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lectura de los capítulos del libro el secreto admirable del Santo Rosario.
Desde muy pequeña sentía su vocación religiosa, pero es a los 14 años cuando toma la firme decisión de ser
Carmelita. No es aceptada en el convento por su corta edad. Viaja hasta Roma para pedir autorización del Papa y
le es negado. Después de obedecer, finalmente ingresa al Carmelo el 9 de abril de 1888.
Teresita orante en todos sus oficios por pequeños que fueran, supo convertir lo ordinario en
extraordinario.
Aprendió a conocer a Dios como Padre sintiéndose tan pequeña como un niño que por sus propias
fuerzas nada podía hacer.
Anhelaba ser Guerrera, Sacerdote, Apóstol, Misionera, Mártir, pero descubre que su vocación es ser el
corazón en el Cuerpo Místico de Cristo, porque siendo el amor puede serlo todo.
“No es horroroso el sufrimiento, ¿una pequeña víctima de amor puede encontrar horroroso lo que su esposo le
envía?”
Siendo muy niña dijo a su madre: “Oh, como quiero que te mueras mamita querida”, lo decía porque
entendía que para ir al cielo debía morir.
Le encantaban las rosas.
Cuando pidió autorización del obispo, se recogió el cabello y usó un vestido de cuello alto para
aparentar de mayor edad.
Se veía como “la florecilla de Jesús”, porque se sentía la más pequeña pero aún siendo la más
insignificante del jardín podía dar Gloria a Dios.
Después de dos días de agonía, muere, muere de amor por Jesús!!!! Y exclamando: “Ahh: Le amo, Dios
mío os Amo”
“Yo quisiera ser misionera, no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo
y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos”.
Santa Teresita nos muestra a Dios como un Padre de Amor, cercano, de esta manera enseña un camino
de total confianza y abandono, nos invita a librarnos de preocupaciones y actuar como un pequeño que
se abandona en brazos de su madre sabiendo que nada le faltará.
En el conocimiento de ese inmenso y particular amor de Dios por su creatura, ella nos muestra que cada
acto en el diario vivir es una oportunidad para agradarle infinitamente a nuestro Padre Dios.
Ella nos hace posible la santidad, mostrándonos con su vida que desde lo sencillo, con la fidelidad y el
amor en las pequeñas cosas, sin pretender lo sobrenatural sino esforzándonos por hacer de manera
extraordinaria aquello ordinario de nuestra vida, Dios hará obras grandes en nuestra alma, pues amando
es posible hacerlo todo y serlo todo, porque Dios es el amor.
Teresita nos inunda de ardor con su impresionante Espíritu Misionero, su fuego, su celo, su anhelo
incesante de salva almas. Este celo la llevaba a ofrecerlo todo, desde lo mas sencillo hasta lo mas
doloroso, estos permanentes sacrificios y mortificaciones la llevaron a vivir un martirio a alfilerazos,
amando y reparando siempre.
Amaba profundamente a los Sacerdotes, ofreció su vida por ellos, amaba con todo su corazón a la
Santísima Virgen María y la consideraba más Madre que Reina.
Su ser ardía de amor por la Iglesia, esposa de Cristo, queriendo ser en ella el corazón que contuviera
todo el amor capaz de transmitir vida verdadera, incluso después de su muerte.
Nos inunda de ardor con su impresionante Espíritu Misionero, con ese fuego, con ese celo, con ese
anhelo incesante por salvar almas ofreciéndolo todo, desde lo más sencillo hasta llegar al martirio a
alfilerazos, que no es más que amando y reparando cada día, a cada oportunidad, con pequeños
sacrificios.
“La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es
una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf. Pío
XII, Humani generis: Dz 3891) e inmortales (cf.Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El
resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf.Dn 10, 9-12).
Teólogos y escritores sagrados de los comienzos de la Iglesia, basándose en la enumeración dada en la Sagrada
Escritura por Isaías (cf. 6, 2), Ezequiel y San Pablo (cf. Col 1, 6; Ef 1, 21; Rom 8, 38), donde se mencionan nueve
órdenes diferentes de ángeles, los han clasificado en tres jerarquías distintas, cada una incluyendo tres órdenes :
JERARQUÍA SUPERIOR
JERARQUÍA INTERMEDIA
JERARQUÍA INFERIOR
Por la Biblia sólo se conocen los nombres de tres Ángeles pertenecientes al Coro de los Arcángeles: Miguel,
Gabriel y Rafael. Y, aunque sabemos por la misma Escritura que son siete los Arcángeles: "Yo soy Rafael, uno de
los siete ángeles que tiene entrada a la gloria del Señor" (Tb 12, 15); “Reciban gracia y paz de Aquel que Es, que
era y que viene, de parte de los Siete Espíritus que están delante de Su Trono"(Ap 1, 4), la Iglesia prescribe el uso
de nombres de ángeles que no se encuentren en la Biblia. Otros nombres fueron tomados de escritos apócrifos y
puesto que no aparecen en la Sagrada Escritura fueron rechazados por la Iglesia en el año 745 y posteriormente
en el año 789.
