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Lic. María del Carmen Amaro Cano,(1) Lic. Angela Marrero Lemus,(2) Lic.
María Luisa Valencia,2 Lic. Siara Blanca Casas2 y Lic. Haymara Moynelo2
RESUMEN
INTRODUCCION
OBJETIVOS
Son objetivos de este trabajo actualizar los conocimientos sobre ética y moral, así
como ética profesional, especialmente ética médica y ética de Enfermería; así
como informar aspectos teórico-conceptuales acerca de la Bioética y sus
principios fundamentales y finalmente identificar las principales virtudes éticas
que deben caracterizar al personal de Enfermería.
DESARROLLO
La moral es una de las formas de la conciencia social que, en tanto que reflejo de
las condiciones materiales de vida de los hombres, es histórica y concreta y, por
tanto, relativa y cambiante, cuyo desarrollo constante va acorde con la marcha de
la sociedad.1
Así, Potter, elabora su teoría acerca de una nueva disciplina, la Bioética, para
estudiar justamente los problemas morales surgidos al calor del desarrollo
científico y que abarca, no sólo al hombre sano o enfermo, sino a todos los seres
vivos que tienen relación con la mejor calidad de vida del hombre.3
Principios de la Bioética4
Como todo fenómeno social, los valores poseen un carácter histórico concreto, de
manera que cambian con el propio desarrollo de la sociedad. Por eso, como
criterio universal para la determinación de los valores actúa el progreso social: lo
que lo favorece, constituye un valor; lo que lo dificulta u obstaculiza, constituye
un antivalor.5
Dicho esto así todo parece claro y de fácil solución; sin embargo, el profesional
de la salud se enfrenta, en su ejercicio cotidiano, a una categoría mucho más
abarcadora que la autonomía, que es la integridad del paciente como un todo, con
sus valores más preciados: la vida y la salud, que incluye además el respeto a su
individualidad y a su derecho de libertad de opción. Es precisamente en este
rango, en el que se presentan los mayores conflictos éticos. Otro tanto sucede
cuando los elementos que justifican el ejercicio de la autonomía en el individuo
son contrarios al derecho de elección de la comunidad.
***Bioética
La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la conducta más
apropiada del ser humano respecto a la vida, tanto de la vida humana como de la vida no
humana (animal y vegetal), así como al ambiente en el que pueden darse condiciones
aceptables para la misma.
Se trata de una disciplina relativamente nueva, y el origen del término corresponde al pastor
protestante, teólogo, filósofo y educador alemán Fritz Jahr, quien en 1927 usó el término Bio-
Ethik en un artículo sobre la relación ética del ser humano con las plantas y los
animales.1 Más adelante, en 1970, el bioquímico estadounidense dedicado a la oncología Van
Rensselaer Potter utilizó el término bio-ethics en un artículo sobre «la ciencia de la
supervivencia»2 3 4 y posteriormente en 1971 en su libro Bioetica un puente hacia el futuro.
En su sentido más amplio, la bioética, a diferencia de la ética médica, no se limita al ámbito
médico, sino que incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en general,
extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y
al trato debido a los animales. Se han formulado una serie de definiciones respecto a la
disciplina de la Bioética, siendo una de ellas la adoptada por la Unidad Regional de Bioética
de la OPS, con sede en Santiago de Chile y que, modificada por el S. J. Alfonso Llano
Escobar en una revista de la especialidad, define a la Bioética como «el uso creativo del
diálogo inter y transdisciplinar entre ciencias de la vida y valores humanos para formular,
articular y, en la medida de lo posible, resolver algunos de los problemas planteados por la
investigación y la intervención sobre la vida, el medio ambiente y el planeta Tierra».5 Sin
embargo, cabe destacar, que ya en 1978, el Kennedy Institute de la Universidad jesuita de
Georgetown en Estados Unidos, había publicado la primera Enciclopedia de Bioética en cuatro
volúmenes, dirigida por Warren Reich, un teólogo católico, donde se define a la Bioética como
el "estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y la salud,
examinado a la luz de los valores y principios morales".6
Índice
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1Definición y dominios
2Principios fundamentales
o 2.1Principio de autonomía
o 2.2Principio de beneficencia
o 2.3Principio de no maleficencia
o 2.4Principio de justicia
3Corrientes y tendencias
4Ámbitos
o 4.1Ámbitos específicos
5Principales regulaciones y documentos
6Bioeticistas destacados
7Véase también
8Referencias
9Bibliografía
o 9.1Bioética en general
o 9.2Bioética aplicada
9.2.1Aborto / estatus del embrión
9.2.2Comités de ética
9.2.3Derecho y legislación
9.2.4Eutanasia
9.2.5Genética
9.2.6Investigación
9.2.7Medio ambiente y animales
9.2.8Relación médico-paciente
9.2.9Tecnociencias
9.2.10Compilaciones de diferentes temas
9.2.11Fundamentación
10Enlaces externos
Definición y dominios[editar]
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones
entre biología, nutrición, medicina, química, política (no debe confundirse con la
"biopolítica"),7 derecho, filosofía, sociología, antropología, teología, etc. Existe un desacuerdo
acerca del dominio apropiado para la aplicación de la ética en temas biológicos. Algunos
bioéticos tienden a reducir el ámbito de la ética a lo relacionado con los
tratamientos médicos o con la innovación tecnológica. Otros, sin embargo, opinan que
la ética debe incluir lo relativo a todas las acciones que puedan ayudar o
dañar organismos capaces de sentir miedo y dolor. En una visión más amplia, no sólo hay que
considerar lo que afecta a los seres vivos (con capacidad de sentir dolor o sin tal capacidad),
sino también al ambiente en el que se desarrolla la vida, por lo que también se relaciona con
la ecología.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto al ser humano, a
sus derechos inalienables, a su bien verdadero e integral: la dignidad de la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión que de ésta se
tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada intervención técnica sobre el ser
humano.
