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MELANIE KLEIN

Teoría

Melanie Klein amplió y desarrolló la interpretación de Freud acerca de la mente inconsciente. A


través del análisis de juegos infantiles, así como Freud había analizado los sueños, Klein exploró el
territorio desconocido de la mente del niño pequeño, donde encontró un complejo de Edipo temprano
y las raíces originarias del superego.

La interpretación que Klein realizó de los temores más profundos del niño y sus defensas contra ellos
le permitió realizar originales aportes teóricos al psicoanálisis. Entre ellos se destacan la ‘posición
esquizoparanoide’ y la ‘posición depresiva', con las que fundamentó el efectos de tales estados
mentales primitivos en el ser adulto. Las innovadoras teorías de Klein fueron adoptadas y
desarrolladas por sucesivas generaciones de psicoanalistas. A continuación se presenta una
selección de los conceptos desarrollados por Klein y sus seguidores.

Las definiciones corresponden al diccionario sobre el pensamiento kleiniano intitulado The New
Dictionary of Kleinian Thought [Nuevo diccionario del pensamiento kleiniano] cuyos autores son
Elizabeth Bott Spillius, Jane Milton, Penelope Garvey, Cyril Couve y Deborah Steiner (Routledge,
2011).

Posición depresiva

La 'posición depresiva' es una constelación mental que Klein define como esencial en el desarrollo de
un niño y que normalmente se experimenta por primera vez alrededor de la mitad del primer año de
vida.

En el curso de la niñez temprana e intermitentemente durante la adultez se retorna a la posición


depresiva. En estos sucesivos pasajes se producen nuevas y más refinadas elaboraciones de la
misma. Es fundamental darse cuenta de la existencia de fantasías y sentimientos de odio en relación
con el objeto amado, prototípicamente la madre. Anteriormente se veían como dos objetos parciales
separados; ideal y amado, y perseguidor y odiado. En el periodo anterior (posición esquizoparanoide)
la principal ansiedad refería a la supervivencia del yo. En la posición depresiva la ansiedad también
se siente por el objeto.

Cuando se puede soportar la confluencia de las figuras amadas y odiadas, la ansiedad comienza a
focalizarse en el bienestar y la supervivencia del otro como objeto total, dando lugar, con el tiempo, a
la culpa con cargo de conciencia y a la tristeza conmovedora, vinculadas a un acrecentamiento del
amor. El anhelo de lo que se ha perdido o dañado con el odio viene acompañado de un impulso por
reparar las cosas. Y en la medida que aumentan las capacidades del ego, el mundo se percibe de
una manera más rica y realista. Disminuye el control omnipotente sobre el objeto, que ahora se
siente más real y separado. La maduración, por tanto, está íntimamente ligada a la pérdida y el
duelo. El reconocimiento del otro como algo separado del yo implica la aceptación de otras relaciones
que tiene el objeto, aparte de la que mantiene con uno mismo. Por tanto, ser consciente de la
situación edípica acompaña inevitablemente la posición depresiva. El dolor y la ansiedad depresiva
emergentes son contrarrestados por defensas maníacas y obsesivas y por una retirada a la escisión
y paranoia de la posición esquizoparanoide. Las defensas pueden ser pasajeras o volverse
rígidamente estables, lo cual impide el enfrentar y elaborar la posición depresiva.
La expresión 'posición depresiva' se usa de diferentes maneras que a su vez se relacionan entre sí.
Puede hacer referencia a la experiencia infantil de esta integración del desarrollo, y en modo más
general, a la experiencia en cualquier etapa de la vida de la culpa y la pena profunda relacionada con
ataques de odio y con el estado dañado de objetos externos e internos. El nivel del sentimiento
catastrófico varía en una escala que va desde el duelo normal por la pérdida hasta la depresión
severa. La expresión también se aplica de manera genérica para hacer referencia al “funcionamiento
de posición depresiva”, donde se entiende que el individuo puede asumir responsabilidad personal y
percibirse a sí mismo y al otro separadamente.

