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La belleza de lo feo

La sociedad escapa a lo feo, lo grotesco y lo monstruoso, pero a la vez


siente una atracción inevitable hacia ello. Todas las cuestiones que chocan con
la ética y la moral establecida son relegadas al interior de cada uno de
nosotros. Es innegable que todos los humanos, de cualquier época y lugar,
tienen deseos reprimidos que los empujan a lo prohibido. De otra manera no
podría explicarse cómo nos vemos atraídos a lo morboso de una forma tan
profunda. Se debe a algo que se esconde en nuestra mente y aflora en el
inconsciente, haciéndose presente en nuestros sueños.

En el Arte, éstos toman protagonismo en el Surrealismo, donde lo onírico


se convierte en la gran fuente de inspiración para los artistas. En los sueños y
en las creaciones artísticas se subliman los deseos y los pensamientos
negados en la realidad humana. Esto se relaciona también con los misterios y
la muerte, con lo inexplorado. Se presenta ante nosotros una realidad paralela,
pero latente en nuestras mentes. Estos mundos son ilimitados, ya que son
libres de cualquier imposición y dependen del individuo que los crea. Lo
correcto y conocido va a alcanzar siempre un tope, mientras que lo surreal, lo
enigmático o los deseos no materializados no pueden predeterminarse ni
censurarse. Justamente la idea central de la vanguardia surrealista es crear
desde el automatismo del pensamiento, sin la intervención de la razón.

Hubo artistas que se adelantaron a su época y lograron ver y representar


la naturaleza de otra manera. Fueron ellos la fuente de muchas vanguardias,
entre ellas, el surrealismo. Asimismo las obras de Santiago Caruso, artista
contemporáneo argentino, muestran claras las influencias de artistas
anteriores, como El Bosco, Caravaggio o Tintoretto. En la obra Jardín o
Tiempo, de Caruso podemos ver como coexisten diversos grupos, tenebrosos y
surreales. Sin duda están presentes las figuras que Bosch creaba en sus
representaciones del infierno, donde mostraba el castigo al que se enfrentaba
la humanidad pecadora. Otra influencia presente en Caruso es el recurso
tenebrista de iluminación, tan constante en las pinturas de Caravaggio. Este
último buscaba oponerse al concepto arraigado desde hace tanto tiempo en
relación al Arte y la belleza. Rechazaba la concepción de idealizar la realidad
para plasmarla de la manera más perfecta posible, quitándole los defectos y
debilidades. Caravaggio comenzó a cuestionarse qué nos lleva a pensar que
no puede provocarnos una sensación de belleza la imperfección de la realidad.

Toda esta lucha entre lo bello y lo feo nos hace preguntarnos si en


verdad podemos establecer un parámetro real acerca de ello. Así podríamos
cuestionarnos: ¿quién impone el juicio estético: la sociedad o el individuo? Por
un lado, es prácticamente imposible evitar que el valor de belleza desarrollado
por las costumbres y culturas se introduzca en nuestra percepción, pero
debemos tener en cuenta que también cada sujeto posee una sensibilidad
propia y que ha pasado por diferentes experiencias estéticas. De esta manera
podemos decir que, si bien es la sociedad la que va modificando los diversos
cánones de belleza, es el individuo quien define internamente lo que considera
estético. En cierto modo podríamos señalar además que un concepto lleva al
otro: sin una idea de belleza no podría existir la fealdad. Lo bello y lo feo está
constantemente en movimiento y forma parte de un todo.

Más allá de esto existe un punto en donde lo ético y lo inmoral se une a


lo bello y lo feo. Si bien son conceptos separados, las imposiciones sociales
buscan que en nuestra mente lo inmoral nos repugne, tenemos prohibido
encontrar belleza en los actos contrarios a las costumbres. Sin embargo, en el
Arte nos enfrentamos a un cuestionamiento: al plasmar en una obra una
situación calificada como opuesta a la moral, tal como asesinatos o torturas,
¿esto no puede transformarse en belleza? ¿Por qué nuestro juicio ético debe
teñir la sensación que puede darnos lo estético de la creación? Podemos
observar por ejemplo la obra de Caruso, incluída en el libro La condesa
sangrienta. Aquí sucede algo interesante: la mujer desnuda se nos presenta
recostada sobre una cama de rosas, acto que podría considerarse como bello,
pero que en realidad se trata de la Condesa tomando un baño de sangre
perteneciente a las jóvenes que asesinaba. La expresión de Bàthory es
perversamente serena y es innegable que la obra está cargada de belleza. En
esta pintura lo estético se aúna con lo inmoral, dejando la ética fuera de juego.
Muchísimos artistas como Santiago Caruso, presentes en el arte
contemporáneo pugnan por representar lo anormal. Ya desde las vanguardias
los artistas comienzan a rebelarse frente a toda atadura preconcebida. La
belleza pierde su carácter homogéneo e incluso se convierte en objeto de
ridiculizaciones y sátiras. Si buscamos en los últimos tiempos, encontraremos
muchísimos más ejemplos de representaciones contrarias a la “belleza” que en
los miles de años que lleva la Historia del Arte. Hasta el comienzo de las
vanguardias era impensable abocarse a la creación de algo feo o
desagradable, ya que los griegos buscando incansablemente la belleza,
sentaron las bases que rigieron al Arte occidental por muchísimo tiempo. Sin
embargo resulta contradictoria la creencia instaurada en Grecia de que lo bello
es inherente a la naturaleza, ya que es el hombre en realidad el creador de la
idea de belleza, tomándose a sí mismo en un principio como modelo ideal, la
estética del cuerpo, de la desnudez. Nietzsche (2004) expone un planteo
interesante al respecto: “En el fondo el hombre se mira en el espejo de las
cosas y considera bello todo aquello que le devuelve su imagen. El juzgar algo
«bello» constituye la vanidad característica de nuestra especie.”

