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Déficit fiscal de Bolivia, ¿síntoma o enfermedad crónica?

En esta oportunidad hablaremos de un término tan complejo y delicado para un país como es el
déficit fiscal, y para que la población pueda entender con mayor facilidad el término, es necesario
hacer referencia por separado a cada uno de los conceptos que lo conforman.

El término déficit hace referencia a la carencia de algo y en términos económicos está relacionado
al mal aprovechamiento de los recursos de un Estado; es decir, que los gastos realizados por el
Gobierno son superiores a los ingresos generados. Con relación al término fiscal se refiere al
tesoro público; al dinero recaudado por un país, por concepto de impuestos, tasas y regalías.

Comprendidos ambos términos, El déficit fiscal es el resultado negativo de las cuentas del Estado,
los gastos del Gobierno en general y por las empresas públicas son superiores a los ingresos
recaudados.

Los artificios económicos utilizados por el Gobierno para financiar el déficit fiscal de cada gestión
han ido incrementando los impuestos, recurriendo al endeudamiento interno a través de las AFP y
la emisión de bonos, recurriendo al endeudamiento externo con entes multilaterales y usando las
Reservas Internacionales Netas.

En ese contexto, es importante analizar los datos del Gobierno de déficit fiscal y de
endeudamiento interno y externo, los cuales muestran que por quinto año consecutivo Bolivia
tendrá un resultado negativo; es decir incurrirá en déficit fiscal con respecto al PIB.

Para el año 2014 las cuentas negativas cerraron con un déficit del -3,4%, el 2015 con -6,9%, el
2016 fue un -6,7%, el 2017 no se tiene el último dato oficial, pero se estima que alcanzó el 7,8%.
Para este año, el Gobierno proyectó un déficit de al menos un -8,32%. Preocupan tres aspectos
importantes al analizar estos datos. El primero es el incremento creciente y exponencial del déficit
fiscal en el periodo 2014- 2018 ocasionado por el incremento anual desmesurado de los gastos en
salarios, bienes y servicios.

El segundo elemento es la participación de las empresas públicas estratégicas en el déficit fiscal,


que es de alrededor del 50%; es decir, que la mitad del mal uso de los recursos públicos es
explicado por este grupo de instituciones y que en condiciones normales cuando se tienen
empresas insostenibles y deficitarias, las mismas deben ser reestructuradas, absorbidas por otras
compañías o cerradas para no seguir desangrando las finanzas públicas del país.

Y por último, el déficit fiscal consolidado de los últimos cinco años, en términos nominales
ascenderían a alrededor de $us 8.500 millones que el Gobierno gastó más de lo que recaudó en
ingresos; entonces, el Estado no pudo cumplir con las obligaciones de pago que han sido
comprometidas.

De acuerdo a los argumentos del Gobierno, el déficit fiscal se genera para garantizar la inversión
pública en el país; sin embargo, revisando los datos de ejecución presupuestaria se observa que la
inversión se encuentra estancada desde 2014 y lo más preocupante de todo es que no se avizora
ninguna nueva fuente de ingreso generada por las inversiones ejecutadas por el Gobierno por lo
que han sido improductivas.
Con respecto a los datos del endeudamiento, se puede verificar que el Gobierno ha reportado que
la deuda interna del TGN ha crecido de $ us 2.970 millones en 2006 a $ us 4.540 millones en 2017.
Se registró un incremento del 51%; y en relación al endeudamiento externo se puede verificar un
crecimiento de $ us 2.184 millones en 2007 a $us 9.108 millones en 2017; es decir, se ha
multiplicado cuatro veces.

Es importante aclarar que déficit fiscal y deuda pública no son la misma cosa, van de la mano ya
que el déficit fiscal es financiado por la deuda pública, además de que son dos indicadores que
ayudan a evaluar la salud de las finanzas de un país.

A partir de estas definiciones y los datos del Gobierno se puede concluir que la economía boliviana
no goza de buena salud y desde mi punto de vista no son solo síntomas de alguna enfermedad,
sino por el contrario se tiene acentuada una enfermedad crónica sin miras de tener alguna cura en
el mediano plazo, porque ya van cinco años consecutivos que se sufre del mismo mal.

Economistas destacan estrategia de Bolivia para control de déficit fiscal

LA PAZ, 7 feb (Xinhua) -- La bolivianización financiera, la emisión de bonos en el mercado


internacional, la estabilidad de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y la recuperación de
precios de las materias primas hacen sostenible y controlable el déficit fiscal, según economistas y
el gobierno de Bolivia.

El analista y director de la Fundación Milenio, Henry Oporto, el economista y ex funcionario del


Banco Central de Bolivia (BCB), Luis Ballivián, y el viceministro de Presupuesto y Contabilidad
Fiscal, Jaime Durán, explicaron en entrevista con Xinhua las razones sobre el elevado déficit fiscal y
las acciones para sostener el indicador macroeconómico.

Proporcionalmente, el déficit fiscal de Bolivia en 2017, del 7,4 por ciento respecto del Producto
Interno Bruto (PIB), fue el mayor a la media registrada en la región, según datos proporcionados
por el Ministerio de Economía.

En el caso de América Latina y el Caribe, la media del déficit fiscal llegó a 3 por ciento del PIB en
2017, de acuerdo con un informe publicado por el Banco Mundial.

El déficit de Bolivia en 2016 se situó en 6,7 por ciento como proporción del PIB.
En 2017 se presupuestó 7,8 por ciento, pero se cerró con el 7,4 por ciento y en 2018 se proyecta el
8,32 por ciento.

Durán explicó que por las políticas aplicadas del modelo económico social y productivo las cuentas
fiscales mostraron un superávit, pero que debido al contexto económico internacional
desfavorable, con baja de precios de los hidrocarburos y la desaceleración de los socios
comerciales, desde 2014 se registraron déficits fiscales controlados.

