cambio
una moneda llamada óbolo. Cualquier muerto que no hubiese sido enterrado con el óbolo en sus labios
vagaría por la tierra sin descanso (ver Caronte).

A su llegada, los muertos se sometían al juicio de tres personajes: Minos y Radamantis, antiguos reyes de
Creta, y Eaco, antiguo rey de Egina. Después de esto la mayoría de los muertos quedaban desposeídos de
su cuerpo, su sangre y sus emociones, sin conciencia humana en este nuevo lugar para ellos. Una vez que
habían bebido el agua del pozo de Letos, que significa «olvido», perdían la memoria de su existencia
terrenal. Aunque la existencia en este mundo no fuese una tortura, se trataba de una estancia tediosa,
como atestiguó Aquiles al asegurarle a Odiseo, tras su visita al Averno, que prefería ser sirviente en una
casa pobre antes que ser rey de todas las almas del mundo de los muertos.

Había excepciones a la hora de vivir junto a Hades. Aquellos que se hubiesen distinguido por sus virtudes
y su justicia podían vivir en una especie de paraíso que se llamaba Elíseo o Campos Elíseos. Se trataba de
un privilegio para unos pocos. Según Homero, Menelao, esposo de Helena pudo permanecer allí tras su
muerte.

El Tártaro era lo más parecido al Infierno y estaba en la zona más oscura y profunda del Hades. Allí
quedaron confinados los titanes y aquellos que habían cometido crímenes horrendos, como el gigante
Titio, que había matado a Leto (ver Leto), Tántalo, que debía sufrir la sed y el hambre eternos viendo cómo
caían a su alrededor manjares exquisitos (de ahí «la tortura de Tántalo», ver Tántalo), Sísifo, que debía
hacer rodar una roca hacia lo alto de una colina para empezar inmediatamente después de que se cayese
(«el trabajo de Sísifo», ver Sísifo), Ixion, que se encontraba atado a una rueda giratoria (ver Ixión y Las
Danaides, las 50 hijas del rey Danao, condenadas a llenar cubos de agua sin fondo por haber matado a sus
maridos en la noche de bodas).

No había escape posible del Averno, y cualquiera que intentase huir se convertía en presa del terrible
perro de tres cabezas Cerbero (ver Cerbero). Sólo unos pocos mortales pudieron visitar el Averno, siempre
para hacer algún trabajo o por motivos especiales. Heracles tuvo que cargar con Cerbero como parte de
sus Doce Trabajos e incluso se dice que rescató a Alcestis (ver Heracles y Alcestis). Orfeo fue a buscar a su
amor, Eurídice (ver Orfeo), y Odiseo a consultar su futuro al vidente Tiresias (ver Odiseo y Tiresias). Eneas
acudió a hablar con el alma de su padre (ver Eneas) y Psique a coger el ungüento que había preparado
Perséfone, esposa de Hades. Teseo y Pritio intentaron rescatar a esta última del Averno, pero quedaron
atrapados en las cadenas del olvido de Hades.

Pese a que el dios del Averno no tenía fama de ser especialmente cruel o malvado, la superstición hacía
que nadie se atreviese a decir su nombre, que significaba «el invisible», pues los cíclopes le habían hecho
un casco que le permitía ocultarse. Los griegos preferían llamarle Pluto, que significa «el rico», epíteto
que hace referencia a los múltiples recursos minerales que esconde la tierra. Los romanos le llamaron Dis
para mantener ese significado. Había muchas otras descripciones eufemísticas para el dios de la muerte
como «el buen consejero» y «el hospitalario».

Hades estaba casado con la joven Perséfone, hija de su hermano Zeus y de su hermana Deméter, diosa
de la agricultura. Zeus se la había prometido como esposa sin el conocimiento de la madre. Cuando la
muchacha fue raptada mientras recogía flores en Sicilia, su grito se oyó en todos los lugares, pero su
madre no pudo hacer nada para que no se la llevase al reino de la oscuridad.