Envidia

La definición de envidia utilizada por Klein se refiere al sentimiento de enojo con otra persona que
posee y disfruta de algo deseable, a menudo acompañado por un impulso de tomarlo para sí o
arruinarlo. En los trabajos contemporáneos también se ve a la envidia como una aflicción dolorosa.
Para Klein, los impulsos de la envidia, cuya naturaleza es oral-sádica y anal-sádica, se dan desde el
inicio de la vida, y en principio están dirigidos contra el pecho que alimenta y después contra el coito
parental. Klein considera a la envidia como una manifestación de destructividad primaria, hasta un
cierto grado con base constitutiva, y que empeora con la adversidad. El ataque sobre los objetos
buenos lleva a confundir lo bueno y lo malo, y provoca dificultades con la integración de la posición
depresiva. La envidia acentúa la persecución y la culpa. Con el tiempo, Klein terminó considerando a
la gratitud como una expresión de amor y por ende de impulso de vida, y como la antítesis de la
envidia.

Objetos internos

El significado esencial de la expresión 'objeto interno' se refiere a la imagen mental y emotiva de un


objeto externo que se ha incluido dentro del yo. El carácter del objeto interno se matiza con aspectos
del yo que se han proyectado en el mismo. A lo largo de la vida, se sucede una compleja interacción
entre el mundo de las figuras internalizadas y los objetos del mundo real (que obviamente también
están en la mente) a través de ciclos repetidos de proyección e introyección. Los objetos internos
más importantes son los que derivan de los padres, en particular de la madre o del pecho en el que el
recién nacido proyecta los aspectos relativos a su amor (pulsión de vida) o su odio (pulsión de
muerte). Se considera que, al ser llevados al yo, estos objetos son experimentados por el niño en
forma concreta como algo físicamente presente en el cuerpo, que es causante de placer (pecho
objeto parcial interno bueno) o de dolor (pecho objeto parcial interno malo). La visión del niño de la
motivación de estos objetos está basada en parte en la percepción precisa que el niño tiene del
objeto externo, y en parte en los deseos y sentimientos que el niño ha proyectado dentro de los
objetos externos: un deseo malévolo de causar daño en el objeto malo, y un deseo benévolo de
causar placer en el objeto bueno.

Los objetos internos se experimentan como relacionándose entre sí dentro del yo. Permiten el
identificarse con ellos y asimilarlos, y pueden sentirse como separados del yo aunque existiendo
dentro de él. Para la teoría kleiniana, el estado del objeto interno es de suma importancia para el
desarrollo y la salud mental del individuo. La introyección de un objeto bueno estable y la
identificación con el mismo son cruciales en relación con la capacidad del ego para integrar diversos
aspectos de si mismo y de sus experiencias. Los objetos internos dañados o muertos provocan una
enorme ansiedad y pueden llevar a la desintegración de la personalidad, en tanto que los objetos que
se consideran en estado bueno promueven la confianza y el bienestar.

Los objetos internos pueden existir en varios niveles. Pueden ser más o menos inconscientes y más
o menos primitivos. Los objetos internos infantiles son experimentados inicialmente de forma
concreta dentro del cuerpo y de la mente y constituyen un nivel primario de la psiquis del adulto, y
agregan fuerza e influencia emocional a las percepciones, sentimientos y pensamientos posteriores.
Los objetos internos pueden ser representados frente al yo en sueños y en fantasías, así como
también en el lenguaje.

Los objetos internos plantean una conceptualización confusa en la medida que son descritos tanto
desde perspectivas metapsicológicas como fenomenológicas. Desde el punto de vista
metapsicológico, los primeros objetos internos son, en parte, una creación de las pulsiones de vida y
de muerte, que pueden afectar la estructura del yo y constituyen la base del super YO. Desde el
punto de vista fenomenológico, son el contenido de la fantasía (inconsciente), teniendo estas efectos
reales.

La conceptualización de objetos internos está inextricablemente ligada a la teoría kleiniana de las


pulsiones de vida y de muerte, a sus ideas acerca de la fantasía inconsciente, y a sus teorías sobre
el pasaje de la posición esquizoparanoide a la posición depresiva, lo que implica un cambio de
funcionamiento del objeto parcial al objeto total. Esto implica que no existe una definición única que
abarque este concepto.

