Sie sind auf Seite 1von 5

Muerte celular.

La apoptosis es una forma de muerte celular, que está regulada genéticamente.


La muerte celular programada es parte integral del desarrollo de los tejidos tanto de plantas como de animales
pluricelulares (metazoa). En animales, la forma de muerte celular programada más corriente es la "apoptosis". Cuando una
célula muere por apoptosis, empaqueta su contenido citoplasmático, lo que evita que se produzca la respuesta inflamatoria
característica de la muerte accidental o necrosis. En lugar de hincharse o reventar y por lo tanto, derramar su contenido
intracelular dañino enzimático, hacia el espacio extracelular-, las células en proceso de apoptosis y sus núcleos se
encogen, y con frecuencia se fragmentan conformando vesículas pequeñas que contienen el material citoplasmático. De
esta manera, pueden ser eficientemente englobadas vía fagocitosis y, consecuentemente, sus componentes son reutilizados
por macrófagos o por células del tejido adyacente.
Supervivencia:En los ciclos metabólicos, las células reciben y emiten moléculas. A estas señales, se las denomina
Señales de supervivencia, y son las responsables de mantener a la unidad biológica en un estado óptimo. En las
comunicaciones celulares, estas señales están encaminadas a informar a la población celular cuando el medio no es
propicio.
Proceso:Cuando el medio no es apto para la célula, se ejecuta un programa de suicidio celular denominado apoptosis.
Este programa produce la muerte de la célula de manera controlada. La unidad biológica no es capaz de sostener la
homeostasis. Las células más viejas cuentan con mitocondrias más dañadas, por lo que la capacidad de aportar ATP se ve
disminuida, si a eso le unimos las condiciones del medio, el resultado es evidente: Las más viejas son las que menos se
alimentan en un medio precario. A su vez, la ralentización de los ciclos metabólicos descompensa otras funciones
celulares, y lo que antes tenía una cancelación de cargas favorable para la vida, ahora ha de recurrir a otras formas de
cancelar la carga, produciendo la expresión de genes que desemboca en la apoptosis. Dos formas de muerte celular son
habituales en el organismo: necrosis y apoptosis. Las características morfológicas de ambas permiten, en la mayoría de los
tejidos, establecer claras diferencias.
A diferencia de la apoptosis, la necrosis es una forma de muerte celular que resulta de un proceso pasivo, accidental y que
es consecuencia de la destrucción progresiva de la estructura con alteración definitiva de la función normal en un daño
irreversible. Este daño está desencadenado por cambios ambientales como la isquemia, temperaturas extremas y
traumatismos mecánicos. En la apoptosis el proceso afecta a determinadas células, no necesariamente contiguas, y no a
todas en un área tisular. La membrana celular no se destruye, lo que impide el escape al espacio extracelular de su
contenido resultando un proceso "silencioso" sin inflamación. En el citoplasma se produce granulación fina, con
conservación de algunos orgánulos, en especial las mitocondrias que tienen un rol interactivo importante. A nivel nuclear
la cromatina se condensa. La membrana celular se recoge sobre las eminencias globuliformes que forman los elementos
deteriorados del citoplasma y núcleo. Finalmente, fagocitos captan la célula en su totalidad impidiendo que se produzca
alarma en el resto del tejido. Se ha demostrado, al menos en tejidos epiteliales, que si algo de material apoptótico escapa a
la acción de los fagocitos es captado por células vecinas. La participación de células vecinas en este proceso se manifiesta
además por la capacidad de éstas de enviar señales moleculares a la célula que debe morir como mecanismo
complementario al que desarrolla la célula misma cuando se determina molecularmente su autodestrucción.
El proceso de apoptosis dura entre 30 minutos y varias horas en células en cultivo. El estudio e identificación específico
de cuerpos apoptóticos se ha logrado con tinciones derivadas de la uridina (TUNEL en que la U corresponde a uridina).
