Sie sind auf Seite 1von 21

Los SOCIALISTAS EN LA POLiTICA ESPAÑOLA , 1879-1982

dora de la Corona sus posibilidades de estabilidad y legitimi-


dad. Ése fue el principio que guió públicamente su política 14. LA GRAN CONVERSIÓN
desde la misma muerte de Franco y aun antes en privado: la
monarquía sería legítima si en efecto impulsaba un proceso
constituyente. Pero cuando el proceso constituyente tocaba a
su fin y todos reconocían el papel que el Rey había desempe-
ñado en el éxito de la operación, los socialistas le regatearon el
reconocimiento e insistieron en la defensa de su voto particu-
lar. La abstención en el Pleno podía levantar dudas razonables
acerca de la aceptación por el PSOE de la monarquía como
forma política del Estado español. Por eso, un Felipe González
particularmente reiterativo se encargó de reafirmar una y otra

Constit~ción
vez que los socialistas votaban toda la Constitución ... desde el
artículo prímero hasta la disposición derogatoria final. Con Inmediatamente que la se hubo proclamado, el
eso, ya podía ir la ejecutiva de su partido, por vez primera en la PSOE exigió Ja celebración de elecciones municipales seguidas
44
centenaria historia, de visita a la casa del Rey . por la disolución de las Cámaras y la convocatoria de nuevas
elecciones generales. Si en 1977 se había quedado a las puertas
del gobierno, ahora, conseguida la unidad de todos los grupos
los socialistas, afirmado un liderazgo político, consolidado el
sindicato hermano y con la experiencia de dos años de trabajo
parlamentario, no les quedaba la menor duda de que iban a
ganar. El triunfo sería, desde luego, más apabullante si las mu-
nicipales se celebraban antes que las generales, debido a lo
que Miguel Boyer llamaba las "prolongaciones populares muy
importantes" del PSOE, "las sindicales en el campo obrero y
toda la serie de actividades ciudadanas de las que ha carecido
UCD". Pero aun si, como finalmente ocurrió, las generales iban
en primer lugar por los miedos de UCD a iniciar la confronta-
ción en los municipios, el PSOE acudiría a ellas convencido
del triunfo y con auténticas ganas de llegar al gobierno. Las
contradicciones en el interior de UCD, los rumores de que al-
gunos diputados podían "saltar de ella para entrar en la opera-
ción de Osario, Fraga y Areilza" alimentaban una expectativa
de triunfo que, sin embargo, se vio frustrada por unos resulta-
dos muy lejos de lo esperado 1. Era menester hacer un alto en
el camino, identificar la causa y poner remedio. El PSOE entró
así en un debate sobre lo que era o, más exactamente, sobre las

504 505
Los SOCIALISTAS EN L~ POLÍ !KA ESPA ÑOL.A, 1879-1982 SANTOSjUUÁ

"señas de identidad" que se había colgado en diciembre de 1976 genes del socialismo español y fidelidad a la teoría del socialis-
y, empujado por su primer secretario, decidió que las serias ra- mo internacional: eso era el PSOE, un partido con historia y
zones entonces esgrimidas para definirse como marxista se ha- un partido marxista. Era también otras cosas, que Felipe Gon-
bían convertido en el error de declararse marxista: había que zález fue enumerando para conocimiento de todos: el PSOE
sacudirse lo antes posible esa impertinente etiqueta. era un partido democrático, de masas, de clase, pluralista, fede-
ral, internacionalista. Todo eso era el partido socialista, pero lo
que de verdad contaba era su historia, centenaria, y su teoría,
SERIAS RAZONES PARA SER MARXISTA marxista. Marxista, insistía González, "en el sentido más serio
de la expresión"3 .
En la Escuela socialista de verano de 1976, Felipe González De las notas que González atribuyó al PSOE, las más enjun-
había dedicado un largo discurso a definir la identidad del diosas pasaron a la ponencia política aprobada en diciembre
PSOE. Era el momento en que la nueva dirección del partido de ese mismo año por el 27 Congreso, aunque unos días antes de
proclamaba con más énfasis la autonomía de su proyecto, cons- su apertura, el mismo González había expresado el deseo de que
ciente de que entre las fuerzas antifranquistas, el PSOE había convivieran en el interior del partido "desde los marxistas no
ocupado en los últimos años un lugar marginal. En el conjun- leninistas hasta los socialdemócratas que no se conviertan en
to de la izquierda, su estrella palidecía ante la aureola que gra- meros gerentes de la sociedad capitalista". En condiciones de
cias a una más larga y más dura lucha contra la dictadura rodea- semilegalidad e impregnados todavía del lenguaje de lucha an-
ba al PCE: Carrillo creía de verdad que los herederos de los tifranquista o de conquista de las libertades, los socialistas rati-
socialistas de 1930 eran los comunistas de 1975 y pensaba que, ficaron una vez más la validez del programa fundacional del
por los errores cometidos durante el franquismo, al PSOE no PSOE, por el "extraordinario rigor científico con que fue ela-
le quedaba tiempo para recuperar el terreno perdido 2. Por borado". Hay que tener en cuenta, había dicho Alfonso Guerra,
otra parte, y sin salir de la familia socialista, las siglas históricas "que en la única declaración fundacional de un partido en la
del PSOE sufrían la competencia de hasta 23 partidos, entre que participó Carlos Marx fue en la declaración del PSOE" 4 .
los que se contaban el PSP y los diferentes grupos que forma- Razón de más para que el partido se definiera, casi cien años
ban la FPS. Era preciso, pues, establecer rigurosamente las cre- después, en el primer congreso que celebraba en España tras
denciales del PSOE, definir, como se decía, sus señas de identi- el largo exilio, como un "partido de clase y, por lo tanto, de ma-
dad, lo que era y lo que pretendía frente o con los comunistas sas, marxista y democrático". Estos adjetivos, y alguno más, ha-
y ante el resto de grupos y partidos socialistas. bían sido los utilizados por González en el discurso que sirvió
En su conferencia de verano, el primer secretario no en- de presentación del partido ante sus propios afiliados y ante la
contró mejor manera de establecer esa identidad que reivindi- opinión pública y aparecían también en las propuestas de reso-
car ante todo su origen centenario. El PSOE es un partido con lución presentadas al congreso por la mayoría de las agrupacio-
historia, único heredero de la tradición, dijo para hacer frente nes. El PSOE de 1976 se definía, pues, desde su base a la cima,
a quienes, dentro de su mismo partido, mostraban la debilidad como partido marxista y nadie parecía estar a disgusto con esa
de afirmar que "la rica herencia del socialismo español es para identidad aunque no todos estuvieran de acuerdo en lo que sig-
todos los socialistas del Estado español". Inmediatamente lo nificaba o implicaba5 .
definió también como partido marxista: a la legitimidad histó- La identificación como marxista del partido socialista era la
rica se añadía, pues, la ideológica. Ligazón directa con los orí- pieza central de un entramado ideológico y de una perspectiva

