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CULTURA LEGAL Y ESPACIOS DE JUSTICIA EN AMÉRICA, SIGLOS XVI-XIX

ESTRATEGIAS INDÍGENAS ANTE LOS FOROS DE JUSTICIA. doctrineros, entre otros– que de manera “no institucional” resolvían asuntos
controvertidos.
TRADUCCIÓN Y RESIGNIFICACIÓN DE LAS PRÁCTICAS La existencia de esta compleja red de foros de justicia implica establecer
JUDICIALES* qué competencia tenía cada uno de estos órganos y también distinguir cuáles
de entre ellos eran superiores e inferiores. Saber esto era importante para los
sujetos involucrados, pues de ello dependía la posibilidad de dirigirse a uno
Macarena Cordero u otro tribunal, a fin de solucionar los problemas que les aquejaban. Esto
significaba que los sujetos coloniales debían entender y conocer el sistema de
justicia para poder presentar sus reclamaciones ante aquel órgano que fuese
Durante el periodo colonial e, incluso, en las primeras décadas de la República, más idóneo respecto de la defensa de sus intereses. Lo anterior da cuenta del
una compleja red de foros de justicia institucionales1 operó resolviendo con- grado de cultura jurídica de la población, y dentro de esta, de los indígenas,
flictos suscitados entre la población. En efecto, sabido es que los oficiales reales quienes supieron adaptarse a las nuevas circunstancias impuestas por la con-
tenían entre sus funciones la de justicia2. Junto con ellos, otras instituciones quista y la ocupación españolas, lo que nos permite reflexionar en relación “...al
tuvieron jurisdicción para conocer y fallar litigios, tales como: cabildos, reales modo en que se desenvolvieron a lo largo del proceso”, lo que devela “un ‘sa-
audiencias, el Consejo de Indias, tribunales especiales –residencia, militares, ber hacer’ anclado en prácticas comunitarias de vasto arraigo, sustentadas por
de cuentas–, entre otros3. Lo anterior, sin perjuicio de una serie de “poderes una cultura y una experiencia de vida en común”5.
o jerarquías intermedias”4 –élites coloniales, caciques y mandones, curas Las sociedades originarias no permanecieron estáticas frente al proceso de
aculturación legal y judicial al que fueron sometidas; por el contrario, fueron
*
Este artículo es parte de la investigación elaborada en el marco del FONDECYT de iniciación
N° 11121315, “Prácticas y representaciones de las actuaciones judiciales indígenas ante los foros de
cambiando, recibiendo, traduciendo y recreando el nuevo sistema de justicia
justicia. Siglos XVII-XVIII-XIX, zona central de Chile”. que se impartía en el imperio, pues
1
Entendemos por justicia institucional la impartida por aquellos foros que fueron parte de la compleja
red de justicia con que contó el Estado Indiano. Tal precisión es relevante, toda vez que los diver-
sos actores sociales optaron por dirimir sus asuntos controvertidos de manera distinta. En efecto, “...aún siendo un elemento subordinado del mundo colonial, tomaron
podemos distinguir entre la forma “extrajudicial”, que tiene relación con los acuerdos alcanzados los indígenas un papel activo en la formación y desarrollo del derecho
entre partes sin mediar la acción institucional, y la “infrajudicial”, que hace alusión a los acuerdos y indiano”6.
negociaciones de las partes en disputa tanto por las vías institucionales como extrajudiciales, con la
intención de obtener el mejor acuerdo privado. En sentido similar: Verónica Undurraga, “Venganza
de sangre y discursos de honor en Santiago de Chile, siglo XVIII”, p. 209. Para más detalles véanse Más aún, consideramos que los indígenas lograron incorporar a sus categorías
Alfred Soman, “L’infra-justice á Paris d’aprés les archives notariales”, pp. 369-375; Benoit Garnot,
“Justice, infrajustice, parajustice et extrajustice”.
mentales el sistema de justicia como el sentido de lo “justo”, lo que les permitió
2
Ricardo Zorraquín Becú, La Justicia Capitular dominante durante la dominación española, p. 16. una cierta capacidad de maniobra para hacerlo funcionar a favor de sus intereses7.
3
Importante es señalar que la “función de justicia” “no parece limitada en su ejercicio a ciertos órganos Ahora bien, en el plano teórico y legal los indígenas conservaron sus
o poderes del Estado, sino que concierne a la generalidad de éstos”. Ricardo Zorraquín Becú, La fun-
ción de justicia en el derecho indiano; Alfonso García-Gallo, Los orígenes españoles de las instituciones sistemas de justicia8 prehispánicos o tradicionales, de tal manera que cada
americanas. Estudio de Derecho Indiano, p. 867. En relación con la organización y competencia de
los tribunales en el Nuevo Mundo: Enrique Zorrilla Concha, Esquema de la justicia en Chile colonial; del Estado, que en ocasiones actuaron como mediadores en conflictos entre partes, puesto que a lo
Enrique Ruiz Guiñazú, La Magistratura Indiana; Vicente Castillo Fernández y Jorge Corvalán Me- menos en el reino de Chile central no se contó con la dotación necesaria y suficiente de agentes del
léndez, Derecho procesal Indiano; Julio Alemparte, El Cabildo en Chile colonial. Orígenes municipales Estado que pudiesen conocer y fallar controversias entre partes. Para más detalles, véase Macarena
de las repúblicas hispanoamericanas; Jaime Eyzaguirre, Historia de las instituciones políticas y sociales Cordero Fernández, “Precariedad del proyecto disciplinador de la Corona e Iglesia en el siglo XVIII:
de Chile; Eduardo Martiré, Las Audiencias y la Administración de Justicia en las Indias; Gerardo Carlo Las doctrinas periféricas de la diócesis de Santiago de Chile”, pp. 143-166.
Altieri, Justicia y gobierno. La Audiencia de Puerto Rico (1831-1861). 5
Darío Barriera y Paula Polimene, “Justicia y sociedades. Bocacalles trazadas desde la historia”, p. 11.
4
La conceptualización de jerarquía intermedia es utilizada por María Teresa Cobos, quien sostiene 6
Charles Cutter, “El indio fronterizo ante la justicia española: la creación de una hegemonía consen-
que en las zonas rurales, por la carencia de funcionarios estatales que administraran justicia, se debió sual”, pp. 19-28.
permitir, muchas veces, el nombramiento de sujetos con impedimentos legales o, bien, carentes de 7
En el mismo sentido op. cit., p. 22.
conocimientos jurídicos para impartir justicia en “La institución del juez de campo en el reino de 8
Para más detalles véase José Enciso Contreras, “El proceso penal en los pueblos de indios durante la
Chile durante el siglo XVIII”, p. 89. Para efecto de esta investigación consideramos, además, que los colonia”, pp. 231-251; Alfonso García Gallo, “Génesis y desarrollo del derecho indiano”, pp. 123-145;
poderes intermedios tienen relación con el concepto de mediadores extrajudiciales, entendidos como Miguel González, “La ordenación de los pleitos de indios del comienzo del período prehispánico
aquellos mecanismos sociales y culturales, con intereses propios y muchas veces divergentes a los hasta la reconquista de 1680”, pp. 45-81.

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persona era juzgada conforme con la cultura a la que pertenecía, lo que se Entendemos como consentimiento condicionado la manifestación de
veía refrendado por la llamada teoría de las dos repúblicas, la de españoles e la voluntad de un sujeto o grupo social determinado, destinada a aceptar la
indios, que propuso una separación formal, y en lo posible material, de ambas imposición de una norma o regla, aunque –y luego de un proceso de nego-
culturas, organizadas por sus propias leyes, costumbres y gobierno. Dicho ciación– sometida a una exigencia “previa” que haga posible su existencia.
de otro modo: se reconocía más de un sistema de derechos9. Sin embargo, Lo anterior lleva, por tanto, a que el llamado proceso de homogeneización
había un límite que el régimen imperante no aceptaba que se traspasara, y en los sistemas de justicia pueda caracterizarse como un proceso de “mode-
ese estaba en aquellas prácticas o costumbres indígenas contrarias a la moral, lamiento de comportamiento judicial”, puesto que las autoridades habrían
buenas costumbres y cultura hispanas. En tal caso, era el sistema de justicia tenido que negociar las reglas que querían establecer para la sociedad indí-
impuesto por los colonizadores el que administraba justicia. Pero, además, la gena14. Es decir, los indígenas, al demandar o recurrir ante el sistema judicial,
Corona promovió que fuesen los foros de justicia indianos los que conociesen consintieron en el proceso hispano tendiente a uniformar y reglamentar su
de los pleitos y asuntos controvertidos, incluidas las disputas en que se vieran universo simbólico, lo que constituyó uno más de los elementos que se eri-
involucrados indígenas, debido a que ello permitía monopolizar la resolución girían como identitarios con los colonizadores, toda vez que erradicaría sus
de los conflictos bajo el poder de la Corona10, y además, porque al someter el propias singularidades históricas y culturales. Pero junto con ello, la voluntad
conocimiento de los pleitos a las diversas instancias judiciales indianas, estas manifiesta de los indígenas, de someterse al sistema foráneo, se vio transfor-
cumplían con el papel pedagógico asignado, que buscaba ajustar las prácticas mada por las negociaciones, las más de las veces tácitas, entre las comunidades
indígenas al modelo hispano11. originarias y las diversas instancias jurisdiccionales, produciéndose un com-
Por su parte, los indígenas recurrieron muchísimo a las instancias judicia- plejo proceso de transculturaciones15 normativas16. Con todo, la participación
les indianas para resolver sus asuntos12. La existencia en diversos archivos de indígena en esta dinámica...
expedientes judiciales en los que fueron parte miembros de este grupo colo-
“no produjo un compendio textual con aportaciones en igual medida
nial da cuenta de que, a lo menos desde mediados del siglo XVII, existía una
de ambos grupos, pero sí, en particular y actuando dentro del marco
relación entre los indígenas y la justicia en la que se valida el vínculo entre
ellos, el llamado “pacto colonial”13. En otras palabras, los receptores indígenas 14
Desde a lo menos un par de décadas, las disciplinas sociales han reflexionado en torno a los procesos
consintieron en el proceso de resolver sus conflictos mediante foros de justicia de imposición sobre los sujetos. Al respecto se ha concluido que los actores sociales, individuales o
colectivos, que se han visto afectados por una imposición, han logrado negociar la obediencia. Pues
distintos a las instancias precolombinas autorizadas por la Corona. Es más, son “capaces de desafiar, adaptar, de interpretar, de esquivar o apropiarse la norma impuesta, con
tras ello es posible intuir que los pueblos originarios accedieron a recurrir todas las potencialidades performativas que esta dialéctica conlleva”. Jean-Paul Zúñiga (ed.), Negociar
ante los foros de justicia indianos, y que prestaron su consentimiento para la obediencia. Autoridad y consentimiento en el mundo ibérico en la Edad Moderna, p. 4.
15
Para efectos de esta investigación, entendemos transculturación en sentido cultural, esto es: “proce-
regirse por estos nuevos órganos, pero condicionadamente. sos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se
combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas”, en Néstor García-Canclini, Culturas
9
En sentido similar: Mario Góngora, El Estado en el Derecho Indiano. Época de fundación 1492-1570, p. 198. híbridas. Estrategias para enseñar y salir de la modernidad, p. 14.
10
Desde mediados del siglo XVII las monarquías europeas iniciaron un proceso creciente de control 16
El Derecho indígena fue reconocido por la Corona en todo aquello que no fuese contra la moral,
social y monopolización del poder. Así, lo que se pretendió en materia de justicia fue que todas las las buenas costumbres y la religión. En efecto, “el mismo discernimiento fundamental entre buenas
disputas fuesen resueltas por autoridades estatales, contrarrestando la justicia eclesiástica como los y malas costumbres preside la actitud de la legislación ante las costumbres indígenas; las buenas
medios alternativos de administración de justicia. costumbres han sido admitidas en bloque, según textos legales de 1530 y de 1555... A menos que la
11
Tamar Herzog, La administración como un fenómeno social: La justicia penal de la ciudad de Quito justicia aboliera en los casos sometidos a su conocimiento algún uso, como mala costumbre, todo el
(1650-1750). Derecho Indígena conservaba su valor”. Góngora, op. cit., p. 230. Con todo “...solo se puede estudiar
12
Al respecto, Charles Cutter considera que es evidente el uso del sistema judicial indiano por parte de forma indirecta, puesto que no existe para ninguna región de las altas civilizaciones prehispánicas la
de los indígenas, cuestión que considera así “por el incremento de protectores civiles de los indios”, posibilidad de recurrir a fuentes escritas por indígenas que se ocupen de forma sistemática de aspectos
lo que obedeció al aumento de la litigación entre los indígenas. Es más, afirma: “En muchas áreas, de la práctica legal, de la legislación y de la forma según la cual funcionaban sus instituciones, quizás
especialmente entre las culturas indígenas más sofisticadas, los indígenas se adaptaron fácilmente al con excepción del tributo que los indios pagaban a sus señores naturales”, en Horst Pietschmann,
sistema legal hispano”, cuestión que explica en parte la utilización de este sistema para resolver sus “Consideraciones en torno al problema del estudio del Derecho Indígena colonial”, p. 8. Así, de manera
conflictos en The protector de Indios in Colonial New Mexico, 1659-1821, p. 15. Alfonso García Gallo, implícita e infiriendo de la práctica legal y judicial, es posible conocer la tradición jurídica indígena.
por su parte, considera que, si bien los indios mantuvieron sus derechos consuetudinarios, lo cierto En sentido similar, Charles Cutter considera que, si bien hubo una preeminencia de lo europeo
es que en lo referente al resguardo de sus derechos patrimoniales prefirieron optar por el Derecho en el Derecho Indiano, lo cierto es que “parece correcta la interpretación de una penetración de
Indiano, lo que implicó la utilización de las instancias coloniales. lo nativo en el derecho indiano, pero se manifiesta de maneras menos obvias”, en Cutter, “El indio
13
Jacques Poloni-Simard, “El pleito como parte de la consolidación de la sociedad colonial”, p. 185. fronterizo...”, op. cit., p. 21.

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ideológico/legal de la cultura dominante, contribuyendo los indígenas los indígenas compartieron, puesto que mediante ella era posible reivindicar
a la creación de unas normas legales que eran mutuamente aceptadas. los derechos perdidos, así como también obtener equidad ante situaciones
En otras palabras, ayudaron a formar lo que podríamos llamar una he- que escapaban a lo razonable. Más aún, incorporaron a sus propias categorías
gemonía de consenso en el ámbito del derecho”17. la idea de que la justicia es la “virtud que consiste en dar a cada uno lo que le
pertenece”22. Lo anterior es relevante, pues es posible colegir en los alegatos
Ahora bien, como indica Charles Cutter, la utilización por parte de los interpuestos por los indios ante los foros de justicia que lo que pretendieron
indígenas del sistema judicial hispano se entiende en cuanto este fue un canal fue que se “hiciera justicia”, entendida en el sentido de que se les reivindicara
relativamente efectivo para resolver sus conflictos18. Es decir, el uso extensivo un objeto, se respetaran los deslindes o se castigara a los transgresores, entre
que los indígenas hicieron de la maquinaria legal española sugiere que esta debe otras tantas situaciones. A ello debemos agregar el hecho de que los diversos
haber funcionado razonablemente bien. Más aún si pensamos que la estrategia foros de justicia hicieron esfuerzos por adecuarse a la realidad social ameri-
de la monarquía, y pese a la teoría de las dos repúblicas, fue la de proveer a cana, especialmente la indígena, al momento de conocer y fallar los pleitos
los indígenas de un sistema judicial que incentivara el fin de los conflictos a en que eran parte individuos de este grupo étnico23.
través de instituciones hispanas19. No obstante, y tal como comentamos, los Tal es el caso acontecido en el pueblo de Codegua, donde el indio Francisco
indígenas condicionaron la aceptación, recreando el sistema y, en definitiva, Pérez, nieto del cacique José Tucante, vendió una yegua de su propiedad a
negociando su utilización, y dando origen a un ordenamiento transculturado. Manuel Rosas. Sin embargo, no pudo realizar la entrega del animal, puesto
Así, pues, la razón de por qué los indígenas concurrían ante los diversos que José Becerra junto a José Senciyo lo despojaron del animal aduciendo
foros de justicia se debe, en parte, a que el sistema fue más efectivo al mo- que esta yegua les había sido robada junto con otros animales.
mento de resolver sus conflictos de interés. Pero aún más, es posible que lo Por lo anterior Francisco Pérez no pudo cumplir con el contrato de com-
que los indígenas consideraban “justo”, se correspondiese con el criterio de praventa, lo que implicó que el comprador, Manuel Rosas, lo demandara “...con
los foros indianos o con las decisiones judiciales que impartían. razón que le entregue la yegua”, más un real por cada día de atraso. El indio,
Sostenemos, entonces, que la activa participación de los indígenas –de las afligido por esta situación, consideró que la solución era demandarlo por el
zonas rurales de Chile central– ante los foros de justicia no fue solo la reacción despojo de su yegua ante el “alcalde de primer voto”. Tal decisión es relevante
a un ideario unidireccional de la Corona tendiente a imponer y homogeneizar en cuanto nos permite colegir que conocía el sistema institucional o formal
las prácticas jurídicas indígenas, sino que se trató de un proceso de carácter de justicia, el que consistía en una compleja red de foros que contaban con
bidireccional, puesto que los indios, por su parte, debieron considerar que competencia para conocer del litigio. Más aún considerando que, tal como
la administración de justicia indiano podía resolver de manera más cabal y señalamos al comienzo, el indio Francisco Pérez tenía muchas otras alter-
justa sus conflictos de interés20. nativas para remediar el asunto que lo contrariaba. Podría haber solicitado
la mediación del párroco, de un cacique, de un hacendado o encomendero,
esto es, sistemas alternativos a los institucionales formales. Esas vías se uti-
LO JUSTO: lizaron con bastante frecuencia en el periodo colonial antes de la irrupción
“CON RAZÓN QUE LE ENTREGUE LA YEGUA”
22
La voz ‘justicia’ es entendida como: “virtud consistente en dar a cada uno lo que le pertenece. ...la
De acuerdo con el Diccionario de Autoridades, el vocablo ‘justo’ se entendió Justicia es un hábito que inclina, con constante y perpetua voluntad, a dar a cada uno lo que es suyo”.
como “lo que es conforme a la justicia y razón”21, acepción que –estimamos– Real Academia Española, op. cit. Concepto que también fue recogido por la escolástica española, al
referirse a la justicia conmutativa. Así, se entendió que la justicia “...elevada a la categoría de fin pri-
mordial del Estado y concebida como una de sus funciones características, tenía por objeto amparar
17
Cutter, “El indio fronterizo...”, op. cit., 19. los derechos particulares de los habitantes sin mengua del interés general, a fin de conceder a cada
18
Cutter, The protector..., op. cit., p. 2. uno el tratamiento equitativo que le correspondía”.
19
Op. cit., p. 3. 23
Tal como señala Ana María Barrero García, el descubrimiento y colonización de América implicó la bús-
20
Charles Cutter considera que la administración de justicia española se utilizó, de manera más exten- queda de soluciones diversas a una multiplicidad de situaciones diferentes y únicas, que el Derecho Co-
dida, en la defensa de tierras, sin perjuicio de que hay una serie de litigios penales y civiles en que mún no podía cubrir del todo. Es por ello que hubo un esfuerzo de aplicar un “derecho justo”, que obligó a
figuran los indígenas como actores principales en “El indio fronterizo...”, op. cit., pp. 22-23. la revisión de principios jurídicos y la generación de nuevas medidas que resolvieran los asuntos contro-
21
Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, tomo IV. vertidos, en “La literatura jurídica del barroco europeo a través de la obra de Solórzano Pereira”, p. 67.

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de la modernidad y de la pretensión de la Corona e, incluso, del Estado, de a los indígenas y demás vecinos a legitimar en la práctica estas justicias. A
monopolizar la resolución de los conflictos de intereses. partir de ello, es posible establecer que ciertas formas propias de proceder
Para Francisco Pérez el asunto debía ser resuelto por instancias formales en juicio de los indígenas fueron introducidas en los procesos seguidos ante
de justicia, pues entendió que, aunque fuese un asunto menor, podía acarrear los alcaldes ordinarios debido a que se trató de jueces legos que conocían y
muchísimas consecuencias para él, toda vez que por circunstancias ilegítimas, fallaban conforme con la costumbre local.
ajenas a su voluntad, no había podido cumplir con la obligación de entregar Pues bien, el indio Francisco Pérez concurrió, cada vez que pudo, a la casa
la yegua, objeto del contrato de compraventa, lo que se vio agravado ante la del alcalde con la finalidad de que esta autoridad le restituyera la yegua que
exigencia del pago de una multa por el perjuicio que causaba el retraso al “...marcada con mi marca de fuego que manifestare a V.S más habiéndola
comprador. Así, por el acto de despojo de su yegua, se constituyó en deudor vendido por ser mía...”28. Luego de tres meses, y gracias a la mediación del alcal-
e incumplidor de contrato; además, su fama se afectó debido a que uno de de, esta le fue restituida; no obstante, debió concurrir a pie desde su casa a la
los despojadores lo tildó de “pícaro ladrón”, circunstancia que lo menoscabó de José Becerra a buscar el animal marcado “...haciéndome perder el trabajo
no solo ante el comprador sino que, a su vez, ante los miembros del cuerpo con que me mantengo...”29.
social al que pertenecía, porque como indicó Francisco no he “dado mérito El indio decidió recurrir ante la Real Audiencia de Santiago, debido a que
para ello aunque soy un pobre”. pese a la restitución que se le hizo del animal –lo que le permitió cumplir el
Por lo anterior, concurre ante la administración de justicia secular o real contrato de compraventa–, el comprador le exigió, además, el pago de per-
sabiendo, y pese a la existencia de una multiplicidad de foros de justicia, que juicios por retraso en la entrega.
el alcalde era quien tenía competencia para estos asuntos. Al alcalde le co- Se evidencia que el indio Francisco Pérez conocía y entendía el sistema
rrespondía conocer y resolver los temas controvertidos en primera instancia, judicial indiano, pues de las variadas justicias a las que podía recurrir, optó por
tanto los civiles como los criminales, salvo que fuesen conflictos en que una de aquella de carácter institucional que contaba con competencia para conocer
las partes tuviese un fuero especial. Pues bien, Francisco Pérez era un indio, y de estos asuntos. Más aún, en una primera instancia, concurrió a la autoridad
como tal, tenía fuero especial; sin embargo, los alcaldes tuvieron competencia del alcalde, cuyo procedimiento era localista y con menores formalidades, lo
para conocer de asuntos entre españoles e indios, siempre y cuando “estuviese que le permitía poder realizar una mejor defensa de sus intereses, pese a “...las
en costumbre” del lugar24. Y, al parecer, en la zona central de Chile prevaleció inevitables inclinaciones personales que debían influir considerablemente
la costumbre de solicitar la resolución de conflictos al alcalde, sin importar, en los fallos que pronunciaran los alcaldes...”. Ello puede explicar por qué
a lo menos para los indígenas, la existencia de su fuero25. Francisco Pérez, al iniciar su alocución, indicó que era nieto del cacique José
Estas constataciones nos inducen a sostener que los indígenas consideraron Tucante, toda vez que tal estatus le daba cierto rango social y credibilidad
más efectivo el sistema de justicia indiano. Ello, incluso, a pesar de que a los ante sus adversarios españoles.
alcaldes ordinarios no se les exigieron conocimientos técnicos o en Derecho, Si bien el alcalde falló a favor de los intereses de Francisco Pérez, lo cierto
pues bastaba con que fuesen “personas honradas, hábiles y suficientes que es que respecto del daño causado por el retraso no mostró la misma celeridad
sepan leer y escribir”26. No obstante, presentaban una ventaja, aunque no y celo judicial, pues tal como nos lo hace saber el indio
sustanciaran ni fallaran un proceso conforme a Derecho, lo hacían de manera
verbal, atendiendo a la legislación y costumbres locales27, cuestión que impulsó “Yo he ido a casa del señor alcalde muchas y diversas veces y desde
la tarde hasta las 10 de la noche, y no he podido conseguir la última
resolución”30,
24
Recopilación de Leyes de los reinos de las Indias, tomo segundo, libro III, p. 16.
25
En el caso de la provincia de Tucumán, Argentina, la costumbre fue que los alcaldes ordinarios
resolvieran los asuntos controvertidos entre indios y españoles.
es decir, el pago de la multa por el perjuicio causado por el retraso. Es dentro
26
Recopilación de Leyes de Indias..., op. cit., libro III, p. 4. de ese contexto que el indio Francisco, con una clara visión estratégica, como
27
En efecto, los cabildos americanos fueron muy diversos entre sí “...como lo testimonia la misma
casuística en la legislación indiana, y que también afloró en la propia estructura interna de los ca- 28
Pérez, Fco. Indio de Codegua, Con Manuel Rosas, por cobro de la venta de una yegua, en ANCH.
bildos”. En buenas cuentas, se “...permitió que cada cabildo pudiera diseñar su propia estructura en Fondo Real Audiencia, vol. 3150, pieza 6, fojas 132.
función de las particulares características de su territorio”. Manuela Cristina García Bernal, “Las elites 29
Ibid.
capitulares indianas y sus mecanismos de poder en el siglo XVII”, p. 91. 30
Op. cit., fojas 130.

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hemos dicho, decidió proseguir su demanda por pago de perjuicios ante la “...A.V.E pido y suplico que por el amor de Dios se sirva mandar a dicho
Audiencia de Santiago, tribunal competente para conocer de este tipo de Don Jose me pague lo que llevo pedido, que así lo es de mucha caridad,
pleitos, fallados por los alcaldes en primera instancia. y liberal condición de U.S. si es justicia...”36.
La Audiencia, ante los hechos descritos, ordenó que el alcalde ordinario
de primer voto “conozca de este negocio, y determínelo en justicia, y en juicio El alcalde maestre de campo Antonio de Hermida, quien conoció del proceso
verbal como se ha mandado”31. Dicho con otras palabras, la Audiencia remi- desde un comienzo, ordenó a los despojadores pagar la multa por retraso. En
tió los antecedentes a la instancia judicial que había conocido y radicado los el imaginario de Francisco Pérez, se le otorgó todo lo solicitado en su causa
autos, con la finalidad de que en forma expedita, y conforme a la costumbre de pedir; se logró entonces “lo Justo”.
del lugar, resolviera el asunto controvertido.
Ante el alcalde de primer voto, Francisco Pérez dio cuenta de que José
Becerra durante tres meses tuvo al animal en su poder: LA GENTE DE SERVICIO ES UN CONTINUO DESORDEN

“...sirviéndose de ella al fin a muchas vueltas, y revueltas entregó Becerra Diversos fueron los hechos que acontecieron en la Villa de Logroño, del
la yegua después que se cansó de servirse de ella; y después de esto el partido de Melipilla. En dicha localidad el teniente de corregidor Alfonso de
tratarme malamente de palabras; y tratándome de un pícaro ladrón no Vergara, a petición del alguacil mayor, Agustín de la Barra, procedió a cobrar
dando mérito para ello aunque soy un pobre considere U.S que caballero la suma de cinco pesos que le debía Ramón Gatica, pulpero. Sin embargo,
será, pues lo mandó a llamar conmigo dos ocasiones el señor alcalde, y el pulpero de la villa negó adeudar dicho monto. Ante ello, el teniente de
no quiso venir, y solo me decía, que me pegaría a palos...”32. corregidor le hizo saber al pulpero que la causa de la obligación de pagar este
dinero se había originado en el momento en que María de Lora, o Rivera,
Pero lo anterior no fue todo: el indio Francisco Pérez además incorporó india, empezó a prestarle servicios domésticos.
en sus propias categorías jurídicas la idea de “lo justo”, lo que se revela en su Extrañeza le causó al pulpero aquello, pues al parecer desconocía que la
causa de pedir cuando exigió a los “usurpadores” no solo la restitución del india María de Lora, o Rivera, había realizado un trato anterior con el algua-
animal objeto del conflicto sino que, además, demandó que se le pagara un real cil según el cual debía prestarle servicios a cambio de cinco pesos, dinero
por cada día que habían tenido al equino en su poder. Comprendió, por una que habría sido adelantado y pagado a la india, según los dichos del alguacil.
parte, que la usurpación de la que fue víctima supuso un daño33 o perjuicio34 Sin embargo, la india María de Lora incumplió su contrato, ausentándose y
real a su patrimonio, puesto que se generó una disminución del mismo, que se quedándose con los cinco pesos. Paralelamente, María prestaba servicios a
manifiesta en la pérdida del animal. Y por otra, que el acto ilegítimo conllevó Ramón Gatica. Frente a estos hechos, el alguacil mayor, Agustín de la Barra,
la pérdida o menoscabo de una utilidad o ganancia. En efecto, es manifiesto consideró que era “justo” y además “legal” que Ramón Gatica le pagara los
que Francisco Pérez se vio obligado a pagar al comprador una cantidad de cinco pesos, toda vez que estimó legítimo que el nuevo “amo” le reembolsara
dinero por cada día de retraso en la entrega de la yegua. De este modo, el el dinero, debido a que la ausencia de la india lo perjudicaba.
indio Francisco Pérez consideró que “lo justo” por concepto de despojo de su Como el pulpero se negara a pagar una deuda que juzgó ajena, el teniente
yegua equivalía “...al alquiler de un real diario por su uso en tres meses que de corregidor consideró pertinente tomar presa a la india y llevarla hasta su
la retuvo que es el mismo cargo que me hace el Rosa...”35. Agregó, además: morada, distante a tres leguas. Una vez que llegaron ahí puso a la india en el
rollo, y le dio palos y azotes. No conforme con lo descrito, destruyó los pocos
31
Pérez, Fco. Indio de Codegua, Con Manuel Rosas..., op. cit., fojas 132.
32
Ibid. bienes de la mujer, dejándola “damnificada” con su proceder37.
33
“Daño”. s. m. Detrimento, perjuicio, o menoscabo que se recibe en hacienda, persona o honra. Viene Los hechos eran impactantes, cargados de mucha violencia. Prueba de
del latín Damnum, que significa esto mismo. FUER. R. Lib. 4. Tít. 4. l. 20. Quando algún daño viniere a
alguno por culpa de otro, o por su consejo o por su mandado, sea tenido de pecharle el daño, assí como ello es que mientras Alfonso de Vergara azotaba a la india, varias mujeres de
si el mismo lo ficiesse. NAVARR. Man. Cap. 17, N° 140. Real Academia Española, op. cit., tomo III, 1732.
34
“Perjuicio”. s. m. El daño, pérdida o menoscabo que se recibe o causa. Real Academia Española, op. 36
Pérez, Fco. Indio de Codegua, Con Manuel Rosas..., op. cit., f. 132v.
cit., tomo V. 37
Rivera María, india, contra el corregidor de la villa de Logroño, Alfonso Vergara, por azotes, en
35
Pérez, Fco. Indio de Codegua, Con Manuel Rosas..., op. cit., fojas 131. AHNCH, Fondo Real Audiencia, vol. 2818, pieza 4, fojas 31, 1746.

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un grupo liderado por Isabel González Lama le dijeron palabras injuriosas. testimonio de cuatro testigos varones, todos presenciales y coincidentes entre
Se abalanzaron sobre él, pero mediante un latigazo las apartó del rollo. Doña ellos. Más aún, Matías Olguín informaba:
Isabel, consternada por la escena, aprovechó de ayudar a la india y se la llevó
a su casa para limpiarla y curarle las heridas. Estando allí, Alfonso de Vergara “...que hallándome enfermo llegó el teniente y le dijo lo acompañase y así
se acercó con la intención de proseguir su castigo, pero un zapatazo de María fue y llego al cuarto donde estaba dicha María Rivera y la mareó dándole
de Lora fue lo que obtuvo como respuesta38. un garrotazo y me la entregó para que la llevase al rollo y diciéndome la
La india entonces tomó la decisión de demandar al teniente de corregidor amarrase le respondí no era de mi incumbencia y se desmonte el dicho
por su actuar injusto y desmedido. Las alternativas para hacerlo eran muchas: teniente y lo practicó de su propia mano y diciéndole le azotase dijo este
declarante que no era ni verdugo ni era lugar de castigo de mujeres...”41.
podía recurrir ante el alcalde de primer voto, al corregidor o, bien, solicitar la
mediación informal al párroco del pueblo. Sin embargo, María estaba cons-
Matías Olguín, al igual que los demás testigos, estaba estremecido por los
ciente de que su contradictor era una autoridad real o secular, y que por tal
acontecimientos. En su caso, además, porque el teniente le exigió hacer las
circunstancia contaría con el apoyo de varios españoles, seguramente una red
veces de verdugo, a lo que se negó, pues debió considerar que el actuar del
social que lo amparaba en sus actos. Asimismo, tenía certeza de que, si bien
teniente era injusto, más aún porque se trataba de un acto cometido contra
ella contaba con el Estatuto Protector a su favor, lo cierto es que Alfonso de
una mujer.
Vergara tenía buenas relaciones con el corregidor Antonio Bascuñán, quien
Con tales declaraciones, la Audiencia resolvió acoger a tramitación la causa,
afirmaba de su inferior inmediato:
ordenando la prisión y traslado a la cárcel pública de la ciudad de Santiago, y
embargo de bienes del teniente de corregidor, oficiando al alcalde de primer
“...que en cuyo ministerio se ha portado con toda probidad y rectitud,
voto, y en su defecto el regidor, para que diesen cumplimiento de la resolución.
no sólo dentro de la villa, sino en las comisiones en que se ha ocupado
Por su parte el teniente de corregidor Alfonso de Vergara, mediante su
fuera de ella, sin dar motivo a querella alguna...”39.
abogado, Pedro Antonio Lepe, solicitaba que se dejara sin efecto la resolución
y se desestimara la demanda, dejándola reservada para juicio de residencia,
Por otra parte María, quien vivía en el pueblo, era testigo de los desórdenes
debido a que lo amparaba el ordenamiento jurídico, que le permitía, conforme
que ocurrían en él, y estaba consciente de que ello podía jugarle en contra,
el bando de gobierno del año 1746, entre otras:
sobre todo si presentaba su demanda ante las autoridades locales, más aún en
tiempos en que el control social era la base del ideario borbónico tendiente “...y mando que ninguna persona de servicio que se concertaren pasen
a reestructurar el orden colonial en las zonas rurales40. Incluso, debió tener de un dueño a otro ni hagan segundo concierto sin llevar papel del año
presente algunos hechos acaecidos con anterioridad al castigo al cual fue de cuyo servicio sale por el que conste no deberle cosa alguna y tener
sometida, por ejemplo, el caso del reo sindicado de cometer hurto, quien cumplido el tiempo de sus cobranzas digo contrato pena de veinticinco
escapó violentamente, ayudado de un secuaz, del cepo instalado en la plaza, azotes al peón que ejecutare lo contrario y a la persona que lo recibiere
atropellando con ello al teniente Alfonso de Vergara. O del indio que se aba- sin la circunstancia del papel pena de que sirva al primer dueño lo que
lanzó sobre el alcalde Blas de Rojas, entre otros. Se trataba de una población le saliere debiendo al peón y los demás perjuicios que por su falta le
insolente y rebelde a las máximas justicias rurales y locales. Y ella podía ser ocasionaren...”42.
tomada como una más de aquellos.
Por lo anterior, es que tomó contacto con el Protector de Naturales para Asimismo, indicaba que el bando de 1746 había cumplido con todas las
que la representara ante la Audiencia de Santiago por “el particular agravio formalidades, esto es:
e injurias cometidas sobre su persona”. El petitorio fue respaldado con el
“...Hoy treinta de abril de mil setecientos cuarenta y seis se publicó
este bando en las cuatro esquinas de la plaza mayor de esta ciudad por
38
Rivera María, india, contra el corregidor de la villa de Logroño, Alfonso Vergara..., op. cit.
39
Op. cit., f. 230.
40
Darío Barriera, “El alcance de la vara: los alcaldes de la hermandad y sus conflictos contra otras 41
Rivera María, india, contra el corregidor de la villa de Logroño, Alfonso Vergara..., op. cit., f. 203.
autoridades en el Río de la Plata (siglos XVII-XVIII)”, p. 81. 42
Op. cit., f. 212.

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voz de Juan Garrido indio pregonero y a usanza de guerra y con las por la Audiencia preguntó si había entendido bien el tenor del bando, en el
solemnidades de derecho...”43. sentido de que

En atención a lo anterior, argumentaba que la india María de Lora sabía “...Y repreguntado que sino previno que la pena de los 25 azotes que
que una vez que realizaba un contrato debía cumplir, y que de lo contrario impone el bando no es para que públicamente se de ni a hombres y
arriesgaba la pena de azotes. Asimismo, como una forma de exculparse, el menos a mujeres”,
teniente de corregidor indicaba que solo le había infligido seis a ocho azotes,
“circunstancia que hace menos ofensivo el castigo”. A su vez, dijo: ante lo cual se limitó a indicar que su intención “no era castigarla sino ame-
nazarla”47.
“...a que proveyó dicho teniente decreto el 29 del mes de julio mandando Mostrando sus habilidades, la india en ningún momento hizo referencia
que dicha india fuese restituida a su primer amo y que sacase papel de a la deuda y a la existencia de dos contratos de prestación de servicios a dos
el de haber cumplido el trato y no deberle cosa alguna en dicho día se amos distintos. Su demanda solo hizo alusión al maltrato físico y de palabra
notificó esta providencia y por no haber cumplido ni querido obedecer, inferido por el teniente de corregidor. Mas y pese a que Alfonso de Vergara,
interpelado dicho teniente repetidas veces por dicho Ramón Gatica por su parte, intentó defenderse mediante la interpretación del bando y del
paso a percibir a dicha india que si no te pagaba o se restituía a servicio incumplimiento de María de Lora a su primer empleador, lo cierto es que la
ejecutoria en ella la pena del bando y viendo que en el lugar de obedecer indígena, afectada por los actos injuriosos, jamás en sus declaraciones indicó
se hacía mofa y del precio de su orden...”44. tales circunstancias. Solo se limitó a negar la existencia de la deuda48.
Por su parte, el Protector de Naturales solicitó castigos ejemplares para
Daba cuenta de que había compelido a la india en varias ocasiones con la el demandado, más aún porque contaba para ello con testimonios de testi-
finalidad que prestare los servicios o, bien devolviese el dinero y, sin embargo, gos hábiles y contestes, y la propia confesión del querellado. Asimismo, de
María de Lora se burlaba del cumplimiento de las obligaciones como también manera sagaz, el Protector comprendió que el bando era interpretado por la
de las autoridades, cuestión que le parecía causa suficiente para castigarla, pues Audiencia de manera diversa. De ahí que aseveró que el bando tenía relación
ello se condecía con los motivos que había tenido el gobierno para decretar con los peones que laboran en el campo. Por tanto, el castigo al que había sido
el bando. En efecto: sometida María era a todas luces injusto e ilegítimo, pues se trataba de una
mujer e india. Argumentaba:
“...se experimenta en todo el Reino en la gente de servicio un continuo
desorden respecto de que en lo más preciso de las faenas se ausentan “...Porque sus vejaciones se prohíben más por las leyes y con justa razón
los dueños que les han concertado y se pasan a servir a otros muchas cuando se determinan a mujeres la honestidad y vergüenza, principal-
veces teniéndoles adelantado los salarios...”45. mente las distingue y es intolerable cualquier ultraje que volviera la
única de este sexo...”49.
Pese a todo, la Audiencia negó la solicitud del teniente de corregidor
Alfonso de Vergara, por lo que quedó preso en la cárcel de Santiago, lugar Entonces, la Audiencia de Santiago recomendó a Alfonso de Vergara
en que el licenciado Gregorio Blanco de Laysequilla le tomó declaración. que “...en lo de adelante se contenga en semejantes excesos”. Asimismo, lo
No negó los hechos que se le imputaban, mas los argumentaba basado en la condenó al pago de las costas del juicio, y a pagar la suma de cinco pesos a la
existencia del bando de 1746. En ese contexto es que el semanero46 designado
hasta que los autos se vean, y los demás Oidóres despachen, y firmen lo que el semanéro ordenare.
43
Rivera María, india, contra el corregidor de la villa de Logroño, Alfonso Vergara..., op. cit., f. 212v. ACOST. Hist. Ind. Lib. 5. Cap. 29. Les assistía solo un Sacerdote, que continuamente residía alli, el
44
Op. cit., f. 206v. qual era como semanéro, porque... servia cada uno una semana sin salir.
45
Op. cit., f. 212. 47
AHNCH. Fondo Real Audiencia. Rivera María, india, contra el corregidor de la villa de Logroño,
46
“Semanero”. s.m. La persona que está exerciendo algun empléo por el término de una semana, en Alfonso Vergara..., op. cit., p. 217.
que entra por turno. Lat. Hebdomadarius. Recopilación de Indias..., op. cit., Lib. 2, Tít. 15. l. 139. El 48
Op. cit., p. 224.
Oidór semanéro en tiempo de vacaciones dé la provision ordinaria, para que el Eclesiástico absuelva, 49
Op. cit., p. 225v.

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india María de Lora, como expresión de justicia y pena ejemplificadora, que diversas instancias judiciales y de la causa de pedir. En efecto, sobre ella se
alertaba a las justicias a ser prudentes en el ejercicio de sus cargos. perpetraron actos injuriosos y violentos, que impactaron, a lo menos, a un
sector de su población. Con todo, el agresor era una autoridad real o secular,
que se escudaba en la idea de “desorden”, “incumplimiento de contrato” y en
CONCLUSIONES el “ordenamiento jurídico”, contando, además, con el apoyo de su superior
directo, quien lo tildaba de “intachable”. Tal escenario era difícil para esta
Los hechos descritos son relevantes en cuanto manifiestan que los indígenas, mujer e india de una localidad rural. Sin embargo, tenía conciencia de que a
desde su propio imaginario, adoptaron el sistema judicial hispano, enten- favor de ella jugaba la existencia de un estatuto protector, por ser indígena.
diéndolo como una forma válida, conveniente y, en ocasiones, eficaz para Asimismo, el hecho de ser mujer, en esta ocasión, le daba una cierta ventaja en
la resolución de sus conflictos. Pese a la complejidad del entramado judicial un mundo varonil. Todos estos hechos fueron reflexionados y utilizados por
existente durante el periodo estudiado, supieron ante qué “justicia” hacer valer María de Lora, quien supo establecer desde un comienzo que el objetivo del
sus demandas. Recurrieron a unos y otros tribunales, sabiendo cuáles eran juicio era castigar a una autoridad por el exceso de sus actos violentos. Jamás
competentes y en qué oportunidad presentar sus reclamaciones. Lo anterior discutió la existencia de la deuda o la obligación de cumplir con un contrato
denota el grado de acceso y conocimiento que la población rural tuvo para de prestación de servicios. Más aún, tales circunstancias fueron obviadas por
poner fin a sus disputas y, por tanto, de cómo circulaba la información en los la Audiencia de Santiago ante el impacto de los hechos.
espacios rurales, mediante dispositivos diversos a los de las ciudades. Consciente de que las autoridades locales podían ser más expeditas en
A su vez, los innumerables casos conservados en los diversos archivos dan la tramitación del proceso, supo captar qué antecedentes podían serle per-
cuenta de la posibilidad cierta que se les concedió a los indígenas de poder judiciales, porque el agresor era parte de la estructura de poder local, lo que
concurrir ante instancias de justicia hispanas, lo que revela el interés por podría haber provocado un apoyo tácito o velado al teniente de corregidor.
incluir a estos sujetos en el orden colonial y en las esferas de poder, lo que Por ello es que recurrió ante el Protector de Naturales, pues tenía incorpo-
implicó, a su vez, un lento, pero progresivo proceso de homogeneización en rado en sus propias categorías mentales que el protector era quien mejor
la resolución de conflictos, dejando atrás las instancias precolombinas que la podía hacer valer sus derechos, más aún ante el máximo tribunal del reino,
legislación indiana permitió, en favor de las instituciones judiciales indianas, la Audiencia de Santiago.
que iniciaban el proceso de concentración de la conclusión de las diversas
disputas entre los diferentes sujetos y agentes coloniales.
El hecho de que los indígenas sometieran a este tipo de instancias india- BIBLIOGRAFÍA
nas la decisión de sus asuntos controvertidos ilustra la aptitud y talento de
respuesta, asimilación, adopción y resignificación que tuvo este grupo colonial.
ALEMPARTE, JULIO, El Cabildo en Chile la obediencia: autoridad y consenti-
En tal sentido, el caso de Francisco Pérez nos muestra la capacidad de acultu- colonial. Orígenes municipales de las miento en el mundo ibérico en la Edad
ración y traducción de la idea de lo “justo”, al grado que incorpora a su acervo repúblicas hispanoamericanas, San- Moderna, Granada, Editorial Coma-
cultural la idea de multa y reparación de perjuicios por incumplimiento de tiago, Ed. Andrés Bello, 1966. res, S.L., 2013.
una obligación causado por un retraso. BARRERO GARCÍA, ANA MARÍA, “La lite- BARRIERA DARÍO y PAULA POLIMENE,“Jus-
Asimismo, el proceso judicial del que fue parte Francisco Pérez nos evi- ratura jurídica del barroco europeo ticia y sociedades. Bocacalles trazadas
dencia cómo incorpora a sus categorías jurídicas el sistema procesal indiano. a través de la obra de Solórzano Pe- desde la historia”, en Darío Barrie-
reira”, en Revista Chilena de Historia ra (coord.), La justicia y las formas
Su comprensión del complejo entramado judicial da cuenta de que una vez
del Derecho, Nº 15, Santiago, 1989. de la autoridad. Organización políti-
que estas categorías fueron asimiladas y entendidas, pudieron ser manipuladas
BARRIERA, DARÍO, “El alcance de la vara: ca y justicias locales en territorios de
a favor de los intereses indígenas, al punto que supo estratégicamente ante los alcaldes de la hermandad y sus frontera. El Río de la Plata, Córdoba,
qué justicia presentar su demanda y la manera de recurrir en ella. conflictos contra otras autoridades en Cuyo y Tucumán, siglos XVIII y XIX,
Por su parte, la india María de Lora, o Rivera, dio muestras claras del el Río de la Plata (siglos XVII-XVIII)”, Rosario, ISHIR CONICET, Red Co-
sentido de lo “justo”, como también de un sorprendente manejo de las en Jean-Paul Zúñiga (ed.), Negociar lumnaria, 2010.

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ESTRATEGIAS INDÍGENAS ANTE LOS FOROS DE JUSTICIA. TRADUCCIÓN Y RESIGNIFICACIÓN... CULTURA LEGAL Y ESPACIOS DE JUSTICIA EN AMÉRICA, SIGLOS XVI-XIX

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REVISTA DE HUMANIDADES Nº33 (ENERO-JUNIO 2016): 79-104 ISSN: 07170491 80 · REVISTA DE HUMANIDADES Nº33 (ENERO-JUNIO 2016): 79-104

relatan un interesante caso en que los indios, mediante el protec-


tor de naturales, levantan una querella contra el licenciado Juan
de Astorga por despojo de los bienes de la cofradía de Nuestra
Señora de Guadalupe, fundada por ellos mismos. El caso ilus-
tra, por una parte, la capacidad de los indígenas de reconocer
sus posibilidades de acción dentro del sistema jurídico hispano,
L A C O F R A DÍA DE NUE ST RA el conocimiento de sus derechos como grupo y la identifica-
SE ÑO R A DE G UADA LU PE. ción de sus propiedades y pertenencias comunales, que aquí son
defendidas férreamente. Por otra, permite recrear el esquema
QUEREL L A S Y DE F EN S A I NDÍ GENAS institucional que funciona en relación con las doctrinas, a la vez
AN T E L A J US T I CI A EC LES IÁSTI CA. que conocer las particularidades de la vida en las zonas rurales,
C OL INA , CH I L E, S I G LO X VI I- X VI II. marginales, del Chile central en el período colonial.

UN ES TU DIO DE C AS O Palabras claves: Cofradía, indígenas, zonas rurales de Chile,


doctrinas, procesos judiciales.
T H E B ROT H E R H O O D O F O U R L A DY O F G UA D A LU PE .
COMPLAINTS AND INDIGENOUS DEFENSES BEFORE
Abstract
THE ECCLESIASTICAL JUSTICE.
COLINA, CHILE, SEVENTEENTH AND EIGHTEENTH This study aims to show daily life of a rural doctrine of central
C E N T U R Y. A C A S E S T U D Y Chile where is exhibited the high participation of indigenous
people in devotional activities, such the administration of
brotherhoods, for example. In the particular case of the doc-
trine of Colina, processes tell us an interesting case in which
Macarena Cordero Fernández the Indians, by the protector of naturals, raise a complaint
Universidad Adolfo Ibáñez against the lawyer Juan de Astorga for despoiling of the assets
Departamento de Historia of the brotherhood of Our Lady of Guadalupe, founded by
Av. Diagonal Las Torres 2640
themselves. The case illustrates, on one side, the ability of the
Peñalolén
Santiago de Chile indigenous to recognize their possibilities of action within the
Chile Spanish legal system, the knowledge of their rights as a group
maria.cordero@uai.cl and the identification of their properties and communal be-
longings, here defended fiercely. Furthermore, it recreates the
institutional framework that works in conjunction with the
doctrines, while knowing the peculiarities of life in rural zones,
Resumen marginal areas, of the central Chile during the colonial period.