La bioética es con frecuencia asunto de discusión política, lo que genera crudos
enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma
incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí, sino que debe
estar al servicio de las personas y bajo el control de criterios éticos; o entre quienes defienden
los derechos para algunos animales y quienes no consideran tales derechos como algo
regulable por la ley;8 o entre quienes están a favor o en contra del aborto o la eutanasia.
Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda Guerra
Mundial, cuando el mundo se escandalizó tras el descubrimiento de los experimentos médicos
llevados a cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los prisioneros en los campos
de concentración. Esta situación, a la que se suma el dilema planteado por el invento de
la fístula para diálisis renal de Scribner (Seattle, 1960), las prácticas del Hospital Judío de
Enfermedades Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de Willowbrook (Nueva York, 1963),
van configurando un panorama donde se hace necesaria la regulación, o al menos, la
declaración de principios a favor de las víctimas de estos experimentos. Ello determina la
publicación de diversas declaraciones y documentos bioéticos a nivel mundial.
Principios fundamentales[editar]
En 1979, los bioeticistas Tom L. Beauchamp y James F. Childress,9 10 definieron los cuatro
principios de la bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia. En un primer
momento definieron que estos principios son prima facie, esto es, que vinculan (son
obligatorios) siempre y cuando no colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad
a uno u otro, dependiendo del caso. Sin embargo, en 2003 Beauchamp11 considera que los
principios deben ser especificados para aplicarlos a los análisis de los casos concretos, o sea,
deben ser discutidos y determinados por el caso concreto a nivel casuístico.
Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:
Principio de autonomía[editar]
La autonomía expresa la capacidad para darse normas o reglas a uno mismo sin influencia de
presiones. El principio de autonomía tiene un carácter imperativo y debe respetarse como
norma, excepto cuando se dan situaciones en que las personas puedan no ser autónomas o
presenten una autonomía disminuida (personas en estado vegetativo o con daño cerebral,
etc.), en cuyo caso será necesario justificar por qué no existe autonomía o por qué esta se
encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento informado es la máxima
expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente y un deber
del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales desde el punto
de vista ético y suponen que el objetivo del médico es respetar esta autonomía porque se trata
de la salud del paciente.
Principio de beneficencia[editar]
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo
prejuicios. En medicina, promueve el mejor interés del paciente pero sin tener en cuenta la
opinión de éste. Supone que el médico posee una formación y conocimientos de los que el
paciente carece, por lo que aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente para éste. Es
decir "todo para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente, primer
involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su falta de
conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de pacientes
pueden discrepar respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil defender la
primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde éste, se dejan de lado
otros principios válidos como la autonomía o la justicia.
Principio de no maleficencia[editar]
Abstenerse intencionadamente de realizar actos que puedan causar daño o perjudicar a otros.
Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el ámbito biomédico sino en todos los
sectores de la vida humana. En medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una
interpretación adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien.
Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este
principio va de la mano con el de beneficencia, para que prevalezca el beneficio sobre el
perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación
teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio
profesional, investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los
ya existentes con objeto de que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar
en el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la multiplicación de
procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
Aparece por primera vez en el Informe Belmont (1978).
Principio de justicia[editar]
Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de
desigualdad (ideológica, social, cultural, económica, etc.). En nuestra sociedad, aunque en el
ámbito sanitario la igualdad entre todos los hombres es sólo una aspiración, se pretende que
todos sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y
desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad.
El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar igual a los iguales
y desigual a los desiguales) y un principio material (determinar las características relevantes
para la distribución de los recursos sanitarios: necesidades personales, mérito, capacidad
económica, esfuerzo personal, etc.).
Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios materiales de justicia.
En España, por ejemplo, la asistencia sanitaria es teóricamente universal y gratuita y está, por
tanto, basada en el principio de la necesidad. En cambio, en Estados Unidos la mayor parte de
la asistencia sanitaria de la población está basada en los seguros individuales contratados con
compañías privadas de asistencia médica.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué igualdades o
desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a cada
uno. El enfermo espera que el médico haga todo lo posible en beneficio de su salud. Pero
también debe saber que las actuaciones médicas están limitadas por una situación impuesta
al médico, como intereses legítimos de terceros.