Deméter hizo cuanto pudo para recuperar a su hija, pero Hades no estaba dispuesto a ceder, sin
importarle su desconsuelo. Una antigua norma indicaba que cualquiera que comiese en el Averno nunca
podría salir de él. Hades convenció a Perséfone para que ingiriese unas semillas de granada y así quedar
atrapada. Finalmente, Zeus decidió que la joven debería pasar parte del año con su madre y parte del año
con su esposo. Con este mito explicaron los griegos la sucesión de las estaciones. Mientras estaba con su
madre la tierra producía cosechas dado el buen humor que le producía, pero cuando estaba con Hades,
el llanto de Deméter sumía a la tierra en la desolación. Hades y Perséfone nunca tuvieron descendencia,
(ver Deméter y Perséfone).

En la mitología griega Zeus es el Dios principal, es quien gobierna sobre todos Dioses olímpicos,
Zeus es muy conocido por que tubo muchas aventuras además de muchas amantes, de las cuales
nacieron muchos personajes, al final de esta página les dejare una lista con los nombres de estos,
en la mitología romana su equivalente seria Jupiter.

Cronos era el padre de Zeus, pero este se tragaba a todos sus hijos, ya que Gea y Urano le habian
dicho que un hijo de el lo derrocarria ya sumiria su lugar, Rea escondio a Zeus en Creta, y cuando
Zeus alcanso su madurez, desafio a Cronos, obligandolo a escupir a sus hermanos, Zeus derroto a
Campe, guardiana de los Cicplopes y los Hecatónquiros, que eran hermanos de Cronos, liberandolos
asi de la prisión en el Tartaro, los ciclopes en agradecimiento, le dieron a Zeus el rayo que Gea habia
escondido como arma, Zeus habiendo liberado a sus hermanos derroco a Cronos y a los otros titanes,
repartiendose la tierra entre los 3 hermanos mas grandes, Zeus, Hades y Poseidón, a Zeus le toco
gobernar el cielo, a Hades a los muertos (el inframundo), y a Poseidón le tocaron los mares,
Gea estaba molesta por la forma en que Zeus trato a los Titanes, puesto que eran sus hijos,
asi que Zeus tubo que volver a luchar contra otros hijos de Gea, esta vez contra Tifón y Equidna,
logro derrotar a Tifón dejandole atrapado bajo una montaña, pero dejo a Equidna, para que fueran
un desafio para futuros Héroes.

 Atenas

Según la leyenda, la antigua Atenas fue reclamada por la diosa Atenea tras derrotar al rey
Poseidón en una batalla épica.

El primer asentamiento de Atenas data del año 3000 a. C. y estaba situado en la roca de la
Acrópolis. Hacia 1400 a.C. el asentamiento se había convertido en un importante centro de la
civilización micénica y la Acrópolis en una gran fortaleza micénica.
Según la tradición, Atenas se fundó cuando el rey Teseo unificó en un estado varios
asentamientos de Ática y gobernó hasta el siglo IX a. C.
A diferencia de Esparta, que se elevó a través de su poderío militar, Atenas se convirtió en una
gran potencia a través del comercio y la supremacía naval, un camino que tomó a causa de estar
rodeada de suelos pobres y necesitaba alimentar a su población de alguna manera.
En la edad de oro de Atenas y Grecia en el siglo V a. C. Atenas fue el corazón de la civilización
griega clásica y pionera de la democracia.

Como curiosidad, las ruinas del Liceo, donde Aristóteles enseñaba hace 2.300 años, se
descubrieron a mediados de la década de 1990 en el centro de Atenas.

Esparta

Esparta fue una de las ciudades-estado más grandes de la antigua Grecia y durante mucho
tiempo principal rival de Atenas. A diferencia de Atenas, que se convirtió en una gran potencia a
través del comercio y la supremacía naval, Esparta logró su fama gracias al poder militar y a su
valentía. Se dijo que mientras Atenas se centraba en grandes edificios, Esparta era construida
por hombres valientes que "servían a su ciudad en lugar de a muros de ladrillos".
El ejército espartano era pequeño; la única fuerza profesional en Grecia. En Esparta, cada varón
adulto era un soldado al que se le concedía una granja dirigida por esclavos.
Esparta comenzó como una pequeña ciudad estado con cinco aldeas. Más tarde, se amplió tras
'devorar' los pueblos de los alrededores y conquistar grandes estados vecinos hasta reclamar casi
todo el Peloponeso, y esclavizar a muchas de las personas que vivían allí.