Este estudio pretende mostrar la realidad cotidiana de una doc- Key words: Guildsman, Indigenous, Rural Chile, Doctrines,
trina rural de la zona centro norte de Chile, en las que se evi- Judicial Proceedings.
dencia la alta participación de los indígenas en actividades devo-
cionales, como por ejemplo, la administración de cofradías. En
el caso particular de la doctrina de Colina, los expedientes nos Recibido: 09/07/2015 Aceptado: 22/09/2015
MACARENA CORDERO FERNÁNDEZ · LA COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE · 81 82 · REVISTA DE HUMANIDADES Nº33 (ENERO-JUNIO 2016): 79-104

Las cofradías son instituciones de laicos,1 mediante las cuales se modo de llevar adelante las fiestas religiosas. Así, estas organizaciones eran
“ . . . canaliza su devoción . . . en el escenario festivo, para intentar un “loables para el Estado central en tanto mantuvieran a la población alejada
seguimiento tridentino de las prácticas católicas —vinculadas a la piedad de la mendicidad, promovieran los gremios, organizaran a los pobres en
colectiva con las instituciones eclesiásticas— y para brindar un apoyo es- apoyo de la Iglesia y dedicaran sus energías a actividades morales aproba-
piritual y material a la hora de enfrentar los ritos de la muerte” (Valenzuela das” (McLeod 65).
245). Es por ello que sus asociados voluntariamente son agentes activos En buenas cuentas, si bien muchas de las cofradías nacieron por ini-
de la religiosidad, que al congregarse en este tipo de dispositivos, pueden ciativa y fervor de sus asociados,4 la Iglesia contribuyó a su organización y
“…insertarse en una forma asociativa que lo mantenía relacionado con… promoción porque mediante ellas era posible homogeneizar las manifesta-
la Iglesia y el Estado” (Martínez de Sánchez, Cofradías y obras 54). ciones públicas de la religiosidad o de las devociones, proponiéndoles a sus
Así, las cofradías, organizadas bajo el amparo de la Iglesia y las diver- miembros un estilo de vida basado en la moral y las buenas costumbres.
sas órdenes religiosas, fueron algo habitual en el Nuevo Mundo; más aún, De esta manera, se pretendía que los cofrades fuesen buenos feligreses
porque mediante ellas se podía integrar a los indígenas de manera más cumpliendo con la obligación de confesarse y comulgar en determinadas
fácil a los valores cristianos y a la sociedad colonial (Bechtolff 251-263); fechas del año litúrgico, rezar de manera colectiva, alejarse de las supers-
intensificar la evangelización y contar con un cierto control social sobre ticiones, asistir a los necesitados, y reformar sus costumbres, entre otras.
la población,2 así como de la forma en que esta realizaba y expresaba su fe Con todo, los cofrades lograron, en ocasiones, escapar del control
públicamente en sus festividades (Mantecón 270-ss.). Se trata, entonces, pretendido por la Iglesia y la Corona, debido a que, para los asociados, la
de un mecanismo de “control” formal e informal3 con que contaron la cofradía no solo era la institución mediante la cual se canalizaba el fervor
Iglesia y la Corona para poder intensificar la religiosidad y establecer el religioso; a su vez, constituía una instancia de socialización, de inclusión,
de “afirmación de identidad y logro o protección del status” (Martínez
de Sánchez, Cofradías y obras 63). Al interior de ella, se constituían re-
1
Entendemos por “laicos a todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros laciones horizontales en cuanto que sus asociados tenían una condición
que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso reconocido o necesidad común que los congregaba; por ejemplo, la devoción, etnia,
por la Iglesia, es decir, los fieles que, por estar incorporados a Cristo por el bautismo,
constituidos en pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función oficio, entre otras; y relaciones verticales, toda vez que se estructuraba
sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen por una parte, la misión de todo jerárquicamente, lo que les permitió a estos sujetos desenvolverse como
el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo” (Concilio Vaticano II, Comentarios a grupo al interior de la sociedad colonial.5
la Constitución sobre la Iglesia 54). Pese a que la definición es dada por el Concilio
Vaticano II, lo cierto que es plenamente aplicable a los miembros de la Iglesia
Católica del Antiguo Régimen. En la misma línea, Guarda (1983).
2
En la misma línea: Martínez de Sánchez, Cofradías y obras (88 y 260), Cruz, 4
Es importante destacar el rol de los laicos en la evangelización de América. Ello, en
De igualdad (293-305), Cruz, Mujeres (141), Moura de Figueiredo (103-121) y parte, explica el ímpetu de la población para fundar o ser parte de cofradías, herman-
Mantecón (37-ss). dades, hospitales, entre otras, o bien ocupar roles evangelizadores como el de fiscal de
3
“ . . . Se puede considerar a la Iglesia colonial —en sus diversas instancias— un indios, maestros de escuelas, etc. Lo que se condice no solo con el deber de la Corona
medio de control ‘formal’, en cuanto es parte del aparato estatal, pero que asimismo y de la Iglesia de evangelizar, sino con el de toda la población de contribuir en la
es informal, por tratarse de una institución social y cultural con intereses propios y principal misión a realizar en el Nuevo Mundo. En el mismo sentido, Guarda (1983).
muchas veces divergentes a los del Estado. También, porque mantiene disputas por 5
Respecto de las cofradías de españoles, éstas también contaron con diferencias a base
los espacios de poder con la Corona, e incluso en ocasiones actúa como ‘mediadora’ de los oficios, posición social y económica, devoción, entre otras. Para más detalles
de conflictos entre los súbditos y los órganos estatales” (Cordero 148). ver: Martínez de Sánchez, Cofradías y obras 261 y sgte; Guarda 97.
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Esta investigación —basada en un expediente judicial conservado la trajeron de España sus abuelos desde tiempo como lo oyó decir muchas
en el Archivo Arzobispal de Santiago, datado en 1705, da cuenta de acon- veces a sus padres, y que sabe que los dichos abuelos dejaron capellanía en
tecimientos ocurridos desde la década del 50 del siglo anterior— trata la dicha Iglesia . . . ” (AAS, Asuntos Varios, vol. 1568, fs., 29v).
sobre una pequeña cofradía rural, con predominio indígena,6 aunque Lo anterior refleja que la circulación de las imágenes y la devoción
multiétnica, fundada por iniciativa de particulares,7 ubicada en el pueblo a determinados santos, patrones o Vírgenes no quedaron circunscritas al
de Colina,8 zona centro norte de Chile, a partir de la devoción a una ima- proceso misional formal realizado por las órdenes religiosas o la Iglesia,
gen pintada de Nuestra Señora de Guadalupe,9 que fue transportada desde pues numerosas familias hispanas propagaron el culto y devoción a la
España a Chile por la familia Astorga, quienes, con el correr de los años, Virgen en el Nuevo Mundo. Así, los mecanismos y estrategias familiares-
adquirieron la hacienda de Liray en la doctrina de Colina. Así lo declaraba domésticos10 para la introducción del fervor de una imagen no distaban
uno de sus descendientes, fray Gaspar de Astorga, de la orden de los mer- mucho de los utilizados por los misioneros, pues mediante ellos “se ge-
cedarios: “ . . . y que la imagen de pintura de nuestra señora de Guadalupe neraba una cierta adscripción de la familia a determinadas devociones,
que se proyectaban al futuro a través de los hijos” (Christian 104), como
también, al servicio doméstico, inquilinos, indígenas residentes y vecinos,
6
Es posible establecer que desde mediados del siglo XVII los pueblos y comunidades de tal forma que se continuaba el ejemplo de vida cristiana al interior
de las zonas rurales de la Gobernación de Chile están integrados por indios, cas-
tas, mestizos, entre otros, lo que provocó la existencia de un nuevo espacio social y de las haciendas. Más aún, tras la devoción a Guadalupe, esta poderosa
cultural, en el que es posible develar convergencias y divergencias entre los diversos familia —Astorga— desplegó poder, de carácter simbólico y real, ejercien-
grupos étnicos. En efecto, los indígenas que habitan en estas zonas se han visto
influenciados por la llegada de españoles, de otros indígenas, mestizos, lo que en do influjo religioso y de sociabilización entre los indios y demás sujetos
definitiva conforma una realidad cultural compleja, que en ocasiones daba cuenta de coloniales que vivían en sus tierras tierra.
un mundo indomestizo. Pues bien, Juan de Astorga, casado con Beatriz Navarro, avecindado
7
La tipología de las cofradías es variable en el Nuevo Mundo, pues se organizan y
en Chile desde finales del siglo XVI, adquirió en Colina, la hacienda Liray,
estructuran de acuerdo al contexto espacial, social, étnico, entre otras. Así podemos
distinguir, conforme quién las funda, entre el clero secular, el clero regular o particu- presumiblemente a comienzos del siglo XVII.11 Asimismo, fue en dicha
lares; asimismo, se las puede diferenciar de acuerdo a la devoción de sus asociados:
mariana, penitenciales, de la caridad, entre otras; según la etnia o el grupo dominante
que la conforma; y de acuerdo al espacio territorial en que se asientan: espacios ur-
banos o rurales, entre otras tantas categorías. En cuanto a las diversas tipologías de 10
Las familias coadyuvaron en la labor de propagación de la fe, por ejemplo, mediante
cofradías hemos seguido la realizada por Martínez de Sánchez (Cofradías y obras 64). las dueñas de casa, “ . . . cabiéndoles una actuación mucho mayor precisamente en
8
El pueblo de Colina junto a Lampa, estaban en la doctrina de Colina, la que existía a sus obligaciones familiares de dar instrucción y velar por la salud espiritual de la
lo menos desde mediados del siglo XVII. Se trata de un valle transversal de la diócesis prole y allegados” (Guarda O.S.B. 29).
de Santiago de Chile (Silva 80). 11
Mario Góngora informa que Juan de Astorga a comienzos del siglo XVII era dueño
9
Sostenemos que se trata de la imagen de la Virgen de Guadalupe de Cáceres, Extre- del molino de Santiago y de la estancia Liray. Asimismo, da cuenta que en 1607
madura. Puesto que la familia Astorga llegó a Chile en las últimas décadas del siglo vendió unas tierras de su propiedad cercanas a Valparaíso, y que en el año 1625,
XVI desde la ciudad Medina de Rioseco (Retamal, Celis, Ruiz, Urzúa. 2000), en la en Aconcagua le fue cedido un potrero de serranías de los indios de ese pueblo
que existía el Convento de San Francisco donde había una capilla dedicada a dicha (Góngora 46, 80 y 223). Asimismo, Juan de Astorga tuvo en 1612 una compañía de
advocación. Más aún, durante el siglo XVI y comienzos de la centuria siguiente el mercaderes en Santiago de Chile. (AHCH, Fondo Real Audiencia, vol. 1995, pieza
culto a la Guadalupe extremeña estaba muy extendido en la Península, lo que se ma- 2). A su vez, en el Archivo General de Indias (en adelante AGI) se da cuenta que para
nifiesta en las constantes peregrinaciones que había a su santuario, principalmente 1611 Juan de Astorga tuvo un litigio por tierras en el valle de Lampa, ubicado en la
por su carácter milagroso. García, O.M.F. (1993). doctrina de Colina. AGI, Escribanía 928 B. Ver también (Retamal, Celis, Urzúa).
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época que edificaron la primera capilla de la estancia “junto al cerrillo”, la fusionó con la de Nuestra Señora de las Nieves a finales del siglo XVII,
que “estaba en mal paraje”, por lo que fue trasladada a la zona conocida develándose un cambio devocional e incluso étnico, en cuanto que a partir
como los “perales”, “que era mejor lugar”, lo que aconteció en tiempos de 1690 su mayordomo ya no es un andino, sino un mestizo.14
de su hijo Pedro de Astorga. Fue en esa capilla, y seguramente por la Distinto es el caso de la cofradía de Guadalupe organizada en la
devoción e influjo de la familia Astorga a la imagen de la Virgen, donde doctrina de Colina a mediados del siglo XVII. Al interior de esta cofra-
se fundó la hermandad entre los indígenas del lugar,12 originándose así día rural de predominio indígena, aunque pluriétnica, se logró forjar una
la Cofradía de Nuestra Señora de Guadalupe, distinta a la existente en la comunidad con un sistema de valores e identidad propios que se mani-
capital del Reino. festó en la demanda judicial que presentaron como asociación al verse
La introducción y distribución de la devoción a la Virgen de despojados de la capilla y ornamentos que creían y sentían como suyos.
Guadalupe, para el caso chileno, se remonta a la llegada de fray Diego de Ello devela la capacidad de los indígenas de reconocer sus posibilidades
Ocaña a finales del siglo XVI —él que probablemente conoció en esos días, de acción dentro del sistema jurídico hispano,15 del conocimiento de sus
a la también recién llegada familia Astorga— quien difundió en Potosí, La derechos como grupo y la identificación de sus propiedades y pertenen-
Plata, Cusco, Ica y Santiago de Chile la imagen, cuestión que se condice cias comunales, que aquí son defendidas férreamente. Al mismo tiempo,
con su carácter de sacerdote jerónimo, toda vez que le correspondió a esta permite recrear el esquema institucional que funciona en relación con las
orden religiosa desde finales del siglo XIV hacerse cargo del monasterio doctrinas, a la vez que conocer las particularidades de la vida en las zonas
consagrado a la devoción a Guadalupe, en la localidad de Cáceres. Lo an- rurales, marginales, del Chile central en el período colonial.
terior es relevante en cuanto que la imagen que trajo el sacerdote jerónimo
es la existente en el Monasterio del mismo nombre en Extremadura.13
Pues bien, en Santiago, los mercedarios en 1610 cedían unas de
sus capillas para que se organizara la devoción a la Virgen de Guadalu-
pe constituyéndose así la cofradía, integrada mayormente por quienes se
denominaban “cuscos” con la intención de diferenciarse de otros indíge-
nas y migrantes llegados al Reino. Con todo, la cofradía desapareció o se

12
La organización de cofradías postridentinas se inició en los espacios urbanos en Es-
paña. A partir del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, se expandieron a 14
Para más detalles, ver AHCH, Fondo “Escribanos de Santiago”, vol. 45, fojas 209-
las zonas rurales peninsulares por iniciativa de las órdenes religiosas (Mantecón 43). 210, Valenzuela (n. 1) López de Mariscal (414).
Coincidentemente, a lo menos en la localidad de Colina, zona centro norte de Chile, 15
Durante el período colonial existió un complejo entramado judicial, compuesto por
se organizó una cofradía, por impulso de los hacendados y de los cofrades. tribunales civiles y eclesiásticos. A su vez, cada una de estas jurisdicciones constaba
13
Para más detalles, ver AHCH, Fondo “Escribanos de Santiago”, vol. 45, fojas 209- de varias instancias a las que podían recurrir los sujetos coloniales y —pese a los
210, y Valenzuela (n. 1). (García, O.M.F. n.12) y Lafaye (López, 414). Seguidamen- esfuerzos de los juristas de la época— cuyas competencias se superponían. Pues
te, es el mismo Ocaña quien relata que inició su viaje desde el Convento ubicado en bien, en este caso de estudio, los indígenas concurrieron —correctamente— ante
Extremadura, con la finalidad de obtener limosnas entre los devotos para mantener el el tribunal eclesiástico, que era el competente para conocer de este tipo de asuntos
monasterio. Para ello, difundió el culto a la Virgen de Guadalupe extremeña (Ocaña). controvertidos. Para más detalle, ver Corvalán y Castillo.
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1. La cofradía en la estancia de Liray: dichos terrenos a la hermandad, con lo que se pretendía conservar el culto
Nuestra Señora de Guadalupe y devoción a la Virgen de Guadalupe.
No obstante, en el año 1687 los herederos del capitán Juan de As-
Se trata, entonces, de una cofradía16 organizada por la familia torga y Magdalena Pinedo se vieron obligados a vender en público remate
Astorga y los indios17 que habitaban en la estancia de Liray, vecina al pue- su estancia, principalmente porque mantenían deudas con el convento
blo y doctrina de Colina, una zona rural distante algunos kilómetros de la de San Francisco18 y otros acreedores. Se la adjudicó uno de los nietos,
ciudad de Santiago, espacio en que los estancieros convinieron: el licenciado Juan de Astorga, quien evidentemente sabía de la “carga”
que pesaba sobre la estancia. Contrariamente a lo que podríamos esperar,
. . . como por la presente nos convenimos en hacer gracias y donación para, al poco tiempo Juan de Astorga se vio envuelto en problemas con los
perfecta e irrevocable que el derecho . . . para que en dichas tierras puedan cofrades indígenas, principalmente porque había convertido la capilla en
labrar la dicha iglesia en la parte y lugar más cómodo de la estancia, con el granero. Tal como lo declaró Lorenzo, indio, al servicio del señor presi-
largo, ancho, y tamaño que se halla en la que tienen en la dicha cofradía dente y gobernador de Chile Marco José de Garro Senei de Arcola,
con su sacristía decente para guardar los adornos y alhajas del servicio de la
dicha iglesia . . . que en todo tiempo será cierta y segura la donación y que . . . que sabe como el licenciado don Juan de Astorga tiene hecho granero
de vender enajenar en cualquiera manera la dicha estancia ira siempre con la la dicha sacristía sin quererla desembarazar, ni dar las llaves del mayordomo
carga y donación referida. (AAS, Asuntos Varios, vol. 1568, fs., 2) de dicha capilla de Liray despojando de ello por ser de los sudichos, porque
siendo hermano mayor de dicha cofradía, el licenciado Pedro de Astorga
La declaración de los diversos descendientes de la familia Astorga quien fue amo de este declarante hizo la Iglesia y dicha sacristía con los
revela que de venderse, arrendarse o constituirse un censo sobre las tierras, hermanos y mayordomos de la dicha cofradía que era entonces mayor Luis
se debía respetar la capilla y la cofradía que funcionaba en la estancia; más Hernández, y que todas las limosnas así las que salían a pedir como las que
aún, para dar plena seguridad y certeza a los cofrades, cedieron y donaron juntaban en las mesas y asientos de hermanos todas entraban en poder del
dicho licenciado Pedro de Astorga y que juntamente trabajaban en la fábrica
de la Iglesia y sacristía todos los hermanos y que lo sabe por haberlo visto y
16
Hasta ahora, no se han encontrado los estatutos de esta cofradía y su libro de cuen- que este declarante hizo oficio de albañil y asistio a toda la fábrica trabajando
tas. Con todo, debió de tener las autorizaciones que exigía Trento y los sínodos en dicha fábrica hasta los días de fiesta como hermano que era de dicha
chilenos. Lo anterior se deduce porque la justicia eclesiástica acogió la demanda de
cofradía. (AAS, Asuntos Varios, vol. 1568, fs., 8)
la cofradía. Asimismo, porque de acuerdo al expediente judicial la cofradía contó
con mayordomos y limosneros, conforme la jerarquía que debían de tener en su
interior. Es probable que sus estatutos hayan sido autorizados por el cura doctrinero
de Colina, el canónigo Manuel Gómez de Silva. 18
Es del caso señalar que la pequeña cofradía de Nuestra Señora de Guadalupe de la
17
Si bien las cofradías se entienden como institución eclesiástica, lo cierto es que mu- doctrina de Colina no estaba vinculada al Convento de San Francisco. Es más, la co-
chas de ellas se constituyeron de manera espontánea, por iniciativas individuales o fradía de indios de Nuestra Señora de Copacabana fue la que se fundó por iniciativa
colectivas, aunque debían contar con autorización de la Iglesia (Carasa 177-230). de los franciscanos. Esta cofradía solventaba sus gastos mediante los intereses y rédi-
Es importante entender que el que sean organizadas de manera espontánea no se tos de los censos de indios. Para más detalles, ver Jara y Pinto (156-172). Asimismo,
contradice con la pretensión tridentina de ejercer mediante ellas un control social y el Sínodo de 1688 en su constitución IV da cuenta que la cofradía de Copacabana
de las formas en que se lleven adelante las fiestas. fue fundada por los franciscanos (García y García y Santiago-Otero, 1983).
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Los cargos que se le imputaban a Juan de Astorga eran gravísimos, pese a haber sido víctima de un accidente mientras laboraba en la cons-
pues pese a que había adquirido la estancia con la obligación de respetar trucción, se levantó, y luego siguió sin importar sus heridas, “ . . . atribu-
la capilla y cofradía existente en el lugar, lo había pasado por alto, con- yéndolo a milagro de nuestra señora por estar asistiendo a la fábrica de su
virtiendo la sacristía en un granero e impidiendo que los indios pudiesen santa casa y templo . . . ” (AAS, Asuntos Varios, vol. 1568, fs., 9).
manifestar su devoción y religiosidad. Más aún, negaba el derecho que le La cofradía constituía el espacio de reunión y de identidad devocio-
asistía a los mayordomos a tener llaves (García y García y Santiago-Otero nal para estos sujetos, todos subalternos a la familia Astorga, al punto que
1983). Asimismo, el indio Lorenzo daba cuenta de que la capilla se había la sentían como propia no solo por efecto de la donación realizada algunas
logrado erigir no solo por la voluntad y caridad de los Astorga. Además, décadas antes por la familia Astorga, sino porque ellos mismos habían
los hermanos de la cofradía habían aportado las limosnas que en muchas contribuido con su esfuerzo económico y trabajo a levantar la capilla y,
ocasiones juntaron en las mesas y asientos que organizaban (García y con ello, la cofradía. En buenas cuentas, la participación en la construc-
García y Santiago-Otero 1983), para luego ser entregadas a don Pedro, con ción del establecimiento y en la organización de la cofradía otorgó un
la finalidad de invertir todo en tan loable obra. Incluso Lorenzo, que de sentido de pertenencia a los diversos integrantes, lo que se manifestó en
oficio era albañil, relató que había trabajado en su construcción sin esperar la necesidad de demandar a Juan de Astorga para que liberara la sacristía
salario, pues era uno más de los hermanos de la cofradía esperanzados en y permitiese que la hermandad funcionase. Incluso, todos los declarantes
rendir culto a la Virgen de Guadalupe en mejores condiciones materiales. atestiguaron que dicho espacio siempre operó como Iglesia, pues:
Se evidencia en sus palabras que tanto la construcción de la capilla
como la organización de la cofradía habían sido un anhelo de los indios, . . . el teniente de cura Juan Sánchez Chaparro que entonces era propietario
que se vieron respaldados por la familia Astorga. Pero enfatizaba que se el señor canónico Don Manuel Gómez de Silva asistió a la dicha Iglesia y
trataba de una labor conjunta. Esta declaración era a su vez confirmada decía misa los días de fiesta a todos los hermanos que también trabajaban los
por Juan Cusco, quien había estado al servicio de don Pedro Farías, mari- días festivos, y que dicha sacristía sirvió en sus tiempos de sacristía guardán-
do de una de las hijas de Pedro de Astorga, y por el indio Antonio, ambos dose en ella todos los ornamentos sagrados, y vistiéndose en dicha sacristía
cofrades, quienes indicaban que habían trabajado, junto con los demás los sacerdotes saliendo de ella a la iglesia a decir misa . . . (AAS, Asuntos
indios, en la construcción de la capilla. Seguidamente, que las limosnas Varios, vol. 1568, fs., 9)
que se juntaban fuera de la misa y aquellas que se obtenían de otras fuen-
tes, cuando aún no estaba prohibido (García y García y Santiago-Otero Así, las diferencias étnicas entre estos sujetos no fue un elemento di-
1983) por el Sínodo de Santiago de Chile, del año 1688, se invertían sociador entre ellos, puesto que lo que los mantenía como comunidad era
íntegramente en la construcción. por una parte, el hecho que tuviesen el carácter de subalternos a los Astorga,
Por su parte, Pablo de Oruña, residente del valle de Colina, si bien fuese porque tenían una relación de trabajo o bien porque estaban asentados
ausente por un buen tiempo de la zona, ratificó las declaraciones de los in- en la hacienda; y la devoción común a la Virgen de Guadalupe. Lo anterior,
dígenas en el sentido de que la capilla había sido levantada entre don Pedro los impulsó demandar por la propiedad de los ornamentos de la cofradía,
de Astorga y los cofrades y, a su vez, que había visto cómo estos hermanos sin los cuales se hacía imposible realizar el culto, lo que implicaba disgregar
trabajaban sin descansar con el solo objetivo de ver lista su iglesia, al punto la identidad devocional común entre ellos, como también el carácter de
que su mayordomo, muerto hace algunos años, el indio Luis Hernández, comunidad de sujetos asentados y dependientes de un mismo hacendado.
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Por su parte la india Juana, mujer legítima del indio Lorenzo, com- a solicitar: “ . . . restituir por el dicho licenciado don Juan de Astorga
plementaba los dichos de los demás testigos aseverando que doña María a todas las alhajas y bienes pertenecientes a dicha cofradía a los dichos
de Toro, viuda de don Marcos de Morales, había dado una suculenta indios porque las capillas o cofradías que pasan de un lugar a otro deben
limosna en favor de los cofrades en tiempos de Pedro Astorga, lo que trasmitirse con todos sus bienes y alhajas . . . ” (AAS, Asuntos Varios, vol.
permitió remozar la iglesia. A su vez, que con dinero de la cofradía se 1568, fs., 1v). La existencia del proceso judicial seguido por los indígenas
contrató, a jornal, a Domingo, indio, y a Nicolás, negro esclavo (AAS, en contra del dueño de la hacienda nos da cuenta del sentimiento de “per-
Asuntos Varios, vol. 1568, fs., 17). tenencia a una comunidad” (Charney 379-407).19 En efecto, tal como ha
Ante las declaraciones de Juana, el juez eclesiástico Pedro Pizarro sido analizado por la historiografía,20 los diversos sujetos que integraban
Caxa, Deán de la catedral, consideró adecuado tomar declaración de este tipo de instancias u organizaciones lo hacían porque, mediante ellas,
María de Toro, cuyo testimonio fue importante, toda vez que aclaró que lograban formar parte de un sistema cultural con elementos comunes
el cambio de la capilla desde los cerrillos a los perales se debió a que la que les permitía re-establecer, re-encauzar o re-iniciar vínculos y redes
imagen de la Virgen de Guadalupe se estaba dañando por efecto de la parentales y sociales. En el caso de esta pequeña cofradía de “campo”
humedad. Asimismo, confirmó la versión de la india respecto del hecho debió significar un dispositivo de inclusión étnica y social. Lo anterior,
de que efectivamente había donado ciertos bienes a la cofradía, los que debido a que si bien estaba organizada y conformada mayoritariamente
fueron utilizados en la adquisición de maderas y carpinteros (AAS, Asun- por indios, lo cierto es que hay registro de que algunos mulatos, pardos
tos Varios, vol. 1568, fs., 18). y cuscos, individuos de distintos espacios geográficos y con diferencias
Para afianzar la demanda, los indios cofrades presentaron como tes- étnicas, las más de las veces desarraigados involuntariamente de sus hoga-
tigos a Úrsula Hernández, mestiza; Antonio Buey, indio; Beatriz Arteaga, res, mediante su membrecía a la cofradía no solo estaban velando por la
parda; y María, india al servicio de doña Margarita de Figueroa, quienes salvación de su alma, sino que, a su vez, obtenían su inserción social a tra-
no desvirtuaron las declaraciones de los otros testigos, pero agregaron que vés de esta instancia.21 Sin perjuicio de lo indicado, además, mediante la
Thomas, mulato, esclavo de Pedro de Astorga, era quien recibía las limos- inclusión en la cofradía, se estaba reestructurando un pasado común para
nas para la cofradía. Explicaban, además, que al tiempo de pasar la iglesia aquellos que se habían visto amenazados en su sistema cultural por efecto
a Juan de Astorga, esta tenía “…cuatro ramos, dos pares de manteles, un de la colonización, y por la llegada de migrantes; y un presente diverso,
Armijo y un girón dorado . . . ” (AAS, Asuntos Varios, vol. 1568, fs., 20v). basado en la inclusión de otros sujetos ajenos a su espacio tradicional,
Estratégicamente, los indígenas presentaron de testigos a sus co-
frades —indios y castas—, quienes también podían tener conocimiento
de los hechos, puesto que se trataba de sujetos insertos en una misma
19
Dagmar Bechtloff considera que mediante las cofradías los indios “formaron un ins-
trumento que permitió a la población autóctona articularse como grupo autónomo
realidad subalterna. En efecto, los mestizos, pardos y negros descritos en y consciente de sí mismo dentro de una sociedad interétnica” (254).
el expediente, vivían en la hacienda de los Astorga, o tenían una relación 20
Ver Varón, Garland, Vega Jácome, Greenleaf, Pareja Ortiz y Martínez de Sánchez
laboral o de dependencia con estos terratenientes, lo explica porque asis- (2008).
tían al oficio religioso en dicha capilla, convirtiéndolos paulatinamen- 21
En sentido similar ver Cruz (Mujeres en la… 137). En el caso de las cofradías de
los espacios urbanos además, la inclusión a este tipo de instituciones podía significar
te en cofrades, y compartir una identidad devocional, constituyéndose movilidad social, regeneración comunitaria y reconocimiento social. Para más deta-
como una comunidad. Asimismo, tales testimonios apuntaban además lles ver Valenzuela (203-245).
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como también a la incorporación de nuevas formas de culto y devoción Incluso más. De acuerdo con las constituciones sinodales de 1688 y
religiosa. En buenas cuentas, para sus asociados, la constitución de la 1763, se deduce que las cofradías de “campo” estaban en tela de juicio, en
cofradía implicó “ . . . una reelaboración consciente de materiales diversos atención a que, por una parte, al no estar al amparo de una orden religiosa
y a menudo inconexos” entre sí, que produjeron “por sí mismos valores o una parroquia urbana, se hizo escaso el control sobre la forma de llevar
culturales propios” (Mantecón 9). adelante las festividades. En efecto, tal como lo relatan los testigos en este
Así pues, la comunidad se sustentaba en la integración a la cofradía, proceso, había un sacerdote titular y un teniente de cura para toda la doc-
lo que creaba lazos de unidad social y cultural. En efecto, a diferencia trina, los que si bien circulaban en ella impartiendo los sacramentos entre
de las cofradías organizadas en pueblos de indios, especialmente en el los diversos pueblos —Colina y Lampa—, lo cierto es que se les hacía
Perú, cuya constante era el hecho de ser “andino”, lo que las articulaba imposible lograr misionar y evangelizar tal como lo prescribía la Iglesia y
para poder hacer frente a los nuevos desafíos presentados por influjo de la Corona, y menos aún estaban en condiciones de saber si las procesiones
la desestructuración social y política luego de la conquista (Hopkins y se hacían conforme lo ordenaba el obispo, o que no se formaban ramadas
Mayers 35-43), en el caso de esta cofradía se observa un marcado carácter alrededor de las capillas, entre otras tantas prohibiciones e indicaciones
multiétnico dado por la presencia de castas y, además, de indígenas pro- dadas para su funcionamiento (García y García y Santiago-Otero 54 y
venientes de distintos territorios, todos los cuales, unidos tras la devoción 212). Dicho de otro modo, hubo un “rechazo” a las cofradías rurales,
a Guadalupe, supieron encauzar y establecer un nuevo sistema de valores porque si bien la jerarquía eclesiástica fomentó la cultura religiosa entre la
e identidad devocional. De ahí que la unidad e integración social, en este población de esas zonas, “…lo cierto es que tiene críticas a determinados
caso, se inicie con el culto y devoción a Guadalupe. comportamientos considerados como desviaciones profanas a aquella”
A su vez, hay que tener presente que se trata de una instancia or- (Mantecón 10), puesto que mediante este tipo de prácticas religiosas po-
ganizada al interior de una hacienda, cuyo dueño permitió su fundación. día producirse un peligroso entrecruzamiento de elementos católicos y
Ello nos revela la capacidad de organización de sus asociados, de su ím- profanos indígenas. En tal sentido, el sínodo de 1763 señala:
petu, el grado de compromiso con su religiosidad y la circulación de la
información, en cuanto a que si bien las cofradías fueron permitidas y Todavia es mayor el abuso en las Fiestas de las Doctrinas del Campo; porque
fomentadas por la Iglesia y las diversas órdenes religiosas en los espacios además de pernoctar las Personas de ambos Sexos, y durar por muchos Dias,
urbanos, y altamente validadas, pues contribuyeron a controlar a los fieles ó en las Ramadas que hacen, óbaxo de los Arboles; se agregan las Ventas de
y a evangelizar mediante la fiestas y procesiones a la población indígena, Comidas, y Bebidas fuertes, pasándose lo mas de la noche en Musicas, y
lo cierto es que las de origen rural cercanas a Santiago de Chile, que se Bayles; estando todo prohibido en las Festividades de los Santos; y siendo
trasladaban a la capital, a lo menos para la fiesta de Corpus Christi, no estilo, que observaron los Gentiles en las de sus Idolos; de suerte, que pueden
eran del todo bien aceptadas, puesto que como reseña Alonso de Ovalle llamarse Iniquas estas Juntas; y que por ellas le son molestas á Dios, y aun
S.J. : “Es tan grande el número de esta gente y tal el ruido que hacen dignas de su Odio, tales Fiestas. Por lo qual, manda esta Synodo con pena de
con sus flautas y con la vocería de su canto, que es menester echarlos Excomunión mayor: que no se hagan Ramadas, ni pernocte de Gente, que
todos por delante, para que se pueda lograr la música de los eclesiásticos va a las Fiestas, habiendo Concurso de Ambos Sexos: ni haya dos Fiestas en
y cantores y podernos entender con el gobierno de la procesión” (Alonso Dias sucesivos, sino que se separen con intervalo de un Mes, quando menos,
de Ovalle 185). y que toda la Festividad se concluya por la Mañana: sin que á la Tarde se
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hagan Altares, ó Procesion, ni Corridas de Toros, por los Mayordomos de las patrón de la misma. Más aún, porque como es reconocido por la Iglesia
Cofradías, encargando seriamente á los Curas la Conciencia . . . (García y de Santiago, sus ingresos solo se captan de las limosnas de sus hermanos
García y Santiago-Otero 211) (García y García y Santiago-Otero 212). A su vez, para quienes eran ex-
traños al lugar, significó la vía para establecer redes sociales y un óptimo
Para la alta jerarquía eclesiástica americana las cofradías de campo mecanismo de inclusión social, puesto que las cofradías fueron entendidas
podían ser depósitos de prácticas heterodoxas, que contrariaban la misión como “un modelo de comunidad ideal” (Mantecón 17).
y objetivos de Trento de controlar la disciplina, la doctrina y las prác- No obstante, para la Iglesia la incorporación de sujetos de origen
ticas religiosas. Lo anterior podía ser posible porque en las cofradías de étnico diverso o de espacios lejanos a la doctrina fue entendida como una
las zonas rurales los curas párrocos no eran lo suficientemente diligentes transgresión (García y García y Santiago-Otero 212), constituyendo un
en observar y establecer la pureza de la fe —fuese por la extensión del problema importante para los curas de las zonas rurales, puesto que aun-
territorio o la cantidad de población bajo su competencia, o bien la falta que fuese una cofradía organizada al interior de una hacienda —espacio
de funcionarios eclesiásticos en estas zonas—, lo que impidió que pusie- acotado—, los curas, intermediarios culturales y, además, agentes de con-
sen freno a las manifestaciones públicas de la religiosidad popular, de las trol social (Cordero 2014), perdían la posibilidad de lograr disciplinar los
creencias locales y prácticas alejadas de la ortodoxia que se expresaban en comportamientos de sus cofrades conforme lo prescribía el tridentino. La
este tipo de cofradías. De ahí que “los clérigos españoles, especialmente los organización pluriétnica, o bien con sujetos desconocidos a los lugareños,
de alto rango, y en particular los obispos, empezaron a ver con mucha des- contribuía a impedir un control efectivo sobre las prácticas religiosas. Lo
confianza el entusiasmo de la población indígena por las cofradías y lo que anterior, porque mediante las cofradías se pretendió homogeneizar el cul-
realmente sucedía durante esas ceremonias y fiestas. Se quejaban de que to y las manifestaciones públicas de la religiosidad, las que se podían ver
se efectuaban bailes desenfrenados y de que había banderas y estandartes afectadas por la inclusión de sujetos que tenían costumbres y dispositivos
desconocidos en las procesiones, borracheras colectivas y ritos peculiares culturales diversos, provocándose una transculturación entre ellos, que
. . . ” (McLeod 69).22 afectaba e impedía la labor de regulación, doctrina y evangelización de
Por otra parte, era altamente probable que en las cofradías de cam- estos grupos multiétnicos.
po se llegara a aceptar a personas de lugares lejanos, que no residían en la
misma doctrina, cuestión que estaba prohibida por los sínodos. Para los
cofrades de campo el aceptar a sujetos de lugares distantes significaba la 2. Descargos de los Astorga
posibilidad de contar con mayores limosnas para la mantención y culto al
Así, mediante la membrecía a la cofradía lograron recrear un senti-
do de pertenencia e identidad. Idea que por lo demás se concretó a través
de la demanda presentada contra Juan de Astorga. Tal como se ha hecho
22
Más aún, McLeod indica que el obispo Pedro de Feria escribió en 1548 un relato
en el que señala que se encontró con rumores de ídolos, herejías y ceremonias que hincapié, majaderamente los indios y demás testigos aseveraron que la
le hacían recordar los ritos de los alumbrados en España. Asimismo, que a partir construcción de la capilla había sido una labor conjunta entre los hacen-
del siglo XVII en diversos obispados de Nueva España se ordenó por los obispos a
los curas párrocos una serie de restricciones a las cofradías, precisamente porque se dados y ellos, lo que los situaba en una posición de comunidad. Más aún,
temió que tras ellas pervivieran idolatrías (70). la exigencia de la restitución de los elementos y objetos que a juicio de
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sus cofrades pertenecían a la hermandad simboliza la integración entre cerrillos. Que Pedro de Astorga fue quien la trasladó hacia los perales.
ellos, el lazo de unidad. De ahí que el reclamo de devolución cobre tanta Sin embargo todos los declarantes: Petronila de Astorga, Don Pedro de
importancia. Farías, marido de la primera; fray Juan de Astorga, fray Gaspar de Astorga
Los cofrades hábilmente presentaron su demanda mediante la in- y el mismo demandado, el licenciado Juan de Astorga, aseveraron que el
tervención del Protector de Naturales23 ante el tribunal eclesiástico, lo que traslado y reconstrucción de la capilla fue solventado íntegramente por
nos sugiere que sus integrantes optaron por el camino judicial que fuese la familia. Que la participación de los cofrades fue marginal, más aún
más expedito y beneficioso para ellos. Lo anterior nos da cuenta del grado porque se contrató a unos ocho peones para levantar el lugar. Asimismo,
de conocimiento de las prácticas del sistema judicial hispano. Dicho de negaban que los adornos y alhajas de la capilla fueran de la hermandad,
otro modo, sabían a quién recurrir para hacer valer sus derechos. Asimis- pues: “ . . . Petronila de Astorga, mujer legítima del capitán Pedro Farías
mo, sabían ante qué justicia, del complejo entramado judicial colonial, y hermana de este testigo dio algunas alhajas a la dicha Iglesia . . . ” (AAS.
presentar su demanda. Por otra parte, y pese a que la cofradía estuvo inte- Asuntos Varios, vol. 1568, fs. 27v.). Por su parte, Petronila indicaba:
grada por algunos sujetos de “castas”, lo cierto es que al entenderse que la
cofradía era predominantemente integrada por indígenas implicó que la . . . que los dichos sus abuelos se hallaba en dicha iglesia la imagen de pintura
forma de conocer y resolver se basara en el Estatuto protector indígena,24 de Nuestra Señora de Guadalupe y cáliz y campana y que estas alhajas se han
el que, de paso, constituyó una ventaja para los otros sujetos no indios que conservado siempre en dicha iglesia por los dueños de dicha estancia y las
tenían “la misma causa de pedir”. demás vestiduras sagradas . . . dos niños jesuses, para el adorno del altar de
Los descendientes de Juan de Astorga y Beatriz Navarro declararon la virgen de nuestra señora y esta testigo dio la limosna para he dicho altar
en 1705 ante el Tribunal eclesiástico de Santiago que efectivamente en frontal para la celebración del santo sacrificio de la misa y una paila conjuntas
tiempos de sus abuelos se construyó una primera capilla cercana a los de plata . . . (AAS. Asuntos Varios, vol. 1568, fs. 26v.)

Los testimonios de la familia Astorga eran inequívocos al respecto:


23
Los Protectores de Indios fueron una institución creada por la Corona, a la que le desconocían dominio ajeno sobre la ornamentación de la Iglesia, se ex-
correspondió defender y proteger a los indígenas de los abusos y malos tratamientos presaba claramente que solo porque la familia así lo quería, adornaban la
de los que podían ser sujetos, con la finalidad de mantenerlos libres de ataques en sus
personas, libertades y haciendas. Lo anterior, se basaba en que los indígenas fueron capilla. Dicho de otro modo, el permitir que los cofrades lo utilizaran para
estimados jurídicamente “miserables”, es decir, sujetos de amparo, no estaban en sus festividades era un acto de “mera tolerancia”.
condiciones de poder rebatir y defenderse de los abusos de los españoles. Así, los
Protectores de Naturales se constituyeron en los representantes legales de los indios
Aún más, el demandado Juan de Astorga, con la finalidad de desvir-
en materias, criminales, en la defensa de sus tierras, entre otras muchas materias. tuar los fundamentos en su contra, se defendió señalando que los testigos
Para más detalle ver Recopilación de Leyes de Indias, II. Libro VI, título V; A su vez, presentados por el Protector de Naturales eran todos indios cofrades más
Bayle, Cutter; Ruigómez.
interesados en las alhajas y la Iglesia, que en la “Justicia”, perdiendo así
24
El Estatuto protector indígena se trata de una serie de derechos y privilegios conce-
didos a los indígenas que tuvieron por finalidad protegerlos, puesto que la Corona cualquier objetividad sobre los hechos. Es decir, sus declaraciones per-
entendió que estaban integrándose lentamente a la cultura dominante. Lo anterior dían fuerza ante el mero “ . . . interés común de la cofradía de donde
implicó que en materia de procedimiento judiciales los procesos en los que fueran
parte los indígenas debían ser con menores formalidades y más breves, entre otros son hermanos”. Sorprende el argumento del demandado, toda vez que
tantos derechos. Para más detalles ver (Catañeda; Cordero, 2011). desconocía, por una parte, los testimonios de los sujetos mulatos, pardos
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y castas que concurrieron hasta el tribunal a dar su versión de los hechos, Asimismo, que la circulación de imágenes, información y cultura
y que fueron parte de la cofradía. Lo que implicó que los excluyó no solo religiosa y judicial empapó incluso las zonas rurales y a la población no
del proceso judicial, sino que también de la hermandad. hispana vecina a ellas, al punto que se provocó una transculturación tanto
Y por otra, que desestimara las declaraciones de los indios; más aún, devocional como también de las diversas prácticas judiciales hispanas.
si entendemos que eran ellos quienes demandaban y señalaban que como
cofradía indígena concurrían ante el tribunal con la finalidad de que fa-
llara a su favor. 3. Conclusiones
Sin embargo, Juan de Astorga debió creer que estaba perdido, pues
el Protector de Naturales acompañó en este juicio la escritura ante escri- La importancia de esta investigación radica en que estamos en pre-
bano, según la cual la familia Astorga se comprometía a respetar la capilla sencia de una pequeña cofradía al interior de una hacienda, que presenta
instalada en la estancia de Liray y su cofradía. Consideramos que dicho grandes diferencias respecto de las cofradías urbanas. En efecto, la Iglesia
documento debió ser plena prueba para el juez eclesiástico, a lo menos en promovió la formación de este tipo de instituciones porque mediante ellas
relación a que en la capilla debía funcionar la cofradía, debiendo para ello era posible controlar a la población, observar y vigilar las manifestaciones
almacenar los “granos y trigo” en otro lugar. religiosas de los cofrades en los espacios públicos y permitía el modela-
Desconocemos cómo finalizó este proceso judicial. Tal vez las par- miento de conductas conforme lo prescribía Trento. Con todo, la Iglesia
tes extrajudicialmente negociaron el término del mismo, seguramente tenía prejuicios hacia las cofradías rurales, puesto que los objetivos por
cediendo los adornos a favor de los Astorga, y su heredero Juan limpiando los que se organizaron a partir del siglo XVI no se cumplían del todo. Al
la sacristía para que funcionase la cofradía. estar alejadas de las sedes obispales, escapaban de un mayor control de
Con todo, este proceso judicial deja en evidencia que en este caso, sus actividades. La falta de una mayor dotación de sacerdotes en las zonas
la cofradía fue un vehículo mediante el cual diversos sujetos pudieron rurales impedía o hacía imposible que se obtuvieran las finalidades pen-
reconstruir una nueva identidad devocional y social, a partir de los ele- sadas para las cofradías y, a su vez, el que no hubiese una orden religiosa
mentos del presente que les permitieron darles sentido a sus vidas no solo o párroco urbano apoyando a la cofradía “despertaba” sospechas de su
individuales, sino comunitarias, generando redes sociales, parentales y de funcionamiento.
apoyo. En definitiva, el sentido de pertenencia a una comunidad de suje- Seguidamente, es relevante destacar que las más de las veces las co-
tos subalternos que compartían, además, una devoción común. Aún más, fradías en los espacios urbanos fueron organizadas social y étnicamente,
es posible sostener que a lo menos en este espacio la población indígena, cuestión que se tradujo en una cierta homogeneización de sus miembros.
castas, mestizos y negros pudo negociar algunos aspectos con la élite go- En efecto, en las ciudades es posible detectar cofradías de indios, de in-
bernante y dominante del reino. dios cuscos, de negros, de mulatos, de españoles, de mujeres, de gremios,
En buenas cuentas, la institucionalización de ésta cofradía en una entre otras muchas. En cambio, lo que caracterizó a esta pequeña cofra-
zona rural de Chile colonial significó un grado de cohesión social y cultu- día de campo fue su composición heterogénea, tanto étnica como social,
ral que generó una comunidad con identidad propia y sistema de valores pues es posible encontrar indios, mulatos, pardos, negros, como también
comunes entre sus asociados. a quienes eran poseedores de un oficio, de un estatus de libertad frente
a un esclavo. Con todo, desde finales del siglo XVII la construcción de
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identidades en las ciudades realizará a partir de elementos comunes socia- Castañeda, Paulino. “La condición miserable del indio y sus privilegios”. Sevilla,
les, y no de carácter étnico, como lo eran en las zonas rurales. Anuario de estudios Americanos 28 (1971): 245-335.
Lo anterior evidencia características propias que se manifestaron Charney, Paul. “A Sense of Belonging: Colonial Indian Cofradías and Ethnicity in
en la conformación de una comunidad con identidad diversa a lo que the Valley of Lima, Perú”. The Americas. Maryland: Academic of American
seguramente existió en tales espacios. Ello implicó, además, ciertos gra- Franciscan History, 1998. 379-407.
dos de autonomía que afloraron al momento de demandar a los dueños Christian, W.A. Religiosidad popular. Estudio antropológico en un valle español.
de la hacienda de Liray. Dicho de otro modo, quienes conformaron esta Madrid: Tecnos, 1978.
pequeña cofradía lograron desarrollar la capacidad de decisión u opción, Concilio Vaticano II, Comentarios a la Constitución sobre la Iglesia. Madrid: Biblioteca
que se manifiesta en la utilización del sistema judicial para obtener el re- de Autores Cristianos, 1966. 54.
conocimiento de derechos que les pertenecían. Cordero Fernández, Macarena. “Precariedad del proyecto disciplinador de la Co-
Incluso más, al generarse una vinculación cultural de los cofrades, rona e Iglesia en el siglo XVIII: Las doctrinas periféricas de la diócesis de
a través de la devoción a la Virgen de Guadalupe, se originó el sentido de Santiago de Chile”. Eds. Rafael Gaune y Verónica Undurraga. Formas de
pertenencia a una instancia que se proyectó al momento de poner en mo- Control y Disciplinamiento. Chile, América y Europa, siglos XVI-XIX. Santiago:
Uqbar, Instituto Riva Agüero, 2014. 143-166.
vimiento el sistema judicial eclesiástico. En efecto, los indígenas mediante
su práctica judicial, esto es, la de demandar a la familia Astorga, dieron —. Innovaciones en el sistema judicial del Antiguo régimen por efecto de prác-
ticas judiciales y adecuaciones institucionales realizadas en las visitas de ido-
cuenta no solo del conocimiento que tenían del sistema cultural jurídico
latría en Lima durante el siglo XVII. Revista de estudios Históricos jurídicos.
colonial, sino que, además, demostraron la unidad e identificación entre XXXIII. 2011. 445-461.
ellos gracias al culto mariano a Guadalupe.
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Jaime Valenzuela Márquez Confesando a los indígenas

Confesando a los indígenas.


en la Europa previa a la conquista de América. Un punto de referencia podría ser el
Pecado, culpa y aculturación en América colonial1 IV Concilio de Letrán (1215-1216), a partir del cual este sacramento fue un acto
obligatorio y anual para todos los fieles, dando nuevas responsabilidades a los sacer-
dotes, quienes serían los encargados de recoger la declaración de pecados y guardar-
Jaime VALENZUELA MÁRQUEZ la en secreto (Delumeau 1992). Ello cobrará una renovada importancia hacia fines
Pontificia Universidad Católica de Chile del Medioevo, cuando la antigua penitencia comunitaria y absolución general
Instituto de Historia —efectuada normalmente el día de Pascua de Resurrección— irá siendo reemplaza-
jvalenzm@uc.cl da por un rito individual (Lemaître 1983).
«Con frecuencia he encontrado las representaciones más seductoras El sacerdote debe preparase, además, para efectuar las preguntas correctas, pues
del pecado precisamente en las páginas de los hombres más virtuosos, ahora la confesión será auricular e interrogatoria. De ahí la importancia del surgi-
que condenaban su fascinación y sus efectos» miento de una literatura orientada a ayudarlos en esta nueva tarea: los manuales de
Reflexión de Adso de Melk en El nombre de la rosa, de Umberto Eco confesión. Se trata de verdaderos resúmenes sistemáticos —summae confessorum—
Recibido: 2 de julio de 2006
Aceptado: 22 de enero de 2007
con listas de pecados, preguntas y ritos asociados al sacramento, y con un volumen
de páginas modesto que rebajaba su costo y facilitaba su uso práctico cotidiano
RESUME (Azoulai 1993: 20).
El artículo explora los usos dados al sacramento de la penitencia en la perspectiva del cambio cultural que se La evolución de estos manuales, por su parte, siguió la complejidad creciente del
buscaba imponer entre los indígenas. Los manuales de confesión son analizados como parte de una estrate-
gia destinada a aculturizar las prácticas consideradas moralmente incorrectas, en un discurso que subraya la
«examen de conciencia» individual, que se ligó paralelamente al efecto provocado
omnipresencia del pecado, la necesidad de introspección de la memoria, la verbalización de las faltas ante un por la nueva concepción del pecado impuesta por Letrán y al surgimiento de un ter-
mediador acreditado de la divinidad y el necesario castigo simbólico y purificador. Los cuestionarios y la pro- cer espacio en el Más Allá: el Purgatorio. Como lo ha mostrado Jacques Le Goff, el
pia labor del sacerdote, participan, así, de un «juego de espejos», que digiere, negativiza y devuelve al peni- Purgatorio implicó una focalización del interés en la muerte individual y en el juicio
tente sus propias experiencias, buscando el cambio a través de la culpabilización interna de cada individuo.
que la sigue (Le Goff 1981). Siendo un periodo de sufrimiento transitorio, cuya
Palabras clave: América colonial, confesión, indígenas, aculturación. duración dependerá principalmente de la cantidad y calidad de las faltas cometidas
Confessing the Indians. Sin, Guilt and Acculturation in Colonial Spanish America en vida, la persuasión ejercida por el sacerdote, a fin de provocar el necesario senti-
miento de culpa, como paso previo a un adecuado examen de conciencia, examen
ABSTRACT
The article explores the uses given to the penitence sacrament in the perspective of the cultural change of the
que conduzca al individuo a una detallada y completa confesión de sus pecados y,
Indians. The confessional manuals are analyzed as a strategy aimed to acculturate the moral practices which finalmente, el cumplimiento del castigo simbólico dirimido a la luz de dichos
were considered incorrect. The change is intended trough a discourse that includes the omnipresence of the manuales, se transformaron en las modalidades expiatorias imprescindibles para
sin, the need of introspection of the memory, the communication of faults to the priest and the necessary recuperar la gracia divina.
symbolic punishment. A «mirror game» that seeks the change trough the inner guilt of each person.
En 1551 el concilio de Trento reforzará el contenido y función de la penitencia en
Key words: Colonial Spanish America, confession, Indians, acculturation. su definición dogmática (Bossy 1975). Así, contradiciendo la crítica protestante, la
Sumario: 1. Significados y funciones de la penitencia contrarreformista. 2. Normas e instrumentos para el Iglesia reafirmaba su sacramentalidad y el carácter divino de su institución, la obli-
«Nuevo Mundo»; 3. El lenguaje: del «saber» al «poder» 4. Homologaciones heterodoxas: «pecados» y «con- gatoriedad de confesar todos los pecados mortales y el rol esencial que debía cum-
fesores» indígenas 5. El rol del sacerdote 6. El sentimiento de culpa como estrategia de aculturación 7. plir el sacerdote, como consignatario de la llave ritual que podía abrir la puerta del
Referencias bibliográficas.
Cielo a los pecadores, pues podía absolver las faltas en nombre de Dios. Asimismo,
se reforzaban y se configuraban, minuciosamente, los tres actos que la componían:
contrición, confesión y satisfacción (Lacoste 1998: 885).
1. Significados y funciones de la penitencia contrarreformista El primer acto apunta a que el penitente «sienta» un rechazo «manifiesto» de los
pecados cometidos, un arrepentimiento por haber ofendido a Dios, acompañado por
Antes de acercarnos a nuestro sujeto de estudio, es necesario observar las carac- la intención de no reincidir en ellos (Peña Montenegro 1668: sesión XI). Estando
terísticas que habían desarrollado el discurso y la práctica de la penitencia católica «contrito», abatido psicológicamente por este sentimiento de culpa, el penitente
debe someterse a un examen introspectivo personal, con el fin de recordar los peca-
1
La investigación para este artículo fue realizada durante una estadía en la John Carter Brown Library dos mortales —la confesión de faltas veniales es facultativa— y las condiciones en
(Providence, Rhode Island) durante el invierno de 2000, gracias a la beca «María Elena Cassiet». Allí se con- que los cometió. El paso siguiente es su verbalización, la confesión auricular ante el
sultaron los principales libros impresos que sustentaron nuestra reflexión, en las ediciones originales de los
textos de Joan Baptista, Ludovico Bertonio, Francisco de Lorra Baquio, Juan Machado de Chaves, Alonso de sacerdote, enumerando detalladamente las faltas que se han recordado. Luego viene
la Peña Montenegro y Juan Pérez Bocanegra. la absolución, que se plantea como un verdadero «acto judicial», mediante el cual el
Revista Española de Antropología Americana 39 ISS: 0556-6533 40 Revista Española de Antropología Americana
2007, vol. 37, núm. 2, 39-59 2007, vol. 37, núm. 2, 39-59
Jaime Valenzuela Márquez Confesando a los indígenas Jaime Valenzuela Márquez Confesando a los indígenas

sacerdote remite la falta y el castigo post mortem que ameritaba, asignando al peni- te, un «estado tan peligroso, donde puede perder en un sólo minuto cuanto ha gana-
tente una pena temporal simbólica —oraciones, ayunos, limosnas— a la cual debe do en el discurso de su vida» (Baptista 1600: 75v).
dar satisfacción. Cumplida esta, el «delito» contra Dios es borrado, pues la absolu- No sólo había que evitar morir sin haber sido confesado, sino que el examen de
ción postridentina tiene un alcance performativo y no solamente declarativo conciencia debía ser sincero y la verbalización de las faltas completa y detallada,
(Lacoste 1998: 882-885). como único medio para que el sacramento adquiriese validez y efectividad:
Este sacramento brindaba, así, una capacidad de «negociación» entre los fieles y «Y mira que no escondas ninguno que sea mortal, no lo dejes por negligencia, ni por
Dios, puesto que aquellos podían restaurar la relación privilegiada que este último miedo, ni por vergüenza; porque si así lo dejas, tu confesión no vale nada, antes haces
había construido con ellos cada vez que lo considerasen necesario, a través de los nuevo pecado» (Lorra Baquio 1634: 44r).
pasos rituales previstos para la ocasión. Esto no sólo permitía evitar el castigo eter-
no en el Infierno, sino también disminuir el castigo temporal en el Purgatorio, que Dicha tensión existencial era alimentada por el maniqueísmo medieval en mate-
no se representaba menos terrible (Bertonio 1612: 213r-215r). ria de justicia, que oscilaba entre los extremos de la gracia y el castigo completo,
No obstante, el requisito esencial para que esta «negociación» ritual tuviese el siendo este último el más recurrente en los discursos eclesiásticos. En efecto, desde
efecto esperado, consistía en que el individuo se sintiera efectivamente culpable de los textos teológicos a los sermones, la Iglesia desplegaba un discurso que estigma-
las faltas cometidas y que estuviese realmente dispuesto a enmendarlas. Así, entre la tizaba al mundo terrenal como eminentemente pecador, caracterizando al ser huma-
serie de «ejemplos» descritos por teólogos y padres de la Iglesia, que recoge y tra- no con una frágil voluntad a la hora de ser tentado por el demonio y «naturalmente»
duce al aymara el Confessionario del jesuita Ludovico Bertonio, se señala el caso de inclinado a transgredir las normas divinas:
un clérigo que, si bien murió con todos los sacramentos en regla, no tuvo un verda- «Porque es de saber, que por el pecado original de los primeros padres, cayó en nos-
dero propósito de enmendar su conducta y se fue al Infierno (Bertonio 1612: 222r- otros una grande enfermedad, y pobreza, con que estamos todos flacos y temblando,
225r). El penitente podía engañar eventualmente al sacerdote, pero no a la omnis- y sin fuerzas; y se ve en que nuestro corazón siempre se inclina al pecado, y este nos
ciencia divina: «Mira, que dios ve, cuanto haces, por muy secreto que sea, y que es empobrece, hace enfermar, pone en peligro, y desmaya a nuestra ánima, y a nuestro
cuerpo» (Lorra Baquio 1634: 18v).
terrible, cuando se enoja, contra los que quitan su honra», señalaba Pérez Bocanegra
a los indios de los Andes (Pérez Bocanegra 1631: 390r). Bertonio, por su parte, en La lógica que emana de las conclusiones de Trento y de las discusiones de trata-
el capítulo dedicado a las amonestaciones al penitente, apuntaba que distas canónicos posteriores, apunta a generar una asociación adecuada entre la
«…aunque nuestro señor Dios sabe todas tus culpas y pecados, empero conviene que «contrición» —rechazo de los pecados por ser faltas cometidas contra Dios, deseo
tu los declares y digas ahora delante del sacerdote, porque es la voluntad de nuestro de no volver a cometerlos por amor a la divinidad— y la «atrición» —rechazo a los
señor Dios que tu mismo los digas y declares, para que te humilles y avergüences» pecados por temor a la condena eterna en el Infierno—. Oficialmente, la contrición
(Bertonio 1612: 15r). se erigía como la auténtica fuente del arrepentimiento, que conducía —en contrapo-
sición al discurso protestante— a la remisión de los pecados y al perdón divino
Por ello resultaba imprescindible para la Iglesia generar un discurso persuasivo y (Delumeau 1983).
disuasivo tan poderoso y convincente que mantuviera a los fieles en estado de ten- Pero la Iglesia contrarreformista, como hemos visto, no pudo escapar a lo que
sión permanente respecto a su paso inminente al Más Allá: Jean Delumeau define como una «pastoral del temor», que mantuvo su predominio
«Acuérdate que has de morir —apunta Pérez Bocanegra— y que no sabes cuando. Y como herramienta de persuasión y de disuasión hasta el siglo XVIII. Más aún si, en
que si te hubieses muerto, sin haberte confesado, y sin haberte pesado de tus pecados, el caso hispanoamericano, los autores de los manuales de confesión coincidían en
fueras a penar al infierno para siempre jamás» (Pérez Bocanegra 1631: 382r). que los indígenas, «por ser comúnmente gente de cortos entendimientos, no alcan-
zan la calidad que ha de tener la contrición», llegando a confesarse «sin dolor ni
Juan Machado de Chaves, arcediano de la catedral de Trujillo, recomendaba a los
arrepentimiento de sus pecados» (Baptista 1600: 2r).
confesores que procurasen por todos los medios posibles persuadir al penitente para
La generación de temor se percibió, entonces, como un mecanismo útil y necesa-
que tuviese reales propósitos de arrepentimiento y enmendamiento,
rio para la cristianización de los neófitos americanos, imponiéndose la atrición como
«... proponiéndole algunas razones acerca de la fealdad, y malicia del pecado, de la el espacio privilegiado para intentar el cambio cultural.
brevedad de la vida, de la certidumbre de la muerte, y como se acaba todo con ella en De esta forma, por ejemplo, en el capítulo dedicado a enseñar el acto de contri-
un momento, del cual pende y ha de comenzar una eternidad de gloria, o de pena eter- ción «a los rústicos», Peña Montenegro propone la imagen del alma del pecador
na» (Machado de Chaves 1641: 801r).
«…como cercada de ejércitos de perros, leones, toros, serpientes y otros fieros anima-
Otro texto, titulado Advertencias para los confessores de los naturales, subraya- les, que la espantan con sus bramidos, y la despedazan con sus bocas, y la desgarran
ba la importancia de la administración de la eucaristía en la inminencia de la muer- con sus uñas, y como gusanos la muerden...» (Peña Montenegro 1668: 313r).