La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y de
autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de
recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En cambio,
la política sanitaria se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en cuanto que
consiga una mayor igualdad de oportunidades para compensar las desigualdades.
Corrientes y tendencias[editar]
a) Bioética personalista. Parte de la dignidad como valor propio de la persona, la cual se
manifiesta en su capacidad intrínseca de realizar los valores. El fundamento de las
orientaciones que deben apoyar las propuestas de solución a los dilemas éticos se encuentra
en la naturaleza humana ya que la persona es el centro.
b) Bioética consensualista o civil. En esta corriente se busca establecer un mínimo de
principios aplicables dentro de una sociedad pluralista y secular. Se basa en los postulados de
la llamada “Ética de mínimos” que propone un conjunto de normas a cumplir por todos los
miembros de la sociedad y que sería producto del consenso social en torno a ciertos
parámetros mínimos de convivencia.
c) Bioética clínica. Esta escuela sigue el enfoque biomédico que se da a partir de Hellegers
con su trabajo en el Kennedy Institute of the Bioethics. Su centro de atención son los
problemas suscitados por el avance en el conocimiento científico y tecnológico respecto de su
aplicación en los diferentes ámbitos de la salud humana.
d) Bioética social. Su centro de interés es la problemática de la justicia y el desarrollo social
como el mejoramiento de las condiciones de vida de la población en equilibrio con el medio en
que interactúa. Hay un énfasis en la promoción de los derechos humanos en una sociedad
plural.
e) Bioética transdisciplinar, como ciencia de la complejidad. Esta corriente es menos conocida
y surge desde la perspectiva de las ciencias de la complejidad. Dentro de los sistemas
dinámicos de los que se ocupa la complejidad como ciencia, está la vida, la cual es analizada
por la bioética que tiene carácter inter y transdiplinario, no lineal. Este estudio abarca no solo
la vida humana, sino las demás existentes y su interacción con los sistemas dinámicos.
Ámbitos[editar]
Aunque la bioética está muy relacionada con la ética no son lo mismo. En el caso de la
medicina, la ética médica no es idéntica a la bioética médica: la ética médica trata los
problemas planteados por la práctica de la medicina mientras que la bioética es un tema más
amplio que aborda los problemas morales derivados de los avances en las ciencias biológicas
en general. La bioética se diferencia de la ética, según algunos autores, en que no necesita la
aceptación de ciertos valores tradicionales que son fundamentales para la ética.12
aborto inducido
calidad de vida y sanidad
clonación humana
circuncisión
concepto de funcionalidad conductual
contaminación genética
criónica
derechos de los animales
desarrollo sostenible
donación de órganos
drogas
ética medio ambiental
eutanasia
genética
investigación médica
investigación farmacológica
ingeniería genética
ingeniería genética humana
inseminación artificial
Investigación con células madre
investigación y ensayos clínicos
métodos anticonceptivos
nanotecnologías
quimera
reprogenética
reproducción asistida
sexualidad
sida
suicidio
trasplante
tratamiento del dolor
vida artificial
De modo clásico, la Bioética puede definirse como "el estudio sistemático de la conducta humana
en el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, examinada a la luz de los valores y de
los principios morales" (Encyclopedia of Bioethics). Desde el año 1971 en que la palabra "bioética" -un
neologismo introducido por el oncólogo Van Rensselaer Potter- se utiliza por primera vez en una
monografía titulada "Bioethics: bridge to the future" (Bioética: un puente hacia el futuro), la Bioética
se ha convertido en uno de los temas de obligada referencia en la medicina y la investigación actual,
una nueva disciplina que ha ido adquiriendo a lo largo de los últimos treinta años un importante
cuerpo doctrinal, convirtiéndose en una de las ramas de estudio más desarrolladas de la ética.
Esto ha dado lugar a un relanzamiento de la ética médica, enriquecida con nuevas formulaciones
y principios de argumentación, en los que la competencia profesional y los datos obtenidos de la
evidencia científica se convierten en requisitos básicos para la toma de decisiones morales.
Precisamente esta confrontación y armonización de datos científicos y dilemas éticos
distinguirá a la nueva Bioética de la clásica Deontología médica enunciada por Hipócrates
ya en el siglo V a.C. Surge, por tanto, esta nueva área de conocimiento y de discusión, partiendo del
legítimo pluralismo ideológico, como una necesidad de logros de acuerdos a nivel de la comunidad
científica internacional, para asegurar el respeto a la vida humana y la dignidad personal en el ámbito
de la investigación científica y el trabajo biomédico.