"A pesar de la caída de ingresos del gas y gracias al ahorro proveniente del superávit de gestiones
pasadas, se continuó impulsando la inversión pública y financiado políticas de protección social",
manifestó.

Explicó que el origen de esa brecha del déficit obedeció a la inversión en proyectos y la
importación de bienes de capital y a que no proviene del gasto corriente.

Para el economista Ballivián, el 7,4 por ciento del déficit fiscal es manejable para el tamaño de la
economía de Bolivia.

Observó que el problema es cómo se financia ese déficit.

"Hay que ver con optimismo la recuperación de los precios de los minerales y el petróleo, esa
posibilidad de que los ingresos provenientes de la renta petrolera se recuperen en los niveles de
2013 y 2014", aseveró.

Consideró importante que el gobierno emita bonos soberanos por 1.000 millones de dólares para
lograr ganancias.

"Debemos seguir manteniendo un tipo de cambio estable, incrementar las reservas


internacionales con la recuperación de los precios del petróleo y los ingresos por la entrada en
operaciones de la nueva planta de urea", aseveró.

Oporto manifestó que la bolivianización y el tamaño de la economía son dos factores que se
considera fundamentales para que no genere preocupación este déficit.
"Es importante mantener inalterable el tipo de cambio respecto del dólar, la fortaleza de la
moneda nacional le brinda certidumbre a las operaciones financieras en el país", agregó.

"Bolivia puede aguantar un déficit fiscal de entre 10 y 12 por ciento, que todavía puede ser
manejable, aunque no es recomendable", agregó.

El economista manifestó que la brecha se debe a que los gastos se han elevado, hay menores
ingresos y la ejecución de inversión es baja.

Alertó que el déficit de 8,3 por ciento que se tiene previsto para 2018 confirma que la economía
está amenazada por serios desequilibrios externos.

En 2002, el déficit llegó a 8,8 por ciento por el gasto corriente, aunque no hubo buenos ingresos
por la venta al exterior el gas natural.

El gobierno programó en el Presupuesto General del Estado 2018 un déficit fiscal de 8,3 por
ciento.

Este porcentaje se aproxima al nivel más alto registrado desde 2002.

Durán explicó que la diferencia es que en esa época el país no gozaba de los elevados ingresos
producto del boom de precios del petróleo de los últimos años, tampoco se tenía el Impuesto
Directo a los Hidrocarburos.

Argumentó que la brecha fiscal 2018 no responde a un crecimiento de los gastos, sino a una mayor
inversión. Fin

El 74% del déficit fiscal 2018 se financiará con fondos externos

El Gobierno aseguró que el déficit de 8,3% se debe a la mayor inversión pública. Analistas creen
que es un monto elevado y debe ser administrado con cautela.

El 74% del déficit fiscal 2018 se financiará con fondos externos

El 74% de los 22.503 millones de bolivianos (3.233 millones de dólares) que prevé el Gobierno
como déficit fiscal (8,3% del PIB) para 2018, será cubierto con dinero proveniente de recursos
externos.
El Presupuesto General del Estado (PGE), en el acápite de Flujo Financiero Consolidado del Sector
Público, muestra que 16.626 millones de bolivianos de la brecha fiscal serán financiados con
fondos externos, y apenas 5.877 millones de bolivianos (26%) provendrán de recursos internos
(observar gráfica).

Los ingresos totales calculados para la próxima gestión alcanzan los 145.252 millones de
bolivianos.

De ese monto, los ingresos de capital llegarán a 5.136 millones de bolivianos, en tanto que los
ingresos corrientes estarán en 140.115 millones de la moneda nacional (ver gráfica).

En lo que respecta a los gastos totales de 2018, el Ministerio del área fijó un estimado de 167.755
millones de bolivianos.

Los gastos de capital ascenderán a 46.657 millones de bolivianos, mientras que los gastos
corrientes alcanzarán los 121.098 millones de la moneda local.

El 8,3% de déficit fiscal previsto para 2018 se aproxima al registro más alto en esta materia
correspondiente a 2002, cuando la brecha fiscal llegó al 8,8%.

El Gobierno justificó el incremento de la brecha fiscal a una mayor inversión y no así a un


crecimiento de los gastos.
Sin embargo, para los analistas este aumento del déficit fiscal es elevado y debe ser administrado
con cuidado.

“El problema de este porcentaje de déficit fiscal es que se va a gastar ese dinero no en aumentar
la base productiva del país, sino en mostrar que se están creando empleos, aunque no sean
productivos”, señaló el economista Alberto Bonadona.

Para explicar este incremento, el experto señaló que mucho tiene que ver la cercanía de las
elecciones generales de 2019.

“Van a querer darle una parte cosmética a la economía, para impulsar la campaña electoral de Evo
Morales, pero no para impulsar el aparato productivo de manera seria”, manifestó.

El problema que el analista económico Armando Álvarez advierte con el incremento del déficit es
que éste debería ser financiado con deuda interna, pero dadas las circunstancias, es improbable
que eso suceda a mediano plazo.

Para Bonadona, el hecho de usar la deuda externa para financiar el déficit deja en evidencia las
debilidades de la economía.

“Parecería que la única manera de financiar el déficit fiscal es prestándose plata, pero ahí el
remedio puede ser peor que la enfermedad, porque habría que financiarlo con deuda interna, que
sale del Estado, por medio del Banco Central, con la emisión de bonos, o del propio Gobierno
central, emitiendo algún tipo de deuda”, señaló.

El PIB nominal estimado es de 270.406 millones de bolivianos (38.851 millones de dólares).


Al 30 de noviembre, la deuda externa pública de mediano y largo plazo alcanzó los 9.108,3
millones de dólares, que representa un 24,8% del Producto Interno Bruto (PIB), muy por debajo
del límite internacional de 50% definido por la CAN.

