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LOS GRANDES PROBLEMAS DE LA FILOSOFÍA EN EL PERÚEL PROBLEMA DE LA AUTENTICIDAD

DE LA FILOSOFÍA PERUANA

EL PERIODO PREHISPANICO (PERIODO DE LA AUTONOMÍA)

Hispanoamérica es una comunidad de naciones hermanadas por el idioma común, el castellano,


pero también por un proceso económico, político y social. Sin embargo, así como hay cuestiones
que nos unen, también se presentan dificultades, como la difícil geografía, las diferencias étnicas,
el grado de desarrollo político, económico y científico. Entre otros, estos son algunos de
los factores que han obstaculizado la integración de todos los pueblos hispanoamericanos.
Civilizaciones como la inca, azteca y maya, entre otras, reclaman una mejor comprensión de su
desarrollo económico, político, social, cultural y filosófico, además de una investigación objetiva
acerca de sus éxitos y limitaciones. Entender nuestro proceso histórico significa entender mejor
nuestra actualidad y perfilar cuál debe ser nuestro horizonte. En la actualidad, aún está en debate
cuestiones como la existencia de una filosofía prehispánica y la originalidad de nuestra filosofía,
asunto que refleja la situación de crisis de identidad y la ausencia de una comprensión cabal
de nuestro proceso histórico. Además, se descuida temas de reflexión y discusión tan importantes
como el grado de dependencia, iluminación, alienación y miseria de las grandes mayorías
hispanoamericanas. La existencia de una filosofía prehispánica y la originalidad de una filosofía
latinoamericana son cuestiones aún no resueltas por los filósofos academicistas. Se trata de un
asunto pendiente en la agenda de actividades filosóficas. Sobre estas interrogantes, algunos
estudiosos afirman que la filosofía hispanoamericana es una forma de pensamiento que imita lo
que produce la filosofía de occidente por ello, señalan, no existe originalidad en los diversos textos
filosóficos. Sin embargo, otros académicos consideran que se ha alcanzado cierto nivel de
originalidad, pero que todavía no hay una filosofía propia de Hispanoamérica, como sí hay una
filosofía francesa, alemana o inglesa, por citar algunos ejemplos. Consideran que aquello se debe a
nuestro estado de dependencia y dominación no solo económica y política, sino también cultural e
ideológica

¿EXISTIÓ FILOSOFÍA EN EL PERIODO PREHISPANICO?

Sin duda, existió un importante desarrollo económico y social en la sociedad inca, en la que se
muestra un sistema cultural creativo y auténtico. En este sentido, nos podemos preguntar ¿existió
filosofía en el antiguo Perú? Se trata de un asunto de gran repercusión en la intelectualidad
hispanoamericana y que ha generado toda una polémica en la que básicamente se presentan dos
respuestas. Los que niegan la existencia de la filosofía en el antiguo Perú y los que afirman su
existencia.

NO EXISTIÓ FILOSOFÍA PREHISPANICA

Un gran sector de académicos peruanos dedicados a la filosofía considera que antes de la llegada
de los españoles solamente existió una cosmovisión mítica religiosa. De acuerdo con esta tesis,
existió una forma de comprender el mundo en la que había divisiones sobre lo existente, el mundo
de arriba, el intermedio y el de abajo, en forma semejante al de la etapa pre filosófica de la
antigua Grecia. Sin embargo, señala que en las culturas prehispánicas se mantuvo el pensamiento
mítico, mientras que en Grecia algunos intelectuales se desprendieron poco a poco de lo
mitológico para buscar una explicación racional de todo lo existente. Otro argumento utilizado es
que no había