PRINCIPIOS ETICOS
De hecho, esa búsqueda de principios éticos reguladores de la actuación
profesional resulta especialmente necesaria en nuestro fragmentado ámbito cultural, ya que el
recurso a la conciencia individual, aludido frecuentemente como única fuente de ética o moralidad, en
demasiados casos sólo ha demostrado servir como puerta de escape o justificación de las opciones
éticas más cómodas o más propiciadoras de actuaciones utilitaristas en las que se busca sacar el
máximo provecho personal. Sin embargo, parafraseando a J.H. Newman, "si la conciencia tiene sus
derechos, es porque también tiene sus deberes". Asumiendo esto, la nueva ética biomédica
intenta recuperar el sentido de dignidad del ser humano, como paciente o sujeto de investigación, en
todas las fases de su vida, reconociéndolo en todo momento como sujeto de derechos, lo que implica
necesariamente el respeto a su libertad y el acceso a la información útil en cada caso, integrando
estos derechos con los deberes de conciencia del propio médico, que no debe quedar en ningún
momento despojado de su propia responsabilidad ni de sus propias convicciones, ya que cada uno
somos responsables de nuestros propios actos sin que podamos delegar en nadie nuestra
responsabilidad moral.
Desde un punto de vista práctico, no desde la discusión teórica realizada en los círculos
académicos, el respeto a la autonomía individual comienza a verse ya en la primera década del siglo
XXI no como un derecho absoluto del paciente, lo que reduciría la ética a un simple acatamiento de
los deseos de los enfermos de modo indiscriminado, sino como un importante punto de referencia.
Como afirma el cirujano Atul Gawanade, "en lo que muchos expertos en ética se equivocan es
en promover la autonomía del paciente sin reconocer que este concepto es solo un valor
añadido", aunque sea muy importante. Por ello, el respeto a la autonomía del paciente no puede
constituirse en una excusa para prescindir de la carga moral que recae sobre el personal sanitario, que
debe hacerse entender y, en lo posible, reconducir situaciones de rechazos de tratamientos. Lo
contrario podría llevar al abandono de los enfermos y al desinterés sobre las consecuencias que
pueden ocasionarse de algunas decisiones tomadas de modo erróneo o en situaciones muy
condicionantes invalidando las resoluciones tomadas.
ETICA Y DERECHO
Por otra parte, la presencia creciente de recursos o demandas legales en los que personas
provenientes del ámbito del Derecho, sin vinculación alguna con la experiencia de la práctica clínica o
quirúrgica, deben decidir la licitud del obrar médico pone aún más de manifiesto la necesidad de la
existencia de un cuerpo de doctrina establecido en el que se definan los criterios éticos que pueden
justificar (o no) la toma de decisiones cuestionables en los cuidados de la salud.
Pero cuando nos referimos a la Ética y las leyes, ¿qué genera qué?, ¿el camino "natural" es de
la formulación de unas leyes a las que la Ética debe amoldarse o es al contrario?, ¿es el bioeticista el
que debe buscar en la ley sus argumentos o es, por el contrario, el legislador el que los debe
fundamentar en la Ética? Si se reflexiona sobre ello, es bastante fácil concluir a la luz de la experiencia
que no es primariamente la ley la que enseña a los médicos, investigadores y personal de enfermería
a tratar a los pacientes a su cargo de acuerdo a su dignidad personal. Lo que hace posible aprender
cómo es la persona, y por ende, sus necesidades, sus cualidades, sus carácterísticas, etc. Son las
ciencias de la vida y las ciencias de la conducta. Es la reflexión sobre los demás y sobre uno mismo lo
que nos descubre como seres con dimensiones físicas, psíquicas, espirituales y sociales, necesitados
continuamente de ser cuidados y respetados. Conocer eso marca un tipo de relación que va mucho
más allá del estricto cumplimiento de lo marcado en una ley.
Por otra parte, parece claro que el ser humano es portador de un conjunto de cualidades que le son
intransferibles, inajenables e inviolables y que el Derecho ha de proteger y defender. Por tanto, es la
persona, su valoración y la protección jurídica de sus derechos inherentes, la que se convierte en el
punto de contacto central entre el Derecho y la Bioética,
CONFLICTOS ACTUALES
Así, partiendo del estudio de conceptos básicos de Ética práctica, esta disciplina aplicada al
ámbito sanitario incide también en la siempre difícil problemática de priorizar recursos asistenciales
armonizándolos con las limitaciones habituales que impone un sistema público de salud; la posible
objeción de conciencia que puede ser planteada en base a criterios éticos propios; el trasplante renal
con la toma de decisiones respecto a implantar o no riñones subóptimos o, participando en el debate
sobre el momento de la muerte; la participación de médicos y enfermeras en los centros de
reproducción asistida y la deriva eugenésica de algunas de estas sofisticadas técnicas; los problemas
derivados de la extensa demanda de esterilizaciones a demanda como un recurso más de planificación
familiar; la justificación ética de la cirugía de la transexualidad y la actitud de aceptación o rechazo
que puede suscitar la solicitud de interrupción voluntaria del embarazo y, en fin, la implicación de los
profesionales sanitarios en las situaciones del final de la vida con los conflictos de valores que pueden
generarse entre médico y paciente cuando se debe distinguir entre prácticas contrarias a la buena
práctica clínica y una correcta limitación del esfuerzo terapéutico.
¿ Que es la Bioética ? La Bioética es una ciencia de reciente desarrollo, al menos tal como se la
entiende modernamente, y cuyo origen propio hay que fijar a comienzos de los años 70 del siglo XX. El
término “bioética” procede de la fusión de otros dos términos griegos “bios”, que significa “vida” y “ethos”
que significa “ética”, por tanto etimológicamente significa “´ética de lo vivo”.
