Sie sind auf Seite 1von 8

Requisitos previos

Pedir luz al Espíritu. Que nos libre de las interpretaciones y las miradas
acostumbradas y nos abra a la novedad del texto.

Una serie de actitudes:


- Personalmente, viene bien hacer el ejercicio –a veces ayuda expresarlo como gesto
interior- de sacudirse las ideas preconcebidas que tengo ante él, para abrirme a lo
que la Palabra trae.
- Por esto, es mejor no haber leído previamente el fragmento que vamos a trabajar1.
Aquí vamos a leer un texto antes porque el objetivo es que aprendáis a hacerla, y
cuando se trata de aprender a hacerla, hay que tener datos para interpretarla.
- Pondremos muy especial atención al hecho de no proyectar, no intervenir desde
afirmaciones subjetivas que torpedean la lectura que queremos hacer.
- La lectura objetiva se plantea como una lectura comunitaria, y por ello, eclesial. El
leer con otros hermanos da como fruto una lectura mucho más provechosa de la que
haríamos solos, como podremos descubrir.
- Después de haber hecho este ejercicio sí será momento de rezar con el texto que
hemos trabajado, que nos revela entonces mayor densidad.

1
Para que nuestra apertura sea libre como deseamos, no “preparamos” anticipadamente la lectura
sino que, preparando el corazón, nos abramos a lo que el Espíritu quiera comunicarnos
(generalmente, a través de una hermana/o).

1
Recomendaciones prácticas:
¿Por qué llamo a esta lectura objetiva? El modo como vamos a leer la Palabra, paso a paso,
quiere expresar, en primer lugar, la primacía de la Palabra, que queremos que sea nuestro
referente para vivir. En segundo lugar, nuestra obediencia a la Palabra, que se toma en su
objetividad para así no distorsionarla, en lo posible, con nuestras proyecciones. Es cierto
que nuestra lectura es siempre interpretación, pero queremos que dicha interpretación sea
acogida y obediencia sincera, lo más libre posible.

Buscar que el texto escogido no sea un fragmento demasiado largo para poder detenerse
pausadamente y poderlo captar en su interior.

Viene bien que haya una persona encargada de llevar la reunión, para lo cual habrá
trabajado el texto previamente2. Trabajar el texto supone buscar algunas referencias
exegéticas y haber reconocido los niveles del texto del modo que se explica debajo. Esta
persona no fuerza ninguna lectura, sino que su objetivo es ayudar a que salgan todas las
implicaciones objetivas (esto es, contenidas en el texto, tanto de modo implícito como
explícito) posibles; va acompañando al grupo a que las descubra, las va alentando cuando
se dan o empuja, a base de preguntas, ejemplos, comparaciones, cuando ve que no se dan
dichas implicaciones. Al principio cuesta mover al grupo, porque todos venimos con la
mirada acostumbrada de quien conoce la interpretación “oficial”, y cuesta mucho salir de
ese esquema para abrirse a una mirada nueva.

Dicho esto, vamos a la lectura.

2
Según los conocimientos que tenga, según los libros a los que tenga acceso, estas lecturas serán
para: a) Situar el relato en su contexto histórico; b) Situarlo en su contexto bíblico; c) Situarlo en el
contexto de la fe de las primeras comunidades cristianas. Y esto no se “usa” para dar una clase, sino
que se tiene ahí, para iluminar algún comentario o para abrir horizonte, si se da la ocasión y se ve
necesario. El protagonismo es del Espíritu, a quien todos los participantes queremos secundar, y
especialmente la persona que tiene más información, y que sólo ha de ponerla al servicio del grupo,
no invadir con ella la reunión.

2
Paso 1
Leer, en alta voz, el fragmento escogido como una unidad. Leerlo despacio y con sentido,
para que lo podamos como un conjunto (esto último es fácil, porque los textos vienen
organizados así).

Paso 2
Acercarse a cada frase como nueva y ver qué dice, atentos a evitar los condicionamientos,
prejuicios, interpretaciones, como hemos dicho antes. Por este motivo, en la lectura
objetiva no se pueden interponer interpretaciones subjetivas porque estorban al objetivo de
la reunión. Es importante leer frase por frase, en algunos casos podrán ser perícopas pero
tendrán que ser necesariamente muy pequeñas, y no pasar a la frase siguiente sin haber
agotado todo el sentido que podemos “exprimir” de cada una.

