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Texto: 1 Pedro 1: 13 – 18
Introducción: Somos llamados a ser santos, porque Dios es santo.
Somos llamados a ser santos en toda nuestra manera de vivir.
Se repite de manera intencional, en dos ocasiones: Dios es santo y sean
ustedes santos.
Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por
completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia; sino, como AQUEL QUE OS LLAMÓ ES SANTO, SED
TAMBIÉN VOSOTROS SANTOS en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO. Y si invocáis por Padre a
aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos
en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,…
(1 Pedro 1: 13 – 18)
¿Qué es para usted ser santo? ¿Qué tan importante es para usted ser santo?
Se dice de un periodista muy reconocido, hace algunos años atrás visitó Alemania
y se le presentó la oportunidad de entrevistar a un par de soldados alemanes que
además habían sido creyentes en Cristo.
Durante la Segunda Guerra Mundial dos de ellos habían sido nombrados para
recibir la promoción a Tenientes del Ejército Nazi. Sin embargo, el Comandante
les dijo que para ser aprobados, necesitaban cumplir con una condición, Unirse al
Club de Oficiales, lo cual implicaba asistir a las reuniones y especialmente bailes
los fines de semana. Estos jóvenes pensaban que bailar era malo porque podía
llevar a la inmoralidad. Así que debido a sus convicciones, no aceptaron ser
promocionados.
Un tiempo más tarde, a estos dos soldados, los enviaron a formar parte de un
Campo de Concentración donde metían a miles de judíos y los mataban
incinerándolos. Aunque estos soldados no participaron en la matanza de forma
directa, estaban al tanto de lo que ocurría y nunca protestaron, ni dijeron nada.
En la entrevista que les realizó este periodista famoso, encontró que estos
soldados no sentían ningún remordimiento de su experiencia en los Campos de
Concentración.
Ellos dijeron: “Nunca fuimos partícipes de matar a un judío, solo nos
mantuvimos en silencio mientras lo hacían, aunque sabíamos que eso
estaba sucediendo, pero no existe en nuestra mente ningún remordimiento,
en cambio estamos felices de no haber sido ascendidos a Teniente, porque
nos rehusamos a bailar”
Cuando determinamos nosotros mismos, nuestros estándares de justicia o
santidad, somos capaces de cualquier maldad, somos capaces de las maldades
más atroces.
Pero cuando dejamos que Cristo sea el Señor de nuestra vida, no hay nada que
sea demasiado grande o difícil, por causa de agradarle.
Quiero responder a esas dos preguntas.