Esta ciencia tiene diversos orígenes según la perspectiva con la que se aborde. Si atribuimos a
la Bioética el campo de estudio de la ética en lo que tiene que ver con la vida humana, entonces
tendríamos que poner el origen de esta disciplina en el mismo origen de la medicina. Como muestra
el Juramento hipocrático y otros textos antiguos, la pregunta sobre la moralidad de los actos médicos
está unida al mismo nacimiento de la medicina.
La historia de la bioética contempla diversos precedentes de lo que ahora se considera la ciencia de la
Bioética. Sin embargo como conjunto de conocimientos agrupados bajo el término Bioética tiene un
origen más reciente.
Bioethics: Bridge to the future
Contenido
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Bioética (definición)
Abel define qué es la Bioética como
Bioética (definición): estudio interdisciplinar de los problemas creados por el progreso biológico
y médico, tanto a nivel microsocial como a nivel macrosocial, y su repercusión en la sociedad y
en su sistema de valores, tanto en el momento presente como en el futuro"[4].
Definición extensa, donde parece diluirse la figura del profesional sanitario -que es el principal
protagonista de la decisión ética- pero que tiene la virtud de destacar el carácter interdisciplinar de
la bioética -y la importancia de su repercusión para la sociedad y su sistema de valores. En este
sentido abre el abanico de receptores a todos los ciudadanos
Otra definición es la proporcionada en la Encyclopedia of Bioethics (New York, 1978) que define
define qué es la Bioética como
Bioética (definición): el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias
de la vida y del cuidado de la salud, examinada a la luz de los valores y de los principios [5].
En definitiva, Bioética es aquella parte de la Ética o filosofía moral que estudia la licitud de las
intervenciones sobre la vida del hombre y de su entorno, especialmente, pero no sólo, en el
campo de la Medicina y de las ciencias biológicas.
Entrambas definiciones configuran los cuatro rasgos definitorios de la bioética moderna:
El método bioético
El método de la bioética es un método interdisciplinar y triangular.
Interdisciplinar porque en ella intervienen elementos que provienen de la ciencia, de la filosofía,
del derecho, de la economía y de otras ciencias. Es necesaria una integración de todas estas
perspectivas y un ensamblaje que ofrezca una visión unitaria del objeto de estudio. En este
sentido siempre hemos admirado la llamada “unidad del saber” y al mismo tiempo la
“autonomía de las ciencias” [6].
Al decir triangular nos referimos a lo sugerido por E. Sgreccia en 1985 [7].
Dicho método, aplicado ya por numerosos autores, y enriquecido con aportaciones que ofrecen
matices, se ha demostrado eficaz, ordenado y respetuoso de todos los ámbitos del saber.
Consiste en lo siguiente:
Principialismo
Artículo principal: Principialismo
El Principialismo surge en el año 1979 cuando dos norteamericanos, T. L. Beauchamp y J.
Childress, que habían formado parte la Comisión que elaboró el Informe Belmont, hablaron por
primera vez de los principios que debían regir la toma de decisiones en bioética en su
volumen Principles of biomedical ethics.
Estos cuatro principios, que constituyen el núcleo teórico de la llamada bioética principialista,
son:
Principio de autonomía
Principio de no maleficencia
Principio de beneficencia
Principio de justicia
“Un principio de respeto a la autonomía requiere que las personas estén capacitadas para
ordenar sus valores y creencias y para actuar sin intervenciones controladoras de otros. Incluso
si existe un riesgo que a los demás les pueda parecer temerario, este principio exige la no
interferencia y el respeto a las opciones autónomas de otras personas. Por ejemplo, los
pacientes autónomos e informados tienen derecho a decidir que la intervención médica para
evitar la muerte es inaceptable; estos pacientes tienen derecho a negarse a seguir siendo
tratados, incluso a una muerte segura. Sin embargo, dichos derechos no siempre tienen una
autoridad absoluta, y por ello pueden, en principio, encontrarse razones que justifiquen una
intervención” [9].
La propuesta de Beauchamp y Childress predominó hasta los años noventa en que
Clousert y Gert publicaron un artículo en el que criticaban el principialismo. La razón
fundamental de la crítica era que no ofrecían una tabla de principios jerárquica y
convincente. A raíz de las críticas los autores modificaron su obra. No obstante, les han
dirigido otras críticas, como por ejemplo, la ausencia de una teoría antropológica que
sustente los principios y que ofrezca una posible vía de solución en caso de conflicto entre
dos principios.
Utilitarismo y funcionalismo
Artículo principal: Utilitarismo
Es un planteamiento de raíz empirista, materialista y basado en las teorías de Bentham y
Stuart Mill. Considera que es bueno aquello que produce el mayor bienestar y beneficio
para el mayor número de personas. Se realiza un cálculo costo-beneficio y el resultado
práctico es lo que se decide.
