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Ficha de lectura

"El nacimiento de la clínica"

¿Hasta qué punto se pasó, en la historia de la medicina, de un discurso irracional a uno


racional? Esta pregunta creo, se basa en la distinción entre lo irreal y lo real, entre lo
fantástico y lo mesurado, entre la pseudociencia y la ciencia. Esta última, como último
fundamento al cual se pretende llegar para tocar epistemológica o gnoseológicamente la
realidad, lo han vuelto un dogma, una religión por así decirlo, que no distingue entre
concepto y objeto o entre palabra y cosa, ya que éstas están unidas a partir de una
forma de vida que tienen como herramienta de juego al lenguaje.

En la historia de la clínica, hay un momento crucial en donde se empieza a nombrar la


enfermedad, en donde la nosología comienza a encontrar cabida. Se le pregunta a la
persona enferma en dónde vive, si se ha enfermado antes y de qué, desde cuándo se
empezó a sentir así y qué ha hecho o tomado para remediar sus síntomas. Es aquí en
donde veo una dicotomía partida entre lo bueno y lo malo. Tras superar las restricciones
que la religión cristiana ponía, los médicos, científicos ávidos por el saber, inician una
exhumación de cadáveres para establecer una anatomía patológica de las
enfermedades, una especie de investigación detectivesca con ansias ya muy arraigadas
que pudieron desequilibrar primero las creencias católicas muy firmes y que permitieron
hacerlas a un lado para realizar un deseo prohibido.

¿En qué medida el cuerpo se despega del alma para estar en la fría y calculadora
observación médica? La realidad está ahí, afuera, se mira, se lee, se desencripta. ¿Cómo
lo podemos descifrar? A partir de signos. ¿Y los síntomas?. Reflejan un malestar de la
persona, confundida con signos. Pero no son iguales. Los signos son anteriores a los
síntomas. Todavía no hay una manifestación de la enfermedad. El enfermo es alguien
que no tiene fuerzas para estar parado, que se cae (infirmus) y necesita estar acostado,
reposando (Klinike), y que necesita de una persona que lo cuide tanto anímicamente
(therapeutes) como a su cuerpo (iatrike). De considerar a alguien enfermo como una
persona que simplemente no se podía sostener de pie a alguien no tiene "algo" es un
paso determinante para la conformación del papel médico. ¿Cómo se dio este paso?
Creo que fue derivado de la concepción religiosa de un agente externo, generalmente un
demonio, que provocaba daño a las personas, sacándoles ámpulas, yagas, etc., y que
eran tomados como un castigo de divino, una penitencia que se paga en vida. Estar
enfermo significa ser afectado por algo, y a ese algo habría que darle nombre. Pero de
qué forma si lo único que se oberva son los signos (lo que anticipa) y los síntomas (lo
que se manifiesta), indicios y acumulos resultantes del padecimiento.
Desde este momento se constituyó la ciencia médica, desde que se investigaban las
funciones vitales, naturales y las animales, funciones que ya daban una idea de cómo se
clasificaba la vida de las personas desde donde podría pensarse en cómo se gestó la
enfermedad. La observación médica no sólo es cuestión de diagnóstico ostensivo,
también pone en juego un tipo o modo de relación con el otro, con el enfermo. La
postura del médico es la del sabio, o al menos pretende serlo, que puede conocer y
reconocer lo que le sucede a las personas. Es un poder que no tardó en adquirir
prestigio y la atención por parte de los gobernantes. Las políticas de salud promovían la
creación de hospitales en donde podían estudiar y prepararse como médicos; los
enfermos que ingresaban era utilizados para experimentar a modo de conocer científico.
PEro hubo un problema: los hospitales igualaban la atención a un pobre enfermo y aun
malechor enemigo de la sociedad que no merecía la más mínima atención, por lo que
los hospitales se prohíben. Después de un tiempo, en los hospitales sólo se aceptaban a
personas con escasos recursos, que no podían ser atendidos en sus casas debido, en la
gran mayoría, a que vivían en el campo y las condiciones en las que se basa su vida
cotidiana no les iba sino a dificultar las laboes a los médicos.

De esta manera, la enseñanza de los futuros médicos no se diferencia mucho de la forma


en la que aprenden ahora. La myor parte del tiempo, del conocimiento y de la
experiencia la adquieren estando en los hos´pitales, en contacto directos con aquellas
personas enfermas y que "necesitan" de su conocimiento. En esta enseñanza, el estudio
con los cadáveres da pauta a la relación entre la vida, la enfermedad y la muerte. Se topa
con la nada, más allá de la muerte no puede haber vida ni mucho menos enfermedad.
Aquí, los médicos representan una posición con mucho poder; son los que pueden salvar
una vida (y ya no necesariamente un milagro de Dios).

Para esto se tiene que seguir una línea que distingue entre lo anormal y lo normal. Es
aquí cuando una nueva forma de ver la vida entra en la sociedad no sólo comomodo de
clasificar la salud y la enfermedad, sino que ostenta un poder sobre la sociedad. Velra
por la vida es velar hacia el "progreso". La enfermedad se objetiva con la mirada médica.
Vivimos ahora una dicotomía; aceptamos que alguien está bien cuando está saludable, y
alguien esta mal cuando está enfermo (cuando no necesariamente es así). Pero las
palabras muchas veces no alcanzan a explicar lo que pasa, y en ese intento neurótico por
nombrar todo para poder darle sentido a lo que pasa y no ahogarse en la falta o
ausencia de un saber, es donde brota una esperanza, la esperanza médica. La idea del
progreso marca una dirección de crecimiento, de ascendencia por la senda de la vida
hacia la mejora de las condiciones de ésta. Pero ¿en realidad existe un progreso real, que
pueda ser pronosticado por los ojos vivaces de la ciencia? Creo que lo único que hay, es
un intento de tal cosa. Sólo hay un balbuceo, un bla bla bla, una fantasía sobre lo real
que sucede.

Poder decir quién está enfermo o no, es una facultad que políticamente dota de un
estatus que dicta cómo se debe de vivir, que hacer, qué comer, implementar un hábito
de higiene tanto en los lugares donde se habita como en nuestros propios cuerpos.
Surge la idea de vulnerabilidad, esa idea con la que fantaseamos mucho y a veces
exageradamente como cuando sucedió lo de la influenza AH1N1. Es crear pánico, es
controlar la vida de las personas, es hacerles ver que son débiles ante algo y que
necesitarán del Estado (proveedor de seguro social) para poder atenderse. Y lo peor, es
que todo esto es LEGAL.

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