506 507
Los ~OCIALfSTAS EN LA POLÍTfCA ESPAÑOLA, 1879-1982 S.\NTnsjuuA

estratégica cimentada sobre una teoría de la transición al socia- do, no podría ser luego acusado de traidor, "no va a renunciar
lismo. Al finalizar el año 1976, cuando ya había pasado uno de la nunca a esa meta, que lo sepan todos"; y Alfonso Guerra no se
muerte de Franco, los afiliados al PSOE eran poco más de 9.000 quedaba atrás al definir la tarea del socialismo como "la trans-
y aunque, al retornar la ejecutiva a España, se esperaba que si formación radical de la sociedad capitalista, su sustitución por
las cosas iban como en Portugal se alcanzarían los 250.000 para una sociedad en la que las relaciones entre los hombres sean
el momento mismo de la ruptura democrática, el partido care- radicalmente diferentes de las actuales". Eran los mismos obje-
cía aún de una sólida estructura y organización territorial. La tivos proclamados en Suresnes y reafirmados con mayor énfa-
relativa debilidad orgánica y el escaso número de militantes no sis dos años después 7 .
constituía un obstáculo, sino más bien un acicate, para creer Al proclamar como meta del socialismo la sociedad sin clases,
que tenía ya en las manos el instrumento capaz de "construir lo que el PSOE reclamaba para sí definiéndose como marxista
un modelo nuevo de sociedad", no implantado en ningún país era el papel de "eje central de las fuerzas históricas progresistas".
del mundo, "una sociedad en la que socialismo y libertad no El postulado genérico de la unidad de todas las fuerzas progresis-
sean términos enfrentados, sino complementarios". Lejos de la tas para liquidar la dictadura franquista exigía, en cualquiera que
socialdemocracia, que se limitaba a corregir "los aspectos más se. atreviese a enarbolarlo, incluso si se trataba del profesor Tier-
brutales del capitalismo" y lejos de la social-dictadura o social- no Galván, la previa confesión de marxismo. Hasta la muerte
burocracia, que definían como capitalismo de Estado, los nue- de Franco, todos entendían que el eje y principal protagonista de
ve mil socialistas españoles estaban convencidos de su capaci- esa política había sido el partido comunista, artífice de la Junta
dad para iniciar la larga marcha de "transición al socialismo", a Democrática y de los primeros pasos hacia la coordinación de
un nuevo tipo de sociedad6 . distintos sectores, marxistas o no, de oposición al franquismo. Al
De acuerdo con una bien asentada tradición ideológica, esa identificarse también él como marxista, el PSOE no atacaba esa
marcha se concebía dividida en varias etapas que era preciso política, sino que la reafirmaba y se la apropiaba, intentando li-
recorrer antes de llegar al nuevo modelo de sociedad bautiza- mitar el protagonismo del PCE y reclamando para su propia or-
do como socialismo autogestionario. Del Estado todavía vigen- ganización el papel que una más larga y más dura lucha contra el
te, definido como fascista, se habría de pasar en una primera franquismo había hecho recaer sobre los comunistas.
etapa a la conquista de la democracia formal. Más adelante, Para conquistar esa posición nuclear era indispensable afir-
dentro aún de la democracia, se avanzaría hacia la instaura- mar la identidad marxista del socialismo. A la salida del franquis-
ción de la hegemonía de la clase obrera y de sus aliados. Final- mo, nadie que no fuera marxista podía aspirar seriamente a eri-
mente, el bloque de clases anticapitalistas acabaría con la ex- girse en eje de la oposición: tal parece haber sido la más
plotación capitalista e instauraría una sociedad sin clases en la poderosa de las "serias razones" que, según Felipe González, te-
que la totalidad de los aparatos estatales se sustituiría por la au- nía el partido socialista para declararse marxista. Y no por mera
togestión de los trabajadores en todos los niveles. Animado de cuestión de oportunismo táctico sino porque en el rechazo radi-
cierto optimismo mediterráneo que tenía entonces por segura cal del franquismo y de sus herederos iba implícita la negación
la creación de un nuevo modelo de "socialismo del sur", Felipe de la sociedad que el franquismo había configurado y servido de
González anunciaba ante el 27 Congreso de su partido que el instrumento. Romper con el sistema político de la dictadura
PSOE conquistará "irreversiblemente una sociedad en la cual equivalía a rechazar el sistema social que le servía de apoyo; ne-
la explotación del hombre por el hombre desaparecerá: una gar el estado franquista exigía negar la sociedad capitalista; cons-
sociedad sin clases". El partido, aüadía, como quien, advirtien- truir un nuevo estado se concebía como un primer paso para la

