Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Agosto de 1984
© EDICIONES BUSQUEDA S. A. E. I. C.
Dirección Postal: Cas. 88, suc. 33 1433 Buenos Aires
Sede: Defensa 788, Buenos Aires
EDICIONES BUSQUEDA
Buenos Aires
Hernán Kesselman - Eduardo Pavlovsky - Luis Frydlewsky
LAS ESCENAS TEMIDAS DEL COORDINADOR DE GRUPOS
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
(1) Kesselman, H.; Pavlovsky, E. y Fridlewsky, L.: "Las Escenas Temidas del coordinador de
grupos". Ed. Fundamentos, Madrid, 1977.
(2) "La Multiplicación Dramática, un camino hacia la psicoterapia profunda". Kesselman, H.;
Pavlovsky, E. y Fridlewsky, L.: "Clínica y "Análisis Grupal". Madrid, N°
9, 1978.
(3) "El Análisis Didáctico Grupal". Kesselman, H.; Pavlovsky, E., en "Psicología Dinámica
Crupal" (coautores en colaboración y discusión con otros autores). Ed. Fundamentos, Madrid,
1980.
(4) "El Análisis Didáctico Grupal". Kesselman, H.; Pavlovsky, E. y Fridlewsky, L.: "Clínica
Grupal 2". Ed. Búsqueda, Buenos Aires, 1980.
(5) Pavlovsky, E.: "Historia de un Espacio Lúdico" y Kesselman, H.: "Espacio, Vínculo y
Creatividad", en "Espacio y Creatividad" (en colaboración con otros autores). Ed. Búsqueda,
Buenos Aires, 1980.
Colaboración: Emilio Rodrigué, Juan Campos, Phoebe Proskv, Carlos Sluzky, Edgardo Gili,
Estela Maris Arriagada, Alba Gasparino, Baúl Dalto, Leonardo Satne y Jesús García
Valdecasas.
Actualmente: Supervisiones conjuntas con Guillermo Kozameh (Madrid) y Oscar Strada
(Alicante).
5
Este párrafo A) fue publicado con anterioridad en Psicología Hoy/1-septiembre 1976, Buenos Aires,
y en Clínica y Análisis Grupal (Revista de Psicoterapia y Psicología Social aplicada), Año 1 - N° 1,
noviembre-diciembre 1976, Madrid. Más tarde, en enero de 1977, uno de nosotros fue invitado a
exponer la síntesis de estas ideas en el 4° Foro Pa namericano para el Estudio de la Adolescencia, en
el Pre-congreso realizado en Río de Janeiro dedicado al “Entrenamiento de terapeutas de
adolescentes”, y luego en Salvador de Bahía, con las adaptaciones propias que corresponden a las
escenas temidas específicas que emergen en el trabajo con grupos de estas edades.
6
Según nuestras proposición, el coordinador debe entrenarse para aprender a entrar y salir
grupalmente de sus “escenas temidas” al tiempo que desea ayudar a sus coordinados a entrar y salir
de sus respectivas “escenas temidas” grupalmente.
verbales sobre las ansiedades básicas y las formas de relación entre sí y con el coordinador,
como un instrumento para sacar a todos, y por lo tanto a cada uno de los participantes, de la
regresión a la que había ingresado el conjunto. El conjunto de participantes es tratado como
las partes de una guestalt que configura una especie de gran bebé en relación con un adulto
con el que crece, que es el terapeuta o coordinador.
La escuela de Psicología Dinámica americana (Laboratorio Social, técnicas de acción,
Slavson, etcétera) trata de gestar "climas" entre sus participantes, conducidos por
coordinadores que realizan un tratamiento de cada caso individual en "público". Propone que
el coordinador se prepare en la capacidad de conducir al grupo de tal manera que el conjunto
de los integrantes tienda a sumirse junto con uno de ellos (el que "plantea el problema
personal") utilizando juegos dramáticos, consignas lúdicas e interpretaciones dirigidas "a la
persona" para acompañarlos así en la salida de la regresión.