Sin embargo, en algunas células como las neuronas, la uridina tiñe también tejidos necróticos perdiendo la especificidad.
En tales casos se recurre a anticuerpos monoclonales capaces de reconocer fragmentos de ADN integrados en los cuerpos
apoptóticos. La imagen que da la apoptosis al microscopio electrónico se caracteriza por la presencia de fragmentos de
cromatina agrupados en conglomerados globuliformes, la granulación fina del contenido citoplasmático, la persistencia de
algunos orgánulos hasta el final del proceso, como las mitocondrias, y la integridad de la membrana celular.
Funciones de la apoptosis
Eliminación de tejidos dañados o infectados: La apoptosis puede ocurrir, por ejemplo, cuando una célula se halla
dañada y no tiene posibilidades de ser reparada, o cuando ha sido infectada por un virus. La "decisión" de iniciar la
apoptosis puede provenir de la célula misma, del tejido circundante o de una reacción proveniente del sistema inmune.
Cuando la capacidad de una célula para realizar la apoptosis se encuentra dañada (por ejemplo, debido a una mutación), o
si el inicio de la apoptosis ha sido bloqueado (por un virus), la célula dañada puede continuar dividiéndose sin mayor
restricción, resultando en un tumor que puede ser de carácter canceroso. Por ejemplo, como parte del "secuestro" del
sistema genético de la célula llevado a cabo por los virus del papiloma humano (VPH), un gen denominado E6 se expresa
originando un producto que degrada la proteína p53, vital para la ruta apoptótica.
También condiciones de estrés como la falta de alimentos, así como el daño del ADN provocado por tóxicos o radiación,
pueden inducir a la célula a comenzar un proceso apoptótico. Pero no toda la muerte celular ocurre por apoptosis; también
existe la necrosis, una forma descontrolada de muerte celular. Una ejemplo sería la necrosis mediada por la enzima
nuclear, poli-ADP-ribosa polimerasa-1 (PARP-1), crucial en el mantenimiento de la integridad genómica. Un activación
masiva de dicha enzima puede vaciar la célula de nucleótidos ricos en energía, provocando una cadena de transducción de
señales del núcleo a la mitocondria que iniciaría la necrosis.
Desarrollo: Durante el desarrollo embrionario la apoptosis regula el crecimiento celular y tisular, desde la desaparición de
las membranas interdigitales para el desarrollo normal de los dedos hasta la apoptosis en el ojo para la correcta formación
del cristalino y los párpados pasando por multitud de procesos en estudio.
En los animales que pasan por distintos estadios la apoptosis que regula el desarrollo controla además el paso de un estado
de crecimiento al siguiente (larva, ninfa, juvenil, adulto, etc.). En el caso de las ranas la apoptosis controla, durante la
metamorfosis, la desaparición de la aleta caudal de los renacuajos.
Homeostasis: En un organismo adulto, la cantidad de células que componen un órgano o tejido debe permanecer
constante, dentro de ciertos límites. Las células de la sangre y de piel, por ejemplo, son constantemente renovadas por sus
respectivas células progenitoras. Por lo tanto, esta proliferación de nuevas células tiene que ser compensada por la muerte
de otras células. A este proceso se le conoce como homeostasis, aunque algunos autores e investigadores han sugerido
homeocinesis como un término más preciso y elocuente.
La homeostasis se logra cuando la relación entre la mitosis y la muerte celular se encuentra en equilibrio. Si este equilibrio
se rompe, pueden ocurrir dos cosas:
 Las células se dividen más rápido de lo que mueren, desarrollando un tumor.
 Las células se dividen más lentamente de lo que mueren, produciéndose un grave trastorno de pérdida celular.
Ambos estados pueden ser fatales o potencialmente dañinos.