508 509
SANTOS jULIÁ
Los SOCIALISI AS EN LA POLÍ JIC:,\ ESPAÑOi-\, 1879-1982

construcción de una nueva sociedad. En la cultura política de la tiempo de la degeneración socialdemócrata y de la degenera-
oposición de izquierda al franquismo, la trabazón entre recha- ción stalinista". En los años del tardofranquismo y de la primera
zo del estado fascista y de la sociedad capitalista constituía el nú- transición era unánime en los medios de la oposición la creen-
cleo del marxismo y sólo podía expresarse en lenguaje marxista. cia de que el fin de la dictadura equivalía a la primera fase de
Al definir como marxista al partido socialista se pretendía decir un proceso que en no muy lejano plazo conduciría al socialis-
que estaba preparado para asumir su papel como eje de la lucha mo. Toda la cuestión radicaba en actuar correctamente9 .
contra el franquismo y a la vez por el socialismo. Su nueva identidad permitía también al PSOE acudir a la
La identidad del PSOE como partido marxista y su insisten- inevitable cita con el PCE sin complejos de inferioridad o, más
cia en Ja meta de una sociedad "compuesta en su base produc- exactamente, con una fuerte convicción de su superioridad
tiva por un sector socializado, que se descompone a su vez en ideológica. Todos estaban metidos en el mismo barco y eran he-
un subsector de empresas estatales y un sector autogestiona- rederos de idénticas tradiciones, con la ventaja para el PSOE de
rio ", def~ndida por economistas tan prestigiosos como Miguel que una parte de su tradición le permitía insistir en el polo de la
Boyer8 y muy del gusto del nuevo componente católico que en- libertad como elemento insepara~le del socialismo. Sin dejarse
grosaba las filas socialistas, permitió no ceder ningún terreno arrebatar el marxismo, los socialistas podían constituirse en
ideológico al resto de partidos socialistas que pregonaban bien competidores de los comunistas en la pugna por atraer en un fu-
alta su adscripción marxista. En esa especie de puja abierta turo próximo a un electorado de izquierda para el que el mo-
para decidir quién era el más marxista de todos, los dirigentes delo soviético carecía, a la altura de 1976, de cualquier atracti-
del PSOE no se dejaron impresionar por sus vecinos más cerca- vo. Y, en efecto, el desdén que los viejos dirigentes comunistas
nos, que elaboraban por los mismos días estrategias para la mostraron hacia los recién llegados y jóvenes competidores se
transición al socialismo con la definición de las tareas a reali- convertirá en amarga decepción cuando comprueben los bue-
zar en cada fase del proceso. Así, Joaquín Leguina, expresando nos resultados obtenidos por el PSOE al esgrimir un discurso
un punto de vista personal, pero llamando la atención sobre su que aunaba la referencia al marxismo con el énfasis en las li-
pertenencia a Convergencia Socialista de Madrid (FPS), seña- bertades. Para la mentalidad de izquierda que salía del fran-
laba la ruptura democrática, la consolidación de la democra- quismo, y que no había tenido ocasión de someter a la radical
cia, el gobierno de la mayoría y la toma del poder por las clases crítica de los hechos la experiencia soviética, el socialismo -o
populares como etapas previas a la "liquidación de la burgue- sea, hegemonía de los partidos de la clase obrera, nacionaliza-
sía" que era la verdadera meta de su partido. Enrique Tierno, ción y autogestión- era no ya compatible sino requisito de la
en el homenaje que mil personas le ofrecieron en Madrid, se libertad, a condición de evitar lo que se tomaba como desvia-
presentaba por su parte como un socialista de izquierda, de los ciones estalinistas, de las que el PCE no parecía, a pesar de sus
que, citando a Marx, se proponía más que explicar el mundo, esfuerzos, enteramente libre.
transformarlo por medio de una revolución cultural sobre la En resumen, la reivindicación del marxismo como seña de
base de sustituir la estructura capitalista. Y hasta afiliados a par- identidad socialista, que podría verse como expresión de lo
tidos más templados, como Francisco Fernández Santos, que que luego se llamó sobrecarga ideológica propia de la clandes-
venía de la USDE, se sintieron atraídos en esos momentos por tinidad en la oposición al franquismo o como característica
el PSOE, al ver triunfar, después de los años de modorra del constitutiva de un partido de movilización, parece más bien el
exilio, "una política inequívocamente socialista de ruptura an- elemento ideológico central de una estrategia de afirmación
ticapitalista, una política unitaria, que sea enemiga al mismo del PSOE en el maremágnum de grupos y partidos socialistas y