Nosotros, en cambio, queremos proponer la formación del coordinador de grupos
entrenándolo en la toma de conciencia que éste puede adquirir, asociando las escenas
conflictivas de su historia personal y que suponemos que forman el substracto bloqueante de
su capacidad técnica (personal) para coordinar grupos. Los ubicamos en compañía de otros
coordinadores apasionados en esta misma búsqueda y tratamos de producir en cada uno
una regresión in situ que puede llegar a superarse, según nuestra idea, a través del
conocimiento profundo (enriquecido) de dicha situación para que, cuando vuelva a
encontrarse con ella nuevamente, una vez terminado el seminario, pueda contar con un
repertorio de conductas alternativas para operar eficazmente como coordinador grupal,
configurando una verdadera espiral dialéctica del aprendizaje en su vida de coordinador de
grupos que se concibe por el eslabonamiento de unidades de trabajo a las que llamamos
escenas (temidas, consonantes, resonantes y resultantes). Cada eslabón (escena)
representa una hipótesis fundamental de partida para nuestro método de trabajo y por eso
las describimos cronológicamente a continuación.
a) Las escenas temidas
Hemos dicho ya que un coordinador de grupos, si se encuentra en un grupo de colegas que
se dispongan para ello, cuenta con un marco de adecuada seguridad psicológica como para
revisar "de entrecasa" los momentos difíciles más habituales por los que debe pasar durante
su ejercicio en el desempeño profesional del rol. Es posible entonces, con este marco
adecuado, ponerse a charlar, a "sacar los propios trapitos al sol" y a confesar temores y
dificultades habituales cuya dimensión compartan algunos y que en cambio hagan reír a
otros para quienes dicho temor no es importante ni habitual, y si lo es, resulta fácilmente
controlable.
A cualquiera de los que están leyendo estas líneas, si es coordinador de grupos o piensa
serlo, se le ocurrirán ya, seguramente, momentos embarazosos o "terribles" por los que
suele pasar o teme que le vayan a pasar. Hasta es posible pensar en esos problemas que
uno suele enfrentar, pero que nos dejan "con la espina" de si no podríamos haberlos
enfrentado con otro estilo o inclusive ciertas situaciones donde como coordinador puede
"engranarse", como se dice habitualmente, con ciertos temas del grupo o con ciertos
pacientes que plantean mensajes que por alguna razón nos "mueven el piso".
Estos momentos, imágenes conflictivas de nuestra vida profesional, pueden formar un
repertorio de momentos o imágenes capaces de ser espacializados y representados
dramáticamente en forma de escenas.
Esas escenas a las que llamamos "escenas temidas" del coordinador de grupos pueden
quedar como secretos o misterios de cada coordinador; ser objeto de confesión amistosa y
de bromas graciosas sobre la psicopatología de la vida cotidiana de los coordinadores de
grupo, o, por el contrario, convertirse en objeto de profundización y en una verdadera
oportunidad de cambio y aprendizaje para cada coordinador. En este último sentido, si esta
escena temida es representada dramáticamente bajo la guía del propio interesado en
estudiarse a sí mismo, llegamos al momento, objetivado en otros, de su propia dificultad. Si
allí nos detenemos el camino es abierto por una pregunta que se viene sola: esta escena
temida para este coordinador, ¿qué está encubriendo de él mismo?, es decir, ¿de qué
escena latente de la vida personal del coordinador es representante y a la vez encubridora,
esta escena temida de su quehacer profesional?
b) Las escenas consonantes
La escena temida es utilizada como "vía regia" para llegar al inconciente del coordinador de
grupo.
Si se invita al coordinador en cuestión a asociar ideas, realizar soliloquios asociativos y, en
una palabra, a aislarse momentáneamente, en compañía de los otros, pero en un ejercicio de
introspección regresiva, de viaje hacia su propia historia, en un retroceso, en una regresión
"guiada" por el conductor del ejercicio sobre sus propios momentos vitales que "hagan eco"
con el afecto de la temática planteada en la escena temida, es posible rastrear alguna o
algunas escenas (usualmente escenas de su vida familiar) que por vibrar tan parecido con la
"escena temida" las llamamos escenas consonantes (o escenas familiares asociadas
consonantes).
