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GUERRAS JUDEO-ROMANAS

Primera guerra judeo-romana

Primera guerra judeo-romana

MAPA DE PALESTINA S-I

La provincia romana de Judea en el siglo I d. C.

Fecha 66-73

Lugar Judea

Resultado Victoria del Imperio romano

Beligerantes

Imperio romano Judíos de Judea

Comandantes

Cayo Cestio Galo Eleazar ben Simón


Vespasiano Simón bar Giora
Tito Juan de Giscala
Lucilio Baso Eleazar ben Yair
Lucio Flavio Silva Yosef ben Mattityahu
Fuerzas en combate

60 000-80 000 (?) 300 000 (?)

Bajas

Desconocido 1 100 000 aprox.

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La primera guerra judeo-romana, también llamada la gran revuelta judía (en latín Bellum Iudaicum;
en hebreo ‫המרד הגדול‬, ha-Mered Ha-Gadol), fue la primera de las tres principales rebeliones de los judíos de la
provincia de Judea contra el Imperio romano (guerras judeo-romanas), y tuvo lugar entre los años 66 y 73 —la
segunda fue la guerra de Kitos (115-117) y la tercera la rebelión de Bar Kojba (132-135)—. Comenzó en el año 66, a
causa de las tensiones religiosas entre griegos y judíos.1 Terminó cuando las legiones romanas, comandadas
por Tito, en el año 70 asediaron y destruyeron Jerusalén, donde saquearon e incendiaron el Templo de Jerusalén,
demolieron las principales fortalezas judías, especialmente Masada, en el año 73, y esclavizaron o masacraron a
gran parte de la población judía.

Contexto
En el año 6, Judea, que hasta entonces había sido un Estado cliente de Roma con su propio gobernante, fue
incorporada como provincia al Imperio romano. Pasó a ser regida por un procurador, responsable del mantenimiento
de la paz y de la recaudación de los impuestos. En este último aspecto, eran comunes los abusos, lo cual causaba
profundas molestias a la población judía, que debía soportar una doble carga impositiva, ya que también era
obligatorio ofrecer tributo al Templo de Jerusalén. Por otro lado, la presencia de la autoridad romana fue también
fuente de tensiones religiosas: desde el comienzo de la administración, los romanos se arrogaron el derecho a
nombrar al sumo sacerdote. Otro conflicto de tipo religioso, que estuvo a punto de desembocar en una revuelta, se
produjo cuando el emperador Calígula tomó la decisión de ubicar una estatua suya en el interior del templo. El
asesinato de Calígula en el año 41 impidió que su propósito se llevase finalmente a cabo.
Desde la muerte del rey Herodes el Grande, antes incluso de que la dominación romana empezara a ejercerse de
forma directa, había surgido entre los judíos un movimiento revolucionario de orientación teocrática, cuya finalidad
era la expulsión de la presencia romana en Judea: los zelotes. Generalmente se considera como el iniciador de este
movimiento a Judas el Galileo. Este grupo permanecería activo durante seis décadas y sería uno de los principales
motores de la revuelta en el año 66. El movimiento fue radicalizándose a medida que los sucesivos incidentes iban
acentuando el antagonismo entre judíos y romanos.

La revuelta
El comienzo
Disturbios de Jerusalén (66)
La revuelta se inició en el año 66 en Cesarea, cuando, tras ganar una disputa legal frente a los judíos, los griegos
perpetraron un pogromo contra el barrio en el que la guarnición romana no intervino La ira de los judíos se acrecentó
cuando se supo que el procurador Gesio Floro había robado dinero del tesoro del templo. Así, en un acto desafiante,
el hijo del sumo sacerdote, Eleazar ben Ananías, cesó las oraciones y los sacrificios en el templo en honor al
emperador romano y mandó atacar a la guarnición romana que estaba en Jerusalén. El tetrarca de Galilea y
gobernador de Judea, Herodes Agripa II, y su hermana Berenice huyeron mientras Cayo Cestio Galo, legado
romano en Siria, reunía una importante fuerza en Acre para marchar a Jerusalén y sofocar la rebelión.
El asedio y la caída de Jerusalén
Detalle del Arco de Tito que muestra los tesoros robados del Templo de Jerusalén (el candelabro de los siete brazos, la mano de
los panes de proposición, los rollos de la ley y el velo del sancta sanctorum).

Sitio de Jerusalén (70)


Los judíos lograron repeler las fuerzas de Cestio Galo en Bet Horón y le obligaron a retirarse, matando seis mil
legionarios de la Legio XII Fulminata en la emboscada. Seguidamente, el emperador Nerón encargó la campaña al
general Vespasiano, de los más experimentados de Roma, que concentró cuatro legiones, la V Macedonica,
la X Fretensis, la XII Fulminata y la XV Apollinaris; sesenta mil hombres aproximadamente 4 en Judea y logró en 68
aplastar la resistencia judía en el norte. Así, el líder zelote del norte, Juan de Giscala, y el sicario Simón bar
Giora consiguieron escapar a Jerusalén. En el año 69 Vespasiano fue nombrado emperador de Roma, dejando a su
hijo Tito, de veintinueve años, al cargo del asedio y la toma de Jerusalén, capital de la provincia de Judea.
El asedio de Jerusalén fue más duro de lo que Tito esperaba. Al no poder romper la defensa de la ciudad en un solo
asalto, el ejército romano se vio obligado a sitiarla, estableciendo un campamento en las afueras. La cercada
Jerusalén carecía de agua y alimentos suficientes para todos los sitiados, tomando en cuenta que muchos
centenares de peregrinos habían llegado en meses pasados para celebrar la Pascua judía, pero ahora los romanos
les impedían por la fuerza salir de la ciudad, con el fin que estos peregrinos causaran mayor presión sobre la
menguada existencia de provisiones.
Dentro de Jerusalén la gente moría por millares de enfermedad y de hambre. Pero los revolucionarios judíos no
estaban dispuestos a rendirse y arrojaban por encima de las murallas a aquellos pacifistas que les parecían
sospechosos.5 Los defensores de la ciudad contaban con cerca de veinticinco mil combatientes divididos en zelotes,
al mando de Eleazar ben Simón (ocupaban la Fortaleza Antonia y el templo), sicarios, al mando de Simón bar Giora
(dominando la ciudad alta), idumeosy otros, a las órdenes de Juan de Giscala.

Antigua moneda romana. La leyenda del reverso reza IVDEA CAPTA (Judea conquistada).

Tito también recurrió a la guerra psicológica. Antes de atacar las murallas de Jerusalén, ofreció a los sitiados un
espectáculo: el ejército romano en su totalidad se desplegó a la vista de los asediados, para impresionarlos con su
enorme poderío. Apeló asimismo a los servicios del ex prisionero judío Flavio Josefo exhortándole a que arengara a
sus compatriotas a que se rindieran. Así lo hizo Josefo: «Que se salven ellos y el pueblo, que salven a su patria y al
templo» (Guerra de los judíos V, 362); «Dios, que hace pasar el imperio de una nación a otra, está ahora con Italia»
(ib. V, 367); «Nuestro pueblo no ha recibido nunca el don de las armas, y para él hacer la guerra acarreará
forzosamente ser vencido en ella» (ib. V, 399); «¿Creéis que Dios permanece aún entre los suyos convertidos en
perversos?» (ib. V, 413). Lo que Josefo quería demostrarles a los zelotes sublevados es que Dios ya no estaba con
ellos y por tanto su lucha no sería exitosa. Pero Josefo no logró convencer a sus compatriotas sitiados, sino que por
el contrario suscitó una reacción de rechazo.
En el verano del año 70 los romanos, tras romper las murallas de Jerusalén, entraron y saquearon la ciudad.
Atacaron en primer lugar la Fortaleza Antonia y seguidamente ocuparon el templo, que fue incendiado y destruido el
día 9 del mes judío de Av del mismo año; al mes siguiente cayó la ciudadela de Herodes.
El asedio y la caída de Masada
: Masada

Vista general de Masada

Conquistada Jerusalén, en la primavera del año 71 Tito parte hacia Roma, habiendo encargado la tarea de terminar
las operaciones militares en Judea a la Legio X Fretensis bajo las órdenes del nuevo gobernador de Judea, Lucilio
Baso. Debido a una enfermedad, Baso no completa la misión, por lo que es sustituido por Lucio Flavio Silva. Así,
Silva marcha hacia la última fortaleza judía que quedaba en pie, Masada, en el otoño del año 72. De acuerdo con
Josefo, cuando los romanos finalmente lograron entrar en Masada (año 73), descubrieron que novecientos cincuenta
y tres defensores, bajo el liderazgo del sicario Eleazar ben Yair, habían preferido suicidarse en masa antes que
rendirse.

Consecuencias

Judíos en el suelo (señal de duelo) rezando en Tisha b'Av

Tras la revuelta, toda Judea se convirtió en una provincia en ruinas, con una Jerusalén reducida a escombros y el
Templo destruido. Según el autor judeorromano Flavio Josefo, aproximadamente 1 100 000 judíos murieron y 97 000
fueron capturados y esclavizados los cálculos actuales estiman el número de muertos entre 600 000 y 1 300 000
judíos. Desde el punto de vista histórico, la derrota de los judíos fue una de las causas de la Diáspora —numerosos
judíos se dispersaron tras perder su Estado y algunos de ellos fueron vendidos como esclavos en diferentes lugares
del Imperio romano—, y una de las mayores catástrofes de la historia judía que acabó con la historia del Estado
judío en la antigüedad. Por otro lado, desde el punto de vista religioso, la destrucción del Templo de Jerusalén
supuso la pérdida espiritual más importante de los judíos, que todavía hoy recuerdan en el día de duelo de Tisha
b'Av.
Guerra de Kitos- SEGUNDA GUERRA JUDIA

Guerra de Kitos

las guerras judeo-romanas

Máxima expansión del Imperio romano bajo Trajano

Fecha 115 EC - 117 EC

Lugar Chipre, Libia, Egipto, Mesopotamia, Judea, Siria

Resultado El Imperio romano sofocó la revuelta.

Beligerantes

Imperio romano Rebeldes judíos en las


distintas ciudades

Comandantes

Quinto Marcio Turbón, Lusio Lucas en Libia, Artemión en


Quieto Chipre, Julián y Papo en
Judea

Bajas

Según Dión Casio, 200 000 en Eliminación de la colonia


Libia, 240.000 en Chipre y sin judía en Chipre y fuerte
cifras en otros lugares. debilitamiento de las colonias
judías
en Alejandría y Cirenaica;
desconocidas en otros lugares

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La guerra de Kitos (115-117) (en hebreo: ‫ מרד הגלויות‬mered ha'galoyot, «Rebelión del exilio») es el nombre dado a
la segunda de las guerras judeo-romanas. El nombre proviene del general romano Lusio Quieto, quien reprimió
despiadadamente la rebelión judía en Mesopotamia y fue luego enviado a Judea como procurador por el
emperador Trajano, cargo que mantuvo hasta que fue ejecutado por orden de Adriano…….. SIGUE----

<Lusio Quieto
Lusio Quieto (en latín, Lusius Quietus) fue un general romano y gobernador de Judea en 117. Fue uno de los cuatro generales
ordenados ejecutar por Adriano al comienzo de su reinado.

Reproducción de los relieves de la Columna de Trajano en el que aparece la caballería de los mauri de Lusio Quieto en acción durante
la segunda guerra dacia

Biografía
Originalmente un príncipe bereber,1 Lusio Quieto era el hijo de un señor tribal del Marruecos no conquistado. El padre de
Lusio y sus guerreros habían apoyado a las legiones romanas en su intento de someter la Mauritania Tingitana (Marruecos
septentrional) durante la revuelta de Edemón en 46. Este útil aliado, en una frontera notoriamente difícil, fue honrado con el
regalo de la ciudadanía romana.
Su hijo Lusio Quieto sirvió como oficial auxiliar en la caballería romana, reclutando tropas de tribus libres de Marruecos. El
emperador Domiciano le recompensó con el rango ecuestre, aunque más tarde lo despidió por insubordinación y
probablemente regresó a su patria. Ya bajo Trajano Lusio fue llamado de nuevo y sirvió como comandante de caballería
durante las duras guerras dacias; sus jinetes bereberes de cabeza descubierta pueden verse en la Columna Trajana en Roma.
Durante la campaña pártica de Trajano en 115-116 d. C. Quieto saqueó Nisibis y Edessa, y sofocó la rebelión de Babilonia, por
lo que fue recompensado por Trajano con el cargo de gobernador de Judea.
Según Heinrich Graetz, solamente la rápida acción de Adriano, apoyado por la viuda de Trajano, impidió a Lusio ser
aclamado como emperador a la muerte de Trajano.2 Adriano hizo que la infantería bajo el mando de Lusio fuera
discretamente desarmada, pero la caballería norteafricana con orgullo rechazó rendir sus armas y abandonar a su heroico
comandante. Tuvieron que ser asesinados uno a uno antes de que Adriano estuviera en posición de ordenar la ejecución de
su rival. Lusio fue claramente un general excepcional, y aunque parece improbable que hubiera sido mejor gobernante que
Adriano, la buena preparación de las élites romanas resulta suficientemente clara.

Guerra de Kitos
Durante la campaña parta del emperador, los numerosos habitantes judíos de Babilonia se rebelaron y fueron
despiadadamente reprimidos por Quieto, quien fue recompensado siendo nombrado gobernador de Judea, también alterada
por revueltas. Como consecuencia de esta guerra, los rabinos prohibieron las guirnaldas de las novias en su boda y el estudio
de la literatura griega (esta última prohibición probablemente pretendía causar una ruptura con los judíos de
la diáspora en Chipre, Cirenaica y Egipto, con quienes había empezado realmente la rebelión). Los confusos
relatos talmúdicos insinúan que tuvo lugar una cruel persecución bajo Quieto que expuso a las vírgenes judías al deshonor,
mientras que el «hegemon» con quien R. Gamaliel entró en relaciones oficiales sería el propio gobernador de Judea. La
tradición talmúdica dice que el general romano que causó a los judíos tanta miseria en esta época fue repentinamente
ejecutado. Las fuentes, de hecho, parecen indicar que este general era Quinto Marcio Turbón, pero no se puede descartar
que fuera Quieto, y la tradición contiene un eco del hecho de que Lusio Quieto fue llamado por Adriano y ejecutado poco
después como un posible rival. Una inscripción encontrada en Palestina parece haber contenido originalmente el nombre de
Quieto, que fue quizás más tarde borrado por orden de Adriano.

Conexión africana
Quieto ha sido citado en la literatura panafricana y afrocéntrica como un «romano negro». La base de esto es la falacia de
que «todos» los africanos eran negros; sin embargo, la evidencia sugiere que Mauritania era África bereber, en oposición a
la subsahariana.

Algunos historiadores creen que era negro .>

(VIENE) …… Antecedentes
En el año 113, Trajano inició su campaña militar contra el Imperio parto, con el objetivo de conquistarlo y llegar
a India, como Alejandro Magno.1 Para esto, movilizó las legiones desplegadas en todo el Imperio, dejando
desguarnecidas las ciudades conquistadas del norte de África y otros sitios. Para garantizar sus líneas de
comunicaciones y abastecimientos, ocupó el reino de los nabateos para tener la ciudad de Palmira como base para
el ataque y, dada la historia de levantamientos de la provincia de Judea, tomó una serie de medidas contra los
judíos: entre otras cosas, les prohibió el estudio de la Torá y la observancia del Shabat. Estas medidas causaron
indignación en la población judía, tanto dentro como fuera del territorio de Judea.

