Sie sind auf Seite 1von 12

García Batista, Trinidad

Argumentación y Expresión Escrita


Grupo 0032

LA RESTAURACIÓN DE LA DEMOCRACIA CHILENA: ¿IDEAL O


REALIDAD?
“Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será
respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino”. - Salvador Allende.

Introducción

Con intención de profundizar en el análisis referente al restablecimiento de la


democracia chilena, a través de las presentes páginas se buscará llevar a cabo un
recorrido histórico que colabore a la identificación de los hechos coyunturales que
propiciaron el fin del régimen militar encabezado por Augusto Pinochet. Así mismo,
resulta de primordial interés esclarecer los procesos por los cuales las prácticas
democráticas fueron restablecidas y si, efectivamente, la representatividad y la
participación ciudadana fueron elementos presentes en ellas.

Para tal propósito serán comprendidos los últimos dos años de la década de
los ochenta, a partir del plebiscito nacional de Chile, hasta el año mil novecientos
noventa y cuatro, fecha en la cual termina el mandato del ex presidente Patricio
Aylwin y se da por finalizado el primer gobierno del Partido Demócrata Cristiano,
tras la primera elección democrática desde el ascenso del régimen pinochetista.

Antecedentes

Durante la década de los setenta, América Latina fue testigo del estallido
sistemático de gobiernos golpistas escudados detrás de cruentas dictaduras
militares que, en la mayoría de los casos, se mantuvieron en el poder durante más
de diez años. De los regímenes establecidos en el Cono Sur, el ejemplo chileno
puede ser considerado uno de los de mayor relevancia dentro del continente, debido
a la carga estratégica que dio pie a incontables crímenes encarnados por el Estado.

Desde el once de septiembre de mil novecientos setenta y tres, día en el que


el mandato de Salvador Allende culminó junto con su vida, y durante los diecisiete
años siguientes, el país sería sometido a una serie de transformaciones que no sólo
responderían a un interés estrictamente político, sino a una clara intención
económica que se mantiene presente en la actualidad.

La victoria del Partido Unidad Popular, con reconocida inclinación a la


ideología socialista resultaba, tomando en cuenta el precedente sentado por la
Revolución Cubana, un peligro inminente para la hegemonía estadounidense, así
como para el sector empresarial y de reacción dentro del territorio. (Salinas, 2015,
81) El régimen militar encabezado por Augusto Pinochet fue el instrumento decisivo
a la hora de llevar a cabo una reestructuración acorde a los intereses de la potencia
norteamericana, y encaminar a Chile hacia el sistema económico conveniente.

Aun cuando las discusiones acerca de la democracia no dejan de ser


cuantiosas y sus posibles definiciones se encuentran, muchas veces, moldeadas
por diversas ideologías, para fines prácticos será utilizada la concepción propuesta
por Enrique Cañas Kirby. En su libro Proceso político en Chile, el autor la describe
como:

En la democracia todos los ciudadanos adultos tienen derecho a voto, los funcionarios
políticos son elegidos en elecciones abiertas, libres, secretas y competitivas; existe
considerable libertad y reconocimiento de los derechos individuales para que los ciudadanos
puedan afiliarse u organizarse en partidos políticos o grupos de intereses, y actuar de forma
individual o colectiva para influenciar las políticas de Gobierno. Este último actuando con
mecanismos de representación y apego a la ley, es responsable ante los gobernados
(​accountability​); todo lo anterior, en el marco de un sistema político regulado por una
Constitución sustentada en un amplio consenso, y en el cual los militares se encuentren bajo
el control de los civiles.​ (​ Cañas, 1997, p.14)
En el caso de los regímenes militares, las instituciones gubernamentales
pasan al mando de las fuerzas armadas impidiendo, de este modo, cualquier vía
democrática correspondiente a la sociedad civil, o que genere un diálogo bilateral
entre ella y el Estado. Los medios por los cuales este tipo de actos son posibles se
debe a métodos de coacción de múltiples índoles, siendo el uso de la fuerza y la
represión dos formas siempre visibles. (Mollejo, 2017)

El autoritarismo militar puede ser definido como “...aquellos con un pluralismo


limitado, sin ideologías elaboradas, sin grandes movilizaciones de masas (con
episódicas excepciones), y cuyo jefe o jefes ejerce el poder dentro de un límite
fácilmente previsibles. En otras palabras, la sociedad no se fusiona con el Estado,
como ocurre en el totalitarismo” (Segal, 2013, p.11). Al realizar una contraposición,
resulta notoria la oposición presente en la concepción democrática y el gobierno que
representó a la nación chilena en los setentas.