1. La atención palabras/hechos que se describen (especial atención a los


verbos, comparándolos si se ve oportuno), atendiendo al modo de la
gente y al modo de Jesús, sin juzgar, sólo constatando.
Para ello, 2. La atención a las emociones descritas, y a la comparación entre el
modo como se dan en Jesús y en los demás protagonistas de la
situación.
3. Atendemos también a las contradicciones, reales o aparentes, a las
tensiones que se perciben en el texto, porque tienen potencia para
llevarnos más allá.
nos valemos de 4. Examinamos también la relación con otros textos del AT o del NT,
atendiendo a la relación entre ellos (semejanzas y diferencias, sobre
todo), consultamos el mapa, los nombres, etc., si puede iluminar…
5. Atender a los símbolos presentes en el texto, si los hay. Al símbolo se
llega después de analizar los puntos anteriores (1-2-3, sobre todo), y
cuando accedemos a él, desde su perspectiva nos detenemos para
3
contemplar el texto a otra luz.

3
Los puntos 4 y 5, sobre todo, es conveniente que una persona, la que llevará la lectura objetiva, los
haya preparado antes, porque si no, estos aspectos que cuesta más reconocer, igual no salen.

3
Paso 3
Con todos los elementos que van saliendo en cada frase, vamos haciendo constataciones
objetivas: Jesús hace así y los otros de este modo, etc… dejándonos llevar más allá en la
dirección a la que nos conduce el texto. El texto, a medida que profundizamos, nos irá
llevando a una interpretación que se aleja de la humanidad natural y nos introduce en la
lógica teologal. Es el texto, escuchado fielmente, el que nos conducirá a la
altura/profundidad del texto.

Cuando se den interpretaciones discordantes –por ejemplo, en una frase, alguien interpreta
a Jesús como enfadado y otra persona como amable; o cuando las biblias nos ofrecen
distinta traducción-, nos detenemos e intentamos llegar a un acuerdo. Para eso ayuda
buscar paralelismos con situaciones de nuestro mundo –siempre que dichos paralelismos
reproduzcan la situación que se está dando en el texto, no al revés-, o también llevar esa
actitud o situación del texto hasta el extremo, de modo que mayoritariamente encontremos
sentido al texto, y quede aclarado.
No hemos de tener miedo a hacer hipótesis, que a veces sonarán absurdas o quizá poco
ortodoxas, para comprender lo que está sucediendo. Puesto que el texto es nuestra
referencia, se trata de volver a él una y otra vez para comprobar la validez o sinsentido de
las distintas hipótesis. En caso de duda, suplicar internamente al Espíritu, también durante
la reunión, para que nos aclare lo que aparece oscuro.

Paso 4
Cuando hemos trabajado todo el fragmento que habíamos escogido y tenemos claridad
sobre lo que se mueve en él, es el momento de captar las tensiones o fuerzas presentes en
el relato, que nos iluminarán sobre algún aspecto de la humanidad de Jesús, de su misión,
de su salvación, etc... a la vez que revelan claves de nuestra humanidad, de nuestro ser
ante Dios, etc. Así vamos descubriendo que el evangelio, que es palabra de Dios, nos
ilumina sobre la verdad de Dios y sobre nuestro vivir.

Cuando llegamos a este punto hemos leído el texto a tres niveles:

4
1º nivel: inmediatez del texto en la lectura continua que hacemos en primer lugar. En este
nivel, vemos si todos hemos leído lo mismo y si hay algo que necesitemos aclara
previamente.

2º nivel: lectura en profundidad sobre esta primera. En esta lectura “paso a paso” que es
la forma dinámica que toma el ejercicio al que llamamos “lectura objetiva”, se pueden hacer
también asociaciones simbólicas y figurativas, así comparar con otros textos. Aunque en
principio es bueno atenerse al texto que tenemos para comentar4. En esta lectura, sobre
todo al principio, corregiremos todas las interpretaciones injustificadas que hacemos del
texto.

3º nivel: teologal, en el que reside el sentido que íbamos buscando y que se revela al final.
Desde este tercer nivel, la oración con el texto se hace más rica y enriquece nuestra visión
de Dios y de su modo de mirar y actuar en la realidad.

Paso 5
Así como hemos dicho que es bueno que no vayamos con ideas previas a comentar el texto
el día que hacemos lectura objetiva, sí es conveniente en cambio (es muy bueno), rezar
después con lo que ha salido, que ha enriquecido tanto nuestra comprensión del texto.
Rezando después con él nos veremos progresivamente liberados de nuestra tendencia a la
oración subjetiva5 y orientados hacia una forma más plena de oración: la contemplación.