Inicio
En el año 115, el ejército romano comenzó su ofensiva contra los partos, logrando conquistar Mesopotamia,
incluidas las ciudades de Babilonia y Susa, sedes de grandes academias judías. Las colonias judías de estas
ciudades, conocedoras de las persecuciones que sus sabios sufrían en Judea, y que vivían en un marco de libertad
religiosa desde hacía 600 años, combatieron encarnizadamente contra las legiones romanas y apoyaron a los
partos.
Las comunidades griegas de Cirenaica (Libia) y Chipre atacaron los barrios judíos excusándose en el apoyo que
estos daban a los partos. Este ataque llevó a las comunidades judías a la organización de su autodefensa y
contraataque. El historiador romano Dión Casio no menciona las causas del origen de la revuelta, mientras que el
historiador eclesiástico Eusebio de Cesarea dice: «Los judíos, dominados por un espíritu de rebelión, se levantaron
contra sus conciudadanos griegos».

La revuelta
Cirene y Egipto
Los judíos de Cirene, capital de la provincia romana de Cirenaica, liderados por un tal Lucas (Dión Casio lo
denomina Andreas, probablemente su nombre romano) atacaron los barrios griegos, destruyendo numerosos
templos dedicados a dioses paganos, como Júpiter, Apolo, Artemisa e Isis, así como edificios que simbolizaban el
poder romano. Según Casio, murieron cerca de 200 000 romanos, Simón Dubnow considera sumamente exagerada
esta cifra. Eusebio, en sus crónicas, menciona que como consecuencia de estos levantamientos Libia fue
despoblada hasta el punto de que fue necesario fundar nuevas colonias varios años después para recuperar la
población. El obispo Sinesio, nativo de Cirenaica, también habla de las devastaciones causadas por los judíos. El
movimiento comandado por Lucas se dirigió luego a Alejandría, entró en la ciudad, abandonada por las tropas
romanas con base en Egipto dirigidas por el gobernador Marco Rutilio Lupo, e incendió algunos barrios de la misma.
Tanto los templos paganos como la tumba de Pompeyo fueron destruidos. Esto obligó a Trajano a enviar nuevas
tropas al mando del praefectus pretorius Quinto Marcio Turbón para pacificar las provincias de Egipto y Cirenaica, lo
que se logró en el otoño del año 117. Así, Los bienes y las propiedades de las comunidades judías fueron
expropiadas para reconstruir las ciudades y los daños causados por el levantamiento. Su líder Lucas
presumiblemente huyó hacia Judea.
Chipre
Los judíos, liderados por Artemión, se hicieron con el total control de la isla.
Bajo el liderazgo de Artemión, los judíos chipriotas participaron en un gran levantamiento contra los romanos bajo Trajano (117)
y ellos reportaron haber matado 240 000 griegos. (Dión Casio LXVIII.32)

Trajano envió la legión VII Claudia para restaurar el orden. El ejército romano reconquistó la capital asesinando a
todos los rebeldes y se prohibió a los judíos residir en el futuro en la isla, bajo pena de muerte. Incluso los
supervivientes de naufragios, si eran encontrados en la playa, eran ejecutados.
Mesopotamia
Una nueva revuelta se levantó en la Mesopotamia recién conquistada, mientras Trajano luchaba contra los partos en
el golfo Pérsico. Trajano reconquistó Nísibis (actualmente Nusaybin, Turquía), Edesa (actualmente
Şanlıurfa, Turquía) y Seleucia(actualmente suburbio de Bagdad, Irak). En cada una de estas ciudades había
antiguas e importantes comunidades judías. Tras sofocar la rebelión, Trajano quedó inquieto con la situación y envió
al general Lusio Quieto para eliminar a todos los sospechosos judíos en Chipre, Siria y Mesopotamia, nombrándolo
procurador de la provincia de Judea.

El final
La insurrección de los judíos durante los últimos años de Trajano no había sido totalmente suprimida
cuando Adriano asume el mando como emperador en el año 118. Los disturbios se extendieron a Judea. Quieto,
que estaba a cargo del gobierno de Judea, detuvo a los hermanos Julián y Papo, que habían sido el alma de la
rebelión, sentenciándolos a muerte. Pero órdenes recibidas de Roma causaron la ejecución de Quieto, salvando a
los hermanos.7 (Quieto había intentado usurpar a Adriano en el trono). Los hechos más importantes de la campaña
de Quieto son mencionados en el Talmud y otras fuentes rabínicas.
El nombramiento de Adriano como emperador y las promesas realizadas por él de permitir la reconstrucción
del Templo de Jerusalén trajo un breve lapso de tranquilidad a la región, pero luego su cambio de pensamiento por
la influencia de su entorno griego y la decisión de fundar una ciudad romana en el sitio de Jerusalén llevó a que se
reanudaran los disturbios, lo cual motivó el traslado de la legión VI Ferrata al lugar, culminando quince años después
en la Tercera Guerra Judeo-Romana, la Rebelión de Bar Kojba.

Rebelión de Bar Kojba- TERCERA GUERRA JUDIA-132 al 135

Judea en el siglo I
Fecha 132-135

Lugar Judea

Casus belli Los decretos dictados por Adriano contra la religión judía (prohibición de realizar
el Brit Milá, respetar el Sabbat) y la fundación de Aelia Capitolina en el lugar de
Jerusalén

Resultado El Imperio romano asesina y esclaviza a cientos de miles de judíos, suprime la


autoridad política y religiosa judía, y prohíbe la entrada de los judíos en Jerusalén

Cambios territoriales Eliminación de la provincia romana de Judea, fusionándola con otras regiones en la
provincia de Syria Palæstina

Beligerantes

Imperio romano Rebeldes judíos

Comandantes

Adriano Simón bar Kojba †


Quinto Tineyo Rufo Akiva ben Iosef
Sexto Julio Severo
Publicio Marcelo
Haterio Nepos
Quinto Lolio Urbico

Fuerzas en combate

Legio X Fretensis 200 000 judíos


Legio VI Ferrata 100 000 sirios y árabes
Legio IX Hispana?
Legio III Cyrenaica
Legio XXII Deiotariana
Legio X Gemina
12 legiones:
60-120.000 hombres

Bajas

Legio XXII Deiotariana, resto 580 000 judíos (mayormente


desconocido bajas civiles); 50 ciudades
fortificadas y 985 aldeas
arrasadas (según Dión Casio)

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La rebelión de Bar Kojba (132-135; en hebreo, ‫ )מרד בר כוכבא‬contra el Imperio romano, también conocida como
la segunda guerra judeo-romana, fue la segunda gran revuelta judía en Judea y última de las grandes guerras
judeo-romanas. Algunos autores la denominan tercera guerra judeo-romana, contando también los disturbios de
los años 115-117, conocidos como la guerra de Kitos o la Rebelión del exilio, reprimidos por el general Lusio Quieto,
que gobernaba la provincia en esos tiempos.

Causas
Después de la primera guerra judeo-romana de los años 66-73 d. C., las autoridades romanas tomaron medidas
para aplastar todo nuevo intento de rebelión en Judea. Se modificó su situación política y en lugar de un prefecto se
nombró un gobernador de rango pretorio, y en las ruinas de Jerusalén se estableció la sede de una legión
romana completa, la Legio X Fretensis.
La dirección política y religiosa del pueblo judío quedó en manos del Sanedrín, con sede inicial en Yavne, y fue
cambiando de ciudad por razones de seguridad.
Las causas directas de la rebelión varían según la fuente. El historiador romano Dión Casio (155-229) atribuye la
revuelta a la decisión de Adrianode fundar en el lugar de Jerusalén una ciudad romana llamada Aelia
Capitolina (Aelia por su propio nombre y Capitolina en honor al dios romano Júpiter).1 Por otro lado, las fuentes
judías, si bien reconocen como cierta esta resolución, asignan mayor prioridad a los decretos dictados por Adriano
que prohibían el Brit Milá (circuncisión), el respeto del sábado y las leyes de pureza en la familia.2
La intención de Adriano era "civilizar" e incorporar de una vez por todas a los judíos a la cultura greco-romana. Para
la cultura griega y romana, la circuncisión era una mutilación intolerable.
La tradición judía relata en el Midrásh Tanjuma un encuentro entre Rabí Akiva y el gobernador Turno Rufo (Turnus
Rufus), donde este le solicita la explicación sobre la circuncisión.3
Una legión adicional, la Legio VI Ferrata, se trasladó a la provincia para mantener el orden, y los trabajos
comenzaron en el año 131 luego que el Gobernador de Judea, Turno Rufo (Turnus Rufus) realizara la ceremonia de
fundación de Aelia Capitolina. Una moneda romana con la inscripción Aelia Capitolina fue acuñada en el año
132 d. C.

La rebelión
El Taná Rabí Akiva, que sin ser nombrado nasi dirigía el Sanedrín, convenció a los demás miembros que apoyaran
la inminente rebelión y declararan al comandante elegido, Simón bar Kojba, como el Mesías, de acuerdo con el
versículo bíblico de Números 24:17: "Descenderá una estrella de Jacob" ("Bar Kojba" significa "hijo de la estrella"
en arameo).
Los líderes judíos planearon cuidadosamente la segunda rebelión para evitar los numerosos errores que se habían
cometido en la primera. En el año 132 d. C. la rebelión dirigida por Bar Kojba rápidamente se expandió
desde Modiim a través de todo el país, derrotando a la X legión romana con base en Jerusalén y destruyendo a la
XXII legión romana que había acudido desde Egipto.

"La Era de la redención de Israel"

Tetradracma acuñado por Bar Kojba. Anverso: La fachada del templo con la estrella, rodeado del nombre "Simón". Reverso:
Un lulav (hoja de palma); el texto dice: "Por la libertad de Jerusalén".

Un Estado soberano judío se restauró en los siguientes dos años y medio. La administración pública estaba
encabezada por Simón bar Kojba, que tomó el título de "Nasí" (Príncipe o Presidente de Israel). Se anunció la «Era
de la redención de Israel», se realizaron contratos y se emitieron monedas de cobre y plata en gran cantidad con la
correspondiente inscripción.
Rabi Akiva presidía el Sanedrín. Se celebraban los servicios religiosos y se reanudaron los korbanot (sacrificios
rituales de animales u otras ofrendas). Se presume que se intentó restaurar el destruido Templo de Jerusalén, pero
no hay pruebas fehacientes de ello.

Reacción romana
La rebelión tomó a Roma por sorpresa. Adriano llamó a su general Sexto Julio Severo de Britania y convocó
múltiples legiones, hasta del Danubio. El tamaño del ejército romano era mucho mayor que el de Tito, sesenta años
antes. Las pérdidas romanas fueron muy grandes, entre ellas una legión completa, la Legio XXII Deiotariana. Fueron
tan grandes que el informe de Adriano al Senado romano no incluía el habitual saludo "Yo y las legiones estamos
bien".
A los tres años de que se iniciara la rebelión, las luchas culminaron brutalmente en el verano del año 135 d. C.
Después de perder Jerusalén, Bar Kojba y los restos de su ejército se retiraron a la fortaleza de Betar, que fue
sitiada y tomada. El Talmudde Jerusalén relata que el número de muertos fue enorme. También relata que durante
diecisiete años no se permitió enterrar a los cadáveres de Betar.

Resultados de la rebelión

Foto del cardo de Aelia Capitolina.

Según Dión Casio, murieron cerca de 580 000 judíos. Asimismo, 50 ciudades fortificadas y 985 aldeas fueron
arrasadas. Adriano intentó destruir de raíz la identidad judía, que había sido la causa de las continuas rebeliones.
Prohibió la Torá, el calendario judío y mandó ejecutar a numerosos rabinos estudiosos y eruditos. Los rollos
sagrados fueron quemados en una ceremonia en el Monte del Templo.
En la zona del antiguo templo instaló dos estatuas, una del dios romano Júpiter y otra de él mismo.
Administrativamente eliminó la provincia romana de Judea fusionándola con otras regiones en la provincia de Siria-
Palestina (Syria Palæstina, ) tomando el nombre de los filisteos, antiguos enemigos de los judíos, y fundó la ciudad
de Aelia Capitolina en el sitio de Jerusalén, prohibiendo a los judíos que entraran en ella. Para humillarlos todavía
más, sobre la puerta principal de la ciudad se colocó la estatua de un cerdo. Actualmente existen restos del cardo de
la fase romana en la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Importancia histórica
Los historiadores modernos atribuyen a la rebelión de Bar Kojba una importancia histórica decisiva. La
destrucción masiva y las pérdidas de vidas ocasionadas por la rebelión hace que se considere el inicio de la
definitiva diáspora judía en esta fecha. A diferencia de la primera guerra judeo-romana, la mayoría de la
población judía fue asesinada, esclavizada o exiliada, y la religión judía prohibida. Luego de la rebelión, el
centro de la vida religiosa pasó a las sinagogas de Babilonia. Recién en el siglo IV Constantino I permitió a los
judíos entrar en Jerusalén para lamentar su derrota una vez al año el 9 de Av en el Muro occidental.
A mediados del siglo XX, la rebelión de Bar Kojba se convirtió en un símbolo de la resistencia nacional en
Israel. El movimiento juvenil sionista Beitar toma su nombre de la fortaleza, y el fundador del Estado moderno
judío, David Ben-Gurión, originalmente llamado David Grün, tomó su nombre hebreo de uno de los generales
de Bar Kojba.9
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LAS REBELIONES POLÍTICAS QUE CONOCIÓ JESÚS Y SU MENSAJE SOBRE EL
REINO
Ariel Álvarez Valdés
UNA NIÑEZ TURBULENTA

Cuando imaginamos la infancia de Jesús, en el pequeño pueblito de Nazaret, la suponemos tranquila, con san
José trabajando serenamente entre virutas de madera, serrucho y formón, mientras el niño Jesús jugaba con
carritos de madera hechos por su padre, y María cantaba lavando la ropa, rodeados todos por los bondadosos
paisanos de la aldea.

Sin embargo, no fue así. La época que le tocó vivir a Jesús estuvo marcada por protestas sociales, revueltas
campesinas y sublevaciones políticas, algunas ocurridas muy cerca de donde Jesús vivía. Ninguno de estos
movimientos rebeldes tuvo éxito. Todos fueron brutalmente reprimidos por las autoridades romanas, que en
aquel tiempo eran los dueños del país. Pero el espíritu de las rebeliones permaneció siempre vivo en el
escenario de Palestina, de modo que Jesús creció y vivió desde su más tierna infancia en medio de un
ambiente generalizado de protestas y disturbios contra el poder de Roma, lo cual marcó de manera
determinante su trayectoria como Maestro.

Aquellos levantamientos pueden clasificarse en tres categorías: los de tipo mesiánico, los teocráticos y los
proféticos. Cuando Jesús se hizo mayor y fundó su propio movimiento, también revolucionario, tenía esos tres
modelos para imitar e identificar a su grupo. ¿Cómo eran estos movimientos? ¿Qué modelo eligió Jesús para el
suyo?