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Jaime Valenzuela Márquez Confesando a los indígenas Jaime Valenzuela Márquez Confesando a los indígenas

Por su parte, el catecismo elaborado por Lorra Baquio pregunta, en castellano y formando un completo manual para uso del clero local (AA.VV. 1584-1585). En
en náhuatl: «¿A donde irán los malos y los pecadores cuando mueran?»; y respon- México, también con el tercer concilio de esa arquidiócesis (1585), aparece la obli-
de, en seguida: gación de utilizar manuales bilingües para catequizar y confesar a los indios.
«Irán al infierno, lugar de eterno trabajo, tormento, y llanto, porque no guardaron los En relación con los manuales de confesión propiamente tales —una treintena para
divinos mandamientos, porque no hicieron penitencia, porque no se enmendaron y todo el continente a lo largo del período colonial—, se observa un trasfondo estere-
con lágrimas no merecieron el perdón de sus pecados, sino que murieron en ellos. O, otipado evidente, tanto en la estructura como en sus contenidos doctrinales. Ello,
desdichados y miserables, porque allá habrá todo dolor, escocimiento, y llamas eter- pese a que la elaboración, contenidos específicos y universos humanos a los que
nas, tristeza, enfermedad, penas, llantos, mucho frío, y mucho calor, y esto jamás se estaban dirigidos eran diversos. No obstante, se destaca una incongruencia estructu-
les ha de acabar, ni tendrá fin; allí no hay que esperar bien, ni alegría alguna» (Lorra ral en relación al momento teológico que estaba viviendo el «Viejo Mundo» católi-
Baquio 1634: 30v-31r). co. En efecto, la confesión de tipo interrogatorio, vigente desde 1215, pasó a ser
La «pastoral del temor» sirve, por lo demás, para alimentar la legitimidad y valo- caduca con el Concilio de Trento, que estipulaba que debía ser el mismo penitente,
ración colectiva del sacramento de la confesión como el acto ritual oficial —aparte luego de un «libre» examen de conciencia, quien elaborase la lista de sus pecados
de las acciones de mortificación expiatoria voluntaria, como procesiones penitencia- para enumerarlos ante el confesor. Esta decisión conciliar no tendría validez en
les, uso de cilicios en el cuerpo, etc.— que permitía borrar «cualquier pecado, por América, toda vez que los indígenas no serán vistos con el mismo grado de madu-
muy abominable y grande que sea» (Bertonio 1612: 63r; Delumeau 1992: 45-61). rez y de responsabilidad «adulta» que la nueva práctica confesional le asignaba a la
Más aún, a lo largo del siglo XVII ella se verá potenciada con el recurso a una esté- comunidad de creyentes europeos. Los autores constataban, así, que la «ignorancia
tica barroca orientada a cautivar psicológicamente y a provocar determinados senti- invencible» hacía que no declarasen sus pecados a menos que se les interrogase en
mientos entre los espectadores (Maravall 1980). A ello se sumaba el acento puesto forma detallada, «y verdaderamente algunos hay tan rústicos, que por su grande tor-
en el momento angustiante de la muerte, la revaloración de la omnipresencia de las peza de entendimiento, ni aprehenden, ni hacen concepto de esta obligación» (Peña
fuerzas del mal en la tierra y las consecuencias que ello traía para los hombres, mani- Montenegro 1668: tratado 3º, sesión I). Por ello, las reprensiones que acompañaban
festadas en el castigo divino de las calamidades naturales. a cada mandamiento en las exhortaciones previas a la confesión debían ser «las más
En el caso de la experiencia hispanoamericana, más bien que aspectos y ejemplos fáciles, e inteligibles [...], para gente tan incapaz, como son estos naturales, y tan
positivos e imitables, prevalecerá una moral minimalista predominantemente nega- dados a los vicios» (Pérez Bocanegra 1631: 386r).
tiva, con un discurso que marcará las leyes que no pueden ser transgredidas, las fal- Los manuales hispanoamericanos, así, se aparentan más a los penitenciales
tas que deben ser evitadas, los modelos que no pueden imitarse, etc. (Azoulai 1993: medievales, pues presentan las preguntas del interrogatorio clasificadas según el
21). Un claro ejemplo de ello son, justamente, los cuestionarios elaborados para inte- orden de los diez mandamientos, a lo cual se agregan, en los textos más elaborados,
rrogar a los indígenas en el momento de su confesión. otros interrogatorios consagrados a los pecados capitales, a los mandamientos de la
Iglesia, a los cinco sentidos, a las virtudes cardinales y teologales, etc., en la más
pura tradición teológica medieval. Además, se reforzaba la exigencia de una confe-
2. ormas e instrumentos para el «uevo Mundo» sión exhaustiva de los pecados, del número de veces en que los cometió, de sus deta-
lles y de sus circunstancias.
La evangelización y la confesión postridentina fueron generalmente adaptadas en Siguiendo estas mismas pautas, la confesión indígena encarnará pedagógicamen-
Hispanoamérica a través de los textos conciliares y sinodales elaborados localmen- te ese momento del ritual católico en el cual la intimidad cotidiana de los fieles es
te. En ellos se recoge la necesidad europea de sistematizar el sacramento a través de evocada en sus más mínimos detalles y excesos. Los manuales impresos presentan,
manuales impresos que sirviesen como instrumentos prácticos para el clero que pues, una lista de preguntas —con su correspondiente traducción al idioma o dialec-
misionaba «en terreno» y que a la vez marcara la normativa doctrinal vigente. to local—, generalmente muy minuciosas, que ayudaban al sacerdote a «auscultar»
Recordemos que la imprenta llega a México hacia 1533 y a Lima hacia 1583. Esta la intimidad del penitente que acudía ante él. Es importante agregar que estos
última fecha coincide con la celebración del tercer concilio limense, evento de gran manuales se presentaban como una guía de apoyo para el interrogatorio, quedando
importancia para la cristianización de América del Sur, pues significó la adaptación a discreción del confesor la elección de las preguntas que le convinieran, en función
y aplicación pastoral de las conclusiones de Trento a la realidad local. de la calidad del penitente (sexo, edad, condición social, etc.).
En efecto, a partir de sus conclusiones se elaboraron tres textos fundamentales y Lo interesante para el historiador que se aventura en este sujeto de estudio es que,
de amplia difusión en el continente: una doctrina cristiana, dos catecismos (mayor y sobre la base estereotipada de la lista de mandamientos y de pecados definidos ori-
menor) y el primer manual de confesión —confesionario— sudamericano. Los tres ginalmente para el mundo europeo, los autores de manuales americanos, general-
textos fueron impresos en versión trilingüe (castellano, aymara y quechua), en 1585, mente conocedores de la realidad sociocultural para la cual escriben, incorporan en
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sus cuestionarios una serie de prácticas y de experiencias locales que son vistas, a su Hispanoamérica, hayan sido elaborados por sacerdotes con experiencia pastoral en
vez, como los «pecados del Nuevo Mundo». las regiones y etnias respectivas. Según Peña Montenegro:
«...importa mucho, que para traducir el catecismo en lenguas diferentes, sea en con-
sulta, y junta de los más entendidos y peritos en la lengua, juntándose todos, aunque
3. El lenguaje: del «saber» al «poder» estén en diferentes, y distantes lugares, y sean de diferentes religiones [...]. Y lo
mismo se entiende de los confesionarios que se han de traducir, porque en negocios
Confrontado a culturas radicalmente diferentes, el clero comprendió rápidamente de tanta importancia se debe buscar el modo más cierto, para que tenga punto fijo lo
que si quería hacer inteligible el mensaje evangélico debía adaptarlo a las singulari- que una vez se enseñare» (Peña Montenegro 1668: 122r).
dades de la realidad americana. Los manuales de confesión fueron elaborados con
El sacerdote se convierte, así, en un «etnógrafo», encargado de sistematizar la
esta perspectiva. Las preguntas hechas al penitente debían tener cierta pertinencia, información recogida en el contacto «en terreno» y de ponerla al servicio de nuevos
dado que el interrogatorio penitencial debía apoyar la enseñanza del catolicismo y la agentes cristianizadores. Ello apuntaba a la necesidad de calar profundamente en las
represión de los antiguos modos de vida. prácticas y representaciones más íntimas y en todas aquellas sutilezas culturales que
El principal sacramento, el bautismo, por ser una celebración donde priman ges- pudiesen confundir al confesor. Así lo advierte Pérez Bocanegra, al justificar la ela-
tos simbólicos y palabras sacramentales adscritas al ritual, no planteaba mayores boración de su Ritual formulario:
problemas lingüísticos a los misioneros. Baste recordar los bautismos masivos que
se ejecutaban a lo largo del continente sobre indígenas que no conocían el idioma, «...declarando por muy menudo, todas las maneras comunes, y exquisitas, que tienen
el contenido, ni los principios básicos del dogma respectivo (Foerster 1990). El sólo los indios de pecar; y no remitirlas a la insipiencia, y mal examinada conciencia del
indio, o india penitente; que jamás se confiesan bien, sino muy preguntados» (Pérez
hecho de ejecutar los pasos rituales correspondientes marcaba la inmediata incorpo-
Bocanegra 1631: 105r).
ración de los «ex-paganos» al universo de los cristianos, en una lógica ex opere ope-
rato que permitía ir más allá de los significados que los diversos actores involucra- Se necesitaba, en consecuencia, una guía práctica que diera a conocer los hábitos
dos asignaban al evento. Y, si bien luego de una primera etapa en que prima el ritual cotidianos, las prácticas sexuales, las concepciones morales, las incompatibilidades
expeditivo —sobre todo por parte de los franciscanos—, ya hacia mediados del siglo matrimoniales, etc. Es decir, un catálogo lo más completo posible de los códigos cul-
XVI se estipulaba la necesidad de inculcar algunos rudimentos básicos de la fe como turales a través de los cuales se regían los comportamientos humanos para poder
condición previa al sacramento, ello no se planteaba más allá de ser una memoriza- «escudriñar diligentemente la conciencia del pecador» (Baptista 1600: 13r). El
ción mecánica de tipo formal. mismo Pérez Bocanegra comienza su obra señalando que hace más de veinte años
El verdadero esfuerzo de la Iglesia para el adoctrinamiento «avanzado» de los que acabó de escribir el texto, y desde ese momento ha estado corrigiéndolo, basa-
indígenas se concentrará en la pastoral misional y en la catequesis sistemática que do en su larga experiencia:
se desplegará por parte de las órdenes religiosas diseminadas por el continente. Es «Que el haber tantos años que soy examinador, en ambas lenguas, quechua y ayma-
aquí donde el problema del lenguaje y de su efectividad codificadora para transmi- ra, en este arzobispado del Cuzco, y más de treinta que ha que administro a los natu-
tir contenidos, traducidos a lenguas vernáculas, se enfrentará a grandes desafíos. rales los santos sacramentos, y les predico el santo evangelio, me ha facilitado el
Algo similar, en el plano de los sacramentos, sucederá con la penitencia, justa- hablarla y traducirla [...]. Porque además de ser tan inteligible, así para los que admi-
mente por la necesidad de dirigir la confesión de acuerdo con un cuestionario deta- nistran los santos sacramentos como para los indios a quien se administran, está tra-
llado. De ahí el doble esfuerzo que realizan los autores de los manuales para indíge- ducido en el vulgar de los naturales de esta tierra» (Pérez Bocanegra 1631: 10r).
nas. Primero, por adecuar los textos más o menos estereotipados que llegan desde Era a partir de dicho conocimiento, de esa posesión de un «saber», que la Iglesia
Europa a la realidad local, integrando en los interrogatorios las prácticas, comporta- misionera y cristianizadora obtenía el «poder» para desplegar su estrategia de cam-
mientos y valores de las etnias a las cuales estará destinado el nuevo manual y que bio cultural y de implantación de su verdad evangélica (Foucault 1969 y 1993).
son considerados pecaminosos. Segundo, el esfuerzo por traducir los cuestionarios Dicho poder se basaba, justamente, en que la información recogida en los manuales
a las lenguas o dialectos de dichos grupos, pues «es menester y se requiere saber el se presentaba ordenada y sistematizada a partir del decálogo de mandamientos y de
verdadero conocimiento y fuerza del vocablo y modo de hablar que tienen» (Molina las diferentes virtudes y obras que debía cumplir un cristiano. Es decir, la informa-
1569: 2r-2v). De ahí que podamos encontrar manuales para confesar indígenas en ción «etnográfica» ya había sido «digerida» ideológicamente por el autor del manual
una quincena de lenguas, entre las cuales predominan el quechua, el aymara y el y ahora se presentaba dispuesta en el texto en función de los objetivos de la estrate-
náhuatl (Azoulai 1993: 38 y 54). gia eclesiástica. De esta manera, los manuales predefinían, a partir de la malla de
Dada la complejidad de aquellas dos tareas, no parece extraño, entonces, que la referencias doctrinales católicas, las prácticas y representaciones que debían ser
mayoría de dichos textos, así como los catecismos y sermonarios impresos para estigmatizadas y sobre las cuales el indígena debía generar un sentimiento de culpa
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que lo condujera a aborrecerla. La observación y «comprensión» del «otro» adqui- precisas y el traductor debía recurrir a aproximaciones conceptuales2. En segundo
ría, así, un fin instrumental y la información cultural se transformaba en una herra- lugar, y más grave aún, muchos de los conceptos cristiano-occidentales simplemen-
mienta al servicio de los cristianizadores; herramienta conducente, en definitiva, a te no existían ni tenían cabida en el vocabulario local, por lo que los autores y/o tra-
su destrucción (Todorov 1982). ductores de estos textos dejaban la palabra original en castellano o latín. El manual
Bajo este mismo registro se debe entender la preocupación de los manuales por de Pérez Bocanegra, por ejemplo, hacía una disquisición sobre los términos que se
alertar a los futuros usuarios acerca de las modalidades erróneas bajo las cuales se utilizaban regularmente para traducir al quechua la palabra «bautizo», llegando a la
había interiorizado entre los indígenas este sacramento, como lo veremos más ade- conclusión de que la mejor solución era el término híbrido «baptizaiqui» (Pérez
lante. Las prácticas heterodoxas no sólo respondían a la hibridación característica de Bocanegra 1631: 46r.; sobre el tema véase: Ares 1988; Morandé 1980; Oroz 1962;
los sincretismos producidos en el proceso de transculturación religiosa, sino que Salas 1992; Cisternas 1998; Solano 1991; Valenzuela 2003).
también pueden leerse como una estrategia contra-cultural de esos grupos. De ahí De esta manera, la recomposición de significados que se fue articulando entre
también el interés de los autores por especificar las contra-estrategias utilizadas para misioneros e indígenas fue bidireccional y ayudó a sentar las bases del gran proce-
engañar a los confesores, comenzando por la más corriente y simple de ellas que era so de mestizaje cultural y de sincretismo religioso que se desarrolló a lo largo del
el ocultamiento de determinadas faltas, «que fácilmente se hechará de ver, por el tra- continente y a través de los siglos coloniales.
gar a menudo la saliva, y no sosegar de rodillas, toser, mirar a una y otra parte, y No obstante lo anterior, debemos ir más allá de una lectura que de cuenta de esta
otras señales…»« (Pérez Bocanegra 1631: 111r). recomposición como una suerte de fracaso inevitable para el proyecto de hegemonía
Otro problema se presentaba en el momento de traducir a las lenguas y dialectos religioso-cultural que pretendía la Iglesia en Hispanoamérica. Si bien es cierto,
vernaculares los cuestionarios y declaraciones de fe previstas en los manuales ame- dicho proyecto no cumplió con sus objetivos postridentinos originales, las estrate-
ricanos. Aquí cobraba toda su importancia la experiencia en el manejo del idioma gias diseñadas por los misioneros a nivel local permitieron un original proceso de
por parte de religiosos experimentados en la actividad misional, que pudiesen mane- cooptación cultural. Proceso anclado, precisamente, en aquella necesidad de cono-
jar no sólo la traducción literal sino, en particular, los significados culturales especí- cer, manipular y acomodar los idiomas nativos. En otras palabras, el hecho de recu-
ficos asignados por las etnias a los códigos lingüísticos. rrir a palabras y significados indígenas para canalizar la doctrina católica permitió a
El gran desafío para el catolicismo misionero, por lo tanto, era vincular lo más los misioneros «cargar», de cierta manera, a dicho vocabulario —y a las prácticas y
estrechamente posible el significado canónico-doctrinario de los conceptos y conte- experiencias socioculturales a que se referían— con los significados propiamente
nidos de su religión a los conceptos indígenas y a su uso concreto en las realidades católico-occidentales (Baudot 1996).
locales. Pero este objetivo chocaba con obstáculos de comunicación que sólo podí- Esta hipótesis de trabajo apunta, sin duda, a dar cuenta de un proceso de «coloni-
an ser superados a costa de sacrificar el sentido occidental final del corpus ideológi- zación del imaginario» —según la frase acuñada por Serge Gruzinski (1991)— que
co que se trataba de inculcar a las múltiples, diversas y complejas etnias que pobla- se puede detectar en el estudio de sermones, cartillas de catequesis, múltiples doc-
ban el «Nuevo Mundo», a lo que se debe agregar el escaso número de sacerdotes trinas y catecismos impresos en idiomas o dialectos americanos y confesionarios, y
realmente preparados y versados en dichos idiomas, que se explicita en los propios textos de los concilios y sínodos diocesanos llevados
«De manera, que cada uno de nosotros, conforme la ciencia, devoción, o prisa que
a cabo en el continente.
tiene, pregunta, traduce, y administra, quita, y pone, haciendo nuevos rituales, y Así, en las actas del primer concilio americano, celebrado en Lima en 1552, se
viciando las formas de los sacramentos, sin propiedad» (Pérez Bocanegra 1631: 10r). trató el problema del idioma de catequesis, recogiendo la dificultad para hacer com-
prender el significado y la obligación de los sacramentos. Frente a ello se enfatiza-
Alonso de la Peña Montenegro, a su vez, es enfático en señalar que, en las «pro- ba la necesidad indispensable de una catequesis regular y se incitaba al clero a pro-
vincias nuevas de infieles», donde los curas a cargo no tengan buen manejo del idio- seguir en el aprendizaje de las lenguas locales —y no a enseñar el castellano a los
ma local, indígenas—, aunque reconocía el problema de base que conllevaba la escasez de
«...pecará el predicador que en la lengua mal sabida quiera predicar, y declarar los efectivos religiosos. También se recomendaba una mejor distribución geográfica de
misterios profundos de nuestra santa fe; la razón es clara, porque quien no sabe muy los sacerdotes políglotas y una estadía lo suficientemente larga en un mismo lugar
bien la lengua, se pone a riesgo y peligro manifiesto de enseñar algunos errores, o (Vargas Ugarte 1951).
decir proposiciones malsonantes y absurdas por falta de términos, por la cortedad de Por su parte, en las conclusiones del segundo concilio limense (1567) se reforza-
la lengua, y por no saber la propiedad de los términos» (Peña Montenegro 1668: 122r). ba lo diseñado en el anterior: los problemas lingüísticos no se habían resuelto, pero
Con ello se entraba, necesariamente, en una encrucijada que conducía a una
reconstrucción mestiza de los signos y de los significados (Ricoeur 1998). En pri- 2
El autor de las Advertencias para los confessores de los naturales, por ejemplo, ponía en guardia a los
mer lugar, por el hecho de que los mismos códigos lingüísticos nativos imponían una curas de indios con respecto a los conceptos utilizados erróneamente para traducir y explicar en nahuatl la
reacomodación que muchas veces era sustancial, pues en general no había palabras Trinidad, y que habían generado una confusión ya arraigada entre los indígenas (Baptista 1600: 52r-53v).

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el recurso a intérpretes se mantenía prohibido. Se privilegiaba el incentivo a sacer- timiento y a la absolución. En la cosmovisión indígena prehispánica, en cambio, el
dotes que conocieran el quechua para dedicarse a la administración de la penitencia orden del universo depende en principio de la divinidad y no de los hombres, fuesen
y, por primera vez en el continente, se evoca la necesidad de contar con un «confe- estos los peores «pecadores». El «pecado» es vivido, por lo tanto, como un trastor-
sionario práctico» para uso de dichos confesores, que el concilio ordena componer no colectivo y un daño que procede del exterior, el cual se expresa en calamidades
a los conocedores de las lenguas indígenas. Como hemos visto, este no sería elabo- físicas —como la enfermedad— o naturales —como la sequía—.
rado sino hasta el tercer concilio, en cuyas conclusiones, por cierto, se reiteraba la A partir de esta relación, entre «pecado» y calamidad, los indígenas —al menos
prohibición de recurrir a intérpretes (Lisi 1990). para el caso de México— realizaban un rito de purificación expiatoria orientado a
Respecto a este último punto, sin embargo, los manuales redactados con posterio- restaurar el orden perdido, rito que los «etnógrafos» eclesiásticos homologaron con
ridad recogen la costumbre ya lícita de utilizar estos intermediarios culturales e el sacramento de la confesión cristiana, aunque estigmatizándolo como una práctica
incluso señalan la «obligatoriedad» de recurrir a ellos en caso de que el sacerdote «pagana». La asociación aparecía tanto más clara cuanto que dicho rito comprendía
detecte inconvenientes insalvables para una administración efectiva del sacramento ayunos rigurosos, penitencias y mortificaciones corporales.
(Peña Montenegro 1668: 329r-330r). La preocupación, ahora, es de solucionar los De ahí que los cronistas eclesiásticos se abocasen a describir las características y
problemas inherentes a esta cesión de control que implicaba dejar en manos de un fórmulas rituales de estas prácticas «heréticas», precisando los períodos en que exis-
tercero el conocimiento del secreto de confesión y la interpretación bidireccional de tía ayuno tradicional entre los indígenas, con el fin de que los párrocos y misioneros
un rito esencialmente hablado. pudiesen detectar su manifestación. En Perú, por ejemplo, los llamados «extirpado-
res de idolatrías» del siglo XVII consignaron el testimonio de ayunos asociados a
ceremonias purificadoras que denominaban «confesión» (Duviols 1986: 90).
4. Homologaciones heterodoxas: «pecados» y «confesores» indígenas Robert Ricard, al describir la experiencia de la confesión en el México del siglo
XVI, señala que los franciscanos a cargo de la cristianización se cuidaban de asig-
Desde el comienzo de la cristianización del «Nuevo Mundo» la Iglesia constató nar penitencias leves, «para no desalentar a los recién convertidos, para no apartar-
que existían experiencias y prácticas indígenas que podrían homologarse a aquellas les de la práctica de la confesión o ser ocasión de que ocultaran sus pecados por
que trataban de imponer. Así sucedía, por ejemplo, en el caso de la noción de trans- temor de lo que les pareciera castigo». No obstante, algunos indígenas las aumenta-
gresión religiosa que, tanto en el mundo andino como en el mexicano, los sacerdo- ban, agregando castigos corporales como el ayuno y disciplina. Incluso, según este
tes católicos tendieron a asimilar con la noción de pecado occidental. Aquí encon- autor, se sentían defraudados si el religioso no se las imponía. Muchos tenían cos-
tramos un ejemplo específico de los problemas de interpretación y de traducción con tumbre de disciplinarse los viernes de Cuaresma, así como en tiempo de sequía o
que se enfrentó el clero en Hispanoamérica, y que analizamos en párrafos anterio- epidemias (Ricard 1986: 215; Baptista 1600: 6r; Peña Montenegro 1668: sesión III).
res. En efecto, tanto el contenido y significado de la noción como el propio signo Los sacerdotes caían, así, en una ambigüedad insalvable, pues dichas prácticas
lingüístico que los autores tomaron de los idiomas nativos para traducir el término formaban parte, al mismo tiempo, de la tradición indígena y del arsenal expiatorio
«pecado» hacían referencia a situaciones y contextos muy diferentes a la culpabili- privilegiado por la religiosidad católica postridentina. El temor permanente era de
dad cristiana3. que se entregaran a ellas movidos por un celo «pagano». De ahí la necesidad de
Interiorizado y asociado a la responsabilidad individual, el pecado cristiano se recurrir a un clero conocedor de las culturas locales y a curas doctrineros ambienta-
inscribe en una concepción moral de la vida y puede desaparecer gracias al arrepen- dos en las sutilezas de sus parroquias y preocupados por la instrucción de sus feli-
greses en la recta doctrina y en los significados «correctos» de cada ceremonia. Gran
parte de los manuales de confesión, por ejemplo, contemplan la indicación de que se
3
La concepción andina del «pecado», por ejemplo, tenía raíces bien diferentes a la religión cristiana pues, debe informar sobre las fechas del ayuno católico.
mientras en esta la transgresión no es inmanente —ya que interviene el libre albedrío— en la cosmovisión La existencia de nociones de «pecado» entre los indígenas y de prácticas peniten-
indígena la responsabilidad humana no existe. Así, según ciertos ciclos mitológicos, el «pecado», o más bien
una violencia desordenada, habría estado presente desde los orígenes. Entre las representaciones de la divini- ciales asociadas a ellas, si bien no correspondían al universo de representaciones
dad andina Viracocha encontramos a Taguapica, héroe inmortal perturbador y sembrador de desorden. La católicas, planteaba una serie de ambivalencias y de problemas al clero encargado
misma divergencia podemos apreciar al examinar la palabra hucha, término quechua retenido por los misio- de distinguir lo incorrecto y de actuar sobre ello para erradicarlo. Dicha ambivalen-
neros para traducir la noción de pecado en el mundo andino. Pero el término también hace referencia a aspec-
tos ligados con la administración de justicia. En este contexto, el término hucha se asocia a la idea de un cam-
cia se tornará aún más ambigua en la medida en que el tiempo vaya pasando y el
bio de estado, el paso del desorden, de una falta de armonía, a una ulterior de orden. No existe ninguna noción mestizaje religioso de paso a prácticas híbridas aún más peligrosas para la Iglesia,
de falta en el sentido cristiano del término. Hucha expresa un desequilibrio que incorpora los trastornos entre pues podían transformarse en una contra-estrategia cultural.
las dinastías familiares y las fuerzas naturales, lo que a su vez provoca trastornos físicos como enfermedades, Así sucedió con la evolución histórica que vivió la práctica prehispánica que los
pestes y catástrofes naturales. Esta concepción parece muy próxima de la que se tiene en México precortesia-
no. Allí, el «pecado» o tlatlacolli es aquello que corrompe la armonía, trastorna el equilibrio social, físico o sacerdotes católicos llamaron «confesión». En efecto, en los momentos en que se
metafísico, causando la muerte, la enfermedad, etc. (Azoulai 1993: 73-75; Lorra Baquio 1634: 8r). manifestaban los efectos físicos —enfermedades, sequías, etc.— de un trastorno
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cosmológico, los indígenas recurrían a sus intermediarios ante la divinidad para pro- El sacerdote aparece verdaderamente como un juez que debe conocer todas las
ceder a los ritos de purificación y de mortificación que permitieran restaurar el peripecias del delito, y que evalúa y contrasta la gravedad de las faltas. De hecho, el
orden. Los manuales de confesión evocan frecuentemente la existencia de estos propio texto tridentino señalaba que los fieles comparecen «en tanto culpables
«confesores» indígenas, señalando que se trataría de una supervivencia de ritos pre- delante del tribunal de la penitencia» (AA.VV. 1564). Otra de las exigencias, la obli-
hispánicos. No obstante, estos textos también denuncian que se estaría ante una gación de confesar el número de ocasiones en que se ha cometido cada pecado,
«suplantación», pues muchas veces los indígenas efectuarían la confesión de sus apunta a reforzar la obligación de transparencia. Tanto en los discursos preliminares
pecados ante dichos representantes más bien que ante el sacerdote católico (Pérez —ligados al examen de conciencia— como en el interrogatorio penitencial, y espe-
Bocanegra 1631: 111r, 133r, 137r y 146r). cialmente para los pecados «de la carne», el sacerdote se hace inquisidor, desconfía
Un testimonio explícito nos llega a raíz de los procesos de «extirpación de idola- de los indígenas que, «son tan torpes, y lo ordinario llegan sin examen [de concien-
trías» llevados a cabo en la zona andina de Cajatambo. Pierre Duviols examinó las cia], que en cuanto al número [de pecados] dicen lo primero que se les antoja» (Peña
declaraciones de Juan Guaraz, transcritas en 1656, en que detalla las actividades de Montenegro 1668: 306r).
Christobal Runtu y Pedro Allauca, dos «confesores» tradicionales. El testigo descri- Esta concepción acerca del rol del confesor servirá de base para todas las esceni-
be allí una ceremonia bastante particular, en la que se mezclan palabras sacadas del ficaciones rituales y expiatorias con que se revestirá a la administración del sacra-
vocabulario cristiano —como «absolución»—, reglas definidas directamente a par- mento, tanto en Europa como en América, conforme a las estrategias estéticas des-
tir de lo contrario de los mandamientos católicos, y prácticas realmente andinas arrolladas por la Contrarreforma (Azoulai 1993: 23; Prosperi 1996).
(Duviols 1986: 90-91; Estenssoro, en Millones 2002). En efecto, ya respecto de las exhortaciones y sermones que preceden a la confe-
Estamos, por lo tanto, ante un fenómeno nuevo, una institución híbrida que man- sión propiamente dicha, los textos fijan su tono y a veces incluso su «puesta en esce-
tiene signos, rituales y objetivos prehispánicos pero que también ha incorporado na». Tres temas recurrentes deben ser tocados en dichos discursos: el espacio sim-
espacios simbólicos y conceptuales de la religión de los conquistadores. Más aún, bólico ocupado por el sacerdote, la naturaleza teológica del pecado —por acción,
los testimonios indican que los indígenas acudirían ante estos «confesores» ya no
pensamiento u omisión— y la importancia del secreto de la confesión. Tres preocu-
sólo en la lógica prehispánica, sino también en el sentido otorgado al sacramento por
paciones que dan lugar a discursos de alta carga emocional (Azoulai 1993: 59;
la Iglesia. De esta forma, los feligreses confesarían sus faltas individuales con mayor
Estenssoro 2003).
regularidad ante estos «suplantadores» que ante el sacerdote católico e incluso pedi-
En primer lugar, el sacerdote debe explicar al indígena la singularidad del sacra-
rían su anuencia para cumplir con la obligación de confesión anual impuesta por la
Iglesia. Aquí no sólo estaba en juego la recta doctrina, sino incluso la función y el mento que le conferirá y el rol que ocupa como ejecutor terrenal de la divinidad:
rol del propio clero. siendo un hombre ordinario y, por lo tanto, que puede comprender las debilidades
del penitente, en el momento de la celebración se transforma en una encarnación
provisoria de Dios, adquiriendo el derecho de recoger sus secretos y el poder para
5. El rol del sacerdote lavar sus faltas (Azoulai 1993: 59). El sacerdote católico se presentaba en un rol clá-
sico, factible de ser asimilado por el indígena a los administradores de sus propias
Como hemos señalado anteriormente, Trento hace frente a las corrientes reformis- religiones: un mediador privilegiado entre las fuerzas sobrenaturales y los hombres.
tas reforzando, entre otras cosas, la autoridad del clero, que tiene el derecho de reci- Para ello se apoyaba en una escenificación ritual apropiada, dentro de la cual este
bir la confesión y el poder de absolver al penitente en nombre de Dios. momento preliminar permitía suscitar las emociones necesarias para seducir al peni-
La confesión postridentina no sólo individualiza la comisión de las faltas, la toma tente con respecto a la legitimidad de dicho rol, «ablandarlo» psicológicamente y, en
de conciencia de ellas y el sentimiento de culpabilidad que debe experimentar el definitiva, inscribirlo en la lógica persuasiva/disuasiva que alimentaba la estrategia
pecador, sino también la relación entre éste y el sacerdote confesor, lo que facilita de cristianización. Así, el sacerdote jugaba barrocamente entre las metáforas del
las posibilidades de disciplinamiento de las conciencias. Así, por ejemplo, las temor y de la esperanza, entre las diatribas amenazantes de castigos horribles y las
Advertencias elaboradas por Pérez Bocanegra para servir de argumento contra los frases conmovedoras tendientes a suscitar una verdadera contrición:
sacrílegos, señalaban explícitamente: «Para persuadir con fuerza, y probar con eficacia a los indios los misterios y artícu-
«El estado eclesiástico, tiene en la iglesia de Dios, el primer lugar. Y por esta razón los de la fe católica y mandamientos de la ley [...], es medio muy eficaz [...] probar lo
son estimados los sacerdotes, y ordenados, y religiosos de todo el mundo. Y a estos que se enseña con ejemplos y comparaciones; y en tiempo de Cuaresma, que es cuan-
en particular, los llaman los indios, personas puestas en lugar de Dios. Estos sacerdo- do se han de comenzar las confesiones, se deben contar algunos graves castigos que
tes son los que consagran, comen y beben cada día el cuerpo y sangre de Cristo, y tie- Dios ha hecho a los que, callando pecados, faltaron a la integridad de la confesión,
nen tan gran poder, que abren y cierran las puertas del cielo; y a quien quieren salvan, que como son tan terrenos, no les mueve tanto la razón, como un ejemplo que se toca
y a quien no quieren condenan» (Pérez Bocanegra 1631: 420r; Molina 1569: 29r-30r). con las manos...» (Peña Montenegro 1668: 77r-78r).

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Alonso de la Peña Montenegro continúa más adelante profundizando en el uso de Por su parte, el primer concilio mexicano (1555), había determinado que los curas
esta estrategia: a cargo de las comunidades indígenas debían llevar un registro o padrón de sus feli-
«Son las comparaciones muy eficaces para persuadir con ellas a los indios, porque
greses, entregar todos los años al obispo el nombre de los refractarios o de los que
como las cosas, aunque sean espirituales, con la apariencia de las comparaciones se habían descuidado este sacramento y visar esta lista por los visitadores eclesiásticos
vienen a los ojos, y las tocan con las manos, fácilmente las alcanza el entendimiento» extraordinarios. Esta «estadística demográfica» de la población sometida a la obli-
(Peña Montenegro 1668: 77r-78r). gación de confesarse se inscribía en la necesidad de control del «otro», que promo-
vía la Iglesia en su estrategia de cristianización. El hecho de que un feligrés cambia-
Los misioneros promueven el contraste entre la exageración de los gestos y la se constantemente de confesor le permitiría, eventualmente, ocultar engañosamente
moderación de las palabras, pues, según se señala en los propios textos doctrinales, faltas que sólo el trato cotidiano y regular podría develar. De ahí que dicho concilio
el confesor debe ser afable y caritativo para acoger al que ha caído en el pecado agregaba la prohibición que pesaba, especialmente sobre los principales de las
(Machado de Chaves 1641: 793r). comunidades indígenas, de confesarse fuera de su doctrina sin la autorización del
En seguida se aborda la naturaleza de este último, momento en que el arsenal con- sacerdote a cargo (Azoulai 1993: 39).
ceptual configura las metáforas y analogías que hagan comprensible el sentido sim-
bólico deseado. Se recurre sistemáticamente a conceptos como «veneno», «mancha»
o «mala hierba»; el pecado «ensucia y ennegrece, y da mal olor» (Lorra Baquio 6. El sentimiento de culpa como estrategia de aculturación
1634: 41v). De ahí se pasa fácilmente a explicar sus efectos como «llagas» en el
alma del pecador, lo que permite incluir la metáfora tan socorrida del sacerdote- La estrategia de cristianización de las etnias nativas debía combinar la represión
médico espiritual —paralela al de juez—, que «lava» y «cura» a través del sacra- enérgica con un plan pedagógico de «concientización» que mezclara el temor y la
mento de la penitencia, la que «es una medicina general para todas las enfermeda- esperanza; que canalizara un contenido doctrinal apropiado para personas infantili-
des del alma» (Machado de Chaves 1641: 822r); un tópico recurrente, tanto en los zadas y semi-racionales a través de alegorías discursivas y formas rituales emotivas.
manuales europeos como hispanoamericanos: Una de estas vías de persuasión/disuasión que desplegó la Iglesia en el «Nuevo
«Para que pueda pues juzgar derechamente, y discernir, y apartar, entre lepra y lepra,
Mundo» fue la generalización del concepto de pecado católico y la implementación
y para que cure prudentemente, como sabio, y experto médico las enfermedades de del aparato ritual que permitía su absolución. Teólogos, párrocos y misioneros se
las almas, y sepa también aplicar a cada uno remedios más aptos y convenientes, pro- abocaron a elaborar sendos catálogos, diseñados bajo la forma de interrogatorios
cure adquirir toda la mayor ciencia, y prudencia que pudiere» (Pérez Bocanegra 1631: penitenciales, donde se detallaban las prácticas, valores y pensamientos indígenas
90r.; véase también Molina 1569: 4v; Peña Montenegro 1668: sesión XVI). que debían ser estigmatizados y, luego, eliminados. Erradicación que pasaba por
generar una voluntad en tal sentido en el interior de las conciencias de los indivi-
Por último, los sermones predicados en esta etapa previa abordan el secreto de la duos. Interesa subrayar, por lo tanto, el rol de pivote que jugaba, en el marco de esta
confesión. Este era un problema significativo a nivel local, pues se traducía en abrir estrategia de «conquista espiritual», la difusión permanente y sistemática —a través
la intimidad personal a un sacerdote con el cual el penitente indígena se topaba coti- de sermones, catequesis e interrogatorios y ritos vinculados a la liturgia de los sacra-
dianamente. Ello producía, evidentemente, una fuerte reticencia, producto de la ver- mentos— del sentido «individual» del pecado (Dompnier 1983; Gruzinski 1986).
güenza, temor o antipatía que pudiese generar el cura de la doctrina, lo que podía En la cosmovisión que se proyectaba sobre el mundo indígena, dicha noción ya
anular la efectividad del sacramento al no descargar completamente la conciencia de no sería vista sólo como una falta que atentaba contra el orden cósmico-social de la
todas las faltas cometidas. Por ello, por ejemplo, el tercer concilio de Lima preveía comunidad, sino directamente contra la relación personal con la divinidad. La falta
el envío de confesores extraordinarios a las parroquias de indios (Lisi 1990). cometida por el individuo lo alejaba de la gracia cristiana y determinaba, dependien-
Pero el rol del sacerdote no sólo se fraguaba en el discurso persuasivo, sino tam- do de su grado, un castigo post mortem que circulaba entre la oscuridad transitoria
bién en las disposiciones que reglamentaban la propia administración del sacramen- del Purgatorio y la tortura eterna del Infierno. De esta manera, la atrición se consti-
to. En efecto, el confesor, además de ser el «juez» y «médico espiritual» que llama- tuía, de hecho, en el contexto psicológico privilegiado por medio del cual los indí-
ba a la contrición, recogía testimonios, evaluaba su grado de transgresión, sanaba el genas se «incorporaban» a este sacramento.
alma y dictaminaba las penitencias simbólicas, poseía facultades represivas que Es este temor al castigo divino el que permitía a la Iglesia intentar la cristianiza-
podía ejercer ante el incumplimiento de esta obligación anual. Así, desde el primer ción de los indígenas a través de un proceso paralelo de «vaciamiento» de sus uni-
concilio limense se fue elaborando una clasificación de puniciones corporales según versos culturales específicos y de intento de hegemonía sobre su espacio cognosci-
el tipo de falta y la categoría de los infractores. Estas fluctuaban entre algunos días tivo. La «demonización» de determinadas prácticas, valores y comportamientos
de prisión, azotes públicos y rapados del cuero cabelludo (Peña Montenegro 1668: —dentro de los cuales la sexualidad ocupaba un espacio muy significativo, siguien-
sesión XI). do la tradición obsesiva de la Iglesia respecto a esta fuente permanente de tentacio-
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nes (Payer 1984; Burkhart 1989; Harrison 1993 y 1994)— era la base para desple- los actos y omisiones, sino las propias palabras que servían para designarlos, las que
gar una relación indispensable entre cambio moral y cambio cultural; en otras pala- se revestirían con dicha orientación.
bras, la cristianización efectiva de Hispanoamérica debía pasar por una inevitable La confesión auricular de las faltas ante el sacerdote, por su parte, marcaba con
aculturación. Esta, por su parte, se enmarcaba en una estrategia global de difusión un rito indispensable la expiación de esas culpas, constituyendo una marca explíci-
de los hábitos y valores europeo-occidentales, en la cual jugaba un rol central el cura ta de la materialización de los objetivos de esta estrategia y un refuerzo ritual que
de indios (Peña Montenegro 1668: sesión X). regularmente estaba recordando a los indígenas «pecadores» la lista de prácticas cul-
La erradicación de prácticas sociales y representaciones mentales reñidas con la turales que debían eliminar de su vida cotidiana y de su universo mental.
doctrina eclesiástica —y con la cultura europeo-occidental— debía ser una conse-
cuencia lógica de la incorporación en el imaginario indígena de las herramientas
conceptuales, referencias cósmicas, supuestos ideológicos y códigos simbólicos de 7. Referencias bibliográficas
origen cristiano que definían y asociaban un «sentimiento de culpa» —también de
carácter individual— a dichas acciones, pensamientos u omisiones y partir de lo cual AA.VV.
se fraguaría el cambio profundo, generalizado y duradero que la coacción física por 1564 El sacrosanto y ecuménico Concilio de Trento, edición de Ignacio López de
sí sola no podía asegurar. Ayala. París: Librería de Ch. Bouret, 1893.
Para ello, ya en la fase previa al interrogatorio propiamente tal, el confesor pro- 1584-1585 Doctrina christiana y catecismo para instrucción de Indios. Madrid: C.S.I.C.
ponía una malla de análisis de la realidad, diseñando una descripción del mundo a la (Edición facsimilar de 1985.)
cual el indígena debía hacer referencia cuando confesase sus faltas; en otras palabras
ARES, Berta
—utilizando el vocabulario de la fotografía— definía «en negativo» las normas de
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la buena conducta al presentar las prácticas y valores indígenas pecaminosos sobre evangelización». Cuadernos para la Historia de la Evangelización en
la base exógena del decálogo de mandamientos cristianos. Latinoamérica 3: 129-142.
Los códigos de la civilización europea constituían, pues, el modelo moral y social
que sostenía todo el interrogatorio penitencial. Someterse a la confesión, aceptar este AZOULAI, Martine
momento tan codificado, significaba, en forma implícita, adherirse de cierta manera 1993 Les péchés du ouveau Monde. Les manuels pour la confession des Indiens,
XVIe-XVIIe siècle. París: Albin Michel.
al resto del sistema, integrarse a esa sociedad de vencedores, por poco ortodoxa que
haya sido la comprensión del sentido original del sacramento (Azoulai 1993: 66). BAPTISTA, Joan
Ahora bien, no cabe duda que la postura metodológica que hemos adoptado pre- 1600 Advertencias para los confessores de los naturales compuestas por el padre fray
senta un problema evidente que relativiza los alcances de nuestra hipótesis de traba- Ioan Baptista, de la orden del Seraphico padre Sanct Francisco, lector de theo-
jo. En efecto, las fuentes con las que trabajamos enfocan las preguntas de los confe- logia, y guardian del Convento de Sanctiago Tlatilulco: de la provincia del
sores, no las respuestas de los indígenas; es decir, la mirada de los «interventores» Sancto Evangelio. México: Convento de Sanctiago Tlatilulco.
culturales, no la de los «intervenidos». Y si bien estos cuestionarios trasuntan una BARNES, Mónica
realidad local, ésta se presenta filtrada por los códigos, angustias y obsesiones de sus 1992 «Catechisms and Confessionarios. Distorting Mirrors of Andean Societies», en
autores. El universo indígena aparece distorsionado a través del espejo interpretati- Andean Cosmologies through Time: Persistence and Emergence, Robert V. H.
vo del clero misionero postridentino (Barnes 1992). Dover et al., eds., pp. 67-94. Bloomington: Indiana University Press.
No obstante, para efectos de nuestra hipótesis de trabajo, es justamente aquel BAUDOT, Georges
espacio de «catalogación» occidental de prácticas indígenas censurables o punibles, 1996 «Diablos, demonios y sortilegios en el proceso discursivo de la evangelización de
el que nos permite estudiar uno de los métodos más importantes de la cristianización México. Siglo XVI», en México y los albores del discurso colonial, Georges
de Hispanoamérica. En otras palabras, nuestra atención no apunta hacia la informa- Baudot, pp. 225-241. México: Nueva Imagen.
ción que pudiese entregar el indígena sometido al interrogatorio, sino a aquella que BERTONIO, Ludovico
recogen, elaboran y sistematizan los manuales y que es «devuelta» al indígena peni- 1612 Confessionario muy copioso en dos lenguas, Aymara, y Española, con una ins-
tente revestida de la noción católica de pecado y asociada a un sentimiento de cul- truccion acerca de los siete Sacramentos de la Sancta Yglesia, y otras varias
pabilidad individual por haberlo cometido. cosas, como puede verse por la Tabla del mesmo libro. Por el padre Ludovico
Este esfuerzo de disciplinamiento moral, proyectable hacia un disciplinamiento Bertonio italiano de la Compañia de Iesus en la Provincia del Peru. Impreso en
de orden social y político, sería reforzado mediante la traducción inmediata a las len- la casa de la Compañía de Jesús, en la Provincia de Chucuito, por Francisco del
guas locales —para uso práctico de los confesores— con lo cual ya no sólo serían Canto.

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El jesuita como traductor. Organización, El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en
Santiago de Chile, 1593-1598
circulación y dinámicas de la Compañía
de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598Ï Resumen:
Este artículo tiene como objetivo analizar los primeros cinco años de la presencia de la Compañía de Jesús
en Chile. Los jesuitas, entre 1593 y 1598, se posicionaron como un actor relevante en las dinámicas internas
de la sociedad utilizando múltiples estrategias, tales como la traducción de la nueva realidad y el examen
del contexto sociopolítico. Éstas serán analizadas enfatizando el cruce del contexto local con la dimensión
global a través de las prácticas misioneras.

Palabras clave: Santiago colonial, primeros jesuitas, misiones, traductores.

Profesor de la Universidad Andrés Bello (Chile). Licenciado en Historia de la


Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile), Magister ii de la Unversità
degli Studi Roma (Italia) y candidato a doctor en Historia Moderna de la
The Jesuit as Translator. Organization, Circulation, and Workings of the Society of Jesus in Santiago
Scuola Normale Superiore di Pisa (Italia). Realizará a partir de diciembre de
2013 una estancia posdoctoral en el Max-Planck Institute de Fráncfort (Ale- de Chile, 1593-1598

Rafael mania), sobre las relaciones entre la Santa Sede y Chile en los tiempos de la
Guerra Defensiva (1612-1626). Es autor de “Making the Indigenous Speak.
Gaune The Jesuit Missionary Diego de Rosales in Colonial Chile, 17th Century”, en
Abstract:
This text aims to analyze the first five years of the presence of the Society of Jesus in Chile. Between 1593
Missions and Indigenous Cultures in Latin America (Cambridge: Cambridge Publis-
hing Scholars, 2013, en prensa) y “La Santa Sede y la Guerra defensiva: una and 1598, the Jesuits positioned themselves as relevant actors in the internal workings of society by using
historia por reconstruir. Redes de información e historia global en los confines several strategies, such as the translation of a new reality and the assessment of the sociopolitical context.
del Imperio español (1612-1626)”, Zeitschrift des Max-Planck-Instituts für europäis- These will be analyzed while highlighting the intersection between local context and global environment
che Rechtsgeschichte 20 (2012): 358-360. rafael.gaune@unab.cl through missionary practices.