críticos a la mitología, como si los hubo en la Grecia pre socrática, así tenemos el caso de Jenófan
es de Colofón, quien cuestionaba la forma como la sociedad griega antropomorfizaba a sus dioses.
El cuestionamiento de los mitos es importante porque desarrolla la capacidad crítica y permite
buscar explicaciones más racionales a los fenómenos de la naturaleza y a todo lo existente.
También se considera que de la filosofía griega han surgido ciencias como la matemática, la física,
la astronomía, en cambio, del pensamiento prehispánico sólo han surgido mitos y ciertas técnicas
para la construcción de edificaciones, la curación de personas y el uso de los metales, que, si bien
se basaban en la experiencia y se transmitían de generación en generación, no alcanzaron el nivel
de abstracción propio de la ciencia griega basada en el estudio de los fundamentos dela
naturaleza. Por último, se considera que como en el mundo prehispánico se carecía de escritura
no es posible conocer su racionalidad, y menos aún podemos fiarnos de los cronistas españoles
porque estos escribieron sobre el pensamiento de las culturas andinas utilizando categorías
occidentales. Entre los más importantes representantes de la tesis dela inexistencia de la filosofía
en las culturas prehispánicas tenemos a Augusto Salazar Bondy y a María Luisa Rayara de Tuesta.
En la introducción de su obra La filosofía en el Perú, Salazar Bondy considera que “la conquista
rompe una tradición histórica en el Perú e inaugura otra en la cual son totalmente dominantes al
comienzo los componentes de la cultura europea en su versión hispánica. Entre esos componentes
se halla la reflexión filosófica, de vieja cepa grecolatina, tal como se la concibe y practica por
la intelectualidad católica española del siglo XVI, a raíz de la conquista se funda así en el Perú una
tradición filosófica por lo demás cargada de un fuerte acento teológico, directamente entroncada
con la evolución del pensamiento europeo y sin continuidad ni contacto inmediato con el tipo de
pensamiento que predomina en la cultura anterior”. Con este argumento Salazar considera que la
filosofía es un producto cultural que ha sido importado por los españoles, siendo esta filosofía
heredera de toda la tradición grecolatina desarrollada hasta ese tiempo, y sin ningún contacto con
el pensamiento de las culturas que surgieron en el denominado Nuevo Mundo. Por ello, para
Salazar Bondy no existe filosofía en el periodo prehispánico, ya que filosofía es aquello que han
traído los españoles, que es un producto exclusivamente de Occidente. Para la filósofa peruana
María Luisa Rayara de Tuesta, “el término filosofía en sentido estricto, está referido a una forma
de reflexión surgida en las colonias griegas de Jonia, forma de meditación que ha guiado al mundo
occidental en el desarrollo de su cultura y que constituye el fundamento de su civilización. Con
este argumento Rayara de Tuesta asume que la filosofía en sentido estricto es occidental, es un
producto cultural que tiene sus raíces en Grecia, sin contacto con las formas de pensamiento
desarrolladas en el Nuevo Mundo. Por ello, antes de la llegada de los conquistadores europeos no
existe filosofía como tal. Sin embargo, a diferencia de Salazar Bondy, Rayara de Tuesta considera
que “no es posible hablar, ni sería propio, de la filosofía en el Imperio incaico, ya que el término
está referido a una forma de pensamiento del hombre occidental. De lo que cabe hablar es de una
estructura de pensamiento genuina y original y de los puntos de contacto que pueda tener con las
expresiones del pensamiento universal”. Si bien Rayara de Tuesta mantiene el argumento según el
cual no hubo filosofía en el antiguo Perú, valora como genuina y original el aporte de las culturas
prehispánicas, además que las reflexiones de nuestros antepasados tienen cierto vínculo con
expresiones culturales de otros pueblos; es decir, no constituyen una isla en relación con
la reflexión filosófica y científica del resto de la humanidad.
3.2. SÍ EXISTIÓ FILOSOFÍA PREHISPANICA