La restauración de la democracia chilena (1988 - 1994)

Resulta difícil señalar un único fenómeno que haya sido el eslabón clave a la hora
de la caída de la dictadura militar, por el contrario, se trató de un entramado
complejo de hechos que comenzaron a gestarse desde mucho tiempo antes de su
final. El descontento social había llegado a un punto álgido; una variada cantidad de
coaliciones entre una multitud de partidos políticos contra el gobierno dictatorial, y
una crisis económica que, si bien había comenzado a mermar en el año mil
novecientos ochenta y cinco, resultaban motivos suficientes para señalar un sistema
político desgastado. Sin embargo, es posible encontrar un punto en la historia donde
todos estos factores determinantes convergieron y, de algún modo, lograron
terminar de unificarse. Tal fue el caso del plebiscito nacional de Chile.

El cinco de octubre de mil novecientos ochenta y ocho se llamó a votación.


Lo que el plebiscito buscaba, impulsado por el mismo gobierno, era la perpetuación
de Augusto Pinochet en el poder hasta mediados de la década de los noventa, más
específicamente hasta el año mil novecientos noventa y ocho, tal y como se había
estipulado en la Constitución aprobada en el año mil novecientos ochenta. El suceso
fue impulsado por una enorme campaña publicitaria, dirigida entonces por la
mayoría de los medios de comunicación simpatizantes o coaccionados por el
régimen. Sin embargo, la movilización social fue decisiva y se reflejó en los
resultados. La campaña por el NO, misma que abogaba por la no reelección, fue el
estandarte de lucha y quien generaría mayor oposición ante el gobierno de turno.

La coalición Concertación de Partidos por la Democracia surgió a penas unos


meses antes, en febrero, y a ella se encontraban adheridos al menos catorce
partidos. Tal organización surgió durante los estertores previos al plebiscito,
respuesta de la oposición ante la necesidad del advenimiento democrático y
partiendo de las bases ya fundadas por la Alianza Democrática, coalición con
similares intereses pero que encontró su disolución el mismo año. Dentro de
Concertación, se destaca la presencia de partidos como el Demócrata Cristiano
(PDC), el Partido Socialista de Chile (PS), el Partido por la Democracia (PPD) y el
Partido Radical Social Demócrata (PR). (Biblioteca Nacional de Chile, 2010)

Desde la postura adoptada por la derecha, se había creado el partido de


Renovación Nacional, conformado por partidos simpatizantes al régimen o aquellos
que no se mostraban en abierto desacuerdo. Sin embargo, la unidad entre sus
componentes carecía de solidez debido a la disyuntiva en la propuesta de un
candidato. Finalmente, la elección de Augusto Pinochet fue impuesta gracias a que
“...los sectores más cercanos a Pinochet postulaban que la candidatura de este se
debía dar en función de seguir con el itinerario trabado en la Constitución de 1980,
ya que Pinochet era la mejor manera de continuar con la obra de los militares en el
gobierno...” (Villegas, 2003, p.219)

Bajo las circunstancias descritas, el día dispuesto para la votación se


desarrolló con una oposición que había tomado todas las medidas posibles para
evitar un probable fraude electoral. Villegas (2013,) recaba en su texto que, dentro
de las disposiciones se encontraba disponible una doble línea de cómputo, útil tanto
para télefono como para fax, además de haberse puesto en marcha un sistema de
conteo de votos que logró recabar información directamente de las mesas,
permitiendo una aproximación a los resultados (p. 223). El plebiscito marcó un
momento sumamente importante en la historia chilena, siendo la votación con mayor
participación de la que se tienen registro. La participación se estima en un 92 %, con
una cifra en el padrón electoral superior a los siete millones de chilenos. (Memoria
Chilena, -)

En su libro Democracia en Chile, Edgardo Boeninger concluye que “Al


respecto, tal como lo había argumentado Renovación Nacional, la dicotomía SI-NO
facilitó enormemente la cohesión de la oposición” (Boeninger, 1997, p. 341),
reduciendo el plebiscito a una decisión que únicamente ponía a elección dos
posibles desenlaces: dictadura o democracia. Los resultado finalmente se
decantaron por la victoria del NO, con una aprobación del 54.71 %. Pero aún con la
salida del autoritarismo, el camino que debía ser recorrido para alcanzar el fin
deseado encontraría impedimentos.