Los griegos trataban de estudiar la naturaleza y enaltecerla en sus obras


intentando alcanzar la perfección. Recién a partir del S XVIII se gesta la noción
de sensibilidad y gusto, y la belleza deja de ser sólo una reproducción de la
naturaleza para dar lugar a una búsqueda estética racional. Surge la idea del
arte con fines exclusivamente bellos.

En las vanguardias y en el Arte contemporáneo ya ha quedado


totalmente atrás la concepción de creaciones ligadas únicamente a la belleza.
Por el contrario, se aspira a revelar las más oscuras realidades humanas, se
indaga en lo feo y se lo enfrenta. Se busca generar una reacción en el sujeto,
que vaya mucho más allá del simple placer de contemplar algo ameno. Los
artistas desean mostrar la realidad más cruda, en vez de manipularla u
ocultarla. Podemos tomar como ejemplo al Expresionismo alemán, que creó a
partir de las exacerbaciones de lo negativo de la existencia llegando al punto
de la deformación. En él quedan olvidadas la belleza y las técnicas, como la
perspectiva o el manejo de luz, para dejar lugar a la angustia como fuente
principal de la composición. El objetivo de estos artistas no era agradar, sino
generar un impacto emocional en el espectador.

Dentro del Arte hubo además artistas que buscaron abordar la


fealdad desafiando la belleza clásica y los desnudos femeninos. Entre ellos
podemos destacar a Lucian Freud, quien se dedicó a mostrar la obscenidad de
la “carne fea”, revelándonos mujeres obesas, colgajos, flaccidez, rostros
devastados por los años. Freud sostenía que era simple causar una
provocación en el arte: bastaba con mirar la realidad y resaltar lo que nadie
desea ver.

Otro ángulo de la fealdad abordado por el Arte se trata de las anomalías,


de la posesión o carencia de algo fuera del orden normal de la naturaleza. La
visión de esto nos perturba, pero a la vez nos causa cierto placer inexplicable.
Nos encontramos ante algo único, que podría no distar de las creaciones
surreales que aparecen en nuestras mentes. Se siente como desentrañar una
realidad oculta por las capas de la aparente normalidad.

Al hablar de anomalías, podríamos observar la morbosidad casi


amarillista o infantil de los retratos que Diane Arbus realizó haciendo honor a
sus “bellezas monstruosas”. Por otro lado tenemos artistas que buscan
exclusivamente repugnar hasta el límite al observador, llevándolo a ser parte
de las más horribles pesadillas. Un claro ejemplo podría ser el ilustrador
Suehiro Maruo, quien nos presenta en sus historias un sinfín de situaciones
monstruosas, con elementos como violaciones, torturas, deformidades o
incestos. Maruo busca horrorizar con las temáticas y lo explícito de sus obras,
pero a la vez sus dibujos poseen una gran técnica y sus composiciones
resultan armónicas a pesar de sus personajes o escenas. Sus ilustraciones
pueden provocarnos un gran rechazo y al mismo tiempo puede atraernos la
belleza de sus pinturas y lo extraño de sus atmósferas. Son las fuerzas en
tensión de lo feo y lo bello las que no nos permiten quedarnos en la indiferencia
al contemplar obras como estas, que nos dejan fascinados y nos hacen olvidar
la ética y la moral para liberar nuestra mente a una estética diferente.
Llegamos a pensar entonces en la gran cantidad de aspectos que rigen
los conceptos de belleza y fealdad y en la manera en que cada uno de nosotros
los percibe. Desde el deseo de indagar en lo prohibido hasta las limitaciones
éticas, pasando por los cánones culturales y la apreciación individual, las
sensaciones estéticas van gestándose continuamente y resulta imposible
definirlas de manera uniforme.

Ya sea en la observación de lo real, o en el espacio onírico e


imaginativo, la representación simbólica de lo artístico se presenta como la
escena de la lucha que la cultura libra por el concepto de belleza y su
opuesto.
Bibliografía
-Anónimo. (2010) “Lo bello y lo feo en la contemporaneidad” Studenti Roma, 6
de febrero en: <http://studentiroma.blog.arautos.org/2010/02/el-bello-y-el-feo-
en-la-contemporaneidad-parte-iii/ >

-Anónimo. (2010) “Expresionismo” Arte España. Mayo en:


<http://www.arteespana.com/expresionismo.htm >

-Mercado, Daniel. (2010) “Lo bueno, lo malo y lo feo”, Etiqueta, 2 de noviembre


en: <http://danielmercadosj.blogspot.com.ar/2010/11/lo-bueno-lo-malo-y-lo-
feo.html >

-Morales Rojas, Jesús (2012) “De lo bello y lo feo”. Kueponi, S/F en:
<http://kueponi.blogspot.com.ar/2012/10/de-lo-bello-y-lo-feo.html>

-Nietzsche, Friedrich. (2004) El ocaso de los Ídolos. Edimat Libros. Madrid


Obras y autores citados

Jardín o Tiempo, Santiago Caruso (2012)

S/N, incluída en el libro La


condesa Sangrienta (2009),
Santiago Caruso
A Jewish giant at home with his parents in the Bronx (1970), Diane Arbus

Mexican Dwarf in his Hotel Room (1970), Diane Arbus


Evening in the Studio (1993),
Lucian Freud

Reflection, Self
Portrait (1985),
Lucian Freud
S/N, incluída dentro del libro La Oruga (2009), Suehiro Maruo

S/N,Suehiro Maruo

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