Estas escenas pueden también, como las temidas, ser representadas dramáticamente con la
participación del protagonista y con nuestra conducción, y aluden siempre a una estructura
modular subyacente.
Nos preguntamos entonces ahora, ¿qué conviene hacer desde esta escena?, ¿cómo
seguirla trabajando para que adquiera más profundidad didáctica?, es decir, ¿cómo tratar
esta regresión que hemos intentado producir en el protagonista, para que le permita a éste
salir provechosamente, o sea aprendiendo, de esta regresión?
c) Las escenas resonantes
Nuestra formación como psicoanalistas "individuales" nos enseñó cómo hacer para encontrar
más profundidad frente a estos momentos. Aprendimos a centrar cada vez más el foco de
nuestra lente de inspección de conductas a través de la interpretación transferencial, la cual
deja un poco borrosas las imágenes multipersonales, para descubrir las relaciones
prehistóricas o más antiguas (cuerpo-útero, boca-pecho) que subyacen a cada vínculo
multipersonal. Profundizar es, para esta técnica analítica, ir despejando recuerdos,
imágenes, escenas que encubren las imágenes fundamentales (más primitivas) de nuestra
conducta (escenas o recuerdos encubridores).
Sin embargo, en nuestra formación como psicoanalistas de grupo, la influencia de las
técnicas psicodramáticas y de acción nos enseñó el beneficio de la apropiación de cada
escena personal por el conjunto de un grupo, para acceder también, por ese camino, a la
profundidad del conocimiento del sujeto.
Por ello concebimos la posibilidad de transformar a esta escena consonante en un medio de
trabajo para cada integrante del grupo, bajo la conducción y las sugerencias del director de
las dramatizaciones (uno de nosotros). Le pedimos entonces al protagonista que les "preste"
la escena a los demás, para que "circule"7 libremente por el grupo. Tomamos cada "trozo" de
la escena para hacerle algo así como una fotografía amplificada, de tal manera que en lugar
de reducirse a las relaciones prehistóricas esta escena comienza a multiplicarse, a
enriquecerse con la mirada, el oído, las actitudes, los sentimientos, las reacciones y las
7
Véase: Gennie y Paul Lemoine, Una teoría del psicodrama, Granica, Buenos Aires, 1974.
palabras de los otros. Como en esos salones de parque de diversiones, llenos de espejos
que nos devuelven nuestra imagen exagerada, caricaturesca en distintos puntos de nuestro
esquema corporal, causándonos miedo a veces, risas otras veces, pero donde cuesta
reconocer la imagen que nos devuelve todos los días el espejo blanco y que, sin embargo,
nos representa.
La escena consonante, así representada y trabajada, con la multirresonancia del conjunto
permite llegar a una guestalt básica, pluridimensional y totalizante que se contrapone a la
visión monocular y parcializadora del protagonista en los momentos en que éste se
encuentra examinándola aisladamente. Rompe de esta manera su bloqueo narcisístico, su
propia y repetida "novela", y le obliga a elaborar el duelo por la pérdida de este estado que le
es antiguo y permanente, proveyéndolo de nuevas perspectivas con las que se dirige
nuevamente a examinar sus "escenas temidas".
Las escenas así tratadas dejan de ser solamente encubridoras, para transformarse en
"descubridoras" y para formar, como en un rompecabezas que se vuelve a armar, en
conjunto con la resonancia en los otros, esta nueva escena mutativa: la escena resonante.
Pongamos un ejemplo a esta altura, para graficar mejor las ideas que venimos exponiendo:
Horacio, el director del trabajo (uno de los autores de esta comunicación), reúne a un grupo
de coordinadores de grupo (Alberto, Pedro, Lucía, Rosa, José, Carlos, Betty y María) para
trabajar sus escenas temidas. Alberto se propone como protagonista para "prestar" al
conjunto una de las escenas temidas que recuerda desde su papel de coordinador de uno de
sus grupos terapéuticos.