Regulación del sistema inmunitario: Ciertas células del sistema inmunitario, los linfocitos B y linfocitos T, son
sofisticados agentes de la respuesta defensiva del organismo frente a infecciones así como células propias que hayan
adquirido o desarrollado algún tipo de malignidad. Para llevar a cabo su trabajo, las células B y T deben tener la habilidad
de discriminar lo propio de lo extraño y lo sano de lo enfermo, gracias a la especialidad de sus receptores. De hecho, los
linfocitos T citotóxicos pueden ser activados por fragmentos de proteínas expresadas inapropiadamente (derivadas, por
ejemplo, de una mutación maligna) o por antígenos extraños producidos como consecuencia de una infección intracelular.
Después de activarse tienen la capacidad de migrar, proliferar y reconocer las células afectadas, induciendo una respuesta
de muerte celular programada.
Los receptores de las células B y T inmaduras no se generan por procesos de una elevada precisión, sino por procesos
aleatorios de elevada capacidad para generar variabilidad. Esto significa que muchas de estas células inmaduras pueden no
ser efectivas (porque su receptor no sea capaz de unir ningún antígeno conocido) o ser peligrosas para el propio organismo
porque sus receptores sean capaces de reconocer con elevada afinidad antígenos propios. Si estas células fuesen liberadas
sin otros procesamientos, muchas podrían volverse autorreactivas y atacar células sanas. El mecanismo por el que el
sistema inmune regula este proceso es la eliminación tanto de los no efectivos como los potencialmente autorreactivos
mediante apoptosis.
Como se ha descrito en los anteriores apartados, todos los tejidos dependen de una continua recepción de señales de
supervivencia. En el caso de las células T, mientras se desarrollan y maduran en el timo, las señales de supervivencia
dependen de su capacidad para reconocer antígenos extraños. Aquellas que no superan esta prueba, alrededor de un 97 %
de las células T producidas, son eliminadas por apoptosis. Las supervivientes son testadas a su vez frente a antígenos
propios, y aquellas que reconocen estos antígenos con elevada afinidad son eliminadas de la misma manera.
Por lo tanto, el desarrollo de un sistema inmune maduro y efectivo depende de una serie de reguladores positivos y
negativos de las vías de apoptosis.
La apoptosis es una función biológica de gran relevancia en la patogenia de varias enfermedades estudiadas hasta el
momento. Podemos destacar el cáncer, malformaciones, trastornos metabólicos, neuropatías, lesiones miocárdicas y
trastornos del sistema inmunitario.
1. Enfermedades asociadas a inhibición de apoptosis
1. Cáncer: linfoma no Hodgkin folicular (Bcl-2 +), carcinoma (p53 +), tumores hormono-dependientes
2. Enfermedades autoinmunitarias: lupus eritematoso sistémico, glomerulonefritis autoinmunitaria
3. Infecciones virales: Herpesvirus, Poxvirus, Adenovirus
2. Enfermedades asociadas a aumento de apoptosis
1. Sida
2. Enfermedades neurodegenerativas: enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson, esclerosis
lateral amiotrófica, retinitis pigmentosa, degeneración cerebelosa
3. Síndromes mielodisplásicos (MDS): anemia aplástica
4. Daño isquémico: infarto de miocardio, apoplejía, daño por reperfusión, daño hepático por
alcoholismo.
Citocinesis.
La citocinesis (o citodiéresis), significado: división de la célula, es un proceso celular paralelo a la mitosis cuya finalidad
es la división del citoplasma de la célula madre entre las células hijas. No es igual en las células animales y vegetales
debido a las características fisiológicas de cada una. La citocinesis puede ser afectada por la cariocinesis (división
nuclear), que es previa la división del citoplasma. Por ejemplo en casos en que se somete a una célula a cafeína no se
produce citocinesis, lo que hace que la célula experimente cariocinesis y que el resultado sea una célula polinucleada. Por
curiosidad también puede haber citocinesis sin cariocinesis, al someterse la célula a bromuro de etilo, o citocinesis en
células anucleadas.
