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Los Créditos post concursales Con la anterior LGSC, en relación con los créditos generados con

posterioridad al inicio del concurso (artículo 16.3), teníamos que en los procedimientos de
disolución y liquidación eran susceptibles de reconocimiento los créditos generados con
posterioridad a la fecha de la publicación de la difusión del procedimiento concursal (artículo 32º).
Sin embargo, no establecía hasta qué momento se podía realizar el reconocimiento de los créditos
luego de esta publicación. En ese sentido, con fecha 17 de febrero de 2004, la Sala Concursal del
Tribunal del INDECOPI, expidió la Resolución Nº 0089- 2004/SCO-INDECOPI, recaída en el
Expediente Nº 197-1999-04-02/CRP-ODI-CCPL, por la que sentó el primer precedente de
observancia obligatoria vinculado con la LGSC, más concretamente, con la –hasta ese momento
controvertida– figura del fuero de atracción de créditos regulado en el artículo 74.6º de la misma.
Fue de este modo que, vía la resolución antes referida, la Sala Concursal estableció que «el fuero
de atracción de créditos que opera en los procedimientos de disolución y liquidación comprende
todas las obligaciones del deudor concursado, con prescindencia de la fecha en que se
devengaron, a fin de incorporarlas en una única masa pasible de un mismo tratamiento dentro del
concurso. Su vocación es comprensiva de todos los créditos, pues en una empresa en liquidación
se debe intentar recuperar los créditos adeudados dentro de un solo marco que al mismo tiempo
consolide una distribución eficiente de los perjuicios originados por la crisis entre todos los
acreedores". Con ello, claramente, expresó su inclinación respecto de la segunda de las opciones
interpretativas antes reseñadas ya que, a su juicio, los créditos devengados con posterioridad a la
fecha en que se efectuara la difusión del concurso –incluidos aquellos devengados durante toda la
vigencia del procedimiento liquidatorio y hasta la declaración judicial de quiebra del deudor
aunque excluidos los honorarios del liquidador y gastos necesarios efectuados por éste para el
desarrollo adecuado del proceso de liquidación–, siempre eran susceptibles de reconocimiento,
deviniendo todos en concursales. Cabe señalar respecto del procedimiento liquidatorio en marcha
(8) que INDECOPI dispuso que el fuero de atracción no comprendía las deudas generadas por la
implementación del procedimiento en mención, siempre que, tales deudas constituyesen gastos
necesarios en que debería incurrir el liquidador para llevar a cabo dicha modalidad liquidatoria,
respetando el plazo de ley. En esa oportunidad, el INDECOPI justificó su opción interpretativa en el
sinnúmero de problemas fácticos que la implementación ordenada del procedimiento liquidatorio
había suscitado hasta antes de la entrada en vigencia de la LGSC. Resulta que la Ley de
Reestructuración Patrimonial (LRP) no contuvo nunca regulación alguna que permitiese la
celeridad y orden necesarias en todo procedimiento concursal de disolución y liquidación; no
contuvo nunca, entre otras, reglas en materia de fuero de atracción de créditos. De esta manera,
el trato diferenciado entre créditos devengados antes y después de la fecha de publicación de la
resolución que sometió al deudor a concurso fue la regla, produciéndose con ello –tal como se ha
hecho notar en líneas precedentes– escenarios, por demás, desordenados, injustos y fraudulentos
respecto del pago preferente del crédito debido–según fuese concursal o postconcursal; pudiendo
afirmarse que los procedimientos de disolución y liquidación llevados a cabo durante la vigencia
de la LRP fueron antes que ordenados y expeditivos; caóticos y prolongados. De este modo, lo que
el INDECOPI pretendió al optar por la interpretación del fuero de atracción que se analiza bajo
este acápite, fue dejar atrás los problemas hasta ese momento presentados respecto del pago de
los créditos durante el procedimiento liquidatorio, pues haber interpretado el artículo 74.6º de la
LGSC de otra forma –léase, de la manera en que lo sugería la segunda interpretación– no hubiese
contribuido en mucho a tal fin, lográndose con ello un simple movimiento de la “fecha de corte”,
del día de la difusión del concurso al día del acuerdo de disolución y la creación de un nuevo
crédito “post concursal”, corriente, ya no generado en la primera de las fechas nombradas, sino a
partir de la segunda, repitiéndose el defecto regulatorio de la ley concursal derogada, solo que con
otro período de tiempo. Razón por la cual, dicha interpretación fue desdeñada. Con todo, es
preciso señalar que el INDECOPI hacia enero del presente año cambió de opción interpretativa.