510 511
Los SOC:IALISI AS EN L\ POLÍTIC.\ ESl'AiiOL\, 1879-1982 S..\NTOSJL'LIÁ

de competencia con el PCE para conquistar la hegemonía en blado Prieto en el 48 y Llopis en el 62: atemperarían su conducta
el conjunto de la izquierda. El marxismo, como concepto nu- al signo que se desprendiera de la situación. En este sentido, el
clear de un discurso de la transición al socialismo y de la conver- nuevo PSOE recibió la totalidad de la herencia del exilio y no fue
sión del PSOE en eje de las fuerzas progresistas de izquierda nunca un partido de movilización de masas, ni radical, ni marxis-
fue así, no asumido con reticencias -que, si las hubo, quedaron ta. Ni siquiera dispuso de tiempo para serlo: el PSOE era bien
para pequeños comités-, sino proclamado con todo énfasis poca cosa en 1972, no era mucho más en 1974 y la afiliación no
por Felipe González. A eso se refería en su contundente decla- despegó hasta después de celebrado el referéndum sobre la ley
ración de agosto de 1976: "cuando nosotros decimos que nues- para la Reforma Política. Podría decirse que se refundó para ga-
tro partido es marxista, tenemos serias razones para decirlo" 1º. nar elecciones. Las "serias razones" que sus dirigentes adujeron
Esto no significa, sin embargo, que el partido socialista refun- para definirse como marxistas nunca estuvieron vinculadas a es-
dado en el periodo 1972-1976 fuera en ningún sentido del con- trategias o tácticas políticas de movilización de masas como pudo
cepto un partido marxista, radical o de movilización de masas, haber sido el caso en los años treinta, mucho menos aún de con-
aun si en la resolución política aprobada en el 27 Congreso se quista de poder al modo bolchevique o para preparar cuadros
propugnaba "un método dialéctico de transición al socialismo con vistas a una revoluci.ón. Era, sencillamente, una cuestión de
que combine la lucha parlamentaria con la movilización popular identidad, un referente ideológico conservado al abrigo de cual-
en todas sus formas" 11 . Pero es sabido que una cosa es propugnar quier contaminación procedente de la práctica política.
algo en el plano ideológico y otra bien distinta emprender lo
mismo en el plano práctico. El marxismo, como la transición dia-
léctica al socialismo y la movilización extraparlamentaria fueron EL ERROR DE DECLARARSE MARXISTA
reivindicados como "señas de identidad" del nuevo PSOE y el pa-
pel que desempeñaron durante esos años no fue más allá de ser- El crecimiento experimentado por el partido desde que como
vir a la construcción de una identidad ideológica susceptible de marxista se definiera, y los alentadores resultados electorales
servir como terreno de encuentro de todos los que, sin ser comu- cosechados medio año después, parecían dar razón a las serias
nistas, se sentían socialistas, de izquierda y hasta revoluciona- razones de Felipe González: las 150 agrupaciones representa-
rios. Todos daban por descontado, sin embargo, que poseer esa das en el 27 Congreso habían pasado dos años después a 2.402
identidad no significaba emprender una práctica política radical y los cerca de nueve mil afiliados de entonces se habían multi-
-como propugnar la república no significaba propugnar la re- plicado por más de diez hasta llegar a cien mil a finales de
pública- sino aprovechar las oportunidades de ocupar las par- 1978, lo que quiere decir que de cada cien afiliados represen-
celas de libertad abiertas por la crisis del régimen franquista para tados en el congreso que se habría de convocar para mayo de
avanzar posiciones hacia la democracia. La práctica política del 1979, sólo dos y medio lo eran cuando se celebró el Congreso
PSOE, como la de otros partidos de izquierda, comenzado desde de Suresnes, sólo nueve cuando se celebró el primer congreso
luego por el comunista, estuvo siempre encaminada a asegurar después del largo exilio. En apenas cinco años el partido había
las condiciones que permitieran una convocatoria de elecciones pasado de los 2.584 afiliados del interior representados en Su-
libres a una cámara constituyente sin discutir en ningún momen- resnes (una cifra probablemente hinchada) a 101.082. Por
to, con el recurso a la presión o movilización de masas, la "situa- mucho que se discuta sobre la continuidad o ruptura de una
ción de hecho" establecida a la muerte de Franco. De lo que el historia secular, es innegable que en su elemento humano, el
PSOE haría o dejaría de hacer ante tal eventualidad habían ha- PSOE era, a comienzos de 1979, un nuevo partido, no simple-