Generalmente está asociado a la visión funcionalista, como la de P. Singer: para Singer el
fundamento del ser persona es la capacidad de tener conciencia, por lo tanto, hay una
distinción entre ser humano y persona. Sería ser humano todo ser vivo de la especie homo
sapiens sapiens, mientras que sería persona sólo aquel ser humano capaz de realizar
actos de razón. Esto significa que ni el embrión, ni el feto, ni el anencéfalo, ni el individuo
en coma, ni el enfermo con grave discapacidad, son personas. Esta concepción
antropológica, seguida de un razonamiento meramente pragmático, hace que la posición
de Singer derive hacia posiciones liberales en las que está permitida la eugenesia, la
eutanasia, el aborto, entre otros [6].
Contractualismo
Sigue la tradición empirista y hobbesiana, y ante la imposibilidad de llegar a una ética
universal, la única posibilidad remanente es el consenso y el contrato social en bioética. El
autor más representativo de esta posición es H.T. Engelhardt jr. Para él la única fuente de
autoridad es el consenso pues cualquier otra argumentación es débil y no hay posibilidad
de establecer principios de carácter universal [6].
Ética de mínimos
Es una forma del contractualismo de Engelhardt. Se basa en el mismo supuesto: ante la
imposibilidad de establecer principios con validez universal, sólo nos queda acordar una
“ética de mínimos” que todos compartamos y que sea el fundamento de la convivencia.
En lengua castellana, la autora más importante de esta corriente es Adela Cortina en la
Universidad de Valencia, con ella Victoria Camps en la Universidad Autónoma de
Barcelona y Javier Sádaba en la Universidad Autónoma de Madrid. Algunos ven que uno
de los límites de esta posición es el de reducir la ética a política, es más, sustituir la ética
con la política haciendo que la ética permanezca en el ámbito de lo privado y la política
(mínimos) en lo público [8].
Ética narrativa
Descrita fundamentalmente por H. Brody. Para él la ética clínica es un diálogo o síntesis
entre los “principios recibidos, colectivos” y las “particularidades de cada persona, la
historia que narra”. No tiene fundamentación antropológica y ética, es relativista y
subjetiva [6].
Bioética casuística
Artículo principal: Casuística
La casuística en bioética se disocia, al menos en parte, de aquella clásica que trataba de
aplicar los principios a casos concretos. No es un método deductivo, sino con expresión
de Carson Strong, una propuesta basada en casos (case-based approach), donde el
argumento se desarrolla comparando el caso en estudio con un paradigma. De esta
comparación emergen ciertos factores morales relevantes (casuistic factors), que variarán
de un caso a otro. Su resultado, como el de toda casuística, no es una certeza: siempre
queda abierto a la valoración de nuevos factores. La conclusión será mejor o peor,
dependiendo de lo plausible de su comparación con el caso paradigmático. Este modo de
razonamiento no pretende resolver todos los casos morales que aparecen en ámbito
médico, pero sí supone una buena ayuda en la mayoría de ellos.
En algunos se llegará simplemente a la conclusión de que no se ha hallado un paradigma
adecuado, o que son varios los que podrían tomarse en consideración [12].
La casuística en bioética clínica aparece por tanto como reacción a un modo deductivista
de resolver los casos concretos de la vida moral. Este es el punto de partida del artículo de
Strong apenas citado, que recoge una de las conclusiones del libro de Jonsen y Toulmin:
el conocimiento moral es esencialmente particular, y no se obtiene por deducción [13].
Este método casuista para la bioética está íntimamente relacionado con el
procedimiento utilizado en ámbito judicial, y es por ello que en los textos de bioética,
sobre todo los de producción norteamericana, no sea sencillo separar las cuestiones que
pertenecen al ámbito legal de aquellas propiamente morales. Annas explica que en
Estados Unidos, al no tener un ethos común donde apoyar los juicios morales, la ley
cumple de algún modo esa función. Aunque sostiene justamente que se trata de dos
campos distintos [14]. En algunos casos podría parecer incluso que la ley estuviera por
encima de la moral, pues sería aquélla y no ésta quien tendría la última palabra [15].
Recuérdese, por ejemplo, que en Estados Unidos, la práctica del aborto comenzó a
considerarse legal (y para muchos también moral), a partir de la sentencia de un tribunal.
En su breve camino dentro del ámbito bioético la casuística ha dado origen a varios
modelos de resolución de problemas. Como alternativas a la propuesta de Jonsen
podemos destacar los trabajos de Brody y Strong. También son de interés los escritos
de Arras, aunque quizá no pueda considerarse estrictamente un casuista. El mismo año
de la publicación del libro de Jonsen y Toulmin apareció otro de Baruch A. Brody, Life
and Death Decision Making, en el que propone una “casuística pluralista” [16].
Destinatarios de la bioética
Aunque en un principio se consideró que los destinatarios eran los médicos o el personal
biosanitario, cada vez más, y actualmente, se tiene conciencia de que los destinatarios son
toda la sociedad.
La toma de decisiones sobre cuestiones con aspectos bioéticos deben ser asumidas por
las personas implicadas, y con frecuencia por las sociedades involucradas en el resultado
de esas cuestiones.