Concretar el fin del gobierno autoritario a través del plebiscito significaba la


perpetuación de la Constitución reformulada en mil novecientos ochenta por el
mismo, documento construido de tal manera que contenía un cúmulo de acciones
antidemocráticas que, si bien algunas pudieron ser modificadas, otras se siguen
arrastrando hasta la actualidad. Así como la Constitución era aval de la victoria del
NO en las urnas y legitimaba las futuras elecciones, aceptar esas condiciones
significaba seguir actuando bajo los términos allí estipulados. Fue por esto que,
durante el año siguiente comenzó una formulación de acuerdos y reestructuraciones
a la ley.

Estos cambios, sin embargo, resultaron estar altamente condicionados por el


régimen militar y pocos sectores se encontraron abiertos a una modificación
contundente, con la excepción de: “...perfeccionamiento del mecanismo de reforma
de la Constitución; derogación de la facultad presidencial para disolver la Cámara de
Diputados; eliminación de algunas facultades presidenciales durante el estado de
sitio (expulsión y prohibición de ingreso al territorio nacional); revisión de la
composición del Consejo de Seguridad Nacional; probable reducción de la duración
del mandato presidencial” (Villegas, 2003, p. 230).

Aun cuando todo apuntaba a una apertura política que, si bien se obtuvo, se
logró con restricciones. Incluso tras la derrota del SÍ, a Pinochet le quedaban
diecisiete meses en el poder antes de que el futuro gobierno electo
democráticamente pudiera asumir el mando. Durante ese tiempo, el régimen militar
sacó provecho de todas las ventajas posibles para evitar reformas en épocas
posteriores. Un gran número de empresas estatales fueron privatizadas en favor de
grupos minoritarios allegados al régimen, se llevó a cabo la promulgación de leyes
fundamentales, siendo la más importante la ley del Banco Central, dispuesta a evitar
la introducción de una economía socialista dentro del país. (Otano, 2006, p. 98)

Bajo estas circunstancias es como llega a la presidencia Patricio Aylwin, el


primero de marzo de mil novecientos noventa, cargando sobre su espalda las
promesas realizadas durante la campaña del plebiscito, aunque su liderazgo sería,
más bien, una democracia restringida. Villegas, citando a Paul Drake e Iván Jaksic
señala: “Los líderes de la coalición prometieron reinstalar una democracia plena
dentro de las reglas del orden constitucional impuesto por Pinochet; prometieron
mantener el modelo económico liberal con un énfasis mayor en la justicia social, y,
además enfrentar el quemante tema de los derechos humanos sin revivir las luchas
del pasado. Todas estas promesas contenían los gérmenes de sus propias
contradicciones y limitaciones” (Villegas, 2003, p. 234).

Sin embargo, no se trata exclusivamente de las enormes limitaciones


presentes ante las reformas constitucionales. La misma Constitución aprobada en
los ochenta permitía el acceso de los ex presidentes a un puesto vitalicio como
senador, mismo que ocupó el General Pinochet hasta finales del mandato de
Aylwin. Contaba, además, con la designación de cuatro senadores provenientes de
las fuerzas armadas, postulados por el Consejo de Seguridad Nacional. Siendo los
senadores designados un total de nueve (Villegas, 2003, p. 259), ésto le daba a los
representantes de la derecha y simpatizantes del viejo régimen la mayoría de
decisión.

Como forma de reforzar estas y otras tantas medidas adoptadas para


entorpecer el libre desarrollo democrático, se suma la permanencia de Augusto
Pinochet como Comandante en Jefe del ejército. Aunado a una amnistía otorgada a
los participantes en el régimen militar y una inmovilidad burocrática que conservaba
a la mayoría de los trabajadores asignados durante la dictadura, situación que poco
tiempo después empezó a cambiar gracias a la aparición de ciertos incentivos, Chile
terminó convirtiéndose en un país con un dominio gubernamental fracturado.

