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Introducción
Para tal propósito serán comprendidos los últimos dos años de la década de
los ochenta, a partir del plebiscito nacional de Chile, hasta el año mil novecientos
noventa y cuatro, fecha en la cual termina el mandato del ex presidente Patricio
Aylwin y se da por finalizado el primer gobierno del Partido Demócrata Cristiano,
tras la primera elección democrática desde el ascenso del régimen pinochetista.
Antecedentes
Durante la década de los setenta, América Latina fue testigo del estallido
sistemático de gobiernos golpistas escudados detrás de cruentas dictaduras
militares que, en la mayoría de los casos, se mantuvieron en el poder durante más
de diez años. De los regímenes establecidos en el Cono Sur, el ejemplo chileno
puede ser considerado uno de los de mayor relevancia dentro del continente, debido
a la carga estratégica que dio pie a incontables crímenes encarnados por el Estado.
En la democracia todos los ciudadanos adultos tienen derecho a voto, los funcionarios
políticos son elegidos en elecciones abiertas, libres, secretas y competitivas; existe
considerable libertad y reconocimiento de los derechos individuales para que los ciudadanos
puedan afiliarse u organizarse en partidos políticos o grupos de intereses, y actuar de forma
individual o colectiva para influenciar las políticas de Gobierno. Este último actuando con
mecanismos de representación y apego a la ley, es responsable ante los gobernados
(accountability); todo lo anterior, en el marco de un sistema político regulado por una
Constitución sustentada en un amplio consenso, y en el cual los militares se encuentren bajo
el control de los civiles. ( Cañas, 1997, p.14)
En el caso de los regímenes militares, las instituciones gubernamentales
pasan al mando de las fuerzas armadas impidiendo, de este modo, cualquier vía
democrática correspondiente a la sociedad civil, o que genere un diálogo bilateral
entre ella y el Estado. Los medios por los cuales este tipo de actos son posibles se
debe a métodos de coacción de múltiples índoles, siendo el uso de la fuerza y la
represión dos formas siempre visibles. (Mollejo, 2017)
Resulta difícil señalar un único fenómeno que haya sido el eslabón clave a la hora
de la caída de la dictadura militar, por el contrario, se trató de un entramado
complejo de hechos que comenzaron a gestarse desde mucho tiempo antes de su
final. El descontento social había llegado a un punto álgido; una variada cantidad de
coaliciones entre una multitud de partidos políticos contra el gobierno dictatorial, y
una crisis económica que, si bien había comenzado a mermar en el año mil
novecientos ochenta y cinco, resultaban motivos suficientes para señalar un sistema
político desgastado. Sin embargo, es posible encontrar un punto en la historia donde
todos estos factores determinantes convergieron y, de algún modo, lograron
terminar de unificarse. Tal fue el caso del plebiscito nacional de Chile.
Aun cuando todo apuntaba a una apertura política que, si bien se obtuvo, se
logró con restricciones. Incluso tras la derrota del SÍ, a Pinochet le quedaban
diecisiete meses en el poder antes de que el futuro gobierno electo
democráticamente pudiera asumir el mando. Durante ese tiempo, el régimen militar
sacó provecho de todas las ventajas posibles para evitar reformas en épocas
posteriores. Un gran número de empresas estatales fueron privatizadas en favor de
grupos minoritarios allegados al régimen, se llevó a cabo la promulgación de leyes
fundamentales, siendo la más importante la ley del Banco Central, dispuesta a evitar
la introducción de una economía socialista dentro del país. (Otano, 2006, p. 98)
No fueron, pues, los derechos humanos ni las relaciones cívico-militares la causa principal de
esta primera turbulencia mayor, sino el peligro que amenazaba a la familia de Pinochet por
una operación financiera presuntivamente ilícita, situación que el Ejército presentó como un
acoso deliberado a la institución cuyo objetivo era lograr el retiro del Comandante en Jefe,
dejando al Ejército indefenso ante el posterior revanchismo político por los problemas de
derechos humanos. (Boeninger, 1997, p. 410)
El exabrupto se extendió durante varios días, tiempo que Pinochet utilizó para
extender una cuantiosa cantidad de pedidos que favorecieran su estatus, esperando
“...obtener la firma de un acta de acuerdo respecto del conjunto de materias
planteadas, incluida la dictación de una Ley de Punto Final, el término de
situaciones consideradas de menoscabo para la Institución y un mejor trato hacia su
persona” (Boeninger, 1997, p. 411). Sin embargo, las demandas no fueron
atendidas con la prontitud ni las consideraciones que él esperaba.
Conclusiones
Buriano Castro, A., Dutrénit Bielous, S., Vázquez Valencia, D. (2015). Política y
memoria: a cuarenta años de los golpes de Estado en Chile y Uruguay. México,
D.F., México: FLACSO México.
Enrique Cañas Kirby. (1993). Proceso Político en Chile 1973-1990. Santiago, Chile:
Andrés Bello.