Como nos damos cuenta, algunos intelectuales consideran que no hubo filosofía antes de la
invasión europea. Sin embargo, existen otros que afirman su existencia, dado que consideran que
cada pueblo en el mundo tiene su filosofía, la filosofía sería algo intrínseco al ser humano, negar
ello equivaldría a negar la capacidad reflexiva, así como negar la capacidad para crear ciencia y
tecnología. Además, sostienen que todos los seres humanos nos hacemos constantes preguntas;
nos cuestionamos sobre la realidad, que no son característica exclusiva de griegos y europeos.
Personas de la China, la India, las culturas andinas, han establecido preguntas y respuestas que
han dado sentido a sus vidas y a sus comunidades; si bien al inicio su reflexión es mítica, todos los
pueblos han comenzado por ello y con el tiempo arribaron a niveles de abstracción que les
permitieron desarrollar todo aquel complejo sistema económico, político y social que causó
asombro a los mismos europeos cuando los

“descubrieron”. Si los hombres de las culturas prehispánicas no hubiesen reflexionado filosófica y


científicamente, no habrían existido los grandes templos, palacios, ciudades, textilería, orfebrería,
medicina, entre otros productos culturales. Además, intelectuales importantes - como Garcilaso
de la Vega en su obra Comentarios Reales de los Incas - afirman que la educación a los hijos de la
nobleza inca se daba por medio de los Amautas, sabios del antiguo Perú que eran considerados
filósofos. Uno, de los investigadores que afirma la existencia de una filosofía prehispánica es Josef
Es termann, quien considera que “la filosofía occidental es una de las múltiples expresiones
filosóficas existentes en la historia y en el espacio, pero de ninguna manera la única, ni la superior.
Lo que es filosofía no se puede definir mono culturalmente, sino solo en el diálogo”. Desde este
punto de vista postmoderno, se considera válido todo discurso verosímil sobre el mundo. De este
modo, el discurso filosófico europeo y el discurso de otros pueblos son filosofía y ninguna es
superior a la otra.

EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD NACIONAL

Todas las personas nacemos y nos desarrollamos dentro de una sociedad y cultura que determina
nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Esta cultura nos proporciona las herramientas para
desarrollar un estilo de vida. En cada país existen diferentes culturas. En el nuestro, estas se
manifiestan a través de innumerables expresiones artísticas, tradiciones, lenguas, costumbres, etc.
Esa diversidad, sin embargo, no debe ser vista como un obstáculo para la construcción de una
identidad nacional, sino más bien como un factor que la enriquece. El Perú es un país diverso y
multicultural, conformado por pueblos y comunidades con distintas tradiciones culturales. En el
pasado, esta diversidad era poco valorada, pues se consideraba que para formar un Estado
integrado era necesario unificar la lengua, las creencias y las tradiciones, lo que ocasionó la
discriminación de muchas culturas e incluso su posterior olvido. Hoy, por el contrario, estamos
construyendo una nueva identidad basada en la revaloración de nuestras culturas originarias y el
respeto a nuestra diversidad.

El sentido de nacionalidad se vincula con un territorio y una identidad cultural. El sentimiento de


pertenencia, situado en un espacio y tiempo, puede proyectarse hacia ámbitos mayores como la
región– América Latina–o el mundo.
En un mundo cada vez más globalizado, donde se intensifican los contactos entre pueblos y
culturas diferentes, el Perú, su cultura y su gente no se han mantenido aislados. Se han abierto
paso en el mundo global con su extraordinario bagaje cultural, cuyos elementos primordiales (la
gastronomía, la arqueología, la artesanía, las festividades y costumbres, las danzas etc.) hoy
traspasan fronteras. Los cambios generados por el proceso de globalización en el contexto
mundial del S. XXI obligan al Perú a replantear nuevos conceptos y actitudes modernas sin
desarraigarse de su pasado histórico y de su cultura viva. Necesitamos un cambio de mentalidad,
pues la visión de futuro implica modificar la imagen que tenemos de nosotros mismos para
construir una identidad nacional que permita conocernos y reconocernos como un país
culturalmente diverso y plural, donde el respeto a las diferencias sea la base de la construcción de
una identidad cultural en pleno desarrollo y crecimiento de la globalización como impulso de
nuevas identidades. Esto nos conduce a la afirmación y reafirmación de nuestros valores de
solidaridad, verdad, honestidad, reciprocidad, redistribución, libertad, respeto a los derechos
humanos y a los valores prácticos, éticos y morales; es decir, la importancia que adquieren el
diálogo, el consenso y la participación ciudadana. Pero debemos entender también que la
identidad nacional está en permanente construcción. Cada generación se ve en la necesidad de
afrontar los desafíos de su tiempo y lo que su contexto le impone, pero siempre tratando de
mantener una continuidad, respetando su concepción de identidad y de los valores que la
sustentan.