Además se debe tener como referencia no sólo las generaciones actuales sino también la
repercusión que en el entorno actual, y en la herencia que trasmitimos para las
generaciones futuras.
Relación con disciplinas afines
Bioética y ética médica
La medicina es de las pocas profesiones que desde su comienzo se ha interrogado sobre
el buen o mal hacer profesional con una perspectiva ática. Bastaría recordar el
famoso Juramento hipocrático que todavía se utiliza en muchos casos como normativo de
la profesión médica.
También a lo largo de la historia los médicos han prescrito diversos códigos de conducta
profesional. En la medicina contemporánea, desde el año 1847 la Asociación Médica
Americana lleva publicando su Código de ética médica [17], y otras instituciones han
elaborado sus propios Códigos de ética médica.
La bioética no es ajena a la ética médica. En ocasiones se trata de abordar las mismas
cuestiones, por ello pueden llegar a confundirse una con otras. Sin embargo la bioética
abarca más cuestiones que las meramente médicas, y con frecuencia las aborda juntando
profesionales de diversas áreas, y por tanto, con un carácter multidisciplinar.
Bioética y derecho
Los progresos de la ciencia han producido situaciones nuevas frente a las cuales reglas de
comportamiento y leyes han quedado desfasadas e insuficientes. Se han producido
nuevos problemas y también nuevos enfoques de los antiguos problemas.
La Bioética tiende al reconocimiento de la pluralidad de opciones morales presentes en las
sociedades actuales, propugnando la necesidad de establecer mínimos acuerdos. Los
procedimientos que permitan decisiones consensuales tienen una importancia
fundamental. Si no hay acuerdo, el Derecho deberá establecer los límites de lo permitido;
de ahí deriva la estrecha relación entre Bioética y Derecho, entendido como norma de
conducta que emana de la voluntad de todos.
Unir las nociones de Bioética y Derecho es importante, no para juridificar a la primera, sino
para entender los valores constitucionales y los "principios generales de las naciones
civilizadas" como acuerdo mínimo: a la luz de la Declaración de Derechos Humanos y de
las demás declaraciones internacionales y convenios que forman parte de nuestro acervo
común. Los Derechos Humanos constituyen a la vez la base jurídica y el mínimo ético
irrenunciable sobre los cuales se asientan las sociedades democráticas [19].
o Ética civil: las personas tienen derecho a que su libertad de conciencia sea respetada, las
instituciones sociales están obligadas a establecer los mínimos morales exigibles a todos pero no podrán
fijarse de acuerdo con mandatos de las morales religiosas, sino desde criterios seculares, civiles o
racionales.
o
o Ética pluralista: es pertinente la aceptación de la diversidad de enfoques y posturas, una acción
es inmoral cuando el beneficio de alguno se consigue mediante el perjuicio de otros. El pluralismo es la
condición de posibilidad de la ética.
o
o Ética autónoma: el criterio de moralidad no puede ser otro que el propio hombre, la razón
humana se constituye en norma de moralidad inapelable.
o
o Ética racional: la racionalidad humana tiene siempre un carácter abierto, con un momento a
priori o principalista y otro posteriori o consecuencialista. La razón ética se desarrolla a ese doble nivel.
o
o Más allá del convencionalismo: la bioética moderna aspira a ir más allá de los
convencionalismos morales y tener carácter universal. La razón ética aspira al establecimiento de leyes
universales, abiertas a un proceso de continua revisión.
2. Alcance de la bioética
La bioética no sólo trata las cuestiones morales en el ámbito de la
biomedicina, sino que además incluye:
Es una ética laica, racional, que formula la dimensión moral de la vida humana
en cuanto ésta tiene de repercusión para la convivencia ciudadana en general.
Pero con la consciencia de las limitaciones de la razón, es decir, evitando el
racionalismo ingenuo.
Es una ética pluralista: acepta la diversidad de enfoques, desde los que se
intenta construir un acuerdo moral en una unidad superior.
Es una ética "mínima" (Adela Cortina), es decir, el mínimo común denominador
moral de una sociedad pluralista, que garantiza al mismo tiempo la diversidad
de proyectos humanos (culturales, religiosos, etc.). En esta línea se situarían
igualmente los intentos del teólogo Hans Küng de una Ética Mundial por medio
del diálogo de las distintas religiones, que pudiera llegar a unos acuerdos sobre
valores y fines vinculantes. En cuanto ética mínima, no puede aspirar a ser
totalizadora, y por lo tanto no se identifica con la visión de ninguna religión,
que plantea cosmovisiones opcionales. En cuanto ética común, sus contenidos
no pueden depender de simples preferencias personales, sino que reflejarían
cierto grado de consenso social derivado de la racionalidad.
Sus contenidos se van descubriendo tras evaluación y discusión crítica, por
sucesivas convergencias surgidas de la común racionalidad humana. Se trata,
pues, de una ética dinámica y enraizada en la historia, que acepta moverse
provisionalmente en la duda y en la perplejidad, pero que avanza hacia niveles
cada vez mayores de búsqueda del bien y de la justicia para toda la
humanidad, contrastando sus conclusiones continuamente con la realidad de
cada momento y de cada cultura.