CONMOCIÓN A LA VUELTA DE CASA

En el año 4 a.C., cuando Jesús era apenas un niño de dos o tres años y vivía en Nazaret, murió el rey
Herodes. Había gobernado el país por casi cuarenta años con mano de hierro y al filo de espada, por lo que su
muerte generó un gran vacío de poder. Estallaron entonces violentas manifestaciones en todo el país.

La primera tuvo lugar muy cerca de la casa del niño Jesús, en Séforis. Ésta era una ciudad rica y pujante, a 6
kilómetros de Nazaret. La revuelta estaba encabezada por Judas, un personaje surgido de las clases más
populares de Galilea, y que desde hacía tiempo lideraba un grupo de bandoleros. Aprovechando la muerte de
Herodes, asaltó el palacio real de Séforis y se apoderó de las armas allí guardadas. Con ellas equipó a sus
hombres, saqueó las reservas que había, y se proclamó rey de Israel. Gracias al apoyo de sus seguidores,
llegó a controlar toda la región de Galilea, incluida Nazaret donde Jesús vivía con sus padres.

Poco después en la provincia de Perea, al este de Jerusalén, un hombre llamado Simón, exesclavo de
Herodes, también se sublevó, y al frente de una horda numerosa prendió fuego a otro palacio real que Herodes
tenía en Jericó, donde se proclamó rey.

Finalmente, al sur, en la provincia de Judea, un pastor de enorme fuerza física llamado Atronges, tomó
igualmente la corona real, y con sus cuatro hermanos, a quienes nombró generales, redujo y sometió a toda la
región.

Los líderes de estas revueltas fueron apoyados por la gente, y gozaron de gran popularidad. Primero, porque
eran todos judíos, y el pueblo hacía tiempo que añoraba un rey autóctono, pues Herodes no era judío, sino
idumeo. Segundo, porque todos los cabecillas eran de origen humilde y a la vez carismáticos, como lo había
sido el gran rey David. De modo que estos líderes en cierto modo habían logrado reavivar las esperanzas,
nunca olvidadas, de un Rey Mesías que vendría a liberar al pueblo de la opresión extranjera.
CUANDO SE APLASTAN LOS SUEÑOS

La aparición de estos tres caudillos, autoproclamándose Mesías, fomentó motines entusiastas por todas partes,
y pronto Palestina se vio envuelta en llamas y en delirios de liberación. Ante esta situación de revuelta
generalizada, la reacción de Roma no se hizo esperar. El general Publio Varo, instalado en ese momento en
Siria, tomó inmediatamente tres legiones y marchó contra los revoltosos. Primero se dirigió a Perea, donde
sofocó el movimiento de Simón. Luego aplastó en Judea a los rebeldes de Atronges y crucificó a más de 2.000
sublevados cerca de Jerusalén. Pero el castigo más duro lo aplicó en Galilea, la patria de Jesús. Allí Varo puso
sitio a Séforis, apresó y dio muerte a Judas, prendió fuego a la ciudad, destruyó completamente todos sus
edificios reduciéndolos a cenizas, y finalmente a sus habitantes, por haber apoyado a Judas, los hizo vender
como esclavos.

De esta manera, la brutal represión romana acabó con los experimentos mesiánicos que tanta expectativa
habían despertado en el pueblo. La gran cantidad de tropas que Varo tuvo que emplear para derrotarlos
demuestra el enorme apoyo popular del que habían gozado. Y el recuerdo de la “guerra de Varo”, como se la
conoció desde entonces, quedó para siempre grabado en la memoria judía como uno de los episodios más
sangrientos que debió afrontar el pueblo judío.

Mientras tanto, muy cerca de allí, el niño Jesús jugaba despreocupado en brazos de María, ajeno a los terribles
escarmientos y crucifixiones de su patria, y sin entender todavía nada de Mesías ni de alzamientos.

SÓLO DIOS PODÍA COBRARLO

En el año 6 d.C, siendo ya Jesús un adolescente de unos 13 años, se produjo en el país la segunda oleada de
resistencia contra Roma. Esta vez las consecuencias fueron más graves que las anteriores. Nuevamente el
centro del estallido fue Galilea, donde vivía Jesús, por lo que él debió de haber conocido todos los detalles de
estos disturbios.

El iniciador fue un maestro religioso, llamado Judas el Galileo; y la causa fue el cambio de administración del
sur del país, es decir, las provincias de Judea, Samaria e Idumea. Hasta entonces estaban regidas por un
gobernador judío. Pero en el año 6 los romanos lo destituyeron por mal comportamiento, anexaron el territorio a
Roma y empezaron a administrarlo directamente a través de un Prefecto. Para ello crearon un nuevo impuesto
llamado tributum soli (impuesto a la tierra).

El Sumo Sacerdote de Jerusalén acató la medida, para evitar males mayores, y ordenó aceptarla. Pero Judas
desoyó la orden y reaccionó enérgicamente contra ella. Aunque había nacido en Gamala, al norte de la
Galaunítide, y por lo tanto no le afectaba el nuevo impuesto, se trasladó a Jerusalén y desde allí empezó a
exhortar a la población a no pagarlo. El argumento que esgrimía era claro: Dios es el único dueño de la tierra;
por lo tanto, el emperador no tiene derecho a cobrar impuestos sobre el suelo de Israel.

La insurrección de Judas no era militar, como las anteriores, sino pacífica. Judas no pretendía proclamarse
Mesías, sino que quería el reconocimiento de Dios como rey del país, y de sus derechos sobre la tierra. Era,
pues, un movimiento “teocrático”, religioso, no violento, que buscaba imponer ideas, no estructuras. Pero al
cuestionar un impuesto de Roma, desairaba la autoridad imperial, y con ella su presencia en Palestina. Por lo
tanto, los romanos lo consideraron peligroso. Además, había logrado captar la aceptación de todo el país. Por
eso lo persiguieron, lo atraparon, y lo mataron sin contemplaciones (Hch 5,37).

Mientras tanto el adolescente Jesús, con sus 13 años, aprendía de su padre José cómo ser un buen artesano
en el taller de Nazaret.

LA ENSEÑANZA MISTERIOSA
Si bien el movimiento teocrático de Judas fue aplastado con facilidad, sus ideas perduraron por décadas en el
ambiente palestino. Incluso Jesús tuvo la ocasión de opinar sobre ellas, en el conocido episodio del impuesto,
que tuvo lugar en el año 30 en Jerusalén. Se le acercaron unos fariseos y herodianos, y lo interrogaron: “¿Es
lícito pagar el impuesto al César o no?” (Mc 12,13-17).

SITUACIÓN POLÍTICA EN EL TIEMPO DE JESÚS


El Evangelio es un mensaje eminentemente histórico y relacionado con la historia de los hombres. No podemos
comprenderlo cabalmente, por lo tanto, si no situamos a Jesús en el contexto político de su época, tal como lo
hace Lucas 3,1-2.

La época que transcurre durante la vida de Jesús y el desarrollo del cristianismo primitivo es la más crítica y
dramática del pueblo judío, coincidiendo con el final de la república romana y la instauración del imperio.

Palestina había caído en poder de los romanos en tiempos de Pompeyo, 65 a 63 años antes de Cristo, y fue
declarada provincia romana en unidad con Siria, bajo el mando de un legado.

Pero los judíos, si bien subyugados militarmente, no aceptaban la dominación romana cuyo signo era el pago
del impuesto por medio de los recaudadores o «publicanos», originándose así una sorda resistencia que
degenerará finalmente en la cruenta guerra de rebelión con el desastre final de la nación el año 70.

La expectación de un mesías-liberador-político coincide con la presencia de Jesús, que se verá


irremediablemente envuelto en un proceso religioso-político, que culminará en su crucifixión, acusado
precisamente de «sedicioso».

Pero el panorama es más complejo aún. Hacia el 37 a. C., Herodes «el Grande», que era de ldumea (pueblo al
sur de Judea) y, por lo tanto, extranjero, obtiene de Roma el título de «rey» y gobierna despóticamente hasta el
4 a. C.
Si bien inicia la reconstrucción del templo y lleva a cabo otras grandes obras públicas, su reinado se
caracterizará por el odio y la humillación de los judíos, los subidos impuestos, la brutalidad y el crimen (Mt 2,13-
19). Bajo su mandato, y siendo emperador Augusto, nace Jesús en Belén hacia el año 6 antes de Cristo.
(Cuando en el siglo IV se fijó la era cristiana se cometió un error de cálculo, ya que si el año uno coincide con el
754 de la fundación de Roma, como Herodes muere en el 750, Jesús tuvo que nacer uno o dos años antes, o
sea 6 o 7 antes de C.)

Lucas hace coincidir el nacimiento de Jesús con el censo ordenado por el legado de Siria, Cirino, que provocó
la oposición y levantamiento judíos (origen de los zelotes). De todos modos, la cronología de Lucas es bastante
discutible.
Antes de morir. Herodes reparte su extenso reino entre sus hijos: Arquelao. Antipas y Filipo.

Arquelao, el mayor, hereda Judea, Samaría e Idumea, es decir, la zona sur. Pero siendo tan cruel como su
padre, Roma lo destituye en el 6 y coloca en su lugar a un procurador romano, dependiente del legado de Siria.
Por esta época se suceden furiosos levantamientos judíos, provocados por el inventario de los bienes del reino
ordenado por Roma. Los grupos más agresivos fundan una organización armada de resistencia, conocida
como de los zelotes, que contarán, años más tarde, incluso con la simpatía de los apóstoles.
Destituido Arquelao, Judea es declarada provincia procuratorial, con Cesarea del Mar como capital.

En tiempos de Jesús era procurador Poncio Pilato (del 26 al 36), descrito por los historiadores de la época
como «cruel por naturaleza, ya que en la dureza de su corazón no se detenía ante ningún obstáculo». Hombre
arrogante y soberbio, se conquistará el odio judío, y el mismo Lucas reseña cómo en el año 29 numerosos
peregrinos fueron pasados a cuchillo en el templo durante una manifestación de protesta (13,1).
Hacia el año 28, y siendo ya emperador Tiberio (13-37), que estaba en el 15 año de su reinado, se inicia la
predicación de Juan el Bautista, según dato preciso de Lucas. Poco después Jesús ingresa en la vida pública,
mientras Juan es decapitado. Jesús es crucificado «bajo el poder de Poncio Pilato», que será destituido por
Tiberio pocos años después.
Herodes Antipas gobernará como tetrarca la zona norte, o sea, Galilea y Perea. Construye su capital,
Tiberíades, a orillas del lago de Genesaret. Se casará en segundas nupcias con Herodías, nieta de Herodes el
Grande y mujer de su hermano Filipo. Juan el Bautista protestará por este adulterio y pagará con la cárcel
primero y con la cabeza después su valiente actitud. Este Herodes es el mismo a quien Jesús calificó de
«zorro» (= «poca cosa»: Lc 13,31-32), negándose luego en el inicuo juicio a dirigirle la palabra (Lc 23,7-12).
Antipas será depuesto y deportado en el 39.
Filipo gobernará el NE, o sea, Auranítide, Gaulanítide y Traconítide, zona de mayoría pagana, por lo que se
mezclará muy poco en las cuestiones judías. Es el único que ejerce su mandato hasta su muerte natural en el
34.
Veamos ahora la organización interna de los judíos, sus autoridades religiosas y partidos políticos.
Los sacerdotes, conductores religiosos del pueblo, constituían una verdadera casta cerrada, dirigidos por el
sumo sacerdote, figura clave y muy mezclada con la política. El Evangelio nos recuerda dos nombres: Anás,
que ejerció sus funciones entre el 6 y el 15; Caifás, su yerno, entre el 18 y el 36, es decir, durante la vida
pública de Jesús. Pero la verdadera «eminencia gris» seguía siendo Anás.
El sumo sacerdote era secundado por el Consejo del Sanedrín, creado unos dos siglos antes, y de tanta
trascendencia durante el juicio y condena de Jesús. Era el Tribunal Supremo de justicia, compuesto por setenta
miembros, sacerdotes y civiles. Se subdividía, a su vez, en tres grupos: los sumos sacerdotes o pontífices y los
jefes de las familias sacerdotales; los ancianos o presbíteros, que constituían la nobleza civil, y los escribas (o
maestros o doctores de la Ley), que eran el grupo más piadoso e intérprete de la Biblia.
El Sanedrín ejercía una especie de gobierno interno de [os judíos dentro de ciertas normas fijadas por Roma,
no pudiendo, por ejemplo, sentenciar a muerte. Por este motivo deberán recurrir a Pilato para solicitar la
ejecución de Jesús, acusado de violador de la Ley mosaica y de conspirador contra Roma.

A nivel político, cuatro partidos agrupaban a los judíos, con posiciones muy distintas respecto a las relaciones
con Roma.

Los fariseos (ala derecha-conservadora) formaban el partido más numeroso y de arraigo popular. Con una
mentalidad esencialmente religioso-política, eran instruidos y devotos cumplidores de toda la Ley y de las
normas cultuales, ampliadas en una infinidad de prácticas que, muchas veces, ocultaban una profunda
hipocresía que fue severamente denunciada por Jesús, ganándose así su encono y oposición.
Eran nacionalistas acérrimos, partidarios de la total independencia judía y, por lo tanto, enemigos declarados
tanto de los romanos y del tributo al César como de los reyes de la dinastía herodiana.
Después de la destrucción de Jerusalén, centrados en las sinagogas, seguirán orientando al pueblo disperso.

Los saduceos (ala liberal) constituían el partido de los sacerdotes y seglares aristocráticos y terratenientes.
Dueños del poder, eran partidarios del pacto conciliatorio con los romanos, para evitar la insurrección y el
desastre nacional (Jn 11, 47-50), objetivo que lograron hasta el año 66 en que fueron desbordados por la
revuelta. Tras la destrucción de Jerusalén su influencia en el pueblo desapareció definitivamente.
En el aspecto religioso eran igualmente liberales y poco propensos a los dogmas, aceptando solamente la Ley
escrita del Pentateuco. Entre otras cosas, negaban la resurrección de los muertos y la existencia de ángeles y
demonios.

Los herodianos (ala monárquica idumea) eran un grupo minoritario, amigos y partidarios de los reyes de la
línea de Herodes, y opuestos a toda sublevación contra Roma.
Los zelotes (movimiento de resistencia armada) eran patriotas ardientes y muy nacionalistas, unidos en
permanente lucha armada contra los romanos. Actuaban, por supuesto, en la clandestinidad en forma de
guerrillas, hasta que, después de varios levantamientos fallidos, desataron la guerra abierta a Roma en el 66
logrando al principio importantes triunfos y apoderándose de Jerusalén. Vespasiano y, luego, su hijo
Tito reconquistarán palmo a palmo toda Palestina hasta que, tras un sitio de varios meses, caerá Jerusalén y el
templo será incendiado.
Hacia el año 130 el emperador Adriano decide la reconstrucción de la ciudad, edificando en ella un templo
dedicado Júpiter. Los zelotes, refugiados en las montañas, lanzan en el 132 la segunda rebelión acaudillados
por Simeón Ben Kokeba que toma la ciudad y es proclamado «Mesías». Tras varias derrotas romanas, debe
intervenir el mismo emperador y en el 134 Jerusalén es reconquistada, y el Mesías, muerto.
Jerusalén es declarada «colonia romana»; se edifican numerosos templos paganos y se prohíbe el acceso de
los judíos a la ciudad.