Hoy –aunque con matices– la autoridad concursal conviene, en materia de fuero de atracción, con
la opción que fuese descartada en un primer momento. El precedente de observancia obligatoria
que acabamos de analizar, fue dejado sin efecto por la Resolución Nº 00882-2004/ TDC-INDECOPI
expedida por la Sala de Defensa de la Competencia del Tribunal del INDECOPI el 06 de diciembre
de 2006. Esta resolución, sentando nuevo precedente, interpretó que acordada o dispuesta de
oficio la disolución y liquidación del patrimonio concursado, no era que, la figura del fuero de
atracción implicaba la absorción de todos los 8 Fuente: www.caballerobustamante.com.pe
Derechos Reservados Informativo Caballero Bustamante créditos debidos por aquél, a fin que
fueran susceptibles de ser reconocidos por la autoridad concursal y de allí igualmente tratados
bajo idénticas reglas de juego, apuntalando a proteger el crédito colectivo de tal forma, sino que,
tal era la nueva e indiscutible “fecha de corte” a los efectos de determinar cuándo un crédito, para
el caso de un procedimiento liquidatorio, debía ser considerado concursal o post-concursal
dependiendo de su fecha de devengo anterior o posterior a aquella en que propiamente fue
acordada o dispuesta la disolución y liquidación del patrimonio antes mencionado. De este modo,
la autoridad concursal dispuso que “en aplicación del fuero de atracción de créditos regulado en el
artículo 74.6º de la LGSC, los créditos susceptibles de ser reconocidos por la autoridad en los
procedimientos de disolución y liquidación iniciados por acuerdo de Junta de Acreedores o
dispuestos de oficio por la Comisión de conformidad con el artículo 96.1 de la citada Ley, tanto en
su modalidad de liquidación con cese definitivo de actividades productivas como en su modalidad
de liquidación en marcha, son aquellos devengados hasta la fecha en que se acuerda o se dispone
de oficio la disolución y liquidación del patrimonio en concurso”; siendo que: (i) para el caso
específico de procedimientos de liquidación directa (9), los créditos sujetos al proceso liquidatorio
son aquellos devengados hasta la fecha de difusión de la situación de concurso (lo cual es
fácilmente comprensible si se atiende a que en dicha misma fecha se declarará la disolución y
liquidación del patrimonio concursado, por lo que se sigue la lógica anteriormente señalada); (ii)
los intereses derivados de obligaciones de carácter concursal, aunque devengados con
posterioridad a la fecha de la liquidación, serán determinados y pagados por el liquidador al
momento de cancelar los créditos reconocidos en el concurso (lo cual asimismo se entiende si se
tiene en cuenta su carácter accesorio para con el capital que es crédito concursal). En este punto,
es menester resaltar la lectura que la autoridad concursal tiene del artículo antes citado respecto a
los pasivos generados con posterioridad a la nueva fecha de corte. En efecto, todos los pasivos
post-concursales, a su juicio, necesariamente constituyen gastos del procedimiento liquidatorio,
por lo que su pago deberá efectuarse preferentemente con el producto de la realización de los
bienes del concurso. No nos cabe la menor duda de que el pago de los gastos del procedimiento
debe ser preferente al de los demás créditos, pues ello es consecuente con la finalidad –líneas
arriba referida– perseguida por el procedimiento liquidatorio. No obstante –como se

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