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«El evangelio de hoy nos presenta una de las apariciones de Cristo

Resucitado. El tiempo pascual nos ofrece la gracia para vivir nuestra


propia existencia de encuentro con el Resucitado. En este sentido, el
texto evangélico nos ilumina poderosamente.
«No sabían que era el Señor». Jesús está ahí, con ellos, pero no se
han percatado de su presencia cercana y poderosa. ¿No es esto lo
que nos ocurre también a nosotros? Cristo camina con nosotros, sale
a nuestro encuentro de múltiples maneras, pero nos pasa desaperci-
bido. Ese es nuestro mal de raíz: no descubrir esta presencia que ilu-
mina todo, que da sentido a todo.
«Es el Señor». Los discípulos reconocen a Jesús por el prodigio de la
pesca milagrosa. Él mismo había dicho: «Por sus frutos los conoce-
réis». Pues bien, Cristo Resucitado quiere hacerse reconocer por
unas obras que sólo Él es capaz de realizar. Su presencia quiere obrar
maravillas en nosotros. Su influjo quiere ser profundamente eficaz en
nuestra vida. Como en primavera todo reverdece, la presencia del
Resucitado quiere renovar nuestra
existencia y la vida de la Iglesia en-
tera.
«Jesús se acerca, toma el pan y se
lo da». En el relato evangélico,
Cristo aparece alimentando a los
suyos, cuidándolos con exquisita
delicadeza. También ahora es sobre
todo en la eucaristía donde Cristo
Resucitado se nos aparece y se nos
da, nos cuida y alimenta. Él mismo
en persona. Y la fe tiene que estar
viva y despierta para reconocer
cuánta ternura hay en cada misa...

Mayo 12, día de las madres, eucaristía por las madres vivas, Inscribirlas en el
despacho parroquial. Ofrenda Voluntaria.
Mayo 19, eucaristía por las madres difuntas.
E
n aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a
MONICION INICIAL: El Señor resucitado
SALMO 29
Evangelio los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se
Te ensalzaré, Señor, porque
nos convoca de nuevo en este 3r
Domingo de Pascua, para celebrar me has librado Según apareció de esta manera: Estaban juntos Si-
món Pedro, Tomás apodado el Mellizo; Natanael el
su presencia salvadora en medio de San de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discí-
nosotros, para invitarnos a comer
como hizo con los apóstoles en su
Juan pulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pes-
•Te ensalzaré, Señor, porque me has car.» Ellos contestan: «Vamos también nosotros
(21, 1-14
aparición junto al lago y para invi-
librado y no has dejado que mis contigo.» Salieron y se embarcaron; y aquella no-
tarnos a seguirle, a ser continuado- Versión breve) che no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo,
enemigos se rían de mí. Señor, sacas-
res de su misión en el mundo. Ce- te mi vida del abismo, me hiciste re- cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discí-
lebremos con alegría este encuen- vivir cuando bajaba a la fosa. pulos no sabían que era Jesús.
tro con el resucitado. • Tañed para el Señor, fieles suyos, Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?» Ellos contestaron:
dad gracias a su nombre santo; su «No.» Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontra-
cólera dura un instante; su bondad, de réis.» La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y
Lectura del libro de los por vida. aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor.» Al
Hechos de los apóstoles • Escucha, Señor, y ten piedad de mí; oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica
(5, 27b—32. 40b—41 ) Señor, socórreme. Cambiaste mi luto y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, por-
en danzas. Señor, Dios mío, te daré que no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando
En aquellos días, el sumo sacerdote gracias por siempre. la red con los peces.
interrogó a los apóstoles y les dijo: Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y
«¿No os habíamos prohibido formal- pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.» Simón
mente no enseñar en nombre de ese? Lectura del libro del
Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de pe-
En cambio, habéis llenado Jerusalén Apocalipsis
con vuestra enseñanza y queréis ha-
ces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rom-
(5, 11-14 )
cernos responsables de la sangre de pió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad.» Ninguno de los discípu-
ese hombre.» los se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el
Pedro y los apóstoles replicaron: Yo, Juan, miré, y escuché la voz de Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
«Hay que obedecer a Dios antes que muchos ángeles: eran millares y mi- Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después
a los hombres. El Dios de nuestros llones alrededor del trono y de los de resucitar de entre los muertos.» Palabra del Señor
padres resucitó a Jesús, a quien voso- vivientes y de los ancianos, y decían
tros matasteis, colgándolo de un ma- con voz potente: «Digno es el Corde- ORACIÓN DE LOS FIELES
dero. La diestra de Dios lo exaltó ro degollado de recibir el poder, la
haciéndolo jefe y salvador, para otor- riqueza, la sabiduría, la fuerza, el ho- R/ Llénanos, oh Padre, de tu amor
garle a Israel la conversión con el nor, la gloria y la alabanza.»
perdón de los pecados. Testigos de Y oí a todas las criaturas que hay en 1. Por la Iglesia, para que sea fiel a la vocación a la santidad, perseve-
esto somos nosotros y el Espíritu el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en rando en la construcción del Reino de Dios mediante el amor y la paz.
Santo, que Dios da a los que le obe- el mar —todo lo que hay en ellos—,
decen.» 2. Por los gobernantes de las naciones, para que practiquen la hones-
que decían: «Al que se sienta en el
Azotaron a los apóstoles, les prohi- trono y al Cordero la alabanza, el tidad y el servicio en favor de sus pueblos.
bieron hablar en nombre de Jesús, y honor, la gloria y el poder por los 3.Por los que sufren, para que encuentren fuerza en Jesucristo Resuci-
los soltaron. Los apóstoles salieron siglos de los siglos.» Y los cuatro
del Consejo, contentos de haber me- vivientes respondían: «Amén.»
tado y sepan transformar su dolor en alegría para gloria de Dios.
recido aquel ultraje por el nombre de Y los ancianos cayeron rostro en tie- 4.Por nuestros fieles difuntos, para que gocen de la victoria de Cristo
Jesús.» rra, y se postraron ante el que vive Resucitado y compartan su eternidad.
Palabra de Dios por los siglos de los siglos.» Pala-
bra de Dios 5. Por nosotros, convocados hoy por el Señor resucitado ante su altar,
para que seamos testigos fieles de su resurrección ante el mundo.

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