Sie sind auf Seite 1von 2

MARXISMO & REVOLUCIÓN MARXISMOYREVOLUCION.

ORG

La naturaleza irremplazable de la cultura popular1

Por Karel Kosík2

En las discusiones sobre cultura compartimos, de hecho, la ilusión de los


reformistas, pero nos falta la amplitud y profundidad de su comprensión. Debido a
eso, el movimiento de una mano sobre “reforma” como un episodio desmedido es
prematuro. Aún hoy día vivimos en su ingenuidad e ilusiones, vivimos en ellas
también cuando, intencionadamente o por ignorancia, rompemos los vínculos del siglo
XIX. La mentalidad reformista es, sobre todo, la ilusión con respecto a la omnipotencia
de la cultura. El utopismo cultural se consola a sí mismo con la presunción de que la
cultura puede influenciar y resolver todo, aunque la sobria experiencia plantea que la
cultura puede resolver muy poco e influenciar en pocas personas. Mucho más notable
es la impotencia de la cultura, debido al hecho de que nunca ha logrado ser exitosa en
humanizar el poder, esclarecer a los gobernantes, o llegar al corazón de las prácticas
relaciones humanas cotidianas, para que el hombre pueda vivir "poéticamente" en la
tierra. ¿Es en ese “poco” que la cultura resuelve o ese “aún menor” en el cual influencia
tan significativamente que su sentido no puede estar sujeto a los indicadores
cuantitativos, mientras que “ese poco” y “aún menor” pueden ser todo para el
hombre?

La cultura es irreparable e irremplazable. Sin embargo, si nada puede tomar su


lugar, ¿puede, entonces, reemplazar algo y aparecer en una función representativa?
Los reformistas estaban obligados a imponer sobre la cultura la carga de la
representación: las cuestiones fundamentales de la existencia humana – cuestiones
que normalmente se dividen en esferas separadas de la vida social: la política, vida
pública, esfuerzo personal – eran asumidas por la cultura porque era el único
elemento que en el siglo XIX supo estar a la altura del momento. Afortunados, son
aquellos pueblos, por supuesto, que han experimentado en su historia momentos de
armonía en los cuales la gran política ha contribuido a la gran cultura, y la exaltación
de lo social contribuyó a la verdad en la vida individual. Debido al hecho de que en un
tiempo de reforma tal armonía no existe, la cultura de cierta manera compensa a la
designación de las esferas ya mencionadas y, por lo tanto, enmascara su fragilidad e
inferioridad.

1
La presente traducción ha sido realizada desde el inglés por Carlos F. Lincopi Bruch para su publicación en
la revista Marxismo & Revolución (marxismoyrevolucion.org). El documento original en inglés se encuentra
en: “Kosík, K. (1995). The crisis of modernity, USA, Rowman & Littlefield Publishers.”
2
Nota del traductor: el presente documento, inédito en español, ha sido traducido directamente del inglés
con el único objeto de difundir el pensamiento del filósofo checoslovaco Karel Kosík en los países de habla
hispana y contribuir de esta forma en el desarrollo y difusión del marxismo entendido desde una perspectiva
crítica. La publicación original de Karel Kosík data de 1967.

1
MARXISMO & REVOLUCIÓN MARXISMOYREVOLUCION.ORG

Hemos fallado en continuar con los reformistas que pensaban sobre la cultura
en relación al significado para la existencia popular. Para nosotros, la “cuestión checa”
ya no existe. Separándonos de la consideración sobre la cultura de la “filosofía de la
histórica checa”, rechazamos la más elemental justificación de la cultura y su rol
privilegiado en la vida nacional. Y, sin embargo, por muy contradictorio que pueda ser
el punto de vista de la "gran discusión", con respecto a un punto no hubo discrepancia
de parte de Palacky y Fric, Nejedlý y Masaryk, Konrad y Pekár. Todo ellos respetaron
el hecho elemental que puede expresarse en la terminología moderna como el
principio de que un pueblo que no reflexiona sobre cómo producir y tener bombas
atómicas o cómo competir por la primacía mundial en la producción de petróleo, debe
justificar su existencia y sentido en la manera que le corresponde con su realidad.
Frantisek Cervinka hace no mucho se refirió a la electrizante declaración de H.G. Sauer
a finales de siglo y su pregunta provocativa: ¿Nuestra existencia nacional tiene algún
sentido? En efecto, ¿Qué somos y qué podemos llegar a ser? ¿Existimos en Europa
Central como un diligente, obediente y trabajólico pueblo, o nos atrevemos a aspirar a
algo más? ¿Quién va a definir los límites y justificar el contenido de nuestro valor si la
discusión en la cuestión checa pertenece ya al pasado?

Das könnte Ihnen auch gefallen