Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Recibido: 15/01/2012
Aprobado: 13/05/2012
Resumen
El trabajo forma parte de una investigación realizada el año 2008 sobre las
construcciones de la Historia Regional de Ayacucho en la primera mitad del siglo XX.
Lo que se pretende es mostrar cómo la hegemonía intelectuales instituida desde Lima en
el Perú republicano se expresa en la manera cómo se escribía la historia nacional y
regional desde los espacios interiores de la sierra como Ayacucho. Los límites
impuestos por esta hegemonía llevaron a buscar otras maneras y canales de
representación de la comunidad imaginada regional (usando el concepto de Benedict
Anderson) en este caso a través de la literatura. Una novela bilingüe de circulación
regional como “Huambar, Poetastro, Acacau Tinaja” escrita en los años 30 por un
hacendado Andahuaylino, constituye esa manera alternativa de imaginar esa comunidad
regional.
Palabras clave: Ayacucho historia local; Ayacucho intelectualidad; Ayacucho
historiografía; Ayacucho literatura
Abstract
The essay is part of a research work developed in 2008 on the constructions of the
Ayacucho Regional History in the first half of the twentieth century. What I intend to
show is how the intellectual hegemony established from Lima in the Peru´s national
period was expressed in the way how national and regional history was written from the
interior spaces such as Ayacucho. The limits imposed by this hegemony led local
intellectuals to look other ways and channels for the imagined regional community
representation (using Benedict Anderson’s concept) in this case through literature. A
bilingual regional novel such as "Huambar, Poetastro, Acacau Tinaja" written in the
1930s by an Andahuaylino landowner is the alternative way to imagine that regional
community.
Key words: Ayacucho local history; Ayacucho intellectuality; Ayacucho
historiography; Ayacucho literature
1
Antropólogo cusqueño egresado de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco y con
estudios de postgrado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Su actividad docente
la realiza en la Universidad de Huamanga Ayacucho en la Facultad de Ciencias Sociales y ha sido
profesor visitante en la Universidad de Roskilde en Dinamarca. También ha participado como
investigador asociado en instituciones académicas de Canadá y Dinamarca. Sus estudios se enfocan en el
tema de la violencia, las elites intelectuales y las relaciones entre poder y cultura en el Perú. Su
perspectiva de análisis es sobre todo regional vinculando historia y antropología. Uno de sus trabajos más
recientes es un estudio sobre memoria y generación en la Universidad de Huamanga donde aborda el
tema del radicalismo político entre los estudiantes.
INTRODUCCIÓN
2
Para el caso peruano cito los importantes aportes hechos por Nelson Manrique (1981) sobre los
campesinos y la guerra con Chile, José Luis Rénique (1992) respecto a los intelectuales cusqueños y
Cecilia Méndez (2005) en torno a las revueltas iquichanas contra el estado republicano.
3
Utilizo la definición de Nación en tanto “Comunidad Imaginada” de Benedict Anderson (1993:46).
Podemos decir, de modo genérico, que existen dos perspectivas para analizar las
historias subalternas en relación a la nación y su narrativa histórica. La primera presta
atención a la confrontación y a la comprensión de esas relaciones como fuerzas
excluyentes. Los nacionalismos/regionalismos españoles y balcánicos son tal vez los
casos más paradigmáticos. En América Latina, el caso más notorio correspondería al
autonomismo cruceño en Bolivia cuya narrativa histórica busca denunciar la
permanente expoliación y abusos de los altoperuanos4. La segunda, que parece
caracterizar a la nación en los andes, es la búsqueda, desde las sociedades regionales, de
un espacio en la comunidad imaginada nacional mediante la inclusión en la gran
narrativa sobre la nación. Diríamos también que esta demanda de inclusión no deja de
ubicarse en una compleja trama de sentidos de pertenencia y al mismo tiempo de
autonomía5. La pertenencia ha configurado el producir una historia regional que guarde
no solo los cánones y pautas de la historia nacional pero al mismo tiempo que su trama
corresponda a la de la nación. La lucha por la inclusión en el discurso sobre la nación
desde las sociedades locales y regionales ha sido parte de una historia silenciada -para
usar un término de Ralph Trouillot (1995)- por el centralismo. ¿Cómo se ha producido
esta historia por la inclusión desde el ámbito regional? ¿De qué modo el juego entre
inclusión y exclusión ha caracterizado la construcción de los discursos históricos y las
representaciones de la nación desde estos espacios locales y regionales en la primera
mitad del siglo pasado?