Técnica kleiniana

La técnica es un conjunto de procedimientos indicados para el analista y el paciente que están


diseñados con el fin de contribuir a hacer consciente al inconsciente. Se da particular importancia a la
constancia en cuanto a la regularidad del encuadre, los límites temporales y la frecuencia de las
sesiones, conjuntamente con el hecho de que el analista mantenga una actitud mental receptiva y a
la vez perspicaz.

En toda su obra, Klein deja en claro que su trabajo, incluida su particular técnica, está basado en la
obra de Freud, quien describió su método esencial con pacientes adultos consistente en cinco o seis
sesiones semanales, y el uso del diván y la asociación libre. Esto implica transmitir oralmente al
analista, de la mejor manera posible, lo que se piensa y se siente, sin censuras. Su indicación
complementaria a los analistas es que se debe mantener una 'atención libremente flotante', evitando
buscar en el material del paciente lo que se espera encontrar (Freud, 1912).

Klein resalta el concepto freudiano de transferencia, en relación con el analista, que hace referencia a
la expresión consciente e inconsciente de experiencias, relaciones, pensamientos, fantasías y
sentimientos pasados y actuales, tanto positivos como negativos. Hace especial hincapié en el
significado de la transferencia negativa, a la que considera posible de elaborar siempre que la misma
sea reconocida y comprendida por el analista. También subraya el rol en la transferencia de la
'situación total' de las experiencias pasadas y actuales del paciente. Al igual que Freud, resalta la
importancia de las defensas del paciente contra el reconocimiento de la realidad psíquica, y destaca
la ansiedad del paciente como el punto de partida para la comprensión, por parte del analista, de las
fantasías inconscientes del paciente, en la medida que considera la interpretación que hace el
analista como la principal herramienta en la terapia analítica.

Aunque en términos generales Klein comparte con Freud su idea de las pulsiones de vida y de
muerte, su enfoque técnico está más enfocado en el contenido específico de pulsiones instintivas que
en la conceptualización abstracta de las mismas. La observación clínica constituye el punto de
partida de Klein y es ese su don especial. En su trabajo, la observación y las ideas interactúan entre
sí para generar nuevas observaciones y ampliar teorías. Por ende, para Klein, la técnica y el
contenido clínico están estrechamente vinculados y son interactivos, por lo que no intenta describir la
técnica en términos puramente abstractos sin un contenido clínico que la acompañe.
Contemporáneamente y a partir del trabajo de Klein se ha avanzado en el desarrollo de la técnica por
parte de Strachey, Racker, Rosenfeld, Bion, Segal, Joseph y otros, dando lugar a dos tipos
principales de cambio. En primer lugar, está la concentración aumentada sobre la relación analista-
paciente en tanto principal fuente de información acerca del paciente, contrastando con la visión
anterior del paciente como una entidad aislada que podía ser observada desde una perspectiva
exterior 'objetiva'. En segundo lugar, y en oposición a Freud y Klein, se ha promovido la posición de
que la contratransferencia del analista puede ser, bajo determinadas circunstancias, una útil fuente
de información acerca del paciente. Estas dos tendencias de cambio en la técnica son las principales
entre otros cambios menos importantes propuestos, incluidas numerosas distinciones terminológicas
de utilidad.

Complejo de Edipo

El complejo de Edipo según Freud, que se destaca entre las edades de 3 y 5 años, implica fantasías
desiderativas acerca de la muerte del progenitor del mismo sexo y la usurpación del rol de éste
dentro de la pareja. También son de importancia las formas inversas. El temor a la castración del
niño por parte de un padre vengativo y el temor a la pérdida de amor de la niña llevan al abandono de
estos deseos y a la instalación del superyó. La descripción que hace Freud ubica esta constelación
en el nivel fálico.

Al igual que Freud, Klein considera al complejo de Edipo como algo central, aunque varía y amplía
las ideas de aquel en lo que serán sus nuevas concepciones acerca de una situación edípica más
temprana. Klein sugiere una preconcepción infantil con una pareja de padres excitante y aterradora,
sobre la que se fantasea primero como una 'figura combinada': el cuerpo materno que contiene el
pene paterno y los bebés rivales. Esta versión primitiva de una pareja, donde la fantasía hace
referencia a un acto sexual continuado, expone aspectos orales, uretrales y anales sádicos debido a
las proyecciones de la sexualidad y el sadismo infantil. Las fantasías acerca del cuerpo materno se
relacionan con la nueva concepción de Klein sobre la feminidad primaria y los complejos de Edipo
femenino y masculino.