EL PROBLEMA DEL IMPERIALISMO

Imperialismo es una doctrina, conducta, tendencia o sistema de aquellos regímenes que desean
expandir su dominio hacia otro u otros territorios a través de la fuerza (tanto militar como política
o económica).Un Estado imperialista, por lo tanto, desea imponerse sobre otros países y ejercer su
control. Se trata de naciones que tienen una gran fuerza y que no dudan en utilizarla, ya sea de
manera directa o indirecta, sobre los más débiles. La noción moderna de imperialismo surgió a
partir del siglo XIX para nombrar al proceso de crecimiento económico llevado adelante por las
potencias europeas. Estos países comenzaron a conquistar tierras y a crear colonias en diversos
continentes con la intención de acceder a las materias primas y de encontrar nuevos mercados
para sus productos. La búsqueda de materias primas para que las distintas potencias continúen
con su crecimiento, en plena fase de la Revolución Industrial, parece ser, según los historiadores,
que fue la principal razón que dio lugar a este fenómeno del Imperialismo. Gran Bretaña fue el
primer país que se situó al frente del mismo y consiguió colonias en lugares como Asia o África. A
partir de entonces este concepto empezó a usarse para hacer referencia al dominio económico
que ejercen los poderosos sobre los países más pobres. Este imperialismo, por lo general, no
requiere el uso de la fuerza bélica, sino que se ejerce a través de presiones políticas y económicas.
Por ejemplo, una potencia se compromete a prestar dinero a un país periférico siempre que éste
dicte leyes favorables a sus empresas.

Causas Económicas.

Las potencias capitalistas europeas como Inglaterra y Francia necesitan dar salida a su excedente
de capital y lo hacen invirtiéndolo en países de otros continentes estableciendo préstamos,
implantando ferrocarriles, instalando puertos, etc. Además, estos países necesitan buscar materias
primas (plata, petróleo, caucho, oro, cobre, etc.) para sus industrias ya que, empiezan a agotarse
en Europa como consecuencia de la Segunda Revolución Industrial. Pero no solo la apropiación de
territorios fue para obtener materias primas, sino también para obtener mercados y colocar sus
productos.

Demográficas.

En Europa, entre 1850 y 1914, se produjo un gran aumento demográfico, llegando incluso a
duplicarse su población, por lo que en algunos países empezaban a escasear los recursos.
Gran parte dela población, unos 40 millones de europeos, no tenía otra salida que marcharse a las
colonias de su respectivo país ya que no contaban con trabajo, ni con alimentos suficientes para
abastecerse todos y cambiaron su residencia en busca de riquezas y mejores condiciones de vida

Darwinismo social.

Adoptado por los imperialistas, sobre todo en Inglaterra, para excusar sus actuaciones. Tras
conocer las recientes teorías de Darwin sobre la evolución de las especies por selección natural,
sostenían que, al igual que las distintas especies o razas, las sociedades más avanzadas tenían
derecho a imponerse y a seguir creciendo, aunque fuera a costa de las más “inferiores” o
“retrasadas”.

Científicas.

Existía un fuerte interés por descubrir y analizar nuevas especies de animales y plantas, conocer
nuevos territorios y realizar investigaciones de todo tipo; es decir, motivos propios de la ciencia.

Técnico-políticas.

El colonialismo surgió como extensión de los nacionalismos. Así, algunas naciones utilizaban la
expansión imperial como una manera de querer olvidar rápidamente sus derrotas y humillaciones
consiguiendo nuevos territorios. También fue importante la competencia, pues una vez iniciada la
adquisición de colonias, ninguna potencia quiso quedarse rezagada en este proceso.