Debemos recordar que los zelotes eran muy fuertes sobre todo en Galilea, patria de casi todos los apóstoles,
por lo que podemos comprender la delicada situación de Jesús en un panorama político tan complejo y muy
propenso a la guerra liberadora bajo la conducción del «Mesías». Desde un comienzo el cristianismo, por lo
tanto, se encuentra bajo el signo de la confusión entre la liberación político-religiosa y la liberación interior, esta
última propiciada por Cristo, que no se inmiscuye en las opciones políticas de sus seguidores pero que separa
claramente ambos terrenos.
Todo esto explica por qué Jesús evitará el título de Mesías, prefiriendo el de Hijo del Hombre, a pesar de que
no será comprendido ni por sus propios discípulos más íntimos.
Completando este panorama, debemos referimos a otros tres grupos relacionados con el Evangelio.
Los esenios: eran una especie de monjes judíos que, no conformes con la conducción político-religiosa de
fariseos y saduceos, se establecieron en Qumrán, a orillas del mar Muerto, para esperar la inminente visita del
enviado de Dios como Rey de Israel y como sumo sacerdote (posiblemente dos Mesías distintos). Vivían en
comunidad, en intensa vida ascética, preparando el «camino del Señor» como «resto de Israel».
Sus manuscritos y reglas disciplinarias, descubiertos en 1941 en once cuevas, revelan gran similitud de ideas
con el pensamiento de Juan el Bautista y del mismo Jesús. Sin descartar alguna posible relación con ambos,
sobre todo con el Bautista -que se preparó en el «desierto» para su misión- lo cierto es que su reflexión partía
de una fuente común: los profetas, particularmente Isaías, de tanta importancia en la revelación cristiana.
Importantes conceptos esenios, tales como el conocimiento, el nacimiento en el Espíritu, la unión con Dios, la
verdad y la lucha entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, los encontramos en el Evangelio de Juan.
Los samaritanos: habitaban en la zona centro de Palestina y eran mezcla de judíos y de paganos, como
consecuencia de las invasiones mesopotámicas y del destierro. Practicaban una religión sincretista (mezcla de
judaísmo y de paganismo) con centro en el monte Garizim. También ellos esperaban un Mesías (ver Juan 4,
especialmente versículos 20-26).
Judíos y samaritanos se odiaban mutuamente, lo que no será obstáculo para que Jesús y la Iglesia primitiva los
evangelizaran.
Los gentiles: así se llamaba a quienes no eran judíos de origen. Por ser tales y por idólatras (paganos) eran
odiados y despreciados, sin acceso alguno a la salvación.
Pero, debido a la propaganda judía, algunos de ellos se circuncidaban y practicaban el culto a Dios
(los prosélitos); otros, sin circuncidarse, vivían algunas de las normas cultuales y morales del judaísmo (los
«temerosos de Dios»). Los Hechos de los apóstoles nos reseñan las alternativas del cristianismo en su
apertura hacia estas categorías de pueblos no judíos, dando un paso adelante en la visión cerrada del
judaísmo y de algunos cristianos, particularmente de Jerusalén.
Palestina en tiempos de Jesús
Palestina en tiempos de Jesús es un tema de estudio de la arqueología bíblica muy relacionado con la investigación
del Jesús histórico. Su objetivo es reconstruir el ambiente en el que nació el cristianismo y describir los aspectos
políticos, culturales y sociales de esa época que faciliten su intelección.
En la época de Jesús, el pueblo judío estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a través de un
procurador o gobernador. Las autoridades romanas exigían tributos personales y territoriales para el César, y
aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación.
Las primeras comunidades cristianas vivieron en este mundo judío-romano, o simplemente pagano. Es conveniente
conocer este mundo para captar la novedad de Jesús, de sus opciones y compromisos; el carácter inevitablemente
hiriente de su denuncia profética, el alcance de su anuncio: «se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios,
Enmiéndense y tengan fe en esta buena noticia» (Marcos 1, 15).
La actuación de Jesús de Nazaret afectó de un modo u otro la vida palestinense, sus instituciones, sus distintos
grupos sociales, religiosos, y la política por entonces ligada con la religión.
Cuando se escribieron los evangelios canónicos habían transcurrido por lo menos de 35 a 60 años desde la muerte
de Jesús. El ambiente cultural en que los evangelios se escribieron tiene un universo conceptual y simbólico, y
modos de expresión muy diferentes al de nuestros días.
Jesús estaba en contra de las «inmoralidades, robos, homicidios, adulterios, codicias, perversidades, fraudes,
desenfreno» (Marcos 7,20-23) que existían en Palestina. No aprobó que los romanos opriman al pueblo judío. Pero
en esos tiempos, quienes imponían cargas más pesadas al pueblo, desasistiéndolo y arrojándolo a la pobreza,
impotencia y desesperanza eran los jefes religiosos-políticos de su pueblo que, según Jesús, en lugar de ser
pastores eran «ladrones y bandidos asalariados».Jesús escuchó los clamores de los marginados por la religión y
sociedad de su pueblo, y optó por ellos aún a costa de su vida.

División del territorio


El Nuevo Testamento destingue la región del Jordán (Mateo 3, 5) de la región «al otro lado del Jordán» (Mateo 4,
15; Mateo 19, 1), situada en la ribera izquierda (oriental) del río, habitada por no israelitas, no judíos, y que
actualmente corresponde al estado de Jordania. Varios episodios del Nuevo Testamento se ambientan a orillas del
río Jordán. El más importante es el relato del bautismo de Jesús de manos de Juan el Bautista, narrado
explícitamente por los tres evangelios sinópticos (Mateo 3, 13-17; Marcos 1, 9-11; Lucas 3, 21-22) y tangencialmente
por el evangelio de Juan (Juan 1, 29-34).
Jesús de Nazaret nació y vivió en el espacio del Oriente Medio llamado aún hoy Palestina (país de los filisteos).
Desde el año 64 a. C., esta región formaba parte del imperio romano. Históricamente ha recibido diferentes
nombres: Judea, Canaán, Israel, Tierra Santa, etc. (aunque cada uno de ellos alude a realidades geográficas difusas
y no estricamente coincidentes).
Su extensión es de unos 30 mil km², con la forma de un trapecio cuyas bases miden 40 km en el extremo norte y 140
en el sur, con una altura de unos 250 km. El mar Mediterráneo lo limita al oeste, y el valle del río Jordán al este. Es
de gran importancia estratégica por ser paso de comunicaciones y comercio.
La región es atravesada de norte a sur por un sistema montañoso de escasa elevación. El río Jordán discurre
paralelo por la vertiente oriental, con una longitud de 118 km en línea recta desde su unión con el último afluente
hasta el mar Muerto, pero con un recorrido real de 320 km ya que desciende en forma zigzagueante,
conformando meandros que le dan desde la altura la apariencia de serpiente. Su presencia determina la existencia
de una fértil llanura que contrasta con el resto del territorio.
Jordán significa «el que baja», porque pasa de una altura de 520 msnm en su nacimiento a una de 392 m bajo el
nivel del mar cuando desemboca en el mar Muerto.
Estaba dividida en cuatro provincias: 1 Galilea_ 2 Samaria- 3 Judea – 4 Perea

Galilea
Está situada al norte, en su parte montañosa están las ciudades de Naím, y Caná
entre ellas se encuentra Nazaret que dista de Jerusalén unos 140 km; y está al borde de un precipicio por el que
trataron de arrojar a Jesús sus propios paisanos.7 En Nazaret vivían María y José8 y allí se crio Jesús, según
el Evangelio de Juan:
¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Evangelio de Juan 1,46

La parte más llana de Galilea, se situaba alrededor del lago o mar de Tiberíades, también llamado mar de Galilea o
lago de Genesaret. Tiene 21 km de largo y 12 de ancho, está situado a 210 m bajo el nivel del mar.
Aunque sus aguas son ricas en peces, también son peligrosas por las bruscas tempestades que en él se levantan.
En las redes de los pescadores entraban peces buenos y otros que eran considerados malos (no comestibles), ya
que los peces sin escamas o sin aletas, que se parecían a las serpientes, como las anguilas y también los mariscos
les quedaban prohibidos por respeto a la ley mosaica.
Jesús frecuenta las orillas del lago porque en ella se desarrolla la vida, en ella se acumula la población, por
ejemplo: Cafarnaúm, de donde son Pedro y Andrés.
Por la llanura de Genesaret, donde comenzó la vida pública de Jesús, pasaban por el camino caravanas
de Damasco a la Cesarea del litoral, por eso había en Carfanaúm una guarnición militar. Esto nos da la idea de una
zona pluricultural y multi-étnica.
El Monte Tabor, que es presentado en toda la Biblia como una montaña sagrada, domina la llanura situada al
suroeste del lago, el relato de la transfiguración se sitúa en él. Este monte tiene aproximadamente 588 metros de
altura.
Las casas de los campesinos de la zona eran pequeñas y muchas veces de una única pieza, en Galilea
predominaba el latifundio. Las tierras solían ser del rey, de sus familiares, o de los ricos comerciantes.
A los habitantes de Galilea se les llamaba galileos. Aun siendo judíos, vivían como en una isla rodeada de pueblos
paganos. Como era una vía comercial, existía constante tránsito de caravanas y, por consecuencia, se producía una
mayor mezcla de etnias y culturas. Los galileos, por el contacto con otros pueblos estaban más abiertos a otras
culturas y modos de ser, por eso eran de un espíritu religioso menos observante y escrupuloso que los judíos de
Judea. Estos, más minuciosos y legalistas, consideraban a la zona semi pagana y desde tiempos pasados la
llamaban "Galilea de los paganos". Posiblemente por eso los letrados (fariseos y escribas) despreciaban a Jesús y
sus discípulos.
¿Es que también tú eres de Galilea? Estudia y verás que de Galilea no surge ningún profeta.
Evangelio de Juan 7,52

Los galileos eran en su mayor parte campesinos y pescadores, de ahí que la mayor parte de las parábolas de Jesús
tengan como marco la vida pesquera o agrícola. Tenían fama de rudos e incultos, pero leales y sinceros.16

Samaria

Monte Garizím donde los samaritanos tenían su propio templo. Ellos negaban la importancia religiosa del templo de Jerusalén.

Es una provincia que está situada entre Galilea al norte y Judea al sur, estaba habitada por una población que no
era "puramente" judía en sus orígenes. Desde el año 721 a. C. (invasión asiria), se habían instalado allí emigrantes
de origen asirio, quizás junto con otros israelitas, de tal forma que las diferentes etnias y creencias se habían
mezclado, dando origen a un pueblo multi-étnico. Por eso para los judíos, los samaritanos eran un pueblo impuro ya
que su sangre estaba contaminada por la de otros pueblos extranjeros.
Sin embargo, los samaritanos, creían ser los verdaderos descendientes de los hijos de Israel, y fueron quienes
preservaron la escritura hebrea arcaica. En el siglo III antes de Cristo, el Rabí Hisda (miembro del Sanedrín)
explicaba que los "pueblos ordinarios" a los que fue entregada la escritura hebrea arcaica eran, de hecho, los
samaritanos.
Ellos se consideraban fieles a la Ley, verdaderos israelitas, por ello la samaritana habla de "nuestro padre Jacob".
Ellos tenían su propio templo sobre el monte Garizím (Jn 4,20).
Entre los judíos y samaritanos se había desarrollado un odio mutuo, ya que en el 107 antes de Cristo, el judío Juan
Hircano se apoderó de Siquén capital de Samaria y destruyó el templo de Garizím, Herodes el Grande lo restauró en
el año 30 antes de Cristo y se caso con una samaritana.
En el año 6 después de Cristo, los samaritanos profanaron gravemente el templo de Jerusalén arrojando en él por la
noche huesos humanos, precisamente en el día de Pascua. Desde entonces se creó una hostilidad implacable.
Los samaritanos negaban la importancia religiosa de Jerusalén. Los judíos tenían a los samaritanos como herejes y
no querían ningún trato con ellos. Cuando los samaritanos iban a Jerusalén, los judíos no les permitían pasar del
sitio reservado a los paganos, ni siquiera les aceptaban sacrificios expiatorios, ni penitenciales, ya que consideraban
que no adoraban a Dios como era debido.
El Evangelio de Juan hace eco de ello en (Jn 4,9). Que un judío calificase a otro de "samaritano" era una grave
injuria, por ello a Jesús lo insultan los dirigentes judíos diciéndole: ¿No tenemos razón en decir que eres un
samaritano y que estás endemoniado?. En Lc. 10,37, el escriba evita pronunciar la palabra «samaritano».

Judea

Es la región más meridional, alta y seca, configurada por montañas que forman un macizo cerrado y accidentado. Al
sur y al este hay grandes zonas desérticas. Se produce trigo, aunque en pocas cantidades, pero sí bastantes
aceitunas, uvas, dátiles, higos y legumbres. Casi todo el ganado que producen es sacrificado en el Templo y sus
habitantes en general son pobres, que se alimentaban con pescado ahumado y salado, pero con poca carne.
La capital, Jerusalén, es la ciudad santa de los judíos. Está situada a 750 msnm y el Monte de los Olivos a
818 msnm. La ciudad está mal situada para el tráfico y comercio. La importancia de esta ciudad es más bien
religiosa: allí está el templo judío, único en el mundo, al que todos deben peregrinar, centro de formación religiosa y
sede de la autoridad suprema. La vida en Judea gira alrededor de Jerusalén y su Templo.
En Judea están varios pueblos de importancia en la vida de Jesús:
Betania que es un pueblito en la falda del Monte de los Olivos, a unos tres kilómetros de Jerusalén.
Belén, aldea a unos 8 km de Jerusalén, llamada "Ciudad de David" porque en ella recibió la unción el rey David.
Según las profecías y los evangelios fue el lugar de nacimiento de Jesús, el Mesías.
Emaús, aldea situada a unos 12 km de Jerusalén.
Jericó, situada en un oasis muy fértil a unos 250 m bajo el nivel del mar. Esta se comunica con Jerusalén, a través
del desierto de Judá, por una ruta accidentada y peligrosa, propicia al bandidaje.
Perea (región)

Perea y su entorno en el siglo I.

Perea ("el país de más allá"), era una parte del reino de Grande situada al este del río Jordán (en la actual Jordania).
El reino de Herodes el Grande fue dividido por Roma en cuatro partes, de allí su título de tetrarca (rey de cuatro
reinos): Idumea (región de origen de Herodes), Judea, Galileay Perea. Después de su muerte en el año 4 a.C.,
Galilea constituyó con Perea una tetrarquía separada políticamente de Judea. Herodes Antipasgobernó como
tetrarca Galilea y Perea hasta el año 39 d.C.
Perea es el nombre dado por los israelitas en la región al este del Jordán entre el lago Tiberíades y el mar Muerto.
Las ciudades principales fueron Amathus y Betharamphtha. Los límites eran entre la ciudad de Pella en el norte, la
de Filadelfia en el este, Moab al sur, y el Jordán al oeste.
Fue dominada por los cananeos hasta el siglo XIV a. C., cuando pasó a Amón. En el siglo XIII a. C. pasó al rey
cananeo Sihon de Hesbon pero en el siglo siguiente se apoderaron de los israelitas. Perteneció a Israel hasta la
mitad del siglo IX a. C., cuando los amonitas la volvieron a ocupar.
Los macabeos la recuperaron hacia el 160 a. C.. El 63 a. C. pasó a Roma. El 4 a. C. un esclavo de Herodes el
Grande, Simón, se apoderó de la región y reclamó el título real de su señor difunto, pero los romanos dominaron la
revuelta. La región fue dada a Herodes Antipas, tetrarca de Galilea hasta el 39, ya continuación pasó a Herodes
Agripa de Batanea, que reunió Batanea y Galilea hasta el 44. Después volvió a ser posesión directa romana.