Esta escena es representada por Alberto y el resto de sus compañeros, en un juego de roles
para lo cual ha reconstruido un momento habitual que le preocupó en su vida profesional.
Durante el mismo explica la situación a representar. Pedro y María, miembros silenciosos,
contemplan cómo discuten Lucía y José, que no están de acuerdo con la actitud
"individualista y egoísta" de Betty, Rosa y Carlos, que quieren "acapararse" a Alberto, el
coordinador del grupo. Esta situación es un momento vivido por Alberto en la realidad de su
vida profesional. Es una de sus "escenas temidas". Los "actores", así dispuestos, adoptan
una posición que recuerda un momento de la sesión de uno de los grupos terapéuticos
coordinados por Alberto.
En determinado momento de la dramatización, Alberto interpreta la discusión como una
forma que el conjunto realiza para evitar entrar en tarea correctora. De pronto, airadamente,
Betty (respondiendo a una consigna que le fue suministrada previamente) encara
directamente a Alberto y lo hace responsable) de esta situación y comienza a disparar sobre
él una andanada de reproches ("la culpa es de usted por hacernos llegar a esta situación, por
llegar tarde a las sesiones en numerosas ocasiones, por no saber distribuir equitativamente
las interpretaciones, por no haber sabido seleccionar adecuadamente las personas que
componen el grupo", etcétera).
Alberto comienza a enrojecer, transpira frío y, conteniéndose lo más que puede, balbucea
una interpretación que no detiene para nada las andanadas que sobre él descarga Betty.
En ese momento Alberto se da vuelta e interrumpiendo la dramatización se dirige al director
de la misma, diciéndole: "Bueno. Esto es muy temido para mí. Podría seguir un poco más,
pero se repetiría esta sensación. Es mi escena temida y la forma habitual de reaccionar
frente a la misma".
Horacio, el director, le pide entonces que, desde su rol. en ese momento, realice un soliloquio
sobre el asunto.
Alberto se toma las manos, entrecierra los ojos y comienza a "pensar en voz alta": "¡En qué
lío me he metido! Cómo voy a salir de esto. Creo que ella tiene mucha razón, pero no sé
cómo seguir. Lo que ella me hace y me dice, me mueve tanto el piso, me da taquicardia, ‘me
engrana’. Pierdo el control sobre mí mismo y siento que lo pierdo sobre el grupo también.
Sólo atino a hacer alguna interpretación que me suena a autojustificación de esos reproches,
o si no voy a quedarme callado y no contestar".
Es su escena temida y su forma habitual de defenderse contra la ansiedad que ésta le
provoca.
A partir de este soliloquio se discute en conjunto el título de esta escena temida hasta que
Alberto propone uno que le parece el más representativo: "Los reproches me vuelven loco".
Horacio se acerca a Alberto y le pide entonces que se disponga a "viajar hacia su historia"
con los ojos cerrados para no recibir los estímulos visuales de los otros a quienes se les pide
silencio.
También le sugiere que busque y rebusque en el "arcón de sus recuerdos" alguna escena
que le "suene" similar a la que se representó.
Alberto va pensando en silencio hasta que comienza a hablar, describiendo, a pedido de
Horacio, la escena que ha asociado. "Estamos sentados a la mesa con mis padres y mis
hermanos. Yo llegué último y me senté a comer. Estaba apurado para ir a la cancha.
Mientras el resto comenzaba a desdoblar las servilletas yo tomo un trozo de pastel de papas
y lo pongo en mi plato. Mi hermano chilla diciéndome que soy un avivado. Yo me río. De
pronto mamá y papá se ponen a discutir acaloradamente por mi culpa. Papá se va de la
mesa. El resto se queda callado. Mamá me mira con los ojos cargados de reproche. Gotea.
Me dispara primero algunos ‘balazos de agua y sal’ y me dice: ‘¿Te das cuenta de lo que
hiciste? Todavía que llegas tarde como siempre. ¿Te das cuenta de lo que hiciste?'