Las figuras de superyó primitivo se desarrollan tempranamente, y por lo general en relación con el
sadismo infantil, más que como el simple resultado de la situación edípica. La escisión característica
del funcionamiento esquizoparanoide facilita una división clara y oscilatoria de los padres objeto-
parcial en padres ideales/amados y padres denigrados/odiados. La consciencia en aumento de los
objetos totales percibidos de manera ambivalente, conjuntamente con la aparición de la culpa
depresiva por ataques, llevan a una necesidad creciente de renunciamiento a los deseos edípicos y
de reparación de los padres internos para permitirles juntarse. Klein entiende que el complejo de
Edipo y la posición depresiva están estrechamente vinculados.

Posición esquizoparanoide

La expresión 'posición esquizoparanoide' se refiere a una constelación de ansiedades, defensas y


relaciones de objeto interno y externo que Klein considera característica de los primeros meses de
vida de un recién nacido y que en distinta medida persiste en la niñez y la adultez. La concepción
contemporánea de los estados mentales esquizoparanoides es que éstos tienen importancia
significativa a lo largo de toda la vida. La principal característica de la posición esquizoparanoide es
la escisión, tanto del yo como del objeto, en lo malo y lo bueno, donde en el comienzo la integración
entre ellos es escasa o nula.

Para Klein, los niños pequeños experimentan mucha ansiedad a causa de la pulsión de muerte
interior, del trauma experimentado durante el nacimiento, y de las experiencias de hambre y
frustración. Klein entiende que los niños muy pequeños poseen un ego rudimentario no integrado,
que intenta hacer frente a las experiencias – en particular la ansiedad – mediante el uso de fantasías
de escisión, proyección e introyección.

El niño divide su ego y su objeto, y proyecta hacia afuera y separadamente sus sentimientos de amor
y odio (pulsiones de vida y de muerte) a partes separadas de la madre (o pecho), lo cual resulta en
que el objeto materno se divide en un pecho 'malo' (madre sentida como frustrante y persecutoria
que es odiada) y un pecho 'bueno' (madre que es amada y sentida como afectuosa y gratificante).
Entonces el objeto 'bueno', y también el 'malo', son introyectados, y tiene lugar a continuación un
ciclo de re-proyección y re-introyección. La omnipotencia y la idealización son aspectos importantes
de esta actividad. Las experiencias malas son negadas de manera omnipotente cada vez que existe
posibilidad para ello, y las experiencias buenas son idealizadas y exageradas a modo de protección
contra el temor al pecho persecutorio.

Esta 'escisión binaria' resulta esencial para un desarrollo saludable ya que permite al niño incorporar
suficiente experiencia buena y aferrarse a ella para dar lugar a un núcleo central alrededor del cual
comenzar a integrar los aspectos contrastantes del yo. Klein indica que el establecer un objeto
interno bueno es un pre-requisito para posteriormente elaborar la 'posición depresiva'.

Otra característica de la posición esquizoparanoide está constituida por otro tipo de escisión, la
'fragmentación', donde el objeto y/o el yo se dividen en muchas partes más pequeñas. El uso
persistente o perdurable de la fragmentación y dispersión del yo debilita el ego frágil no integrado y
ocasiona trastornos severos.

Klein considera la existencia de factores constitutivos (internos) y contextuales (externos) que afectan
el transcurso de la posición esquizoparanoide. El factor constitutivo fundamental es el equilibrio de
las pulsiones de vida y de muerte en el niño pequeño. El factor contextual principal es la
maternalización que recibe el niño. Cuando el desarrollo se da de manera natural, las defensas
esquizoides y las ansiedades paranoides extremas se pierden, en gran medida, durante la posición
esquizoparanoide infantil temprana y durante la elaboración de la posición depresiva.