Contexto histórico
En el año 40 a. C., la región estaba amenazada por los partos de Mesopotamia Para remediar la situación, los
romanos confiaron el gobierno a un rey cliente llamado Herodes. Herodes reinó hasta el año 4 a. C.

Gobierno
En los territorios pequeños conquistados por los ejércitos romanos, el emperador Augusto, en el año 29 antes de
Cristo, nombraba a un Prefecto o gobernador como su representante para dirigirlo todo. Desde los años 6 al 41 el
Prefecto de Judea fue llamado Procurador.
El Procurador romano de Judea tiene el supremo poder militar, aunque depende del Legado romano de Siria. Es
también el agente de finanzas del emperador romano, recoge la totalidad de los impuestos que los judíos tienen que
pagar al fisco imperial romano. Bajo sus órdenes están los recaudadores de impuestos, respaldados por sus
soldados
La justicia ordinaria la ejerce el Sanedrín, pero el Procurador romano se reserva la ejecución de la pena de muerte.

Reside en Cesarea, pero en las fiestas acude a Jerusalén y vive en la ciudadela militar llamada Torre Antonia,
edificada en el ángulo nordeste del Templo, donde habitualmente reside la guarnición romana (una cohorte)28 de
Jerusalén. Era un sitio estratégico desde donde era fácil controlar a la multitud que acudía al Templo.
Desde los años 6 al 41 el Procurador Romano nombró en ocho ocasiones al Sumo Sacerdote.
Pilato fue Procurador romano desde el 26 al 35. Agripa I, describe a Pilato como inflexible, de carácter arbitrario y
despiadado, y le acusa de venalidad, robos, ultrajes, amenazas, de acumular ejecuciones sin previo juicio, de
crueldad salvaje e incesante. Procurador frío y hostil a los judíos, poco comprensivo con sus tradiciones religiosas
provocó una resistencia no violenta cuando con engaño introdujo en Jerusalén, ciudad sagrada de los judíos,
estandartes con la imagen del emperador. Exigió a los judíos que le entregaran dinero del tesoro del Templo para
construir un acueducto que resolviera el problema del agua en Jerusalén.
De nuevo los judíos se alzaron, pero Pilato, con ayuda de sus soldados, disfrazados y mezclados con la multitud,
pudo reprimir el motín, aporreando y matando a muchos, y ultimar la obra. Lucas 13,1 parece aludir a este hecho
diciendo que Pilato había mezclado la sangre de unos galileos con las víctimas que ofrecían.
El año 35 después de Cristo mató a unos samaritanos reunidos en el monte Garizín, ante las quejas de judíos y
samaritanos el Legado de Siria, Vitelio, lo envía en el año 36 a Roma para que dé cuenta de sus abusos ante el
emperador. Posiblemente muere en el año 37 suicidándose.
Tortura a Jesús
Los soldados de las guarniciones romanas en Palestina no eran romanos, por supuesto, tampoco judíos. Eran sirios
y griegos que vivían en Palestina y que aborrecían a los judíos. Los últimos tres reyes judíos independientes, los
reyes asmoneos, sometieron y esclavizaron a las ciudades sirias y griegas cercanas a sus fronteras.
El rey Alejandro Janeo, que también era Sumo Sacerdote, reinó en Judea del 103 al 76 a. C., durante su reinado
entró en agudo conflicto con los fariseos. El pueblo seguía las directrices de los fariseos y odiaba al rey. Como los
fariseos se aliaron con los sirios, adversarios del rey, éste se vengó sangrientamente de los sirios. Josefo hace el
siguiente relato de uno de esos excesos de venganza: Celebrado un banquete en un lugar no visible junto con sus
concubinas, ordenó crucificar a unos ochocientos de ellos, degolló a sus hijos y a sus mujeres ante sus ojos,
mientras aún estaban con vida, imponiéndoles en venganza de los agravios recibidos ese castigo, superior a lo que
puede resistir un hombre.
Desde entonces esas ciudades y sus habitantes temen a un reino judío poderoso. Y los judíos alentaban siempre la
esperanza de volver a los buenos días de libertad, bienestar y esplendor, como en los tiempos del rey David.
Por eso los soldados sirios y griegos de Pilato no pueden menos de odiar a los que pretendían ser reyes o mesías.
«¿Tu eres rey de los judíos?», preguntó Pilato. Y los soldados oyen como el procurador contesta a los que le piden
el indulto de costumbre «¿Quieren que le suelte al rey de los judíos?» (Mc.15,1-2.9). Por eso se ensañan con Jesús,
luego de ser condenado y azotados, estos se burlaban diciéndole «¡Salud, rey de los judíos!».
Según el historiador judío Flavio Josefo, habitantes de Cesarea y de Sebaste devenidos en soldados de las
cohortes, manifestaron abiertamente su odio a los reyes judíos en ocasión de la muerte del rey Agripa I. En efecto,
en el año 44 celebraron públicamente en Cesarea la muerte de Agripa y arrastraron a un burdel las imágenes de las
hijas del rey.

Religión
Saduceos
Se puede empezar nombrando los saduceos, que toman su nombre de Sadoc, sumo sacerdote del tiempo
de Salomón que vivió en el siglo II a. C. Integraban este grupo las familias sacerdotales dirigentes, las principales
familias de los grandes comerciantes de la ciudad y los hacendados más ricos del campo. Los jefes de esa
aristocracia sacerdotal y laica (los ancianos) formaban parte del Sanedrín. Era, pues, un partido aristocrático que
reunía a los ricos y los poderosos. Formaban una "clase aparte", eran escasos en número y estaban fuertemente
organizados. Su influencia en la política y la administración de justicia fue muy importante entre el periodo asmoneo
y la guerra judaica. Algunos de los saduceos "seglares" eran los arrendatarios de los impuestos, los procuradores y
recaudadores romanos. Los romanos les concedieron el monopolio del cobro de los impuestos.
En materia de religión admitían únicamente la "Torá" o Ley de Moisés, que está formada exclusivamente por los
cinco primeros libros de la Biblia o Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Se atienen
estrictamente a la letra de lo que dicen esos libros, son pues fundamentalistas y por eso, rechazan todo desarrollo
posterior de esa doctrina. Según los saduceos, los sacerdotes son los únicos intérpretes de la Ley; no quieren que
los fariseos laicos la interpreten, y sospechan de los profetas. Propugnaban la observancia del sábado. Viendo que
en la Torá no se habla de la resurrección de los muertos ni de otra vida, no creen en ella, por considerarla un
concepto novedoso. Para ellos todo termina con la muerte y aseguran que no hay más salvación que la terrenal En
política, favorecieron un nacional-judaísmo y fueron acérrimos defensores del Estado del Templo, y procuraron
llevarse bien con los romanos.
Se les acusa de vivir el divorcio entre la fe y la vida: al lado de su actitud religiosa conservadora, mostraban una
licenciosa relajación de costumbres:

 lujo y aficiones paganas siguiendo el ejemplo de los romanos (dueños del mundo)
 el divorcio era frecuente entre ellos
 utilizaban el matrimonio entre miembros de la misma familia para conservar riqueza y poder
 poligamia que, en la práctica, sólo era accesible a los ricos por lo costoso que resultaba.
Caifás, el Sumo Sacerdote (18-37 después de Cristo) era saduceo (Jn.11,49;18,13-14). Los jefes de los sacerdotes
eran, en general, saduceos. Los Hechos de los Apóstoles designan a los saduceos como los partidarios del Sumo
Sacerdote (Hch.5,17). Mateo (Mt 16,12) contiene un pasaje donde Jesús advierte a los que le escuchan que se
guarden de el fermento de los fariseos y saduceos.
Son hedonistas, les interesa sobre todo acumular riquezas y disfrutarlas en la vida terrena (Lc.12,15-21).[cita requerida]

Sacerdotes
Israel, en tiempos de Jesús era una auténtica Teocracia, y en una teocracia son los sacerdotes quienes, en primer
término constituyen el grupo menos poderoso.
Los sacerdotes habían organizado a los judíos después del destierro de Babilonia (538 a. C.) y los habían dirigido en
los asuntos espirituales y materiales, en tiempos de Jesús continuaban en posesión del poder político y social. El
sacerdocio no era por vocación de Dios, sino hereditario, según la Ley, sólo podían ser sacerdotes los
descendientes de Aarón, el hermano de Moisés (Ex.28,1; Nm.17,16-26; Lc.1,5; Heb.9,4). Formaban pues, un círculo
cerrado y estrechamente unido.
A los 20 años de edad, el hijo del sacerdote es presentado en el templo donde tiene que demostrar la legitimidad de
su nacimiento, después de comprobar que no tiene defecto físico, le ordenaban mediante un baño de purificación, le
visten con hábitos sagrados y se celebran unos sacrificios, todo durante una semana, de esta forma queda
habilitado para ofrecer sacrificios (Heb.10,11), ejecutar ritos (Mt.8,4; Lc.17,14), para el servicio al templo (Lc.1,5.8).
Los sacerdotes no estaban encargados de la enseñanza de la Ley, esto era propio de los escribas (Mt.7,29).
Estaban organizados en 24 grupos, y cada grupo aseguraba el servicio del templo durante una semana, los turnos
se sacaban a la suerte (Lc.1,5-9). Por la cantidad de culto que existía en el templo y para atenderlo se necesitaban
300 sacerdotes ayudados por 400 levitas, estos últimos eran descendientes de la tribu de Leví (Dt.33,8-11;
Lc.10,32), eran una especie de "bajo clero", encargados de servicios auxiliares del culto y también de los servicios
de policía del templo.
Los sacerdotes más importantes que llegaban a ser una aristocracia eran: El Sumo Sacerdote, jefe de todos los
judíos de Palestina y del extranjero, responsable principal del templo, administrador, presidente, por oficio, del
Sanedrín o Gran Consejo. Era el único mortal que entraba en la parte más íntima, sagrada e importante del Templo:
el "Sancta Santorum": tres veces, un solo día al año, el "Día de la Expiación" (el Yom Kippur. o día de penitencia
instituido por Dios).
A partir del año 37 antes de Cristo, Herodes primero y luego los procuradores o gobernantes romanos tenían el
derecho de nombrar y deponer a los Sumos Sacerdotes, desde entonces el cargo no era hereditario ni vitalicio.
También consagran al Sumo Sacerdote mediante la entrega de los ornamentos sacerdotales (ocho piezas
consideradas como sagradas). Herodes y los romanos guardan estos ornamentos sagrados (del 6 al 37 después de
Cristo en la Torre Antonia), y los prestan a los sacerdotes sólo para los días de fiesta.
La intervención de Anás en el proceso de Jesús, explica como mantenían su influencia y prestigio luego de haber
cesado en el cargo como Sumo Sacerdote.
Otros sacerdotes principales eran el Comandante del Templo, responsable del orden, los tres Sacerdotes
Tesoreros, a cargo de las finanzas y los Sacerdotes Vigilantes, quienes guardaban las llaves del templo y se
responsabilizaban de la vigilancia y orden bajo la autoridad del Comandante del Templo.
Los Ancianos
Eran también llamados "Senadores del pueblo" y los encontramos con frecuencia en el Nuevo Testamento, siempre
aliados con los Sumos Sacerdotes (Mt.21,23; 26,3.47), normalmente unidos bajo una única expresión "los sumos
sacerdotes y los ancianos" (Lc.22,52).
La palabra anciano no se refiere a persona de más edad, a viejos de Jerusalén, en sentido estricto los "ancianos"
son el grupo del Sanedrín distinto de los sacerdotes-jefes y de los escribas fariseos. Está compuesto por los jefes de
las familias más ricas e influyentes de Jerusalén. En algún momento Lucas los llama "los notables el pueblo"
(19,47), son la aristocracia seglar, los poderosos, esto por el dinero ya que eran los propietarios de grandes
haciendas y los comerciantes más ricos.
Estos ancianos están relacionados con la fuente principal productora de riqueza que es el Templo de Jerusalén y
con sus dirigentes, los sacerdotes jefes. También están ligados al poder romano que ha sabido atraérselos
entregándoles en arriendo el cobro de impuestos, así los romanos dominan, por su medio, el Sanedrín. La fortuna de
los ancianos es la garantía de que el impuesto de los judíos ingresará en el tesoro del Imperio romano. Para estos
"ancianos", jefes del sistema de recaudación de impuestos, las cantidades recolectadas bien administradas, son una
buena fuente de ingresos suplementarios, porque entregan a los romanos los impuestos por ellos exigidos, pero se
los cobran con creces al pueblo por intermedio de los "publicanos".
Están muy interesados en defender el orden establecido, pues en él se basa la conservación y mejora de su
posición, dinero e intereses. Si los romanos sospechasen que ellos de algún modo se oponen a su poder, perderían
sus privilegios, correrían peligro de ser desterrados y después sufrirían la confiscación de todos sus bienes.
Son observadores en cuestiones de religión y se atienen estrictamente a la letra de la Escritura, y tienen por jefes a
los "hombres de la religión", a los jefes de los sacerdotes, a la nobleza sacerdotal. Además, son muy fieles a la
observancia religiosa externa.
No pueden ser sacerdotes, ni siquiera comprando el sacerdocio. Como todos los que tienen por ídolo el dinero,
"ídolo de muerte", para defender su "orden", un orden injusto, pero que les favorece a ellos, llegan hasta la sangre
(Mt 26,3-5.59; 27,1-2; Mc 14,43).
No todos los ancianos eran iguales en su pensar y proceder, entre estos notables se encuentra José de Arimatea,
rico hacendado (Mt 27,57; Mc 15,43; Lc 23,50-51; Jn 19,38-42).