Los desembolsos alcanzaron los 2.042 millones de dólares. Por sector económico y proyecto de
destino destaca la emisión de Bonos Soberanos que se destinarán a proyectos de inversión en
salud, fortalecimiento de la gestión del medio ambiente, construcción de carreteras, entre otros
señala el Banco Central de Bolivia (BCB).

Bolivia: Efectos y riesgos de la política fiscal expansiva

Advierten insostenibilidad de economía boliviana empujada por endeudamiento y déficits gemelos

Las reservas internacionales también mermaron. Como consecuencia del auge de los precios
internacionales de los productos que exporta Bolivia, se registró la cifra máxima de las reservas en
diciembre de 2014, cuando llegó a los US$15.000 millones. En dos años cayeron en US$5.000
millones y en marzo de 2018, a los US$9.873 millones.

La deuda externa en 2017 trepó a los US$9.428 millones, un 29,7% más que en 2016 y el gobierno
contrató 24 nuevos créditos, que representa un 23% del Producto Interno Bruto (PIB), según un
informe anual del Banco Central de Bolivia (BCB).

06 de Mayo de 2018, 10:25

La Paz. El sostenido ritmo en los próximos años del endeudamiento externo, el déficit fiscal y
comercial (déficits gemelos), el descenso de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y la caída de
recaudaciones tributarias ponen en riesgo la estabilidad de la economía boliviana, según dos
expertos economistas que plantearon alternativas para evitar esta dinámica.
En entrevista conducida por Xinhua, René Martínez, especialista en presupuestos de la Fundación
Jubileo, y el economista Roger Alejandro Banegas consideraron, por separado, que Bolivia registra
una economía en crecimiento y que se posesionó como de las mejores en la región.

No obstante, alertaron que esta estabilidad prevé afectarse por el ritmo de endeudamiento y la
sostenida disminución de ingresos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), el descenso de
ingresos en exportaciones, el déficit fiscal, el estancamiento en la recaudación impositiva y la baja
de reservas internacionales.

A juicio de Banegas, el gobierno debe replantear una serie de acciones para impedir que se
sostengan los déficits gemelos y abrir boquetes en la economía boliviana que pueden ser
insostenibles.

En tanto, Martínez dijo que a mediano plazo la inestabilidad económica puede manifestarse en
Bolivia si se mantiene una política de inversiones públicas altas y centralizadas, por encima de los
ingresos reales del Estado a costa de un alto endeudamiento.

En el Presupuesto del Estado 2018, se determinó que "sube la deuda y sigue el gasto", en el cual se
alcanzó una deuda externa de más de US$9.000 millones en 2017, un aumento abrupto en el nivel
del endeudamiento.

"La acelerada deuda externa viene a ser altamente preocupante. Si seguimos a este paso, que son
US$2.000 millones de deuda en 2017 y previstas de US$3.000 millones para este año, estaríamos
hablando que en unos tres años llegaremos a los límites en el tema del endeudamiento", expresó.

Según Martínez, dentro del análisis del Presupuesto General del Estado 2018 del país
sudamericano, se determinó que "sube la deuda y sigue el gasto", en el cual se alcanzó una deuda
externa de más de US$9.000 millones en 2017, lo que significó un aumento abrupto en el nivel del
endeudamiento.

La deuda externa en 2017 trepó a los US$9.428 millones, un 29,7% más que en 2016 y el gobierno
contrató 24 nuevos créditos, que representa un 23% del Producto Interno Bruto (PIB), según un
informe anual del Banco Central de Bolivia (BCB).

Las reservas internacionales también mermaron. Como consecuencia del auge de los precios
internacionales de los productos que exporta Bolivia, se registró la cifra máxima de las reservas en
diciembre de 2014, cuando llegó a los US$15.000 millones. En dos años cayeron en US$5.000
millones y en marzo de 2018, a los US$9.873 millones.

"Debido al contexto económico internacional desfavorable, la baja de precios de los hidrocarburos


y la desaceleración de los socios comerciales, desde 2014 se registraron déficits comerciales y
fiscales controlados. A pesar de la caída de ingresos del gas y gracias al ahorro proveniente del
superávit de gestiones pasadas, se continuó impulsando la inversión pública y financiando políticas
de protección social", manifestó.

Con cifras oficiales, Banegas señaló que el país sufrió una abrupta caída en los ingresos del IDH,
desde los US$3.500 millones registrados en 2014, hasta los US$1.300 millones en 2017.

Dijo que así es el caso de los ingresos de las recaudaciones tributarias que se situaron en US$6.800
millones en 2017, en comparación con los US$7.200 millones en 2015.

Ambos expertos plantearon que el gobierno del presidente Evo Morales busque un mayor
crecimiento en la actividad económica, ajuste sus déficits gemelos y alcance una alianza público-
privada para estimular al sector no tradicional.

Martínez manifestó que el gobierno debe tratar de controlar el déficit comercial y el déficit fiscal y
"no generar la necesidad de recursos externos para no gastar el ahorro".

A mediano plazo, dijo, la economía boliviana necesita dejar de depender, paulatinamente, de los
recursos naturales y empezar poco a poco su diversificación, como la industrialización que está
apostando el gobierno.

Una nación debe producir con valor agregado y generar empleo, en vez de depender solamente de
unas cuantas fuentes de recursos naturales, puntualizó.

https://www.americaeconomia.com/economia-mercados/finanzas/advierten-insostenibilidad-de-
economia-boliviana-empujada-por

Economía, la desaceleración deja seis señales muy preocupantes


Análisis. Mientras el Gobierno asegura que la situación macroeconómica está mejor que el año
pasado; los economistas ven muy relativo y a la vez vulnerable a los precios internacionales.