La influencia de Pinochet no alcanzaba a perder peso y el temor que


incentivaba aún se mantenía vigente. Si bien la Constitución funcionaba como aval
de su permanencia, se argumentó que de no ser él quien se mantuviera a la cabeza
“...las Fuerzas Armadas podrían perder la unidad de mando, y ciertos militares
podrían encabezar revueltas en contra de las nuevas autoridades” (Villegas, 2003,
p. 278).

A pesar de las implicaciones negativas que pudieron tener los factores


descritos, el gobierno de Patricio Aylwin contaba con una estabilidad nada
despreciable. Si bien existe una acérrima oposición hacia el presidente y los errores
resultaron ser cuantiosos, la década de los noventa significó para Chile un gran
crecimiento económico y la restitución de derechos fundamentales perdidos durante
el régimen golpista. (Boeninger, 1997, p.410) No obstante, la presencia de los
militares no pasó desapercibida durante el periodo gobernado por el representante
de Concertación.

Deben tomarse en consideración dos sucesos que, aunque no pueden ser


catalogados como levantamientos armados, ejemplifican la relevancia en cuanto a la
oposición del ejército y la amenaza velada detrás del mismo. El primer
acontecimiento, conocido como “ejercicio de enlace” tuvo lugar en el año mil
novecientos noventa, apenas unos meses después de la asunción del nuevo
mandatario. Las acciones encabezadas por las fuerzas armadas fueron una
respuesta a un gran número de acusaciones que ponían al General Pinochet en una
posición muy poco ventajosa, luego que se descubrieran una serie de malos
manejos que le incriminaban, al igual que a una porción de su familia. Los
acontecimientos han llegado a explicarse cómo:

No fueron, pues, los derechos humanos ni las relaciones cívico-militares la causa principal de
esta primera turbulencia mayor, sino el peligro que amenazaba a la familia de Pinochet por
una operación financiera presuntivamente ilícita, situación que el Ejército presentó como un
acoso deliberado a la institución cuyo objetivo era lograr el retiro del Comandante en Jefe,
dejando al Ejército indefenso ante el posterior revanchismo político por los problemas de
derechos humanos. (Boeninger, 1997, p. 410)

El segundo altercado se presentó tres años después, casi alcanzada la recta


final del mandato de Aylwin. Apodado como “el boinazo”, el veintiocho de mayo del
mismo año comenzó a notarse la presencia de elementos del batallón de
paracaidistas en torno al edificio perteneciente a las Fuerzas Armadas. La aparente
inquietud provenía de las medidas adoptadas por el gobierno, al llamar a declarar a
ocho generales implicados en violaciones de derechos humanos.

El exabrupto se extendió durante varios días, tiempo que Pinochet utilizó para
extender una cuantiosa cantidad de pedidos que favorecieran su estatus, esperando
“...obtener la firma de un acta de acuerdo respecto del conjunto de materias
planteadas, incluida la dictación de una Ley de Punto Final, el término de
situaciones consideradas de menoscabo para la Institución y un mejor trato hacia su
persona” (Boeninger, 1997, p. 411). Sin embargo, las demandas no fueron
atendidas con la prontitud ni las consideraciones que él esperaba.

Para mediados de junio la situación ya había sido controlada y al regreso del


presidente Aylwin, quien se había encontrado fuera durante todo este periodo
debido a una gira que le condujo a algunos países escandinavos y Rusia
(Boeninger, 1997, p. 410), las fuerzas militares ya habían regresado a sus
actividades normales. Bajo estos parámetros se desarrolló el gobierno que, si bien
pretendía alcanzar una democracia plena comprendiéndola como un proceso que
tardaría en concretarse, no se esperaba que encontrara el nivel de resistencia ya
indicado.