Fariseos
Los fariseos era un grupo religioso caracterizado por su estricta observancia de la Ley. Provenían del movimiento
asideo(siglo II). Aunque tenían sacerdotes era en esencia un movimiento laico. El movimiento asideo se separó en
dos ramas: los fariseos y los esenios.
El nombre fariseo es la forma griega de perusim que significa "los santos los separados, la verdadera comunidad
de Israel. Eran gente religiosa y piadosa.
En el Nuevo Testamento los fariseos son presentados como hipócritas, pero no se corresponde con lo que se sabe
de ellos.
Los fariseos se preocupan mucho por cumplir todas las leyes y tradiciones religiosas, también en que otros las
cumplan. Para ellos lo más importante en su relación con Dios es la Ley religiosa, ella es el verdadero tesoro de
Israel, más importante que el Templo. Ellos son el "pueblo de la Ley", generalmente son artesanos, pequeños
comerciantes, campesinos, pero, aunque proceden del pueblo, quieren estar separados de él; les parece demasiado
ignorante de la Ley y, sobre todo, impuro, que no la cumple; "maldito" (Jn.7,45-49).
Son legalistas, pues ellos mismos habían añadido muchas leyes y tradiciones a la Ley. Formularon 613 leyes
complementarias (248 mandatos y 365 prohibiciones), difíciles de aprender y sobre todo difíciles de cumplir, estas
reglamentaban minuciosamente la vida, especialmente la observancia del sábado y la pureza necesaria para el
culto. A estas leyes las llamaban "tradición oral" (inventada por ellos). Para ellos esta tradición tenía tanto o más
valor que la Ley escrita.
Los fariseos esperaban una intervención divina, la venida del Mesías que libraría al pueblo del yugo de los romanos,
se preparaban para ese "Día" con la oración, con el ayuno y, sobre todo, con la observancia fiel de todas las leyes,
particularmente la del sábado.
Eran ritualistas, se preocupaban mucho de las acciones obligatorias para acercarse con pureza a Dios, a la oración,
al templo, a los actos de culto. La profusión de normas tendía a convertir el ejercicio de la piedad en una cuestión
técnica o normativa. Se guiaban por un libro entero para esto, el Levítico, sobre todo en los capítulos 11 al 16, que
explica las reglas de pureza. Para ellos impuro significaba contagioso, y el roce con lo impuro les impedía las
relaciones con Dios.
Impuros eran:

 la sangre y todo lo que toca porque, según ellos, es la vida.


 todo derrame sexual (ej. menstruación).
 los utensilios como copas, platos, ollas sucias, pues había que lavarlos varias veces escrupulosamente (Lc
11,39).
 ciertos animales que la Ley prohibía comer (Mt 15,10).
 todo cadáver de animal o persona; no sólo el que los tocaba, aunque fuese por necesidad, también el que
pisaba una tumba, un sepulcro, aún sin saberlo, quedaba "impuro" ante Dios (Lc 11,24).
 las personas afectadas por alguna enfermedad repugnante, en especial de la piel, como la lepra, eran
"intocables", porque el mero rozarles impedía acercarse al Dios Santo (Mt 8,2-4).
 los judíos que ejercían determinados oficios u ocupaciones que eran considerados impuros; publicanos o
recaudadores, prostitutas, pastores, médicos. Sentarse con ellos a la mesa u hospedarse en sus casas
"contagiaba" (Mt 9,9-13; Lc 19,1-7).
 el solo entrar en las casas de paganos, quienes no eran judíos, contaminaba (Jn 18,28).
Tenían obsesión por los lavados rituales, sobre todo de las manos "impurificadas" por haber tocado algo "impuro".
Hasta siete veces al día el fariseo piadoso hacía sus abluciones personales con agua y con oración. También el
agua entraba en este juego pues, se convertía en un problema saber qué tipo se requería para lavar cada utensilio y
para los baños de purificación, ellos distinguían hasta seis tipos de agua para estos menesteres.
Estos fariseos piensan que cumpliendo con la Ley y la tradición adquieren los méritos necesarios para la salvación, y
que Dios tiene que "pagar" esa fidelidad, esa recompensa se les debe (Lc 17,7-10).
Hacían todo tipos de obras, más allá de lo mandado por la Ley, para así tener más méritos ante Dios; ayunos (Mt
9,14; Lc 18,12), oraciones (Mt 6,5), pago de diezmos (Mt 23,23). Cumplían minuciosamente las estrictas reglas
sobre la pureza ritual que de por sí eran obligatorias sólo para los sacerdotes, y las leyes sobre los alimentos (Mt
15,1-20; 23,25.27; Mc 7,1-23; Lc 11,39).
El Evangelio que más trata el fariseísmo es Mateo exhibiendo opiniones como ésta.
Atan bultos pesados y los cargan en las espaldas de los demás, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo.
Mt 23,4

Escribas

Ruinas de la Sinagoga de Kfar Bir'im. En tiempos de Jesús, cada comunidad judía tiene su sinagoga. La sinagoga era el sitio de
reunión para la oración y el estudio de la Ley. Al Templo se accedía especialmente durante las principales festividades judías.
Quedaba lejos para la mayoría. En las sinagogas, la ceremonia se dividía en dos partes: primero se reciaba el Shemá, que
terminaba con una bendición, luego se hacía la lectura de la Torá, iluminada por un texto de los profetas y seguida por una
homilía.

Los escribas, en hebreo sofrim, son los "especialistas de la Ley", quienes estudian, conocen, explican e interpretan
la Ley mosaica. Son al mismo tiempo, teólogos, profesores, jueces enseñan lo que hay que hacer para cumplir con
la Ley, resuelven las dudas que sobre la observancia se presentan. Ejercen también la justicia, según la Ley.
En un principio los escribas eran un grupo laico, pero, dada su apertura a nuevas interpretaciones, muchos de ellos
eran también fariseos o saduceos. Con el tiempo, empero, predominaron los escribas fariseos. Los escribas o
"doctores de la Ley", son la aristocracia intelectual judía, el escriba o "rabí" llega al poder no desde el dinero como
los ancianos o senadores, ni por la sangre o casta como los sacerdotes, sino por su saber, y son conscientes de
eso. Los fariseos-escribas llegaron al Sanedrín y cada vez tuvieron más poder después de la muerte de Herodes el
Grande, año 4 antes de Cristo.
Su formación era en escuelas, la más importante y famosa es la de Jerusalén, después de un ciclo regular de
estudios en varios años, el escriba poseía un sólido conocimiento de todo el Antiguo Testamento, dominaba
plenamente todos los recovecos de la Ley, estaba autorizado para decidir personalmente todas las cuestiones de
leyes y ritos religiosos, era nombrado juez en los procesos criminales y decidía también en los procesos civiles, tenía
derecho a ser llamado "rabbí". Al cumplir 40 años de edad era escriba con plenas atribuciones como "Doctor
graduado".
Su saber los colocaba en los puestos más importantes de la enseñanza, de la administración y de la justicia. Y,
sobre todo los escribas que además eran fariseos, tenían un gran poder porque creaban y trasmitían las
"tradiciones" religiosas que estaban en igualdad y aun por encima de la propia Torá o Ley escrita; tenían el poder de
atar (obligar) y desatar (liberar de obligación) para siempre, a los judíos del mundo entero, en conformidad con lo
mandado por la Ley; en su poder estaban los puestos claves del poder judicial, del poder administrativo, y de la
enseñanza: en general, eran escribas los jueces de todas las ciudades importantes del país.
En las sinagogas, además de ser los jefes, explican e interpretan con autoridad la Escritura, son los jueces y
supervisores de la marcha de la vida diaria; tienen poder en lo judicial, en lo ejecutivo y hasta pueden imponer
castigos de azotes y llegar al destierro.
Dirigían y controlaban la Escuela Superior de Jerusalén, el partido fariseo del Sanedrín estaba compuesto
íntegramente por escribas (en el N.T. el grupo fariseo del Sanedrín es llamado indistintamente "Los fariseos" Mt
21,45 o los "escribas" Lc 20,19). En él cada vez tenían más poder, entre otras cosas porque el Sanedrín era la única
Corte de Justicia o Tribunal Supremo para todos los judíos (Mt 26,57-66; Hch 5,34-40).
El conocimiento del Antiguo Testamento (la exégesis de la Escritura) era decisivo en las sentencias judiciales, y ese
conocimiento era exclusivo de los "escribas-fariseos" del Sanedrín:

 los escritos del Antiguo Testamento estaban redactados en la "lengua sagrada", el hebreo, y ésta lengua sólo
era conocida por los escribas, el Arameo era la lengua del pueblo, aun en el siglo primero, los jefes de los
escribas lucharon para que el Antiguo Testamento no se divulgase en Arameo.
 Eran los únicos que conocían la "tradición oral" que sólo se trasmitía, de palabra del maestro al discípulo.
 Eran los dueños de la tradición "esotérica", es decir de los secretos más ocultos sobre doctrinas, leyes, fórmulas
mágicas religiosas.
Todo esto les daba un gran prestigio ante el pueblo.

El Templo de Jerusalén
Israel fue un Estado teocrático, un Estado en el que lo más importante fue la religión, cuyos dignatarios poseían
máxima autoridad en la mayoría de los casos. El mismo poder político del gobierno judío estaba sometido al poder
religioso, al sacerdocio, especialmente al Sumo Sacerdote. Este ejercía el poder en nombre de Dios, aplicando las
leyes de la Torá y aquellas tradicionales en la religión israelita. Los poderes religioso y político se encontraban
fusionados en la antigua teocracia israelita.
El Templo de Jerusalén, considerado como signo de la presencia de Dios entre los hombres, funcionaba como
centro espiritual del antiguo Israel.
Estaba construido en la parte más visible de la ciudad, sobresaliendo con una torre de 50 m de altura en medio de
una explanada de 480 m de larga por 300 m de ancha, rodeada por un alto muro. Era el templo que Herodes el
Grande empezó a construir de nueva planta. Dominando sobre el resto de la ciudad y recubierto con espesas placas
de oro y mármol blanquísimo, que brillaban refulgentes al sol, y despertaba la admiración de la gente: «Maestro,
¡mira que piedras y que edificios!» (Mc.13,1). Nueve grandes puertas daban acceso al templo, ocho de ellas
recubiertas totalmente de oro y plata, lo mismo que sus montajes y dinteles, y la novena, en bronce de Corintio,
sobrepasaba en valor a las otras decoradas en oro y plata. Abundaban los portones recubiertos de oro y plata, los
candelabros, copas, cadenas y utensilios sagrados, también de oro y plata. Tan grande debe haber sido la riqueza
de oro que había en el templo que, después de la conquista de Jerusalén por los romanos en el 70 después de
Cristo, la oferta de oro fue tan gigantesca que trajo como consecuencia que su precio se redujese a la mitad.
La ampliación, arreglo y decoración del Templo duró unos 84 años (desde el 20 a. C. al 63 d. C.). El Evangelio de
Juan lo indica colocándolo en boca de los dirigentes judíos, hacia el año 27.
Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario, y ¿tú vas a levantarlo en tres días?
Evangelio de Juan 2,20

En todos los años que duró la construcción del Templo, no se interrumpió el culto en ningún momento.
Como lugar de la presencia de Dios, el templo era el centro del poder religioso. Era el único templo que tenían los
judíos de todo el mundo para dar culto a Dios.
El culto era celebrado a diario, por la mañana y otro por la tarde, y además un culto extraordinario en las grandes
festividades religiosas anuales, especialmente tres: Pésaj (Pascua judía), Shavuot (Fiesta de las Primicias)
y Sucot (Fiesta de los Tabernáculos), a las que todo israelita varón, a partir de los trece años, tenía obligación de
acudir (si bien de hecho aquellos que vivían lejos lo hacían sólo para Pésaj).
El Templo de Jerusalén, funcionaba como el principal centro educativo: allí se impartía la ciencia religiosa, teológica
y jurídica del judaísmo. Al Templo, así como también a diversas sinagogas, acudía Jesús a impartir sus enseñanzas.
La presencia de Jesús produjo a veces polémicas con los dirigentes judíos, dado que fue allí donde Jesús también
dio a conocer sus grandes denuncias.

Algunos grupos de la sociedad


Publicanos
Estos eran agentes de aduana o recaudadores de impuestos. En aquel tiempo no eran funcionarios del Estado, sino
comerciantes que adquirían del Estado, en arriendo, el derecho a la recaudación de impuestos. Para ello pagaban
determinada suma de dinero al erario público, quedándose con todo lo que podían sacar por encima de esa suma.
Entre ellos se distinguían dos clases:
Los jefes del sistema de recaudación de impuestos: Eran gente rica, generalmente jefes de las familias de la alta
sociedad de Jerusalén, algunos de ellos miembros del Sanedrín (ancianos o senadores del pueblo).
Los judíos tenían que pagar a los romanos unos impuestos directos y otros indirectos. Estos grandes arrendatarios
de aduanas se responsabilizaban del pago de estos impuestos, luego se reembolsaban esas cantidades con creces,
en ete cobro están respaldados por los romanos.
Arrendaban muchos puestos aduaneros, para cada puesto aduanero señalaban un canon de arriendo que era
preciso entregar. Los ingresos superiores a éste canon se los quedaba el arrendatario como ganancia personal,
llevando esto a la explotación y la estafa.
Los cobradores locales a quienes se les llamaba publicanos.
La mayor parte de los que hacían este trabajo eran pobres o esclavos empleados por una agencia de recaudación
de algún gran arrendatario, a su vez los despedían al menor problema.
Palestina sufría un sistema de impuestos verdaderamente opresivo, había que pagar derechos de aduana y de
peaje a la entrada de los pueblos, en los puentes, los vados, los cruces de caminos. El hostigamiento de los
publicanos era molesto y también muy costoso, pues los recaudadores tenían que exigir una cantidad superior a la
tarifa oficial si querían ganarse la vida. Leví es uno de esos recaudadores o "publicano".
Es de notar también que el pueblo no conocía con certeza la ley romana de impuestos, y tampoco se atrevía a
reclamar, ya que los recaudadores estaban apoyados.
A los ojos de todo sacerdote y fariseo, el publicano era un pecador, pues su profesión era considerada
"contaminante" o "impura" por los escribas o doctores de la ley. Para los judíos el único impuesto legítimo es el que
se pagaba al Templo, por tanto, estos publicanos que cobraban para los romanos, eran también despreciados por la
comunidad.
Por lo general los publicanos eran gente pobre, pertenecían a una clase social tan desfavorecida que tenían que
aceptar este trabajo "deshonroso" para sobrevivir.
Los publicanos jamás eran invitados a comer, no los trataban, estaban despojados de sus derechos civiles: no
podían ser jueces, ni siquiera testigos de un proceso, mucho menos pertenecer a una comunidad de fariseos. Eran,
pues, gente tomada como pecador, marginados, mal pagados y con frecuencia maltratados.

El comportamiento de Jesús con los publicanos


Los evangelios hablan directamente de estos "publicanos", recaudadores y normalmente asocia "publicanos y
pecadores".
Juan el Bautista exige de los recaudadores, como signo de penitencia, el cobro exacto del impuesto fijado: Fueron
también a bautizarse unos recaudadores, que le preguntaron: Maestro ¿qué tenemos que hacer? Él les contestó: No
exijan más de lo que tienen establecido Lc.3,13.
La actuación de Jesús y de sus seguidores, fue sencillamente escandalosa, iban contra toda regla de
comportamiento social y religioso. Son muchos ejemplos que hay de tal situación; cuando llamó al publicano Leví a
ser discípulo íntimo suyo,39 al frecuentar la compañía de publicanos y pecadores y comer con ellos, Leví le ofreció en
su casa un gran banquete, y estaban recostados a la mesa con ellos un gran número de recaudadores y otra
gente (Lc 5,29). Para los piadosos judíos era escandaloso que Jesús y sus seguidores comieran con ellos en la
misma mesa.
Cuando se enfrenta con los fariseos mostrándoles que, salir al encuentro de un pecador, expresa mayor fidelidad al
Dios Santo, que no buscar aislarse para alardear de su propia perfección: «Los fariseos y los letrados de su partido»
(los fariseos que eran escribas) «protestaban diciendo a los discípulos: ¿Se puede saber por qué comen y beben
con recaudadores y pecadores?». Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he
venido a invitar a justos, sino a pecadores, a que se arrepientan» (Lc 5,30-32).
Esta forma de actuar de Jesús, le valió una especie de sobrenombre, más bien una acusación malévola: «¡Vaya
glotón y borracho, amigo de recaudadores y pecadores!» (Mt 11,19).
Más allá todavía, y de un modo desconcertante y provocador dice que los publicanos son preferidos a los sumos
sacerdotes y los senadores del pueblo: «Los recaudadores y las prostitutas se dirigen, en lugar de ustedes, al reino
de Dios» (Mt 21,23-32).