Hacia el 650 a.C., Sparta era una de las ciudades estado más poderosas de Grecia. Admirada y
temida, fue gobernada por una casta de guerreros que subyugó un gran área del Peloponeso
occidental, controlando más territorio que cualquier otra ciudad-estado. Se volvió tan poderosa
que la única forma de controlarla era a través de alianzas formadas por las principales potencias
griegas: Argos, Atenas, Corinto y Tebas. Esparta finalmente se derrumbó en 362 a. C., cuando su
ejército fue derrotado por los thebios en la gran Batalla de Mantinea.
Hoy, las ruinas de la antigua Esparta consisten en fragmentos de templos, columnas
derrumbadas, una pequeña colina donde una vez estuvo la acrópolis, un teatro construido en la
ladera durante la época helenística y una estatua moderna de Leónidas, el general espartano que
murió junto con todos menos dos de sus hombres para salvar a Grecia de Persia en la defensa de
las Termópilas contra Jerjes I.

Corinto

La antigua Corinto se extiende al pie de una enorme roca de más de 500 metros llamada
Acrocorinto (acrópolis). Los largos muros que rodean la ciudad descienden desde el Acrocorinto
hasta un puerto artificial en el Golfo de Corinto. Corinto fue ue una de las ciudades más grandes
y duraderas de Grecia. Rivalizó con Atenas y Esparta, colonizó Sicilia y Corfú, y sobrevivió hasta
muy entrada la época romana, cuando era un famoso centro de construcción naval.
El templo dórico de Apolo (540 a.C.), el templo más importante de la ciudad, se encuentra en un
pequeño montículo.
En la cima del Acrocorinto solía haber una fortaleza grecorromana, pero en el siglo XIII fue
reemplazada por una enorme fortaleza franco-bizantina (la más grande y antigua del
Peloponeso). El museo en la antigua Corinto contiene pisos de mosaico, esfinges de terracota,
estatuas de seres sobrenaturales, estatuas romanas, cerámica de 5000 años de antigüedad...


Pérgamo

Pérgamo (a unos 60 kilómetros al norte de Izmir) es uno de los conjuntos de ruinas griegas más
bellas de Turquía, o Grecia. Ubicada en la cima de una pequeña montaña con vistas en todas
direcciones, las ruinas se extienden sobre un área extensa e incluyen los templos de Troya y
Dionisio, el santuario de Deméter, la célebre biblioteca y un gimnasio de tres niveles. Y un
impresionante anfiteatro con 15.000 asientos.
Pérgamo fue una poderosa colonia helenística que gobernó una gran cantidad de territorio en
Asia Menor en los siglos III y II a. C. La colección de pergaminos de la biblioteca era tan
impresionante que los egipcios impusieron un embargo de papiros a Pérgamo por miedo a que
su colección de rollos de pergamino superara la colección en Alejandría. En respuesta a esto, los
escribas de Pérgamo hicieron "papel" de pieles de animales.
La ciudad fue descubierta a fines del siglo XIX por el ingeniero alemán Carl Humann. Con la ayuda
de 2.000 obreros, 1.000 bueyes y 500 camellos, excavó el famoso Altar de Zeus desde el interior
de una pared de un edificio bizantino. En total, descubrió 97 losas de mármol y 2000 fragmentos
del friso principal, 36 losas y 100 fragmentos de un friso más pequeño y numerosas estatuas y
piezas arquitectónicas, todas de una calidad tan buena como los mármoles de Elgin.
Estos artículos fueron empaquetados en 462 cajas y enviados a Berlín. Hoy, todo el altar está
ensamblado dentro de una gran sala en el museo Pérgamo de Berlín (Alemania).

