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Liberalismo

El liberalismo como movimiento en la Iglesia católica es una ideología que aparece en dos
grupos: intransigentes o conservadores: fueron defensores de las estructuras sociales
cristianas y luchadores contra el secularismo, defendiendo el tradicionalismo y el
conservadurismo; transigentes o católicos liberales: buscaban un acuerdo entre la iglesia y el
mundo, defendiendo las libertades y aceptando la separación de poderes. El mundo le dio la
razón a este grupo, es la que primo en el vaticano II. En el siglo XIX aceptaron la separación
de poderes.

Frente al proceso de las revoluciones liberales en Europa que supuso el fin del modelo de
sociedad sacralizada, las iglesias nacionales tuvieron que acomodarse a la nueva realidad
política y vivieron momentos delicados en su relación con los estados respectivos. El
catolicismo liberal intentó en Francia reconciliar a la Iglesia con el mundo moderno,
abogando por la separación de la Iglesia y del Estado. Su consigna “la Iglesia libre en el
Estado libre” suponía la aceptación de la libertad de conciencia en el orden sociopolítico,
respeto a la libertad de cultos y pleno reconocimiento de la autonomía de lo secular.
Contra el avance de la secularización, la respuesta de la Iglesia se concretó en la
confesionalidad. Los conflictos con el poder civil le obligaron a reafirmar la autoridad
del papa que condujo al ultramontanismo, sobre todo entre el bajo clero (Aubert, 2002,
pág. 37).
Es evidente que nos encontrábamos ante una sociedad no cristiana debido a la libertad de
conciencia, desaparece el estado religioso y se diferencia entre ley civil y ley eclesiástica.
Aparece la documentación jurídica, no es la Iglesia sino el estado el encargado de ello,
aparece el registro civil del matrimonio, las separaciones matrimoniales y todo el drama
social que eso trae. Se logra ver el anticlericalismo, surge en el problema y el conflicto entre
ciencia y fe, política e Iglesia, el ateísmo y el laicismo, poniendo en práctica cuatro objetivos;
desamortización, matrimonio civil, educación laica y oposición a los religiosos.1.

La actitud de la Iglesia fue variando, aunque de forma sutil, desde la intransigencia de


Gregorio XVI hasta la comprensión de León XIII. Y aunque los principios no variaron
hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965), sí lo hicieron las actitudes prácticas. Las
condenas vaticanas fueron medidas: inapelables cuando se trataba del liberalismo
dogmático (el caso de Lamennais, por ejemplo); y tácticamente comprensivas cuando se
trataba de católicos que no ponían en duda el dogma y se limitaban a colaborar con el
Estado liberal, aceptando sus principios políticos (el caso de lord Acton). (Algueró, 2012,
pág. 382).

1
Apuntes de clase. Historia de la Iglesia II.

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