Keywords: Colonial Santiago, first Jesuits, missions, translators.

Artículo recibido: 31 de julio de 2012


O jesuíta como tradutor. Organização, circulação e dinâmicas da Companhia de Jesus em Santiago
Aprobado: 29 de octubre de 2012
Modificado: 14 de noviembre de 2012 do Chile, 1593-1598

Resumo:
doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit50.2013.01 Este texto tem como objetivo analisar os primeiros cinco anos da presença da Companhia de Jesus no Chile.
Os jesuítas, entre 1593 e 1598, posicionaram-se como um ator relevante nas dinâmicas internas da sociedade
ao utilizar múltiplas estratégias, tais como a tradução da nova realidade e do exame do contexto sociopo-
lítico. Estas serão analisadas enfatizando o cruzamento do contexto local com a dimensão global por meio
das práticas missionárias.

Ï Este artículo forma parte de los avances de la tesis doctoral dirigida por el profesor Adriano Prosperi en la
Scuola Normale Superiore di Pisa (Italia). Parte de esta investigación fue financiada por una beca Short-Term Palabras-chave: Santiago colonial, primeiros jesuítas, missões, tradutores.
Scholar de la University of California en 2011, en la Charles E. Young Research Library (Estados Unidos). El
autor agradece la lectura crítica efectuada a la metodología y bibliografía de esta investigación por Claudio
Rolle. Asimismo, agradece al profesor Carlo Ginzburg por la orientación bibliográfica.

Hist. Crit. No. 50, Bogotá, mayo-agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36 Historia Critica No. 50, Bogotá, mayo - agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36
Rafael Gaune 15 16 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

El jesuita como traductor. Organización, aprobadas por su sucesor, el jesuita italiano Niccolò Longobardo. Nociones como Tian (cielo),
circulación y dinámicas de la Compañía Shangdi (señor del alto) y Tianzhu (Dios) fueron duramente combatidas en Roma. A esta discusión
se sumaron los franciscanos y dominicos que arribaron a China, quienes acusaron a los jesuitas
de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598 de consentir “ritos idolátricos” del budismo. Las mismas disputas ocurrieron en América colo-
nial con las traducciones desde el español a lenguas indígenas de las palabras “Cristo”, “Virgen”,
“Dios”. ¿Cómo traducir estos conceptos fundamentales del catolicismo sin una resignificación
de la lengua local? En América, finalmente, se optó por la intraducibilidad de los conceptos
cardinales del catolicismo, como delineó José de Acosta en su De procuranda indorum salute (1588) al
Premisas: del viaje a la traducción insistir en que las lenguas indígenas no poseían capacidad de abstracción para entender concep-
tos cristianos, introduciendo en consecuencia las palabras en castellano3.

L
a tradición de los jesuitas como traductores ha sido estudiada desde múltiples En América meridional la fortuna del De procuranda de Acosta sobre la “pericia necesaria”
dimensiones por la historiografía. Gramáticas, vocabularios y diccionarios en en las lenguas locales4, como también el capítulo vi de las actas del Tercer Concilio Limense
diversos idiomas confirman dicha práctica. Con su capacidad para descifrar (1583)5 y la Doctrina en quechua y aimara6, son tres huellas de la centralidad de esta temática.
otras culturas, se especializaron en la técnica de traducir, con el objetivo de cristianizar pobla- En el caso específico de Chile, Luis de Valdivia (1561-1642) y su doctrina cristiana de 1606,
ciones locales y polemizar en torno a conceptos y doctrinas. Un paradigma, en ese sentido, una traducción imprecisa al mapudungun del catecismo elaborado en el Concilio de Lima7,
de la traducción como controversia son las composiciones de algunos fragmentos de Il Principe exteriorizan esa problemática. Este trabajo sistematizó las traducciones español-mapudun-
y los Discorsi de Maquiavelo, realizadas por el jesuita Pedro de Ribadeneira en su Tratado de gun iniciadas por Gabriel de la Vega (1567-1605) en su Diccionario de la lengua chilena y en
la religión y virtudes que debe tener el Príncipe cristiano (1595), en abierta disputa contra el “turbio Observaciones para aprenderla con mayor facilidad y elegancia8. En Valdivia, el problema lingüístico y
y ponzoñoso” florentino1. Otro ejemplo excepcional, desde otra perspectiva, son los libros
redactados por Matteo Ricci, Tianzhushiyi (El verdadero significado del Señor del Cielo), de 1603, y
Tianzujiaoyao (Compendio de la doctrina del Señor del Cielo), de 1605. Estos textos reemplazaron la 3 José de Acosta, “De procuranda indorum salute”, en Obras del P. José de Acosta, ed. Francisco Mateos (Madrid:
Biblioteca de Autores Españoles, 1954 [1588]).
primera obra cristiana en chino, Tianzhushilu (La verdadera exposición del Señor del Cielo), escrita por
4 José de Acosta, “De procuranda indorum”, 513.
el jesuita italiano Michele Ruggieri, posiblemente con la asistencia de Ricci, en 1584.
5 Francesco Lisi, El Tercer Concilio Limense y la aculturación de los indígenas sudamericanos (Salamanca: Universidad de
Del mismo modo, las discusiones teológicas en torno a las traducciones siempre fueron ás- Salamanca, 1990), 129.
peras. La mayor de todas, sin duda, fue la disputa de los “ritos chinos”2, que tuvo como querella 6 Doctrina Christiana y catecismo para instrucción de los Indios, y de las mas personas, que han de ser enseñadas en nuestra sancta
teológica la problemática lingüística y las traducciones realizadas por Ricci, las cuales no fueron Fe con un confessionario, y otras cosas necesarias para los que doctrinan, que se contienen en la pagina siguiente (Ciudad de los
Reyes: Antonio Ricardo Primero, 1583).
7 Luis de Valdivia, Arte y gramática general de la lengua que corre en todo el reyno de Chile (Sevilla: Thomas López de
Haro, 1684 [1606]). Sobre la política lingüística en Valdivia ver: María Teresa Aedo, “Los textos catequísticos
del padre Luis de Valdivia”, Acta Literaria 30 (2005): 97-110. Para analizar la dimensión política de Valdivia, el
1 Pedro de Ribadeneira, “Tratado de la religión y virtudes que debe tener el Príncipe cristiano”, en Obras escogidas excelente trabajo de José Manuel Díaz Blanco, Razón de Estado y Bueno Gobierno. La Guerra Defensiva y el imperialismo
del Padre Pedro de Ribadeneyra (Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1868 [1595]), 455. español en tiempos de Felipe iii (Sevilla: Universidad de Sevilla, 2010). En cambio, para la voluntad global de
2 Sigue siendo importante la voz escrita por Joseph Brucker, “Chinoise, Rites”, en Dictionnaire de Théologie Catholique, conversión política-religiosa en Valdivia, Guillaume Boccara, Los vencedores. Historia del pueblo Mapuche en la época
contenant l’exposé des doctrines de la théologie catholique, leurs preuves et leur histoire, vol. ii (París: Letouzey, 1932), 2364-2391. De colonial (Santiago: Universidad Católica del Norte/Ocho Libro Editores/Universidad de Chile, 2009).
la misma forma, David E. Mungello, ed., The Chinese Rites Controversy: Its History and Meaning (San Francisco: The Ricci 8 La Bibliotheca Scriptorum Societatis Iesu atribuye la obra “Arten Grammaticam, Dicitionarium, et Annotationes
Institute for Chinese-Western Cultural History, 1994). Con nuevos documentos encontrados en ucla, ver: Carlo quasdam lingue Chilensis” a Gabriel de la Vega. Ver: Philippe Alegambe y Pedro de Ribadeneyra, Bibliotheca
Ginzburg, “Ancora sui riticinesi: documenti vecchi e nuovi”, en A dieci anni dall’apertura dell’archivio della Congregazione per Scriptorum Societatis Iesu (Roma: Ex Typographia Iacobi Antonij de Lazzaris Varesij, 1676), 273. Vega murió en
la dottrina della fede: storia e archivi dell’Inquisizione (Roma: Scienze e Lettere, 2011), 131-144. Una actualización de la voz 1605, un año antes de la publicación del Arte de Valdivia. José Toribio Medina exploró la relación entre Vega
“ritos chinos” la realizó Sabina Pavone en Dizionario Storico dell’Inquisizione, vol. iii, dirs. Adriano Prosperi, Vincenzo y Valdivia desde un posible plagio en Nueve sermones en lengua de Chile por el Padre Luis de Valdivia, ed. José Toribio
Lavenia y John Tedeschi (Pisa: Edizioni della Normale, 2010), 1324-1327. Medina (Santiago: Imprenta Elseviriana, 1897), x-xi.

Hist. Crit. No. 50, Bogotá, mayo-agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36 Historia Critica No. 50, Bogotá, mayo - agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36
Rafael Gaune 17 18 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

los mecanismos de intraducibilidad se hacen evidentes en la reducción de vocales y consonan- fragmento de análisis esa dimensión filológica de “traducir”, se analizarán los primeros jesui-
tes del mapudungun. Sus referencias, como subrayó María Teresa Aedo, eran el español y el tas que llegaron a Chile en 1593 como traductores de su tiempo. Antes de convertir el espacio,
latín9, sujetando a sus paradigmas lingüísticos el idioma indígena. los cuerpos y las almas, debieron interpretar el nuevo espacio, la nueva sociedad y los nuevos
Esta visión de los jesuitas como traductores es amplia y ha sido estudiada con grandes re- problemas de cristianización.
sultados por la historiografía10. Es más, en los documentos redactados por los primeros jesuitas La función de traducir una nueva realidad fue la que estimuló a los jesuitas a pasar desde
que llegaron a Chile, y recopilados en los volúmenes v y vi de la Monumenta Peruana (1970 y una ocupación misionera, como era el objetivo inicial en 1593, hacia una Compañía inmer-
1974), el problema de la mediación lingüística es axiomático11. La producción escrita jesui- sa en las dinámicas internas de la sociedad chilena. Hay que transitar los recorridos de ese
ta en torno a las traducciones, como también las prácticas realizadas por los misioneros en cambio, individualizando los documentos claves, pues ofrecen las pistas sobre cómo operaron
todos los rincones del mundo, confirman la analogía propuesta en el título de este texto. No los primeros jesuitas. Desde los discursos misioneros de la precariedad espiritual del reino se
obstante, ¿la función de traducción queda circunscrita solamente a la dimensión lingüística o transitó hacia una Compañía inmersa en las coyunturas políticas, económicas y culturales,
es posible reformular esa analogía?12. En este sentido, el objetivo principal de este artículo es cambiando en consecuencia los objetivos preliminares de su llegada a Chile.
explorar la otra dimensión del traducir, es decir, la función de interpretar. Los tiempos de la “traducción jesuita” se puede encuadrar temporalmente desde el arribo,
Esa dimensión de diagnosticar, explicar e interpretar se inscribe en la palabra latina en 1593, hasta la muerte del gobernador Martín García Oñez de Loyola, en 1598, y el inicio
traducĕre: hacer pasar de un lugar a otro. Por ese motivo, se dejará de lado la acepción más de la rebelión general en el sur del Biobío15. En este cuadro temporal la única obra material
común: “expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra”13. En jesuita, gracias a las donaciones del terreno por parte de la élite santiaguina, fue el Colegio
el Tesoro de la lengua castellana o española (1611), la voz “traduzir” parte desde el significado en Máximo de San Miguel en Santiago, que comenzó a impartir lecciones de gramática, filosofía
latín: “llevar de un lugar a otro alguna cosa o encaminarla”14. Ese “hacer pasar” de un “lu- y teología a los hijos de la élite y miembros de otras Órdenes, en 159416.
gar a otro” soporta también la otra acepción: convertir, mudar, trocar. Tomando como un
1. Santiago como laboratorio

9 María Teresa Aedo, “Los textos catequísticos”, 104, y también, María Catrileo, Diccionario lingüístico-etnográfico de El período de traducción comenzó en el barco desde el Callao a Coquimbo. El notable
la lengua mapuche (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1996).
documento escrito por Luis de Valdivia sobre el primer viaje a Chile en 159317, fechado des-
10 Para una mirada general sobre la problemática lingüística en América, ver: Javier Burrieza, Jesuitas en Indias: entre la
utopía y el conflicto. Trabajos y misiones de la Compañía de Jesús en la América moderna (Valladolid: Universidad de Valladolid,
de el 9 de febrero hasta el 19 de marzo, ofrece algunas huellas sobre el imaginario religioso
2007), 183-216. Un cuadro sinóptico en contexto europeo en Peter Burke y Ronnie Po-chia Hsia, Cultural Translation
in Early Modern Europe (Cambridge: Cambridge University Press, 2007). Del mismo modo, Ronnie Po-chia Hsia,
“Translating Christianity: Counter-Reformation Europe and the Catholic Mission in China, 1580-1780”, en Conver-
sion: Old Worlds and New, eds. Kenneth Mills y Anthony Grafton (Nueva York: University of Rochester Press, 2003),
15 Francis Goicovich, “Alianzas geoétnicas en la segunda rebelión general: génesis y dinámica de los vutanmapus en
87-108, e Ines Županov, “Twisting a Pagan Tongue: Portuguese and Tamil in Sixteenth-Century Jesuit Translations”,
el alzamiento de 1598”, Historia 39: 1 (2006): 93-154.
en Conversion: Old Worlds, 109-139.
16 Una historia general de los colegios jesuitas en Chile aún no se ha realizado. Para datos y fechas ver: Francisco
11 Una interesante perspectiva sobre Luis de Valdivia como mediador lingüístico en: Gertrudis Payas, José
Mateos, ed., Historia General de la Compañía de Jesús en la Provincia del Perú. Crónica anónima de 1600, vol. ii (Madrid:
Manuel Zavala y Mario Samaniego, “Al filo del malentendido y la incomprensión: el padre Luis de Valdivia y
csic, 1944), 347-372; Francisco Enrich, Historia de la Compañía de Jesús en Chile, vol. i (Barcelona: Imprenta de
la mediación lingüística”, Historia 45: 1 (2012): 69-90.
Francisco Rosal, 1891), 33-36; José Toribio Medina, La instrucción pública en Chile. Desde sus orígenes hasta la fundación
12 Las analogías como una forma de descifrar personajes y disciplinas han sido estudiadas en importantes escritos. Ver: Susan de la Universidad de S. Felipe, vol. i (Santiago: Imprenta Elzeviriana, 1905), 183-226; Antonio Astrain, Historia de la
Sontag, “The Anthropologist as Hero”, en Against Interpretation and Others Essays (Nueva York: Picado, 2001), 3-14; Clifford Compañía de Jesús en la Asistencia de España (Madrid: Razón y Fe, 1913), 668-690; Rubén Vargas Ugarte, Historia de
Geertz, Works and Lives: The Anthropologist as Author (Stanford: Stanford University Press, 1988); Carlo Ginzburg, “L’inquisitore la Compañía de Jesús en el Perú, vol. i (Burgos: Imprenta de Aldecoa, 1963). Una historia particular del Colegio de
come antropologo”, en Il filo e le tracce. Vero, falso, finto (Milán: Feltrinelli, 2006), 270-280; Adriano Prosperi, “L’inquisitore come Concepción en Raúl Sánchez, “Entre la cruz y la razón: El Colegio Jesuita San Francisco Javier de la Limpia
confessore”, en Disciplina dell’anima, disciplina del corpo, disciplina della società, ed. Paolo Prodi (Bolonia: Il Mulino, 1994), 187-224. Concepción (Chile 1610-1767)”, Revista de Historia de América 136 (2006): 167-200.
13 Diccionario de la lengua española, vol. ii (Madrid: Real Academia Española, 1992), 2004. 17 La carta de Luis de Valdivia del 28 de marzo de 1593, escrita desde Coquimbo e incluida por Arriaga en la
14 Voz “traduzir” en: Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la Lengua castellana o española, ed. Martín de Riquer carta anua enviada a Acquaviva en 1594, en: Antonio Egaña, Monumenta Peruana, vol. v (Roma: Monumenta
(Barcelona: Editorial Alta Fulla, 1998 [1611]), 972. Historica Societatis Iesu, 1970 [1592-1595]), doc.122: 458-462.

Hist. Crit. No. 50, Bogotá, mayo-agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36 Historia Critica No. 50, Bogotá, mayo - agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36
Rafael Gaune 19 20 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

de los misioneros18. Sin embargo, no se puede situar como un diagnóstico certero del nuevo En ese sentido, ¿cómo en un par de años se transitó desde el “no hacer asiento fijo” y
contexto. Fue en ese documento, por ejemplo, donde escribió la frase que se ha convertido “discurrir” por todas partes, hacia una Compañía inmersa en las dinámicas coloniales? Si se
en un lugar común interpretativo de su actividad misionera: “yo hice de la necesidad virtud, tienen como referencia la misma formación de la Compañía y los documentos generados por
ofreciendo mi vida por la conversión del valle de Arauco”19. los “primeros jesuitas”24, es innegable que cuando se predisponían a viajar a un lugar, enviados
Los primeros jesuitas en Chile, Baltasar de Piñas como Superior, Luis de Valdivia, Gabriel de por un Superior, se pasaba rápidamente del viaje al establecimiento; por lo demás, una fina-
la Vega, Luis de Estella, el chileno Hernando de Aguilera y los dos Hermanos coadjutores, Miguel lidad de la misión moderna25. Uno de los objetivos de la Compañía no sólo era la salvación
de Teleña y Fabián Martínez, arribaron el 12 de abril a Santiago recibidos por los dominicos20. de las almas y el cuerpo, sino también la reducción de los espacios, que necesariamente se
Posteriormente se unió el chileno Juan de Olivares. El Superior Piñas, en palabras de Alonso de concretaba con la fundación de iglesias, colegios, noviciados, residencias y misiones.
Ovalle, una vez acomodados en Santiago, se dirigió a las autoridades civiles y religiosas presentes, Posibles respuestas al movimiento desde una Compañía exploratoria de un nuevo te-
explicando que su finalidad en Chile era “no hacer asiento fijo en ninguna, sino discurrir por todas”21. rritorio hacia una Orden inmersa en los andamiajes coloniales, el historiador español José
Era un viaje en el cual no debían establecer residencias fijas; por el contrario, se estipuló Manuel Díaz Blanco las sitúa en las relaciones que establecieron con la élite de Santiago
desde Perú como un desplazamiento de predicación, reconocimiento y misión volante22. La colonial, como también en la función de Luis de Valdivia como rector, que lo posicionó
extensa carta de Pablo José de Arriaga dirigida a Claudio Acquaviva, escrita el 6 de abril en un importante referente en la ciudad desde 159526. Díaz reconstruye factualmente,
de 1594, trazó algunos indicios de la llegada a Santiago: “se proveyeron, cuanto se pudo, de centrándose en Valdivia, las intricadas relaciones con la élite santiaguina. Las sustanciales
libros, ornamentos y de las demás cosas que para hacer asiento y poblar una residencia o co- donaciones para el Colegio de Santiago, por parte de Andrés de Torquemada y Agustín
legio era necesario, aunque por entonces no llevaban intento de ello”23. Briceño, son pruebas de esa amistad27. La buena relación en un comienzo con los do-
minicos, que hospedaron a los misioneros luego de su viaje, y enviaron estudiantes a las
lecciones, manifiesta también un ambiente positivo en favor de los visitantes. Sin embar-
18 He trabajado ese documento desde una perspectiva de la espiritualidad en Valdivia: Rafael Gaune, “Flacos go, las relaciones con la élite, las donaciones materiales, y los personajes influyentes en
con el poco comer, quebrantados con el mucho temor. Aproximaciones a una dimensión espiritual del jesuita Luis de
Valdivia”, en Devozioni, pratiche e immaginario religioso: espressioni del cattolicesimo tra 1400 e 1850, eds. René Millar y
el contexto urbano, no fueron prácticas exclusivas de los jesuitas. Entonces, ¿qué realizó
Roberto Rusconi (Roma: Viella, 2011), 383-406. la Compañía de Jesús para que ese cambio fuese tan efectivo? La inserción territorial de
19 Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc.112: 459.
20 “Los primeros padres que vinieron a este reyno que fueron el P. Balatasr de Piñas superior, Luis de Valdivia,
Gabriel de Vega, Hernando de Aguilera, Luis de Estela y los hermanos Miguel de Teleña-Fabián Martínez
llegaron a esa ciudad de Santiago en 12 de abril de 1593 y por no tener compradas casas donde vivir se 24 Para un análisis de los documentos fundacionales ver el fundamental libro de John W. O’Malley, The First Jesuits
fueron a aposentar al convento de Santo Domingo donde estubieron hasta 12 de mayo del dicho año en el (Cambridge: Harvard University Press, 1993).
qual dia se compraron las cassas en que al presente vivimos al mariscal Martin Ruiz de Gamboa en 3600 25 Adriano Prosperi, “L’Europa cristiana e il mondo. Alle origini dell’idea di missione”, Dimensioni e problem della
p. de oro de contrata que se pagaron en lismosna que hicieron varios sujetos de esta ciudad”, en Archivo ricerca storica 2 (1992): 189-220; John W. O’Malley, “Mission and the Early Jesuits”, Ignatium Spirituality and Mission.
Nacional Histórico (an), Santiago-Chile, Fondo Capitanía General, vol. 30, f.71. The Way Supplement 79 (1994): 3-10.
21 Alonso de Ovalle, Histórica Relación del Reino de Chile (Roma: Francisco Cavallo, 1646), 337. Pedro Lozano 26 José Manuel Díaz Blanco, Razón de Estado, 48-77.
repite lo mismo de Ovalle: “Juntos, pues, los referidos Personages, se introduxo a hablarles, dando razon
27 Sobre las donaciones y el apoyo material a la Compañía en Chile, estudiar los siguientes documentos: “Autos
del Instituto de la Compañía, que es discurrir sin descanso por todas partes del Mundo siendo la mayor
de escritura de Venta. Santiago de Chile”, 12 de mayo 1593, en Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 81:
razon de vivir en este, o en aquel lugar la mayor necesidad de las almas”, en Historia de la Compañía de Jesús en
266-270; “Memoria de los donativos al Colegio de Santiago de Chile”, 19 de abril 1593, en Biblioteca Nacional
la Provincia del Paraguay, vol. i (Madrid: Imprenta de la viuda de Manuel Fernández, 1754), 158. Asimismo,
de Chile (bnc), Santiago-Chile, Fondo Manuscritos Medina (Mss. M), vol. 95, ff.3-8; “Memoria de las mandas que
ver: Francisco Enrich, Historia de la Compañía, vol. i, 18-25; Walter Hanisch, Historia de la Compañía de Jesús
hacen los vecinos y moradores de esta ciudad de Santiago, reino de Chile, para comprar el sitio para los padres
en Chile (Buenos Aires-Santiago: Editorial Francisco de Aguirre, 1974), 7.
de la Compañía de Jesús en que funde iglesia y casa habiendo de permanecer en este Reino”, en an, Fondo
22 La Crónica Anónima ofrece indicios sobre este punto: “[…] el fin a que nos enviaban nuestros Sup., era a Jesuitas, vol. 124, ff.28-31; “Agustín Briceño y Andrés de Torquemada. Escritura de donación”, 16 de octubre
misión, mas a no haber asiento por modo de colegio. La ciudad [Santiago] sintió esto mucho, y todos a 1595, en bnc, Mss. M, vol. 305, ff.185-187; “Martín García. Escritura”, 20 de febrero 1598, en Antonio Egaña,
una instaron en que habíamos de hacer asiento, porque la mayor necesidad que sentían era la crianza de Monumenta, vol. vi, doc. 140; “Andrés de Torquemada. Escritura”, 13 de abril de 1598, en Monumenta, vol. vi,
sus hijos y doctrina de sus indios”, vol. ii, 351. doc. 142; “Andrés de Torquemada a Luis de Valdivia”, 24 de enero 1599, en an, Fondo Escribanos, vol. 26, ff.41-
23 Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc.112: 457. 42; “Catálogo de los bienhechores de este colegio de San Miguel”, en an, Jesuitas, vol. 124, ff.5-10.

Hist. Crit. No. 50, Bogotá, mayo-agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36 Historia Critica No. 50, Bogotá, mayo - agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36
Rafael Gaune 21 22 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

la Compañía no sólo se debió al sustento material, sino a la profunda traducción e inter- marcó la palabra escrita de Piñas. Se refirió al “fruto” que esperaban recolectar entre los in-
pretación que hicieron de la sociedad. En definitiva, fue un ejercicio misionero el que los dígenas, aunque pronosticó “dificultades” y “contradicciones”31. Finalmente, en ese mismo
consolidó como los principales operadores evangélicos y, del mismo modo, los estableció escrito, notificó a Lima y Roma que decidió asentar un Colegio como punto de mediación
en Chile. Ahora bien, y a partir de esa premisa analítica, es importante preguntar cuál fue para potenciales misiones. Así, lo confirma la Crónica Anónima de 1600:
ese ejercicio misionero. “El P. Piñas como quien tenía las cosas presentes, consideró el estado del reino y peligros de
Desde un inicio, los recién arribados hicieron una profunda taxonomía de la realidad. La él, juzgó que era los más conveniente asentar en esta ciudad y que en ella se hiciese un se-
división de los cuerpos, la separación del tiempo y la búsqueda de la salvación de las almas fue- minario de donde después saliesen a misiones por las demás ciudades, y adonde por algunos
ron los tres pilares de ese ejercicio. Es desde aquí que emerge la capacidad de traducción de las años se cobrase luz y experiencia de las cosas de este reino, por haber muchas en él conside-
nuevas problemáticas: hacer llevar a Chile hacia otro lugar. Entendieron que no todo pasaba ración, por ser los indios de servicio personal, y en el trato de ellos haber muchas dificultades,
por la precariedad material, la lejanía de Chile y la guerra, sino por la precariedad espiritual que pedía consulta de espacio de todos nosotros juntos, y porque la lengua con más como-
de todos los estamentos de la sociedad, incluidos los españoles. Aunque no todo fue un proceso didad se aprendiese, y en ella se entablasen las cosas que para adelante fuesen necesarias de
cómodo y en más de una ocasión se vieron enfrentados a serios contratiempos; por ejemplo, Arte, Catecismo, Vocabulario y Sermonario”32.
Roma, que frenaba los deseos de nuevas fundaciones; jesuitas que partían hacia Lima; otros
que deseaban escapar de Chile; la justificación legal-teológica de la esclavitud luego de la re- Piñas no sólo pensó en asentar el colegio en Santiago y desde ahí comenzar las misio-
belión indígena de 1598; y, sobre todo, los territorios indígenas a los cuales no tenían acceso. nes, sino también en ganar la “voluntad de los padres” de los hijos de la élite y, del mismo
Dejando el tono triunfante y heroico de los documentos sobre la “expansión periférica” modo, retribuir la hospitalidad de dominicos y franciscanos33. Antes de eso, en la misma
en Chile28, las preguntas deben dirigirse hacia las acciones de los personajes que tradujeron semana en la cual llegaron (Semana Santa, 1593) realizaron un ejercicio que sería aplicado
esa realidad —es decir, cómo confluyeron esas prácticas en el establecimiento definitivo de en el disciplinamiento religioso: la organización del tiempo, que devino en una efectiva
la Compañía—, y reconstruir los recorridos de los primeros misioneros y sus estrategias. La metodología de cristianización para los jesuitas. Marcar los días, las horas y el tiempo de
cronología, en ese sentido, no es estéril analíticamente. la conversión como se hizo el Jueves Santo con las predicaciones de Piñas en la Catedral y
Una primera decisión inteligente fue elegir a Piñas como Superior de la misión: un mi- de Estella en el Convento de Nuestra Señora de la Merced. Valdivia, por su parte, realizó
sionero con vasta experiencia fue el primero en hacer acertados diagnósticos sobre Chile. la procesión del domingo desde la iglesia de Santo Domingo, y los misioneros Aguilera y
En 1555 estaba en Zaragoza cuando la Compañía era perseguida; posteriormente, introdu- Vega se ocuparon de los dominicos34.
jo las misiones en Cerdeña y viajó con el primer grupo en 1568 a Lima. Provincial de Perú y Hay un fragmento importante en la carta de Piñas que hace referencia a que la nueva
Rector del Colegio de Lima, en 1593 se encontraba en Santiago de Chile29. La experiencia Casa de la Compañía podía “acomodarse a modo religioso”35. Pero, ¿acomodarse a qué? No
como un factor para establecer territorialmente a la Compañía siempre fue subrayada por sólo se refería a la forma de concebir el nuevo terreno como un espacio religioso que debía
Acquaviva y, especialmente, cuando se refería a Piñas; así lo hizo saber a la Provincia en dos
cartas de 1592 y 159430. Esa experiencia misionera se manifestó en un documento del 16 de
junio de 1593, texto enviado a Lima y adjunto a la carta anua del 94, donde la prudencia
31 Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 112: 463-464.
32 Crónica Anónima, vol. ii, 351-352.
33 “La ciudad pide con grande instancia que comencemos luego a leer y que todos pidan por la enseñanza de sus
28 Se ha analizado la organización y expansión hacia Chile desde la perspectiva analítica del “deseo de las indias” hijos; no se podrá excusar de comenzarlos a leer, y así ganaremos más la voluntad de sus padres. También hay
en Rafael Gaune, “Organizando el otro deseo de las Indias. La expansión periférica de la Compañía de Jesús que el Provincial de Santo Domingo me pide ahincadamente que leamos un curso de Artes a once frailes, que
en América (Chile, 1568-1593)”, Estudios Humanísticos. Historia 10 (2011): 297-320. cierto nos han regalado extraordinariamente el tiempo que estuvimos en su casa, y hemos predicado los más
29 Una biografía apologética de Baltasar de Piñas en Pedro Lozano, Historia de la Compañía de Jesús, vol. i, 172-93. sermones en su iglesia”, en Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 112: 465.
30 “Carta del 3 de agosto de 1592”, en Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 61: 169; “Carta del 4 de julio 1594”, 34 Crónica Anónima, vol. ii, 351.
en Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 136: 538. 35 Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 112: 465.

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Rafael Gaune 23 24 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

proyectar esa condición. De forma sutil, el Superior indicó la conquista del espacio por parte El “conservar” no es un elemento retórico sin relevancia, pues pasó de circunscribir en la carta
de los jesuitas: cercano a la plaza de armas y, sobre todo, lejano de otras iglesias o monasterios. de marzo todos los problemas de Chile en el “valle de Arauco” al individualizar otros sujetos que
A pesar de la precariedad material, ser recién llegados e instalarse cerca del centro de poder debían ser convertidos y “conservados” en un contexto más allá de la guerra. Santiago era en esos
fue un valioso simbolismo que conquistaron tempranamente36. momentos un laboratorio para los jesuitas. Una cantera abierta en la que convergían distintos idio-
El recorrido de Piñas por Chile fue breve. Aunque aparece en el catálogo de 1595 en mas, diversos indígenas, y que encontró en el primer Valdivia un misionero donde se conjugaron
Chile37, realizado el 14 de marzo, el mismo mes viajó a Lima. Lo interesante de ese catálogo las dos dimensiones filológicas del “traducir”; en otras palabras, la traducción formal que se reflejó
de “casas y personas” es que en 1595, para la provincia peruana, Chile se consideraba una en los dos textos publicado en Lima (1606 y 1607), y el intérprete del nuevo contexto.
“misión”. Otra huella importante de la lectura del catálogo es que Luis de Estella había de- Es así como ese “conservar” encontró en las prácticas rituales de los cantos, las procesiones
jado Chile, siendo catalogado en el Colegio de Lima38. Piñas asentó el Colegio en dos años, y los simbolismos católicos una temprana conversión adaptada a cada uno de los estamentos
recibió donaciones, proyectó una iglesia y dejó a Valdivia como rector; sin embargo, no pudo que confluyeron en Santiago. Y esa conversión se organizó con gran disciplina por los jesuitas,
concretizar su principal propósito: diagnosticar el sur, los problemas de la guerra y convertir evidenciándose, por ejemplo, en la división del trabajo misionero: Estella catequizaba a los
a los “infieles”. “niños españoles”; Vega, a los “morenos”; y Valdivia, a los huarpes y mapuches, traídos desde
Si Piñas insistió en la organización material en su carta, Valdivia ágilmente comenzó a el sur. La catequización a los indígenas era en su lengua, enseñándoles algunos “misterios” y
dirigir su atención hacia otros inconvenientes. En dos textos, escritos entre el 19 de junio comenzando la circulación material de regalos. Asimismo, se utilizó la plaza principal como
y septiembre del 93, surgió la organización del espacio, el tiempo y los cuerpos: indígenas, punto de convergencia y de contabilización de los indígenas cristianizados, que, según las pa-
españoles y negros fueron clasificados y reagrupados para su conversión. No sólo se debía con- labras de Valdivia, fluctuaban entre cuatro y diez mil.
quistar su lengua, sino también su tiempo, iniciando en consecuencia una conversión grupal, La exageración es parte constituyente de la literatura misionera, que deviene una estra-
rápida, e individualizando superficialmente las dificultades. Es más, por primera vez aparece tegia retórica para demostrar una efectividad misionera y seducir a los lectores41. Situada en
la individualización étnica de un grupo indígena: los huarpes39. Valdivia afirmó que estaba una frágil línea entre veracidad y falsedad, de igual forma exterioriza una realidad: el tránsito
aprendiendo su idioma, y publicó en Lima, en 160740, un confesionario en millcayac y una doc- desde las generalizaciones y dificultades materiales del asentamiento jesuita hacia la indivi-
trina cristiana en allentiak, con la intención de “conservar los indios de Cuyo”. dualización, la clasificación y la contabilización de las almas. Conversión, en estos primeros
años, reducida a un disciplinamiento de la ritualidad exterior indígena. En ese sentido, las pa-
labras “fruto” y “mudanzas”, que tantas veces emergen en los documentos, en un inicio fueron
36 “Buscáronnos luego sitio y hallóse como se podía desear cerca de la plaza y donde no ay otra iglesia y monasterio el control y sujeción, para posteriormente aproximarse a una cristianización más profunda.
alguno, el sitio es mucho, las casas son absolutamente las mejores de todo el Reino, tienen altos y vajos muy bien
Un fragmento de una carta escrita por Valdivia, fechada en septiembre de 1593, es
labrados y puédanse muy fácilmente acomodar a modo relijioso, sin que sea menester edificar mas que una
iglesia raçonable”, en Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 112: 465. fundamental para entender las estrategias de los primeros misioneros. No bastaba con la
37 “Catalogo General de las casas y personas de la Compañía de Jesus de la provincia del Peru del año 95”, 14 de agrupación, la contabilización y la individualización. Comenzaron a ingresar en las prác-
marzo de 1595. “Catalán; sesenta y siete años; razonable fuerzas; cuarenta y cinco años [en la Compañía]; tres
ticas cotidianas componentes decisivos para la cristianización: el control de los cuerpos, la
años de artes, cuatro de teología; todos los oficios de Superior hasta Provincial; Bachiller y Maestro; Profeso 4
votos”, en Archivum Romanum Societatis Iesu (arsi), Roma-Italia, Fondo Perú, vol. 4, f.47. organización del tiempo y la utilización del espacio,
38 “Victoria Provincia de Álvarez Vizcaya; cuarenta y dos años; medianas fuerzas; veintidós años [en la Compañía]; “Gasto todo el dia con ellos, entre semana entablamos que viniesen dos días indios infieles, que
3 años de artes y 4 de teología; Procurador de la provincia, predicador; no es graduado; Profeso de 4 votos”, en
cada dia trahen de la guerra para cathechizallos, comencé esta ocupación abrá dos meses, y ya
arsi, Perú, vol. 4, f.33.
39 Población diezmada por la esclavitud y la forzosa migración desde Cuyo y San Juan a Santiago. Sobre esta
temática: Jaime Valenzuela, “Indígenas andinos en Chile colonial: inmigración, inserción espacial, integración
económica y movilidad social (Santiago, siglos xvi-xvii)”, Revista de Indias lxx: 250 (2010): 749-778. 41 Adriano Prosperi, Tribunali della coscienza. Inquisitori, confessori, missionari (Turín: Einaudi, 2009 [1996]), 601. Se ha
40 “Ay aqui unos indios de gran compasión, que son los guarpes: estos son indios de la sierra, lo masdellos infieles; trabajado ese punto en un contexto cronológicamente posterior: Rafael Gaune, “Habitando las incomodidades del
[…] he aprender su lengua que me parece facil, aunque la e dejado hasta enterarme mas en la lengua general”, paraje con palabras. Un ejercicio jesuita de adaptación política y dominio territorial en la frontera sur de Chile,
en Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 112: 467-468. 1700”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades 15: 2 (2011): 41-68.

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Rafael Gaune 25 26 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

se a convertido en cada dia, por que siempre ay que hacer en esto, y lo demás del dia se gasta en La circulación de los problemas y los tiempos de respuestas quedan demostrados con el
confessiones en casa y fuera a los enfermos […] Los domingos, toda la tarde, desde una hasta la caso de Olivares. A pesar de la buena acogida en Roma de los planes del jesuita chileno, éste
noche, me lleva la doctrina; ellos se vienen, no ay que buscallos, como en otras partes del Piru; escribió nuevamente en septiembre del 96 y enero del 98. Todas estas cartas fueron respondi-
primero que salgamos, se gasta una ora cathechizando, otra reçando y cantando coplas devotas, das afirmativamente por el General en tres ocasiones: 9 de octubre45 y 10 de octubre del 9746 y
luego vamos a la procesión, que es mucho ver […] Y cada uno viene cantando la doctrina en 23 de agosto del 9947, en la que no sólo respondió a Olivares, sino también al coadjutor Miguel
su quadrilla a casa; llegada la procesión a la plaza, se hace el catecismo por tres quartos de ora y de Teleña, que escribió un texto intercediendo por Olivares48. A pesar de tener el respaldo ro-
luego una platica por otro tanto tiempo, y al fin un acto de contriccion devoto, hincándose todos mano y del Provincial del Perú que estaba en conocimiento de la situación, Olivares en cinco
de rodilla, diciéndoles yo con un crucifixo en la mano, y respondiéndome todos […] El Padre años aún no solucionaba el tema de su traslado. Siguió trabajando en 1597 como sustituto de
Aguilera se anima tanto a mi pega fervor, comiença a aprender otra lengua diferente de la que los misioneros Aguilera y Vega en el primer viaje al sur. Finalmente, en el “catálogo general”
yo aprendo, porque con estas tres lenguas que son las mas generales, se corre toda esta tierra”42. de la provincia peruana de 1601 aparece como “ministro” del Colegio de Lima49. Seguir los
rastros de Olivares representa la circulación de las personas y, del mismo modo, revela la
De la lectura de esta carta se pueden comprobar varios elementos. El primero, sin duda, capacidad o incapacidad para solucionar problemas desde la centralidad romana y peruana.
la organización del día. El domingo devino el día de la doctrina: catequización, rezos, cantos A dos años de su arribo perdieron dos miembros. Estella y Piñas se radicaron en Lima, y
y procesiones marcaron la jornada del misionero y del indígena. El resto de la semana, en Olivares deseaba viajar a México. En cambio, llegaron el jesuita peruano Luis de Santillan50
confesiones generales. Aparece, además, el problema de los indios de guerra trasladados a y el coadjutor español Martín de Garay51. En cuanto a miembros, los jesuitas retrocedieron,
Santiago como esclavos o transportados hacia Perú43. Santiago, una vez más, fue confirmado pero mantenían la rutina de la doctrina cristiana en “frecuencia máxima”, como lo confirma
en las cartas de Valdivia como un exitoso laboratorio. otra carta de Arriaga del 14 de marzo del 95 dirigida a Roma52.
Desde abril hasta septiembre los primeros jesuitas tuvieron avances significativos en la inserción
de las dinámicas coloniales, como también en la adaptación de sus mecanismos de cristianización.
Sin embargo, no todos los esfuerzos personales estaban dirigidos hacia el mismo resultado. Uno de 45 “Al padre Juan de Olivares, Chile, aunque he respondido días ha a los que vr de nuevo me escrivio e
en una de 6 de septiembre del 96, quiero de nuevo responderle que las razones que me propone son
ellos, por ejemplo, anhelaba trasladarse a México. Las razones de Juan de Olivares era el fastidio buena, y ansi holgaré que el Padre Provinial le consuele conforme a lo que yo le escrivo”, Antonio Egaña,
de trabajar próximo a su familia. Llegó en junio del 93 a Santiago con reliquias que fueron a “en- Monumenta, vol. vi, doc. 197: 484-485.
riquecer esta tierra tan pobre de eso”, pero en febrero del 94, a través de una carta del 31 de julio 46 “Paréceme que vr podrá avisar al Padre Esteban Paez, provincial de México, y consolar ese Padre”, Antonio
Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 129: 497.
de 1595, escrita por Acquaviva, se conocen detalles de la solicitud de traslado por las “inquietudes”
47 “[…] por lo que ayudara para la paz y quietud de vr que deseo se la de Dios tan cumplida quanto la ha menester
provocadas por la cercanía a los “negocios” de sus parientes44. para trabajar con aliento y alegría de animo, sin el qual va un hombre muy violentado en sus acciones”,
Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 226: 781.
48 “Teneis mucha razón, Hermano charissimo, de desear el consuelo del Padre Olivarez, y procurársele, porque
lo merece quien tan bien trabaja como él; y pues Dios le da un poco de quietud en el puesto y empleo que
42 Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 112: 472-473.
ahora tiene, confio, en su divina bondad que se la conservará, y que para este efecto fuese menester otra delega,
43 Jaime Valenzuela, “Esclavos mapuches. Para una historia del secuestro y deportación de indígenas en la Co- no dudo sino que los Padres visitadores y Provincial le ayudaran en lo que uviere para su consuelo”, Claudio
lonia”, en Historias de racismo y discriminación en Chile, eds. Rafael Gaune y Martín Lara (Santiago: Uqbar, 2009), Acquaviva a Miguel de Teleña, 23 de agosto de 1599, en arsi, Perú, vol. 1, f.137v.
225-260. Sigue siendo fundamental para este tópico el libro de Álvaro Jara, Guerra y sociedad en Chile. La transfor-
49 “La Imperial en Chile; Treinta y seis años; Buenas; a 13 de enero 1584 [año de ingreso en la Compañía]; 3 años
mación de la guerra de Arauco y la esclavitud de los indios (Santiago: Editorial Universitaria, 1981 [1961]).
de Artes, 4 de Teología; Lector de latín, confesor, predicador, ministro; no es graduado; votos de escolar”, en
44 “Me escribe del Chile el gran perjuicio que es para el estar en aquella tierra donde es natural, porque sus parientes con sus arsi, Perú, vol. 4, f.57.
negocios le causa mucha inquietud. Atenta esta y la dificultad que ay en evitar esta molestia, estando él en esta Provincia,
50 “Lima; Veinticinco años; Buenas fuerzas; ocho años de Compañía; 2 años de artes; 4 de teología; no es
me pide que le embiemos a México. Yo le respondo que aviso a vr para que le consuele. Paréceme que, moviéndose con tan
graduado; votos de escolar”, en arsi, Perú, vol. 4, f.47.
buena raçon a pedir lo que pide, que será bien a los menos alejarle de Chile, y si aun esto no bastare, sino que vr le parezca
conveniente embiarle al Mexico; se lo remito; y de tal suerte atenda al remedio que es Padre desea, que también sea con 51 “San Sebastatián de Viscaya; cuarenta y ocho años; Buenas; diez y siete años [en la Compañía]; herrero;
su consuelo y gusto, porque, según me dice y él lo muestra en la me escribe, parece que lo merece”, Claudio Acquaviva al coadjutor temporal formado”, en arsi, Perú, vol.4, f.47.
Provincial Juan de Sebastián, en Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 211: 840. 52 Antonio Egaña, Monumenta, vol. v, doc. 186: 750.

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Rafael Gaune 27 28 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

Aunque la Compañía perdía miembros y potenciales misioneros, la búsqueda de la con- los jesuitas. Desde 1586 se trabajaba en el Colegio Romano en un plan razonado de estudios58.
quista espiritual tenía también un pilar en el funcionamiento del Colegio de Santiago. Desde Finalmente, en el año 99 fue publicada la tercera redacción de la Ratio Studiorum, aplicándose a los
1594, como demuestra Walter Hanisch con el funcionamiento de la cátedra de Artes de Luis diversos colegios repartidos en el mundo. En esas circunstancias, Acquaviva reconoció la “utilidad”
de Valdivia53, comenzaron las lecciones. Enfocadas a la formación interna, a la educación de del colegio en Santiago, pero respaldando la labor misionera como piedra angular de las prácticas
los hijos de la élite y, principalmente, a los miembros de las otras Órdenes religiosas, el colegio jesuitas en tierras chilenas59.
fue un articulador de las necesidades intelectuales de Santiago. Inicio precario, sin profesores El panorama precedente de la Orden jesuita se modificó cuando a fines de 1595 se decidió
dedicados, ni una biblioteca que ofrecer a los improvisados estudiantes, a pesar de los esfuerzos realizar una “misión larga”60 al sur de Chile. Desde Santiago, el 1º de noviembre de 1595 viajaron
de Valdivia por hacer llegar importantes volúmenes para la formación educativa. No obstante, Vega y Aguilera, y regresaron desde el sur el 1º de marzo de 1597 con un importante catastro. Por
el rector utilizó las prácticas colegiales para relacionarse con la élite santiaguina54, dejando la un breve período se unió Valdivia, pero toda la responsabilidad de la misión volante estuvo a cargo
realidad misionera, que fue asumida por Gabriel de la Vega y Hernando de Aguilera. de los jesuitas señalados. Este viaje no sólo fue pionero por ser el primero en tierra de guerra, sino
Es interesante observar que en los inicios del Colegio no existió sintonía entre Roma y también por el modo en que lo ejecutaron y el registro que dejaron. La carta anua del 24 de agosto
Santiago. Mientras que en Chile se esforzaban por mantener y hacer progresar el Colegio, el de 1597, escrita en Lima por Arriaga, incluyó la relación del viaje redactada por Aguilera.
General Acquaviva iba a contrapelo de dichas tentativas. Desde los orígenes de la planifica- Todo ese proceso que se inició en Santiago como un laboratorio de prácticas buscaba
ción de la expansión periférica, Roma siempre consideró la proyección gradual hacia el sur a imponer el “modo de la Compañía”61 en la catequización; en otras palabras, “conservar”
través de las misiones55. Después del asentamiento del Colegio, Acquaviva siguió con la misma a los bautizados por otras Órdenes. Aunque esa imposición escondía una feroz crítica:
postura. Es más, sólo el 23 de octubre de 1596 Roma conoció de la fundación del Colegio. En la ignorancia de los elementos básicos del cristianismo en los indígenas bautizados antes
una carta dirigida a Valdivia, el General subrayó la noticia, aunque siguió insistiendo en que de su llegada. El “modo” consistía en utilizar la predicación, los sermones, las pláticas
“yo deseo que los Nuestros atiendan al bien de los naturales, no querría que abrasásemos más y las confesiones generales, apropiándose de la cristianización de los indígenas que se
de lo que se puede cultivar”56. Exactamente un año después, en octubre del 97, Acquaviva
destacó el mismo punto. En el texto exhortó a que los trabajos debían dirigirse hacia las mi-
siones “entre indios”, dudando de la efectividad de un colegio: “porque alguna dificultad tiene
58 Es amplia la bibliografía sobre el Colegio Romano y su relación con la Ratio Studiorum. Ver sobre todo: Ricardo García
aceptar colegio en parte tan remota donde no puede haber seminario de estudiantes por estar Villoslada, Storia del Collegio Romano (Roma: Pontificia Università Gregoriana, 1954); Ugo Baldini, Saggisulla cultura
tan apartado, pero como digo, pensaremos en esto y avisaremos”57. della Compagnia di Gesù (secoli xvi-xvii) (Padua: claeup, 2000); Robert A. Maryks, Saint Cicero and the Jesuits: The Influence
of the Liberal Arts on the Adoption of Moral Probabilism (Aldershot: Ashgate, 2008). Ver sobre todo: Antonella Romano,
Los “frutos” desde Roma se debían cosechar entre indígenas, abandonando la labor educa- “Modernité de la Ratio Studiorum (plan raisonné des études). Genèse d’un texte normatif et engagement dans une
cional. Sólo en 1599, Acquaviva se convenció de la “utilidad” del Colegio, pero siempre con una pratique enseignante”, en Tradition jésuite et pratique pédagogique: histoire et actualité, eds. Étienne Ganty, Michel Hermans y
Pierre Sauvage (Namur-Bruselas: Presses Universitaires de Namur-Éditions Lessu, 2002), 44-87.
estrecha relación con el trabajo misionero. En dos cartas fechadas el mismo día, 20 de julio de
59 Sobre las relaciones entre misión, colegio y directrices de Roma: Paolo Broggio, Evangelizzare il mondo. Le missioni
1599, una dirigida a Quito, la otra a Valdivia, situó en el Colegio un espacio de tránsito en que della Compagnia di Gesù tra Europa e America (secoli xvi-xvii) (Roma: Carocci, 2004), 79-125.
se “recojan y salgan” hacia las misiones, ratificando asimismo que “basta un colegio”. Esto no 60 “Otras misión larga se hizo por todo el reino que duró año y medio, a la qual fueron enviados el Padre Gabriel de
sólo respondía a una coyuntura local, sino a la dimensión global de la expansión planetaria de Vega y el Padre Hernando de Aguilera, que ambos sabia la lengua de los indios. Fue singular el fruto que se hizo así
en los españoles como en indios, siendo resibidos en todas las siudades y presidios de guerra con extraordinario afecto,
porque la boz del fruto que se hazía en S. Tiagoabía corrido por todo el reino”, en Crónica Anónima, vol. ii, 303.
61 “Era tan ignorancia que había en los indios bautizados de muchos años, que no sabían el misterio de la Trinidad
y de la Encarnación, y muchos párrocos y doctrineros se admiraban que enseñásemos a los indios estas cosas,
53 Walter Hanisch, “En torno a la filosofía en Chile (1594-1810)”, Historia 2 (1962-1963): 7-117. que ellos lamavan theologia alta para indios, y con paçiensia y caridad se les advertía la obligasion que tenían
54 José Manuel Díaz Blanco, Razón de Estado, 48-77. de enseñar estas cosas a sus feligreses, de que se hazían muy capaçes por la estima que tenían de nosotros, y asi
poco a poco en todo el obispado se començo a entablar el cathequisar los indios al modo que la Compañía lo
55 Rafael Gaune, “Organizando el otro deseo”, 314-318.
hace, y en muchos de los indios o en los mas, hallavamos tanta falta de fée que no solo husgavamos aver sido sus
56 Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 63: 167. confesiones informes, pero aun nulas por faltarles la fe suficiente para que sus actos fuesen partes substanciales
57 Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 122: 476-477. de sacramento, por este defecto de la fe”, en Crónica Anónima, vol. ii, 354.

