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Universidad del Claustro de Sor Juana

Colegio de Humanidades
Filosofía
Los problemas de la intencionalidad y el inconsciente: Brentano y Freud
Gerardo Allende Hernández
Séptimo Semestre
Robles Jiménez Eduardo Yair
12/10/13

Michel Foucault: Las palabras y las cosas

Foucault inicia su libro mencionando una lista que clasifica a los animales, que el escritor
Borges anotó en uno de sus libros. La lista es en sí misma extraña, las categorías son algo
que no podríamos esperar; pero la cuestión está en que, aun cuando podemos entender todas
las palabras y las oraciones que se forman en la lista, lo realmente “anormal” es la ordenación
en la que se encuentran, es decir, el hecho de que la lista este ordenada alfabéticamente quiere
decir que todas las categorías se encuentran relacionadas entre sí. Dice Foucault: “Lo que
viola cualquier imaginación, cualquier pensamiento posible, es simplemente la serie
alfabética (a,b,c,d) que liga con todas la demás cada una de estas categorías.” (Pág. 10.)

Este orden precisamente es lo que Foucault llama: lugar común. Así, si las categorías que
nos parecen extrañas, estuvieran contenidas dentro de un orden que, a la hora de relacionarse,
adquirieran algún sentido que nos fuera inteligible, no nos sobresaltaríamos a la hora de
clasificar de tal o cual manera cualquier cosa. Llama “heteróclito” Foucault a todas esas cosas
que se encuentran totalmente desordenas de tal manera que son incongruentes y están, aunque
juntas unas a otras, aisladas y ajenas entre sí. Dice respecto a lo “heteróclito” que: “…es
necesario entender este término lo más cerca de su etimología: las cosas están ahí,
“acostadas”, “puestas”, “dispuestas” en sitios a tal punto diferentes que es imposible
encontrarle un lugar de acogimiento, definir más allá de una y de otras un lugar común” (pág.
11.)

Lo heteróclito muy rara vez podemos encontrarlo en nuestra vida diaria –por eso la molestia
y asombro por parte de Foucault a la hora de leer el texto de Borges,- ya que en realidad todo
el tiempo estamos inmersos en un espacio o lugar común que nos imposibilita y posibilita a
la vez, a conducirnos y representarnos de esta o de aquella manera algo. Y es que, como
menciona el filósofo: “Los códigos fundamentales de una cultura…fijan de antemano para
cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se
reconocerá.” (pág. 13.). Finalmente, a esto que nos antecede y de alguna manera nos
determina, Foucault lo llama: a priori histórico. Es esta idea la que explicará y desarrollará
en su libro.

Con ésta idea, Foucault irá demostrando y exponiendo que la manera de pensar antes del
siglo XIX, ya no tenía validez y mucho menos realidad, pues le era imposible explicar el
proceder intelectual de la época moderna. Esa forma de pensar previa al siglo XIX podemos
caracterizarla de manera general si pensamos en que sus más grandes exponentes y teóricos
fueron, por un lado Descartes y finalmente Kant. Lo que importa en su propuesta teórica es
la importancia y primacía que le otorgan al pensamiento y sus procesos cognitivos. Así, creen
que si se dilucidara la manera en cómo funciona nuestro intelecto, podríamos entonces
explicar todas las representaciones que tenemos y, en última instancia, igualmente todo acto
humano.

Para Foucault, no es que este modo de pensar las cosa estuviera errado, pues tanto como
Descartes como Kant, así como todo filósofo e intelectual que se preocupara por estas cosas,
lo que hacían era explicitar la manera en cómo funcionaba, en su respectivo momento, las
capacidades de nuestro pensamiento y sus consecuencias. Sin embargo, no es posible que su
propuesta pudiera ser imperecedera, pues sería ingenuo; las cosas cambian, lo tiempos
también, y con ellos los humanos y sus actos. Así, se tenía que pensar que el humano ya no
se conducía de manera “racional”, es decir, lineal, lógicamente ordenado, sino, como dice
Foucault:

El hombre es un modo de ser tal que en él se funda esta dimensión siempre abierta,
jamás delimitada de una vez por todas, sino indefinidamente recorrida, que va desde
una parte de sí mismo que no reflexiona dentro de una cogito al acto de pensar por
medio del cual la recobra, y que, a la inversa, va de esta pura aprehensión a la
obstrucción empírica, al amontonamiento desordenado de los contenido, al
encumbramiento de las experiencias que escapan a ellas mismas, a todo el horizonte
silenciosos de lo que se da en la extensión arenosa de lo no pensado. (pág. 336.)

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