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LA ENERGÍA ¿PROBLEMA O BENEFICIO?

El planeta ha sido el resultado de complejas reacciones, tan únicas que han permitido

concebir la vida en la Tierra, tal y como se le conoce hoy en día; con factores que posibilitan la

supervivencia y desarrollo de los organismos que la habitan, de modo que los individuos

primitivos han coevolucionado adaptándose a los cambios que ha presentado la Tierra,

convirtiéndose en seres capaces de aprovechar y trasformar los elementos pertenecientes al

planeta, pero, ¿qué tan eficiente ha resultado el proceso de transformación de recursos a energía

aprovechable para los individuos?

El sol sin duda alguna es esencial para la vida de cada uno de los individuos que habita la

tierra (ya que es quien provee la energía). El sol y los planetas que giran a su alrededor, son

producto de las reacciones de elementos (preexistentes) que conformaban anteriormente otras

estrellas, pero que, pese a la finalización de su ciclo de vida fueron liberados para formar nuevas

generaciones de estrellas, alrededor de las cuales surgieron planetas, lunas y cometas. Por lo que,

el sol es una estrella de segunda o de tercera generación, que tiene aproximadamente 5 mil

millones de años de edad (Wilches, 2009).

Posteriormente la Tierra se enfrió, pese a grandes procesos que se llevaron a cabo a su

alrededor, los cuales permitieron que la vida haya sido posible y del mismo modo su desarrollo,

contemplándose la evolución de los individuos que existieron y habitaron la Tierra.


Los individuos siempre han estado ligados a la necesidad de energía, ya que, a diferencia de

las plantas, los seres humanos y animales no pueden captar la energía solar directamente sino

mediante procesos que permitan su utilización. Se puede afirmar que la vida es “energía solar

procesada”. Siendo responsable esta energía del funcionamiento de la Tierra, por lo que, todas las

formas de energía que hasta ahora son conocidas, son intermediarios energéticos que permiten

hacer uso de la energía proporcionada por el sol.

Los procesos que han tenido lugar para el aprovechamiento de energía y el uso de la

energía como tal, han dado origen a diferentes problemas que afectan a todos los individuos que

habitan la tierra, por lo que, el hombre en su afán de “desarrollo” no contempló las consecuencias

del uso deliberado de los diferentes recursos que poseía, y que quizá en la actualidad muchos de

ellos se encuentran con una muy baja disponibilidad o incluso ya no existen.

Consecuentemente, se evalúa el costo-beneficio de la utilización de diferentes elementos

que promueven la disposición de gases de efecto invernadero, los cuales afectan en gran medida a

cada uno de los individuos, por lo que se plantean nuevas rutas para el aprovechamiento de

energía que minimicen los efectos sobre el planeta.

Por otro lado, el correcto manejo de desechos sólidos propone una alternativa a la excesiva

contaminación por basura que ha ido en aumento en los últimos años, pese a las estrategias que se

han efectuado para “controlar” su crecimiento. La contaminación a lo largo del tiempo se ha

tornado un tema de especial importancia dentro de la población por lo que, afecta la delgada y
frágil capa de ozono, la cual es la encargada de absorber la mayor parte de las radiaciones

ultravioleta, y que, afectan directamente el ADN de las células vivas, tanto animales como

vegetales.

En la actualidad, se pueden observar el gran impacto que ha tenido la liberación de gases de

efecto invernadero a la atmósfera, que han promovido el cambio climático y otros fenómenos,

como la lluvia ácida (que afecta no sólo al ser humano sino también a animales, plantas y/o

sustento alimenticio) o también la isla de calor urbano, presentado en entornos donde las grandes

construcciones delimitan la dispersión del calor que se encuentra aglomerada.

Finalmente, se considera la intervención antrópica como uno de los desencadenantes de

diferentes problemáticas ambientales e incluso del cambio climático, el cual no se encuentra

aislado de factores externos. De modo que el clima constantemente cambia y no se debe

netamente a factores relacionados con el hombre, por lo que comúnmente se encuentra en

transición, lo que ocurren de forma natural, siendo la actividad humana un detonante que acelera

estos procesos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Wilches, G. (2009). Ese Océano de Aire en que Vivimos. Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo

Territorial, 1-75.

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