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Rafael Gaune 29 30 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

concentraban el día domingo, básicamente, porque eran “esclavos ocupados en el ser- En cada lugar recorrido intentaron practicar lo que en Santiago ejecutaron por tres años.
vicio de sus amos”62. Esto, finalmente, llevó a la Compañía a crear un proyecto de larga Iniciaron un proceso de agrupación de indígenas y españoles, realizando confesiones generales,
duración en Chile, y que tuvo en el recorrer, diagnosticar, transformar y permanecer en predicaciones y marcación con cruces de los espacios públicos, como también bautizos a enfermos,
el territorio los pilares del programa de salvación jesuítica. moribundos y niños. Un ejercicio análogo al efectuado en Santiago fue relacionarse con las élites
El viaje como espacio y tiempo fue impresionante. Diez y seis meses en los cuales hi- locales, aprovechando la “fama”64 que provenía desde esa ciudad, en el lenguaje de la relación,
cieron una profunda taxonomía del territorio meridional. Concepción, Arauco, la cuesta “aficionarlos a la Compañía” para hacer una “mudanza general”65. Del mismo modo, predicaron
de Villagra, Santa Cruz de Oñez, el Fuerte de Jesús, Angol, La Imperial, Toltén, Valdivia, en mapudungun a través de las traducciones efectuadas por Vega en Santiago.
Osorno, Villarrica, fueron los territorios recorridos y diagnosticados. Utilizando el mismo len- La llegada de Valdivia desde Santiago fue importante para el proyecto. Mientras Vega
guaje misionero, la intención del viaje era producir una “mudanza general” de las costumbres retornó a Santiago, el rector viajó acompañado por Teleña y Aguilera. Fue, en definitiva, un
en corazones “tan bien dispuestos”. Sin embargo, advirtieron problemas que en Santiago no reconocimiento del primer viaje misionero en tierra de guerra del entonces Superior en Chile.
experimentaron y debieron incorporar a sus prácticas. La distinción entre “indios de paz” e Recorrió los mismos lugares, exceptuando Arauco y Valdivia, realizando sermones y, como
“indios de guerra” irrumpe en la relación; del mismo modo, situaron en Angol una “frontera escribe Aguilera, “tomando el sitio”:
de enemigos”. No todos los indígenas estaban en el “servicio de sus amos”, como Aguilera se “Resolviose en que el Padre se volviese a Santiago [Gabriel Vega] y yo acompañase a su Reveren-
refirió a los indígenas de Santiago. Es más, comenzaron a convivir con un contexto que poste- cia [Luis de Valdivia] hasta Osorno, en donde dixe arriba habían ofrecido buena limosna. Anduvo
riormente fue una cotidianidad: la adaptación a la guerra. Eso lo manifiesta el itinerario de los el Padre Rector todas las ciudades que nosotros, excepto Arauco y Valdivia, trajo en su compañía
misioneros por La Imperial, que son “veinte leguas de camino, las cuales se pasan con escolta al Hermano Teleña, que no ayudaba poco haciendo a dos manos, y aunque el Padre Rector iba
de soldado por el temor de los indios”. Aunque luego afirma, contradiciendo su declaración de paso por la ciudades por llevar el blanco puesto en Osorno, mas en poco hacia mucho, porque
anterior, que “no hay indios infieles, o muy pocos”. Los misioneros rápidamente intuyeron que la brevedad del tiempo suplia con el fervor, zelo y devoción, que todo es en perfecto grado.
no todos tenían el corazón “dispuesto” a su pedagogía religiosa.
Otro elemento que emerge en ese contexto de violencia y adaptación fue que no sólo Consideraba yo esta segunda venida del Padre Rector y la primera del Padre Vega y su com-
otorgaron “consuelo” espiritual a los indígenas, sino también a los soldados. Así sucedió en el pañero estas dos predicaciones a los dos sermones del propheta Ezequiel […] En Osorno,
Fuerte de Jesús, según Aguilera, nombrado de ese modo después de su visita: llegado el Padre Rector, se renovo y crecio la devocion del pueblo con los sermones de su
“De esta ciudad fuimos a un fuerte llamados de los soldados que, por ser pocos, no tiene clé- Reverencia, de esencial provecho. Tomo el sitio y no otra cosa hasta avisar a Vuestra Reeve-
rigos, y asi no oyen jamas Missa; confessáronse todos, que eran como una docena, y comulga- rencia, y esto del sitio para que viviese en él el Padre Juan de Olivares, a quien su reverencia
ron; hicimosles una platica y de aquí nos volvimos a la ciudad, de donde esta el fuerte quatro envio llamar; dexole en Osorno, que solo esperaba su llegada para partirse a su collegio. Paso
o cinco leguas; quedaron los soldados por extremos consolados; fundose este fuerte cuando su Reverencia por Puren, cuya ciénaga es un inexpugnable castillo, es de tres o cuatro leguas
entro la Compañía en aquel Reino y por este respecto le puso por nombre el gobernador el de largo, y media de ancho, hablo como testigo de vista, porque entre en la misma ciénaga,
Fuerte de Jesus, que cuando se fundo había muchos soldados y despues aca, con la reducción cuando la gente se ve apurada de los españoles se acoge a ella”66.
de los indios, no son necesarios para su seguridad mas de los doce”63.
La primera “misión larga” concluyó con el viaje por tierra, desde Osorno a Santiago, el 1º de
marzo de 1597, sustituyendo a los primeros misioneros, Juan de Olivares y Luis de Santillán. ¿Qué
62 “A los indios se acude aun con mas cuidado predicandoles y haziendoles la doctrina cada domingo, no es posible
hazerse esto entre semana por estar en aquel Reino no mas sujetos los indios que esclavos ocupados en el servicio de
sus amos. Sus confesiones se decir que no son como otros que con los de la Compañía, en sanidad y enfermedad,
en quaresma y entre años, de que no está poco edificada la ciudad y consolidados los curas, porque les aligeramos la 64 Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 98: 341.
carga o por mejor decir, se la llevamos toda”, en Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 98: 326. 65 Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 98: 341.
63 Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 98: 338. 66 Antonio Egaña, Monumenta, vol. vi, doc. 98: 351-352.

Hist. Crit. No. 50, Bogotá, mayo-agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36 Historia Critica No. 50, Bogotá, mayo - agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36
Rafael Gaune 31 32 El jesuita como traductor. Organización, circulación y dinámicas de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, 1593-1598

dejó para la Compañía esta primera misión en el sur? Pudieron realizar un catastro general de la falta de recursos, sin posibilidades de hacer misión en el sur y la muerte de un gobernador.
situación espiritual y temporal de las ciudades en la frontera de guerra, realizando una aproxima- En cambio, cualitativamente, y no sólo examinando la perspectiva misionera, las medidas
tiva contabilización de los indígenas. Es más, intentaron imponer su modo de cristianización en analíticas cambian. Se insertaron con comodidad en la élite de Santiago; fundaron un
espacios en los cuales no operaban ni tenían presencia. El relato de Aguilera fue una traducción de Colegio que impartía lecciones; realizaron un catastro general del territorio en guerra
esa nueva realidad que conocieron en ese primer viaje: la inmensidad del espacio; la precariedad con “misiones largas”; hicieron una lectura de la guerra, y, asimismo, su Superior estaba
espiritual de indígenas y españoles; la aplicación de su modo de cristianizar. Lo precedente, suma- inmerso en las dinámicas internas de la sociedad. Precisamente, fueron estos parámetros
do al miedo de la guerra, estampó el escrito de Aguilera, que, posiblemente, fue redactado en Perú los que permitieron la consolidación de la Compañía de Jesús en Chile colonial.
para ser incorporado a la carta anua del 97, pues, una vez de regreso a Santiago, viajó a Lima. Si se contemplan en general los avatares de los “primeros jesuitas”, se puede deducir que
El reconocimiento del territorio y la interpretación del nuevo contexto fueron primordiales para actuaron en una dirección: una lectura, un diagnóstico y una interpretación del nuevo contexto.
la nueva etapa de la Compañía de Jesús en Chile luego de 1598. En definitiva, entre 1598 y 1608, Eso los llevó, en consecuencia, a buscar soluciones que se asentaron en dos pilares. La consolida-
los jesuitas no pudieron ejecutar nuevamente una “misión larga”, permaneciendo la experiencia ción de sus redes con la élite, que les permitió un sustento material, y la adaptación a un contexto
de 1595-1597 como registro. Sólo en 1608 pudieron establecer una misión cercana a la frontera de precario en el que debían organizar los tiempos, los cuerpos y el espacio de la conversión religio-
guerra (Arauco)67, sumándose a la establecida el mismo año en Chiloé68, que coincidió además con sa. Y este último aspecto, como está demostrado en sus documentos, lo analizaron de manera
la legalidad de la esclavitud en Chile. Es más, la esclavitud y la sujeción indígena encontraron en extraordinaria. Esto, ciertamente, no se diferencia de las prácticas emplazadas en el contexto
el Superior de la Compañía, Luis de Valdivia, un defensor del Tratado de la importancia y utilidad que global de la conversión religiosa. Sin embargo, la novedad de la guerra en el Biobío hizo replan-
hay en dar por esclavos a los indios rebelados de Chile (1599), compuesto por el jurista Melchor Calderón. tear y modificar sus diagnósticos y sus respuestas. Fue esa lectura de la realidad, con la intención
El jesuita defendió la importancia de la esclavitud de los “indios de guerra” para concluir con la de modificar un contexto, lo que hizo que alteraran su plan inicial del “discurrir” al convertirse
violencia en el sur, leyendo en la catedral de Santiago el escrito esclavista. Obviamente, esa defensa en actores principales en las esferas políticas, religiosas y culturales. La reconstrucción factual y
devela una lectura del contexto y la conmoción social que produjo la muerte de la cabeza política cronológica de las acciones de los primeros jesuitas puede parecer improductiva analíticamente,
de Chile. Postura que modificó radicalmente cuando realizó desde Lima, el 4 de diciembre de pero la individualización de los nombres, las circulaciones y las prácticas permiten una mayor
1604, el primer escrito sistemático sobre los “agravios” a los “indios de paz”69. comprensión de lo enunciado con facilidad por la historiografía como un fracaso. En definiti-
va, el jesuita como traductor y Santiago como laboratorio fueron dos aspectos en los cuales la
Trazos de la pedagogía jesuita: consideraciones finales Compañía de Jesús cimentó su permanencia definitiva en Chile.

Al analizar el recorrido histórico de los “primeros jesuitas” en Chile, la historiografía Bibliografía


traza un desalentador panorama de las misiones entre 1593 y 1598. Si se mide la pre-
sencia en forma cuantitativa, evidentemente, los avances fueron nulos: pocos operadores, Fuentes primarias

Archivos:
67 Rolf Foërster, Jesuitas y Mapuches: 1593-1767 (Santiago: Editorial Universitaria, 1996), 117-130. Archivo Nacional Histórico (an), Santiago-Chile. Fondos: Capitanía General, Escribanos y Jesuitas.
68 Rodrigo Moreno, Misiones en Chile austral. Los jesuitas en Chiloé, 1608-1768 (Sevilla: csic, 2007). Archivum Romanum Societatis Iesu (arsi), Roma-Italia. Fondos: Perú y Chile.
69 “Y aunque son muchas las cosas que pudiera advertir, todas las reduzco con punto solo que aquí propondré y Biblioteca Nacional de Chile (bnc), Santiago-Chile. Manuscritos Medina.
probaré, y es este el medio único eficaz para concluir brevemente la guerra de chile y reducirlo a paz al cual en
consecuencia obligan la caridad, justicia y prudencia es comenzar deshaciendo los agravios e injusticias con que están
oprimidos los indios de paz en chile”, en Luis de Valdivia, “Relacion que hizo el padre Luis de Valdivia, lector de Documentación primaria impresa:
Theología del collegio de Lima, por orden de sus superiores y de los señores virreyes don Luis de Velasco y conde de
Monterrey, su sucesor, sobre agravios que reciben los indios de paz que hay en Chile, probando ser medio único para
Acosta, José de. "De procuranda indorum salute". En Obras del P. José de Acosta, editado por Francisco
acabar presto la guerra el poner los indios de paz sin agravios”, diciembre de 1604, en arsi, Fondo Chile, vol. 4, f.2. Mateos. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1954 [1588].

Hist. Crit. No. 50, Bogotá, mayo-agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36 Historia Critica No. 50, Bogotá, mayo - agosto 2013, 272 pp. issn 0121-1617 pp 13-36
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CUADER-NOS
DE HISTORIA 10
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS HISTORICAS
UNIVERSIDAD DE CHILE DICIEMBRE 1990

EPIDEMIAS, MEDICINA Y SOCIEDAD COLONIAL


LA PLAGA DE 1779-1780 EN CHILE

Eduardo Cavieres Figueroa *


Departamento de Ciencias Históricas
Universidad de Chile
Instituto de Historia
Universidad Católica de Valparaíso

E n la vida histórica encontramos algunos procesos sociales que se de­


sarrollan a un ritmo lento, pasivo, cotidiano. Esta forma de historia
social, de base, contiene elementos de vida materi�.1 y cultural en los cua­
les es posible encontrar situaciones similares a través de un vasto espacio
geográfico y temporal y al mismo tiempo percibir que su transformación
camina tan lentamente como el vagabundo que recorre la Europa prein­
dustrial o la sociedad colonial latinoamericana sin más prisa que la de sus
propias necesidades y horizontes.
A pesar de la existencia de ciertas dificultades documentales, en el pre­
sente estado de la historiografía -testimoniando las contribuciones de la
sociología, la economía, la demografía, etc.- podemos saber cada vez más
acerca del cómo vivían nuestros antepasados y de sus organizaciones socia­
les. Se ha explorado también respecto a las condiciones materiales bajo las
cuales vivían, qué presiones debían enfrentar, cuáles era sus posibilidades
y cuáles eran sus limitaciones. También hemos empezado a conocer cómo
se movilizaban, y cuando; cómo organizaban su vida familiar y además ...
cómo morían. De hecho, hemos logrado reconstruir imágenes relativas a

"'El autor agradece a la Prof. Dr. Luzmilla Jordanova de la Universidad de Essex,


Inglaterra, sus valiosas sugerencias y comentarios al trabajo.

87
El period0 que nos interesa en la historia de la encomienda es el que
se abre por. 1580, con la decadencia de la mineria del or0 y el comienzo
de la ruraliizacibn del servicio personal indigena. Eso nos libera de la
necesidad de trazar un cuadro de 10s comienzos de la institucibn.
.- - . - __ __ ._.- - - - . -
Queremos recordar solo 1a particular flexibilidad de la encomienda
originaria, adaptada a tocdas las necesidades y concedida a hombres
de todjos 10s rangos; de dcmde su falta de ajustamiento a las normas
DE LAS ENCOMIENDAS DE PUEBLOS de estricta legalidadl. Desde la tasa de SantillAn, 1559, se inici6 una
A LOS TNDTOS T)F. FSTANCTA mayor legalidad, que imy)erarA durante 10s 20 afios siguientes. Per0
durante estos cornenzb la tremenda caida demogrifica indigena, que
se precipitarA sobre todo 1iacia 1590, con las grandes epidemias de 10s
afios anteriores e inmedia tamente posteriores a esta fecha; caida que
provocarA una transform;3ci6n radical de lo que hasta entonces se
entendia por encomienda. Esta segunda fase de la institucibn es la que
queremos estudiar aqui de cerca, sin perjuicio de algunas revisiones
retrospectivas exigidas por la critica.
El termino final 1650-11660, est& sefialado por una importante do-
cumentacih sobre 10s en
momento que presencia 1
pueblo. Este estudio, com
tiago y La Serena, por 1:i ya mencionada escasez de fuentes prove-
nientes de otras ciudades.
No queremos seguir el proceso de la institucibn siguienda 10s pasos
de la legislacibn (por lo aemas muy uiIiciies a e seguir
1 , 7.0, . entre i 3 u 9 y
-1 1 rrn.4

.
1

.,.-A\ . I 1 -

IbZU), sin0 mas men aetenernos en el anAlisis de la documentacibn


de encomiendas singulares. Visitas, y procesos judiciales y cuentas
han sido 10s documentos mAs fecundos, ya que en torno a 10s sin-
gulares problemas de alguna encomienda dada comparecen 10s rasgos
tipicos, que el anilisis puede descubrir y separar de 10s mAs contin-
gentes. El aporte de la documentacibn notarial nos ha resultado, en
cambio, mucho mAs reducido.
Metbdicamente, sigo pues una ruta diferenle de la tomada por
AmunAtegui Solar y sus sucesores, pues no me apoyo en la legisla-
c i h , sino en las fuentes que nos transmiten la aplicacibn del Dere-
cho a casos concretos. El unico trabajo monogrifico de este campo
que se funda grandemente en archivos judiciales, mPs que en la
legislacibn, es el de Fernando Silva Vargas sobre Tierras y Pueblos
de indios.
En el tratamiento de un problema circunscrito como Cste, me veo
*He descrito esos rasgos en Estado en el Derecho Indiano, 157-165.

3
Las mercedes de tierras daban el derecho de propiedad pleno,
conErmado en el criterio que planteP: como tesis principal de mi aunq1 a las condiciones, normales en toda colonizaci6n, de
,Estado en el Dcrecho Indianoc de 1951, a saber, la importancia tro de cierto plazo, y si se trataba de solares, de cons-
no ve
capital de conocer las formas de cumplimiento, y sobre todo de in.
truir tambiCn dentro de un plazo. La merced conferia el derecho de
cumplimiento, de las leyes, para llegar a1 Derecho efectivamente
propiedad, tal como liabia sido elaborado en el Derecho Fora1 y en la
vivido; estudiando alli las categorias de pensamiento juriclico y de
legislaci6n castellanz romanizante. Tal concesi6n podia referirse a la
prictica administrativa que enmarcaban el fen6meno del incum-
casa y a1 solar urbanos; o a las extensiones cercadas de escasas di-
plimiento. En el presente articulo, de perspectivas mds redmidas,
inensiones que existian en Castilla en las cercanias de la ciudad:
encuentro ratificado el valor heuristic0 e hist6rico del documento
prados, vifias, olivares, h a r e s , ai-afranales, huertas, alcaceres o alca-
casuistica.
cerias (para plantas iorrajeras) , cortinas (tambiCn para el forraje)
No obstante que las grancles lineas de la ewlucihn de la enco-
-tierras todas cuyos equivalentes indianos fueron la chacra y la
mienda chilena son ya esquemjticamente conocidas, creo que un
vifia, generalmente unificadas en un solo documento de merced3.
trabajo como el presente, basado en otras fuentes y mktodos que
mis antecesores, no constituye en modo alguno una reiteraci6n ni En este Ambito urbano y suburban0 alcanz6 el dereclio de pro-
una mera adici6n de detalles. piedad castellana su plena configuraci6n. MAS all& comenzaban 10s
vastos espacios rurales en que la noci6n de propiedad se entrecruzaba
I. TIERRA Y EXCOMIENDA HASTA 1600 con las nociones comunitarias (Io que Joaquin Costa denomin6 el
xolectivismo agrariocc, que versaba sobre pastos, montes, aguas co-
I . Encomienda y fwopiedad en el Jiglo m i : una yevisidn. rrientes, etc.), y con las estructuras sefioriales. En Indias, estos espa-
Mientras que la encomienda cs otorgada exclusivamente por el go- cios en que las mercedes eran dadas normalmente por 10s gober-
bernador, las mercedes de tierras eran concedidas, en 10s tiempos de nadores y no por las ciudades, la propiedad fue tambiCn menos
Pedro de Valdivia, tanto par 41 como por 10s Cabildos. El Cabildo obvia y requiri6 de una afirmaci6n y determinacibn que no se re-
mncedia, como era normal, las inercedes de solares urbanos y las queria alli donde no habia mayor problematismo, en la traza de la
de chacras; per0 de pionto encontrainos una tierra dada en las minas ciudad ni en el cintur6n de las cracras.
de Marga Marga, a un centenar de kil6metros de la ciudad (CHCH Hay un grupo de documentos en Chile, durante la Conquista,
I, 122, de 1547). El gobernador, por su parte, dio solares en Concep- que no se ajusta vcrdaderamente a la doctrina vigente sobre dife-
c i h , per0 comunidndolo, es verdad, con el Cabildo para su registro. rencia entre encomienda y propiedad. Es precis0 un examen libre
Xn la sesi6n del Cabildo de 26-v11-1549, enunciaba Valclivia su inten- de sistematismo a fin de no apartarse de las nociones juridicas reales
cio2 de deslindar ambas eiferas de cornpetencia, remiti6ndose a orde- de 10s conquistadores.
nanzas que dictaria el Cabildo sobre ello. En una causa judicial sobre Los documentos aludidos son fundamentalmente las autoconce-
tierras de Talagnnte -de que liablaremos m9s adelante- se d u d e siones de Valdivia en 10s valles de Quillota y Lampa y en la ciudad
a la norma consuetudinaria en lndias en cuja virtucl el Cabildo de Concepci6n (ApCndice III), las mercedes a Francisco Hernrindez
distribuia tierras solamente en u n distrlto de cuatro leguas; mAs all& -
Gallego y a Marcos Veas en el valle de Lampa en 1552 (DI $, 441 y !(,-
empezaba un dmbito en el c u d ya no las oLorgabasino el gobernador.
455) ; la otorgada a Gonzalo de 10s Rios el mismo afio de 1552; la
A un principio asi parece referirse Valdivia cuando dice en su pi-o-
de Jer6nimo de Alderete en Imperial (DI XIV, 220, de 1552). Un
Iceso de 1549 en el P e d que las tierras de sembrarluras (esto es,
texto que n o procede de Valdivia, sino del procurador del Cabildio,
entonces en Chile las chacras) se dan a una legua o legua y media
de la ciudad (DI VIII, 335) .
BartolomC Flores, a1 pedir la reducci6n de las encomiendas, en 1546
Se sabe bien que las cbdulas de encomienda generalmente nada (en DI VIII, 120), nos obliga, por lo menos, a advertir la m6ltiple
estipulan sobre las tierras de 10s indios, y que cuanclo el encomendero virtualidad del lenguaje juridic0 de 10s conquistadores, cuandio Flores
p e d h alguna parte de ellas, la obtenia por una merced aparte (POT expresa que ,en las provincias del Per6 y en otras partes adonde se
ejemplo, Cabildo de 2-VI-1547, a Marcos Veas)
3E. de Hinojosa, Origen del rigimen municipal e n L e d n y Castilla (siglos x-MU).
2Silvio Zavala, D e encoiniendas y $9 opiedad territorial. Para Chile, yo segui Ordenanzas de Avila, leges VIII y XXII. Jesds Garcia Fernindez, Cham@ ouuerts
esa doctrina en Estado en el Derecho Indiano, 160-162. et champs c16turh e n Vieille Castille.

4 5
han dado indios de repartimiento que uno solo tiene en su reparti- las clPusulas de rutina) (20-x-1552, en copia que se halla en
miento dtoblada tierra que toda la que en esta ciudad est&repartidac<. AGI,Audiencia de Chile 50) .

De 10s documentos mencionados que se conocen por su pu- Tenemos en fin las merceres de tierras e indios que Valdivia se
blicaci6n en DI, recordemos solamente ciertas frases: a Marcos autoasign6. En el valle de Lampa acumula encomienda y estancia,
Veas le da Valdivia ,la mitad de 10s indios de Lampa con la dejando a 10s indigenas en una parte del valle, y la otra libre para
estancia que yo tenia sefiaiada en aquel valIe para el servicio sus pasros. De tal merced vendrin las que ulteriormente hizo a
de mi casacc; a Francisco Hernindez Gallego le concede la Hernindez Gallego y a Marcos Veas, que t a m b i h comprenderian
mitad de 10s indios de Lampa para que se haga pago de 5 mil indios y tierras. La chacra o estancia (con ambos nombres la designa
pesos que le prestb, y hace compafiia con 61 sobre Ia mitad que Valdivia en la merced) que se concedi6 a1 sur de Concepci6n incluye
retiene, y en ambos casos dice explicitamente, que con la mitad dentro de la tierra a todo un grupo de indios que ya se habia enco-
de 10s indios, le da la mitad del valle; a Alderete le dice que mendado, per0 no para el servicio minero sino para el de casa, y
Ben la tierra destos principales se os han de dar chacaras y que en adelante trabajaria en la estancia. Se aiiade aqui una con-
caballerias y tierras de panllevar para la sustentacibn de vuestra cepcion muy propia de Pedro de Valdivia, la de que esa tierra no
casa e conforme a1 gasto que ten& en ellacc, per0 agrega una seria concejil, no estaria sujeta a las reglas comunitarias de us0 de
fundamentacibn que restringe el alcance de la disposicibn: xpor pastos, sino que seria una dehesa .libre y privilegiadax, x o m o Io
cuando no hay tantas tierras en la ciudad Imperial para dar son en nuestra EspaAa<<,frase que retorna en la donacion que him,
a 10s vecinos della y a esia causa se ha de repartir el dafio entre dos afios despub, de la mitad de esa tierra a1 licenciado Gutierrez
10s indios mis cercanoscc. El texto de la encomienda de Gonzalo de Altamirano. Est& presente ante Valdivia el modelo de organiza-
de 10s Rios es tan fuerte por Io menos como el de Veas y Galle- cion rural que conocia desde joven, la de la Extremadura de la
n-.J-- A T
1- I . -1 1 11. A 1 - 1 o--&. \ - _L--.
go: BPor quanto teneis pocos indios y sois casado para man- uLurii ut. mcanrara (simiiar a la ae l a

tener buestra casa e hijos y de 10s primeros conquistadores por cada concejo tenia tierras de cada ve
tanto y por la presente encomiendo en nombre de su magestad pastos, dehesas boyales, montes comunies; per0 a1 lado, se alzaban,
en vos el dicho Gonzalo de 10s Rios la mitad de 10s valles de la mucho mis extensas y poderosas, las dc:hesas sefioriales de la Orden,
ligua y el papudo con todos sus caciques e principales y con cercadas, utilizadas por 10s ganados de la Orden y por 10s ganados
todos 10s yndias naturales y mitimaes subjetos a 10s caciques ajenos que pagasen un derecho de pastaje. Los animales que pene-
de la mitad de 10s dichos valles asy como yo 10s tengo en mi trasen sin derecho estaban alli sujetos :1 ser acorralados y entregados
caueqa quedando la otra mitad de 10s dichos valles con 10s a1 dueiio tan solamente despuks de pa:gar una pena que no era la
caciques e yndios de el a Luis de Cartagena vezino desta dicha menor de las utilidades de la dehesa. A este 6ltimo aspect0 se refiere
ciudad atento a que 10s thengo encomendados por una cedula explicitamente Valdivia en 10s docunnentos de Concepci6n. Otra
clPusula importante es la de la dona(:i6n, en que expresa que el
mia de diez y seys deste mes de otubre del presente afio de qui-
nientes y cinquenta y dos afios y no os aueys de servir de la donatario no podria despojar a sus in dios de sus tierras, sin0 que
Bviviri entre ellos<c (Apkndice 111) .
mitad de 10s dichos valles e yndios hasta tanto que sea pagado
el dicho Luis de Cartagena de dos mil pesos de buen or0 que De este conjunto de documentos resultan varias conclusiones que
me presto y hice una conpafiia con estos pesos con el para que deben ser destacadas. Pueden %donarse tierras a1 encomendero, en
se pagasse dellos del or0 que sacasse ansi que sacado que aya la misma ckdula de encomienda, sin ne(:esidad de una merced aparte.
Esta merced abarca toda una comarca
11 1 _.
esta quantidad con ellos luego quedan por vuestros la mitad
de 10s dichos yndios con la mitad de 10s valles dichos y asi que la pueblan. Per0 no en sentido inmediatamente despo-
os encomiendo el cacique dicho Cathalos e su heredero con para desalojarlos de las tierras que actualmente ocupan y
10s principaIes yndios e sujetos del dicho Cathalos para que irlos a otra region (como, en el cas0 de Concepci6n, lo habia
con el pagueys 10s dichos dos mil pesos a el dicho Luis de ya Valdivia, pero antes de la merced que analizamos) ; sino
Cartagena y asi pagados quede por vuestro el dicho Cathalos Andolos en sus posesiones cultivadas, aunque naturalmente
loles tierras mis vastas que estaban en su Ambit0 vital.
con sus yndios para que os siruays de todos ellos...” (y siguen
6 7
La m5s probable interpretacidn de estos documentos consiste, a Lo que si se pierde despugs de Valdivia, por influjo del rtgimen
mi juicio, en que flotaba ante 61 una imagen sefiorial de posesiones legal venido del Per&, fue la acumulaci6n, en un mismo documento,
campesinas indigenas subordinadas a1 domini0 eminente de un sefior, de mercedes de tierras y de encomiendas; si bien perdura como una
sujetas 10s indios a1 trabajo en la dehesa o estancia que 61 se reservaba, reminiscencia la frase de que se dan 10s indios ))con sus valles y abreva-
pensada como 10s campos acotados para hatos de ovejas o de vacas deros<<,per0 todo el context0 indica suficientemente que hay diferen-
sedentarias, que 61 conocia tanto en la Peninsula IbCrica. La relacicin cia de ambas mercedes. Con raz6n Gonzalo de 10s Rios diri en un
entre tierras reservadas y tierras de 10s indios encomendados no se juicio que llegari a1 Consejo de Indias en 1614 que ,,nunca se haze
puede pensar, a mi juicio, en meros tCrminos de ”derecho de propie- menci6n de tierras en mercedes ningunas de encomiendas de indioscc
dad”, sino dentro de un modelo sefiorial que seguramente aspiraba (AGI, Chile 50). Asi la diferencia tan bien argumentada en tiempos
a crear en su provecho, como lo habia logrado HernAn OortPs en recientes poi" Silvio Zavala, se realiza plenamente despuks de la Con-
MCxico, y que la muerte le impidi6 tal vez alcanzar: en todos 10s quista, pero no durante ella, por lo menos no consistente y completa-
caudillos de la Conquista, mAs a’lli de la mera .propiedad< late el mentes.
afin POI- el sefiorio sobre hombres y tierras conjuntamente.
Per0 no piensa en reservarse la exclusividad absoluta de este tip0 2. Las explotaciones e instalaciones del encomendero en el pueblo.
de mercedes, sino que despuCs las dona a otros conquistadores, y no El sewicio personal dentro del pueblo
de primer rango; de suerte que Cste pudo ser un patr6n de organizaci6n
mis generalizad‘o. MAS importante en el siglo XVI que la propiedad del suelo, amplia-
En fin, es patente el afin por excluir estas mercedes complejas del mente disponible, era la posibilidad de tener empresas agricolas o
marco concejil, de la comunidad de pastos, como las dehesas sefio- industriales junto a1 lugar donde estaba la mano de obra indigena,
riales extremefias que tambikn estaban exentas del rCgimen comunal. para la produccibn agricola y ganadera, especialmente para la alimen-
Sus ordenanzas de 26-v11-1549 (en CHCH I, 195) confirman esta concep- t a c h de las cuadrillas de minas durante la demora de 8 meses, donde
cidn: ,les Sean guardados (a las estancias) sus pastos y labor<, dice el consumo de carne era muy grande. Por eso, desde el comienzo,
alli; puedan enajenarse libremente; se puedan acorralar y penar a 10s aparecen sementeras y ganados de 10s encomenderos en 10s pueblos:
ganados transgreslores, reconocidos por las marcas; 10s montes Sean el asentamiento rural espafiol se radica primeramente donde ya existe
exclusivos de las estancias y nadie pueda entrar a cortarlos sin licencia el indigena. A1 reducirse el ndmero de encomenderos de Santiago de
del dueiio. Las dehesas acotadas de tip0 sefiorial vinieron a ser en GO a 32, se fij6 un plazo de 15 dias para que 10s que cesaban se llevasen
Chile el modelo de la propiedad rural instaurado por Pedro de Val- sus animales y bienes muebles6; el entrante debia indemnizarlos por las
divia (..."coma en nuestra Espafia”...) . Mis tarde, el rPgimen legal sementeras que alli quedaban. AI permutar sus bienes un vecino de
y 10s mandamientos de la Audiencia de Lima impusieron la comunidad la Imperial, Gaspar de Orense, con otro de Santiago, Juan Gbmez de
de pastos, pero la verdad es que no hay indicios de que ella se haya Almagro, ambos encomenderos, cstipularon la reciproca donaci6n de
impuesto efectivamente sobre las concepciones de Valdivia. No existe, todas las sementeras de trigo, cebada, maiz frtjoles, lino, papas y
pues, en Chile, una evolucih paulatina de la comunidad de pastos semillas que ellos y sus yanaconas hubiesen plantado en sus chacras
o en sus pueblos de indios, ,en que por mi y en mi noinbre hayan
:: hacia la propiedad de la estancia, como la que ha trazado para MCxico
sembrado<<, dice G6mez de Almagro (DI XI, 179) .
Franpis Chevalier sino que esta 6ltima es la que rige desde e1
El documento mis rico sobre tierras en estos primeros afios es el
comienzo4). Naturalmente, sin que esto sea cibice a servidumbres de
litigio entre Bartolomt Flores y sus indios con 10s de Pedro Gbmez de
libre trinsito de ganados y su pastaje, como era normal por la ausencia
Don Benito, en el cual ambos encomenderos actdan como curadores
de cercados.
'Tanto en Estado e n el Derecho Indinno, como en Euolucion de la propicdad
(M.Gbngora, R i g i m e n sel’orial y rural e n la Extremadura de la Orden de rural en el valle del Puangue segui clemasiado irrestrictamente la doctrina de S.
Santiago, acerca de las dehesas extremefias. Charles J. Bishko, T h e Peninsular Zavala, que tuvo el gran mkrito de deshaccr la equivocaci6n grosera entre enco-
Background of Latin American Cattle Ranching demuestra la existencia de tierras mienda y hacienda; pero pienso que queda corta para representar un sentido mPs
ganaderas acotadas en Espafia, contra Jose Miranda, Notas sobre la introduccidn sefiorial de la tierra, como el que tienen 10s conquistadores.
de la Mesta. Sobre la formaci6n de la estancia mexicana, F. Chevalier, Grunds Ternando Silva S'argas, Tierins y Pueblos de indios, 57 ss., analiza la presen-
dornaines, 102 ss. t a c h de Flores, que se halla en DI WII, 120 ss.
8
9
judiciales de sus indios y se acusan reciprocamente de apropiar: pasandose de unas partes a otras y de otras a otrasa (Diego de
la tierra de ellos. Flores se habia casado con la hija de su caciq I <
Frias, procurador de G6mez). Los indios tenian antes de la Con-
1.
vivia con sus subditos en el pueblo: su adversario lo acusaba de haber quista tierras, acequia, tambo y wasa de pared< junto' a1 rio,
, ,
hecho . 1.
pasar a sus indios . 1 1
a un cascajal, cerca de donde1. 1 . I
es:aban 10s donde moraba el cacique. Juan Pinel, el encomendero antecesor
indios de G6mez, quedsndose el con las buenas tierras para sus puercos de Flores, por su parte se hizo tambibn u n bohio de adobes para
y cabras. El ganado de Flores no nos es conocido en su ndmero, pero habitar; en su tiempo 10s indios de Talagante hicieron pacifica-
si el de su hija casada, Barbola, en 1557, la cual tiene en el pueblo mente sus sementeras durante tres aiios. Flores, conresta tanto
317 cabezas de porcinos, entre puercas, berracos y lechones; ademis, la validez de la merced del Cabildo, como la del contrato pre-
algunas yeguas con sus, crias y 40 gallinas (RA 2 2 8 3, p. 1 ) . La hisphnico, en nombre de la quieta posesi6n de sus indios en el
posesi6n de puercos y lives en 10s pueblos de indios se encuentra asi- pedazo disputado de Quinogan. Interpreta dicho contrato como
mismo en MICxico en lo!, primeros tiempos de la Conquista'. un prkstamo o alquiler, por su precio insignificante; despuds 10s
indim de G6mez prolongaron por la iuerza lo que habia sido
El plejito entre Flores y G6mez que camentamos se halla en RA una cesi6n temporal. Pero, responde el procurador de Mmez,
-
2 0 6. Se inici6 hacia 1550 porque este hltimo traslad6 a sus in- asi neran sus conciertos en el tiempo y sus contratosa. La senten-
dios de Quilicura, despues de la fundaci6n y reparto de chacras, cia de primera intancia, dada por un alcalde de Santiago, favo-
hacia un pedazo de tierras de 10s indios del cacique Talagante. reci6 a BartolomC Flores; la segunda, de Don Garcia Hurtado de
La merced del Cabildo era verdaderamente equivoca: le daban Mendoza, en 1560, a n d 6 la merced del Cabildo a Pedro Gdmez,
la tierra a G6mez ncomo cosa suya propia para 10s dichos indiosn. per0 con todo ampar6 a SLIS indios en Quinogan, el pedazo ad-
(CHCH, I, 357), otro ejemplo de la ausencia de Derecho sistemitico quirido antes de la llegada de 10s espaiioles.
en la Conquista. Por otra parte, se eligieron esas tierras porque
Los naturales trasladados de Quilicura continuaron pues ame-
allf mismo ya habia conexiones territoriales entre 10s dos grupos
nazando la exclusividad de 10s Flores. En 1599, Pedro G6mez
indigenas: 30 afios antes de la llegada de 10s espafioles 10s de
Pardo transform6 la posesi6n de sus indios, ya todos muertos,
Quilicura habian comprado a los de Talagante un pedazo de
segdn expresaba, en una merced de 20 ~ 4 cuadras
0 para tener
tierra a cambio de 7 ovejas de la tierra, unas pocas cuentas de
ganados propios; tierras que muy pronto vendi6 a un canhigo
or0 y plata y mucha chaquira (fs. 31 ss.) . Los indios de G6mez
de la Catedral, ya propietario en la comarca.
estorbaban a 10s de Talagante que sacasen madera, y entonces
Flores pidi6 y obtuvo una provisi6n de la Audiencia de Lima, La presencia de una economia personal del encomendero en el
en virtud de la cual, ncomo es us0 y costumbreic, la ciudad puede pueblo, con servicio personal de 10s indios, esth plenamente constatada
dar tierras s610 en 4 leguas, y Talagante estaba a 6; no pudo en la tasa de Gamboa, articulos 111 y IV, relativos a las herramientas
darle, por tanto tierras a otros; 10s frutales de 10s de Talagante de minas, recuas, comidas y molinos de 10s encomenderos, que deben
debian serles respetados; per0 en cambio 10s montes (la madera ahora ser quitados, pues ya no tendrhn dereclio a nentrar y salira en
de Arboles no cultivados) , .Sean comunes y todos usen de ellos sus pueblos, no tendran nmando ni entrada en 10s dichos pueblos
comunalmenten. (fs. 118) . Flores habia obtenido una victoria, mas de indiosus. Es claro, pues, que existian explotaciones agropecuarias
no completa; no pudo impedir que 10s vecinos sacasen madera de e instalaciones diversas (molinos, herramientas) que el encomendero
sus montes, para casas y herramientas. La Provisi6n de 1551 fue poseia entre sus indios; un us0 perjudicial a1 pueblo, segfin la tasa,
confirmada por la misma Audiencia en 1556 (fs. 115 v.) . pero no clandestino, pues las podia vender a 10s mismos indios, como
Los interrogatorios y declaraciones testimoniales nos suminis- una Bmejorae, que incrementaria a1 patrimonio de la comunidad.
tran valiosas informaciones sobre 10s indios en Talagante (fs.
31 ss., 125 ss.) . G6mez queria defender la validez de la antigua
8Publiqut la Tasa de Gamboa en Documentos indditos sobre la encomienda en
venta prehispinica: las tierras, dice, eran de mitimaes incisicos Chile, RCI-IG 123. Posteriormente, ella fue reimpresa en la Coleccidn de Documen-
y 10s de Talagante las vendieron womo lo avian ellos de uso y tos ine'ditos para la Historia de Chile (ed. Fondo Medina) , II serie, tom0 III, sin
costumbre venderse unos a otros tierras y aguas para sustentacion mencionar a quiOn habia encontrado y publicado la tasa (pigina XXXIV, nQ 5 ) ;
niientras apunta con toda acuciosidad 10s nombres de investigadores muertos
'Jose Miranda, Funcidn econdmica del encomendero, 22, 42-43. cuyas publicaciones se utilizaron en el mismo tomo.

10 11
meuiante una norma escrita, lo que hasta entonces era sin duda una
Los encomenderos intervienen en 10s pueblos chilenos, como se ve, costumbre: 10s pueblos tienen ganados de bus encomenderos, pasto-
de una inanera mjs permanente y p6blica que aquellos que refiere poi* algunos de 10s naturales, y 10s indios estin obligados a
Magnus Morner, que son principalmente encomender'os que van con iiacer 10s corrales y 10s ranchos de pastores, y a trabajar 10s dias
familia y criados, de tu AnGto a sus pueblos9.
-ios en la esquila de las oveja,, todo ello bajo salario pagado
Sabemos que Juan cle Cuevas sembraba en Longomilla trigo y
encomendero. Las ordenanzas de Sotomayor, a la inversa de las
inaiz con sus bueyes y arados, y que tenia alli a un criado espafiol,
cre Kuiz de Gamboa, rigieron largo tiempo, siendo confirmadas y
dando a 10s indior por su trabajo '/6 de las cosechas; despuCs de la
tasa de Gamboa relir6 sus herramientas, incluso las de niinas'o. En modificadas por Alonso de Ribera, de manera que el vigor de la norma
cambio, Antonio d e Quiroga, emparentado con Gainboa, tenia todavia que comentamos ha subsistido hasta la promulgaci6n de la tasa Real
en 1583 en Peumo, Teno, Colchagua, Melipilla y hpoquindo, 500 y de la tasa de Laso de la Vega, en las dkcadas de 1520 y 1630.
vacas mansas y corraleras, 4 mil puercos, 3010 cabras y capados, 1.500 Una confirmaci6n particular de la permanencia de ganados en 10s
ovejas y carneros, segim declara nueve aiios despues (RA 1758). pueblos la poseemos gracias a la visita de 10s indios de Luis JufrC en
Alonso de Sotomayor, decidido a revocar la resistida tasa, dictb 1601-2 por el visitador Gregorio Shchez (RA 1700), que se refiere
nuevas ordenanzas en 1584, de las cuales conocemos solamente dos, y a 10s pueblos de Peteroa, PequCn, Mataquito, Gonza, Purapel y Pocoa.
un auto modificatorio de una de ellas, en 1 5 8 P . La no XII dice: Se les pregunt6 explicitamente ),si en sus tierras tiene el encomendero
gdmdos y con que indios 10s guardaa (pregunta VI, a fs. 25 ss.) .
.Item, ordena y manda que cada indio tributario de las dos ter-
Los caciques de Pequkn, Gonza y Mataquito respoilden afirmativa-
cias partes que quedan en sus pueblos que no fueren a las minas
mente, diciendo que tiene muchos ganados, pero que no les molestan;
den a SLIS encomenderos media fanega de comida de niaiz y de
trigo puesto en sus ~xieblosde 10s dichos indios y mis una gallina el de Mataquito emplea la denominacibn de >,atancia<.El de Peteroa
cacla tributario en cada un aiio; y han de seer obligados a guardar no trae respuesta sobre ello, pero despuks figura tambikn una estancia
en sus pueblos y tierras 10s ganados de 10s sus encomenderos, y en su tierra. Los de Purapel y Pocoa responden negativamente. MAS
para ello les han de dar pastores a 10s cuales han de pagar el adelante (a fs. 115 ss.) el visitador visita a 10s pastores de Peteroa y
encomendero a cada un pas:or un vestido de lana en cada un Peqdn que sirven en las estnncias de sus pueblos; por lo demzis, tam-
aiio; y les han de dar a 10s dichos encomenderos peones que les bikn sirven alli misrno naturales de 10s otros pueblos de Luis JufrC.
hagan sus corrales de ganados y casas de pastores y para lavar Declaran el tiempo que ha durado su trabajo de ovejeros o cabreros;
y trasquilar el ganado ya a estos peones les ha de dar e pagar el qu6 salario han percibido y en quC gkneros de ropa; tres de ellos han
encomendero en ganado o en lana su salario como concertare ayudado a sacar leche y hacer quesos en PequCn, que parece ser la
con el protector; y a 10s pastores les ha de alimentar el encomen- estancia mAs rica; uno de 10s indios hace en ella de capataz, a pesar
dero; y 10s dichos eiicomenderos y sus criados y administradores de que es natural de Pocoa.
no puedan sacar ni saquen de la gente que quedare en 10s puebIos
No tenemos ulteriores testimonios, en el territorio de Santiago ni
en el de La Serena, de explotaciones agropecuarias del encornendem
otras grangerias y aprovechamientos, so pena de cincuenta pesos
en sus pueblos. Pensamos que la razbn de ello es muy Clara: a1 incre-
aplicados se'gim dicho ew.
mentarse el nGmero de estancias logradas en propiedad de 10s gober-
Aparte de referirse a1 regimen del tributo, sobre el que volveremo'S nadores, y al trasladarse a ella paulatinamente 10s indios, 10s pueblos
m i s adelante, la ordenanza reproducida establece, p e s , esta veir t
han ido quedando mis desolados, y desaparecih el inter& por localizar
alii empresas. Las cartas de administradores a1 protector Miguel de
ohfagnus Morner, Der l'erbot fur die Enconieiaderos, unter ilzren eigeiaen IndiL
izcrn TU wohnen. N o obstante, hay un pasaje en su articulo (pigina 194) que s
Amesquita (Apkndice II), 1615-18, que no habrian podido dejar de
refiere a la prohibicih de tener estancias y obrajes en 10s puebIos, citando IC decir alguna palabra de ganados de 10s encomenderos, si alli se hubie-
textos legales correspondientes. Pero en Chile el Dcrecho usual fue el opuesto. ran encontrado, guardan total silentio.
liJJost! A. de Ram6n, L a encornienda de J u a n de Cuevas 55, nota 3.
"M. Ghgora, Documentos ineditor, RCHG 1 2 3 , no reimpreso en la compiL. Creemos casi imposible encontrar documentaci6n sobre este pro-
laci6n de Alvaro Jara, Fuentes, tom0 I, LegisIaci6n. blema especifico en 10s pocos expedientes de esa Cpoca relativos a
12 '3
Concepcicin o Chillhn; en cambio, podria hallarse para ChiloC o para cebada, 20 se habian sembrado y otras se gastaron en la casa y en
las ciudades de Cuyo. Sobre el sur de Chile a fines del siglo XVI, las minas. Las yeguas se apreciaron en total en 80, algunas de ellas
poseemos una causa judicial iniciada en 1585 (en RA 2284) que con- andaban acarreando cebada d e d e un chacra hasta la ciudad.
firma muy ampliamente la existencia de una situacibn similar a la Tambien el encomendero tenia bienes en tierras de su cacique
del norte. Juliin Carrillo, encomendero de Osorno, en una clhusula Canqukn; alli hallaron 18 bueyes y yugos, con sus arados de palo;
testamentaria de 1584 (a fs. 22 de aquel expediente) declara que tuvo en la xasa de la mita<c21 fanegas de cehada, 6 de ellas en u n
50 o 60 indios del cavi Quilacavi, en el asiento que llaman de Pitoy, troje, destinadas todas a ser sembradas; el lino ya se habia tascado
que le sirvieron durante 10 aiios, sachndole poco oro, ,aunque e cogido y llevado a la ciudad, junto con el trigo. En ambas comunidades
trigo y cebada en ellos y me han guardado mis ganados y seruidome y los naturales tienen que haber trabajado en las sementeras; el
son (veynte?) de servicio personal en el qual dicho repartimiento tengo ganado esth confiado, sin embargo, en Pitoy, solamente a yana-
un molino moliente y corriente de pan molerx, el cual molino lega a conas; en CanquCn aparecen tambiCn en la guarda de ganados
esos indios, si su mujer no se interesa en conservarlo para si, y enionces gafianes naturales, per0 10s capataces son yanaconas; Cstos son
pagarh a 10s naturales su justo valor en ovejas. Carrillo contratb 10s inas de la confianza de 10s encomenderos, en una tierra menos
servicios de un Angelo Genovks, pen 10s yndios de su repartimiento dominada que la de Santiago. Los inventarios revelan una riqueza
en sembrar y coger sus seinenteras y guardar sus ganados y contarlow cerealista importante.
(fs. 41) ,
Nos parece, pues, demostrada la existencia de una ocupacibn efec-
En abril de 1585 se hizo el inventario de 10s bienes de Carrillo tiva y ampliamente aceptada por la costumbre, y por la ley escrita
en Pitoy, indicados por sus yanaconas. Tenia, en el corral de desde 1584, de tierras de pueblos, por sus encomenderos, en que ellos
ovejas que custodian Juan Taperuca, yanacona, 269 ovejas de nentraban y saliana, no obstante que no tenian titulo de propiedad,
vientre, mayores; 163 borregas con 13 padres; :? cabrones y 2 capa- simpleniente como integrante de 10s dcrechos del encomendero. La
dos. El yanacona declar6 que a1 tiempo de la trasquila pasada situacibn no es exactamente la misma que constata Arcila Farias en
se habian llevado a otro repartimiento de Carrillo, Guanauca, Venezuela -tierra de servicio personal hasta fines del siglo XVII-
100 ovejas para rescatar con 10s indios. El corral de cabms, a donde 10s indigenas sembraban maiz y algod6n para el encomendero
cargo de otro yanacona, tiene 65 cabras mayores, 5 cabrillas, 8 dentro de sus propias tierras12; como tampoco es la primera forma
cabroncillos, 2 padres, 8 capados; 10 cabras grandes y 10 pequefias del servicio personal implantado por Heriihn CortCs en sus ordenanzas
habian sido conducidas a la ciudad de Osorno a la casa de de 1524, en que 10s indios cultivaban una parcela para su sefior sin
Carrillo. El corral de vacas tenia 30 vacas, 8 toros, 8 novillos viejos salir de sus comunidades. Pues el cas0 chileno en el period0 que nos
capados (3 de ellos prestados a1 cacique Pitoy para ararle la preocupa ahora, 1540-1610, es mis complejo, ya que el trabajo de 10s
tierra), 11 novillos nuevos capados, 20 becerros y becerras, otras residentes en el pueblo no obsta a las mitas mineras o de obrajes n i
que andaban en el campo, hasta enterar 90 vacunos; un yanacona a la concesi6n de indios de servicio personal para las casas y heredades
ovejero tenia 1 vaca, y el vaquero 3. de su propiedad. En dias del encomendero. Es otra forma del servicio personal, que se presta
pasados se habian sacado 10 vacas y 21 novillos capados. Habia en el pueblo. Estas explotaciones del encomendero son, en la kpoca,
14 bueyes con sus yugos y arados de palo, porque no tenian rejas m b importances que el derecho de propiedad. Con razbn fray Bernard0
de hierro. En la Bcasa de mitax, expresi6n que se erlcuentra a Becerril, prior dominico que expone el punto de vista opuesto a la
menudo en el sur en el siglo XVI, se hallaron 30 fanegas de trigo tasa de Gamboa, insiste tanto en la conveniencia de conservar 10s
limpio para sembrar, y otras 20 se liabian llevado a Osorno para molinos, las vifias, 10s ganados, las casas y criados que 10s encomen-
el consumo domCstico de Carrillo. Habia tambiCn en la casa de deros tienen en sus pueblos, como puntos esenciales a1 bien de 10s
mita 4 fanegas de mare y 4 de lino. Puercos y puercas llegaban espaiioles13.
en total a 80, entre puercas, berracos, lechones, puercos capados;
la mayor parte andaba en el monte, 4 se habian llevado a la casa. uEl rigimen de la encomienda e n Venezuela, 315-316.
Otra scasa de mitax en el asiento del molino tenia 40 fanegas de ISPublicado por Nestor Meza Villalobos, RCHG 1 1 2.