La historia regional de Ayacucho fue producida, especialmente durante los años 30 del
siglo pasado, bajo una permanente tensión entre lo hegemónico y lo subalterno. Su
fuerza, así como su debilidad narrativa descansan en su carácter liminal o de frontera.
Este es el punto neurálgico de esta historia que busca legitimarse en medio de estas dos
dimensiones: en tanto subalterna buscaba adecuarse a una narración histórica mayor o
nacional y, al mismo tiempo, buscar una narrativa histórica regional. En relación a lo
hegemónico, al interior de la región, pretendía construir una historia propia donde sus
intelectuales “orgánicos” pudieran imponer su propia visión a los grupos considerados a
su vez, como subalternos pero con los mismos cánones y reglas de la narrativa histórica
nacional y centralista6.
4
Ver por ejemplo la página web de Conciencia Ciudadana: cruceños por historia o descendientes
adoptivos de Bolivar.
http://www.alminuto.com.bo/content/cruce%C3%B1os-por-historia-o-%C2%BFdescendientes-adoptivos-
de-bolivar
5
Susana Aldana estudia el caso de las sociedades regionales del norte del Perú.
6
Pierre Bourdieu (2006) muestra el problema de la construcción de representaciones entre los grupos
académicos (científicos) y los grupos regionalistas para el caso de Francia.
Por otro lado, en la primera mitad de siglo la tensión también se expresaba en el modo
cómo quienes escribieron la historia nacional eran de un grupo académico, mientras que
la producción social de la historia regional correspondía a intelectuales regionales que
no provenían del mundo académico sino que básicamente formaban parte de un grupo
letrado con diferentes ocupaciones, maestros y abogados (Trouillot R: op.cit.23). En
tanto proceso, implica la producción histórica de quienes las escriben como agentes,
actores y sujetos.
Luis Carranza, (1843-1888) fue uno de los primeros ayacuchanos en construir una
narración sobre la historia regional de Ayacucho. En 1883 escribe un artículo sobre un
viaje que hace de Huancayo a Ayacucho pasando por Lircay en Huancavelica. La
manera cómo el autor describe, desde una mirada ayacuchana, su sociedad inmersa en el
tiempo y el espacio nos muestra una perspectiva a tener en cuenta.
Carranza inicia su artículo dando a conocer la composición física del suelo de la ciudad
de Ayacucho. Luego hace una reseña histórica del origen y fundación de la ciudad, los
personajes (religiosos y laicos que más conocidos) para finalmente trabajar la
arquitectura citadina (casas y templos) y mostrar algunos elementos de la vida
ayacuchana de los años 80 del siglo XIX. Sin embargo, su texto nos muestra aspectos
interesantes para mirar los orígenes de la producción histórica regional.
7
El texto de Crosnier: Noticia Geológica sobre los departamentos de Huancavelica y Ayacucho fue
publicado como parte de los Annales des Mines de París en 1853.
8
Esta es una característica del positivismo de fines del XIX y de la primera mitad del siglo XX. La
producción intelectual de Ayacucho siguió el mismo modelo. Jefrey Gamarra (1998)
9
No niego el hecho que haya existido producción histórica local; pero esta no tenía ni la finalidad, ni los
medios de convertirse en información sobre historia regional dirigida hacia el ámbito nacional.
pretendían bullir de entusiasmo. Una completa indiferencia recubre como musgo todos
los registros del pasado a través de todos los Andes, y el viajero curioso se informará
más yendo de un lado a otro hasta se topa con aquellos[sic], que preguntando. No solo
los nativos ignoran todos los puntos de interés histórico, sino que son además
extremadamente incapaces de distinguirlos de lo que carece de valor. Es tan inútil
como recurrir a los “hombres representativos”, pues las mentes de estos se diferencian
sólo por un mínimo grado de la de la gente del pueblo…».
Los trabajos de Luis Carranza bastarían para refutar a Franck, sin embargo, todavía en
la época que éste escribe sus impresiones sobre la ciudad y sus habitantes la historia
producida en la región aún era esporádica. Tendría que venir el centenario de la Batalla
de Ayacucho, los actos de conmemoración y la participación de algunos “notables”
ayacuchanos como Pío Max Medina en el gobierno del presidente Leguía para encontrar
esta vez sí, y con nitidez, la búsqueda de una historia regional.