Conclusiones

Tomando en cuenta los factores anteriormente descritos, por lo menos durante el


periodo de tiempo seleccionado para el propósito de este ensayo, no puede
considerarse que lo que haya vivido Chile al inicio de los noventa ni en años
posteriores fuera un restablecimiento democrático, comprendido como un regreso
total a las actividades consideradas normales estipuladas dentro de una
democracia. Como tal, sólo puede hablarse de un proceso de transición que, incluso
hasta la fecha, su progreso es altamente cuestionado. La poca movilidad de la que
el gobierno de Patricio Aylwin se encontraba provisto a causa del blindaje de la
Constitución de mil novecientos ochenta, así como posteriores reformas realizadas
por Pinochet antes de la culminación de su mandato no sólo retrasaron este
proceso, sino que lo convirtieron en un callejón sin salida.

Si retomamos la definición de democracia dada por Cañas Kirby, es probable


que la mayoría de los elementos mencionados se encontraban presentes en el
nuevo modelo, sin embargo no es posible encontrar ese “amplio consenso” que el
autor describe en la Constitución entonces vigente. La mayoría de los procesos se
dieron de manera entorpecida, la estructura no pudo verse por completo reformada,
y la mayoría de los intentos al hacerlo debieron ser pactados con el antiguo régimen
militar.

En Chile si bien lo que pasó es que la sociedad se manifestó en contra de la permanencia de


Pinochet en el poder a través del plebiscito de 1988 fijado ya en la Constitución como parte
del itinerario del Régimen Militar, la retirada de este régimen así como sus actos luego en el
período de transición hacia la democracia, amparados por la Constitución de 1980, por la
siempre leal a Pinochet: las Fuerzas Armadas, y algunos grupos de derecha económicos y
políticos, así como también sociales, hicieron que de la transición un proceso que se puede
definir en una frase que Aylwin usó muchas veces durante su mandato: “en medida de lo
posible”. (Villegas, 2003, p. 18)

Si bien, como se plantea en páginas anteriores, una gran cantidad de


derechos fundamentales fueron restablecidos con la introducción de un gobierno
electo por la vía democrática, en muchos casos, el poder designado por los
ciudadanos y el accionar proveniente de los órganos institucionales se vio impedido
a causa de la resistencia presente en grupos de derecha, las Fuerzas Armadas y las
misma leyes.
Chile fue incapaz de romper con la polarización patente en la mayoría de los
sectores y este aspecto funcionó como un impedimento en la alternancia, en la
representatividad y la organización estatal.
Fuentes consultadas

Adrián Villegas Dianta. (2003). Transición chilena a la democracia.. 15 de


mayo de 2018, de E-Historia Sitio web:
http://www.e-historia.cl/e-historia/la-transicion-a-la-democracia-en-chile/

Ariel Segal. (2013). Totalitarismo, dictadura y autoritarismo: definiciones y


re-definiciones. 15 de mayo de 2018, de Gobierno y Gestión Pública Sitio
web: https://issuu.com/germanguiausb/docs/totalitarismo_dictadurayautoritaris

Buriano Castro, A., Dutrénit Bielous, S., Vázquez Valencia, D. (2015). Política y
memoria: a cuarenta años de los golpes de Estado en Chile y Uruguay. México,
D.F., México: FLACSO México.

Edgardo Boeninger. (1997). Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad.


. Santiago, Chile: Andrés Bello.

Enrique Cañas Kirby. (1993). Proceso Político en Chile 1973-1990. Santiago, Chile:
Andrés Bello.

Rafael Otano. (2006). Nueva Crónica de la Transición.. Santiago, Chile: LOM


Ediciones.

Verónica Mollejo. (2017). ¿Cuántos tipos de dictaduras conviven en la actualidad?.


15 de mayo de 2018, de Ok Diario Sitio web:
https://okdiario.com/curiosidades/2017/09/07/tipos-caracteristicas-dictadura-129973
1

s/a. (2010). Concertación de Partidos por la Democracia. 15 de mayo de 2018, de


Biblioteca del Congreso Nacional de Chile Sitio web:
https://www.bcn.cl/historiapolitica/partidos_politicos/wiki/Concertaci%C3%B3n_de_P
artidos_por_la_Democracia
s/a. (2014). El proceso de recuperación de la democracia. 15 de mayo de 2018, de
EducarChile Sitio web: http://www.educarchile.cl/ech/pro/app/detalle?id=225747

s/a. (-). Plebiscito del 5 de octubre de 1988. 15 de mayo de 2018, de Memoria


Chilena Sitio web: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-96594.html

Das könnte Ihnen auch gefallen