"Yo me voy achicando en la silla, intento decir: ¿Pero la mesa no es para servirse la comida y
comer? Yo creía que...’ Y luego seguíamos todos comiendo en silencio, menos mamá y
papá, que ya no se hablaban y tampoco comían con nosotros".
A esa altura, Horacio le pide a Alberto que abra los ojos del todo. Ya está planteada la
escena consonante (escena familiar consonante asociada).
Horacio le propone a Alberto que distribuya entre sus siete compañeros los roles
protagonistas para dramatizar esa escena familiar consonante.
Algunos hacen de padres, otros de hermanos, Alberto se representa a sí mismo, otros
observan o se prestan como yo-auxiliares, mientras Horacio anuncia el comienzo de la
representación de la escena.
El tema comienza a circular entre los participantes y empieza a resonar en sus interiores, se
multiplica hasta el infinito como un gran amplificador de sonidos y de imágenes. Como el
fotógrafo de Blow-up, Horacio va acelerando la multiplicación y el agrandamiento de cada
trozo de la escena familiar, con inversiones de roles, soliloquios, duplicación de imágenes,
espejos, etcétera.
La madre, hada protectora y bruja temida, adquiere múltiples significados, en lugar de
reducirse a dos imágenes: la buena y la mala. Múltiples hadas y múltiples brujas aparecen en
la imagen materna nutritiva y reprochante. Diversas formas de ausencia multiplican la imagen
del padre que se va, de los hermanos, y entonces aparecen también múltiples
comportamientos posibles para Alberto: uno para cada imagen diferente. Es decir, se va
incorporando en Alberto un repertorio enriquecido de respuestas posibles frente a la situación
inicial, hasta llegar a un climax de resonancias que completan una gran escena (integración
en una sola guestalt, como diríamos en música, de variaciones sinfónicas sobre el mismo
tema: el reproche), que contiene la totalización de los miedos posibles y de las defensas
posibles contra estos miedos, en este tema que lo enloquece en su vida profesional: el
reproche. Es la escena resonante.
Esta totalización, al ser internalizada por Alberto, le permite emerger de la regresión en la
que lo había sumido su visión parcializadora y aislada.
d) La vuelta a la escena temida: la escena resultante
Ahora Alberto, nuestro coordinador en cuestión, va a volver a tratar su escena temida. Va a
volver a vivirla y representarla con sus compañeros. Pero la escena ya no consuena en su
interior de la misma manera. Su bloqueo narcisístico, la novela familiar que subyacía a su
escena temida se ha transformado. La ha reescrito con sus compañeros y ha quedado
sobreimpresa para transformar seguramente su óptica de la antigua escena temida que tiene
para él, desde ahora, una valoración distinta, mucho más rica que la que tenía antes de ser
tratada de esta forma.
Está listo, además, para consonar y resonar con las escenas temidas del resto de sus
compañeros que comienzan a desfilar durante las horas del seminario. Su novela profesional
(equivalente de su novela familiar) ha comenzado a modificarse.
1. Introducción
En este capítulo relataremos los momentos más importantes de la experiencia que
fundamenta esta obra y algunas observaciones del material recogido para su análisis.
Participaron 24 miembros con distintos antecedentes en su historia personal de
coordinadores, por el tipo de grupo (terapéutico, de expresión corporal, operativo de
estudios, etcétera), experiencias formativas, técnicas (verbales, técnicas de acción, etcétera)
y años de trabajo. Nuestra selección fue simple y sin mayores exigencias. El pedido fue que
cada uno tuviera más o menos satisfecho el tiempo de análisis personal y de trabajo
terapéutico personal, y conocimientos elementales en dinámica grupal, como para no esperar
de este seminario ni una psicoterapia ni el desarrollo de un programa de técnicas y dinámica
de grupo. La síntesis de la propuesta en las entrevistas previas podría reducirse a "trabajar
en un área que abarcaría la conflictiva personal del coordinador dentro del grupo". Fue un
hecho singular que no hubiese ni una sola deserción una vez comenzado el seminario y
escasísimas ausencias. Subrayamos este hecho porque pensamos que, en cierta medida,
esto tiene relación con el tipo de encuadre con que trabajamos (tiempo limitado,
características de resolución del vínculo transferencial, etcétera) y que más adelante
comentaremos.