512 513
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍTICA ESPAÑOL'\, 1879-1982 SANTOSjULlÁ

mente un partido renovado. Un nuevo partido que respondía consiguiente, un enemigo permanente del socialismo" se eva-
a los intereses de unas clases sociales que poco tenían que ver poraron los remilgos teóric.os y prácticos para fundirse dialécti-
con las que constituyeron su militancia en los años treinta. camen te con lo que se iba convirtiendo a ojos vistas en un parti-
Ciertamente, la afiliación era muy notable entre la clase obre- do de masas con un fuerte atractivo electoral 13 •
ra, pero continuando un proceso abierto con la República, y Con el acto de fusión o, más exactamente, de absorción, que
truncado por la guerra y el franquismo, el partido socialista el comité federal del PSOE.y la comisión permanente del PSP
atraía ahora sobre todo a empleados, trabajadores por cuenta celebraron en Madrid el día 30 de abril de 1978 14 , los socialistas
propia, funcionarios y profesionales, cuya presencia se hacía culminaban el proceso de unidad, iniciado dos años antes del
más notoria en los organismos de dirección partidaria y de re- fin de la dictadura bajo muy diferentes pronósticos, y desapare-
presentación política 12 . cía el resto de siglas socialistas: un éxito sorprendente para quien
Ese refundado partido ya no tenía que competir por la hege- contemplara la abigarrada escena del socialismo español poco
monía entre diversos partidos y grupos socialistas: el apoyo de antes de la muerte de Franco; un éxito histórico cuando pocos
la Internacional había dejado sin suelo a los históricos mientras meses después, la Federación Catalana del PSOE se fundía a su
los pequeños grupos que formaban la FPS ingresaban uno tras vez con los dos partidos socialistas de Cataluña (el "Reagrupe-
otro en las filas del PSOE. Quedaba el partido de Tierno, que a ment" de Josep Verde i Aldea y el "Congrés" de Joan Reventós)
la vista de los resultados de 1977 y ante la imposibilidad de pa- para formar el nuevo Partit deis Socialistes de Catalunya (PSC-
gar las deudas contraídas en la campaña, decidió en su N Con- PSOE), en cuya ejecutiva quedarían integrados miembros de
greso que los socialistas del PSOE habían acertado "en cuanto a las direcciones de los tres partidos 15 . Más al sur, la Unió Socialis-
la memoria histórica colectiva, elemento éste no previsto por el ta Valencia se había incorporado unos meses antes al PSOE y el
Partido Socialista Popular ante las elecciones legislativas". Va- Partit Socialista del Pais Valencia dio por finalizadas las "batalli-
rios dirigentes del partido, que Tierno sospechaba o sabía en tas y puñaladas" entre ambas organizaciones y pasó a engrosar
buenas relaciones con los del PSOE, presionaron al viejo profe- las filas del nuevo partido unificado al que se incorporó tam-
sor para que aceptara lo inevitable y, tras no pocas discusones, y bién la sección valenciana del PSP, dando así origen el 25 de ju-
sintiendo un nuevo "aprecio" hacia Felipe González, motivado nio de 1977 a un partido que tomó el nombre de PSPV-PSOE,
"por la tendencia de todo profesor a poner mucha estima en como iba siendo ya la norma de todas las federaciones de nacio-
los que son jóvenes y pueden y están en condiciones de apren- nalidad o región, consagrada después en los estatutos aproba-
der", llamó también a la puerta de los colegiales, sólo que esta dos en el 28 Congreso al establecer que cada partido debía aña-
vez era él quien se había quedado sin cromos, cargado como dir a su propio nombre las siglas PSOE 16 . Por vez primera en su
andaba su partido con los ochenta millones de deuda contraí- historia, el PSOE disfrutaba de una sólida base en Cataluña y en
da en la campaña electoral. El restaurante Las Reses, al que fue Madrid, er: Euskadi y en Andalucía, en Valencia y en Extrema-
empujado por Morado y Fuejo, sería el testigo mudo de un in- dura. Lo que había dado por perdido la generación de los fun-
tercambio final por el que Tierno disolvía su partido, descarga- dadores; lo que la generación de los herederos fue incapaz de
ba sus deudas sobre el PSOE y se aseguraba la candidatura a la realizar y la de sus hijos no pudo ni siquiera intentar, lo habían
alcaldía de Madrid. Tierno explicaría luego, con su cinismo ca- conseguido los nietos: un partido socialista capaz de ganar elec-
racterístico, que como la Segunda Internacional, y la socialde- ciones en Madrid, Cataluña y Andalucía.
mocracia europea en su conjunto, habían aceptado el marxis- Y así, todas las serias razones evocadas por Felipe González,
mo y dejado de ser el "baluarte de la sociedad capitalista y, por en agosto de 1976, para identificar como marxista al partido