Citocinesis en células animales:
Las células animales experimentan una división de su citoplasma mediante un proceso de estrangulación y ello se acentúa
tras la telofase. Todo comienza antes de la profase (durante los preparativos de la célula para su división: interfase) con la
aparición del anillo preprofásico formado por microtúbulos que se sitúa en la mitad del huso mitótico (el lugar donde los
cromosomas se dividen en dos) y que está unido a la membrana. La razón de la localización del huso en ese lugar es que
ahí se encuentra un surco de miosina y actina. Tras la retirada de los cromosomas, en el centro, el anillo empieza a
estrangular la célula por la mitad y al final consigue su división en dos, cayendo en las células hijas más o menos igual
cantidad de citoplasma. Los restos del anillo preprofásico quedan en las células hijas y se utilizan para la formación del
citoesqueleto de las células hijas.
Citocinesis en células vegetales:
Las células vegetales se caracterizan por una citocinesis basada en la tabicación, ya que la pared celular no permite la
estrangulación. A finales de la telofase se forma el fragmoplasto, vesículas de Golgi asociadas a microtúbulos polares, esta
es el resultado de la fusión de los microtúbulos residuos de la mitosis y que se fusionan con los componentes de las
vesículas formando una nueva pared celular. La división en un principio no es total sino que solo se divide los citoplasmas
y están interconectados por plasmodesmos, unos poros de comunicación entre ambas células.
Diferencias entre ambas citocinesis:
- En las células animales se produce la citocinesis por estrangulamiento mientras que en las vegetales se produce por
tabicación.
- Las células animales hijas están, tras la citocinesis, completamente separado mientras que las vegetales permanecen
unidas por plasmodesmos.
- La célula vegetal utiliza sus vacuolas para aumentar su volumen frente a la citocinesis mientras que las animales lo
hacen por medio de síntesis, lo que ocasiona un mayor gasto energético.
- En las células vegetales el proceso de citocinesis se produce de dentro a fuera mientras que en las animales es al
contrario.
- Durante la citocinesis las células vegetales no pierden anchura en el centro mientras que con las animales debido al
estrangulamiento se estrechan.

Mitosis atípica.
La m. o cariocinesis es la forma más frecuente de la división celular. En ella el núcleo de las células hijas se forma como
consecuencia de la escisión longitudinal de los cromosomas (v.) en la célula madre. A estos cromosomas escindidos se les
llama cromátidas y cada una de ellas puede formar la cromátida complementaria, convirtiéndose así en los cromosomas
hijos de la nueva célula. Existe además en la m. la formación de un aparato especial destinado a repartir equitativamente
estas cromátidas entre las dos células hijas. Dicho aparato se conoce con el nombre dé huso acromático, debido a su forma
y a la escasa afinidad que muestra por los colorantes histológicos utilizados para teñir otras estructuras celulares. Antes de
la división mitótica tiene lugar una autoduplicación y reparto de todos los componentes fundamentales en la célula, sobre
todo los relacionados con la trasmisión hereditaria.
El aspecto que presenta una célula en reposo (estado intermitótico o interfase) es diferente del que adopta durante la
división celular. Por ello, toda la serie de cambios y trasformaciones que tienen lugar en la célula durante la m. pueden
agruparse en cuatro fases: profase, metafase, anafase y telofase.