La coordinación fue triangular, es decir, se compartían por igual los niveles de
responsabilidad, y la participación era complementaria y correctora entre nosotros y en la
interacción con el grupo en general. En un momento de la experiencia los miembros
realizaron la tarea en subgrupos estables ("grupos pequeños") con la coordinación alternada,
rotativa y unipersonal de los directores del curso8.
Los pasos sucesivos que completaron el programa de trabajo fueron los siguientes:
1. Entrevistas previas grupales (3 ó 4 candidatos) con uno o dos de los directores del
seminario.
2. Comienzo con la formulación de las consignas y propuesta de trabajo; autopresentación
de los miembros; explicitación de los miedos y ansiedades persecutorias en el "aquí y ahora"
de la experiencia a través de ejercicios; dramatización del juego "el jardín de infantes".
3. Dramatización y título de las escenas temidas profesionales de cada uno de los
coordinadores.
4. Criterios de selección sociodramática (juegos verbales y sensitivos) para la división del
grupo en tres subgrupos pequeños, donde se exploraron las escenas consonantes.
5. Grupos pequeños: dramatización individual de la escena temida de cada coordinador;
escena consonante y resonante; ensayo de vuelta a la escena temida individual con la
escena resultante; síntesis dramática donde se escenifica plásticamente lo trabajado para
llevarla al grupo grande; mostración de cada escena-síntesis de cada uno de los grupos
chicos frente al conjunto e intentos de elaboración teórica.
6. "El secreto inconfesable de cada coordinador" (juego); escenas de duelo de cada
coordinador; comentarios finales.
7. Cada reunión comenzaba con la lectura de la síntesis escrita de la reunión anterior,
8
En los siguientes seminarios, la dirección fue compartida alternativamente por dos de nosotros, y en
alguna ocasión coordinada por uno solo. Realizamos también esa tarea (con iguales resultados) en
laboratorios prolongados de tres días sucesivos (en estas oportunidades anulamos algunos pasos
accesorios).
redactada sucesivamente por todos los miembros. En total, 14 reuniones de 3 horas
semanales cada una.
síntesis dramática (del trabajo realizado) en una escenificación plástica que incluye lo "vivido"
y la conceptualización de la exploración realizada
los subgrupos vuelven a juntarse para la mostración de las escenas-síntesis de cada uno de
los grupos chicos, ahora frente al conjunto; en lugar del lenguaje discursivo (o resumen
verbal) instrumentamos el lenguaje de escenas, en un intento de enriquecimiento dialéctico
1
La escena temida de Jorge se llama "¿Qué hacer?" (Grupo Terapéutico de Adultos en
Coterapia Heterosexual).
Se dramatiza la escena. La sesión incluye al coterapeuta. Los miembros del grupo de
entrenamiento toman los roles de pacientes. Uno de ellos hará de coterapeuta y Jorge
tomará su propio rol de terapeuta en "su escena temida" (como antecedente Jorge recuerda
que hubo un terapeuta anterior en el grupo, al que imagina más eficiente y de mejor contacto
que él).
Durante la escena dos integrantes del grupo de terapia discuten entre sí con bastante
vehemencia. Jorge, como "terapeuta", se siente impotente para intervenir, y cuando lo hace
siente su interpretación como muy superficial y poco operativa. Tiene la sensación de que
sus interpretaciones son dejadas de lado. No acusan recibo de sus intervenciones.
Jorge (soliloquio desde su rol de terapeuta durante la discusión de sus dos pacientes):
"Siento que no sirvo, no me reconocen, no tengo espacio. No toman lo que yo digo, me falta
nivel. NO ME ESCUCHAN O VALORAN, o no me respetan. Ella como coterapeuta no dice
nada, me abandona. El terapeuta anterior lo hubiera hecho mejor".
Coterapeuta (Jorge tomó momentáneamente el rol de coterapeuta en un soliloquio durante la
sesión): "Me siento inseguro respecto a Jorge. Tengo la impresión de que no valora mis
interpretaciones. No me aprueba. No puedo hablar".