10
Para el caso de Cusco, ver el texto de José Luis Rénique (1991).
11
Por ejemplo, el texto de Alejandro Ruiz Fowler (1977 [1924]).
«…aún se ven muchas señales de la difunta vida hidalga: antiguas cocheras, convertidas
en pulperías y tendejones; grandes patios, que se han trocado en corrales…el área de la
población resulta demasiada holgada para el vecindario actual…» Riva Agüero (2004:
[1914]: 184).
De igual modo, el indio aparece con mayor nitidez en la producción histórica sobre el
espacio regional a partir de los años 20. «…Seres humillados e ignorantes, carecen de
iniciativas…» eran las voces de intelectuales ayacuchanos en los años 30 14, pero años
más tarde, otro intelectual regional escribía «…en la base de la estructura social se
encuentra la enorme población indígena, analfabeta y miserable, que en las haciendas y
en los campos perpetúa el régimen feudal de los siervos y hombres de la gleba...»
(Galván, 2004: 320). En líneas generales podemos decir que estas percepciones fueron
cambiando desde aquellas de componente psicológico a aquellas sociológicas; desde la
mirada religiosa a una basada en el progreso. Es probable que estos cambios fueran
aquellos que se produjeron en el “imaginario nacional”; el indigenismo ayacuchano no
quiso tocar el tema abiertamente, prefirió dejarse llevar por la producción limeña, la que
era recibida a veces muy tardíamente.
Sin embargo, esta producción cuyos cánones, moldes historiográficos para ser más
precisos, no habían sido producidos ni local ni regionalmente actuaban en cierto modo
12
A pesar de las diferencias ideológicas entre Riva Agüero y Mariátegui, ambos comparten la misma
imagen de la sierra decadente aunque éste último consideraba que la nación peruana era un proyecto a
lograrse con ayuda del sector más moderno del país: «…el indio en el congreso [se refiere a un congreso
realizado en Lima] se ha comunicado además, con los hombres de vanguardia de la capital. Su acento es
nuevo, su lenguaje es nuevo también…» (Mariátegui: 1970:34)
13
M.Antonio Hierro: La decadencia de Huamanga y su Resurgimiento. Huamanga, Año IV. Vol.15.
Centro Cultural Ayacucho, 1938.
14
Manuel Jesús Pozo: Ayacucho principia a tener ya vida económica. En Morote Best, op.cit. pag.371.
como grilletes que dificultaban expresar e imaginar con más propiedad la comunidad
imaginada regional y su historia. La literatura era el canal donde esto se lograría.
En 1934 es publicada una novela con el título de Huambar, Poetastro, Acacau Tinaja,
escrita por un hacendado andahuaylino pero de origen parinacochano (al sur de
Ayacucho). Su autor Juan José Flores que, al parecer, financió su impresión, fue
distribuida en territorio de la provincia de Andahuaylas que, por entonces, a pesar de
pertenecer al Departamento de Apurimac, formaba parte del espacio económico, social
y cultural de Ayacucho. Por ello, su distribución se hizo entre Andahuaylas y Ayacucho
y parece que rápidamente ganó lectores entre los propietarios letrados de estos
territorios. No resulta extraño entonces que el prólogo haya sido escrito por uno de los
más importantes intelectuales regionales: Juan José del Pino15.
Pocas novelas como esta muestran una singularidad tal así como una condición
paradigmática que no se presenta en otros contextos. A decir de Víctor Flores (op. cit:
41) sólo se le encuentra un simil en El Pez de Oro de Gamaliel Churata, novela que
también hibrida el castellano, el quechua y el aymara.
Según los estudios literarios hechos sobre Huambar se trata de una novela que incorpora
varios géneros literarios. En ella podemos hallar lo dramático, lo lírico, poético y
picaresco; es decir, aparece como una novela perturbada en su estructura formal16. Sin
embargo, ese aparente desorden parece más bien informar sobre una búsqueda y
experimentación del autor cuya intencionalidad sería la de llegar a lectores letrados
formados en una tradición educativa ecléctica en términos de géneros literarios.