Un alto déficit fiscal, escaso ajuste en el gasto público, mayor endeudamiento, bajo dinamismo de
la inversión pública, una declinante producción hidrocarburífera y sequía en la inversión privada,
son en conjunto las mayores señales de preocupación de la situación macroeconómica en este
primer semestre de balance, según los expertos del área.

Pese a la leve recuperación de los ingresos por exportaciones como efecto de la mejora en los
precios internacionales de las materias primas, entre ellas del petróleo que de una previsión de
45,5 dólares el barril en el PGE (Presupuesto General del Estado) 2018 alcanzó a $us 70, la
economía de Bolivia sigue desacelerada, señalan los analistas.

La fundación Milenio, en su reciente balance “crecimiento, riesgos y desafíos”, señala que la


economía boliviana, si bien ha presentado en los últimos meses de 2017 y en los primeros de
2018, mejoras en algunos indicadores, sobre todo por el impulso de la recuperación de los precios
externos, “estos no han sido suficientes para revertir su crecimiento menguante”, señala.

En tanto, Germán Molina, economista y docente de la Universidad Católica de La Paz, señala que
la desaceleración económica, comenzó el 2014 y continuo el 2017 con un 4,2% de crecimiento
respecto al 2016.

“Aún el crecimiento económico es aceptable, pero vulnerable su sostenibilidad por su elevada


dependencia de la exportación del gas a dos mercados con contratos y con fechas de vencimiento
en los próximos años, con la Argentina el año 2017 y con Brasil el año 2019”, sintetizó.
En contrapartida, a una mitad de gestión, el Gobierno califica como positivo el comportamiento de
la economía con relación al mismo periodo del 2017, lo cual para los analistas, es gracias a la
recuperación de los precios del petróleo, pero de ninguna manera a una política gubernamental
enfocada hacia la recuperación económica.

Una mirada retrospectiva. Milenio describe qué pasó en los últimos 12 años de gobierno de Evo
Morales. En dicho periodo, en casi una década primó los buenos precios del petróleo y las
materias primas, lo que generó el auge de la bonanza económica. La economía boliviana
incrementó sus tasas de crecimiento hasta un máximo de 6.8% del PIB (Producto Interno Bruto),
en 2013.

Desde entonces mantiene una trayectoria de desaceleración, con la caída del ritmo de crecimiento
al 4.2% en 2017, que se explica sobre todo por la menor cotización del petróleo. “Como es sabido,
nuestra economía tiene una alta dependencia de la producción y exportación de gas natural, cuyo
precio de exportación está asociado a la cotización internacional de crudo”, refiere.

Sin embargo, destaca Molina, la política económica del Gobierno, pese a la desaceleración y caída
de ingresos de los últimos tres años, no ha cambiado, en sus medidas de previsión y ajustes.

“Del 2006 al 2017 continúa apostando a la expansión del gasto público financiado con desahorro
público, crédito del Banco Central de Bolivia y endeudamiento externo”, señala el economista.

El gasto destinado a la inversión pública, según la interpretación de Molina, tiene la finalidad de


obtener ingresos adicionales cuando comiencen a entrar en operación con la venta de urea,
electricidad, litio, turismo, entre otros. “Al primer semestre (por ejemplo), la planta de urea que
comenzó su puesta en marcha está paralizada hasta la fecha y no se cuenta con información oficial
fidedigna porque razón, y la apuesta que hicieron de generación de divisas adicionales para el
país no se cumplió”, apunta.

Por su parte, la Fundación Jubileo argumenta que pese a que los ingresos a las cuentas fiscales
como el IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos), de acuerdo a los datos oficiales al primer
cuatrimestre, tuvieron una recuperación 30,3% con relación al año anterior, las políticas de
gobierno siguen invariables. “El Estado requiere una mejor planificación y una racionalización del
gasto sobre todo corriente”, señala un reciente estudio de dicha fundación.
Las variables más preocupantes. La tasa de inflación del 2017 fue 2,71% respecto al 2016, siendo
una de las más bajas excepto a la del 2010 durante los tres períodos gubernamentales del
presidente Morales.

El otro tema tiene que ver con la relación superávit y déficit fiscal. Este último se incrementó en
estos últimos tres años. Molina, describe que en las cuentas fiscales, en casi dos períodos
presidenciales del presidente Morales, es decir 8 años (2006-2013) el país se benefició con
superávit fiscal acumulado de 14,5% respecto al PIB que significó la acumulación de ahorro
público.

El último año de su segunda gestión y tres años de su tercer período, transcurrió (2014-2017) con
déficit fiscal acumulado de 22,6% del PIB. “Eso representa un desahorro del sector público que
supera todo lo ahorrado y sin espacio fiscal para políticas públicas con fundamentos y principios
económicos”, asegura el experto.

Bolivia ingreso al sendero de los déficits mellizos (Déficit fiscal y déficit de balanza comercial), que
significa financiar los desequilibrios interno y externo con desahorro y endeudamiento del sector
público.

“Los ingresos en el país mermaron, generando al 2017 déficit fiscal, una ralentización del
crecimiento y paradójicamente una acentuado incremento del gasto público en todos sus niveles”,
corrobora Jubileo.

Incremento de la deuda. Milenio describe que el peso de la deuda externa del país mantiene un
crecimiento constante. Hay que recordar que en los años 90 e inicios del siglo XXI, varios gobiernos
consiguieron la condonación parcial de la deuda bilateral y multilateral, lo que dejó para fines de
2007 un saldo de US$ 2,208 millones. Ya en la gestión del actual gobierno, y tras el boom de
ingresos externos y superávit fiscal, el endeudamiento externo vuelve a ser una variable
macroeconómica relevante, con un impulso significativo en los últimos tres años. “Es así que la
deuda externo ha pasado de US$ 7,268 millones en 2016 a US$ 9,428 millones en 2017, con un
aumento de 29.7 por ciento en un solo año”, señala Mil

A su vez, el viceministro de Presupuesto y Contabilidad Fiscal, Jaime Durán, con datos del Banco
Central de Bolivia(BCB), informó que al mes de mayo la deuda externa pública alcanzó a $us 9.574
millones, lo que representa el 23% del PIB nominal nacional, que este año se ubica en $us 37.782
millones.
El BCB, sin embargo, prevé crecimiento del 4,7%

Optimismo. Debido a que los factores económicos internos y externos son positivos, el presidente
del Banco Central de Bolivia (BCB), hará que este año Bolivia alcance la meta del 4,7% de
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

“Todos los factores nos muestran que es posible alcanzar ese nivel de crecimiento. Por ello,
considero que estamos por un buen camino que permite asegurar que este año la economía del
país se va a desarrollar”, afirmó.