Olimpia

Olimpia era la sede de un importante santuario, además del escenario en el que se celebraban
los Juegos Olímpicos. Situada al pie del monte Cronio al lado derecho del río Alfeo, y como
santuario dedicado a la adoración de Zeus, el rey de los dioses, Olimpia fue la sede de los Juegos
Panhelénicos que se celebraban cada cuatro años. Hoy en día, estos juegos se consideran los
primeros Juegos Olímpicos, una consideración que ha hecho que la zona sea bastante popular.
Dentro del Templo de Zeus se encontraba una estatua de la deidad con una altura impresionante
de 12 metros, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. El sitio contiene una gran cantidad
de ruinas, incluyendo los antiguos baños, varios templos, el Heroon o monumento del héroe
desconocido, y muchos más.

Tebas

Situada al pie de la montaña Teumessus y a 48 km al noroeste de Atenas, llegó a ser la ciudad


más grande de esa región, Tebas era famosa por sus siete puertas a las que hicieron alusión los
autores

Homero y Hesíodo, entre otros, pues su nombre es citado por historiadores y mitógrafos de la
Antigüedad, quienes no concuerdan exactamente con sus nombres. Según Eurípides, por
ejemplo, las puertas eran: Neista, Prétida, Ogigia, Homoloide, Crenea, Electra y la Séptima Puerta
(sin nombre).

Historiadores modernos consideran a los ciudadanos de Tebas de origen pelásgico y no fenicio,


e incluso se plantea que Tebas fue en realidad una colonia de Creta donde lo único que aportaron
los fenicios fue el alfabeto.

Mileto

Mileto es una una de las ciudades más antiguas de la historia, que pierde sus orígenes en el
tiempo. Es la ciudad fortificada por excelencia, edificada gracias al férreo granito del Monte
Olimpo (no en vano, su muralla se denomina 'La Muralla Eterna').
Esta ciudad en la costa occidental de Anatolia, cerca de la desembocadura del río Meandro, fue
la más próspera de las doce ciudades de la confederación de Jonia. Por desgracia, fue saqueada
e incendiada en varias ocasiones.

Su mayor momento de esplendor se vivió en los siglos VI y V a. C., coincidiendo con el origen del
pensamiento y la Filosofía.

Personajes famosos: Tales, Anaximandro o Anaxímenes.

Siracusa

Siracusa fue la ciudad griega más importante de Sicilia. Fundada en el año 734 a. C., la ciudad fue
consagrada a Artemisa (la diosa de la caza). Como curiosidad, fue la ciudad donde nació y murió
el físico Arquímedes (hijo del astrónomo Fidias).

Hechos destacados: en el año 382 a.C. Siracusa controla las cinco sextas partes de Sicilia,
habiendo arrinconado a Cartago en el extremo occidental, así como muchas de la ciudades
griegas de Italia. En este momento de la historia, Siracusa es la ciudad-estado griega más fuerte
y Dionisio I, su tirano, el hombre más poderoso de Grecia.

Bizancio

Situada a la entrada del estrecho del Bósforo, la ciudad de Bizancio (capital de Tracia) ocupó un
lugar preponderante en la historia de Grecia desde su fundación en el año 667 a.C.
Tras la época de tutela de Roma, la ciudad entró en cierta decadencia.

Cirene

Situada en el valle de Djebel Akhdar, Cirene fue fundada por los griegos venidos de Tera
(Santorini) gracias a los designios del Oráculo de Delfos, convirtiéndose en la más importante de
las cinco colonias griegas de la región, que permitió el aumento de las relaciones comerciales con
todas las ciudades griegas. Heródoto de Halicarnaso explica con detalle el momento histórico de
la fundación de la ciudad en el libro IV de las Historias.

Las ruinas de Cirene fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.

Argos

Argos, ciudad griega del Peloponeso, fue fundada en el 2000 a.C. Y al igual que otras polis griegas,
fue una ciudad-estado muy próspera, de la que hoy solo sobreviven ruinas. La leyenda cuenta
que su fundador fue Ínaco, cuyos descendientes reinaron durante nueve generaciones en Argos.
Como curiosidad, el sistema de satélites artificiales que recoge, procesa y disemina información
ambiental desde plataformas fijas y móviles en todo el mundo se llama Argos.

