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EL SONIDO DE LAS

FORMAS
Ensayo de Francisco Rico. 1º Composición. Curso 2018/2019
El sonido de las formas
Desde hace algún tiempo, durante estos primeros meses en mi nueva etapa en el
Conservatorio Superior de Albacete, el concepto de “música” que tengo desde que
empecé a formarme como músico ha ido cambiando a medida que adquiría nuevos
conocimientos y nuevas perspectivas.

Algunos dogmas que creía invariables, como el poder que posee como catalizadora
de emociones y sobre todo, el de su significado, han ido disolviéndose hasta el
punto de que ahora mismo, no sabría exactamente cuál es mi opinión al respecto.

A raíz de esta crisis necesaria, y siguiendo por esta ultima vía, la del significado de
la música, no deja de venirse a mi mente la misma frase repetida una y otra vez por
músicos y profesores aun hoy.

“La música es un lenguaje universal”…

Pero detengámonos un segundo a analizar esta frase.

En primer lugar, la música como lenguaje. El lenguaje es la capacidad que tenemos


ciertos animales para transmitir emociones o conceptos entre individuos. Algunos
animales, como los perros, pueden transmitir estados de ánimo entre ellos
mediante distintos tipos de ladridos. Los humanos, estamos un nivel por encima,
con la capacidad de transmitir conceptos mucho más concretos gracias a la
habilidad de articular sonidos y de entenderlos.

Ahora bien, si consideramos la música como un lenguaje, ¿Qué es lo que transmite?

Mucho dirán que la música transmite emociones, que según los ritmos y armonías
de una obra en cuestión despiertan en ellos sentimientos como tristeza, alegría,
melancolía, rabia etc.

Por ejemplo, la mayoría de personas podrían decir que una composición en modo
menor les suena “triste”. ¿Pero a que mayoría me estoy refiriendo? ¿A todas las
personas del mundo les transmitiría tristeza una melodía en modo menor?, veamos.

Resulta que hace unos años, investigadores del Instituto Tecnológico de


Massachusetts (MIT) y la Universidad de Brandeis (EE.UU.) realizaron unos
experimentos a una tribu de Bolivia que jamás habían tenido contacto con la
música de la cultura occidental. Los resultados obtenidos después de diversas
exposiciones a acordes “consonantes” y “disonantes” como son las triadas
mayores o menores y los acordes con tritono respectivamente, mostraron que
para esta tribu eran tan agradables unos como otros, no haciendo distinciones
entre “consonantes” y “disonantes”.

La conclusión que podemos sacar de este experimento (que no es el único de


este tipo), es que la música NO es un lenguaje universal. Puede ser
considerada un tipo de lenguaje en una cultura concreta, en la que todos se
hayan educado musicalmente de la misma forma; y puede ser considerada
como universal, ya que esta presente en todas las culturas, pero no ambas.

Aunque si ya no habláramos de una obra musical en sí, si no de sonidos más


simples como la articulación de palabras, nos encontramos con otro curioso
experimento realizado por primera vez por el psicólogo Wolfgang Köhler en
1929 en la isla de Tenerife. El experimento consistió en mostrar a los
habitantes de la isla una fotografía con 2 formas, una puntiaguda con forma
de estrella, y otra con forma redondeada, como de nube. Seguidamente, se les
pidió a las personas que asignaran un nombre a cada forma, de entre dos:
Takete y Maluma.

Sobre el 90% de las personas que realizaron el ejercicio, asignaron el nombre


“Takete” a la forma puntiaguda y “Maluma” a la forma redondeada.

Esto podría haber quedado simplemente en una preferencia cultural sin más,
pero en 2001, otro grupo de científicos repitieron el experimento en distintas
zonas del mundo con distintos idiomas, esta vez llamando a las formas “kiki” y
“bouba”. Los resultados fueron sorprendentes, entre el 95% y el 98% de las
personas asignaron “kiki” a la forma puntiaguda y “bouba” a la redondeada,
incluso con personas de distintos idiomas.

La conclusión en este caso es que la asignación de sonidos y las formas parece


no ser totalmente arbitraria, que hay un… componente sinestésico en nosotros
que aparenta ser común en todas las personas.

Yo, como musico, no puedo evitar preguntarme que hubiera pasado si en vez
de palabras, se hubiera realizado el experimento con sonidos instrumentales
simples. Por ejemplo, en vez de kiki, un pasaje picado en un instrumento, y en
vez de bouba, un pasaje ligado.

Si el experimento revelara que hay una predominancia también entre unos


sonidos instrumentales y las formas, ¿podríamos estar hablando entonces de
un ejemplo en el que sonidos “musicales” nos transmiten algo universal, en
este caso, la forma que más se le asemeja?

Para mí es, sin duda, un tema fascinante.

Fuentes:

- https://elpais.com/elpais/2017/05/22/buenavida/1495442531_646398.html

- https://www.abc.es/ciencia/abci-tribu-amazonica-demuestra-gustos-musicales-influencia-
201607132001_noticia.html

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