Optimismo. La autoridad recordó que desde principios de año, cuando se suscribió la Decisión de
Ejecución del Programa Fiscal Financiero, entre el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas
(MEFP) y el Ente Emisor, documento que es la guía de toda la política económica, se planteó esa
meta.

Asimismo, afirmó que los factores externos son positivos y eso se manifiesta en los precios de las
materias primas, como el del petróleo WTI, que al finalizar julio llegó a 69 dólares americanos.

Punto de vista

El análisis que realiza sobre el contexto, reconoce que la crisis internacional de precios golpeó
duro a las economías de América Latina, en especial a las naciones exportadoras de materias
primas. Sobre esta base, estima que, en general, se producirá una reducción de 0,5 por ciento en
el crecimiento del presente año.

CASO DE BOLIVIA

Respecto a Bolivia, el documento del FMI indica que “si bien se prevé que el crecimiento se
mantenga sólido (3,8 por ciento), esto se apoyará principalmente a la elevada asignación de
recursos fiscales para el programa de inversión pública y un cuantioso déficit fiscal. Al mismo
tiempo, el balance de cuenta corriente se ha deteriorado sustancialmente, como resultado del
vigoroso crecimiento real de las importaciones, la apreciación real de la moneda y la caída de los
precios de exportación de gas”.

El informe muestra datos históricos de crecimiento que registró Bolivia desde 2013, en cuyo año
fue el mayor de la década, 6,8 por ciento, pero también señala que existe una desaceleración en el
crecimiento de la economía.

OPINIÓN DE ANALISTA

Al respecto, el analista económico Ernesto Bernal opinó que el país pasó ya el período de las vacas
gordas, y ahora ingresa en una etapa de vacas flacas. Esto último, se refleja en el proceso de
desaceleración en el que se encuentra la economía nacional.

Puntualizó que desde 2013 la tasa de crecimiento bajó hasta el 2015, en cuyo año registró 4,8 por
ciento, según el Gobierno, aunque el entrevistado pone en duda la cifra debido a que el Instituto
Nacional de Estadística (INE), no presenta base de datos.

Con respecto a la inflación, el FMI presenta que la de Bolivia entre 2013 y 2014 se ubicó entre las
más altas, pero en 2015 fue la más baja, pero para la presente gestión y la próxima registrará una
cifra medianamente alta, de 5 por ciento.

En lo que respecta a la cuenta corriente (intercambio de bienes comerciales), el FMI observa un


deterioro en 2015 y estima que se proyecta similar situación en la presente gestión, aunque puede
que marque una tendencia en aumento. Sin embargo, considera que el próximo año marcará una
cifra menor al de 2016.

En 2013, la balanza de cuenta corriente registró porcentaje positivo, al igual que en 2014, aunque
menor. Pero en 2015 la cifra fue de -6,9 por ciento, en 2016 se estima que sea de -8,3, en 2017 de
-7,1 por ciento.

Índice del contenido

 Del superávit al déficit fiscal

 Aumenta la deuda externa


 La evolución de la inversión pública

 Sequía de inversión privada

 Producción hidrocarburífera declinante

 Perspectiva general

Perspectiva general

La economía boliviana, si bien ha presentado en los últimos meses de 2017 y en los primeros de
2018, mejoras en algunos indicadores, sobre todo por el impulso de la recuperación de los precios
externos, estos no han sido suficientes para revertir su crecimiento menguante. La política oficial
insiste en estimular el dinamismo económico a través de medidas fiscales y monetarias
expansivas, que, aunque han conseguido parcialmente ese propósito, lo han hecho a costa de
profundizar el déficit fiscal y con un recurso cada vez mayor al endeudamiento externo y
potencialmente más oneroso.

El impacto positivo del mayor precio del petróleo, y por tanto del gas natural, se ve restringido por
la dificultad de incrementar la oferta productiva, y dada la restricción de reservas y por la carencia
de inversión exploratoria.

Existen riesgos asociados con las tensiones comerciales y la incertidumbre que rodea la evolución
de la economía mundial, además de las dificultades que afrontan las economías más grandes de
Sudamérica. Todo lo cual configura un escenario de complejos desafíos para nuestra economía.

Bolivia debe preocuparse por evitar el déficit fiscal

Los expertos ven todo un dilema afianzar el desarrollo de obras de magnitud en época de vacas
flacas. Más aún cuando los ingresos por la venta de commodities han caído.Lunes, 25 de Abril,
2016Bolivia-debe-preocuparse-por-evitar-el-deficit-fiscal

Expertos y economistas coinciden que ante la caída abrupta de los ingresos por exportación de
materias primas, Bolivia debe preocuparse de realizar ajustes al presupuesto y la inversión pública
para evitar que el déficit fiscal (diferencia negativa entre los ingresos y los egresos públicos en un
cierto plazo determinado) se dispare este año y haga incontrolable una economía actualmente con
relativa estabilidad.

"Todo gasto financiado con endeudamiento interno y/o externo incide directamente al
crecimiento del déficit fiscal y en el mediano y largo plazo a la elevación de la tasa de inflación con
sus efectos negativos en la economía", señala el economista Germán Molina.