Klein sostiene que las formas esquizoides de relacionamiento nunca se pierden por completo, y su
obra da a entender que las posiciones pueden ser conceptualizadas como estados mentales
pasajeros. Se podría considerar a la posición esquizoparanoide como la etapa del desarrollo que
precede a la posición depresiva a modo de defensa contra ésta y también como regresión desde la
misma.

Organizaciones patológicas

La expresión 'organizaciones patológicas de la personalidad' hace referencia a un grupo


extremadamente rígido de defensas firmemente aferradas entre sí. Su función es permitir a los
pacientes la posibilidad de eludir ansiedades abrumadoramente persecutorias y depresivas, evitando
el contacto emocional con otros y con la realidad interna y externa.

El concepto de organización patológica se relaciona con dos corrientes principales que son
complementarias. La primera se refiere al dominio de las partes narcisistas y omnipotentes (o partes
“locas” o “malas”) del yo en relación con el resto de la personalidad. Diversos autores hacen hincapié
en que esa tiranía tiene un asidero tenaz debido a su carácter perverso, adictivo y sadomasoquista.
La otra corriente hace referencia al 'equilibrio síquico'. Las organizaciones patológicas confieren al
paciente un equilibrio psíquico precario al que se llega mediante el impedimento patológico de un yo
más emocional Y con una mayor potencialidad de respuesta. Tales organizaciones tienen por
cometido dar al paciente una nueva posición que se conceptualiza como distante de las actividades y
ansiedades normales tanto de la posición esquizoparanoide (“Ps” por su nombre en inglés) como de
la posición depresiva (D). Como consecuencia de esto, el equilibrio y las fluctuaciones más normales
entre Ps y D resultan significativamente reducidos. Se estima que sus orígenes radican en la
emergencia temprana de tendencias destructivas inmanejables vinculadas a la envidia y el fracaso
contextual, y que socavan las actividades estructuradoras del funcionamiento esquizoide normal y
ocasionan ansiedades paranoicas extremas y agobiantes.

Las organizaciones patológicas son altamente resistentes a los cambios y plantean considerables
desafíos técnicos en el análisis. Quienes han contribuido al tema de las organizaciones patológicas
dan una visión particularmente kleiniana de los principales temas señalados por Freud, como por
ejemplo, los relativos a la reacción terapéutica negativa y la interminabilidad.

Identificación proyectiva

La identificación proyectiva es una fantasía inconsciente en la que los aspectos del yo o de un objeto
interno son escindidos y atribuidos a un objeto externo.

Los aspectos proyectados pueden ser sentidos como buenos o malos por quien los proyecta. Las
fantasías proyectivas pueden ir acompañadas, o no, por una conducta evocativa con la que se
pretende de forma inconsciente inducir al receptor de la proyección para que éste sienta y actúe de
acuerdo con la fantasía proyectiva.

A veces las fantasías de identificación proyectiva tienen propiedades tanto 'adquisitivas' como
'atributivas', lo cual significa que la fantasía implica no solamente el deshacerse de aspectos de la
propia psiquis sino también de él entrar en la mente del otro para adquirir aspectos deseados de su
psiquis. En este caso las fantasías proyectivas e introyectivas actúan juntas.

Entre los kleinianos británicos se da una asunción tácita de que 'proyección' e 'identificación
proyectiva' significan lo mismo, y que la 'identificación proyectiva' representa una ampliación o mejora
del concepto freudiano de 'proyección'.

Reparación

La reparación y el deseo de reparar son parte integral de la posición depresiva. La reparación se


basa en el sentimiento de amor y la aceptación de la existencia del objeto como separado de uno
mismo. La reparación involucra enfrentar el sentimiento de pérdida y daño y el hacer esfuerzos para
reparar y restaurar nuestros objetos. La reparación efectiva implica un tipo y monto de culpa que no
sea tan alto que lleve a la desesperación. Por el contrario, puede engendrar esperanza y
preocupación respecto a los seres queridos. La reparación en sí provee un camino para salir de la
desesperanza, al promover un círculo beneficioso y no un círculo vicioso en casos de depresión. La
reparación y el deseo de reparar esa una raíz importante para todo actividad creativa y es, sin duda,
una parte central del desarrollo humano.

