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En el año 2016, el comité internacional de la cruz roja (CICR), registro alrededor de 838
infracciones del DIH y otros principios humanitarios, en los cuales salieron afectados
18.671 colombianos.
Cerca de 17.100 mujeres y niñas han sufrido delitos contra su libertad e integridad sexual
en el marco del conflicto armado desde los años 80. Una muestra de 100 casos que el
CICR atendió entre 2014 y 2016 indican tendencias preocupantes: el 20% de las mujeres
presentó un embarazo no deseado y el 41% había sido víctima de violaciones colectivas
cometidas por entre tres y ocho personas.
Los enfrentamientos entre fuerzas estatales y grupos armados, además del accionar de
'combos' y pandillas, también fueron causa de las posibles infracciones de los principios
humanitarios. En entornos urbanos como Medellín, El Bagre y Buenaventura, la población
afectada vive entre el estigma y el temor.
El Estado no cumple con sus obligaciones frente a las personas que castiga por violar la
ley. Del año 2000 hasta enero de 2017 el hacinamiento en las cárceles de Colombia creció
de un 35,7 por ciento a un 52,5 por ciento. Es urgente rediseñar la política criminal
colombiana para que se priorice la prevención y la reinserción en vez de la detención
preventiva como única medida contra la inseguridad.
Este hecho trajo consigo el que apareciera entre nosotros el fenómeno del desplazamiento,
traducido en cantidades de colombianos afectados que se ven obligados a desplazarse de
zonas deprimentes a poblaciones más grandes o a ciudades capitales de departamento,
escapando de la violencia, el desarraigo y la desesperanza, arrastrando consigo eventos
traumáticos, daños psicológicos en adultos y niños y traducido finalmente en agresividad,
depresión, desadaptación, aislamiento, hiperactividad, fracaso escolar, sensación
permanente de terror ante estímulos desconocidos, alteraciones y desordenes de todo tipo
afectivo, sentimiento permanente de abandono, complejo permanente de culpa, y en los
niños casos graves de autismo y psicosis infantil.
El estado colombiano en todo este tiempo ha guardado cierta distancia con el problema,
las entidades responsables no han estudiado con detenimiento esta situación y las
repercusiones que la misma conlleva en la salud mental de los compatriotas. Los entes
territoriales parecieran estar más ocupados en la construcción y/o adecuación de parques
y la organización de certámenes de coleo, que en tomar conciencia del dolor y las
angustias que sufren los desplazados.