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tuvo intervención personal en la realización del hecho punible. El Colegiado, considera que
esta hipótesis ciertamente es plausible; empero, también es plausible la hipótesis de que
Castañeda Sosa, no está involucrada en la realización del hecho punible. La convivencia en el
inmueble donde se procesaba la droga, no lleva directamente a inferir el involucramiento
personal de Castañeda Sosa, en la realización del hecho; en efecto, se trata indudablemente
de indicios contingentes, pero no tienen la calidad epistémica de indicios necesarios.
El juez no es testigo directo de los hechos. Sólo a través de la prueba válidamente actuada
puede tomar conocimiento de lo sucedido y generarse convicción sobre la responsabilidad
penal del procesado, la que debe ser construida por una actuación probatoria suficiente, sin la
cual no es posible revertir la inicial presunción de inocencia que favorece a todo ciudadano,
conforme con la garantía prevista por el parágrafo e, del inciso 24, del artículo 2, de la
Constitución Política del Estado.
En el presente caso, estamos ante una orfandad de prueba idónea, pertinente y conducente
para condenar a la acusada; ii) Nadie vincula a la procesada con el delito incriminado, quien
por lo demás carece de antecedentes; iii) Por lo tanto, lejos de haberse desvirtuado la
presunción constitucional de inocencia que ampara a la acusada [artículo 2, numeral 24),
literal “e”, de la Constitución Política del Estado], lo que se constata es una insuficiencia de
prueba de cargo, que no permite crear convicción de culpabilidad. Por ende, no encontrándose
acreditada su responsabilidad penal por el delito incriminado, es razonable ratificar la
sentencia absolutoria dictada a su favor. En esas circunstancias, el recurso de la Parte Civil no
debe ampararse.
Los actos de inteligencia que realiza la Policía Nacional son actos investigativos preprocesales,
materializados en documentos donde los agentes declaran haber visto a cierta persona en
determinado lugar y hora, como tal, pueden ingresar al proceso mediante la declaración del
citado órgano de prueba, o en su defecto podrán ser ofrecidos por el fiscal para su lectura y
debate en la etapa procesal pertinente, sin perjuicio de su confrontación en el respectivo
interrogatorio de los involucrados.
Esta circunstancia alude exclusivamente a una coautoría o autoría funcional donde los
intervinientes actúan mancomunadamente y con un codominio del hecho. Por tanto, no hay
agravante sólo en función al número plural de partícipes sean estos instigadores o cómplices.
Es importante destacar que la comisión del hecho delictivo debe ejecutarse en la modalidad
del concierto criminal y no de la banda. Se trata de una coautoría e integración ocasional de los
implicados y no de una estructura criminal que actúa con fines de permanencia y continuidad
operativa.
Debido a lo cual no cabe más que concluir que los protagonistas respondieron a roles
específicos expresados en la realización de un plan común correspondiéndoles a todos el
dominio funcional de los hechos; que, siendo así, todos deben responder a título de coautores,
pues en su comportamiento medió (i) una decisión común orientada al logro exitoso del
resultado, (ii) un aporte esencial realizado por cada agente, así como (iii) tomaron parte en la
fase de ejecución desplegando un dominio parcial del acontecer, por lo que lo sucedido en su
perpetración, respecto de la conducta de uno de los coautores, le es imputable a todos.