Podemos añadir a lo anterior la influencia de la novela del siglo de oro español, donde
el Quijote resulta el paradigma de la combinación de géneros al interior de una novela.
El carácter carnavalesco del texto adquiere si una dimensión importante no solo como
un modo de oponerse en este caso, a una cultura nacional formal y, diríamos, acartonada
en esos tiempos, que no reconoce lo local o regional. Lo carnavalesco, en tanto
exaltación y festejo de la policromía permite incorporar la diversidad de situaciones,
personajes y realizar las inversiones y licencias que la cultura dominante y hegemónica
de esos tiempos no aceptaba sino justamente en circunstancias especiales como los
15
La primera vez que tuvimos la oportunidad de acceder a un ejemplar de esta obra fue en el año 1981a
través de un miembro perteneciente a una familia de la provincia de La Mar que lo guardaba como
recuerdo familiar.
16
Ver al respecto: el estudio realizado por Elmer Aliaga y Gedeón Palomino (1999) en la reedición del
libro de J. J. Flores.
carnavales. Así, el humor que encierra lo carnavalesco era el modo cómo los sectores
subalternos de la cultura nacional podían expresarse creativamente.
Pero desde lo literario existe algo más, la informalidad carnavalesca de esta novela
expresa además la transición de la oralidad a la escritura; aspecto no abordado en los
estudios literarios citados y realizados en torno de Huambar. Algunos lingüistas como
Street (2004:88) sostienen que la literacidad esta relacionada a las estructuras culturales
y de poder de la sociedad. Por tanto, el paso de la oralidad a la escritura significa en
algunos casos desafiar el poder hegemónico y en otros, asimilarlo. Una novela como
Huambar, podemos decir que se inscribe en el primero, en tanto, la escritura bilingüe
estaría planteándose como un desafío al poder de una cultura nacional oficial. Esta
doble vertiente, la del bilingüismo y la literacidad creciente que sustituye la oralidad
constituye uno de los aportes de la novela en la comprensión del tema regional y la
construcción de una comunidad imaginada como veremos a continuación.
Desde una perspectiva socio-antropológica, esta novela es tomada en cuenta no solo por
la diversidad que expresa sino porque Huambar es una novela de la que pueden hacerse
múltiples lecturas (García Miranda, 2002: 43). Para dicho autor la novela no solo ofrece
información etnográfica importante sobre la región Ayacucho/Andahuaylas sino que
mantiene su vigencia al mostrar el mundo andino en el contexto de un proceso
migratorio.
Sin embargo, a pesar del optimismo de García Miranda sobre su vigencia y realismo, es
más bien el imaginario regional y simbólico lo que le concede peculiaridad a la obra. Al
retomar los planteamientos de Benedict Anderson encontramos que Huambar puede ser
leída en términos de la construcción de una comunidad imaginada regional. Analicemos
cada uno de los elementos señalados por Anderson para mostrar nuestros
planteamientos.
17
Como lo mostraremos más adelante, allí donde no era posible una Historia regional que rompiera con
los formalismos positivistas, se produjo en forma restringida una literatura como la novela de Huambar y
formas musicales también bilingües. Hasta donde tenemos conocimiento, no conocemos de formas
pictóricas parecidas y tampoco de estudios realizados en torno al tema.
plasmar. Es probable que dicho autor al buscar introducir el modo quechua de hablar y
convertirlo en escritura, no se diera cuenta del paso importante que daba. Su interés por
hacer entendible (decodificable) su historia lo llevó a escribir frases y expresiones
quechuas como las siguientes: kukucha, hischacha, pinchan-pinichán, añacha,
pankalán (op. cit: 95-96). Expresiones al mismo tiempo afectivas para lectores que
rápidamente se sitúan en la narración en tanto haber sido socializados en quechua o en
ambientes bilingües.
Al mismo tiempo, el quechua utilizado forma parte de un habla regional que está
delimitado al departamento de Ayacucho y parte de Apurímac. Aquí nuevamente, el
autor, sin proponérselo o, mejor dicho, sin ser siquiera consciente de ello, traslada al
lenguaje escrito un habla regional que al mismo tiempo, establece diferencias culturales
respecto de regiones vecinas.