Profase. Con ella se inicia la m. El núcleo experimenta un notable aumento de volumen y en su interior se hacen
patentes los cromosomas. Éstos forman en principio una especie de ovillo enmarañado que recibe el nombre de espirema;
en el trascurso de la profase sus filamentos se van acortando y engrosando hasta convertirse en cromosomas bien
distinguibles y divididos longitudinalmente en dos cromáticas cada uno. En realidad lo que sucede es que los filamentos
cromáticos, que están en la interfase totalmente desenrollados se enrollan en espiral (se espiralizan), con lo cual el
conjunto se hace visible como más corto y más grueso. Las dos cromátidas permanecen unidas por el centrómero y
dobladas por él, lo cual hace que los cromosomas adopten forma de V u horquilla. Mientras esto sucede en el núcleo,
también el citoplasma experimenta una serie de cambios. El centriolo del centrosoma (v. CÉLULA) se duplica formando
un diplosoma con su correspondiente esfera hialina y áster. Ambos centriolos tienden a situarse en polos opuestos de la
célula, permaneciendo unidos por una estructura fibrilar; se constituye así el huso acromático. No en todas las células la
formación del huso acromático tiene lugar de esta manera. Otras veces el centrosoma se divide precozmente y los dos
centrosomas hijos, rodeados del áster, se sitúan en los dos polos opuestos del núcleo. Las fibras del áster se desarrollan y
penetran en el núcleo, mientras la membrana nuclear desaparece. A partir de estas fibras se forma el huso acromático que
procede, por tanto, del áster.
Otras veces el centrosoma falta y el huso acromático tiene origen nuclear, constituyéndose a partir del nucleoplasma y
en algunas plantas gimnospermas y angiospermas a partir de dos casquetes polares situados en el citoplasma. El
microscopio electrónico revela que el huso acromático no contiene ni mitocondrias ni ergastoplasma, ya que dichas
estructuras celulares son desplazadas hacia los polos de la célula. Las fibras del huso presentan la misma naturaleza que
las del áster: son filamentos de 250 A de diámetro, con un aspecto o estructura canalicular en las que aparece una región
central clara y homogénea rodeada de una línea de sombra.
La formación del huso acromático coincide con la desaparición de la membrana nuclear. Su destrucción y
reconstitución se ha estudiado con el microscopio electrónico: la destrucción se hace al final de la profase; primero tiene
lugar una fragmentación y después la dispersión. En el primer estado la membrana se fragmenta en partes desiguales,
aunque cada una conserva todavía la ultraestructura típica de dicha membrana nuclear. En la fase siguiente esta estructura
se disgrega y sus elementos constitutivos se dispersan en el citoplasma. El nucléolo también desaparece y los cromosomas
quedan libres en el citoplasma celular.
Metafase. Los cromosomas escindidos en sus dos cromátidas se insertan por el centrómero en la zona ecuatorial del
huso acromático, formando la estrella madre. Los extremos de las cromátidas quedan divergentes y ondulando libremente
en el citoplasma. Después, el centrómeroque une las dos cromátidas se divide en dos; este fenómeno sucede
simultáneamente en todos los cromosomas. Anafase. Las cromátidas que constituyen cada cromosoma tienden a
separarse, desplazándose a polos opuestos del huso acromático para formar las dos dotaciones cromosomáticas hijas.
Cuando termina la anafase, en cada polo del huso acromático pueden distinguirse dos lotes idénticos de cromosomas
agrupados alrededor del centriolo. De todos los fenómenos que tienen lugar durante la m., quizá los más llamativos sean la
inserción de los cromosomas en la zona ecuatorial del huso y la ulterior separación y emigración de las cromátidas a los
polos opuestos del mismo. La inserción de los cromosomas en el centro del huso acromático que da origen a la formación
de la estrella madre parece explicarse admitiendo que, al finalizar la profase, los polos del huso acromático están cargados
negativamente, al igual que los cromosomas. Éstos se ven entonces forzados a situarse en la zona ecuatorial del huso al ser
repelidos por los polos.
La emigración de los cromosomas a los polos del huso durante la anafase, se produce como consecuencia de un
cambio de carga en las cromátidas que tiene lugar al final de la metafase. Éstas aparecen entonces cargadas positivamente
y de esta forma son atraídas por los polos del huso acromático, que continúan cargados negativamente.
Telofase. Reaparece la membrana nuclear rodeando a los cromosomas y éstos se desespiralizan, haciéndose menos
patentes. La reconstitución de la membrana nuclear es aún mal conocida, aunque en su formación parecen intervenir los
componentes del retículo endoplasmático.