14
11. ALGUNAS GRANDES ENCOMIENDAS A FINES DEL XVI '
1 COMIENZOS DEL -por tanto con cifras abultadas- comprende las casas de la ciudad,
XVII: S U REGIMEN I N T E R N 0 con dos solares; una vifia de mhs de 20 mil cepas, a mhs de media
legua de Santiago, donde coge 1.500 arrobas de vino a1 afio, valiendo
Hacia 1580-1610, 10s pueblos de indios son todavia considerables y las la arroba 2 pesos o 1 peso y medio; vasija cion capacidad para 2 mil
grandes encomiendas h r m a n complejos poderosoc, dentro de la escala arrobas; en fin, el valle e indios de La Ligua, donados en merced por
chilena. Pedro de Valdivia, donde son indiscernibles las tierras del encomendero
En 10s decenios anteriores, las fuentes que nos permiten conocer y las de 10s indios. La descripcibn que hace Ortiz de ZGfiiga de 10s
la organizacih interna de la encomienda son bastante reducidos. aprovechamientos que saca De 10s Rios de la Ligua es muy detallada,
Recordemos la informaci6n de 1560 sobre el repartimiento de Quillota, aunque seguramente exagerada (RA 2285, p. 1) :
administrado por Oficiales Reales, cas0 excepcional en Chile (DI XI,
312 ss.), y la visita de 1579 a las pueblos de la encomienda de Juan §us indios sacaban de 10 a 12 mil pesos de oro a1 aiio, a veces
de Cuevas, a saber Niltontigua, Guenchullami, Vichuqukn, Longo- hasta 20 mil, si bien lo ordinario eran 3 a 4 mil pesos (a lo cual
milla, las minas de Chualoco14. Y el 6nico documento que nos propor- Gonzalo de 10s Rios replicarh: en 1572-75 sacaron 6.420 pesos en
ciona un cuadro p a n o r h i c o de valor cuantitativo relativo es la Rela- total, o sea unos 2.105 a1 afio; un maestro de caldereria dir& que
cidn de bateas que tienen 10s vecinos seg6n la tasa de Santillhn que 10s mineros del encomendero confesaban 2.500 y 3.000, que k1 Cree
podemos fechar por 1565-1569; de valor relativo porque ignoramos que saca 7, 8 y 10 yhasta 15/16 mil a1 afio;un mercader d i r i 2.500
si .la bateacc como equipo de trabajo comprendia en Chile 5 indios, a 3.000, per0 ,,el afio de Chuapacc, 1578 o 1579, fueron 15.000). De
como nos dice Oviedo, o una cantidad menor (ApCndice I ) . Una 10s Rios tiene en el valle muchos ganados, especialmente puercos;
encomienda como la de Juan de Cuevas anteriormente mencionada coge cada afio 20 mil fanegas de todos granos, y dos vifias, que
comprendia en 1579, 304 tributarios y 1.047 almas. una sola le da 350 arrobas de vino, y otra arrimada a1 ingenio,
No es muy superior el n6mero de fuentes descriptivas de la enco- de 20 mil cepas. En fin, sobre todo, tiene en La Ligua el Gnico
mienda para 1580-1610, per0 ellas permiten conocer tipos de organiza- ingenio azucarero de Chile, con mucha plantacibn de cafia, con
ci6n en determinados cortes cronol6gicos. agua que nunca falta y 2 ruedas en ella, la una de piedra y la otra
Los docuinentos notariales, a pesar de la ventaja de su serialidad, de por alto, que muelen toda la semana; tres calderas y una mo-
no nos procuran un conocimiento interno de la encomienda, sino mhs lera. Calcula coma produccibn de azGcar, durante 10 meses que
bien de negocios del encomendei-o. Exceptuemos ciertos contratos que muele, 6 a 7 mil arrobas, valiendo 5 o 6 pesos la arroba de a z ~ c a r
dan luz sobre aspectos de la instituci6n tales como tierras y ganados y 1/2 peso la de conservas y confituras; todo el ingenio debe dar
de 10s indios y censos constituidos en favor de 10s naturales. Per0 son 30 mil pesos cada aiio. Su suegro, en cambio, no se atribuye mLs
problemas ya tratados por la investigaci6n y que no se relacionan de 200 pesos a1 afio de renta neta, sacadas las costas, 10s sesmos a
directamente con el objeto de este trabajolj.
10s indios "par la tasa e compafiia que tienen<<,las deudas son
enormes, etc.
1. Los indios de Gonzalo de 10s Rios: la aplicacidn de la tusa de
Gamboa
En el curso de la causa judicial se presenta la tasa particular de
la encomienda, practicada en 10-11-1582, en conformidad a la tasa
En 1576 Gonzalo de 10s Rios liabia prometido a su liija en dote, a1
general de Martin Ruiz de Gambaa (a fs. 89 v.) . Junto con la tasaci6n
casarse con Alonso Ortiz de Zhiiiga, 14 mil pesos de oro, cuyo entero le
fue mis tarde imposible y dio origen a un pleito iniciado en 1579, que de 10s indios de Luis Jufr6 de ese mismo aiio, constituyen la Gnica
constituye una buena veta documental sobre ]as encomiendas de este documentacibn particularizada conocida de lo que fue en Chile ese
conquistador. Su fortuna, tal como la describe su yerno y adversario intento de transformacihn del servicio en tributo. El texto general es
absolutamente igual a1 de la encomienda de Jufr6 (publicada en DI
A. De Rarnbn, art. cit. en nota 10.
I4J. xv, 198 ss.) ; o sea que se redact6 un formulario, aplicado no sabemos
I6Sobre ventas de tierras de indios trati: en Euolucidn, 44. Acerca de ello y
en cuintos otros casos. Lo que interesa, pues, es indicar 10s datos pro-
10s sesmos y otros aspectos de la tasa de Santillin, Alvaro Jara, El salario de
10s indios y los sesmos del oro. pios de 10s pueblos d e De 10s Rios:

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Putaendo, 42 indios de tasa; darin desde x-1580, en que empez6 la repartir en quien el Mariscal queriac (carta de diciembre de 1583 en
tasa, 210 pesos de buen or0 de 20 quilates y medio cada aiio, pagados DI, 11 serie, 111,213), que 61 suprirni6. Es curioso, desde el punto de
por mitades en la demora de 4 meses establecida por las Ordenanzas, vista histcirico-juridico, c6mo 10s docurnentos de aplicaci6n del Dere-
puestos a costa de 10s indios en Santiago; fuera de otros 2 pesos por cho van mAs alli de la ley general que pretenden aplicar, pues la
indio (es decir, 44 pesos) para doctrina, corregidor y administrador; Colonia no piensa en categorias >>legalistas<<,sino casuisticas. El tributo
darian ademis a1 encomendero 84 pesos en comidas, pescado y demis no era pagado en cualesquier cosas, sino en orlo, sacado durante la
cosechas, puestos en casa del encomendero; salvo 50 fanegas de trigo; demora minera, a que concurriria ?$ , de 10s tributarios, per0 solamente
40 de maiz, 30 de cebada, 4 de frkjoles (frisoles) , que entregarian en durante 4 meses, de junio a octubre. Las comidas tienen tambiCn un
su pueblo; darian a1 encomendero, para el servicia de su casa, 2 indios, sector que se paga obligatoriamente en determinadas especies, las que
diversos de 10s tributarios, y a 10s cuales aquCl pagaria salario, pero interesan mLs desde un punto de vista mercantil espafiol.
descontindole el tributo, si ellos tuvieran ya edad de tributar. En cuanto a 10s indios .de servicio personal<<, en la nueva acepci6n
que tendrL este tCrmino en el period0 estudiado, o sea 10s que sirven
La Ligua, 46 indios de tasa; darian, desde el mismo ai50 1580, 230 fuera de la mita minera, no tienen una cantidad fijada en relaci6n
pesos de oro, en las mismas condiciones, y m i s 10s mismos 2 pesos por a 10s tributarios, pues se componen en parte de muchachos e indias
indio, para doctrina, etc. 92 pesos en comidas, pescado, aparejos y solteras, cuyo n6mero se fijaria de acuerdo con esa parte de la pobla-
demis cosas; dentro de 10s cuales 100 fanegas de trigo, 50 de maiz, 40 ci6n abarcada en la encomienda; y en otra parte de indios artesanlosque
de cebada; 7 indios e indias de servicio personal, en igual forma que ganarian salario, y el encomendero descontaria de ese salario el monto
10s de Putaendo. del tributo; tampoco su n6mero podia fijarse se@n una proporci6n
clada, ya que dependia de las necesidades del encomendero y de la
Codegua, 67 indios: darian al encomendero 335 pesos de oro, mis 2 existencia de esta mano de lobra calificada.
pesos por indio; 134 pesos en comidas, dentro de lo cual 100 fanegas
La peculiar situacicin de las encomiendas de De 10s Rios, por la ya
de trigo, 60 de maiz, 60 de cebada, 10 de frkjoles, 23 piezas de indios
mencionada indiferenciacibn entre sus tierras y las del pueblo de la
e indias para el servicio com6n de la casa.
Ligua, en virtud de la merced mismo de Pedro de Valdivia; y sobre
Para 10s tres pueblos se estipulaba que el tributo en comidas se todo la existencia de un ingenio azucarero en la Ligua, en continua
dividiria en dos sectores: las fanegas de trigo, cebada, maiz y frkjoles, actividad, hacen pensar que el sentido principal de la tasa de Gam-
tasadas respectivamente a 3 tomines, a 2, a 4 granos y a 6 granos; y el boa, la libertad de 10s pueblios indigenas, haya sido alli prLcticamente
resto (carneros, capados, pescado, aparejos, legumbres, etc.) , a1 arancel irrealizable. Desgraciadamente no tenemos otros 'datos de fechas pos-
general de precios. Mientras que el primer grupo, cuyo acarreo era teriores a la tasaci6n de 1582, concernientes a estos indios.
m6s caro, quedaba pagado en el pueblo, las otras cosas las deberian
costear 10s indios puestas en Santiago. 2. Los indios de Don Alonso de Sotornayor
La fijaci6n del tributo estaba calculada por cabezas, aunque expre-
sada en bloque; las cornidas, en su monto global, en pesos, equivalian Fuera de su salario de 5 mil pesos, que 61 estimaba insuficientes para
a1 doble del n6mero de tributarios; de modo que cada cabeza pagaba sus gastos de casa y de guerra, el gobernador Sotomayor percibi6 10s
5 pesos en orlo, 2 en comidas y 2 en salarios de doctrinero, corregidor frutos de cantidad de indios que encomendb en su persona, en Osorno,
y administrador. Un partidario e inspirador de la tasa, como el lobispo Villarrica, La Serena y Santiago. En esta 6ltima, tom6 para si el pode-
Medellin, la consideraba alta, y s610 justificaba su monto corn0 un roso p u p 0 de encomiendas que habia sido de Rodrigo de Quiroga
gesto d e apaciguamiento hacia 10s encomenderos (Lizana, Documentos, y despuCs de su sobrino Antonio: Peumo, Teno, Colchagua, Melipilla,
I, 16 ss.). Hay otro punto que llama la atenci6n en estas tasaciones Apoquindo (cuyo pueblo. originario habia sido en Maipo, per0 que
particulares (la de Rios y la de Jufrk), y es que hacen subir 10s aquel gobernador habia trasladado mis cerca de la ciudad) . Todavia
salarios a 2 pesos; mientras que las ordenanzas generales de Camboa Sotomayor pus0 en su cabeza 10s indios de dofia Esperanza de Rueda,
imponian solamente 1 peso al doctrinero, aqui se agregaban el corre- a1 fallecer Csta; 10s de Juan de Baraona y 10s de Diega Garcia de
gidor y el administrador. 0, como d i r i el gobernador Sotomayor, Chceres el mozo (hijo de Garcia Mernhndez) residentes en Aculeo.
corregidor y >>fincascc.que son ciertas demasias que se las llevaba por Per0 entretanto Antonio de Quiroga, despuCs de un viaje a Espafia,
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consiguib una sentencia favorable de la Audiencia de Lima, y desde de Don Alonso por 10s perjuicios del despojv, habria sido precis0 u n
1592 estaba en Chile insiando a la restituci6n de 10s indios de que gran rendimiento. Sacaban or0 en Ghloapa esos afios 10s ,yanaconas
habia sido despojado nueve afios antes. de Don Alonsocc, antiguos indios de Tango de Esperanza de Rueda,
de Diego Garcia el mozo, de Juan de Baraona, en n6mero solamente
La encomienda de Quiroga-Sotomayor habia seguido entretanto
de 18. No sabemos si la peste de viruela y de sarampibn, que ese afio
bajo la tasa liquida de tributos a pesar de que las ordenanzas de Soto.
y el anterior arreciaron, habia desorganizado toda posibilidad de mita
mayor habian vuelto, como punto general, a una >)compafiiiaccsimilar
minera de los pueblos comprendidos en la gran encomienda. En 1593,
a la de Santillin, con servicio minero y sesmos de retribuci6n a 10s
incluso, la demora dur6 solamente 4 meses, de junio a octubre, y dio
naturales. No sabemos si fue la ~ n i c aencomienda que continu6 tribu-
392 pesos 6 tomines. Pero el Descargo fue de 474 pesos 5 tomines y
tando, o si varios repartimientos ya tasados en particular por Gamboa
medio, en dloctrinero, alcaldes de minas, administrador de Choapa,
quedaron bajo este estatuto. Pero si no conocemos las razones, el hecho
cuadrilleros, ganados y maiz de alimento, ropa para 10s indios, algunas
mismo est& fuera de duda: 10s 90 tributarios de Peumo pagan 450
herramientas. La pCrdida neta era pues de 182 pesos y medio tomin.
pesos de or0 de contrato a1 encomendero por el aiio febrero 1590-
A1 aiio siguiente, la demora d u d 8 meses y proporcion6, semana tras
febrero 1591, y vuelven a pagar otros 450 el afio siguiente. Los recibos,
semana, 551 pesos 1 tomin; el saldo fue esta vez favorable en 163 pesos;
firmados por la esposa del ex gobernador significan, como lo hace ver
per0 esto ni siquiera alcanzaba a compensar la pCrdida de 1593. Esto
en el pleito el protector Lesmes d e hgurto, que 10s tribuios de 10s
patentiza la escasa significacicin de la labor minera dentro de la
afios anteriores han sido igualmente cancelados, aunque no consten
encomienda. No podemos desgraciadamente, por la carencia de datos
10s recibos, por la mutaci6n de 10s protectores, y porque Cstos le habian
sobre el estado de 10s 5 pueblos principales, proporcionar una explica-
entregado pesos de oro, sin precisar de quC pueblos eran (fs. 47 y 55).
ci6n de esta fuerte baja, comparada con 10s 450 pesos dados por el
El protector -se dice tambiCn- recibe del administrador y cacique
solo Peumo en afios anteriores.
el 01-0en polvo sacado cada afio, o lo cobra 61 directamente; y luego
paga a1 encomendero en pesos fundidos y marcados de 8 tomines. En cambio, la actividad agropecuaria dentro de la encomienda est&
dlocumentada por lo menos en un punto, en el asiento de Paucoa
La tasaci6n tributaria de Gamboa habia sido rebajada por Soto.
(Rapel). §e trataba de un Principal, a1 que quedaban apenas 7 indios,
mayor. Ya hemos dicho que Cste anunciaba, en su carta de diciembre
encomendado a Lorenza de Zbrate, la suegra de Sotomayor. Ella tenia,
de 1583, que habia quiiado el pago de corregidores y fincas (acaso
adembs, en esa tierra otros 7 indios, y su yerno habia llevado alli a
equivalente a medio peso, como carga para el indio) . AdemLs, sabemor
26 antiguos s6bditos de dofia Esperanza de Rueda.
por su ordenanza XI, reproducida m i s arriba, de 1584, que el tributo
de comidas, que bajo Gamboa equivalia a 2 pesos, lo disminuy6 Soto-
El embargo judicial de Paucoa a raiz de las deudas de Soto-
mayor sustancialmente a media fanega de trigo, media fanega de maiz
mayor a Quiroga nos permite conocer el inventario de esta estan-
y una gallina, lo que debia significar, en tCrminos de precio, unos 2 cia y vifia situada en medio de un antiguo pueblo casi desolado:
tomines en total, si nos guiamos por las avaluaciones fijadas poi se inventarian las casas; la bodega con 14 tinajas llenas de mosto,
Gamboa en sus tasaciones. Asi, la rebaja total debe de haber sido de 100 botijas de aguapii., 112tinajas vacias y 20 botijas vacias; lino
10s anteriores 9 pesos a 7 pesos (10s valores exactos de Ias >>fincascco de por tascar; 25 fanegas de cal empleadas para la vifia; en un apo-
la gallina no son muy fLciles de estimar con exactitud) . Es cierto que sento, 54 fanegas de trigo y 60 de maiz; 6 carretas con 6 yuntas
esta disminuci6n del tributo era para 10s 2/3 que no iban a las minas de bueyes y muchos mazos, palos y piezas de carretas, herramien-
y seguian bajo tasa. Para 10s indios del Gobernador, que estaban ta tas de carpinteria; 3 mil cabezas de ganado avejuno; 300 puercas
sados, la diferencia es importante, y Lesmes de Agurto acent6a la pe por cebar y 14 puercos en cebo; cantidad de cabras; 100 vacas y
sadumbre que significaba la alta tasa de Gamboa. novillos; sementeras que se van sembrando.
Aparte del testimonio acerca de Peumo, sabernos por otra fuente
que 10s pueblos de Melipilla y Apoquindo sacaban or0 de lavaderos Ua hemos dicho que no tenemos datos cuantitativos de 10s pueblos,
en 1590 (ES 5 fs. 183 v.) . salvo de Peumo; las cantidades pedidas como indemnizacibn por 10s
L a encomienda Quiroga-Sotomayor sigui6 sacando or0 en 1593 J tributos impagos, de parte de Quiroga, estbn sujetos a demasiadas
1594; justamente para indemnizar a Quiroga de las deudas pendientes contestaciones e inseguridades. La imica cifra segura es la de 10s indios
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que estaban dados por Gamboa para el servicio personal de casa, de corregidor de Castro. Los navios que partian a Concepcibn iban car-
10s 5 pueblos, en 1583, en el momento del despojo de Quiroga: Cste gadm de Chonos que se vendian en esa ciudad 0 en Chillin, con parti-
nombra a 50 indios de servicio personal. De ellos, 17 eran artesanos cipaci6n del mismo Gobernador de Chiloi. (RA 2 9 4 6 p. 2). La
(carpinteros, albafiiles, tinajeros, botijeros, zapateros, tejedores, coci- encomienda estaba p e s en Chiloi. muchas veces amenazada por el
nero) , y 13 indios no calificados (gafianes, bodegueros, carreteros, trrifico de esclavos constituido contra toda ley.
reposteros, arrieros, aguador, trabajadores<(,muchachos para guardar
))
Un segundo aspecto importante de sefialar en Chi106 es el ausen-
las sementeras, un paje) . tismu, de algunos de sus encomenderos. Poseemos una n6mina de ellos
en 1612, en que acuden para una resefia con sus armas (Cabildo de
3. Sobre encomiendus en Chilot y Osorno Santiago 6). Pero 10s protocolos notariales de comienzos del XVII suelen
traer poderes de encomenderos de la isla residentes en Santiago, que
confieren autorizacih a moradores de Castro para servirse de ellos,
siglo XVI hace preciosa cualquier brizna de informacibn concreta que
de una manera aniloga a lo que ocurre con encomenderos de Cuyo:
I pase mAs allA de las afirmaciones estereotipadas de las probanzas de las ciudades pobres pierden sus encomenderos, que se aprovechan de
servicios. En ChiloC, 10s pocos expedientes conservados permiten des- sus indios desde Ia capital, por medio de vecinos que 10s representan.
tacar dos rasgos. El primero, la erosibn esclavista que roba parte de las En d w contratos de 1609, el sargento mayor Doming0 L6pez, que
encomiendas para trasladar indios a Concepcih, Valparaisa o Callao. partia a la isla, se compromete con dos encomenderos ausentistas a
Guillermo Ponce, un maestro de navio que Ilev6 ropa y mercaderias hacer hilar y tejer en Chiloi. la lana que se le remita y a cortar tablas
a 10s primeros pobladores de Castro, recibi6 en 1569 cuatro reparti- de alerce, enviando el product0 a Santiago; 61 Ilevaria la mitad de las
mientos, uno de 10s cuales tenia 350 indios. Pues bien, en 1577, un utilidades, y 10s indios el sesmo de las tablas, per0 no de la lana (ES
Luis GonzAlez lo acusb de haber hecho un navio con sus indios, y 4 4 fs. 281 v. y 305 v.) Uno de estos encomenderos ausentistas, el
l u e p de haber embarcado a una <van cantidad de Cstos rumbo a1 licenciado Francisco Pastene, fue privado del servicio de sus indios,
norte, 430 almas, dejando alborotados a sus parientes. Ponce replid que se entregaron para el servicio de 10s s~oldadosdel fuerte de Carel-
en su defensa que xsolamente traxe unas pieqas como es us0 y COS- mapu (RA 1 15 9 2 p. 9, de 1611). No por eso desaparece, sin em-
tumbre en este reyno con licencia de la justicia de la ciudad de
bargo, el ausentisma: en 1655, entre 10s encomenderos empadronados
CastroR (RA I I 8 2 p. 2 ) . Manuel Gonzilez Chaparro, un tipico
en Santiago, hay varios cuyos indios eran chilotes, y eran alquilados en
hombre de negocios de 1600, daba poder en 1609 a 10s duefios de un
la isla por sus encomenderos residentes en la capital. Incluso en La
navio para que empleasen 800 pesos de plata ,en pieqas de las que se
Serena encontramos en 1630 a un encomendero de ChiloC, que da
toman en guerra de indioscc, en Castro, adonde va el navio; n o obs-
tante que esos naturales no estaban de guerra (ES 4 4 fs. 173). pader para administrar sus indios, una parte de 10s cuales estaba en
Cuando la destruccih de Osorno, muchos de sus naturales pasaron a la isla, y la otra en Cmcepci6n (NLS 4 fs. 65) .
ChiloC con Francisco del Campo y 10s suyos, participando a veces del Para Osorno tenemos la amplia documentacih suministrada por
destino de 10s chilotes trasladados a1 norte. T a l ocurrib con un grupo la encomienda ya mencionada de JuliAn Carrillo (RA 2 2 8 4 , de
de 20 beliches que el Gobernador de ChiloC Pedro de la Barrera trajo 1585). Carrillo era un rico encomendero, poblador de la ciudad desde
a su estancia de Colina junto a Santiago, a titulo de esclavos. Luego sus origenes, habia arrendado 10s diezmos de la ciudad y sus t4rminos
fueron liberados por la Audiencia y encomendados en 1611, per0 en 1555 y 1560 en 7 mil y tantos pesos a1 afio. No pagaba a1 doctrinero,
qued5ndose en Colina (RA I 2 7 7 p. 1). En 1637, un cacique de porque ning6n eclesiAstico se atrevia a internarse entre esos indios
10s indios de la isla de Calbuco log6 un provisibn para que no se todavia inseguros; pero cada afio, de acuerdo con su confesor, com-
sacasen indios de ChiloC, pues eran extraidos con sus familias destino ponia con sus indios esa falta dindoles comida y lana. No obstante,
a1 norte (RA 3 0 3 I fs. 139). En 1649 el protector se queja de las a su muerte, el protector aprovech6 el concurso de acreedores para
malocas que hacian 10s espafioles en el archipiklago 'de Chonos, con la pedir 6 mil pesos por el no pago de la doctrina.
colaboraci6n de un cacique de esos mismos indigenas que se habia
El repartimiento sacaba su fuerza principal de 10s indios del cacique
avecindado en ChiIoC y que ahora incursionaba entre sus antiguos
Guenauca, que le diera don Garcia Hurtado de Nendoza, per0 com-
s~bditos,a pesar de que ellos estaban encomendados en el teniente
prendia ademis otros caciques y cavies menores. El protector menciona

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en una ocasi6n la cifra de 50 indios lavadores que corrientemente
La carta de enero de 1598 del Gobernador Loyola (publ. por Amu-
trabajaban para 61, y de 50 a 80 que cultivaban sus tierras en Los
nitegui Solar, Encomiendas II, Ap. 11.) sefiala que el rasgo dominante
Llanos. Los indios tributarios de Guenauca eran 300 en total (fs. 21,
de las encomiendas en Imperial, Ciudad Rica y Osorno era la falta
22, 2018, 224). Los sesmos ganados por 10s indios, de acuerdo con la
tasa de Santillin, eran 10s siguientes: de regla, no solamente en las especies tributadas a partir de Gamboa,
sinlo tambiCn en el monto: 10s gobernadores habian fijado para unas
En 1 5 7 3, 27 pesos 2 tomines 3 granos; 1 5 7 4, 26 pesos
4 pesos, para otras 5 o 6 pesos. Como se cobraba por cabeza, 10s enco-
3 granos; 1 5 7 5, 35 pesos 1 tiomin 6 granos; 1 5 7 6 - 7 7 - 7 8, 106
pesos 5 granos sin hacer distinci6n; 1 5 8 2, solamente 10s d e Longo- menderos no podian reposar en el sistema del cacicazgo, y todo se
cheuque, 6 pesos; 1 5 8 3, 10s de Guenauca, 14 pesos 2 granos; hacia rnAs trabajosamente; acudiase con frecuencia a la conmutaci6n
1 5 8 5, 15 pesos (fs. 245 y 323). del tributo por servicio, descontando el tributo de 10s jornales. Esto
Ademis de la mita minera y de la destinada a la agricultura (Ca- 6ltimo p e d e haber favorecido mucho a encomenderos como Carrillo,
rrilla tenia grandes sementeras y molinos que hacian precisa esta 61ti- que tenian obrajes. No era desde luego el 6nico: en 10s 6ltimos afios
ma), el protector hace caudal del obraje de m p a de la tierra que de la ciudad, hacia 1598, se solian pagar mercaderias con pafio fabrica-
manejaba directamente la esposa del encomendero: 10s indios le ban do en el obraje del encomendero Sancho de las Guevas (RA 1 2 0 I p. 2).
dado servicio personal, con que fabricaban alfombras, pafios de corte,
camas, cojines, pabellones, cantidad de jerga, de bayeta, de manes, de
4. Los z'ndios del Luis JufiG
ropa de la tierra, obteniendo en su venta no menos de 12 mil pesos,
.todo lo qual hilaban y tegian las yndias e muchachos del servicio
de cassa del sobredicho era del rrepartimiento de Guenauca a la qual S e g h la tasaci6n de 10s pueblos del liijo del conquistador Juan JufrC,
lana hilada dauan 10s colores 10s dichos yndios porque 10s demas en 1582 (DI, xv, 198 ss.) , eran 418 tributarios, a 10s cuales se aplic6 el
yndios que tenian no la dauan por no tenerlacc (fs. 224 s) . La viuda sistema de Gamboa, pagando por tanto un tributo de 2.926 pesos a
de Carrillo por su parte declara que ,todas las ropas que hizieron 10s JufrC de 10s cuales 2.090 en oro. No era por si s610, en la Cpoca, una
yndios lavadores todo el tienpo que hicieron ropa fue en tienpa de fortuna; pero ya pasada la vigencia de la tasa, en 1589, se sabe de la
10s corregidores que pus0 el h4ariscal Martin Ruiz de Gamboa fueron existencia de su obraje de Petcroa, trabajado por sus indios, y que le
ochenta pesos de ropa en dos afios y el corregidor dava a hazer ropa aseguraria una situaci6n de primer orden; aparte de sus estancias y
para esto a 10s yndios e que fuera desta ropa hizieron 10s demas yndios chacras, cuya producci6n todavia no tenia demasiado valor mercantil.
a quien lo repartieron 10s caciques en vezes antes de 10s corregidores Se conoce la pmducci6n del obraje en 1589 y 1590, consistente en jerga,
y en su tiempo otros noventa e hasta @en pesos de ropa ...c . Es decir, pafios pardos, frailescos, negros y blancos, bayetas, cordellates, fra-
en tiempos de Gamboa, el todo o una parte de la mita minera era zadasl7
destinada por 10s corregidores a1 obraje; y ademis, ya desde antes, La visita de Gregorio Sinchez en 1602-3 (RA I 7 0 0) permite
daban 10s caciques otros indios del servicio personal para las mismas conocer la encomienda de Luis JufrC mejor que ninguna otra de la
faenas, entre ellos indias y muchachos. alta Colonia. En 1602 la formaban 10s pueblos de Peteroa, PequCn,
Un cierto lugar dentro de 10s tributos de Osorno jugaba tambien Mataquito, Gonza, Purapel (con dos parcialidades y dos caciques),
la miel: 10s de Guenauca daban 5 botijas cada afio, en 1580-85, y 10s Focoa (en dos parcialidades) y Macul. Como algunos de estos pueblos
de Pitoy 2 botijas de miel o 1 y media; 10s corregidores de pueblos le pertenecian ya en 15812 y fueron numeradas entonces, nos es posible
llevaban su salario en tales botijas, ficilmente comercializables. A comparar 10s mismos pueblos a 20 afios de distancia, afectados justa-
causa de la vegetaci6n arbhrea de todo el sur, la miel parece tener mente por la gran epidemia de 1588-91 por todos 10s factores de despo-
cierta importancia en todas sus ciudades: la tasaci6n de la isla de blaci6n tan estudiados hoy por la investigaci6n americanista. Conser-
Maquegua (Arauco) , en 1573, comprendia 3 botijas peruleras de miel, vamos la diferenciacidn fundamental en la Cpoca entre tributarios e
junto a1 or0 y a 10s cerealesl6. indios (0indias) de servicio personal:

I'M. G6ngora, Documentos cit., RCHG I 2 3. 17AmunziteguiSolar, Encomiendas I, 86.

24
TRIBUTARIOS Peque'n: el cacique Don Jer6nimo Andellingui, de 10 afios, 29 tribu-
tarios, 1 de servicio personal en el pueblo como pastor, con 3 la nume-
Pueblos 1582 1602 Tasa de decrecimiento rados como tributarios, 3 de servicio en Rufioa, 23 casadas, 12 niiios y
% muchachos, 5 nifias y muchachas.
Macul 22 5 77 Mataquito: dos caciques, Don Pedro Quedegueno, casado sin hijos,
Peteroa+Peqdn 197 50+29 59,s y Don Alvaro Guenumillasado, casado sin hijos, 43 tributarios, de 10s
Mataqui to 142 43 69,7 cuales 3 ausentes, 1 de servicio personal en 10s ganados en el pueblo,
Pocoa 57 32 44 ncr numerado entre 10s tributarios, con otros 4 ya numerados, 10 de
servicio personal en la estancia de Rufioa (de 10s cuales 2 indias) , 5
418 159 62 Promedio
reservados, 1 hukrfano, 3 viudas, 36 casadas, 23 nifios y muchachos,
SERVICIO PERSONAL yo 14 nifias y muchachas.
Macul 9 5 44 decrecimiento Gonza: (falta de este pueblo una foja completa, antes de la cual
Pe teroa-PequCn 18 crecimiento dice: ,los indios de Gonza que estan situados y incorporados en el
11 9+4
Mataqui to 10 11 10 crecimiento pueblo de Mataquito que son un cacique principal...<<).El pueblo
Pocoa 4 5 25 crecimiento principal tiene un cacique, Don Gonzalo CalvifiLn, con su esposa, su
hijo mayor Don AndrCs, de 23 afios exento, dos hijos mAs de 14 y de
34 34 I 0 3 aiios, y una hija menor, 26 tributarios, 4 de servicio personal en
(En el c6mputo del servicio personal se toman en cuenta 10s que prestan ser- Ruiioa (de 10s cuales 2 estLn incorporados a Mataquito, por perte-
vicio al encomendero en el mismo pueblo; en el obraje; y en la estanua de necer a la fracci6n ya mencionada de Gonza), 6 reservados, 25 casadas,
Rufioa. Entre 10s primeros, que suman en total 16, hay varios que ya habfan 12 nifios y muchachos, 15 nifias y muchachas.
sido compulados como tributarios, y en consecuencia no se cuentan aqui en el Purapel: del cacique Don Alonso Quilenpangue, casado sin hijos,
servicio personal: son 1 de Peteroa, 3 de PequCn y 4 de Mataquito). (En 1601).
28 tributarios (entre ellos I ausente) , 21 casadas (1 ausente) , 1 viuda,
El resultado mis importante de este cotejo es el porcentaje promedio 4 reservados, 1 IiuCrfano, 15 nifios y muchachos (1 ausente), 6 nifias
de decrecimiento de 10s tributarios, un 62%. Los porcentajes del ser- y muchachas, 1 soltera, 3 en Rufioa.
vicio personal, en cambio, tienen menor inter&, por referirse a peque- Purapel: del cacique Don Fernando Paynemde, con su mujer, sin
iios ncmeros. Aunque el decrecimiento de la cantidad de indios del hijos, con un hermano Don Luis Quetuy, exento, con su mujer y 1
servicio personal de Macul equilibra la tendencia a1 crecimiento de hija menor, 124 tributarios, 6 reservados, 84 casadas, 25 nifios y mucha-
10s otros pueblos, en el promedio general, la verdad es que las canti- chos, 8 niiias y muchachas.
dades de Macul son muy bajas; de manera que, en suma, dejindolo Pocoa: del cacique Don Francisco Cayunanque, casado, con una
a un lado, predomina en 10s 3 pueblos numerosos un movimiento de hija, 18 tributarios, entre ellos 2 ausentes, 1 de servicio personal en el
ascenso del 16%, de 10s indios de servicio personal. La visita de Gre- pueblo, 3 de servicio personal en Rufioa, 2 indias que dicen ser de
gorio SAnchez nos entrega una matricula de cada pueblo y de 10s indios Pocoa, sin nombrar cacique, 2 indios que dicen ser del cacique Don
de servicia personal; una visita a1 obraje de Peteroa, a la estancia de Antonio de Pocoa, 4 reservados, 4 viudas, 22 casadas (de ellas 2 casadas
Ruiioa y a 10s pastores de JufrC dentro de Peteroa y PequCn; y 10s con ausentes) , 1 soltera, 10 niiios y muchachos, 10 niiias y muchachas.
interrogatorios sobre las condiciones de vida y de trabajo, todo lo Pocoa: del cacique Don Pedro Aroncoande, con su mujer y su hijo
cual nos da una vista bastante completa sobre el funcionamierito Don Alonso de 20 aiios, casado, 11 tributarios, 1 viuda, 6 casadas, 6
efectivo de la gran encomienda. nifios y muchachos, 6 nifias y muchachas.
El pueblo de Peteroa se compone de: el cacique Don Pedro Gue- M a d : encomienda de yanaconas sin cacique (5 tributarios, a la
necul, su mujer y su hermana viuda (50 tributarios), 4 indios de vez de servicio personal, 1 reservado, 2 solteras de servicio, 1 casada,
servicio personal en el obraje, 4 en Ruiioa (de 10s cuales 3 indias) , 2 en 3 hijas.
el ganado dentro del pueblo no matriculados como tributarios, 10 Hay que agregar al repartimiento 1 indio natural de Ruiioa y 4
viejos reservados, 2 viudas, 41 casadas, 4 solteras, 34 niiios y muchadios, de servicio personal en 10s ganados de Peteroa y PequCn que no dicen
15 niiias y muchachas. de d6nde son naturales.
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A 10s 159 tributarios de JufrC corresponden en suma, en 1602-3, apremiar a que trabaxaren en otra cossa y quanto podran pagar
784 almas en toda la encomienda: 13 naturales de Macul y Rufioa, liquidamentee<.La quinta pregunta era si en el distrito de sus pueblos
767 de 10s 5 pueblos situados entre el Mataquito y el Maule, en el habia minas de or0 o cobre y cuinto tardaban en ir y volver. La
Corregimiento de Maule, y 4 indefinidos. Pero la falta de 10s indios sexta, si tenian tierras fCrtiles para su sustento, si se las han quitado
de Gonza incorporados a Mataquito nos hace tener que aumentar la otras personas, cuintos ganados tenia alli el encomendera y con
suma en por lo menos 3 tributarios mds, a juzgar por el auto final de qui. indios 10s guardaba. La sCptima, si se daban indios a otras per-
la visita que presentamos mPs adelante, y 1 cacique y un n6mero no sonas en conchavos o 10s hahia vendido, quC agravios se les habian
conocido de almas correspondientes a ellos. hecho a ellos o a sus mujeres e hijos D a 10s reservados. La octava
La visita de Gregorio Sdnchez fue ordenada por el gobernaclor y hltima, si habia indios forasteros en el pueblo e indios cimarrones;
Alonso de Ribera para tener una informaci6n sobre el cumplimiento si el encomendero u obrajero 10s habia ocupado en la caza o la
de Ias vigentes ordenanzas de Sotomayor y un control sobre las deudas pesca u otrw servicios y a quC jornal.
de vestuario de 10s encomenderos a sus indios, en conformidad con Las respuestas de 10s indios a estas preguntas son en todo cas0
ellas; para registrar cuidadosamente a 10s indios del servicio perso- dignas de inter&, si bien, como casi Fiempre en esta Cpoca nos han
nal y asi preparar una politica de reduccibn a sus pueblos, y tal vez sido transmitidas a travCs de intkrpretes, rues 10s indios ladinos son
para reimplantar la tasa de Gamboa de tributo liquido. Desgracia- la excepci6n. El pueblo de Peteroa, dice Pedro Mauro, envia sus
damente no se conwe otro acto' de Gregorio Sdnchez que esta parti- indios al obraje "y ganan sus jornales despues de pagar sus tributos
cular visita de una encomienda; no nos quedan 10s copiosos autos y se allan muy vien de la manera que sirven y n o deuen servir de
que dej6 la visita de tierras de Melchor JufrC del Aguila y de Gin& otra suertec. El cacique Don Pedro, de Mataquito: q u e si con
de Lillo, un afio despuCs, que fue parte, por lo demds, de la misma ellos se guardara que de buena gana la tomaran pero que no la
politica protectora. Ya el nombramiento de SPnchez en 7-VIII-1602 quierencc, perpleja respuesta que reiteran 10s otros caciques casi en
(fs. 166) manifiesta claramente la intenci6n de la visita: 10s enco- 10s mismos tCrminos; >>queno la quieren porque no se a de guardar
menderos, moradores y soldados -dice- han tomado ocasi6n de la con ellos y ansi quieren servir como sirven<c,dice Don Luis Quetuy,
guerra .para alargarse en algunos excessos e para que las dichas reales de Purapel.
ckdulas y las ordenanqas fechas en fabor de 10s dichbos yndios no se
A la pregunta VI, sobre tierras, responden satisfechos todos, salvo
ayan observado con la puntualidad que fuera nescessario y espezial-
10s de Peteroa. Pedro Mauro dice que >>tienenmuy malas tierras
mente la tassa liquyda de 10s tributos que ubieren de pagar que es
cenagosas y no buenas y que Ias que ay no se pueden regar porque
el principal y berdadero remedio de todos 10s ynconbenyentes y
el agua n o se ocupa en otra cosa sino en el batancc. El cacique de
dafiow; se refiere luego al exceso de indios de servicio personal que
Peteroa expresa lo mismo, en forma menos franca. En cuanto a 10s
retiran 10s encomenderos de sus pueblos: ,suplen a la faena de 10s
ganados del encomendero en 10s pueblos, no hay quejas, se dice que
muertos con las mugeres y muchachos que es el mayor agravio que
no les molestan. Purapel tiene la particularidad de que 9 de sus
sienten e reLiben 10s dichos yndiow. El interrogatorio que Sdnchez
tributarios esthn en la guerra como aniigos y 2 en la estancia de
plantea en 10s pueblos concuerda con estos objetivos (fs. 25).
las Vacas del Rey en el corregimiento de Itata. Las demhs respuestas
La primera pregunta es cuPntos indios hay en cada repartimiento son rutinarias.
de servicio personal y cuintos van a las minas, quC raci6n reciben El visitador pasa revista separadamente a 10s pastores de 10s ga-
alli y si 10s curan en sus enfermedades. La segunda cudntos indios nados de JufrC en las estancias formadas en 10s pueblos de Pequtn y
artesanos tiene el encomendero en su servicio personal y si les paga Peteroa. Los pastores se hallan a distancia del pueblo: un cabrero
su salario en ropa de acuerdo con las ordenanzas. La tercera, si a declara que su sitio se halla a 3 leguas; el capataz de PequCn, que
10s lavadores de minas les exigen mPs tiempo que el fijado para la no tienen doctrina, sino que vienen a1 pueblo cuando va algim doc-
demora. La cuarta, que >>declarenque cossa les estara mas bien el ser trinero y les dice misa, en la estancia no les dicen misa. De 10s 16
yndios de terzio tassadlos dandoles a entender lo que es tassa liquida indios, 5 declaran ser pastores, sin mis; de 3 sabemos que son oveje-
que se entiende que pagando cada tributario un tributo moderado ros, 1 cabrero, 2 yeguerizos, 3 hacen queso de las ovejas. Sirven casi
a su encomendero en or0 comidas o en ganados o en stros aprobe- todos hace mucha tiempo en su oficio: solamente 1 est&hace un mes
chamientos de sus tierras queden ellos libres y no se les a de poder en la estancia de PequCn haciendo quesos, y 1 yeguerizo hace 3 afios;
28
29
10s otros e s t h desde 6, 9, 10 y 13 afios; uno recuerda Bel aiio de las de peteroa que es del general don Luis Juffre maestre de campo
viruelascc, 10 afios atris; uno de 38 afios, del pueblo de Peteroa, general del rreyno y la ffalta que ay en el de yndios con el
dice que sirve desde que tiene us0 de raz6n. Hacen sus chacras en sus alqamiento general que ay en este rreyno de 10s naturales del
majadas, con sus manos, sin arado; solamente 10s 2 yeguerizos cuentan Por la presente doy licencia a1 dicho general don Luis Juffre
con 10s bueyes y rejas del encomendero. El afio mismo de la visita Para que pueda sacar de 10s yndios labadores que tiene en
les ha escaseado el maiz. En fin, enumeran las varas de jerga que Mataquito y Gonqa de su encomienda 10s que ubiere menester
se les ha dado de vestuario, la frazada, y a1 capataz un sombrero, para la lavor del dicho obraxe con que aya de acudir y acuda
como el que reciben 10s caciques. con lo que obiere de pagar a la Caxa rreal el alquile (sic) que
El nhcleo poderoso de €a encomienda es el obraje que est5 a poca les obiere de dar por afio y montare si acudieren a las dichas
distancia del asiento de Peteroa, aprovechando las aguas del Mata- minas lo qual ayan de entregar a 10s Officiales Reales que en
quito. El inventario del obraje da: 2 telares de pafio, 3 de sayal, 1 de esta ciudad residen 10s quales escojan el afio que quisieren
frazadas, todos ellos en buen us0 y Ben quadraa, con sus peines, deste presente o del pasada para entender lo que pueden dar
arreones, lanzaderas, templaderas y demis piezas; las cardas de embo- cada yndio el tiempo que en ello se ocupare de lo qual aya
rrar y emprimar sayales y pafios, muy maltratadas; tornos en buen de hacer obligaci6n y mando a1 protector de 10s yndios naturales
estado; 10s pesos y pesas, fieles; la percha, buena; el tablero d e tim6n desta ciudad administradores y mineros y personas a quien tloca
y 4 tijeras, buenas; el batAn bien acondicionado; no habia hospital, el entrego de 10s dichos yndios 10s de y entregue luego y a 10s
per0 si medicinas (a fs. 52) . tienpos y segun y de la rnanera que se acostumbra hacer en
semejantes cassos sin poner en ello escussa alguna lo qual cum-
De estos mismos afios, de 1605, tenemos un inventario de plan so pena de ducientos pesos de or0 para la camara Real
obraje de hacer jergas, en Quilliota, mis minucioso que el de y gastos d e guerra por mitad. ffecho en Santiago a veynte y
JufrC: habia alli 2 telares aderezados, 26 tornos de hilar lana, tres de octubre de mil y seiscientos afios. Y para el buen recaudo
10 husos de hierro y 2 telaricos de hierro; otro torno pequefio ayan de tomar primero la raqon desta 10s dichos Officiales reales.
con su ciguefiuela; 1 urdidera con su caha y argollas de hierro; Alonso Garcia Ramon. Por mandado del Gobernador Damian
30 pares de tijeras de trasquilar; 23 pares de cardas; un apo- de Jeria, Bernardino Morales de Albornozc.
sento con lana lavada y por lavar; 4 buhios ranchos de chiiamo,
uno enrriado y el otro pOr enrriar; 4 ruedas con sus ciguefiuelas; Conforme a tal concesi6n (en RA 2514, p. 3, fs. '323), 10s oficiales
7 hierros de colchar cables y calabrotes, con sus lunetas; 2 ba- reales fijaron la cantidad de 360 pespos de or0 por afio, como cifra
rretas para coger 10s tornos; 3 trompas de colchar; 2 hierros presuntiva de lo que podian sacar 10s lavadores de 10s dos pueblos, y
pequefios de torcer cordeles y 1 gancho de hierro de colchar JufrC firm6 en 30-x de ese afio de 1600 (fs. 325) la obligaci6n de
saulas; 6 rastrillos (ES 20 fs. 185, testamento de Juan de Riba- pagar en adelante 10s quintos y demis derechos a1 fisco real sobre
deneyra) . esa cantidad, a cambio de lo cual 61 echaria a su obraje a1 tercio
de esos pueblos (el documento de Garcia Ram6n no precisaba dicha
La mano de obra en el obraje se captaba a traves del tercio de mita porcibn, per0 asi const6 en el papel de JufrC) . Seguramente la ante-
instituido por las ordenanzas de Sotomayor para las minas de oro, rior autorizaci6n relativa a Peteroa y PequCn tendria estas mismas
que JufrC l o g 6 conmutar por este trabajo industrial, gradualmente clAusulas. El documento de Garcia Ram6n es el primero, de 10s que
para cada pueblo. No conocemos el texto de la autorizaci6n de nos hayan Ilegado, que consagran la acomodaci6n de la mita minera
que go26 para PequCn y Peteroa, que tiene que haber sido hacia a faenas en adelante mis productivas.
1587, pues el contador Blas de Zamorano, en las cuentas del obraje
Los indios de JufrC habian salido del rCgimen de Gamboa de-
cita las ordenanzas de 3-v11-1587,relativas a 10s jornales de 10s indios;
biendo tributos; en 1592, el encomendero y el protector llegaron a
y sabemos que en 1589 el obraje estaba en plena producci6n. DespuCs
un compromiso por el cual la deuda baj6 de 2.456 pesos a 1.300.
consigui6 de Garcia Ram6n una ampliaci6n:
Ya entonces, seg6n sabemos por RA 1700, 10s indios estin ganando
BPor quanto me consta y es notorio el benefficio grande que jornales en el obraje y de alli se descuentan 10s tributos rezagados:
se a seguido y sigue a este rreyno la ffabrica y obra del obraxe consta alli que de 6-v111-1591a 8-111-1597ganaron en jornales 9.762

31
pesos 7 tomines 2 granos de or0 de contrato, sin computar a 10s de Garcia Ram6n para Mataquibo y Gonza. Aquellos dos pueblos ,
indios de servicio personal; y todavia seguian debiendo 886 pesos un poco a1 sur del Maule, acudian hasta entonces a unos lavaderoS
11 granos. Este rkgimen siguib subsistiendo despuks de la cancesi6n cercanos, Purapel con 12 lavaderos y Pocoa cion 10; las chacras juntc1
de 1600. a las minas las hacian en comiin ambos pueblos. A partir del man
damiento de 21-x, el tercio quedaria consagrado tambiCn a1 obraje,
El rkgimen de tributo descontado de 10s jornales, aplicado 10s oficiales reales calcularian un monto presunto de 10s ingresoS
en el obraje, muy probableniente segirn las ordenanzas de 1587 anuales en oro, como lo habia dispuesto Garcia Ram6n en 1600,
que cita el administrador Zamorano, no parece sin embargo sobre ese monto pagaria JufrC 10s quintos a1 rey. Per0 lo nuevo dle
haber sido el regimen general de las ordenanzas de 1518'4 que la orden de 1602 es que 10s indios recibirian ahora el sesmo dle
conocemos fragmentariamente; sino que del or0 extraido llevasen esa cantidacl convencionalmente determinada, como antes ganabaln
10s indios e1 sesmo, como en la tasa de Santillin. T a l cosa a1 el sesmo del oro. Aqui no regiria pues el rkgimen de Peteroa-PequCn1,
menos se desprende de la carta del gobernador Loyola de o sea el pago de tributo en jornales, sino el trabajo a cambio d e
12-1-1598, reproducida por Amunategui Solar (Encomiendas, 11, una participaci6n del sesmo. El monto seria fijado por 10s oficialeS
Ap. I I ) , que habla de xompafiian: y de sesmos en Santiago, reales de acuerdo con el encomendero (RCHG 1 2 3 ) . La misma medid a
como en Goncepci6n y GhillBn. Resulta ademas coherente con la adopt6 Garcia Ram6n en su segundo gobierno, en diciembre d e
el rkgimen de sesmos la disposici6n de que 10s artesanos indi- 1605, con el encomendero Francisco Rodriguez de Ovallel9. Se trata1,
genas de servicio personal con su amo, contribuyesen a su p e s , de una politica continuada por 10s diversos gobernadores, par a
comunidad con la sexta parte de sus gananciasls. Pero hasta fomentar 10s obrajes aplicando a ellos las mitas mineras, ya imprc)-
ahora no se conoce un solo documenta de aplicaci6n del r6gimen ductivas. Siguiendo dicha politica de fomento, Ribera autoriz6 a
de sesmos loriginados inequivocamente en mitas posteriores a Jufr6 en aquel mismo documento a que despuCs de la demora, manL-
1584, hasta la documentaci6n del tiempo de Ribera que cita- tuviera a 10s indios de Purapel y Pocoa en el obraje, a jornal
remos en seguida. trocindose con otra mita solamente a1 final del afio.
De la visita y cuentas del lobraje emerge, la conclusi6n de qu e
En 21-x-1602, ya decretada la visita de Gregorio Sinchez y antes
de 10s indios de Peteroa y PequPn (79 tributarios en conjunto) triL-
de que se iniciase efectivamente, Luis Jufrk consigui6 un manda-
bajaban 56 en el obraje, o sea mis de 10s y3.Es probable que estL1-
miento del gobernador Ribera por medio del cual lograba para
sus pueblos de Purapel y Pocoa anhloga conmutaci6n que la lograda vieran autorizado para esos 2/3, a juzgar por el auto final del visitador 7
de que luego hablaremos, per0 incluslo habia un exceso de 4 sobr e
18La ordenanza VI, de Sotomayor, la publiqut en Docurnentos. Ella dice: >Item aquel porcentaje. Per0 m i s importante aun es el hecho de que
ordena y manda que se les d t a 10s encomenderos para el servicio comun de sus 10s testigos refieren circunstancias de 10s afios anteriores, y en la.S
cassas tierras e grangerias y vifias 10s indios e indias que Ies seiial6 el Mariscal cuentas se les computa jornales de varios afios corridos, 10 que
Martin Ruiz de Gamboa en la tasacih que hizo, con que cada encomendero seria imposible si existiera efectivamente rotaci6n anual de la mitz1.
pague a 10s indios que son o fueren maestros de carpinteria, zapateria e sastres
y otros oficios mednicos veinte pesos a cada uno y a 10s otros oficiales de 10s Se impone, pues, la evidencia de que m h de 10s 2/3 de ambos puebloIS
dichos oficios que no fueren maestros y a 10s curtidores, botijeros, albafiiles ha trabajan permanentemente en el obraje, o a1 menos por varios afios Y
de dar e pagar de salario a cada uno cada un aiio doce pesos. Y este salario que su regimen de vida se ha ido divorciando de la del tercio que
lo ha de pagar la sexta parte dello a el protetor para la comunidad de 10s est5 en el pueblo, aunque Cste se halla pr6ximo.
pueblos de 10s dichos indios y lo restante lo ha de dar en ropa a el indio para 61
(...ty su familia?) hobiere menester. Y a 10s demh indios e indias de sus casas En el momento de la visita habia 6 tejedores con un jornal d
les ha de dar a cada uno dos vestidos en cada un afio y m8s de 61 es obligado 10 granos; 26 hilanderos a 7 granos y 1 muchacho hilandero a 5
el encomendero a dar dotrina ... a 10s dichos indios de el dicho servicio com6n 17 cardadores a 8 granos; 7 percheros a 1 tomin. Se sumaban
y de comer y curarlos en sus enfermedades a su costa. Y ha de pagar 10s dichos
indios y 1 muchacho de Mataquito, 10s cuales no pagaban tribut
salarios a 10s dichos indios en la dicha ropa presente el protetor so pena de cin-
cuenta pesos de or0 para la CBmara de su magestad y para el denunciado y (tal vez 10s 4 eran reservados) ; de 10s cuatro, 1 era tejedor, 1 hilar
estrados de justicia por mitad.. En 7-111-1589, modific6 Sotomayor el salario a 10s dero, 2 cardadores. Habia todavia otros trabajadfores en labores latt
oficiales: en vez de 12 pesos, 4 piezas de ropa y 2 pesos de or0 para la comuni-
dad (RCHG 1 2 3 ) . I o ~ Audiencia
~ ~ , de Chile 86, encomienda de Catalina de Ureta.