18
Según Aliaga y Palomino, el autor J.José Flores es hijo de una mujer indígena y de padre hacendado
mestizo. Aunque sus datos biográficos son escasos, la trayectoria de vida que muestra es similar a la de
José María Arguedas: socializado inicialmente en un medio quechua.
Si tomamos en cuenta el correlato histórico de esta región, hallamos que a principios del
siglo XX el espacio económico, social y cultural, regionalmente hablando, se halla
delimitado por el triángulo Ayacucho/Andahuaylas/Puquio. A fines del siglo XIX el eje
Parinacochas Andahuaylas/Ayacucho mostraba un importante dinamismo económico: el
puerto de Caravelí hacía posible que las mercaderías traídas del extranjero y que tenían
un consumo regional transitaban hacia Andahuaylas y Ayacucho. Las principales casas
comerciales así como una incipiente industria local de fideos y cerveza ubicadas en
Cora-Cora formaban parte de la articulación económica regional. En la novela
encontramos varias referencias a este consumo suntuario venido del extranjero.
Pero a partir del tiempo cronológico, la novela genera lo que Anderson (op.cit.:46)
denomina un tiempo homogéneo vacío donde la simultaneidad está marcada por la
coincidencia temporal y, medida por el reloj y el calendario. Podemos deducir entonces
cómo la novela Huambar establece una comunidad de lectores que rápidamente se
sitúan en el tiempo y se identifican con el espacio de los sucesos narrados por el autor.
Los lectores no necesitan conocerse para identificarse en términos de espacio y tiempo;
por ejemplo, podemos decir que aquellos que vivían en provincias como Cangallo
podían reconocer rápidamente los acontecimientos sucedidos en Andahuaylas sin
necesidad siquiera de haber estado presentes en este último lugar.
Por ello, un intelectual ayacuchano como Juan José del Pino, al prologar la novela
Huambar, escribe sobre el autor y su trabajo lo siguiente:
Sin embargo, ese aparente caos, ambiente burlesco y castellano “bárbaro” según la
opinión de J. J. del Pino expresaba con mayor vitalidad el imaginario regional y
apuntaba a convertirse en la novela que sustentara la idea de región; del NOSOTROS
frente a los OTROS.
La Historia hecha a nivel regional era pensada y trabajada siguiendo las pautas y reglas
de la historiografía positivista de la época y desde una perspectiva más bien criolla y
19
El estructuralismo marxista de Mariátegui priorizaba la cuestión económica para resolver el problema
del indio y dejaba de lado finalmente, la cuestión cultural. A esto último, dicho autor no le dedica sino
algunas reflexiones generales, superficiales.
centralista. Esta manera pensar y escribirla expresa más bien el interés de los
intelectuales locales por incorporar a Ayacucho en el gran discurso sobre la nación
peruana. En este sentido, la Historia Regional no pudo liberarse de la hegemonía
cultural ejercida desde la capital de la república.
BIBLIOGRAFÍA
De la Riva Agüero, José (2004). Paisajes Peruanos. En Edgardo Rivera Martínez (ed.),
Antología de Huamanga. Lima: Fundación M.J. Bustamante de la Fuente, pp.106-111.
Flores, J.J. (1999). Huámbar, Poetastro Acacau-Tinaja. Edición preparada por Aliaga,
E y Palomino. Ayacucho: G. Digital Graphics.
Méndez, Cecilia (2005). The plebeian republic: the Huanta rebellion and the making of
the Peruvian state, 1820-1850. Durham: Duke University Press.
Millones, Luis (2005). La nostalgia del pasado glorioso: Ayacucho 1919-1950. En Luis
Millones e Hiroyasú Tomoeda (eds.). Pasiones y desencuentros en la cultura andina.
Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, pp. 195-232.
Paz Soldán, Mateo (1862). Geografía del Peru. París: Librería de Fermín Didot,
Hermanos, París. http://books.google.com.pe. Consultado el 20-01-09
Pozo, Manuel Jesús (1977). ¿Ayacucho principia a tener ya vida económica?. En Efraín
Morote B. (comp.). Huamanga, Una larga Historia. Lima: CONUP.
Rénique, José Luis (1991). Los sueños de la sierra, Cusco en el siglo XX. Lima: Cepes.
Trouillot, Michel Rolph (1995). Silencing the Past: Power and the Production of
History. Boston: Beacon Press.