Los Zelotes
Estos eran hombres ardientes, "llenos de celo", de deseos por cumplir la Ley, sobre todo su primer mandato: para
ellos "sólo Dios reina en Israel", y por eso estaban dispuestos a sacrificar hasta la propia vida.
Como ideología o partido no hay documentación cierta de ellos hasta el año 44 después de Cristo. Y todos los
escritos del Nuevo Testamento son posteriores a esa fecha. Su actividad se desarrolló, ciertamente, en el tiempo de
las primeras comunidades cristianas. Los zelotas con su insurrección del año 66 provocaron la represión romana y la
caída de Jerusalén. Algunos autores consideran como zelotas a los galileos que con ocasión del censo de Quirino,
hacia el año 6 después de Cristo, se rebelaron bajo la dirección de Judas el Galileo.
Los zelotas eran fariseos militantes, se puede decir que representaban el ala más radical de los fariseos. Eran
observantes estrictos de la Ley escrita y de la tradición oral más rigurosa, eran fanáticos en su afán por la
instauración del reino de Dios en Israel. Ellos eran los judíos nacionalistas más radicales: ortodoxos e integristas. Su
fanatismo integraba política y religión, y se expresaba con actos de terrorismo dirigido contra los romanos y contra
los judíos que ellos consideran poco religiosos o colaboracionistas. Zelota o fanático es el sobrenombre del apóstol
Simón.
También se consideraban «instrumento» de la venganza de Dios, en relación al culto y al sacerdocio. Quisieron
purificar el Templo de la corrupción y de las injusticias, buscaron purificar el país, contaminado especialmente por la
ocupación romana, recurriendo a la violencia. Ellos negaban la obediencia a todo poder terreno, únicamente
obedecían a Dios y a su Ley.
Los romanos sostenían el principio jurídico de que, con la conquista de un país, sus tierras pasaban a ser propiedad
del Estado (romano), y a la vez les cedía en usufructo a los nativos, exigiéndoles, a cambio, el pago de tributos.
Precisamente la introducción del tributo al César fue la que provocó la rebelión de Judas el Galileo, en el año 6
después de Cristo, cuando los romanos desterraron a Arquelao, hijo de Herodes I el Grande y convirtieron a Judea
en provincia romana.
Para los zelotas, pagar el impuesto a los romanos era incurrir en pecado de idolatría. Como para ellos, la llegada el
Reino dependía de la acción revolucionaria violenta, robaban, sobre todo a los ricos, secuestraban personajes
importantes, y si era preciso llegaban al asesinato. La primera víctima de los zelotas sicarios (llamados así por el
pequeño puñal o "sica" que utilizaban) fue el sumo sacerdote Jonatám, hijo de Hannas.
Para los años 30, los zelotas no formaban un grupo organizado, sólo eran grupos clandestinos, con intereses
sociales precisos, con inspiración religiosa, impacientes de liberar a Israel de la dominación romana. Los romanos
los llamaban "ladrones" y los consideraban simples bandidos, escondidos en las montañas, que aprovechaban las
circunstancias, sobre todo las festividades para sus labores.
Clases sociales
Los ricos
En el aspecto socio-económico, en tiempos de Jesús, había en Palestina estratos sociales opuestos: los ricos y los
pobres.
Los ricos eran pocos en número, pero muy poderosos, conservadores en religión y también en política,
generalmente pertenecían al grupo de los saduceos.
Entre estos ricos poderosos tenemos a Herodes II Antipas, a la muerte, 4 años antes de Cristo, de su padre
Herodes I el Grande, había recibido una parte del reino de éste: Galilea, provincia del Norte, con la capital en
Tiberiades y la Transjordania al Este. Este era un vasallo del emperador romano, que ni siquiera le otorgó el título de
rey. En el año 39 después de Cristo el emperador Tiberio lo destronó y desterró.
Los partidarios de Herodes Antipas, que eran pocos en número, eran llamados herodianos, siempre fueron
enemigos de Jesús.
La plaga de impuestos que Herodes impuso, provocó la venta de tierras y la concentración latifundista en manos de
unos pocos: miembros de la familia real, colaboradores a quienes recompensaba de ese modo, gente adinerada que
invertía su dinero haciéndose con grandes haciendas. Esta concentración de fincas en Galilea fomentaron el
desempleo y la emigración, ya que algunos se fueron a mendigar a Jerusalén, y en parte también, el movimiento
zelota que rechazaba el pago de los impuestos no religiosos.
La mayoría de estos hacendados vivían fuera de sus tierras y dejaban la administración en manos de empleados.
Los jornaleros, gente sin empleos fijos, trabajaban para esas haciendas.
El padre de Herodes Antipas había comenzado la construcción del Templo de Jerusalén, y la prosiguió
generosamente (año 19 a. C.).
Herodes ingresaba anualmente unos diez millones de denarios (1 denario era el salario razonable de un día). Poseía
cantidad de mansiones; para confiscar y apoderarse de los bienes que le apetecían no retrocedía ni ante el
asesinato. Este Herodes es el que mando decapitar a Juan el Bautista en la cárcel.
Jesús mostró que no le temía, rechazó todo trato con él y, alertó a sus discípulos sobre la maldad que en él se
ocultaba.54
Los sacerdotes jefes de familia eran integrantes de la aristocracia de Jerusalén, eran entre 15 y 17 familias, gente
muy enriquecida con los grandes ingresos y poder que producía una religiosidad y culto montados en relación al
Templo, eran los principales administradores del tesoro, y esta administración llevaba un dominio usufructual, pues
se aprovechaban de todas sus rentas.
Las familias de los sumos sacerdotes se contaban entre las más ricas del país.
Los grandes comerciantes y terratenientes eran normalmente saduceos como los jefes sacerdotes, varios de ellos
eran ancianos, miembros del Sanedrín.

Los pobres
La mayor parte de la población eran gente pobre: Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en las
sinagogas, proclamando la buena noticia del reino y curando toda dolencia y enfermedad. Viendo el gentío, le dio
lástima de ellos porque andaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor (Mt 9,35-36). Entre ésta gente se
encontraban:
Los jornaleros, asalariados que ganaban el sustento con el trabajo, se les pagaba por días y el abono era diario,
trabajaban de sol a sol por un denario y la comida.
Los escribas no tenían un oficio ni ejercían el comercio, como la enseñanza de la Ley debía ser gratuita estos
escribas eran generalmente pobres y vivían de las ayudas que recibían de sus admiradores y seguidores de la
hospitalidad espontánea que les ofrecían, de las invitaciones a tomar parte en los banquetes celebrados en otras
casas.
Había fariseos pobres, pero con cabeza de rico: "amigos del dinero" los llama el evangelio, y escribas parásitos
que se aprovechaban de la hospitalidad de las personas económicamente modestas: que se comen los bienes de
las ciudad con pretexto de largos rezos (Mc 12,40).
Los esclavos, la mayoría de ellos estaban en el palacio de Herodes, venían a ser como criados domésticos no
libres. Los judíos sólo podían ser esclavos durante seis años, y si el dueño no era judío, el esclavo debía ser
rescatado por sus parientes. El servicio de esclavo no era considerado deshonroso, inclusive, el jornalero vivía
mucho más inseguro que el esclavo.
El Templo no tenía esclavos, en el campo casi no había y en la ciudad eran pocos.
Los mendigos, eran los que no trabajaban y no podían trabajar: Se le acercó un gran gentío llevándole cojos,
ciegos, lisiados, sordomudos y otros muchos enfermos (Mt 15,29). Jerusalén era ya en tiempos de Jesús un centro
de mendicidad. Los mendigos se concentraban en torno al Templo, en las puertas exteriores de la explanada, en el
atrio de los paganos y vivían de la limosna de gente piadosa. La limosna era una de las tres prácticas fundamentales
de la piedad judía, junto con la oración y el ayuno.
" Am ha' aretz= pueblo de la tierra". Eran campesinos, considerados por los sacerdotes como ignorantes de la ley
e incapaces de cumplirla, sobre todo la ley del sábado, la pureza ritual y el pago de los impuestos.
La clase media apenas existía y sólo había en Jerusalén, pertenecían a ella pequeños comerciantes, artesanos
propietarios de sus talleres, y los dueños de las hospederías de Jerusalén.

Jesús enfrenta a los ricos


Jesús desenmascaró el poder alienante que se encierra en las riquezas, para él, las cosas materiales son buenas,
necesarias y debemos disfrutarlas como regalo de Dios, por eso Jesús condena tan duramente a los ricos y
reprocha a los que acaparan y poseen más de lo que necesitan para vivir. Los evangelios traen muestras de las
llamadas de atención que hace a todos:

 No pueden servir a Dios y al dinero (Mt 6,24)


 No amontonen riquezas en la tierra... Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón (Mt 6,19-21).
 Guárdense de toda codicia, que, aunque uno tenga de sobra, la vida no depende de los bienes (Lc 12,15-21).
 Pero, ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! (Lc 6,24).
 La raíz de todos los males es el amor al dinero (1Tim 6,10).
 El que amontona riquezas para sí no es rico para Dios, sino insensato, necio: ha malgastado su vida (Lc 12,31-
34).
 ¡Con que dificultad van a entrar en el Reino de Dios los que tienen dinero! (Mc 10,17-27).
 Pero las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden,
ahogan el mensaje y se queda estéril (Mc 4,19).
 En cambio, busquen que él reine y eso se les dará por añadidura. Tranquilícense, rebaño pequeño, que es
decisión de su Padre reinar de hecho sobre ustedes. Vendan sus bienes y denlo en limosnas; háganse bolsas
que no se estropeen, un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acercan los ladrones ni hecha a perder la
polilla. Porque donde tengan su riqueza tendrán el corazón (Lc 10,17-27).
 Una cosa te falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza; y, anda sígueme a
mí. A estas palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido, pues tenía muchas posesiones (Mc 10,21-
22).
 En vida te tocó a ti lo bueno y a Lázaro lo malo; por eso ahora él encuentra consuelo y tú padeces (Lc 16,19-31).
 Gánense amigos dejando el dinero injusto: así, cuando esto acabe, los recibirán en las moradas eternas (Lc
16,9-11).
 ¡Que bien echan a un lado el mandamiento de Dios para plantar su tradición! (Mc 7,8-13).
 Pagan el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda verdura, y pasan por alto la justicia y el amor de Dios
(Lc 11,41-42).
 Esto es "Limpiar por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están repletos de robos y maldades" (Lc 11,39).

Trato a la mujer
La situación social de Palestina es patriarcal. La familia hebrea es una familia grande, amplia. La poligamia sigue
siendo lícita, aunque no esté más que al alcance de los que tienen suficientes medios económicos. Y en la casa de
familia viven la esposa principal y las secundarias, los hijos e hijas de todas, juntamente con los criados y criadas,
esclavos y esclavas.

Sociedad Patriarcal
A la familia se le llama "casa del padre". Él padre gobierna en ella como señor absoluto. Él es el dueño responsable
de los bienes de la familia. Los hijos varones son sus herederos. Las hijas aumentan el patrimonio con el precio que
los pretendientes pagan al padre al comprarlas.
Él es el único que tiene derecho de disponer, dar órdenes, castigar, pronunciar oraciones, sobre todo la bendición de
la mesa, ofrecer los sacrificios. También él, es el maestro de sus hijos.
Como madre, la mujer era respetada y reverenciada, porque los hijos son regalo y bendición de Dios. Por sus hijos,
en especial y sobre todo por los varones, es bendecida la mujer, ya que las mujeres no se consideraban a la altura
de los hombres. Por ello tenían menos derechos.

Mujer diferente al varón


La mujer judía de Palestina, en tiempos de Jesús era considerada inferior al varón por tener menos ventajas que él.
Existía una expresión, como fórmula, que se repetía con frecuencia; "Mujeres, esclavos (paganos) y niños".
Como el esclavo no judío y el niño menor de edad (13 años), la mujer se debía por completo a su dueño: al padre si
era soltera, al marido, si era casada; al cuñado si era viuda sin hijo (Dt 25,5-10). Si la mujer era soltera estaba bajo la
tutela de su padre cuando ésta tenía doce años y era considerada menor: solo él tenía autoridad para casarla. Pero
como el padre tenía la autoridad para casar a la hija antes de su llegada a la mayoría de edad, éste podía hacerlo
sólo en la edad en que la hija podía dar su consentimiento explícito y decidir a quién quiere como esposo.
Tiene prohibido el hombre casar a su hija cuando es menor hasta que crezca y diga 'a fulano yo quiero'
(Talmud Babilónico, Tratado de Kidushin 81b).

En ese tiempo, el marido es el dueño de la mujer, y ésta no puede disponer ni de los ingresos de su trabajo, ni de lo
que se encuentra.
La pobreza de las mujeres aparece en el relato de la viuda pobre que "ha echado todo lo que tenía para vivir" al
tesoro del Templo. Y "todo lo que tenía para vivir " eran "unos centavos" (Mc 12,41-44).

El culto religioso
La religión judía era una religión de varones. En el templo y en la sinagoga varones y mujeres estaban
rigurosamente separados, y las mujeres siempre en lugares inferiores, secundarios. Sólo se celebraba el culto en la
sinagoga si había al menos diez hombres, no contaban las mujeres, por muchas que estuviesen presentes.
Las mujeres estaban exentas de peregrinar a Jerusalén en las grandes fiestas del año, que obligaban a los varones
y de otras prácticas religiosas. Ni siquiera eran aptas, en la sociedad patriarcal, para pronunciar la acción de gracias
en la mesa, en las comidas. Pero sí estaban obligadas a cumplir con todas las prohibiciones de la Ley religiosa,
sometidas también a todo rigor de la legislación civil y penal, comprendida la pena de muerte (ver Jn. 8,1-5).
La conciencia de la superioridad religiosa masculina estaba muy extendida en tiempos de Jesús y de las primeras
comunidades cristianas, no sólo entre los judíos, sino también entre griegos y romanos. Por ejemplo, el hombre
griego estaba agradecido a los dioses por la suerte de haber nacido humano y no bestia, griego y no bárbaro, libre y
no esclavo, hombre y no mujer.
Entre los judíos corría un dicho: "Bien aventurado aquel cuyos hijos son varones, y ¡ay! de aquel cuyos hijos son
hembras".
En la oración que los judíos del siglo I y II d. C. hacían en la sinagoga, por tres veces el hombre judío agradece a
Dios por el hecho de que no lo creara pagano, esclavo o mujer, poniendo énfasis en su privilegio religioso. Así lo
dice este comentario del siglo II:
Rabbí Yehudá dice: deben decirse tres plegarias cada día:

 Bendito sea Dios que no me ha hecho pagano


 Bendito sea Dios que no me ha hecho mujer
 Bendito sea Dios que no me ha hecho ignorante

Bendito sea Dios que no me ha hecho pagano: porque todas las naciones son como nada ante él. (Is 40,17). Bendito
sea Dios que no me ha hecho mujer: porque la mujer no está obligada a cumplir los mandamientos. Bendito sea
Dios que no me ha hecho ignorante: porque el ignorante no se avergüenza de pecar.
En la lengua en que fue escrito el Antiguo Testamento, el hebreo, las palabras piadoso (hasid), justo (saddiq) y santo
(qados) no tienen femenino.