514 515
Lus SllCIAL!STAS EN LA POLiTfC,\ ESPAÑOLA, 1879-1982 SANTOS JULIÁ

socialista comenzaron a desvanecerse después de las eleccio- co, y superada la fase de lucha por la libertad, el PSOE debía
nes de junio de 1977 y a medida que transcurría 1978. Con sus mientar su acción a la ampliación de su atractivo ante los electo-
cinco millones y pico de votantes y sus 118 diputados, el PSOE res. La base de partida no era mala; en realidad, era muy supe-
había mostrado el valor de la memoria histórica ocupando un rior a lo que poco antes se podía soñar. Pero no era suficiente
lugar central en el sistema político; con su capacidad de absor- para alcanzar la mayoría parlamentaria: había que consolidar lo
ción del resto de partidos socialistas, había dejado de ser uno existente a la vez que se iniciaban movimientos hacia nuevos es-
más entre ellos; con la distancia a que los electores le situaron pacios, situados, porque así se autoubicaba la mayoría de los
del partido comunista, ya no era el partido presuntamente con- electores, en el centro. La consecuencia táctica era elemental: si
denado a una posición subalterna en el conjunto de la izquier- por la izquierda no existían ya competidores, la única amplia-
da. El PSOE se encontró de pronto, por la fuerza de los votos, ción posible del au·activo electoral se situaba a la derecha de la
simultáneamente en el centro del sistema de partidos, como posición ideológica que el partido había ocupado en el periodo
único partido socialista, con federaciones sólidamente implan- de la refundación. Desde las elecciones de 1977, y más acentua-
tadas en todas las regiones y nacionalidades y en situación hege- damente, desde las de 1979, el adversario a batir no era el PCE,
mónica respecto al PCE. En una palabra, el PSOE había subver- arrinconado en un sector muy limitado y muy fiel, sino UCD,
tido por completo las previsiones con que se había saludado su que había conseguido el voto de más de seis millones de españo-
aparición durante los últimos años del franquismo y había tras- les. Ésas eran las aguas, profundas y extensas, en las que había
trocado su posición objetiva dentro del sistema político. que echar las redes.
El cambio de posición real en el sistema de partidos determi- Ampliar el atractivo electoral no quiere decir en modo al-
nó un cambio de metas inmediatas y de las estrategias necesarias guno que el PSOE cuidara ahora por vez primera ese flanco de
para alcanzarlas. De los valores propios de una ideología de iz- su política. Desde que irrumpió en escena, el partido socialista
quierda configurada en la oposición al franquismo se pasó veloz- ofreció un mensaje de renovación de la vida política dirigido a
mente a la afirmación de los valores del nuevo sistema democráti- una clase media de centro o centro-izquierda con la que conta-
co como fruto del consenso de todos los partidos; del rechazo de ba construir una mayoría suficiente para gobernar si simultá-
un sistema político se pasó a la necesidad de consolidar el recién neamente no perdía su tradicional voto obrero. Las resolucio-
inaugurado sistema político; de la estrategia de conquista y am- nes de los congresos podían decir lo que quisieran, pero los
pliación de las parcelas de libertad se pasó a la estrategia de ocu- programas electorales y, más importante, las políticas desarro-
pación de espacios de poder. Para los dirigentes socialistas, esa lladas decían que el PSOE sólo pretendía consolidar la demo-
nueva meta venía exigida, en el terreno de las convicciones idecr cracia, incorporar España a Europa, potenciar el Estado de
lógicas, por la tradicional concepción del poder político como bienestar y otras cosas por el estilo: nada, pues, de lo que la am-
un instrumento para la transformación de la sociedad y, en el te- plia clase media tuviera por qué asustarse. Había por tanto una
rreno de la práctica, por la debilidad del partido en el gobierno, clara intención de presentar al PSOE desde el mismo momen-
al que atribuían una fragilidad que podía en cualquier momento to en que se abrió espacio político como un partido electoral,
provocar un peligroso vacío de poder. Por ambas razones, des- en el sentido de que siempre pugnó por atraer .el voto de algo
pués de haber ocupado las parcelas de libertad, los socialistas te- más que la izquierda marxista o radical. Después de las eleccio-
nían que prepararse para conquistar los espacios de poder. nes de 1977 y la nueva identificación del PSOE como "alterna-
Ahora bien, al gobierno sólo podía llegarse si se incrementa- tiva de poder", el problema no consistía en transformarlo de
ba el apoyo electoral. Establecidas las reglas de juego democráti- partido de movilización en partido electoral, sino en reducir la