A continuación tiene lugar la citodiéresis o citocinesis, que conduce, en la mayoría de los casos, a la formación de dos
células hijas semejantes a la célula madre. Esta citodiéresis puede realizarse de varias maneras: en la mayoría de los
animales la célula se estrangula en un plano perpendicular al eje del huso acromático, y esta estrangulación va
progresando de fuera adentro hasta separar en dos la primitiva célula; en este caso, la membrana de las células hijas es una
continuación de la membrana de la célula madre. En los vegetales, en cambio, la nueva membrana celular se elabora a
partir de unos esbozos múltiples situados en el citoplasma y en el ecuador de la célula, los cuales constituyen en conjunto
un tabique denominado fragmoplasto. Hay otras células animales en que se produce también una estrangulación
citoplasmática, pero que se detiene al nivel del huso acromático; en este caso se forma en el espesor del huso una lámina
continua o placa intermedia que se suelda a la membrana; la separación de las células hijas ocurre al nivel de esta placa.
Mitosis atípicas. A veces la división nuclear no va seguida de una división citoplasmática. Tal sucede en el talo de los
hongos inferiores, en que la división nuclear da origen a la formación de masas plurinucleadas o plasmodios. También
pueden existir m. atípicas con varios husos, llamadas m. multipolares y que se producen en la polispermia o fecundación
de un óvulo por varios espermatozoides, en la cual cada centrosoma espermático desarrolla un huso. Dentro de las m. que
son normales, pueden aparecer anomalías provocadas generalmente por una inhibición de la metafase. Al no haber
separación de cromátidas, el número de cromosomas se duplica, triplica o multiplica en las células hijas y se obtienen de
esta forma células o individuos poliploides.
Esta inhibición de la metafase mitótica puede conseguirse experimentalmente con el uso de algunos alcaloides como la
colchicina y se emplea en floricultura y horticultura para obtener variedades gigantes de plantas.
En los tejidos de crecimiento rápido, las cariocini:sis repetidas pueden dar origen a m. anormales con bastante
frecuencia: puede tratarse de m. asimétricas con un reparto desigual de cromosomas y la formación, también desigual, de
núcleos hijos. O bien de células multipolares con varios núcleos cada una e incluso de m. rudimentarias donde los
cromosomas se dispersan en el citoplasma y allí degeneran.
El tipo de m. descrito es el más generalizado de m., que se encuentra en la mayoría de las células. Hay, sin embargo,
otro tipo bastante difundido, sobre todo en los protozoos, que se caracteriza por la ausencia de huso acromático. En este
tipo, denominado pleuromitosis, los cromosomas se insertan por el centrómero en la membrana nuclear, que es persistente
durante todo el proceso.
La duración de la m. varía de un tipo a otro de célula y en relación con las condiciones de vida de las mismas; en
general suele oscilar alrededor de una hora. La fase más larga es la profase y la más corta la metafase. La velocidad de la
m. está en relación con la temperatura y aumenta cuando ésta lo hace. No se realiza en ausencia de oxígeno y se observa
durante su desarrollo un aumento en las oxidaciones celulares.
El estímulo que desencadena la m. parece ser de origen químico. En los tejidos vegetales aumenta la proliferación
celular en presencia de una auxina (ácido indol acético), que se supone debe ser elaborada por las propias células para
inducir la m.
Cultivo de tejidos
El cultivo de la mezcla es una tecnica basada en colocar un fragmento de planta en un recipiente ayudado con soluciones
nutritivas artificiales y hormonas vegetales; para propagarla en condiciones o en un medio estéril, es decir en un medio
libre de microorganismos (limpio). Cada fragmento origina una planta idéntica a la que se tomó el fragmento, aunque
puede ser modificada genéticamente para tener variedades artificiales.