Ignorancia
La mujer no recibía instrucción religiosa, se suponía que era incapaz de comprenderla. Las escuelas eran sólo para
varones, los maestros (escribas) no tenían "discípulas".
Además la mujer no podía ser testigo en un tribunal, ni siquiera como testigo de cargo de acusación. Apoyándose en
Gn 18,11-15, consideraban que su testimonio carecía de valor por su inclinación a la mentira.

Reglas de educación
Sobre todo en las ciudades y en las familias más acomodadas, la mujer permanece en casa, en el gineceo (la parte
destinada a las mujeres), y sólo puede mostrarse en público con la cara tapada, cubierta con dos velos atados a la
cabeza para que no se puedan distinguir los rasgos de su rostro.
La peor parte la llevaban las jóvenes solteras, según aquello del Eclesiástico: "Una hija es un tesoro engañoso para
su padre, le quita el sueño por la preocupación... Que su habitación no tenga ventana... Que no muestre su belleza
ante cualquier hombre" Eclo 42,9-12).
Las reglas de educación prohibían:

 encontrarse a solas con una mujer, sobre todo si era casada


 mirar una mujer casada e incluso saludarla
 hablar con una mujer en la calle
Una mujer no debía estar sola en el campo, y no era normal que un hombre conversara con una extraña. (Jn. 4,27).
La esposa o las hijas tienen el deber de lavar al padre la cara, las manos y los pies. Pero el judío varón no puede
exigir esto a otro varón, ni siquiera de un esclavo judío; solamente de un esclavo no judío. De ahí la importancia de
la acción y actitud de Jesús, y la explicación, por lo menos parcial, de la reacción de Pedro (Jn 13,3-17)

Tabú - tentación - peligro


Las mujeres eran consideradas "impuras" durante el tiempo de la menstruación y no se le podía tocar siquiera.
Después de parir, tenían que ofrecer un sacrificio en el templo para ser "purificadas" (Lc 2,22 y Lv 12,11-8). Por
supuesto que esta purificación no tiene nada que ver con la impureza moral (con un pecado) que hubiera cometido
la madre. Era como una especie de "tabú".
Si la mujer casada pregunta alguna cosa, hay que responderle lo más brevemente posible: "Con una mujer casada
no comas ni te sientes con ella a beber, porque te arrastrará el corazón y dará con tu vida en la fosa" (Eclo 9,9).
Cuando hay huéspedes en la casa, las mujeres no toman parte en el banquete, ni siquiera podían servir la comida
(sólo toman parte el sábado y en el banquete de Pascua). Se temía que escuchasen las conversaciones y no fuesen
discretas.

Divorcio, derecho del marido


Sólo el marido tenía derecho a romper el matrimonio exigiendo el divorcio, era un derecho arbitrario y caprichoso:

 Si una mujer salía a la calle sin cubrirse la cabeza y la cara, ofendía hasta tal punto las buenas costumbres que
su marido tenía el derecho, incluso el deber (religioso), de echarla de la casa y divorciarse de ella, sin estar
obligado a pagarle la suma acordada en el contrato matrimonial.
 Una mujer que pierde su tiempo en la calle, hablando con unos y otros, o que se pone a hilar en la puerta de su
casa, puede ser repudiada por su marido, sin compensación económica alguna.
 Incluso, cuando la esposa había dejado que se quemara la comida (según el rabí Hillel), podía ser repudiada
con el divorcio.
 Otro motivo podía ser que el marido descubriera algo torpe en su mujer, sobre todo para buscar luego una más
joven y adquirirla.
Sólo el hombre podía tener varias mujeres, y la esposa debía tolerar la existencia de concubinas junto a ella, en su
misma casa. Por supuesto que esto era un privilegio de los ricos.
Si la novia tenía relaciones con otro hombre era considerada como adúltera, y podía ser castigada con la muerte a
pedradas (lapidación); para la adúltera casada se reservaba el castigo de la estrangulación.
Para el varón no había castigo. En la mujer no veían más que superficialidad, sexo, peligro y trataban de guardarse
de ella.

Comportamiento de Jesús hacia la mujer


Los primeros seguidores de Jesús fueron judíos, hombres y mujeres, estaban invitados todos sin miramientos de
vida, no importaba si eran pecadores, prostitutas o publicanos, nadie está excluido al llamado del Reino de Dios.
La afirmación de Jesús: Pero todos, aunque sean primeros, serán últimos, y esos últimos serán primeros, Mc.10,31,
se aplica también a las mujeres y a su situación de inferioridad en las estructuras dominadas por los varones, en las
estructuras patriarcales.
Jesús de Nazaret con su comportamiento en la vida diaria se alzó contra el sistema socio-religioso, dominante y
opresivo para la mujer. Pero Él con su actuación concreta, da a la mujer su lugar en la vida social y religiosa.
Para Jesús la mujer tiene la misma dignidad, categoría y derechos que el varón, por eso, abiertamente rechaza las
leyes y costumbres discriminatorias que menoscaban esa dignidad, categoría y derechos, arrisegando en ello su
prestigio y su vida.
Jesús con la mujer samaritana

En este cuadro se representa a Jesús y la mujer samaritana. Era inconcebible que una mujer pudiese estar a solas con un
hombre, sin embargo, Jesús de Nazaret da igual valor al varón y la mujer. Sus discípulos quedan extrañados ante el encuentro
de su maestro y la mujer de Samaría. Óleo de Michel angeló Anselmi (c. 1550).

En el campo, a solas, conversa con una mujer samaritana, extranjera idólatra y maldita para todo judío fiel (Jn.4,4-
42). Es él quien saca conversación y sabiendo que es una mujer conocida públicamente por su mala vida, le pide un
favor; conversa largamente con ella y no superficialmente. En aquel momento llegaron sus discípulos y se quedaron
extrañados de que hablase con una mujer, aunque ninguno le preguntó de que discutían o por que hablaba con
ella Jn.4,27.
Jesús mantiene amistad humana, sostenida y profunda, públicamente, con algunas mujeres, judías por supuesto,
por ejemplo, con Marta y María (Lc 10,38-42; Jn 11,5.33; Jn 12,1-8).
Además, tiene discípulas; Después de esto fue caminando de pueblo en pueblo y de aldea en aldea proclamando la
buena noticia del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus
y enfermedades: María Magdalena, de la que había echado siete demonios; Juana, la mujer de Cusa, administrador
de Herodes: Susana, y otras muchas que le ayudaban con sus bienes Lc 8,1-3.
Para las primeras comunidades, el auténtico discípulo cristiano, es el que escucha y cumple la palabra de Jesús, por
los textos en los que encontramos esta afirmación, dicha nada menos que en relación a su madre: Todavía estaba
hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo
avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo. Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién
es mi madre y quienes mis hermanos? y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: Aquí están mi madre y mis
hermanos: porque cualquiera que pone por obra el designio de mi Padre del cielo, ése es hermano mío y hermana y
madre Mt 12,46-50.
Según Jesús, el círculo de discípulos que le rodean son su verdadera familia.
En el grupo de mujeres que siguen a Jesús hay a quien "había curado de malos espíritus", significa que eran
sospechosas de estar dominadas por fuerzas del mal, entre ellas María Magdalena "de la que había echado siete
demonios". También había mujeres casadas como Juana, esposa de un hombre público importante, que también a
su vez seguía a Jesús, había quienes le ayudaban con sus bienes, lo que significa que tendrían cierta libertad y
autonomía económica, cosa que sólo podía darse en el caso de aquella mujer que fuese viuda.
Se concluye que a Jesús lo acompañaban solteras de no muy buena fama, viudas y casadas, mujeres tan
entusiastas que abandonaban casa y familia para seguirlo, algo inaudito para entonces, poco edificante y hasta
peligroso, pues era contra las "buenas costumbres" de aquel tiempo.
Estas mujeres, galileas en su mayoría, discípulas de Jesús, son representadas en lo evangelios como las únicas que
fieles a Él, permanecieron en Jerusalén durante su ejecución y entierro, arriesgando su seguridad y su vida. Cuando
Jesús agonizaba en la cruz: Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas María Magdalena, María,
la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que cuando él estaba en Galilea lo seguían y lo atendían; y
además otras muchas que habían subido con él a Jerusalén Mc.15,40-41.
Las mujeres son presentadas como las verdaderas discípulas de Jesús que han abandonado todo y le han seguido
en el camino incluso en su amargo final en la cruz, mientras que los varones, seguidores de él, lo abandonaron y
dejaron solo.
Otros casos de Jesús y las mujeres
Los evangelios de Marcos y Mateo nos cuentan que una mujer es la vocera de la apertura a los paganos: Se marchó
de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa, no queriendo que nadie lo supiera, pero no pudo pasar
inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró, fue enseguida a buscarlo y se
le echó a los pies. La mujer era pagana, una siria de Fenicia, y le rogaba que echara al demonio de su hija: Él le dijo:
Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perritos. Le replicó
ella: Cierto Señor, pero también los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños. Él le
contestó: Anda, vete, que por eso que has dicho el demonio ha salido de tu hija. Al llegar a su casa, se encontró a la
niña echada en la cama; el demonio se había marchado Mc 7,24-30.
Aquí se muestra nada menos que una mujer pagana que retomando la imagen de los "perritos debajo de la mesa",
aprovecha contra Jesús de su misericordia, no sólo para los judíos, sino también para los paganos, hombres y
mujeres.
Respecto al matrimonio, las decisiones que toma Jesús al respecto, representan una novedad sin precedentes, que
va contra las estructuras patriarcales judías del matrimonio.
Jesus rechaza el matrimonio patriarcal, (Mc 10,6-9), se observa en ésta pregunta:
"¿Le está permitido a un hombre despedir a su mujer?, presupone el matrimonio patriarcal judío que permite sólo
al hombre repudiar a su mujer. El divorcio permitido por Moisés, les explica Jesús, no es más que una consecuencia
de la mentalidad y la actitud patriarcal, Dios entrega a la mujer al poder del hombre para construir su casa y línea
familiar. Es el hombre el que "dejara a su padre y a su madre" (cortara los lazos con su propia familia patriarcal) se
unirá a su mujer y serán los dos un solo ser" (es la asociación igualitaria de hombre y mujer en el matrimonio, y
esto porque Dios los ha creado iguales). "Luego lo que Dios ha unido, un hombre no lo separe".
Jesús se arriesga en defensa de la mujer, Un fariseo lo invitó a comer con él. Jesús entró en casa del fariseo y se
recostó a la mesa. En esto una mujer, conocida como pecadora en la ciudad, al enterarse que comía en casa del
fariseo, llegó con un frasco de perfume; se colocó detrás de él junto a sus pies llorando y empezó a regarle los pies
con sus lágrimas; se los secaba con el pelo, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo
que lo había invitado dijo para sí mismo: Este, si fuera profeta, sabría quién es y qué clase de mujer la que lo está
tocando: una pecadora
Jesús tomó la palabra y le dijo: Simón, tengo algo que decirte: Él le respondió: dímelo Maestro. Un prestamista tenía
dos deudores: uno le debía quinientas monedas y el otro cincuenta, como no tenían con que pagar, se los perdonó a
los dos. ¿Cuál de los dos le estará más agradecido?, Simón le contestó: supongo que aquel a quien le perdono más.
Jesús dijo: has acertadoLc 7,36-48.
En público Jesús perdona a la pecadora arrepentida, dejándose besar, acariciar y ungir por ella. Esto era
inconcebible y escandaloso para cualquier fariseo, y Jesús defiende a esa mujer, y la antepone, en su propia casa,
al señor respetable y piadoso que lo había invitado a comer.
Escandalizados, los fariseos, acusarán siempre a Jesús de mezclarse con publicanos y pecadores: "Este acoge a
los pecadores y come con ellos" Lc.15,2. "¿Se puede saber por qué come su maestro con recaudadores y
pecadores?", preguntarán los fariseos a los discípulos de Jesús Mt.9,11. Y él se atreve a decir en público que "los
publicanos y las prostitutas se dirigen en lugar de ustedes al reino de Dios" Mt 21,31.
También defiende con riesgo de su propia vida a una mujer sorprendida en adulterio. Al amanecer se presentó de
nuevo en el templo; acudió el pueblo en masa; se sentó y se puso a enseñarles. Letrados y fariseos le llevaron una
mujer sorprendida en adulterio, la pusieron en medio y le preguntaron: Maestro, a esta mujer la han sorprendido en
flagrante adulterio; la ley de Moisés nos manda apedrear a tales mujeres; ¿tú qué dices? Le preguntaban esto con
mala idea, para tener de que acusarlo. Jesús se inclinó y se puso a hacer dibujos con el dedo en la tierra. Como
insistían en la pregunta, se incorporó y les dijo: el que no tenga pecado, que tire la primera piedra Mt 8,2-11.
Jesús reconoce que la mujer ha pecado, y pregunta dónde están sus acusadores, pero él no la condena, al
contrario, le dice: "Vete y en adelante no peques más".
En los adulterios sólo se ven implicadas las mujeres y no lo varones, quienes hacen justicia apedreándolas, Jesús la
defiende y esa defensa la hace con riesgo de su propia vida, ya que, al hacerlo viola claramente un precepto legal.
En otro momento falta a la ley del sábado devolviéndole la salud a una mujer que llevaba 18 años enferma, y la
defiende contra el jefe de la sinagoga: Un sábado enseñaba en la sinagoga. Había allí una mujer que desde hacía
dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu y andaba encorvada, sin poderse enderezar del todo. Al
verla, la llamó Jesús y le dijo: mujer, quedas libre de tu enfermedad, y le aplicó las manos. En el acto se puso
derecha y empezó a alabar a Dios. Intervino el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado,
y le dijo a la gente: hay seis días de trabajo; vengan esos días a que los curen, y no los sábados. Pero el Señor,
dirigiéndose a él, dijo: Hipócritas: cualquiera de ustedes ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a
abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta que es hija de Abraham, y que Satanás ató hace ya dieciocho años, ¿no
había que soltarla de su cadena en sábado? Lc 13,10-17.
En una oportunidad se muestra que Jesús prefiere la generosidad de la mujer pobre a la de los ricos y esto lo
contrapone públicamente, es la generosidad sincera y total de una "pobre viuda", contra la hipocresía de los
ricos. Alzando los ojos vio a los ricos que echaban sus donativos en la caja del templo; vio también a una viuda
necesitada que echaba unos centavos, y dijo: esta viuda, que es pobre, ha echado como donativo más que nadie, se
lo aseguró, porque todos esos han echado como donativo de lo que les sobra, mientras ella ha echado lo que le
hace falta, todo lo que tenía para vivir Lc 21,1-4.
Utiliza también a una viuda como modelo para la oración. Para explicarles que tenían que orar siempre y no
desanimarse, les propuso esta parábola: En una ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre.
En la misma ciudad había una viuda que iba a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario». Por bastante tiempo
no quiso, pero después pensó: Yo no temo a Dios ni respeto hombre, pero esa viuda me está amargando la vida; le
voy a hacer justicia para que no venga a reventarme sin parar Lc.18,1-8.
Otros datos importantes e interesantes respecto de Jesús y la mujer, serían las resurrecciones que hace y es de
tomar en cuenta, por amistad hacia las hermanas de Lázaro (Jn 11,1-44), por compasión a la viuda de Naim que
queda sola (Lc 7,14), y también la hija de Jairo que se trata de una muchacha y además casadera. (Mc 5,41; Lc
8,54).

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