Superego

Estructura interna o parte del yo que, a modo de autoridad interior, reflexiona sobre el yo, emite
juicios, ejerce presión moral y es la base sobre la que se asientan la conciencia, la culpa y la
autoestima. Para Klein, el superego está compuesto por una parte escindida del ego en la que se
proyectan la pulsión de muerte fusionada con la pulsión de vida, y los aspectos buenos y malos de
los objetos primarios así como de los objetos posteriores. El superyó adquiere características tanto
de protección como cualidades amenazantes. El yo y el superyó tienen en común distintos aspectos
de los mismos objetos, y se desarrollan en forma paralela a través del proceso de introyección y
proyección. Si todo va bien, los objetos internos del ego y del superego, que en principio son
extremos, se vuelven menos extremos y las dos estructuras llegan a una reconciliación creciente.

Según Klein, el superyó comienza a formarse al inicio de la vida, y no con la resolución del complejo
de Edipo como indica la teoría de Freud. El superego temprano es muy severo, pero con el proceso
de desarrollo se vuelve menos severo y más realista. En el desarrollo patológico, el superyó severo
temprano no se modifica, y en casos extremos, los aspectos no integrados, idealizados y aterradores
de los objetos primarios son escindidos por el ego, para desaparecer a un área del inconsciente
profundo. Con el tiempo, Klein llegó a considerar estos disipados objetos parciales como algo
separado del superego, en tanto otros los consideran como constituyentes de un superego
anormalmente destructivo. Ya sea que sean vistos como superego o no, Klein y otros asocian estos
objetos internos extremos con alteraciones extremas y hasta con psicosis. Se los considera distintos
del superego severo temprano común que se basa en instintos predominantemente fusionados,
susceptibles de modificación.

Las cuestiones acerca del nivel hasta el cual puede darse el cambio en el superego, la naturaleza
exacta de sus partes constitutivas, y sobre si es mejor conceptualizarse como estructura o como
función, continúan siendo objeto de debate.

Formación de símbolos

La expresión 'formación de símbolos' se usa en el psicoanálisis para indicar un modo de


representación indirecta o figurativa de una idea, un conflicto o un deseo de importancia. La
capacidad de avanzar desde formas concretas de relación con objetos arcaicos al formas de relación
simbólica con objetos sustitutivos (símbolos) es tanto un logro del desarrollo como un cambio
realizado por causa de las ansiedades que implica la relación con los objetos primarios. Klein amplió
las ideas de Freud y Jones relativas a los símbolos, y mostró específicamente la significación
simbólica del juego y cómo la sublimación depende de la capacidad de simbolizar. Más tarde Segal
desarrollaría aún más la teoría de Klein sobre los símbolos, haciendo una distinción entre el símbolo
propiamente dicho formado en la posición depresiva y una versión más primitiva, la ecuación
simbólica, que es parte del funcionamiento esquizoparanoide. En la ecuación simbólica el símbolo se
equipara a la cosa simbolizada.

Fantasía inconsciente

En la teoría kleiniana, las fantasías inconscientes están subyacentes en todo proceso mental y son
parte de toda actividad de la mente. Constituyen la representación mental de los hechos somáticos
del cuerpo que componen los instintos, y son sensaciones físicas interpretadas como relaciones con
los objetos que causan tales sensaciones. La fantasía es la expresión mental de los impulsos
libidinales y agresivos, así como de los mecanismos de defensa contra esos impulsos. Gran parte de
la actividad terapéutica del psicoanálisis puede describirse como un intento de convertir la fantasía
inconsciente en pensamiento consciente.

Freud introdujo el concepto de fantasía inconsciente y fantaseo, que consideraba como una
capacidad de la mente humana heredada filogenéticamente. Klein adoptó este concepto de fantasía
inconsciente, aunque lo amplió de manera considerable, dado que su trabajo con niños le permitió
obtener una gran experiencia de la alta variedad de contenidos de las fantasías infantiles. Tanto ella
como sus sucesores han hecho hincapié en que las fantasías interactúan de manera recíproca con la
experiencia para formar las características intelectuales y emocionales que se desarrollan en un
individuo. La fantasía se consideran como una capacidad básica subyacente del pensamiento, los
sueños, y los síntomas y patrones de defensa, a los que también dan forma.

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