516 517
Los SOC IALISTAS EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA, 1879-1982 SANTOS jVLIÁ

disonancia entre una identidad construida para conquistar la no echara mano a un repertorio de recursos radicales, cuya vali-
hegemonía en la izquierda y una práctica dirigida a ganar vo- dez seguía afirmando en el discurso ideológico. La incorpora-
tos por la derecha 17 . ción de la "seña de identidad" marxista al bagaje ideológico del
Felipe González parece haber sido el primero en percibir PSOE podía entenderse como una reserva para la llamada a la
que el núcleo de la definición con la que él mismo identificó al movilización extraparlamentaria con el propósito de conseguir
PSOE para pertrecharlo en su combate por la hegemonía den- objetivos situados más allá de la Constitución. No faltaban en sus
tro de la izquierda era precisamente lo que había que destruir filas personajes evocadores, por su respetable porte, su vestimen-
para adaptarlo al nuevo objetivo de ampliar el atractivo electoral ta y sus maneras, de las figuras históricas que una vez aprobada
con vistas a llegar al gobierno. Definir al PSOE como marxista y, la Constitución llamaran la atención sobre lo limitado de la sobe-
a renglón seguido, negar que fuera socialdemócrata o socialbu- ranía del Parlamento y la necesidad de recuperar para el socia-
rocrático podía ser muy funcional para identificarlo como pri- lismo la "acción de masas" 18 .
mer partido de una izquierda que se pretendía socialista a la par Sin consultarlo con nadie, y sin que nadie "estuviera entera-
que democrática; pero esa definición limitaba inútilmente el do de que se iba a hacer esa declaración", González fue por de-
atractivo del partido si lo que pretendía era ocupar, además de recho al núcleo de la identidad del PSOE establecida en el 27
la totalidad de la izquierda no comunista, algunas zonas de un Congreso y afirmó a principios de mayo de 1978, en una reu-
centro muy abigarrado, escasamente estructurado, incapaz de nión con periodistas y con objeto de que se enterara todo el
organizarse en verdadero partido político, con graves proble- país a la vez que su partido y compañeros de dirección, que ha-
mas derivados de la competencia entre sus facciones y en el que bía sido un error definir como marxista al partido socialista
no faltaban grupos reformistas y socialdemócratas que nunca se porque "desde el punto de vista social, el término no ha sido
identificarían bajo el rótulo de marxistas. aceptado". Pretendió, pues, de un solo golpe destruir el máxi-
Pues a pesar de no ser un partido de movilización, el PSOE mo referente ideológico de la etapa anterior: en el marxismo
había cultivado una radical ambigüedad entre sus señas de iden- se habían encontrado todos Jos socialistas de 1976 y nadie que
tidad y su acción política. Para un amplio sector de electorado, durante el franquismo hubiera sido socialista podía renunciar
esa ambigüedad no era una cuestión baladí: el partido socialis- a la conexión directa con la tradición marxista. Ahora, sin em-
ta había sido durante toda su historia un partido reformista, bargo, el PSOE debía dejar de definirse como marxista. En rea-
moderado, parlamentario, incorporado al sistema político y a lidad, aclaró González, en sus cien años de historia a nadie se
las instituciones "burguesas", pero en varios momentos decisi- le había ocurrido "incorporar el término marxista como ele-
vos de esa misma historia, los dirigentes más moderados y refor- mento exclusivamente identificatorio de una actitud socialis-
mistas habían lanzado movimientos de amplio alcance dirigi- ta". No se le había ocurrido a nadie, ni siquiera a él mismo que,
dos a subvertir el régimen político existente. La huelga general como todo el mundo sabía, "en el Congreso de 1976 no estaba
de agosto de 1917 contra la Monarquía y la revolución de octu- de acuerdo con que se incluyera ese término definitorio". Así,
bre de 1934 contra la República formaban parte de la historia pues, un error sobre el que él ya había avisado y que ahora se
socialista recordada y celebrada y sus cabezas visibles no habían proponía corregir, pues ser socialista siempre había significa-
sido unos extremistas alocados sino los muy respetables y mode- do aceptar el programa máximo y el programa mínimo del
rados reformistas Besteiro y Largo Caballero. Nadie garantiza- partido. Eso ha significado ser socialista durante cien años "y
ba que una vez más un partido socialista que había dado mues- creo que seguirá siéndolo. Por consiguiente, un partido con
tra de moderación en el proceso de transición a la democracia capacidad de ampliar su abanico representativo"19.

