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SERIE DE SERMONES BASADO EN LA CARTA A LOS TESALONICENSES

UNA IGLESIA EJEMPLAR PARA NUESTRA CIUDAD


SERMON 5: UNA ORACION EJEMPLAR
Jorge Betancur

La epístola que Pablo escribió a la iglesia de tesalónica nos muestra el diseño de la Iglesia que Cristo quiere
edificar. Nos habla acerca de varios elementos espirituales constituyentes de una iglesia sana.

Con esto en mente, el sermón de esta mañana lleva por título “Una Oración Ejemplar”

1 Tesalonicenses 3:11–13 “11 Ahora, pues, que el mismo Dios y Padre nuestro, y Jesús nuestro Señor,
dirijan nuestro camino a vosotros; 12 y que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con
otros, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con vosotros; 13 a fin de que El afirme
vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro
Señor Jesús con todos sus santos.”

[1] Crecer en Amor

Una mirada al Nuevo Testamento encontramos que el amor de Dios por los hombres, de los hombres por
Dios y de los hombres entre sí, es el eje central del cristianismo bíblico.

El amor es un atributo absoluto y predominante de la naturaleza esencial de Dios y es una realidad cardinal
del evangelio de Jesucristo.

La palabra griega para amor es agape, Este es un amor divino en su naturaleza y origen. La lengua griega
de su época tenía dos palabras principales para el amor.

La primera era “eros”, que tenía que ver con el amor apasionado, ya fuera religioso o sexual. El segundo
era “phileo”, utilizado para describir el amor entre amigos y el tipo de amor compartido en una familia
saludable.

Pero ninguna de estas palabras era adecuada para lo que Pablo y otros escritores del Nuevo Testamento
quería describir. Es por ello, que escalando a un nivel más alto de amor persiguieron y seleccionaron una
nueva palabra, el término “agape”.

Los escritores del Nuevo Testamento utilizaron esta palabra que no tenía ningún rastro de significado en
el griego antiguo y la llenaron de un nuevo significado.

Por ello, para crecer en amor debemos definir rápidamente cinco aspectos de esta palabra “agape”.

En primer lugar, es universal. Se trata de un amor que llega a todo el mundo. La parábola de Jesús sobre
el buen samaritano de Lucas 10 es un ejemplo básico.

En segundo lugar, el amor es la nueva “ley real”, que ordena a todos los creyentes a amar a Dios y al
prójimo.

En tercer lugar, el modelo de este amor es la vida de Cristo. Se trata de amarnos unos a otros, como él
nos ha amado.
En cuarto lugar, el amor es la base indispensable para cada uno de los dones. Sin amor, ninguno de ellos
tiene valor alguno.

En quinto lugar, la fuente de este amor es el Espíritu de Dios que mora en nosotros, haciendo posible el
del amor de Cristo en la vida del creyente. Sin ese espíritu, ese amor es imposible.

Abundar viene del griego periseuo, que encierra el concepto de rebosar excesivamente. En este versículo
el tiempo presente indica un progreso continuo.

El amor de Dios es dinámico. Tiene la capacidad de abundar más y más en la vida de los creyentes.

El amor no es un simple sentimiento o emoción, a medida que buscamos crecer en amor y que este
abunde en nosotros siempre habrá mayores posibilidades de expresión a través de un carácter justo y un
servicio humilde.

[2] Crecer en Santidad

La santificación es la continuación de la obra de Dios en el creyente. La santificación es una continuación


de los que Dios comenzó con la regeneración, cuando una nueva vida se confirió y fue infundida al
creyente, es la acción de Dios hacia el creyente para que crezca en Santidad.

Hay dos sentidos básicos en la palabra santificación.

Primero está la santidad como característica formal del creyente. Esta santidad está relacionada con la
separación de lo ordinario para un propósito. El adjetivo hebreo santo “qadosh” y griego “hagioi”
literalmente significa “separado”.