En el Antiguo Testamento
San Miguel aparece como el guardián de la nación hebrea: "Y ahora volveré a luchar con el príncipe de
Persia...Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro príncipe, mi apoyo para darme ayuda
y sostenerme"(Dn 10,13). "En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe que defiende a los hijos de tu
pueblo"(Dn 12,1).
En el libro del Éxodo el Señor dijo a los Israelitas: “Yo enviare un ángel delante de ti, para que te cuide en
el camino y te lleve a la tierra que yo te he preparado. Respeta su presencia y escucha su voz; no te
rebeles contra él porque no perdonará vuestra infidelidad, pues mi nombre está en él” (Ex 23,20-25).
En el libro de los Macabeos, vemos como antes de iniciar cualquier batalla en defensa de la ley y del
Templo clamaba la ayuda de San Miguel y le confiaban su defensa: “Cerca todavía de Jerusalén mientras
todos marchaban con ánimo igualmente decidido, se vio a la cabeza de ellos un jinete vestido de blanco,
con armadura de oro, que hacia vibrar su lanza”(2 Mac 11, 6-12). “Envía también ahora, oh Señor del
cielo, tu ángel bueno delante de nosotros para hacerles temer y temblar con el poder de tu brazo” (2
Mac 15,22-24).
En Octubre 13, 1884, el Papa León XIII, experimento una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía,
estaba consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de pronto
se detuvo al pie del altar y quedo sumido en una realidad que solo él veía. Su rostro tenía expresión de horror y
de impacto. Se fue palideciendo. Algo muy duro había visto. De repente, se incorporó, levanto su mano como
saludando y se fue a su estudio privado. Lo siguieron y le preguntaron: ¿Que le sucede su Santidad? ¿Se siente
mal? El respondió: "¡Oh, que imágenes tan terribles se me han permitido ver y escuchar!", y se encerró en su
oficina. "Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando
a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y
poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al mundo como nunca antes había
podido hacerlo." También León XIII pudo comprender que si el demonio no lograba cumplir su propósito en el
tiempo permitido, sufriría una derrota humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus
legiones en el abismo del infierno”. Después de media hora, llamo al Secretario para la Congregación de Ritos. Le
entrego una hoja de papel y le ordeno que la enviara a todos los obispos del mundo indicando que bajo
mandato tenía que ser recitada después de cada misa, la oración que ahí él había escrito.
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Tomado de http://www.corazones.org/santos/miguel_arcangel.htm
Anécdota: San Anselmo cuenta de un religioso piadoso que a punto de morir recibía grandes asaltos de
demonio. El demonio se le apareció acusándole de todos los pecados que había cometido antes de su bautismo
(tardío). San Miguel se aparece y le responde que todos esos pecados quedaron borrados con el Bautismo.
Entonces Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel le contesta que estos
fueron perdonados en la confesión general que hizo antes de profesar. Satanás, entonces, le acusa de las
ofensas y negligencias de su vida religiosa. San Miguel declara que esos han sido perdonados por sus
confesiones y por todos los buenos actos que hizo durante su vida religiosa, en especial la obediencia a su
superior, y que lo que le quedaba por espiar lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad vivida
con resignación y paz.
En los escritos de San Alfonso de Ligorio encontramos: "Había un hombre polaco de la nobleza que había vivido
muchos años en pecado mortal y lejos de la vida de Dios. Se encontraba moribundo y estaba lleno de terror,
torturado por los remordimientos, lleno de desesperación. Este hombre había sido devoto de San Miguel
Arcángel y Dios en su misericordia permitió que este arcángel se le apareciera. San Miguel le alentó al
arrepentimiento, diciéndole que había orado por él y le había obtenido más tiempo de vida para que lograra la
salvación. Al poco rato, llegan a la casa de este hombre 2 sacerdotes dominicos, que dijeron se les había
aparecido un extraño joven pidiéndoles que fueran a ver a este hombre moribundo. El hombre se confesó con
lágrimas de arrepentimiento, recibió la Santa Comunión y en brazos de estos dos sacerdotes murió reconciliado
con Dios”.