4. Fundamentaciones de la bioética
Véanse los textos de:
Principio de no maleficencia
Principio de beneficencia
Principio de justicia
Los países industrializados, con menos población que los paises pobres,
contaminan más y derrochan más recursos. Las sociedades opulentas
deberían bajar del pedestal la autonomía desmedida que va en
detrimento del desarrollo justo y viable para todos.
4. El juicio moral
Para aplicar estos principios hay que pasar a las reglas. Hay que
construir un conjunto de pautas específicas que resulten coherentes
entre sí, y que sean capaces de resolver los problemas prácticos.
7. Bioética y derecho
En las relaciones entre bioética y derecho hay dos posibles tendencias
(Moreno, 1995):
¿Se tiene en cuenta el bien del feto como parte del bien común?
¿Se acepta que un ciudadano conceda el derecho a otro de quitarle a él la
vida?
¿Eliminar al que sufre es un buen método de eliminar el sufrimiento?
Es difícil imaginar que la ley deba permanecer silenciosa sobre ciertos temas,
como el aborto y la eutanasia, ya que ellos conllevan implicaciones sobre el
significado de ser miembro de una comunidad.
Hay otros asuntos que parecerían caer (casi) totalmente dentro del ámbito
privado, pero sobre los que se necesita al menos una comprensión compartida:
ahora que tenemos a mano FIV y tecnologías reproductivas y genéticas
(incluyendo la clonación), ¿se puede mantener que es de incumbencia
exclusivamente privada el modo de traer hijos al mundo? ¿no tendría la
sociedad nada que decir si elijo tener un clon de mí mismo, o si elijo
"mejorarlo" genéticamente, determinando con mi voluntad algunos de sus
rasgos? ¿No tendrá ninguna consecuencia el que empecemos a considerar los
hijos como bienes de consumo y de diseño, cuando "produzcamos" nuestra
descendencia en lugar de procrear en un contexto de acogida diferente? ¿La
ley no tendría nada que decir?
Desde los años 60, debido a las polémicas sobre la energía nuclear y a la crisis
ecológica, la tecnología ha sido arrojada al centro del debate público.
La biotecnología presenta un carácter horizontal, afectando a numerosos
sectores de las actividades humanas.
La biotecnología, al permitir la manipulación racional de la base de la vida,
toca una importante dimensión simbólica, entroncada en todas las culturas.
cognitivista
psicosocial
cultural
sociológico
la evaluación de riesgos
el impacto de la tecnociencia en la sociedad
el control social en la tecnociencia
la finalidad de nuestras sociedades. Este es quizá el punto más importante,
aunque seguramente el más difícil de implantar políticamente, ya que supone
realizar una crítica social acerca de los valores explícitos e implícitos que nos
guían, incluyendo la imagen del hombre y sus necesidades y deseos en un
sistema donde se han enquistado numerosos prejuicios que a menudo sirven a
intereses minoritarios (pero controlados por poderosas fuerzas políticas y
económicas). Langdon Winner habla al respecto de que debemos reevaluar el
"contrato social implícito" que hemos realizado con el entramado
tecnocientífico y económico.
Una de las inercias mayores que se tendría que resolver es la del modelo
económico imperante (asociado al imperativo de proliferación de
control tecnológico en todos los ámbitos de la vida humana, y a la idea
de "progreso"). Desde el análisis económico, ya no cabe mantener que la
tecnología sea un factor exógeno del crecimiento económico, ni que los
indicadores económicos al uso midan correctamente muchos de sus
costes sociales y ambientales. La tecnología es de hecho, un factor
endógeno, que se adapta y se selecciona por los requerimientos y
necesidades de la sociedad. La viabilidad de una tecnología no sólo
depende de factores económicos, sino también de los sociales, éticos y
políticos. La noción tradicional de mercado pierde así su significado, y
la intervención del estado ya no se puede predicar solamente bajo los
supuestos de fallos del mercado. Las nuevas "reglas de juego" deben
garantizar que los efectos adversos de las tecnologías sean menos
dañinos que si se dejara libre competencia para todos. Dichas reglas
deberían establecerse antes de que los intereses invertidos adquieran
privilegios (y las tecnologías en cuestión se atrincheren socialmente) y
de modo que la lucha competitiva no amenace con su aplicación
compulsiva e indiscriminada. De ahí, de nuevo, la necesidad de un
aprendizaje social que garantice una retroalimentación continua que
haga que la evolución del sistema tecnológico y económico se adapte a
las necesidades sociales y no amenace la viabilidad ecológica. De esta
manera, como dice Medina (1992), sin renunciar por completo a la
intervención tecnocientífica (algo impensable e irrealizable), se
favorecería una cultura y un entorno en los que pudieran coexistir
dominios tecnocientíficos junto con dominios sociotécnicos de otro tipo,
en los que se podría preservar no sólo el rico patrimonio natural, sino
también las diversidades culturales y formas de vida social valiosas.
Limitaciones de la ET:
Tecnología y ética