Culturales.

El colonialismo se justificó como una misión civilizadora a través de la cual se difundía por el
mundo la cultura occidental, que se creía superior a la de los pueblos indígenas

Militares y geoestratégicas

. Las potencias europeas, para contar con puntos estratégicos en sus rutas comérciales y también
para poseer enclaves que les sirvieran para desarrollar una importante defensa desde un punto de
vista militar.

Consecuencias Demográficas

. En general, la población sufrió un incremento al disminuir la mortalidad, por la introducción de la


medicina moderna occidental y mantenerse una alta natalidad. Ello se tradujo en un desequilibrio
entre población y recursos, que aún hoy día persiste. No obstante, en algunas zonas, la población
autóctona sufrió una drástica reducción (especialmente durante la primera fase del imperialismo),
como consecuencia de la introducción de enfermedades desconocidas (viruela, gripe, etc.), siendo
reemplazada por colonos extranjeros

Económicas.

La explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el establecimiento de unas


mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon infraestructuras (puertos, ferrocarriles)
destinados a dar salida a las materias primas y agrícolas que iban destinadas a la metrópolis. Las
colonias se convirtieron en abastecedoras de lo necesario para el funcionamiento de las industrias
metropolitanas, mientras éstas colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La
economía tradicional, basada en una agricultura autosuficiente y de policultivo, fue sustituida por
otra de exportación, en régimen de monocultivo, que provocó, en gran medida, la desaparición de
las formas ancestrales de producir y la extensión de cultivos tales como el café, el cacao, el caucho
o el té, que alteraron el paisaje.

Sociales.

Las consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una burguesía de comerciantes y


funcionarios procedentes de la metrópolis que ocuparon los niveles altos y medios de la estructura
colonial. En algunos casos, se asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide
social. Se trataba de las antiguas élites dirigentes y de miembros de determinados cuerpos del
ejército o la función pública colonial. En ambos casos su asimilación fue acompañada de una
profunda occidentalización. Junto a esas minorías, la inmensa mayoría de la población autóctona
sufrió un generalizado proceso de proletarización que se constituyó en una inagotable fuente de
mano de obra barata destinada a atenderla creación de infraestructuras y al trabajo en la
agricultura de plantación.

Políticas.

Los territorios dominados sufrieron un mayor o menor grado de dependencia respecto a la


metrópoli, en función del tipo de organización administrativa que les fue impuesto. Sin embargo,
esta dependencia no estuvo exenta de conflictos, que fueron el germen de un antiimperialismo
protagonizado generalmente por las clases medias nativas occidentalizadas, que reclamaban la
toma en consideración de las tradiciones autóctonas.

Culturales.

El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales de las poblaciones


indígenas y a la implantación de las pautas de conducta, educación y mentalidad de los
colonizadores. Asimismo, supuso la adopción de las lenguas de los dominadores (especialmente el
inglés, el francés y el español). Ello arrastró a una fuerte aculturación. La religión cristiana desplazó
a los credos preexistentes en muchas zonas de África o bien se fusionó con esas creencias,
conformando doctrinas de carácter sincrético. Sin embargo, en Asia y el mundo musulmán el
resultado de la evangelización fue menor que en el África negra, al estar allí firmemente
arraigadas antiguas religiones, complejas y muy estructuradas

Geográficas.
Los mapas políticos se vieron alterados por la creación de fronteras artificiales que nada tenían
que ver con la configuración preexistente y que supusieron la unión o división forzada de grupos
tribales y étnicos diferentes, provocando innumerables conflictos políticos sociales y étnicos, que
persisten hoy día.

Ecológicas.

La introducción de nuevas formas de explotación agrícola provocó la modificación o destrucción


de los ecosistemas naturales. Las grandes selvas tropicales fueron objeto de deforestación
causada por la sobreexplotación maderera y la introducción de los monocultivos de plantación; los
ríos fueron contaminados con residuos procedentes de los sistemas de extracción de metales
preciosos

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