Cultivo de tejidos es un nombre genérico que incluye el cultivo le órganos, que es el desarrollo de pequeños fragmentos
de tejido o de órganos embrionales completos, y cultivo de células, donde las células de un tejido se dispersan por medios
mecánicos o enzimáticos y son propagadas como suspención o sobre vidrio o plástico. El cultivo de tejido requiere de un
ambiente esterilizado y un medio de cultivo que contiene agua, sal, varios nutrientes y suero sanguíneo para mantener
vivas a las células y permitirles crecer fuera del cuerpo. También se ha desarrollado un medio de cultivo libre de cuero
para satisfacer necesidades y funciones de crecimiento específicas. Un cultivo derivado directamente de un tejido u
órgano es llamado cultivo primario. Una única célula de un cultivo primario puede ser aislada para establecer una linea de
células que provea una gran cantidad de material para usar a largo plazo. Las cñelular en crecimiento pueden ser
examinadas con un microscopio y sus movimientos ser monitoreados para su estudio posterior con una grabación a
intervalos en película o video. Las células y tejidos animales cultivadas son muy usadas en investigaciones biológicas. Por
ejemplo: los métodos de cultivo de tejidos son valiosos para probar drogas con aplicación en medicina y para la
preparación de vacunas, anticuerpos, factores de crecimiento, factores de coagulación, y numerosas proteinas. Células
formadoras de sangre pueden ser obtenidas de la médula osea de donadores sludables, cultivadas en presencia de factores
de crecimiento y usadas para transplantes en destinatarios compatibles en tratamientos para transtornos maléficos, en
particular las leucemias. Los métodos de cultivo de tejidos están siendo desarrollados para transplantes de células
productoras de insulina aisladas de tejido pancreático fetal a pacientes con diebetes que no responden a los tratamientos
médicos convencionales.
Suspensiones celulares
En las últimas décadas se ha desarrollado diferentes sistemas para los cultivos de protoplastos, células, tejidos y órganos
vegetales; uno de ellos es el cultivo en suspensión (suspensiones celulares), el cual constituye una forma para mantener y
propagar células vegetales.
Descripción y Manipulación de las Suspensiones Celulares
Las suspensiones celulares consisten en células libres y agregados celulares distribuidos en un medio en movimiento.
Estas suspensiones pueden ser permanentes mediante el suministro continuo de nutrimentos. Medios de cultivo Para el
cultivo de suspensiones celulares de una gran variedad de plantas se ha utilizado el medio MS desarrollado por
Murashige y Skoog (1962) para el cultivo de tejidos de tabaco, como también el medio B-5 de Gamborg et al. (1968).
También se han utilizado otros medios, pero su composición no difiere mucho de los citados. A menudo, los medios
óptimos para la inducción y crecimiento de callos a partir de explantes primarios no son los mismos que para el
establecimiento de suspensiones celulares; el nivel óptimo de auxinas y citocininas, p.ej. puede ser diferente (Torrey et
al., 1961). En ocasiones las células en suspensión necesitan de suplementos orgánicos, aminoácidos, CH, ex- tracto de
levadura, y AC; la auxina más utilizada es 2,4-D. Iniciación de las suspensiones Las suspensiones celulares se inician
generalmente mediante la incubación de trozos de callos friables en medios líquidos que, están en movimiento continuo.
Comúnmente se emplean manzanas Erlenmeyer, en los cuales se deposita el medio líquido con los trozos de callo
dispersos en el, hasta llenar aproximadamente 1/5 de la capacidad de tos frascos; estos se ponen luego a incubar en un
agitador giratorio a 80-150 rpm, bajo luz continua y a 25 °C de temperatura. Mediante subcultivos semanales, las
suspensiones celulares quedan establecidas después de varios días. Durante los primeros subcultivos es recomendable usar
una tasa de dilución baja (por ej. 1:1 a 1:4) utilizando cuatro partes de medio fresco por cada parte de suspensión celular.
Posteriormente se puede utilizar una tasa de dilución más alta, según el objetivo para el cual se haya establecido la
suspensión.

Das könnte Ihnen auch gefallen