Para tomar en cuenta. La preocupación estriba que por segundo año consecutivo el 2015, Bolivia
registró un déficit fiscal de 6,6% con un incremento del 80% con relación al 3,4% del 2014. Esta
situación adversa, que para el Gobierno "aún es saludable para el modelo de Desarrollo Productivo
y Social", sucede luego de un largo periodo (2006-2013) de superávit fiscal, cuyo promedio llegó a
1,2%, situándose como el segundo país en positivo de la región.

En cambio, según el Presupuesto General del Estado (PGE) 2016 se prevé un déficit fiscal de 4,5%
para esta gestión, lo cual podría ser aún mayor por la caída incluso de los precios del petróleo.

En su análisis de coyuntura, la Fundación Milenio advierte que sostener un modelo de crecimiento


basado en la expansión del gasto fiscal y la inversión pública financiada con endeudamiento
creciente y muy por encima de la capacidad efectiva de pago, es riesgoso. "El riesgo de profundizar
el déficit fiscal y desencadenar un proceso inflacionario, se hace cada vez más evidente la
necesidad de reorientar la política económica", alerta.

Por su parte, el analista económico, Armando Méndez, menciona que el problema que debe
encarar Bolivia es lo mismo que en este momento enfrentan los países latinoamericanos, dado
que en los años de bonanza el gasto público se ha extendido demasiado.

En ese contexto, señala que la única bondad que por ahora posee Bolivia, con relación a otros
países, es su bajo coeficiente de deuda externa. La misma alcanza solo al 18,5% del Producto
Interno Bruto (PIB), lo que posibilita acudir al endeudamiento externo para llevar adelante, por lo
menos este año lo proyectado de la inversión pública superior a los $us 6.395 millones. "Desde
luego, que haya margen para endeudarse es una condición necesaria, pero no es suficiente.
También es indispensable que exista capacidad de pago. Y tres años consecutivos de déficit fiscal y
en crecimiento (del 5,01% proyectado para este año) demostrarían que tal capacidad es
inexistente", argumenta Milenio.

Deuda igual a déficit. En ese ámbito, Méndez recuerda que "el déficit fiscal, si crece implica
endeudamiento y que se suma año tras año, lo cual es peligroso. "Esto sucede cuando el Gobierno
gasta mas allá de los impuestos que capta. Bolivia; sin embargo, debe aprender del pasado. Si hay
endeudamiento, debe estar dirigida a la inversión pública pero también orientada al sector
productivo. Eso nunca se hizo antes", señaló.

Además, el experto recuerda que esa bondad de ser un país con bajo coeficiente de deuda externa
con relación al PIB, no necesariamente es inherente a la actual gestión de gobierno, que en época
de bonanza no se limitó en incrementar el gasto público; al contrario, fue fruto de la condonación
de la deuda externa que se suscitó el 2007, bajando la cifra a solo $us 2.268 millones. A partir del
2008 este se incrementó nuevamente hasta ubicarse alrededor de $us 7.727 millones el 2015.
"Entonces, endeudarse más no es una salvedad para evitar un mayor déficit; al contrario, significa
que el déficit fiscal aumentará más y contribuirá a la elevación de la tasa de inflación de mediano y
largo plazo", remarca Molina.

Un dilema difícil de lidiar. Según el análisis de Milenio, la principal causa del crecimiento del déficit
es que los ingresos asociados a las exportaciones de gas fueron presupuestados a un precio
promedio de referencia del barril de petróleo de 80 dólares, pero ya se sabe que ese precio se ha
desplomado, incluso por debajo de los 30 dólares.

Esta situación, según el economista y jefe del Banco Mundial (BM) para América Latina y el Caribe,
Augusto De la Torre, forma parte de los dilemas que se plantean como desafíos de los países,
sobre todo sudamericanos, considerados los directamente dependientes del comportamiento de
los precios de las commodities (materias primas).

"En el ámbito fiscal, que es lo que los países quisieran hacer: mantener el ritmo de gasto fiscal alto
para poder sustentar la inversión pública, el gasto social, pero se les cayeron los ingresos
asociados de las commodities, entonces se ven forzados a reducir el déficit fiscal. Ahí está el
dilema", expuso De la Torre la semana pasada en su evaluación reciente del BM a la coyuntura
macroeconómica de la región.

Además, De la Torre recalcó que la diferencia entre los países de hoy dependen de qué hicieron
en los buenos tiempos. "O sea, el pasado importa, nos persigue, no nos deja, en el sentido de que
el modo cómo afrontamos en los buenos tiempos influye en el grado de restricciones que
enfrentamos en los malos tiempos. Esto es particularmente importante en Sudamérica", remarca.

Bolivia y sus alternativas. Al análisis de Molina, Méndez y De la Torre, los expertos de la Fundación
Milenio, señalan que la situación es más complicada para los países que han desaprovechado los
años de bonanza para diversificar su sector productivo y son altamente dependientes de las
materias primas, que es el caso de Bolivia. Con el agravante de que la capacidad de pago futura no
solo dependerá del comportamiento del precio de las materias primas, sino también de la
disponibilidad de reservas de gas natural, para que puedan ser explotadas y comercializadas.

Pese a esa situación, Molina señala que tiene varias opciones que en gran parte de ellos ya lo está
haciendo como: aumentar los ingresos tributarios de diferentes formas; disminuir los gastos
corrientes para destinar a la inversión pública; aumentar el endeudamiento público interno y
externo, y una combinación de las tres anteriores opciones. Entonces se podría cumplir con la
programación de la inversión.
"Es recomendable ajustar el Presupuesto General del Estado (PGE) 2016, revisando los ingresos,
gastos y financiamiento que registren cifras respaldadas en el actual contexto interno y externo
económico, que permitirá identificar proyectos factibles y adjudicados mediante licitaciones
transparentes", argumentó Molina.