Estos dos soliloquios completan LA ESCENA TEMIDA.
Se señala que desde los dos soliloquios se percibe de qué manera cada uno de los
coterapeutas se siente exigido o abandonado por el otro.
La coterapia, de este modo, no es ni homologa ni complementaria.9
Para Jorge, la no intervención de la coterapeuta es vivida como sabotaje, como falta de
cooperación, de abandono por la coterapeuta.
Se señala que, sin embargo, Jorge "en el rol de coterapeuta" habría expresado su temor de
hablar al no sentirse valorada por Jorge.
Se le pregunta a Jorge qué asocia con este clima de tanta exigencia y desvalorización. Nos
sugiere dramatizar una escena familiar.
Se le observa, con todo, que durante la dramatización tomó, como coordinador, una actitud
física de desafío y de altanería mientras interpretaba, que fue visible para todos nosotros. Se
le señaló que esta actitud de
desafío era una actitud defensiva frente a su sentimiento de inseguridad que se vislumbraba
en su soliloquio. Con esto queremos decir que de la impotencia se defiende con desafío y
altanería.
La escena asociada corresponde a una escena familiar cuando tenía 9 años, y su hermano
Enrique 11, y visitaban a su padre en el establecimiento donde trabajaba.
El hermano de Jorge era un niño bastante prodigio, que tenía excepcionales condiciones
literarias y había escrito un pequeño libro de poesía.
Al llegar Jorge y su hermano Enrique, un empleado del padre los recibe y le dice a Jorge:
"Así que vos sos hermano de Enrique e hijo de Alberto (el padre)". Jorge nos dice que eso lo
impacta y confunde.
Se dramatiza la escena: se reparten los roles de la escena consonante o familiar. Entre los
miembros del grupo de entrenamiento se distribuyen los roles de la escena consonante.
Recordamos que la escena familiar o consonante es aquella con que el protagonista asocia
efectivamente a la escena temida.
Repetimos que la escena temida es la vía regia para introducirnos en la escena familiar. Una
vez repartidos los roles, la escena se dramatiza: Jorge es acompañado por su "hermano
Enrique", se adelanta un metro y penetra en la oficina de su padre, que no está presente.
Jorge entra con una gran expectativa de ser reconocido por su padre. En lugar de esta
escena deseada se encuentra con un empleado del padre, que lo reconoce a través de
identidades de OTROS: "Vos sos el hermano de Enrique y el hijo del señor Alberto".
Jorge entra con una gran expectativa de ser reconocido por su lado; se le ve afectado
corporalmente, como reviviendo la escena originaria en la dramatización "aquí y ahora": "Sí,
yo soy el hermano de él [por Enrique] y el hijo del señor Alberto" (queda confuso y perplejo,
sin atinar a seguir hablando).
Se le pide un soliloquio: "Me siento un cero a la izquierda, no soy nadie, no tengo lugar. Sólo
soy por ellos. Me siento impotente y con rabia. Me reconocen por ellos y no por mí. No me
10
En este ejemplo no pudimos, por falta de tiempo, completar la escena resultante.
LOS SECRETOS INCONFESABLES Y LOS DUELOS
2. Escenas de duelo
Como una manera de introducirnos en la elaboración del duelo originado en la terminación
de la experiencia en la separación de los compañeros de seminario, y en especial para la
elaboración del vínculo transferencial con los directores del curso, cada miembro tuvo que
dramatizar frente al conjunto en una escena no verbal sus modos singulares, personales de
despedida. Las 24 escenas configuraron una estructura de duelo que pensamos facilita (y no
prolonga) el desprendimiento de la dependencia transferencial tan intensa que suele crearse
en este tipo de tareas.
SUGERENCIAS Y CONCLUSIONES
EDICIONES BÚSQUEDA
BUENOS AIRES
Edición de 2.000 ejemplares.
Este libro se terminó de imprimir en agosto de 1984
por Rodolfo F. Stang, Combate de los Pozos 968, Buenos Aires.