4
Con el tiempo, cuando tenemos presentes las “reglas de juego”, podemos comparar con otros textos
del mismo evangelio e incluso de la Biblia.
5
No quiero decir con esto que la oración subjetiva sea “mala”. No es mala, pero sí es estrecha, puesto
que lo que pretende es que la Palabra me ilumine a mí, en vez de ser yo quien me abro, con otros, a
la enormidad que la Palabra revela. Esta lectura objetiva se propone como complementaria aquella
otra subjetiva, y nos permite abrirnos a la realidad de la Palabra “en sí” que resitúa el “para mí” que -
si se toma solo- puede estrecharnos.

5
Y una palabra de ánimo, dos más bien: la confianza en que el Espíritu ilumina, y en que a
medida que os vayáis implicando con atención y ganas, irá saliendo con más facilidad.
Ayuda mucho también saber que ese pequeño “nosotros” que es célula de Iglesia está
acogiendo la Palabra para amarla y seguirla en nuestro hoy.

Te dejo algunos textos que apoyan la lectura que vamos a hacer.

EL EVANGELIO,
SACRAMENTO DEL DIOS OTRO

«En relación con nuestras preocupaciones y nuestro lenguaje, el Evangelio se presenta hoy
como diferente, inasimilable porque ha pasado. Como tal, se resiste a nuestra tentación
idolátrica de reducirlo a nuestras ideas y a nuestras palabras: es otra cosa, a través de la
distancia del tiempo. Bajo este aspecto abrupto, es sacramento del Dios otro. Nos revela el
misterio del Dios cercano y lejano: con su escritura a la vez tan extraña y tan legible, nos lo
hace experimentar. Evidentemente, sentimos la tentación de adaptarlo a nuestra visión de
las cosas, de espigar en él lo que nos conviene, de rechazar lo demás como mítico.

Pero este método, ya incompatible con las exigencias del análisis histórico (cada elemento
sólo tiene sentido por su relación con todo el texto), es 'idolátrico': no acepta más que lo
semejante. Quiere ser propietario del sentido. Al contrario, la alteridad del texto (lo que se
nos resiste en él) es lo que nos obliga a buscar un sentido espiritual en las palabras mismas
en las que demasiado fácilmente encontramos nuestros propios pensamientos. Nos lleva a
comprenderlos de una manera que no sea una proyección de nosotros mismos, sino el
encuentro con alguien que existe y que es por tanto, otro».

M. de Certeau, L´étranger ou l´union dans la difference, 1991, p. 177

Venerar el Evangelio como un objeto sagrado, cuya lectura produce por sí misma unos

6
efectos beneficiosos, no pasa de ser una práctica mágica. El verdadero respeto está en la
búsqueda incesante. Jean Sullivan, Itinéraire spirituel

Fuera del texto, no hay salvación Jean- Marie Floch

Para no ser superficial, quedarse en la superficie del texto. Paul Beauchamp

“El maná es literalmente la cuestión, el cuestionamiento: ¿qué es esto? El ¿qué es esto? No


es ni un juego, ni una especulación pretenciosa y vacía, La cuestión surge para sacudir a la
persona en su quietud, en la evidencia de “todo es normal”, en el hecho de considerar que
“todo está en regla”. La cuestión es la toma de conciencia de la necesidad de pasar de la
“palabra hablada” a la “palabra hablante”. El maná es la actitud interrogativa primordial, ya
que abre al ser humano a una palabra personal.
La cuestión no recae en un problema particular. El cuestionamiento no se interesa por
cualquier cosa, sino por la persona que pregunta. Yo pregunteo, es decir, yo me cuestiono,
me pregunto, yo me sacudo mi tranquilidad. El cuestionamiento es un movimiento en el
que uno se desplaza. Preguntarse es establecer un “por dentro”, lo que se conoce, y un
“por fuera”, lo que no se sabe, lo desconocido. Preguntarse es dejarse desconcertar por lo
que no se sabe.” Marc-Alain Ouaknin, Lire aux éclats. Eloge de la caresse

Y esto, por si te interesa profundizar:

Pierre MOITEL, Relatos del evangelio, CB 93

Cécile TURIOT, Lecturas figurativas de la Biblia, CB 139

Jean Nöel ALETTI, El arte de contar a Jesucristo, Sígueme, Salamanca, 1992

Das könnte Ihnen auch gefallen