32 33
rales: u n carpintero de PequCn, que hacia o reparaba el molino, alfombrero, 1 gaiizin y 1 antiguo carretero que ahora ya no tiene
el batin, 10s telares, 10s tornos; habia un antiguo lavador de minas trabajo manual. De estos indios, 4 se declaran maestros; el botijero
de Gonza, que ahora se dedicaba a trasquilar las ovejas para entre- dice que ha ensefiado ese oficio a otros indios; el albaiiil expresa
gar la lana. A todos ellos se les descuenta de 10s jornales el tributo que su vestuario ,lo a tenido sienpre cuanto a queridocc; el zapatero
de 7 pesos (salvo a 10s de Mataquito) ; ademds, se prorratean para dice que ,ademas de este officio acude a lo que le mandan y algunas
otra serie de pagas: gastos de comunidad como el enter0 del tributo vezes travaxa para si y le pagan para el<<;el tejedor es tambikn maestro.
de 24 indios del pueblo que lo estaban debiendo, contribuci6n a Dos se declaran aprendices, el res60 suele decir que son oficiales. El
la mantenci6n del tambo, pago por pertrechos de guerra que se alfombrero viene de Osorno, donde habia nacido la esposa de JufrC, y
habian exigido en estos afios de guerra viva en el sur, limosna de all& le habia enseiiado un indio de aquella ciudad.
misas por 10s indios difuntos, retribuci6n a1 administrador por llevar A la inversa del obraje, domina aqui el tono de satisfaccih res-
la cuenta de 10s jornales. pecto de la comida y el vestuario. 11 6 12 indios tienen chacra, que
A1 interrogatorio planteado, 10s indios del obraje informan que hacen con 10s bueyes y rejas del encomendero, salvo un cas0 en que
trabajan por tareas que se les fija s e g h su oficio, y siempre mAs la hace solo. Los solteros y muchachos no tienen chacra, comen con
fuertes en verano que en invierno, y diferentes ademds se@n se trate sus parientes o con 10s dem&sindios. Declaran haber recibido su ves-
de jergas, pafio o frazadas. No trabajan de noche ni de fiestas, oyen tuario, antes en vestidos de paiio (dos o tres a1 aiio), ahora en la
misa el doming0 y tienen doctrina este dia y el mi6rcoles. Siembran inferior ropa de la tierra y varas de jerga. El tiempo del servicio varia
sus pequefias chacrillas con sus propios brazos, sin bueyes ni arados, mucho, hay algunos que sirven hace muchos afios. Oyen misa y se
dindoles 6 u 8 dias para hacerlas, per0 no para beneficiarlas, de confiesan, declaran haber sido bien curados en sus enfermedades.
suerte que deben ocuparse en ello 10s dias de fiesta, y cogen poca El auto final de la visita de Gregorio Sinchez dice que .conforman-
comida. En tiempos del corregidor Alonso Cid Maldonado, dicen, dome con las hordenaqas de su sefioria Alonso de Ribera gouernador
les daban raci6n a mediodia en el obraje, de 1 almud de trig0 o deste Reyno y auto ultimo de rreducion de principales deuo declarar
maiz, carne y sal; per0 ahora no les dan, sino, por el afio, 7 almudes y declaro auerse de seruir de 10s dichos yndios el dicho general don
de tTigo y dos chiguas de maiz en choclo desgranado o POT desgranar, Luis Jufre en la forma y manera siguientex, pasando a enumerar
Del qual berdi6cc. Tienen que comprar ellos carne y maiz en Teno, en cada pueblo:
pues las semillas sembradas no les bastan. No tienen sal ni aji. Los Peteroa: 52 tributarios, de 10s cuales 7 serin de servicio personal
dos idtimos afios les han dado dos botijas de vino cada sdbada, por
8 y por 6 semanas respectivamente. En fin, se quejan abiertamente
+2 muchachos + 2 indias +1 china; de 10s otros 45 Bse le dan las
dos partes para el obraje y lo restante ha de quedar para el servicio
de la comida: nsus mujeres acen pique pique para poderse sustentarcc. del pueblo conforme a la tasa hechax.
Los jornales se pagan en varas de pafio, de jerga y en frazadas.
Peque'n: 31 tributarios; 4 de servicio personal +l muchacho +1
Se computan 10s salarios de todos 10s indios asistentes y tambiCn de
10s muertos d e d e 1597.
india $1 china, y de 10s 27 restantes, v3 a1 obraje.
Mataquito: 39 tributarios; 6 de servicio personal +1 muchacho +1
La visita de Gregorio Sdnchez se practic6 tambiCn en las pose-
india +l china. El tercio que debia servir en las minas, sirva en el
siones cercanas a Santiago. El principal de Macul le habia sido
crbraje, conforme a la provisi6n [de Garcia Rambn], pagando 1/5
transformado en 1590 a Jufr6 en encomienda de Yanaconas, con
a1 rey y a 10s indios. DespuCs de 10s 8 meses de la demora, sirvan
facultad de tenerlos permanentemente en servicio personal de sus
4 meses a jornal. §e den del pueblo, fuera del tercio, 2 gaiianes para
casas y hacienda, ddndoles dos vestidos a1 aiio y tierras para sus
el obraje.
chacras y sementeras, guarddndoles 10s ganados, curdndolos y adoc-
trinhdolos. Gonza: 29 tributarios: 4 de servicio +1 india +l muchacho +1
La estancia de Rufioa alberga a 22 indios y 10 indias de todos 10s china; el tercio y 2 gaiianes para el obraje, igual que Mataquito.
repartimientos de JufrC, salvo 1 que ha nacida en la misma Rufioa. Purapel: 58 tributarios (30+28, en parcialidades) : 8 d e servicio
Las indias y 5 varones no tienen trabajo calificado, sirven .en lo personal +2 indias +2 muchachos +1 china; el tercio y 2 gaiianes
que le mandancc. Hay 3 curtidores, 3 botijeros, 2 carreteros, 1 vaque- a1 obraje.
ro, 1 caballerizo, 1 albafiil, 1 carpintero, 1 zapatero, 1 tejedor, 1 Pocoa: 39 tributarios en dos parcialidades: 4 de servicio personal,
34 35
La obligacih de Luis JufrC de pagar 10s quintos y un 11/2y0
entre ambos grupos +2 muchachos $2 indias, tambiCn repartidos.
adicional sobre las cantidades presuntivamente fijadas como utilidad
t l n tercio y 2 gafianes a1 obraje.
de la demora, seg6n 10s mandamientos citados de Garcia Ram6n y
Macul: 5 tributarios: 1 de servicio personal $1 de tercia +1
Ribera, Ilevarlon a un juicio ejecutivo despuCs de su fallecimiento
india de servicio; 10s demds debian reducirse a su pueblo, como lo
(1611). Las 11 demoras de Gonza y Mataquito, calculadas a 360 pesos
mandaba Ribera en >>suauto y hordenaqas de reducioncc (a pesar
de or0 anuales, y las 9 demoras de Purapel y Pocoa a base de 550
de que Jufre habia logrado en merced parte de las tierras de Macul
pesos a1 afio, formaban en 1611 una deuda de 2.057 pesos de or0
en 1600, confirmado en 1601 (RA 2 8 6 I , p. 1).
de contrato, o sea, 3.836 patacones de plata. Habia ocurrido ademk
El mandamiento de Gregorio Sdnchez es pues una ejecuci6n de que en 1603 se habia encomendado Pocoa en otro vecino y Jufr6
las ordenanzas de Ribera tocantes a indios, cuyo texto liasta ahora recibi6 en cambio el pueblo maulino de Loanco, que tenia 13 indios
no conocemos directamente. Por lo que de ellas se reflejan aqui, han de tercio, m5s que Pocboa (que tenia 8). Como Purapel tenia 58
consistido primariamente en fomentar la reducci6n de 10s indilos tributarios, menos 8 de servicio personal, su tercio era de 17. Asi,
a sus pueblos, principalmente por la fijaci6n estricta del n6mero de JufrC tuvo entre ambos pueblos un tercio de mita de 30 indios, m&
10s de servicio personal. Gamboa y Sotomayor entregaban la decisi6n de 10s que poseia en 1603, per0 se vi0 incapacitado para cumplir su
a1 gobernador, per0 Cste s610 podia intervenir en las tasaciones o con compromiso (RA 2 5 1 4 , p. 3 ) . Por lo demhs, el obraje se habia que-
motivo de alg6n negocio formal, el resto del tiempo todo dependia mado totalmente en 1609.
del protector y administradlor. Ribera incluye, en cambio, a 10s des-
Nos hemos detenido largamente en la encomienda Jufr6, porque
tinados a1 servicio dentro de 10s tributarios, y se sacan de Cstos antes
asi se puede tener una vista m L pr6xima sobre la complejidad de
de fijar el tercio de mita, de suerte que si el encomendero aumenta
las encomiendas de la Cpoca, organizaci6n de diversas faenas extrac-
indebidamente el servicio, disminuye su tercio. Los indios de servicio
tivas, industriales y agropecuarias, muy dominada por el encomen-
forman, en cuatro de 10s pueblos de JufrC, de 10s tributarios, de
dero; pero en que podia intervenir extraordinariainente la adminis-
manera que ha habido una tendencia a establecer ese porcentaje. En
traci6n real o la justicia, y provocar reajustes y problemas financieros
seguida, el servicio personal se ciompone de un n6mero variable de
que no siempre el encomendero podia esquivar. Y en el fondo, el
muchachos, de indias j6venes (chinas) y de indias de mAs edad.
problema bPsico de conservar la riqueza no obstante la tremenda caida
Respecto a1 trabajo en el obraje, Sdnchez ha mantenido 10s anti- de la poblaci6n indigena.
guos 2/3 de Peteroa y PequCn, asi como tdcitamente su forma de pago
por salario y n o por sesmos; per0 en 10s pueblos restantes impuso
111. TRANSFORMACIQN DE LAS ENCOMIENDAS DE SANTIAGO EN LA
el tercio de mita y el pago del sesmo, que habia sido ordsenado expli-
PRIMERA MITAD DEL SIGLQ XVII
citamente por Ribera para Purapel y Pocoa, pero que aqui se extiende
a Mataquito y Gonza; aunque respecto de esto ~ l t i m oparece haber
1. Conmutacidn de la mita minera e n Santiago. Persistencia e n
continuado el regimen del jornal, a juzgar por un documento de
Ea Serena.
16Og2O. En todo caso, terminada la demora de I81 meses, el tercio traba-
jaria 10s restantes 4 meses del afio a jornal21.
Los 6ltimos afios de la dCcada del 1570 estuvieron marcados por la
aoPublicado por A. Jara en Fuentes, BACH 5 5 : BCuentas y relacibn de 10s prosperidad de las minas de or0 de Choapa, especialmente las situa-
jornales de Peteroa 1602-1609s. Alli figuran indios de Mataquito con jornal (prig. das en 10s cerros que caian a1 rio de Chualoco, donde algunos de 10s
99). Aparecen trabajadores distintos de 10s que est6n en las faenas textiles: grandes encomenderos de Santiago descubrian y estacaban minas, en-
carpinteros, con 1 tomin y medio de jornal, trasquiladores a 8 granos, gafianes T viando sus cuadrillas de indios a lavar y >>mazamorrearaen la madre
8 granos. Los hiladores han subido a 8 granos: hay pues una dCbil alza respecto
del rio, disputhdose Bvidamente 10s descubrimientos, como lo narran
a 1602.
nAcerca de la visita de Srinchez yo he publicado en Documentos, RCHG 1 2 3 - 4 fuentes judiciales de 1577 (RA 2 3 8 I , p. 3; y en Maipa en 1578, RA
las ordenanzas de Sotomayor alli copiadas, la encomienda de Macul de 1590, la
autorizacibn para conmutar el tercio de Purapel y Pocoa en trabajo en el obraje abajo; y en pPgina 135, tambien BHilanderosc, de Diego Palnepoco hacia abajo;
en x-1602, y las cuentas del obraje, 1597-1602 sacadas por el administrador Zamora- son dos grupos numerosos de indios que no comparecen en esas piginas, per0 si
no. Desgraciadamente en estas ~ l t i m a sse omiti6 en la impresibn la palabra
antes, en que se les nombra como hilanderos.
DHilanderosC, en RCHG 124, pggina 134, que abarca desde Antonio Puleo hacia
37
2 2 8 3, p. 3). El agotamiento demogdfico indigena y el de la pro- Francisco Rodriguez de Ovalle habia consepido en 1605, mmo ya
duccibn minera corren a la par en las dos dCcadas siguientes. La tasa dijimos, un privilegio igual a1 de Luis JufrC, para su obraje de sayales
de Gamboa, a1 reducir a la mitad la demora, trat6 de proteger a J' frazadas, pagando el Quinto de 300 pesos en que se calculb lo que
10s indios a expensas de la producci6n minera. A fines de la dCcada sacarian sus indios en las minas. Otros encomenderos echaban su tercio
del 15BO y primeros dos aAos de la del 1590 dos grandes epidemias a1 obraje de Melipilla, administrado por la Real Hacienda, y de 10s
aceleraron el quebranto de la poblaci6n indigena, obranda junto a jornales pagaban el quinto y adicional a las Cajas Reales: asi
10s factores de larga duraci6n. Son 10s aiios en que 10s contemporineos 10s encomenderos de Tango, Bichidegua, Malloa, Rapel, Lora, Meli-
se ponen a calcular la caida de la poblaci6n desde la conquista, en pilla, Colchagua, Teno, s e g h 10s libros de 10s oficiales reales y de 10s
el distrito de la ciudad de Santiago: de 60 a 4 mil, s e g h Miguel protectores de 10s afios 1613 a 1617. El tercio del pueblo de Acon-
de Olavarria; de 50 a 7 mil, segfin el jesuita BartolomC de Escobar, que cagua acudia a la sementera de trigo del rey en Quillota, establecido
pone a punto en 159'5 la cr6nica de Marifio, pensando siempre en para el abasto del ejQcito.
tributarios22. En fin, otros encomenderos empleaban el tercio en cualesquiera
Per0 las cuadrillas mineras siguen laborando todavia durante unas granjerias o explotauones de su hacienda, pagando el quinto sobre
tres dCcadas en Quillota, Curaoma, Choapa, donde 10s Cabildos de una cantidad fijada por 10s oficiales reales (ademis del sesmo a 10s
5 y 9-11-1590 establecieron asientos concentrados de minas, con sus indios, seg6n el modelo ya conocido) : asi Pedro Lisperguer pagaba en
corregidores. Las cuentas de 10s protectores de indios nos informan 1614 10s quintos por el us0 de su tercio tres afios antes, sobre la can-
que 10s pueblos de Choapa, Curim6n y Apalta siguen teniendo lava- tidad de 18'00 pesos de om, sin especificar el tip0 de produccih al cual
dores en 1615-1618, cierta que en modestas cantidades (10 de Choapa, lo habia destinado. En cantidades menores se habian ajustado, por
22 de Curimbn, 8 de Apalta) , que extraen una cantidad de or0 que, 10s afios 1613-17 Gaspar Calderbn, Fernando de Yrarrizaval, Maria de
calculada a base de 10s sesmos ganados por 10s indios, no sube en el Aguirre, 10s Segura. Otros alquilaban su tercio (Cabildo 17-~11-1607) .
aiio 1616 de 1.730 pesos de or0 (ver ApCndice 1 1 ) . Los libros de 10s
oficiales reales permiten tambiCn seguir la caida de la que habia sido La mris importante de estas fomas de conmutacibn del trabajo
la entrada fundamental de la Real Hacienda en el siglo anterior (CM, minero fue sin duda el trabajo en el obraje del rey en Melipilla,
11 serie, 8 5 9 ss.) : cuya organizacicin interna conocemos por las cuentas de 10s aiios
1607-11 (CM 11 serie, 1057) . AI entregarse del obraje, en septiem-
1613, El mercader Alonso del Campo Lantadilla registra un tejo de bre de 1607, un administrador inventariaba la existencia de 999
otro mercader, 139 pesos. frazadas y 376 varas de sayal que servirian para el ejQcito de la
frontera. El obraje tenia 6 telares, de 10s cuales 2 para frazadas,
1614, 10s indios de Curimbn-Apalta sacan 360 pesos de or0 en granos;
3 para sayales y 1 para pafios. Habia 3 pares de cardas, 12 frisa-
1616, Alonsa del Campo y Luis de Toledo, mercaderes, y por ellos
deras, 1 batin viejo, 1 fragua y 1 yunque, numerosas tijeras para
otro mercader cesionario, 808 pesos;
trasquilar. Para 10s raciones de IDS indios asistentes, se habian
1621, Doiia Aldonza de Guzmin, encomendera de Choapa, un tejo sembrado ese aiio 20 fanegas de trigo en Melipilla y 20 en Pel-
de 74 pesos y medio. vin, y 5 fanegas de cebada en el primer0 de esos lugares; a1 afio
1622, No se registr6 oro. En I 6 2 3, 100 pesos de Choapa registradas siguiente, la cosecha arrojaba 63 fanegas de trigo y 32 de cebada
POT su encomendera. Los Libros siguientes faltan hasta 1629; en este en Melipilla, per0 habiendo ya retirado el diezmo y la porcibn
aiio ya no hay Quintos. del administrador (que puede haber ddo, mmo era general,
Desde 1617 las entradas de la Hacienda Real dejan de calcularse 1/4) ; la cosecha de Pelvin, de la cual no se dice que se hubiesen
en pesos o maravedises de or0 y se registran en pesos de plata de a 8 ya sacado ni diezmo ni cuarto, ascendia a 105 fanegas de trigo.
reales, Durante las dos primeras dCcadas del siglo hicieron fortuna las Las cifras son dignas de retenerse, porque son rams 10s documen-
tos coloniales en que se pueda precisar el rendimiento de una
comutaciones de la mineria, hacia otras faenas. Un encomendero como
determinada sementera: en PeIvin seria 5 por 1. En 10s afios 1608
y siguientes, las sementeras por cuenta del Fisco Real se ven com-
=Informe de Olavarria, en Gay, Documentos 11, 13. Marifio, en CHCH VI, 49 y
150. Sobre la pobIaci6n en este periodo, R. Mellafe, Zntroduccidn, 213-226. plementadas por compra de trigo, cebada y maiz a hacendados

39
comarcanos. AdemPs, desde 1608 se sembr6 chfiamo: las 4 fanegas
por cabeza, del que se saca en 10s terminos de la ciudad, y les hace
sembradas en ese afio dieron 5% quintales de cifiamo tascado,
suelta de 1506 pesos de tributos rezagados (NLS 6 fs. 3 4 0, de 1621).
de 10s cuales se gast6 parte en 10s peines y adherentes de 10s
§in embargo, tres afifosdespues dice que, fuera de esos tributarios, tiene
telares.
otros que le prestan servicio personal seg6n la Tasa, de manera que no
Per0 el obraje result6 un mal negocio, como informaba el
se trata de una pura encomienda tributaria, lo que habria sido muy
gobernador en carta de 29-v111-1611(Mss. Med. 118) y mis tarde,
excepcional en Chile (NLS 7 fs. 8 4 6, 1624). Numerosas escrituras
en 19-111-1639,el oidor GutiCrrez de Lug0 (AGI, Chile IO). La
pdblicas se reiieren a1 regimen del tercio. Diego de Morales declara en
producci6n era escasa, la utilidad no subia de 500 pesos a1 aiio,
su testamento de 1624 que ha arrendado su tercio a1 calderero y mi-
el administrador (que era el mismo corregidor del partido) apro-
nero Gabriel R'obledo, quien los ha tenido durante tres o cuatro demo-
vechaba a 10s indios para sus propias haciendas; habia 40 indios
ras (NLS7 fs. 7 7 0 v.) . J u a d d e Mendoza Buitr6n alquil6 7 indios de
que no se mudaban nunca. Lugo, a quien pertenece esta des-
Guamalata y Copiap6, de su tercio, a otro vecino que 10s haria trabajar
cripcibn, proponia que el obraje fuese administrado en lo suce- en el cobre d e Tamaya (NLT6 fs I 3 4, de 1620). Los sesmos ganados
sivo por 10s oficiales reales. El obraje vina a ser desmantelado en las minas de cobre se calculan directamente en ese metal, o bien
en 1658 (CM 11, 8 7 3 ) , porque el encomendero Juan de Ureta en pesos de or0 (NLS 4 fs. 1 3 7 v.; 7 fs. 5 8 2). §e forman compaiiias
sacaba a sus indios para llevirselos a su propia estancia en el para la labor del cobre, con trabajadores negros o indios proporcio-
mismo partido de Melipilla, y la Real Hacienda no le habia nados por su encomendero (NLS 2 fs. 5 8 0 v., 1616). El Virrey del
pagado 10s tributos de 10s indios que le ocupaba en el obraj'e Peru solicit6 en 162(2, 800 quintales de cobre para la artilleria, y 10s
(carta del Fiscal Huerta, 13-v11-1659,AGI, Chile 1 3 ) . Tentativas vecinos acordaron hacer un contrato de asiento para su suministro,
ulteriores de reedificarlo fueron vanas (RA 6 7 3 p . 1 ) . repartiendose la produccih entre 10s encomenderos Francisco Cortes,
Jer6nima Pastene y Alonso Campofriio Carvajal, y 10s moradores
El ensayo de vivificar una industria textil, aprovechando la riqueza LAzaro Martin Redtondo, Jusepe Sand6n y Gabriel Robledo (NLS 6
de ganado lanar, hubo pues de estrellarse con la escasez de poblaci6n fs. 5 0 I v.) . Todo ellos suponia un activo trabajo minero de indios
suficiente para el trabajo. El obraje del Salts, importante hacia 1580 y negros. Por otra parte, habia 10s lavaderos de oro, especialmente el
en manos de Jer6nimo de Molina (Amunitegui, Encomiendas, I, 84) de Andacollo, a unos 20 km. a1 sur de la ciudad. Juan de Mendoza
no figura ya en el inventario de la chacra que se practic6 en 1617 (Ap. y Buitrbn, alcalde ordinario y encomendero, arrendaba en 1625 su
IV); el de Ovalle no ha durado tampoco mucho m i s alli de 1616. El tercio de indios de Guamalata, 5 en ndmero, para que fuesen en la
de 10s C6rdoba en Rancagua todavia elaboraba ropas en 1643 (ES demora de ese aiio a sacar or0 en Andacollo (NLS 7, 3-IV-1625), pagando
1 9 4 fs. 4 3 ) . el vecino que se 10s arrendaba el quinto a1 rey, el sesmo a 10s indios
Per0 el ensayo de desviar la mita minera hacia otras actividades fue y 1 tomin diario a1 encomendero por el alquiler.
con todo eficaz en algunos grandes repartimientos durante las dos En este aspect0 de la persistencia de la economia minera, como en
primeras dCcadas del siglo, y muy probablemente obr6 como un patr6n otros aspectos (hay que pensar, por ejemplo, e n el hecho de que 10s
de organizaci6n del trabajo en todas las encomiendas de pueblo, en encomenderos fuesen armadores de navio) , La Serena conserva algo
las cuales habia matricula y se podia sefialar precisamente el tercio, del estilo del siglo XVI,sin que falte tampoco el estilo pastoril del
y 10s sesmos eran registrados en 10s libros de protectores. Per0 el hecho XVIII chileno.
de que 10s quintos se desvanezcan de 10s libros de oficiales reales a1
final de la dCcada del 1620 muestra con claridad que 10s encomenderos
2. Valorizacidn d e la propiedad inmueble
se desinteresaron pronto de esa soluci6n.
La economia minera subsisti6 sin embargo en La Serena. Los recibos Hemos mostrado anteriormente c6mo Valdivia y con 61 seguramente
de protectores de 1612 y 1619 enumeran 10s sesmos de las comunidades 10s conquistadores de mis rango, tenian una imagen seiiorial de la
(Ap. 11). La mineria del or0 y la del cobre se explotan a base del rCgi- tierra, en contradicci6n con 10s usos concejiles de ciudades y aldeas
men del tercio y de sesmos para 10s indios. Seg6n su testamento, Juan espafiolas. Per0 la Corona apoy6 legislativa y judicialmente el prin-
Valdovinos de Leyden, un encornendera holandks radicado en La cipio de la comunidad de montes y pastos. Hemos dicho ya que la
Serena, sus indios de Sotaqui s610 le pagan tributo, 9 pesos de or0 Audiencia de Lima, en 1551 y en 1556, en el pleito de BartolomC
40 41
Flores, afirm6 la comunidad de 10s montes, a la vez que la propiedad vifias y arboledas, el paso de animales que pastaran o fueran a beber
individual de 10s 5rboles frutales (RA2 0 6). El Cabildo de Santiago en rios, esteros o aguadas impuso un disfrute comim de 10s pastos
adopt6 en sus acuerdos de 1558 (Z~-VIII)y, sobre todo, en las conse- entre 10s vecinos, per0 sin derecho a construir ranchos ni corrales en
siones de mercedes de estancia de 1567 y 1568, la frase de que 10s pastos suelo ajeno. La propiedad sobre 10s animaIes se probaba por las
eran comunes, y que la merced mencionada s610 significaba el privi- marcas, y 10s rodeos de vacas con sus crias, a1 fin del invierno, tenian
legio de construir corrales y ranchos de pastores en superficies de 2 a por objeto separar 10s ganados y herrar a 10s xmultiplicoss; 10s ganados
5 cuadras, per0 sin conferir propiedad ni posesi6n del suelo. Los menores conservaban m5s permanentemente su separacih, porque
vecinos de Santiago, por lo que puede inferirse, no tenian por entonces cada majada tenia su pastor. Otra servidumbre importante de las
mayor inter& por 10s problemas territoriales, frente a 10s mineros y estancias fue la de conservar entre si una distancia de y2 legua 10s
adoptaban sin mis las disposiciones legdes llegadas de Lima. Los del ganados menores y de 1 legua 10s mayores; a fin de pastar equitativa-
sur no parecen haber acogido la norma con igual ecuanimidad: mente en ese espacio, cada corral debia estar a de legua o a y2
legua de la divisoria entre ambas propiedades, para compartir la y2
.Item si saben -dice un interrogatorio presentado por Juan Sal- legua o la 1 legua, que respectivamente tenian ambos tipos de ganados
vador en 1566- que siendo el dicho Hernando Moraga alcalde para su pastoreo. Esa costumbre est5 atestiguada en Chile en RA
1 en la ciudad de Valdivia vino una provision rreal en que man- 2 8 7 8 p. 2, 1612, en Quilicura; y RA I 9 I 9 p . 4, en Pelvin, 1639.
daua su magestad fuesen 10s pastos comunes y se apregono en la El pastaje de 10s ganados en trinsito es otra servidumbre normal:
plaza mayor de la dicha ciudad de Valdivia saliendo de mysa ))...y si alguna ves an pastado en ellas sus ganados ha sido de transit0
estando todo el pueblo presente y despubs de auerse pregonado como ordinario lo hacen 10s ganados de 10s que tienen estancias unos
dixo el dicho Hernando de Moraga con la vara en la mano que con atros circunvezinosc, se dice en Lampa en 1636 (RA I 9 7 8)23.
no se auia de cunplir y pues el seria el primero que defenderia S a n t i a p se caracteriza desde temprano por el sello pastoril. Las
su repartimiento con la lanqa en la mano y respondi6 el otro marcas de ganado se dibujan a1 margen de 10s libros de actas del
alcalde que el executaria la pena que su magestad mandaua en Cabildo hasta el pleno siglo XVII. Por la tarde entran en la ciudad
el primero que en otro ninguna aunque parecio mal a todos por por las caiiadas bueyes y ovejas. Sebo y cordobanes empiezan a expor-
ser alcalde no respondieronx (AGI,Justicia 6 8 4 ) . Las expre- tarse en tCrminos que ponen en peligro el abasto interno (Cabildos
siones de Moraga, como puede verse, implican la imbricaci6n de de 1i4-111-1577y 8-VII-1583).Por la provisibn de la Audiencia de Lima
tierra propia y repartimiento, en oposici6n a comunidad de pas- de 26-x-1594 (en DB, 11 serie, IV, 436), conseguida por la ciudad de
tos. Santiago, 10s viveres exportados desde Chile a Lima quedarian exentos
de almojarifazgos. Se habian formado compafiias en que 10s duefios de
2Fue aplicada realmente en Santiago la comunidad de pastos y la tierras e indios se solian asociar con dueiios de ganado para poner
ausencia de toda propiedad rural mis all5 de las chacras suburbanas, estancias y a veces para tener curtidurias (ver Evolucidn, 51-52, donde
o se trat6 simplemente del us0 de una frase? Es dificil decidirlo; pero, citC varios ejemplos tornados de ES). Alonso de C6rdoba hizo una
corn0 hemos dicho en otro trabajo, a partir de 1583 la cliusula de no compaiiia con Antonio Zapata, ganadero; el primero pus0 el trabajo
conferir propiedad desaparece de las mercedes de estancia. For otra de sus indios y las tierras de Pudahuel, y mis tarde las que tenia en
parte, la mezcla de encomienda y merced de tierras est5 ya deshecha Acuyo (Casablanca), por una merced de 4 leguas de circuito que
por 1580: las numerosas mercedes de esta idtima especie dadas pcir obtuvo en 1577. Por la liquidacibn de la compafiia en 15/89y pleito
Rodrigo d e Quiroga (1575-80) estin plenamente diferenciadas; de posterior (RA I 2 7 7 p. 2) sabemos que Zapata lleg6 a tener 13 mil
suerte que por 1570-1600, cuando se multiplican las mercedes otorgadas
"Las mercedes se conceden en general por cuadras de superficie. Sin embargo,
por 10s gobernadores, ya no hay notas comunitarias ni sefioriales de
excepcionalmente, encontramos una estancia de ados leguas en circuito en t6r-
ninguna clase, sino que se concede simplemente la propiedad perfecta y mino cerradoa (RA 2 8 # 5 , p . 7 , a Juan de Ahumada, 1589), y otra Ben el propio
alienable, como la que 10s fueros castellanos y la legislaci6n roma- camino que se dice Podagual de una legua de tierra en cada parte una hazia esta
nizante reconocian sobre casas y solares. ciudad y otra hazia el dicho poangue y otra hazia peucudaiie y otra hazia lanpae
(a Martin de Fuentes, 1579, en JES 1 2 0, fs. 1 1 ) . Me remito, por lo demh a Evo-
No obstante, esa propiedad tenia ciertas servidumbres legales o lucidn, 34-37. La falla principal de esas piginas consiste a mi juicio en que
consuetudinarias derivadas del pastoreo. Como s610 habia cercado para minimice alli la vigencia de la concepcidn de Valdivia, en cuanto a su duraci6n.

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vacunos. C6rdoba tenia 8 indios casados, 5 de ellas vaqueros; pus0 32 dero se interesaba por el trabajo minero, y por ciertos servicios agrlco-
indios yanaconas y otros del pueblo de Rancagua, que abrieron un las o pastoriles prestaclos dentro del pueblo, que todavia no desposeian
camino de carretas y conslruyeron una casa para guardar sebo y ceci- a1 indio de sus tierras. El afin nuevo por la propiedad territorial,
na y para hospederia de pasajeros; e indios carpinteros y carreteros. avivado por el crecimiento del mercado espafiol interm y por el
El ganado cimarr6n lo mataban entre ambos socios. Don Juan de incentivo a vender en el Perd, s? extendi6 ahora no ya solamente a
Ibarroeta y Gamboa, pariente del gobernador Ruiz de Gamboa, hizo encomenderos, sino tambien a otros estratos: simples moradores, mer-
compaiiia con Antonio Nhfiez, el estanciero de C o n c h y hombre de caderes, artesanos de cierta importancia, eclesiisticos seculares, a veces
negocios a quien ha destacado A m u n i t e p i Solar (Encomienda I, 91 a drdenes religiosas las cuales reciben rnis por donacibn que por
ss) . Ambos socios formaron una compafiiia, cuya estancia estaba entre merced) . Los Protectores autorizan ventas de tierras de 10s pueblos,
Lampa y Colina, tierra de Ntifiez. Gamboa pus0 1 1 indios y pastores previa informaci6n rutinaria de la uiilidad que el pueblo sacaria de
de su encomienda, N6iiez 5 mil y tantas ovejas y corderos, y despuCs la venta, que muchas veces por lo d e m h era a censo y daba asi una
1.300 cabras. Gamboa deberia hacer corrales, trasquilar las ovejas, ventaja mucho miis discutible. Los espafioles se van instalando en las
apartar las paridas. N~iiiieziba a meter vacas, pero Gamboa lo disuadi6, cercanias de las comunidades, donde tratan en seguicla de seguir com-
dada la abundancia de vacas cimarronas en la regi6n (RA 9 8 5, p . 1, prando y reuniendo tierras. El argument0 mis importante para pro-
de 1599). Rasgos sirnilares encontramos en otras compaiiias ganaderas ceder a la venta era la disminucibn del iiirmero de 10s naturales y el
de la Cpoca. exceso de tierras relativamente a 10s actuales pobladores. De esta
Aunque en menor escala que la ganaderia, se desarroll6 tambiCn manera, el momento realmente agudo de la desposesi6n no fue, como
por alg6n tiempo un comercio de trigo, imposible de medir por la se Cree popularmente, el momento de la Conquista (que efectiva-
exenci6n tributaria y ausencia de registros de navesz4.Algunos pasajes mente signific6 el despojo de solamente unos pocos pueblos, para
de piezas judiciales permiten documentarlo. En una causa sobre las proceder a la fundacibn de ciudades) , sino el periodo de incremento
tierras de Catapilco (la Ligua) , en 1637, dice un testigo, Juan de de valor de la tierra, esto, es, en Chile, de 1590 adelante.
Ahumada, hablando de fines del siglo anterior, que Ramirijiiez de
Saravia d e temporal sembraua sobre las lomas del puerto de La
Fuera de las ventas de tierra, se daban las transgresiones de
Ligua y lo propio despues de su muerte y lo continuo mucho tiempo
Doiia Isabel Osorio de Caceres porque entonces tenian trato de enviar facto, conocidas por la documentaci6n judicial; o 10s cambios de
trigo a1 piruc<. Francisco Hidalgo dice que ,en el valle abaxo de La sitio del pueblo, presionados por 10s hacendados comarcanos.
Ligua yso grandiosas sementeras de trigo para bender a su magestadcc Entre 10s juicios del siglo XVII algunos son particularmente ilus-
(RA I 5 4 5 p. 1 ) . ,De temporal<<,en la primera frase indica un tip0
trativos. En uno relativo a Pirque (desde 1603, en RA 2 8 8 I
de cultivo sobre cerros, en que se roturaba un ago, se sembraba unos p . l ) , aparecen problemas de Derecho indigena de tierra imbri-
pocos afios y luego quedaba en reposo otros aiios2s. 0 ?ea, lo contrario cados en las disputas entre espafioles: dos comunidades, la del
de la divisi6n de la tierra en tres hojas en rotaci6n de cultivos, que Principal de C6rdoba y un Principal de indios cazadores guana-
Gin& de Lillo prescribi6 p2ra las tierras de 10s indios de Apoquindo, queros de Rodrigo de Quiroga, han tenido relaciones por u n
donde la estrechez obligaba a tal organizacibn (GL, I, 9 7 ) . arriendo de tierras pedido por estos hltimos a aqdllos, pagando
terrazgos; 10s caciques hacen una neta diferencia entre sus tierras
El crecimiento del inter& por el ganado y 10s pastos perjudic6
grandemente a 10s pueblos de indios2G. En la Conquista, el encomen-

"Marcel0 Carmagnani, Salariado minero muestra la abundancia de produccibn tury: correlaci6n entre incremento del ganado y despoblaci6n indigena. No he
triguera para la exportacibn en el distrito de La Serena a lo largo del siglo XVII, encontrado en Chile en este periodo estudiado mucha documentaci6n explicita
que concuerda con 10s textos que cito en cstas piginas sobre produccibn en La sobre ello, salvo la noticia del Fiscal Machado de haber defendido a 10s indios
Ligua, a fines del XVI y principios del XVII; per0 en el distrito de Santiago, desde de Lampa contra Juan de Barros, Andrts Ponce y Diego de Huerta, porque sus
ese valle a1 sur, el inter& por la exportacibn de sebo sofoc6 muy pronto a la ganados devoraban las sernenteras de 10s indios (AGI, Chile 8, nQ 83). La tasa de
exportacibn triguera, que en cambio continub en La Serena. Esquilache (VI, 7 ) prohibi6 las estancias de ganado menor a menos de i h legua
"Ver M. Bloch, Caracteres originaux, I, 27 (cultures temporaircs) . de 10s pueblos, y de ganado mayor a 1 legua. En 1689, un juicio de tierras de
T.esley B. Simpson, ExpZoitation of Land in Central Mexico in the xvi Cen- Chada (RA 8 5 7, p . I ) registra el problema.

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y las de las comunidades. En otro litigio, en 1613, 10s indios de anulada en 1629, per0 10s indios terminaron por vender el po-
Choapa la Baja declararon haber permutado sus tierras por trero en 1635 (w 1 9 3 0 p . 2 ) . 27.
otras que les dio Pedro de Bustamante, mds distantes del camino
pasajero, donde recibian muchas vejaciones desde que les fal- 3. Zndios de tercio e indios d e servicio personal hasta 1635.
taba el amparo de Rodrigo Godinez, miembro de la familia
del encomendero, que debe de haber sido el administrador del La valorizaci6n del ganado y de la tierra trajo consigo un afAn cada
pueblo (RA I O I 6, p . 2). Otros indios de la misma Choapa la vez m5s intenso, en 10s espaiioles, por fijar la mano de obra en las
Baja, aduciendo el mismo motivo, narraban en 1637 que Cris- propias chacras y estancias, solicitando a veces la adscripci6n legal,
t6bal Natino 10s habia trasladado a su estancia de La Ligua, similar a la que existia en Charcas (ES 9 fs. 245, en 1596; MSS. Med. I I 7
per0 que ahora el Corregidor de Quillota 10s queria hacer volver fs. 171, en 1609), sin lograr que la Corona diese el paso. Se puede
contra su voluntad a1 antiguo pueblo (RA 3 O 3 O fs. I 3 I ) . si enmntrar en contratos de arriendo la cl5usula de que 10s yanaconas
Los de Tango, al sur del Maipo, tenian que defenderse en 1596 seguirian trabajando en el predio. AsJ, en contratos celebrados por
contra un mercader, Gonzalo de Toledo, dueiio de tierras y de un Manuel Gonzilez Chaparro (ES 9 fs. 160; ES 2 4 fs. 302 v.), sobre 10s
molina que perteneci6 a 10s antiguos encomenderos Alderete (RA cuales volveremos; en el arriendo de una viiia en Santiago por 6 aiios
2 8 7 8 p . I ) . En 10s primeros ados del XVII el cacique de Tala- con 14 yanaconas, por un canon de 400 pesos (ES 2 7 fs. 279) ; en otro
gante vuelve a litigar por sus tierras contra el repartimiento que celebrado en La Serena en 1628 sobre la mitad de la viiia de Riva-
habfa sido trasladado alli por la fundaci6n de Santiago, 10s davia, por 4 afios, en 1.208 pesos anuales, en que una encomendera
indios de G6mez Pardo; per0 el sucesor del derecho de &os cedia el servicio de 8 yanaconas que Vivian alli, mis 9 indios de ser-
por 10s aiios 1600 era un can6nigo que habia ido comprando vicio personal, y el tercio de mita (NLS 8 fs. 504) .
sucesivamente varios pedazos de tierra. Los de Talagante ac- La expresibn “yanaconas”, traida desde el Perfi para designar a
tuaban de consuno con sus encomenderos Flores Lisperguer, 10s indios peruanos que acompaiiaron como domksticos a 10s con-
deseosos de estorbar la intromisi6n de propietarios no-encomen- quistadores, se extendib luego a 10s indios chilenos que habian per-
dido el domicilio en su pueblo. Todavia en 10s decenios cercanos a
deros. La dominaci6n de 10s Flores en Talagante es incontrarres-
las tasas de Gamboa y de Sotomayor 10s Bindim de servicio personala
table en materia de tierras: han entregado tierras del cacique
conservaban la noci6n de pertenencia a un pueblo, per0 ella se perdi6
a u n criado flamenco y luego vuelto a instalar a1 cacique en el
paulatinamente, a medida que las generaciones nuevas nacian en las
pedazo de Camblague, disputado con el canhigo; habian situado
estancias o chacras. En la misma medida se expande el tCrmino de
a 30 o 40 Puelches, enmmendados suyos, per0 advenedizos en
n yanacona (L.

el pueblo, en tierras de la comunidad. Los indios de Talagante,


Seg6n Vbquez de Espinosa -que ha bebida su informaci6n en la
por su parte, tienen tendencia, como ya dijimos a prop6sito de
visita del fiscal Hernando Machado de Chivez de fines de 1613 y
Pirque, de mudarse y arrendar (RA 2 0 6) . En Aconcagua, u n
comienzos de 1614- habia en la ciudad 2.345 indios de 48 pueblos,
potrero de serrania de 10s indios de ese pueblo fue concedido en englobando, junto a 10s tributarios, a 331 viejos reservados, dentro de
merced en 1625 a Juan de Astorga, linde con la Cordillera aquella cifra. De ellos, solamente 696 indios Vivian en sus pueblos,
Nevada. El Protector aduce que aunque 10s indios siembran en el resto estaba sirviendo en chacras y estancias de 10s espaiioles, o
el valle, necesitan del potrero para sus animales; que Astorga se trabajando libremente. Habia ademis 157 esclavos y esclavas de
lo habia querido comprar per0 ellos lo habian rehusado, y guerra, 501 guarpes de Cuyo, 225 de 10s Juries, TucumAn y Paraguay,
entonces se habia dirigido a1 Gobernador para obtener la merced 481 beliches de las ciudades del sur y de C h i l d . Las chacras y viiias
d e 2 mil madras. Astnrga argumenta que 10s espaiioles vecinos eran 102, las estancias 354. Pues bien, en las estancias habia 2.162
y soldados que llevan sus caballos a 10s potreros suelen quitarle yanaconas y beliches. Estos 2.162 son pues, en su mayor parte, indios
a 10s indios sus muchachos y tomarle sus comidas; que ya 10s
Gobernadores han hecho merced de potreros en Malloa, Maule, ?Fernando Silva Vargas, T i e T T U S y Pueblos, 77 ss., da otros ejemplos de estre-
chamiento de 10s indios en sus tierras, y muestra detalladamente las disposiciones
Nancagua, Gonza, Rapel, Chanco, Colina, Lampa, Guaicochas; que tom6 Gin& de Lillo en su visita para salvar algunos pueblos cercanos a
que 10s corregidores se aprovechan de 10s pastos. La merced fue Santiago, como Apoquindo, Macul, etc.

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de 10s 48 pueblos de Santiago que no residian actualmente en ellos, sesmos evidentemente privaba a la comunidad de una base econ6mica
mis cierto n6mero indeterminado de beliches y seguramente tambikn firme. Los indios de pueblo quedaban entregados a sus siembras par-
de guarpes28. ticulares para la subsistencia y difkilmente para alg6n pequefio co-
A partir de 1600 las encomiendas se atomizan por las ,dejacionesa mercia; necesitaban de jornales para su ropa, y el encomendero y 10s
que hacen algunos encomenderos en otros vecinos, con aprobaci6n otros espafioles 10s podian atraer fAcilmente a establecerse en sus
del Gobierno, y mediante un pago del beneficiario a su antecesor. tierras.
Por otra parte, hay diversas maneras de proveerse de mano de obra Las intervenciones personales de 10s encomenderos para sacar a
por otros conductos: el alquiler de parte de 10s indios por su enco- algin o algunos indios desde el pueblo para llevarlo a sus casas y
mendero, percibiendo 6ste el jornal en dinerlo; las cartas de asiento, heredades estA documentado directamente, por ejemplo, en cartas de
en que el indio recibia su salario en piezas de ropa y, cuando es de 10s administradores a 10s protectores que figuran en las antedichas
encomienda, el espafiol que lo asienta paga el tributo a1 encomen- cuentas de Miguel de AmCsquita (administradores de Choapa, de
dero; en fin, la esclavitud negra o indigena. No queremos abundar Mataquito) . El administrador estaba interesado en que el pueblo no
en estos puntos, ya investigados2Q.En cambio no existe una idea su-
I
quedara desolado, ya que 61 recibia 1/4 de todas las cosechas; per0
ficientemente nitida de lo que era 1a encomienda en 10s primeros pudiera ser efectivo que, comlo pensaba en 1634 el fiscal Machado,
decenios del siglo XVII. la explotaci6n de 10s indios por 10s administradores y corregidores
Ateniendonos a la documentacih que meroaicammie ~icnivbpie fue uno de 10s motivos por 10s cuales 10s indios se radicaban junto a
ferido, y que en verdad es la 6nica que puede darnos una vista cer- sus encomenderos (Mss. Med. 132 fs. 8 1 ) . El libPo de votos de la
cana de un f e n h e n o que el resto de las fuentes describe muy pano- Audiencia, las provisiones dictadas por Csta, la relaci6n suscinta que
rimicamente, debemos dirigirnos a las cuentas de. 10s protectores, a dirigian 10s fiscales de la Audiencia a1 Consejo de Indias sobre 10s
las visitas y a ciertos litigios judiciales pertinentes; desgraciadamente pleitos en que ellos pedian en nombre del rey, contienen todos ellos,
todos ellos posteriores a 1610, salvo la visita de Cregorio Sinchez en en forma somera noticia de tales intervenciones directas de 10s enco-
1602 a 10s indios de Luis Jufrk, que ya hemos analizado. menderos.
Las cuentas del protector Ambsquita, 1614-1618 ( A p . 11) , especi- Por una causa judicial de Don Diego GonzLlez Montero con Don
fican que solamente ganan sesmos por esos afios 10s pueblos de Choapa, Alvaro Hurtado de Mendoza y Quiroga (RA 1746 p . 2) nos entera-
C u r i m h , Apalta, Melipilla, Lleupeo, Colchagua, Malloa, Ten0 y mos de que este idtimo redujo a su estancia de Peluin a 11 indios
Lora, sesmos que se ganaban en las minas o en el obraje de Melipilla; de su encomienda de Nancagua y a otro grupo, el del principal de
habria que agregar a la lista a Taguataguas de Francisco Rodriguez de Peucudafie, 20 indios adultos y muchachos. E n unas declaraciones
Ovalle, cuyo obraje estaba sometido a1 regimen de sesmos, aunque testimoniales, en 1622, el mayordomo de Pelvin, Alonso SAnchez, dice
por cualquier raz6n esos afios no 10s pagara. Los otros indios, incluso que haria 13 6 14 afios ha116 en Pelvin a ti indios que eran de Nan-
10s que trabajaban en la sementera del rey en Quillota (indios de cagua; que mis adelante, estando estos indios en las minas de Coquim-
este pueblo y del Aconcagua) ganaban un jornal, y por tanto su bo, 61 fue a buscarlos y 10s encontr6 en el camino y 10s trajo y ,,pusonr
trabajo servia a 10s trabajadores individuales para ganar vestuario y en Pelvin, con sus mujeres, por mandato de la encomendera Isabel
raci6n y para pagar su tributo a1 encomendero; per0 la ausencia de de Azoca, haria 7 u 8 afios atrAs, y alli estaban todavia. A un mu-
chacho lo conoci6 primer0 en Pelvin, sirviendo, y de grande se redujo
28V;izquez de Espinosa, Compendia y Descripcidn, 68 ss. Carta del oidor CR-
definitivamente a esa estancia, en el grupo mencionado. De dos indios
lada, 6-1-1610, en Gay, Documentos, 11, 194: 2.800 tributarios; encomiendas de dice el mayordomo que Bni menos an estado reduzidos sino que este
40-100 indios cada una. testigo 10s trahia de tercio a pelbin y despues de cumplir el dicha
%A. Jara, Fuentes, en EACH, 54, 55, 58; Los asientos de trabajo; Importacidn de tercio se bolbian a Nancaguac; en cambio de un muchacho, dice que
trabajadores indigenas en el siglo XVII. Sobre dejaciones, Nestor Meza V., Politica no era de tercio, sin0 que vino con su padre en la whusmacc de
indlgena, 80-81. Un ejemplo a1 azar de la dispersibn que significaron las dejacio.
nes: en 1602 se encomendaron a Juan de Azoca 4 indios del pueblo de Chanco,
muchachos y mujeres que solia acompafiar a 10s tributarios en la
de Pedro Ord6Aez Delgadillo, y 6 de Loanco, de Pedro G6mez Pardo, por deja. demora; despuks se habia hecho curtidor y radic6se en Pelvin. BY
ci6n de ambos encomenderos en Azoca (1 que si yvan y venian a Pelvin -sigue diciendo el mayordomo- no

I 49
era porque estubiesen asimentados ni reduzidos a el sino de tercio la presencia de 48 indios, mis 10 que venian de tercio desde Loanco,
como dicho es<<(1622). Existe pues, para 10s contemporineos, una en 16152. En 1613 eran, respectivamente, 40 +9. En 1614 eran 41 y
neta diferenciacibn de categorias entre ,tercio<c y .reducidos<<.Hay
no vino el tercio. La cifra se repite en 1615. En 1616 el ndmero baja
que advertir si que el ,tercio<c solia comprender un porcentaje mucho
bruscamente a 30 indios. A fines de febrero de 1617 se cuentan s610
mayor que la tercera parte.
19 indios, per0 esta vez asisten nuevamente 10s indios del tercio de
En todo caso, 10s acimentados en Pelvin, atraidos de diversas ma- Loanco, 6 en n ~ m e r o .En febrero de 1618 son 17 indios de estancia y
neras o .puestos(< por el administrador, como dice Sinchez en la frase 10 de tercio. En 1619, 22 de estancia y 7 de tercio que trabajan 8
citada, incluia a todos 10s indios del principal de Peucudafie y a meses, y vuelven en seguida a Loanco, segdn hace mnstar cada vez
unos cuncos de Osorno, rnis una parte de 10s del pueblo mis impor-
el certificado. De 10s otros pueblos de 10s JufrC nada nos dice esta
tante, el de Nancagua; y ademis, venia alli cada afio un tercio o
fuente, pero seguramente algunos de ellos, sobre todo Purapel, sumi-
mis de 10s de Nancagua, junto con la >>chusma<c del pueblo. Sumaban
nistrarian indios de tercio a la estancia de Villavicencio, que estaba
10s de Pelvin 23 indios de trabajo y 3 reservados en 1619; el afio
muy cercana; 10s de Peteroa y PequCn servian en la estancia de Pete-
siguiente eran 20, en 1621 eran 22. Este hltimo afio faltaban varios:
roa (Ap. rv) . Es posible que Mataquito y Gonza hayan pasado enton-
3 estaban en La Ligua, 1 en una estancia de la Mar, otro en Santiago
ces a otras manos, pues a mediados de siglo no eran de 10s JufrC.
sirviendo a un chantre pariente de la encornendera, y en fin 7 indios
huidos, de 10s cuales uno se habia retornado a1 pueblo de Nancagua. Los motivos de la fuerte baja de la poblaci6n de Ruiioa y Macul
En este pueblo, 10s tributarios en total eran probablemente, a juzgar se anotan en gran parte en 10s mismos certificados del cura: muerte y
por un reparto de ropas del protector, 18 (Ap. I I ) , pero entre ellos fugas. En un cas0 escribe na la mar<<,es decir, el encomendero lo ha
se incluian 10s del tercio que asistian a Pelvin. dedicado a otra parte. Varias veces se dice tambiCn: >>volviox.
Llama la atencibn el elevado porcentaje de indios prbfugos, sea Los indios de la estancia, aqui como en otras encomiendas de la
que se volvieran a1 pueblo a llevar una vida m i s libre, sea que Cpoca, se dedican en buena parte a oficios de industria rural. En 1612,
fuesen .sonsacadosc< por otros espafioles, sea que se hiciesen vagabun- de 10s 48 indios, 4 son curtidores, 3 botijeros, 2 tejedores, 1 albaiiil,
dos. El sonsaque es suficientemente importante como para que, en 1 carpintero, o sea, casi un cuarto del total. En cambio, apenas hay
1624, cuando GonzAlez Montero se lleva 10s naturales del principal artesanos entre 10s indios que vienen de tercio: 2 carpinteros en
de Peucudafie que le habian sido encomendados, el y Hurtado de 1617-18.
Mendoza se obliguen reciprocamente a no admitir a 10s que quisieran Otra gran encomienda de este periodo critico, que 10s documentos
pasarse de una a otra encomienda. Y en el testamento de Ana Maria nos permiten entrever con proximidad, en la de Aldonza de Guzmdn,
de Azoca en 1653 (ES 224 fs. 279 v.) se dice que nsuele ser rrespecto y la viuda de Juan Godinez de Benavides, que habia p s e i d o dos pue-
urbanidad que se guarda entre 10s bezinos encomenderos aunque Sean blos, uno en el Principal de Maipo y otro en Choapa, habiendo tras-
estraiios no servirse de indios agenos<. ladado a este idtimo, mhs codiciado por su riqueza minera, a parte
Los indios de Luis Jufrk, que ya hemos conocido en la visita de de 10s de Maipo. Per0 cuando dej6 de lavar oro, antes de 1600, instal6
Gregorio Sinchez, vuelven a comparecer en la documentacibn produ- una estancia en Lonptoma (La Ligua) y despuCs en Pico, donde
cida por la muerte de don Luis, el concurso de acreedores y la parti- encontramos indios visitados en 1610 y 1629 (RA 4 6 6 ) . TambiCn
cibn, en 1611-18 (RA 4 2 7 ) . Como ya no existia el obraje, 10s indios hay otro pequeiio grupo en una chacra en la Chimba de Santiago,
estaban concentrados en el trabajo rural en dos estancias principales, en la primera de estas fechas,. Desgraciadamente, una comparacih
las de Villavicencio en el Maule y la de Rufioa junto a Santiago, que entre ambas fechas s610 es posible para 10s indios que estin en Plico.
ya incluia las tierras antiguas del cacique Macul. Trabajaban en Los indios del pueblo del Principal de Maipo y 10s de la chacra no son
Villavicencio en 1618 30 indios, incluso 10s muchachos pastores o examinados en 1629, o por lo menos n o figuran en nuestra fuente; y
10s que cuidaban de la tablazbn y el astillero que en el Maule tenian
a la inversa, el pueblo de Choapa no nos es conocido en 1610. En
10s JufrC. Sblo 2 de esos indios eran de tercio, el resto parece estar
todo caso, para P i a , una estancia en Puangue, corregimiento de Meli-
reducido a la estancia. En Nuiioa, 10s certificados del cura indican
pilla podemos establecer:

151
servirse de un buen n6mero de indios, en virtud de un trato con
1610 1629 dofia Aldonza: 13 6 9, seg6n diversos declarantes. La estancia esti
a de legua, ria por medio, del pueblo; 10s indios van principal-
Tributarios 19 14 (12 de ellos no estaban
mente a una curtiduria de Ahumada; cuatro afios antes iban a las
4 en 1610)
minas de Llampague, en proporci6n de un tercio del pueblo, por
Reservados 3 (2 de ellos estaban en
mandato de la encomendera, entregando cada indio 2 6 3 pesos
74 1610)
Total de almas 1 carpintero de carretas
semanalmente. Desde hace pocos afios ya se concentran solamente
52
en la labor de curtidores o de cabreros. Parten en la mafiana con
Oficiales 2 de carpintero 1 carpintero de carretas
Aprendices - harina para alimentarse y regresan por la noche. S610 cuando est5
Indios beliches 7 - el estanciero presente, dice uno de 10s hijos del cacique, se le da de
comer en la mesa; el resto del tiempo no les dan raci6n a mediodia.
(Los tres liltimos rubros e s t h ya computados dentro de 10s tributarios. Todos Hay indios que se quejan de tener que trabajar metidos en el agua
10s tributarios restantes son gafianes sin oficio) .
en las faenas de la curtiembre y tambiPn de ser mal pagados; uno
declara que no' quiere servir mis. El pago en vestuario no es sufi-
Fuera de estos indios de estancia, la encomienda comprende:
ciente, unos dicen que lo enteran entre sus amigos, o por el j u e p ,
Principal de Maipo: 1 cacique, Don Melchor, con su hermano;
o que sus mujeres les hilan y tejen. AdemPs, el cacique reivindica
hace poco trajo ademis 1 muchacho natural de este pueblo (visita
una tierra de Puchichajo, a 2 leguas del pueblo, que es de comunidad
de (1610).
y ha sido ganada en merced por Ahumada. Los viejos reservados
sirven en mirar por 10s ganados y demis bienes comunes.
Chacra en la Chimba: 6 tributarios, 1 reservado; de ellos 3 son del
Principal de Maipo, 3 de Choapa, 1 nacido en casa de 10s Godinez, En la estancia de Pico, visitada dos veces, en 1610 y en 1629, las
1 tiene oficio de sastre, 1 de zapatero, 1 fue paje, 1 es pastor de 10s declaraciones de 110s indios en ambas fechas concuerdan en un dato
carneros que se traen para el gasto de la casa. El total de almas esencial: no se mudan seg6n mitas, estin permanentemente asentados
es aqui, en 1610,22. en la estancia. En 1610 viven ahi 12 naturales de Choapa, 2 de
Maipo, 1 de Santiago, 1 del Per6 y 7 beliches (5 de ellos provenientes
Pueblo de Choapa: seglbn la visita del oidor de la Cerda, en 1629: de Itata, 1 de Millapoa, 1 de Villarrica) ; algunos suelen recordar que
1 cacique principal, don Agustin Taquem Naguel; 2 hijos suyos, sus padres no eran naturales de Choapa, sino de Maipo o de las
don Luis y don Alonso; 9 reservados; 9 tributarios. Ninguno de ellos ciudades de arriba, per0 ellos han nacido en ese pueblo y asiento de
tiene oficio. El total de almas es 72. minas. Sirven hace afiios y n o quieren mudarse, salvo uno que da
Las declaraciones cualitativas suelen ser interesantes e importan- una respuesta contradictoria. Tienen alli sus sementeras, ies dan
tes. En el Principal de Maipo, el cacique, un soltero de 38 aiios, vive raci6n de carne, aji y sal; pero el vestida es insuficiente (unos 2, otros
en sus tierras propias, marcando mucho que son de su propiedad y 1 vestido de la tierra, con su manta y camiseta), y sus mujeres tienen
n o de comunidad, tiene sementeras y un rebafio de 800 ovejas, de que hilar y tejer para ellos, o ganan en conchavos de gallinas o en
que se viste y come; el pueblo carece de forma de tal, no hay iglesia juego. Salvo 10s carpinteros, 10s demAs no tienen oficio, sirven en lo
ni tambo, tiene que ir a misa a Aculeo. que les mandan, a veces como vaqueros o pastores, a veces mmo pesca-
El cacique del pueblo de Choapa se declara en 1629 satisfecho dores. Dos de ellos han sido alquilados por sus amos. El indio peruano
con sus sementeras y tierras, come carne del ganado de comunidad; es el mandbn, ha servido desde 10s tiempos del primer Godinez, siem-
per0 se queja de tener que curarse con sus yerbas por falta de hospital pre como indio libre, como 61 marca con orgullo para diferenciarse
o de mejor curaci6n. La Iglesia esti limpia y bien reparada. Los ani- de 10s indios chilenos encomendados; ha sido paje, despuPs minero y
males comunes son un mil ovejunos y cien vacas, con buena guarda cuadrillero en Choapa, despugs mayordomo de la estancia de Longo-
de pastores. Las tierras particulares de 10s indios son buenas, por tnma
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confesi6n de 10s mismos naturales. Pero el problema grave de Choapa descontento del poco vestuario recibido y pide retirarse a tierras de
es la proximidad del estanciero don Valeriano de Ahumada, que ya sus familiares, y no servir a nadie, por ser hombre viejo.
tenia, ademis, una porci6n de la encomienda y que en 1630 recibiria 510 encontramos, como ya hemos dicho, a 4
todo el pueblo. El afio anterior, en que tuvo lugar la visita, podia
53
54
indios de trabajo o de reserva de 10s registrados en 1610: probable-
cifra desgraciadamente no da aqui: sabemos solamente que esos jorna-
mente, como en el cas0 de Rufioa, las fugas y la muerte han hecha
les se habian pagado en ropa a partir de la hltima Visita de 1602; y
renovar grandemente, en 19 afios, el personal asistente. De 10s 16
que, sumando 10s jornales ya percibidos en esa forma, y sumando en
visitados, 3 estin en el obraje vecino de Melipilla, per0 sin tener
seguida 10s tributos que el indio debia pagar a1 encomendero a razbn
oficio textil. 11 son naturales de Choapa, 2 de Maipo, 1 de Longo-
de B pesos, qued6 ese indigena deudor, en una pequefia cantidad de
toma, 1 hijo de beliche, 1 nacido en Santiago en la casa de 10s enco-
5 pesos y tanto. Llama la atenci6n el monto del tributo: 8 pesos; era
menderos. Todos ellos sirven desde hace aiios: uno desde 30, otros 26,
de 7 pesos el que venia desde la Tasa de Gamboa y que se emple6,
'20, 19, 12, 6, 3, s610 uno hace 1 d o . Esto quiere decir, ya que la
bajo las ordenanzas de Sotomayor, en el obraje de Peteroa para 10s
mayor parte no estaba en Pic0 en 1610, que servian en Choapa o en
indios de ese mismo pueblo y el de PequCn; sin embargo son aqui
la chacra antes de ser trasladados aqui para sustituir la mano de obra
8 pesos; no sabemos si por una norma general que hasta ahora des-
ausente o difunta. No hay mudanza segdn demoras. Sus respuestas
conocemos, o por la tendencia consuetudinaria a elevar las tasas de
sobre vestuario y comida son escuetas y mis bien satisfechas; cada
una manera insensible, con el transcurso del tiempo30. Tres afios des-
aiio reciben casi todos 2 vestidos de la tierra y cordellate.
puCs, a1 ser visitado por el fiscal Machado de Chivez, ese mismo indio
Recordemos, en fin, que en 1610 habia tambiCn 7 indios de Godi-
declar6 que habia venido a servir de tercio a Pedro de Lebn hacia
nez en una chacra en la Chimba, a1 norte del Mapocho. 3 de ellos
3 aiios, ,sin aberse queridamudar por allarse bien y estar contento y
eran de Choapa, 3 de Maipo, 1 nacido y criado en casa. Todos
de su voluntad y asi no queria yr a su tierracc. El tercio de mita en
trabajaban alli hace tiempo, salvo uno que estaba en Pic0 y lleg6 a
esta encomienda -una simple encomienda de yanaconas, sin conve-
la chacra hacia d l o un aiio. Los casados tenian sus sementeras, y todos
nio especial con el gobernador, como el que ya conocemos en las
raci6n de trigo, maiz y una oveja semanal entre cuatro. Per0 el
grandes encomiendas- ganaba jornales y no sesmos, y mediante ellas
vestido y la jerga que reciben son insuficientes: la mujer de uno
enteraba su tributo. Seguramente este rCgimen seria el imperante todas
tiene que hilar y tejer y conchavar gallinas para mantenerse; otro
las veces en que no se llegaba a1 compromiso de pagar quintos y
ha sido socorrido por su madre, un muchacho pastor por su abuela.
sesmos. Por otra parte, vemos aqui c6mo se incrementaban 10s yana-
De 10s que tienen oficio, el costurero de zapatera est5 alquilado
conas: por una deserci6n del tercio de mita, no retornaban a su pue-
por su amo a un maestro y es el mis insatisfecho, quiere retirarse;
blo, y quedaban fijos en la estancia donde la primera vez cumplieron
en cambio, el costurero de sastre, dice que, despues de hacer las obras
la demora (RA 5 8 4 p. 2 y 3029 fs. 157) .
que sus amos necesitan .le dan lugar a que lo gane a su oficioR.
Estos indios visitados en 1610 estin descontentos porque Juan Go-
El fragment0 de la visita de Machado, 1613-1614, que se con-
dfnez de Benavides les habia legado 150 cuadras de tierra en Pico,
serva en el litigio que comentamos (RA 5 8 4 p . 2), aparte de la
para que pudiesen disponer de ellas, y ademis 2.300 pesos en ropa
matricula de 10s indios, contiene otra informaci6n: a saber,
de la tierra y cordellante, y Cstas no habian sido distribuidas por su
nombre de la estancia (en el sitio de Puregue) ; dimensiones (en
viuda. Todavia en 1631, cuando ella habia muerto, seguian un juicio
este caso, 1 legua de largo x 1/4 de ancho) ; existencia de viiias
demandando en 10 mil pesos a sus bienes.
(aqui una de cad 5 mil plantas, que hacian 200 botijas) ; sem-
Asi, 10s diversas grupos que encontramos en estos afios acimentados bradura de t r i p , cebada y maiz (respectivamente, 5 fanegas,
en chacras y estancias se ha ido colocando a1 margen del rCgimen 1 fanega y 8 almudes) ; productividad: el trig0 rinde, cada fa-
del tercio, sin una reforma legal, simplemente en virtud de fijaciones nega, 23 a 24, la cebada a mis de 50, el maiz lo mismo. En fin,
privadamente convenidas o impuestas. preguntaba el fiscal por el ganado; Le6n tenia entonces 2.800
En una estancia de Quillota, tiene Pedro de Ledn reducida una cabras chicas y grandes, 700 capados, 4 mil ovejas, 1 mil vacas,
encomienda pequefia, de 20 indios, obtenida en 1608, parte del repar- 35 yeguas; y las crias o multiplicos eran cada afio 1 mil cabritos,
timiento de Juan de Ribadeneyra. La visit6 en 1610 el Oidor Her- 1 mil corderos, 1 mil becerros, y las yeguas muy poco. De este
nando de Talaverano, tomando las cuentas de tributos y vestuario. A
travds del texto correspondiente a un indio, sobre el cual se trab6 liti- soLa tendencia de la prictica administrativa a aceptar el alza del tributo, en
gio aiios despuds, se sabe que Talaverano comput6 por cada indio un el cas0 de 10s 10 pesos fijados por Laso de la Vega, que llegaron en su momento
tributo de 8 pesos por afio, y que lo descont6 de 10s jornales, cuya final en el XVIII a mAs de 14 pesos, en mis Notas sobre la encomienda chilena
tardia, BACH 6 1 , 34-38.
.54
55
ganado se mataba cada dos aiios 600 capados, 200 vacas, 500 vestidos, dos pares de calzones de cordellate, y una frezada, gastan '21
ovejas. El product0 de las matanzas eran 180 quintales de sebo y patacones. La misma cantidad calculaba Osores de Ulloa en sus orde-
600 cordobanes; 10s cueros de las vacas servian para IBtigos, o nanzas. Un encomendero con 60 pesos de plata, tributados por unos
simplemente se daban. El documento de Machado contenia para 7 indios, que seria una encomienda corriente, no podria sustentar
cada estancia y chacra tales datos, que podemos constatar que caballo ni armas, etc. Recordaban que el fiscal Alfaro, en la visita
son 10s que nos suministra, en resumen global, VBsquez de Espi- del TucumAn, despuCs de disponer tasa liquida, opt6 por dejar el ser-
nosa. De alli la importancia de las cifras que nos trasmite el vicio personal. @+ofiosiciones que la ciudad de Santiago hizo a su
Compendio y Descripcidn. Particularmente significativa es la seEoria el seiior presidente don Luis de Cdrdoba y Arce, en AGI,
proporci6n que menciona entre 10s indios de pueblo y el total: Chile 27). Despuks de muchos vaivenes y de la visita de la Cerda en
696 sobre 2.345 tributarios y reservados de la ciudad de Santia- 1629-30, Laso de la Vega promulgb su tasa, que interpreta y modifica
go en 1614, indice decisivo del predominio del asentamiento en la tasa real de 1622, y con este ultimo nombre rige durante un siglo
propiedades de 10s espafioles. (1635-1737)3l.
S e g h el nuevo ordenamiento, la mayoria de 10s indios, que residia
No poseemos datos sobre el proceso en La Serena, per0 todo hace ya en chacras y estancias de espafioles, podria quedarse, probando
pensar que, debido a la persistencia de la mineria y de las mitas, 10s -en cas0 de litigio- que a ellos o a sus padres 10s habia cogido la
pueblos han subsistido mejor y mbs largamente. Todavia en 1636 tasa real cimentados alli desde hacia 10 afios. La idea de reducci6n
sabemos de la existencia de sesmos (RA 1215 p. I ) ; las minas de cobre general, aunque siempre enunciada, quedaba asi de hecho frenada
dan sesmos a 180s indios (NLS 4 fs. 137 v, 1617). Per0 un pasaje del legalmente. Si estaban en tierras del encomendero, pagarian su tributo
testamento del encomendero Juan Fernindez de Castilla revela que en trabajo tasado a 2 reales diarios, prestado sobre todo en 10s ,tres
la demora no siempre terminaba a 10s 8 meses: a 61 le pertenecian 4 tiempos del afioa, siembra, cosecha y matanza. El resto del afio podian
indios de tercio ~y estos se an quedado en mi servicio lo que queda alquilarse dentro de 4 leguas de su residencia. Si habitaban en una
del afio cumplida la demora porque con comodidad lo an hecho assi tierra que no era del encomendero, servirian a ese propietario, per0
e yo 10s e ocupado en mi servicio en que an trabajado haziendo mun- Cste le pagaria el tributo a1 encomendero. Las tierras de que gozara
chas fallas asi en demora como iuera dellacc (NU 7 fs. 729, 1624) .
"En Documentos, RCHG I 2 4 he publicado 10s autos sobre publicaci6n de la
4. Pueblos y estancias hacia 1635-1660. tasa de Esquilache por el gobernador de la Cerda en 1621, que muestran sus
vaivenes en la ejecuci6n. Las tasas de Esquilache, real de 1622, y la de Osores de
Ulloa, pueden verse en Medina, Bibliotecu Hispano-Chilena I y en Gay, Docu-
Unas nuevas pestes de alfombrilla, viruelas, sarampi6n y lentejuela mentos, 11, asi como en la reciente recopilaci6n de Alvaro Jara, Fuentes. En tsta
de 10s afios 1620-1622 dieron un nuevo golpe a la poblaci6n indi- se contiene t a m b i b la tasa de Laso de la Vega, publicada anteriormente por el
gena de Santiago, en el mismo momento en que el virrey Esquilache y mismo Jara en RACH, 5 4 (reteniendo desgraciadamente algunos errores debidos
a 10s copistas utilizados por Medina, que yo habia sefialado en BACH 61, 28).
la Corona se decidian a implantar la tasa de tributos (1620 y 1622). Sobre diligencias relativas a la aplicaci6n o suspensi6n de la real tasa en el go-
Los gobernadores vacilaron entre la ejecuci6n y la suspensih, op- bierno de Fernandez de Cbrdoba, ver RA 3 I 3 9 (acuerdo de la Audiencia de
tando finalmente siempre por &a, gracias al recurso de sobreseimiento 12-w-1627) ; sesibn del Cabildo de 19-v111-1628;AGI, Chile 9 (carta del fiscal Adaro
y suplicaci6n al rey para que revisara lo mandado. Si Crist6bal de la de 10-11-1628) y RA 3 I 3 9 (acuerdo de la Audiencia de 29-1-1629). La tasa de
Cerda promulg6 la tasa de Esquilache, Oslores de Ulloa la enmend6 Laso de la Vega rigi6 hasta fines del siglo XVII (como lo demostrb M. Salvat
Monguillot, El tributo indigena en Chile) y prosigui6 en vigencia hasta 1737 (ver
y despu6s la suspendi6; y Fernbndez de C6rdoba sobresey6 el cum- mis Notus sobre la encomienda chilena tardia) . El servicio de 10s indios para pagar
plimiento de la real tasa, apoyBndose en el parecer mayoritario de el tributo se prestaba en labores agricolas y en las matanzas: tal es el sentido que
eclesiAsticos y letrados, ya que solamente el obispo Salcedo, el vice- le doy a la expresi6n ral tiempo de sembrar y coger las cosechas y sementeras
provincial jesuita y 10s can6nigos Loarte y Pastene estuvieron por la y matanzas por mitad.; no en el sentido de mitas anuales de '/n del pueblo, ya
ejecucibn, contra 15 pareceres en contra. La petici6n que en ese acto que no se habla en ning6n otro pasaje de la tasa de Laso del regimen de mitas,
que ordinariamente tendria que haber sido minuciosamente regulado, como lo era
present6 la ciudad (1626), ademBs de insistir en 10s usuales argu- en la real tasa de I622 (contra la interpretaci6n de Ntstor Meza V., Polftica, 94,
mentos de 10s vecinos y de destacar las pestes e inundaciones, sefiala quien se apoya en un documento citado en nota 158, per0 Cste no habla de mitad
una estimaci6n de lo que el encomendero paga a cada indio: en dos .
de 10s indios)

57
sus grangerias y aprovechamientos y biban en pulisia y temor
el indio serian meramente en uso, no en propiedad, prestindoles
de dioscc. Manda en seguida que el administrador Luis N6fiez de
el duefio sus bueyes y arados. La tasa de Esquilache habia fijado como
extensi6n para cada indio la cubierta por sembraduras de 1 almud
Silva pague 10s tributos en que estin tasados, tomindolos de 10s
de maiz, 2 de cebada y 2 de trigo y algunas legumbres; per0 la tasa de bienes de comunidad (entre 10s cuales 10s jornales ganados por
Laso de la Vega nada especifica. El trabajo del indio despuks de ente- 10s indios en alquileres) (RA 2750 p . 3 ) . Este documento re-
rar el tributo no estaba tasado. En cuanto a 10s pocos indios de pueblo 1 fleja mejor que la ley misma c6mo funcion6 el nuevo regimen:
que atin quedaban, la tasa les permiti6 nominalmente el derecho a la iniciativa para pagar el tributo en jornales no qued6 en manos
pagar un tributo liquido en dinero y3 especies, per0 previ6 tambikn del indio, como decia la Tasa, sino del encomendero. Hay otra
que podian pagarlo en servicio tasado, prefiriendo a1 encomendero particularidad importante en materia de salarios. La Tasa de
durante 10s periodos de grandes faenas; y despubs podrian concertarse Esquilache habia fijado un salario de 1 real y medio para el tri-
dentro de 4 leguas con cualquier persona. Desaparecia el rCgimen de butario que vivia en 10s pueblos y 1 real para el de estancia,
mitas, seguramente porque Laso comprendia su inaplicabilidad en una ya que el encomendero le suministraba tierras, bueyes y arados.
poblaci6n tan escasa como la que a6n subsistia en 10s pueblos. Laso de la Vega subi6 uniformemente el salario a 2 reales, lo que
Triunfaba en suma la conexi6n trabajo-tributo, que hemos visto motiv6 las protestas de 10s vecinios de Concepci6n (Rosales, 111,
practicada por ejemplo en 10s pueblos de Peteroa y PequCn de Luis 121). Gil de Vilches -no sabemos con quC autoridad- les no-
JufrC en el obraje de Peteroa, por sobre el nexo trabajo-sesmos, propio tifica a 10s indios que su jornal Serb de 2 reales hasta enterar el
de la tasa de Santillin y que sigui6 operando tambikn despuks de tributo en 40 dias; per0 que el resto del afio, si trabajaban con
1584. Pues el primer sistema era much0 mAs practicable en la vida el encomendero, que tenia prioridad para su mano de obra, lo
rural, donde el cBlculo efectivo del sesmo era imposible. harian a 1 real y medio, lo que no figuraba en las Tasas: no
Los indios de Chile, a partir de 1620, quedaron legalmente con- sabemos si se trata de una reciente disposici6n del Gobernador,
finados en un circuit0 de 4 leguas, mis all6 del cual no podian con- para satisfacer a 10s vecinos. En unas cuentas de la estancia de
certarse: la obligaci6n de pagar el tributo pareci6 incompatible con Pedro de Elguea en Naltagua en 1671 10s yanaconas radicados
la plena libertad de movimiento. No quedaba en cambiio forzosamente
alli ganaban 1 real (RA 2 5 4 4 p. 2). En 10s contratos de asiento,
fijado a la estancia: siempre podia volverse a su pueblo. Pero tam-
incluso en 10s que celebraba el encomendero con sus indios, el
poco de aqui podia concertarse a mayor distancia de esas 4 leguas.
salario no se sefiala por dia, sino por aiio. En 1694 vino a deba-
Tenemos el texto de la promulgaci6n de las Ordenanzas de tirse el problema de la distancia del salario de la Tasa a1 salario
Laso en el pueblo indigena de Lora por el Corregidor Gil de del mercado (RA 5 2 6 p . I ) . En cuanto a las disposiciones de la
Vilches en 1636. DespuCs de proceder este a matricular a1 caci- Tasa de Laso sobre terrasgo que daria el indio, salvo cuando
que, 8 tributarios presentes y 2 ausentes -con una poblaci6n Cste pagase el tributo en jornales, fueron ociosas, ya que prbc-
total de 3i81 almas- les dio a entender la liberaci6n del servicio ticamente todos estaban comprendidos en la excepcih.
personal y el establecimiento del tributo en 10 patacones a1 en-
comendero, 2 a1 cura, 1 a1 Protector y Corregidar en conjunto; Es in6til insistir en la ruina de 10s pueblos hacia 1690. El valioso
>con que quedan libres para trabajar con quien quisieren y se
trabajo de Fernando Silva Vargas ha recogido muchos testimonios
lo pagare y en sus mesmos tratos y grangerias y si dicho enco-
mender0 quisiere cobrar dellos sus tributos en jornales a de ser del cercamiento de 10s pueblos por las estancias vecinas. El cargo
contandoles a dos rreales por dia y 10 demas tiempo ganando a de administrador, que seg6n la ordenanza dictada por Ofiez de Loyola
rreal y medio y si se ubieren de alquilar con otras personas y su y sobre todo seg6n la prbctica, se tenia que dar a un espafiol resi-
encomendero les ubiere menester le an de preferir a lo que 10s dente que ganaba 1/4 de 10s frutos de cada afio -y que era por tanto
otros les pagaren por lo que esta dispuesto que son dos rreales un espafiol pobre de rango subalterno- cambi6 de carbcter desde
de jornal cada dia aunque otros les den mas y que no les da 10s afios 1620. Dada la escasez de indios, ya no reside en el pueblo,
libre voluntad su magestad para que anden osiosas olgasanes sino que es un estanciero vecino, que administra desde lejos el manejo
asiendo mal y daiio ni en sus borracheras sino que trabajen en de 10s bienes de comunidad; y a veces un gran estanciero de la

69
comarca. Las cuentas del protector Eraso de 1639 pueden dar un
zoro, en la dCcada del 1660, para reducir 10s indios a sus pueblos,
golpe de vista de lo que eran entonces 10s pueblos”2.
deben comprenderse en el context0 de un rCgimen de doctrina pen-
Como testimonios detallados, podriamos mencionar el pueblo de sado en pueblos. El doctrinero, que tenia bajo su jurisdiccidn varios
CopequCn, que segun un proceso de 1642 (RA 2,788 p. 3 ) estaba pueblos, qued6 cada vez mbs desprovisto, por la ruina de 10s pueblos.
desamparado, sin culto; la iglesia, la casa del cura y la del corregidor Los Autos de Concordia de 1632 y de 1646, entre 10s gobernadores
destejadas; 10s ornamentos de la iglesia en la estancia de la y 10s obispos Salcedo y Villarroel, trataron de exigir el d n o d o a ,
encomendera; la toma del agua robada por una avenida; en el que pagaban solamente 10s indios del pueblo, tambiCn a 10s indios
antiguo pueblo y tambo no quedaban sino el cacique y 3 reservados. de estancia y a las castas de negros libres, mulatos, mestizos, zambos.
El marido de la encomendera aducia que 10s indigenas se habian ido Los vecinos se defendieron pertinazmente, percatzindose que seria
nbienda que se iba su ama y que abia mejor comodidad para su otra carga para ellos, que ya contribuian con el diezmo a1 sustento
abitasion y tener una seguridad dichos indios de sus chamelicos de la iglesia. La soluci6n final (1675) consisti6 en arrojar el peso
chusma caballos en dicha estancia [de Tilcoco] por estar aparte del de 10s sinodos sobre la renta de 10s corridos de censos de indios,
camino real donde pocas beses Ilegan soldadoscc. Por lo demis ya capitales que venian desde las inversiones de 10s sesmos del or0 en
antes, el cacique se lamentaba de la despoblaci6n (RA 3226, 9-v- dichos contratos. El largo pleito sostenidro por 10s procuradores de
1628). la ciudad de Santiago se movi6 durante dCcadas (RA 1909 p. I;
En el pueblo de Aculeo, de Luis Monte de Sotomayor, sus natu- AGI, Chile 11; ACI, Escribania de Ccimara 9 2 9 ) , y contiene mucha
rales se alquilaban libremente (RA 1689 p. 10, de 1639). El alquiler documentacih de importancia.
es muchas veces por tiempos cortos, el mhs largo ha sido por 4 afios, El procurador Urbina y Quiroga, atacando el Auto de 1646, hace
a partir de 1630. Se hacen por cartas o por convenios verbales, como ver que en varios distritos 10s indios de estancia tienen doctrina <pa-
pescadores en la laguna, vaqueros, carpinteros de carreta, gafianes.
cias a 110s conventos comarcanos y no requieren la del doctrinero;
Uno de 10s 6 indios de visita es ovejero de la comunidad, se queja
las castas son libres y no tienen por quC estar sujetas a1 rCginien indi-
del poco vestuario recibido, se viste con ayuda de su mujer, 10s
gena, muchos de ellos son descendientes de conquistadores y sirven
estancieros del valle le prestan aperos de siembra. Los propietarios
como soldados. Si ellos siembran -por ejemplo, 10s mayordomos de
que 10s alquilan pagan el tributo a Luis Monte de Sotomayor. Un
indio sin oficio est5 hace 6 afios en el pueblo, nacorde a lo que se le estancias, que solian pertenecer a dichas castas- pagan dieLmo, en
ordena por su cacique tocante a la comunidad(c. El administrador tanto que 10s indios no 10 pagaban, y a veces cogian en sus pueblos
Domingo Garcia Corbalin, un escribano pdblico, y su hijo, se sirven 20 6 30 fanegas de maiz, porotos, papas y legumbres. El nuevo sinodo,
gratuitamente de 10s naturales en sus matanzas, durante mis de una fijado en 360 pesos y 40 mbs para cera y vino, le parece excesivo; y
quincena. En una ocasi6n llevaron a varios de ellos a buscar sal a adembs habia distritos en que 10s indigenas alcanzaban a pagarlo.
las salinas de Rapel, diciCndoles era para la comunidad; trajeron Debiera acudirse -dice Urbina, sefialando el camino que finalmente
12 caballos cargados, per0 se emple6 toda en sus matanzas. se adopt6- a 10s censos, tomando aquellas escrituras que no se
La paulatina modificaci6n en el asentamiento indigena, desde fines refieren a pueblos en especial sino a la totalidad, o bien 10s que po-
del siglo XVI,trajo consigo una transformaci6n del sistema de doctri- seian pueblos ya desaparecidos, como son Guechhn, Pichinabal, Gonza,
nas. Los doctrineros percibian un estipendio por cabeza de tributario,
que fue variando en la legislaci6n, hasta 12 reales en la tasa de Esqui- Esperanza, de Don Alonso y de Juan Barros, La Higuerilla, Pocoa,
lache. Este ultimo documento ya acusa la nueva situaci6n cuando orde- el Principal de C6rdoba, Totigua.
na (en x, 3) que dentro de las doctrinas se incorporen las estancias El paisaje de estancias de Colchagua y de Maule se recoge en dos
comarcanas; que cuando kstas Sean muy remotas, se erijan parro- documentos relativos a doctrinas. Uno de ellos, contenido en RA 1909
quias; que dentro de las estancias se procure en todo cas0 tener capi- p. I , es un empadronamiento titulado Informasiones y enpadrona-
llas. Las intimaciones de 10s obispos Salcedo, hacia 1630, y Human- mientlos de las doctrinas Indios negros mulatos y estancias dellas,
practicado por el visitador del obispado Pedro Sinchez de Araya,
V e r la lista de doctrinas y pueblos, por el obispo Villarroel en 1646, en Liza- que recoge noticias de 1640-41, para las doctrinas de Malloa, Teno,
na, Docurnentos, I, 203 ss.; la de Humanzoro en 1662, en Zbid., 231 ss.
Cauquenes, Longomilla, M a d e y Peteroa/Lora, con el n6mero de
60
61
indios y castas que servian en cada estancia33). Contiene ademAs las esclavo-Teniente Bernabb Lbpez, 1 indio en la Costa-Teniente
distancias entre pueblos y estancias. Francisco Diaz del Valle ,,esta solo con sus hijos en su estancia
hacia la Costa y solo le sirben sus h i j o s - - Teniente Juan de
La doctrina de Malloa tiene 3 pueblos y 28 estancias. La de Le6n nesta solo en su estancia hacia la Costa con su mujer e
Teno, 2 pueblos (bien que Nancagua s610 est6 habitada por 1 hijoa -Teniente Cristobil de Salazar, 2 indios, su mujer e hijos
indio) y 23 estancias. La de Cauquenes, 4 pueblos y 12 estancias. -Sargento Mayor Juan de Roa, 6 indios-Francisco Navarro, ,esta
La de Longomilla, s610 12 estancias. Maule, 1 pueblo y 22 solo con su negrito y sus hijosu -Teniente Josephe Rodriguez,
estancias. Peteroa-Lora,4 pueblos y 20 estancias. 2 indios-Ursula Aranda, 3 hijos y 2 indios-Teniente Juan de
Contreras, solo con su mujer e hijlos-Juan Ruiz, sus hijos-Juan de
Entre una y otra estancia, hay 1 legua, 1 legua y media, mis rara-
10s Reyes, con su mujer e hijos-Diego Diaz del Valle, 2 muchachos
mente 2 leguas y una que otra vez 2 leguas y media, en las doctrinas
-Teniente Antonio de Rojas, 2 indios-Jacinto de Rojas, 3 indios
de Colchagua; en las del corregimiento de Maule, sobre todo en la
doctrina de Peteroa-Lora, se encuentran distancias de 3, 4, 5 y hasta
y su familia-Juan de Amaya, 2 muchachos y familia-Pablo
Roque, 1 mucliacho y su familia-Teniente Luis Diaz del Valle,
una vez 6 leguas entre una y otra estancia o pueblo. Las doctrinas
1 muchacho, 1 n e p o y su familia-Teniente Pedro Meneses, 1
tienen dimensiones que oscilan entre 14 leguas de cordillera a mar
mulato esclavo y su familia-Juan de Campos, 3 indios y su fami-
x 8 leguas de norte a sur (doctrina de Peteroa-Loa), hasta 9 x 6 lia-Marcos de Herrera, 2 muchachos esclavos y su familia-Capitin
leguas (Maule) . La cantidad de trabajadores indigenas y catas varia, en
Juan de Castro, 5 indios y sus hijos e hijas viudas-Capitin Her-
las estancias, desde las que tienen 1 indio casado con su familia o in-
nando Martin, 2 muchachos indios y su familia-Capitin Don
cluso 1 soltero, hasta las mAs ricas que tienen -como la del secretario
Diego Jofr4, 5 indios y su familia-Capitin Luis N6fiez de Silva,
Bartolomk Maldonado en Malloa- 5 indios casados, 1.2 solteros, 1
7 indios de pueblos diferentes y su familia-Pedro Sedefio, 8
guarpe casado y 3 solteros, 2 negros casados y 9 solteros y 2 mulatos
indios de pueblo diferente y su familia-Estancia de 10s Castillas,
solteros. La viuda de Gil de Vilches tenia en Maule 4 indios casados,
hermanos y hermanas, ,no tienen mas de sus ganadoscc -Dofia
22 solteros, 1 mestizo, 4 zapateros libres alquilados, 1 mulato, 21 negros,
Casilda Maldonado, 1 mulato y 1 indio- Capitin Don Antonio
o sea una cantidad de trabajadores apenas superados por 10s pueblos
de Torres Cegarra, 7 indios y su familia -Capitin Don Juan de
mPs numerosos del distrito de la ciudad.
Torres, su hijo, 6 indios y familia -Capitin Juanes de Oyarztin,
El otro documento es una relacibn que hace en 1658 el cura y entre 61 y sus hijos, 13 indios -Juan Ruiz de A z h , 4 indios (en
vicario de VichuquCn Martin de Oyarz6n de 10s vecinos comprendidos RA 3 2 I 8, p. 1) .
en su doctrina, con el objeto de adquirir 10s ornamentos del culto en
su iglesia. Su informe presenta un cuadro bastante vivo, dentro de lo
Esta n6mina de estancieros y de pueblos nos muestra un paisaje
escueto de un padrbn, de lo que es un territorio muy ruralizado, como
rural pobre, en que 10s propietarios no tienen a veces sino la mano
lo es toda el Corregimiento de Maule:
de obra familiar. La mayoria de 10s propietarios han podido esta-
Pueblos de Vichuqukn de Teodoro de Araya, 12 indios-Lora, blecer de cualquiera manera de uno. a cinco indios u hombres de
de Francisco Zirate, 5 indios-Gonza, de Alonso de Silva, de 1 castas; apenas hay esclavos nepos o mulatos, pero en cambio abundan
cacique y 1 hijo suyo -Mataquito, s610 el cacique, porque el algo mis 10s esclavos indigenas cogidos en la guerra o muchachos ,de
encmendero Francisco de ArCvalo y Bricefio se llev6 el resto a servidumbrea, que estaban legalmente en cautiverio hasta 10s 20 aiios,
su estancia-Guanchullami, de Andrks Garcia de Neyra, 21 indios, s e g h las leyes que regularon la esclavitud b4lica araucana. La n6mina
la mayor parte en su estancia-Peteroa, 12 indios, de Tomis es altamente representativa de las regiones pobres de Chile en este
Calderbn-Estancias de: Juan de Montenegro y su hermano tienen periodo; desgraciadamente no podemos poner como contraste un
entre ambos 9 indios en la estancia de 10s herederos de Alonso documento similar para 10s partidos mis ricos de Santiago, Quillota,
de Valdelomar-Alonso Cordero, 2 indios en su estancia de hacia La Ligua; para Puangue tenemos mapas territoriales, pero no empa-
la Costa de la mar-Juan del Valle en dicha estancia, 1 india dronamientos del tipo anterior.
&6mo viven 10s indios de estancia hacia mediados del siglo? En el
=Publicado en mi Origen de Evs ninquilinvsc en Chile Central, Apkndice II. transcurso de la primera mitad de la centuria, las antiguas mercedes

62
se habian ido concentrando en masas compactas, y de 10s llanos avan- La vida pastorial proporciona una mayor libertad a 10s indios en
zando a 10s cerros y vertientes, a fin de disponer cada estancia de las regiones mAs pobres y menos comercializadas, Maule sobre todo,
. . 7 7

mucnos iugares a e pastos. u n mayoraomo preseniaao como iesiigo en


. , ..
donde hay menor rigor en la vida econ6mica. Lbos numerosisimos jui-
un pleito por las tierras de Llollegue y de la costa de la mar, en que es cios por asuntos rurales en Colchagua y Maule nos presentan un
parte Juan Rodolfo Lisperguer, dice muy bien que en la estancia de regimen Iaxo de trabajo, frecuentes problemas de mezcla de ganados
San Nicolb habia sementeras, corrales, majadas, ,rrodeos de sus menores comarcanos, de roblo de animales, de bandolerismo y de va-
ganados maiores y menores que en barios puestos de dichas tierras gabundaje. Los indios de M a d e y Coquimbo se juntan a menudo a
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y estansia tiene mudandolos de l i n a c I r t P c 2 nirac -- mnhe-
nnr la
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I ------ jugar chueca y a emborracharse, dice el fiscal Adaro, faltando muchos
niencia de 10s ganados menores que en no mudandolos de unas partes dias del trabajo (RA 3 0 2 7, fs. 56) . Las grandes estancias llevan cua-
a otras se apestan sin consentir que dentro de las dichas tierras se le dernos de fallas de sus indios; en Quillota el encomendero Diego de
entrara persona alguna porque el que lo intentava hera lansado por la Ribadeneyra se concertaba con un espafiol pobre para que 10s domin-
Real Justiciac (Diego del Corral, 1669, en RA 2 2 1 2, p. 1) Imposible . gos recorriera las rancherias y 10s trajera al trabajo el lunes (Not. QLU.
encontrar un mejor testimonio del triunfo de la noci6n patrimonial 2, I-XII-1634).
de la estancia sobre la idea de comunidad de pastos. Los ganados de En cuanto a las tierras dadas en us0 a 10s indios (acerca de cuya
su ama dofia Agueda Flores, sigue diciendo el ma extensi6n no se dice nada), ellas suelen constituir a veces poblados
hasta las cumbres de la serrania que rremata en I compactos. Asi, Lorenzo Nhfiez de Silva, en su testamento de 1656,
Una
- man estancia
u - ganadera. como la de 10s Lib"clt:Ltcl cu la L U S L ~
" I " declara que les sefiala a sus indios de Colchagua tierras en el valle de
de Santiago puede darnos una idea del g h e r o de vida de 10s indios Pillin Pillinco, todo un pequefio valle regado, para que alli siembren;
de estancia. Segiin ese mismo documento ya citado, RA 2 2 1 2 , p. 1 per0 si ellos se consumiesen, deberian volver a 10s herederos del enco-
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mendero-estanciero. La noci6n de que se trata de un derecho de us0
nados, corrales y majadas de ovejas y cabras, rodeos de vacas, corrales y no de propiedad est5 suficientemente Clara (ES 2 4 3, fs. I 1 5 ) . LOS
de yeguas, de mulas, de vacas leclieras, a veces queserias, ranchos de 10s indios declaran generalmente que tienen tierras y que el dueho se las
indios y negros pastores. Los puestos dependian en su ubicaci6n de las hace con sus bueyes y arados; per0 la queja m b corriente en las visitas
aguas y 10s pastos. Hay indios que declaran estar desde muchachos, es que no se les dan dias suficientes para labrarlas (por ejemplo,
ayudando a sus padres, 10 afios en el mismo sitio; per0 interviene Melipilla, 1679, en RA 1 5 8 9 , p . I , tierras de un gran encomendero,
tambiCn otras veces la decisi6n de la familia propietaria, y son tras- Juan de Ureta) . Los indios tienen caballos y algunas ovejas y cabras.
ladados dentro de las estancias costeras, o bien a la estancia principal En un cas0 (Yayauquen, junto a Cocaljn, 1672, IRA 2 6 9 7, p . 3 ) un
indio tiene 200 ovejas y sus corderos sirven d e aliment0 a 10s otros
de Peiiaflor, cerca de Santiago. A veces se les manda ir de Peiiaflor
indios y residentes de la estancia. No cabe duda de que 10s obispos y
a la costa para pescar, ayudar en las matanzas, atar novillos, trasquilar,
letrados de la Audiencia mbs reconocidos por su independencia moral
herrar a las vacas, traer carneros. Un sobrino del cacique Don Juan
enjuiciaron condenatoriamente la situaci6n del indio de estancia a lo
Calvin de Camblague fue paje del encomendero, siendo nifio; se cas6
largo de todo el siglo XVII: el retraso cr6nico en el pago del vestuario,
mAs tarde con la hija del vaquero principal (10s matrimonios dentro
que s610 venia a ajustarse en las visitas, la falta de tiempo para el
de indios e indias de la encomienda son 10s m i s corrientes), y su trabajo en las propias faenas, lo malsano del trabajo en las curtidurias
suegro lo decide a irse a la costa .para ensefialle a que fuese vaqueroc, y obrajes, etc. Las cartas del obispo Humanzoro, en la decada del 1660
y se transform6 despues en vaquero, yegiierizo y potrerizo. Va a veces (en Lizana, Documentos I) son en este sentido las m i s duras.
con su tio el cacique a las bocas del rio Maipo y San Antonio a coger
Una de las soluciones tendientes a paliar la informalidad en el
marisco y pescar, se juntan alli con otros vaqueros y pastores y andan pago de 10s salarios consisti6 en emplear en la relaci6n de trabajo
POT las tierras cogiendo perdices, corriendo vacas y yeguas; duermen
entre el encomendero y sus indios el principio contractual, que se
en el rancho de un cacique viejo. Los indios, se dice, aprenden desde aplicaba a1 trabajo libre, por medio de un asiento colectivo, en el
10s 8 o 9 afios ,a manijarse a caballog: el indio chileno, a la inversa que se estipulaba el salario anual de cada uno (de 20 a 25 pesos, a
del peruano, quiteiio, mexicano, es un jinete, y esto influye poderosa- mediados de siglo) , pagadero en ropa, y las obligaciones de curaci6n
mente er y doctrina. Aunque este tipo de asiento no se generaliz6 en modo
alguno, se le encuentra una que otra vez en archivos notariales34 y
era recomendado sobre todo por los jesuitas y por Humanzoro. Keales claclas por esta se inclinan ya a una ya a otra tesis, sin que
El problema de la residencia del indio en el pueblo o en la estancia pueda reconocerse una dominante. El .sonsaque* de indios ajenos
quedó siempre en definitiva irresoluto en Derecho, sin que el régimen pasó a ser una práctica general en este siglo ávido de mano de obra.
hispánico pudiera jamás acometer radicalmente la reducción a pueblos, La erosión de la encomienda fue inevitable, y la corona jamás se re-
tantas veces propiciada por algunos religiosos, obispos y letrados, ni signó a aceptar la aspiración señorial de perpetuar la encomienda, o
tampoco reducir definitivamente a las estancias de los encomenderos. la que propició a fines del siglo XVII el oidor Corral, de convertir a los
El principal obstáculo a la primera solución eran los hechos, el interés indios de estancia en pueblos con todos los privilegios y derechos de
de los propietarios en tener una mano de obra segura, el postulado de tal.
que los indios no trabajaban si vivían libres en sus pueblos. El obstácu- Las estancias de españoles recibieron como trabajadores a toda
clase de hombres, contrastando con los pueblos que - e n el XVII-
lo a la segunda solución era que la corona no quiso finalmente perpe-
estaban sostenidos POT lams parentales y por la autoridad del caci-
tuar las encomiendas en una familia al modo de los mayorazgos. En
que. Negros y mulatos, tantos esclavos como libres, formaban una
consecuencia, una vez transcurridas dos vidas en una misma familia,
fracción nada despreciable en el padrón ya citado de varias doctrinas
cabía la posibilidad de que los gobernadores encomendasen los indios
de Colchagua y M a d e en 1640-41. Otro sector de trabajadores son
a un extraño. Este, para servirse de ellos, pedía que se sacasen de la
los /esclavos, diferenciables a su vez en tres grupos: esclavos propia-
estancia de los antiguos encomenderos y se redujesen al pueblo, de
mente dichos, cautivados en guerra; .de servidumbrea, niños cogidos
donde él esperaba poderlos llevar a su propia estancia o chacra. De
en la guerra, que servían hasta los 20 años: y mujeres o niños vendidos
allí los innumerables juicios de reducción de repartimientos coxnple-
.a la usanza6 por sus padres o parientes. Muchas veces los dueños
tos, o de juicios por indios individuales, atraídos por estancieros a su
transformaron a sus esclavos indígenas en encomendados, por la mayor
servicio y que se ausentaban de la estancia donde los tenía el enco- seguridad del título. Todavía hay que enumerar otras categorías de
mendero. Nominalmente, en estos juicios, el simple estanciero recono- indios: .putativos*, hijos de indias sin padre conocido: guarpes de
cía el derecho del encomendero, porque accedía a pagarle el tributa. Cuyo; beliches de las ciudades del sur y Chiloé, traídos los primeros
En todos los asientos de indios encomendados, el contratante español por sus amos cuando el gran alzamiento de 1598-1602, los últimos en
se compromete a ello. Pero el tributo del encomendero, aunque de diversas fechas: yanaconas libres que habían perdido todo recuerdo
cierto valor en una época pobre, como el siglo XVII (muchísimas veces de su origen: los cuzcos y los juries eran más raros en el campo.
en los testamentos el testador encarga cobrar los tributos, que le deben De toda esta masa .foránea*, unida con los indios de las encomiendas
diversas personas que se han servido de algunos de sus indios), no de Santiago y La Serena que se había reducido a tierras de los espa-
era ni con mucho un sustituto del trabajo personal del indio. El fiscal ñoles, surgió el campesinado del siglo XVIII, eminentemente amestizoa,
de la Audiencia decía en 1696 que el servicio personal de un indio al no sólo en el sentido racial, sino porque había resultado de una mez-
añcr equivalía a 200 pesos y el tributo a 1035, bien que, naturalmente, cia de muchas poblaciones indias y negras.
esta afirmación general no pueda tomarse al pie de la letra, por las
grandes variedades regionales. En un juicio de reducción, una parte
aducía la ventaja de los pueblos, tan ponderada en toda la legislación;
la otra, que el indio 'o sus ascendientes vivían en 1622 ó 1635 en esa
chacra o estancia, que allí habían nacido sus hijos y estaban enterrados
sus padres36, etc. Los Libros de Votos de la Audiencia y las Provisiones
"Ejemplos al azar: RA ? 03 I , fs. 198, 1633. ES 1 4 6, fs. 48, 1651. Ibid., fs. 50
(ambos en Quillota). Not. Qu., 2, 3-VI-1654.Not. Colch., 113, fs. 135, y 136v. Zbid.
1 1 4 , fs. 163 v.
"En mis Notas sobre la encomienda, BACH 6 1 , 35; y el estudio sobre la política
de poblaciones del gobernador Poveda, ibid.
seEn AGI, Chile 5 1 , juicio de encomienda entre Andrés López de Gamboa y
Pedro de Prado por el pueblo de Longornilla: trae todos los argumentos de ambas
partes.

66
1. Las elecciones concejiles desde 1577. Jerónimo de Molin'a.

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Cabildo, con tal que fueran .honrradosa (CHCH, I, 309). Poco después
una Real Cédula de 1554, dirigida a Chile y solicitada por Jerónimo
de Alderete, dispuso que los Cabildos fuesen formados solamente por
vecinos, pero entendiendo por ellos, conforme al Derecho Fora1 caste-
llano oscurecido por la prálctica indiana, a todos los que tuviesen casa
poblada, no solamente a 1(1s encomenderos. Pero estos últimos siguie- -
~--- J ___-_-L..
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I U I I U U l d l l L C IIM
-I-on - E .
uc LU UOS en posesión exclusiva de la Corporación.
En Chile fue Jerónimo de Molina quien volvió a agitar el problema,
triunfó ante la Audiencia de Concepción, y cuando el Cabildo de
- . - . - ., .., . ,
Santiago desobedeció una provisión de ésta, oDtuvo un nuevo manaa-
miento de la Audiencia de Lima en 1576. Los encomenderos, decía
Molina en su petición, como dueños de las cosas de mantenimiento,
...LA- I-- :-- 1 - - - - - - J:J-- --I--- A--. ----" ..-I---- -1 --L-
S U U e I l I U S p I C C i U b , ¿iLIllC¿iIl lab IIICUlUiib, C L l l ¿ l l l U C l l d l l l d 3 b U U l C el LUIIIU119
agravian en la justicia a los pobres que la piden contra ellos: eran
argumentos que en parte tomaba del texto de una Real Cédula dada
para Cartagena en 15614 y que pasó a tener vigencia 3 años después
en Lima; en cuya virtud el Cabildo de la ciudad virreinal eligió cada
año un alcalde enmmendero, y otro morador o ciudadano (adoptan-
do esta palabra, muy usada en Castilla, Cataluña, etc., para designar
a un patriciado urbano no-noble, los .ciudadanos honrradosa) . Mo-
lina hacía presente que en Santiago había no menos de 20 personajes
distinguidos entre los .moradores y mercaderes e ciudadanosa. Los
que él nombraba pertenecían al estrato que pudiéramos llamar en el
siglo XVI de los .cxpitanesa; un letrado, un antiguo oficial real, un es-
tanciero (Antonio Zapata) completaban número. Finalmente en las elec-
ciones de 1577 se impuso no solamente la división de las dos alcaldías,
sino también de las seis varas de regidor que Santiago elegía cada año
y que formaban el Cabildo, junto a regidores perpetuos y oficiales
reales (DI, XI, serie, 11, 165; y CHCH XVII,414, 419, 420, 471).
Jerónimo de Molina había combatido en Chile desde los días de
Pedro de Villagra y a la vez había desarrollado una ingente actividad
económica cuyas bases eran las chacras del Salto y de Vitacura, junto
a Santiago, donde en la década del 1580 mantenía un obraje de
paños y una manufactura de tinajas y loza, ambas con maestros de

71
lativamente diverso de los encomenderos, eran sobre todo los aboga-
dos y los mercaderes (entre los cuales englobaríamos, socialmente ha-
blando, a los oficiales reales e incluso a algunos moradores particular-
mente activos en los negocios, tales como Jerónimo de Molina y uno
o dos más). El morador-estanciero podía transformarse en cualquier
momento en encomendero, no alcanzaba en general la categoría de un
tipo bien diferenciado. Muchas veces, a través de las generaciones,
los hijos o nietos de mercaderes o de abogados solían incorporarse
rápidamente al estrato de los encomenderos. De los abogados miem-
bros del Ayuntamiento que hemos enumerado, el Lic. Juan de Mo-
rales Negrete fue encomendero en el sigla XVII,y su hijo Joseph es
uno de los más importantes vecinos, encomenderos y estancieros de
Santiago a meidados del XVII; para no hablar de los abogados miem-
bros de familias de grandes conquistadores, como el Lic. Francisco
Pastene, también él después encomendero. Entre los mercaderes, An-
drés Hernández el Viejo, que ligura como el más rico de su grupo so-
cial hacia 1567-771) y que fue miembra del Cabildo en 1590, tuvo un
hijo encomendero de San Juan, otro escribano de Santiago, un eclesiás-
tico graduado en San Marcos de Lima, un jesuita que residió en Lima;
de sus hijas, una casó con un vecino de Villarrica, y dos con los merca-
deres Domingo de Elosu y Ginés de Toro (futuro escribano, pero
además padre y abuelo de importantes encomenderos del XVII). Así,
un hijo de un mercader es ya encomendero en Cuyo y sus nietos en
Santiago.
Que, sin embargo, en ciertas ocasiones claves, los mercaderes de
esta época actuaran en forma opuesta a los encomenderos, lo podemos
constatar en 1580, cuando se trató de promulgar una Real Provisión
que rebajaba el quinto del oro al diezmo. Los encomenderos estaban
naturalmente con tal medida, pero los mercaderes se opusieron tajan-
temente en el Cabildo Abierto del 24-rx-1580. Ellos soportaban las
contribuciones y derramas impuestas por los gobernadores, con la
expectativa de ser pagados de los recursos de la Real Hacienda, que
ahora iban a ser drásticamente reducidos. Vicencio Pascua1 declaró
que en adelante él no vendería sino al contada la ropa y mercadería
que daba fiadas a encomenderos y demás vecinos; Juan Hurtado,
que los mercaderes optarían por ausentarse de la tierra. El teniente
de gobernador, licenciado Luis López de Azoca, se inclinó por el cri-
terio de los mercaderes, haciendo en el auto el ácido comentario de
que este tipo de franquicias se concedían a tierras nuevas, pero ésta
estaba ya bien poblada y fundada y que los que tenían indios no
solamente echaba a las minas a sus tributarios, sino a muchos más de
lM. Góngora, Los =hombresricos..

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