Pese a esta alerta, el Gobierno continúa solicitando crédito externo para financiar el programa de
inversión pública y además utilizar crédito interno del BCB para las empresas públicas, las mismas
superaron Bs 33.744 millones.

Según los expertos, la apuesta gubernamental apunta a que lograrán sustituir la caída de ingresos
de la exportación del gas y minerales con la exportación de energía eléctrica y otros productos de
las empresas públicas.

Apuntes

Aconsejan ajustar y abrir las exportaciones

De la torre: El experto señala que los países sudamericanos, en este caso Bolivia, están en el
dilema entre ajustar las economías en cuanto al gasto para adecuarlo a la caída de los ingresos de
las exportaciones y por otro quisieran estimular las economías para que en el corto plazo la
contracción no sean tan grande.

Molina. El economista y docente de la Universidad Católica de La Paz, cita que aún es tiempo de
realizar los ajustes de la economía y cuanto más se demore los costos económicos, sociales y
políticos aumentarán. La regla de oro en política fiscal es gastar financiando las obras y proyectos
con ingreso genuino generados en la misma gestión. Lo contrario sería un futuro adverso.

Punto de vista

Hay una reversión de los términos de intercambio'

“La administración de gobierno debe ser realista y sincerarse, por ejemplo, el PGN 2016 se
presupuestó a un precio del barril de petróleo por encima de los pronósticos. De la misma forma,
los agentes deben adaptarse y tomar sus previsiones durante un ciclo económico menos
favorable.
Estamos atravesando por una crisis de ingresos y reversión de los términos de intercambio que al
parecer se mantendrían durante los próximos 5 años. En ese sentido se debe priorizar una agenda
económica y productiva ampliamente coordinadas entre los sectores públicos y privados.

Mantener un déficit fiscal por encima del 4% del PIB durante un periodo de tiempo prolongado
repercutirá en la estabilidad macroeconómica del país.

Ahora, mantener una alta inversión pública como ha previsto, apuesta al endeudamiento, pero
totalmente. El análisis de la sostenibilidad de la deuda externa pública, sugiere prudencia y
disciplina en el gasto para prevenir futuras crisis, al momento se encuentra dentro de los
parámetros internacionales de solvencia y liquidez aceptables.

No obstante, preocupa su rápido crecimiento, la contratación de deuda no concesional bilateral


como ser créditos chinos, y deuda bajo condiciones menos favorables.

A todo esto hay que producir más y mejor, apostar por las exportaciones no tradicionales, firmar
nuevos acuerdos comerciales, y avanzar en la adopción de biotecnología y genética en nuestra
producción pecuaria y agrícola. Respecto a la inversión pública esta debe concentrarse en cerrar
brechas de infraestructura y promover el desarrollo de la logística y sistemas logísticos”.

José Alberti

presidente del colegio de economistas de santa cruz

Hay una reversión de los términos de intercambio'

“La administración de gobierno debe ser realista y sincerarse, por ejemplo, el PGN 2016 se
presupuestó a un precio del barril de petróleo por encima de los pronósticos. De la misma forma,
los agentes deben adaptarse y tomar sus previsiones durante un ciclo económico menos
favorable.

Estamos atravesando por una crisis de ingresos y reversión de los términos de intercambio que al
parecer se mantendrían durante los próximos 5 años. En ese sentido se debe priorizar una agenda
económica y productiva ampliamente coordinadas entre los sectores públicos y privados.
Mantener un déficit fiscal por encima del 4% del PIB durante un periodo de tiempo prolongado
repercutirá en la estabilidad macroeconómica del país.

Ahora, mantener una alta inversión pública como ha previsto, apuesta al endeudamiento, pero
totalmente. El análisis de la sostenibilidad de la deuda externa pública, sugiere prudencia y
disciplina en el gasto para prevenir futuras crisis, al momento se encuentra dentro de los
parámetros internacionales de solvencia y liquidez aceptables.

No obstante, preocupa su rápido crecimiento, la contratación de deuda no concesional bilateral


como ser créditos chinos, y deuda bajo condiciones menos favorables.

A todo esto hay que producir más y mejor, apostar por las exportaciones no tradicionales, firmar
nuevos acuerdos comerciales, y avanzar en la adopción de biotecnología y genética en nuestra
producción pecuaria y agrícola. Respecto a la inversión pública esta debe concentrarse en cerrar
brechas de infraestructura y promover el desarrollo de la logística y sistemas logísticos”.

Amerita cautela y adaptación a los desafíos'

EI experto economista, Roberto Laserna, miembro de la Fundación Milenio, ve muy preocupante


que el Gobierno sostenga una postura de mantener la inversión pública con endeudamiento, lo
que puede generar un mayor déficit fiscal y a la larga hacer insostenible la economía del país. En
contacto con El Día, describió su inquietudes al respecto.

P. ¿Bolivia ya está en ese dilema de aflojar o ajustar?

R.L: En cierta medida sí, sobre todo en el ámbito fiscal, ya que han caído fuertemente los ingresos
y quiere apostar a estimular la economía con mayores gastos e inversión pública. Hasta ahora ha
dado señales de que en ese dilema optará por cubrir el déficit con mayor endeudamiento público.
Esto no resuelve el dilema, pero lo esconde en el largo plazo y puede generar nuevos problemas
en el futuro.

P. ¿De qué básicamente debe preocuparse el Gobierno?


R.L: El Gobierno debería preocuparse de la caída de la inversión, especialmente de aquella que
puede expandir la capacidad productiva en el país aportando con nuevas instalaciones o con
nuevas tecnologías. En todo este tiempo parece haber observado solamente las variables
agregadas, en las que pueden figurar como inversión, construcciones que no son directamente
productivas, o importaciones de bienes intermedios y finales, que son activos de corto plazo y
destinados al consumo.