Éfeso

La polis de Éfeso fue una de las doce ciudades jónicas a orillas del mar Egeo, convirtiéndose en
un relevante centro religioso, cultural y comercial. Su fundación como polis griega tuvo lugar en
el siglo XI a.C.gracias a colonos atenienses liderados por el hijo del rey Codros,

Entre los restos más destacados de Éfeso podemos contar: el teatro, que domina el paisaje
(podían caber hasta 25.000 espectadores), el odeón o la biblioteca de Celso (en la imagen).

Halicarnaso
La antigua ciudad griega de Halicarnaso, situada en la costa sudoccidental de Caria (Asia Menor)
en el mar Egeo, fue fundada hacia el 1000 a. C. Representó una de las ciudades que formaron la
Hexápolis dórica e inicialmente se llamó Cefiria (Zephyria). Una de las características más
destacadas de esta polis griega eran sus fortalezas inexpugnables.

El Mausoleo de Halicarnaso llegó a ser considerado como una de las Siete Maravillas del Mundo
Antiguo. Fue erigido por Artemisia II, que combatió y derrotó a los rodios.

Personajes famosos: Fue el lugar de nacimiento de los historiadores Heródoto y Dionisio de


Halicarnaso.

Cnosos

Asociada a la leyenda del rey Minos y a su famoso palacio (el más antiguo de Europa,
descubierto en 1878), Cnosos fue la ciudad más importante de Creta durante la civilización
minoica. Cnosos está localizada a unos 5 kilómetros al sudeste de la actual ciudad de Heraclión y
al oeste del río Kairatos.

Respecto al palacio, fue construido hacia el 2000 a.C y destruido por un terremoto antes de 1700
a. C., pero fue reconstruido en los años siguientes, tiene unos nada desdeñables 17.000 m2.

Reino de Macedonia

De la mano de Filipo II, el Reino de Macedonia experimentó un gran ascenso de poder durante
el siglo IV a.C. No podemos olvidar que su hijo, Alejandro Magno, conquistó la mayor parte del
mundo conocido, instaurando el Período Helenístico de la historia griega. Una de las
curiosidades que rodean a los habitantes de esta importante polis griega es que los jóvenes
estaban obligados a matar un jabalí y quien no lo consiguiera, no podía sentarse con los demás
en los banquetes.

Samos

El primer griego que atravesó las columnas de Hércules fue precisamente Coleo de Samos. Esta
polis griega contó con una gran épica de prosperidad económica de 538 a 522 a. C., imponiendo
asimismo su hegemonía al archipiélago y haciendo de la ciudad un poderoso estado marítimo
del mar Egeo.

Personajes destacados de Samos: el arquitecto e inventor Teodoro, el filósofo Pitágoras, el


gobernante Polícrates, el filósofo Epicuro o el astrónomo y matemático Aristarco.

Colofón

Colofón fue fundada, según la leyenda, por Andremón, esposo de Gorgé, hijo de Oeneo y padre
de Toas. Esta ciudad griega de Jonia en Asia Menor, a la orilla del río Ales, estaba situada muy
cerca de la costa, por lo que tuvo una interesante actividad marítima.Uno de los detalles que
llaman la atención de esta polis griega es la resina, mencionada por Plinio el Viejo y Dioscórides
como resina colofónica, que se extraía del monte Galesio, muy próximo a la ciudad, donde había
grandes extensiones de bosques de pinos.

Egina Situada en el cruce de las principales rutas comerciales: Corinto, el Peloponeso y Ática, la
isla de Egina logró un desarrollo comercial considerable y construyó paulatinamente una flota
que alrededor del año 500 a.C. no tuvo rival en toda Grecia. La polis griega de Egina estaba
gobernada por una aristocracia, cuyos ciudadanos llegaron a amansar grandes riquezas gracias
al comercio.

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