1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”

En segundo lugar, el sentido de santificación es la cualidad moral del creyente, no se trata solo de
entender mi condición de santo, sino que la iglesia debe estar activa en consagrarse a Dios, teniendo un
comportamiento acorde a su título de santo.

1 Corintios 1:2 “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser
santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de
ellos y nuestro.”

Hasta aquí hemos definido quizás, magistralmente el concepto de la santificación y como esta obra en
nuestra condición de santos, pero se nos exhorta a crecer en nuestra santidad.

Debemos entender que si bien tenemos una posición de ser santos por medio de la justificación dada a
nuestra vida por los méritos de Cristo, esta santificación es progresiva, hasta que alcancemos nuestra
santidad plena en la glorificación de nuestros cuerpos.

Para entender a la luz de la Palabra de Dios el significado de la nueva obediencia, debemos establecer que
esta obediencia se desarrolla y es producto de una nueva vida. Esta vida tiene su origen en la muerte y
resurrección de Cristo, se realiza por medio del Espíritu Santo y en su realización nos da una nueva vida
por medio de la regeneración.
[3] Crecer en la Esperanza

La referencia a la parousia de Jesús nos recuerda que Pablo vivía el presente a la luz del futuro. Sabía que
su venida no solo sería un tiempo de salvación, sino también de juicio, y que hasta los creyentes
comparecerían en algún momento delante de Dios para dar cuenta de su mayordomía de vida.

Pablo vivió su vida a la luz de esta realidad, e instó a los tesalonicenses a hacer lo mismo.

En una cultura contemporánea como la nuestra, abrumadoramente orientada a la gratificación y los


resultados inmediatos, no es poca cosa orar que los demás puedan vivir a la luz de la eternidad y no en el
presente.

La vida que hemos recibido mediante la regeneración nos capacita para tener esperanza, en muchos
aspectos, con respecto a esta era, a la era venidera y a la eternidad.

1 Pedro 1:3 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia,
nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos”

Con respecto a esta era, tenemos la esperanza de crecer en la vida divina, de madurar y manifestar
nuestros dones, de ejercer nuestras funciones, de ser transformados, de vencer el pecado.

Con respecto a la era venidera, tenemos la esperanza de entrar en el reino, de reinar con el Señor y de
disfrutar de las bendiciones de la vida eterna durante la manifestación del reino de los cielos.

Con respecto a la eternidad, tenemos la esperanza de llegar a ser la Nueva Jerusalén, cuando
participaremos de forma plena en las bendiciones consumadas de la vida eterna en su manifestación
suprema por la eternidad.

Crecer en la esperanza nos lleva a entender la seguridad de nuestra herencia en Cristo. La seguridad de la
herencia que el creyente tiene en Cristo, está garantizada por Dios mismo quien, según el apóstol Pedro,
la reserva para nosotros en los cielos, pero, al mismo tiempo el creyente que tiene la garantía de la
herencia, tiene también la certeza o seguridad del disfrute de la herencia al ser, el creyente mismo,
guardado.

[4] Conclusión

Nuestra fe en Dios a todos hay que proclamar, De ídolos volvimos al viviente Dios: Mezclando Su Palabra
con fe, A Cristo volveremos una y otra vez.

La obra de fe mucho debe crecer, El trabajo de amor también debe aumentar, Su santificación en todos
obrará, Nuestra esperanza: que Él regresará.

El amor a los santos siempre aquí está, Mas debe incrementarse y abundar más; Nos guía nuestro Amado
a amar aun más a Dios, Y nos apresta para el día del Señor.

Espíritu, alma y cuerpo santificará Nuestro Señor, Su novia así preparará; A Su voz respondemos con un
dulce Amén, Para así estar listos a Su llamado fiel.

El mismo Señor viene, y estaremos con Él; ¡Qué esperanza de gloria! Ven, Señor, Amén; Estamos
esperando, velando también, Y como hijos del día reunirnos con Él.

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