P. ¿Es peligroso persistir en el endeudamiento?

R.L: Si las inversiones que se realicen con crédito externo fueran rentables y productivas, no habría
problema. Pero si ellas fracasan, como ocurrió con Karachipampa hace años o con Lliquimuni hace
poco, entonces terminaremos con una carga financiera adicional que agravará los problemas.

P. ¿Qué hacer y cómo encarar?

R.L: Lo aconsejable es la cautela, es decir, tratar de reducir los riesgos. Si estuviera en mis manos,
reduciría la inversión pública, especialmente la de alto riesgo, y trataría de que ese rol lo cumplan
los privados, no para transferirles el riesgo, sino para aprovechar su mayor experiencia para
administrarlo.

El déficit fiscal alcanzó hasta abril los Bs 2.393 millones

El déficit del Sector Público No Financiero alcanzó los 2.393 millones de bolivianos hasta abril de
2017, de acuerdo con datos del viceministerio del Tesoro y Crédito Público, dependiente del
Ministerio de Economía y Finanzas.

En los primeros cuatro meses del año, los ingresos del sector público ascendieron a 33.707
millones de bolivianos, mientras que los egresos fueron de 36.099 millones.

En el mismo periodo de 2016, el sector público (que abarca al gobierno general y empresas
públicas ) tuvo un superávit de 4.017 millones de bolivianos.

El control del gasto fiscal es el mayor reto de 2018

Agenda. También se necesita fortalecer la producción local y atraer inversión extranjera.

Déficit de 2018, segundo mayor en tres décadas

Wálter Vásquez
El déficit fiscal de 8,32% proyectado para el siguiente año en el Presupuesto General del Estado
(PGE) 2018 es el segundo más alto en las últimas tres décadas, según reportes del Ministerio de
Economía y Finanzas Públicas.

La mayor cantidad de gastos en el Estado con relación a sus ingresos se dará por quinto año
consecutivo durante el gobierno de Evo Morales y se acerca al negativo 8,8% que se registró en
2002, en el año de transición entre las administraciones de Jorge Quiroga y Gonzalo Sánchez de
Lozada, aunque todavía se encuentra lejos del histórico -30,6% que se anotó en 1984, durante la
presidencia de Hernán Siles.

Esta tendencia se mantendrá al menos hasta 2019, de acuerdo con previsiones del Plan de
Desarrollo Económico Social 2016-2020 del Gobierno, que también proyectaba cifras por debajo
de los déficits alcanzados en este y los dos anteriores años.

Según las Perspectivas económicas, del Fondo Monetario Internacional publicadas en octubre, “la
actividad económica en Bolivia sigue siendo vigorosa en comparación con el resto de la región”.

“Pero si no se produce un ajuste sustancial de las políticas, es de prever que los déficits fiscal y
externo sigan siendo voluminosos, y con un tipo de cambio estabilizado, los desequilibrios
macroeconómicos probablemente provocarán una disminución de las reservas, lo que aumentaría
las vulnerabilidades de Bolivia a mediano plazo”, sostiene el documento.

Procesos. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, por su parte, indica en su
balance preliminar que “si bien durante 2017 el entorno internacional ha sido más favorable que
en los últimos años, lo que se espera también para 2018 —tanto debido a mejores precios de
exportación como a un mayor dinamismo de los socios comerciales— es que la economía
boliviana mantendrá una tasa de crecimiento en torno al 4%, lo que podría estar evidenciando
síntomas de agotamiento de los impulsos de las políticas fiscal y monetaria, retrasos en algunos
proyectos de inversión pública y una débil inversión privada”.

“Sin embargo, la recuperación de los precios del petróleo y los ingresos por la entrada en
operaciones de la nueva planta de urea atenuarán los desbalances fiscal y del sector externo, aun
cuando los problemas en la ejecución de la inversión pública limitarán el crecimiento de esta
economía”, afirma en su análisis el organismo de Naciones Unidas.

La economía de Bolivia en 2017, proyecciones y perspectivas 2018

Políticas públicas

La principal medida es lograr una alianza público-privada y consensuar una agenda económica
2017-2019 entre el Presidente y Vicepresidente del Estado Plurinacional con miembros de la
Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y los trabajadores, para la inversión, la
generación de empleo, nuevas actividades empresariales en todos los sectores económicos, que
contribuiría a un mayor crecimiento económico de nuestro país.

Establecer un clima amigable y de incentivos para atraer a la Inversión Extranjera Directa (IED) que
beneficie a nuestro país desde la transferencia de conocimiento, tecnología, formación de capital
humano boliviano hacia la economía digital.

Asimismo, establecer una gestión de política fiscal en un contexto de escasez de recursos públicos.
asignando gasto con recursos genuinos (impuestos) destinado a una administración de gestión por
resultados y estricta disciplina fiscal.

Ajustes del empresariado

En general, las empresas lograron desenvolverse aceptablemente en términos relativos de un


período de bonanza a una de crisis y deben continuar de esa forma hacia adelante.

Durante el período 2003-2013 reinvirtieron sus utilidades en sus empresas, lo que les permitió
lograr utilidades elevadas y posteriormente 2014-2017 ajustaron sus costos para evitar que su
costo variable medio supere el precio de su producto y lo consiguieron. Tienen que continuar
ajustando sus costos, mejorar su productividad y ser creativos, para mejorar la competitividad y
ventaja respecto a las empresas extranjeras.

Para 2018, es básico lograr la alianza público-privada y comenzar con la supresión de las cuotas de
exportación y la apertura de nuevos mercados para nuestros productos exportables, además de
evaluaciones periódicas sobre el contexto externo y los procesos de reformas tributarias que se
vienen realizando en varios países, con el objetivo de reducción de los impuestos destinados a
beneficiar a sus empresas, además de la inversión extranjera.

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