518 519
Los SOCIALISTAS EN L\ POLÍTICA ESPANOL\, 1879-1982 SANTOSjUUÁ

Ése era el "fondo de la cuestión": que definido como marxis- tadio de su conquista y establecer la hegemonía de la clase obrera
ta, el PSOE no era capaz de ampliar su "abanico representati- con vistas a la transición al socialismo. La democracia tenía un
vo". La propuesta de abandonar esa "seüa de identidad" mar- valor puramente instrumental. Aunque no lo expresaran con la
xista guarda una evidente relación con el objetivo inmediato de misma imagen, la democracia se sentía, igual que la República,
ampliar el atractivo electoral del PSOE: ¡pero si hasta los votan- como una estación de tránsito en la que recuperar fuerzas para
tes del PSOE se declaraban no marxistas en mayor proporción seguir viaje; no como estación de término. No ciertamente que
que marxistas! No es causalidad, por tanto, que el anuncio del el Estado futuro no fuera democrático sino que, al serlo plena-
abandono del marxismo coincidiera con la exigencia de la con- mente, serviría como instrumento para el avance hacia el socia-
vocatoria de nuevas elecciones generales. Los debates constitu- lismo. La novedad consistió en abandonar muy rápidamente los
cionales avanzaban a buen ritmo y la Constitución debería estar calificativos de formal o burguesa y dejar de hablar de la hege-
lista antes de que finalizara el aüo 1978. Los socialistas ansiaban monía de la clase obrera mientras se insistía en la tarea de conso-
poner fin a la política de consenso --que "quedará en el archi- lidar y profundizar la democracia como un fin en sí mismo, si-
vo de la historia"- y no se cansaban de repetir que tras el refe- lenciando su razón instrumental o episódica. En adelante, la
réndum constitucional, el gobierno debía presentar la dimi- democracia no será, en la sociedad capitalista, una etapa a supe-
sión ante la Cámara y superar el voto de investidura o convocar rar con objeto de construir un poder desde el que liquidar el ca-
elecciones legislativas. El comité federal reunido los primeros pitalismo sino un sistema político que será preciso estabilizar y
días de julio de ese aüo, además de aceptar el proyecto constitu- consolidar con objeto de introducir reformas que cambien pau-
cional, acordó pedir la disolución de las Cortes una vez sancio- latinamente la sociedad. La insistencia en su fragilidad --que
nada la Constitución y "no recurrir a la política de consenso llegará a ser abrumadora dos años después, tras el intento de
una vez celebrado el referéndum". "¿Quién teme a las eleccio- golpe de Estado y a medida que UCD se desmoronaba- fue
nes generales?" se preguntaba Felipe González al dar cuenta de como la música de fondo que acompañó durante todo este pe-
lo tratado en el comité federal de mediados de octubre de 1978 riodo la nueva percepción de la democracia como un valor en sí.
y Alfonso Guerra insistía a finales de año: "el señor Suárez va a
tener que tragar el programa del PSOE respecto a las eleccio-
nes generales". Quería decirse con todo esto que la transición LA VÍA NÓRDICA AL PODER
a la democracia estaba concluida y que había sonado la hora de
gobernar de acuerdo con la Constitución. La Constitución, afir- El cambio en la definición de la tarea y de los valores políti-
mó Alfonso Guerra en el club Siglo XXI -al que finalmente cos prioritarios de los socialistas determinó un evidente distan-
también acudió, aunque, como dijo, no era ése su público-, es ciamiento de la política de alianzas defendida durante los pri-
la ruptura, con lo que tranquilizaba a su nuevo auditorio, exclu- meros años de la transición. Entre 1974 y 1977, el PSOE, sin
yendo del concepto la carga de transformación de la sociedad dejar de insistir en su propia identidad y en la autonomía de su
que le había sido inherente en el momento de su aparición 20 . proyecto político, gustaba presentarse como eje de las fuerzas
Sin duda, por debajo de esta nueva estrategia alentaba un no- progresistas o de izquierda. Después de las primeras elecciones,
table cambio en la percepción del valor de la democracia. Antes sin embargo, no sólo era incómodo sino que podía resultar con-
de incorporarse con tanta fuerza al sistema político, los socialis- traproducente aparecer como cabeza de una coalición o como
tas hablaban siempre de democracia formal, o democracia bur- aliado de otras fuerzas. A las parcelas de libertad había que ac-
guesa, para argumentar enseguida la necesidad de superar el es- ceder con otros, en compañía; a los espacios de poder era preci-

520 521
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍ 1 ua ESPAÑOLA, 1879-1982 SANTOS JU LIÁ

so llegar en solitario. En este momento --decía González en ene- coalición gubernamental" y la obligación que todos tenían de
ro de 1978- cualquier coalición en que entre el partido resta "pensar en un posible vacío de poder en plazo inferior a lo pre-
votos, no suma votos. En lugar de una alianza por la izquierda visto"22, lo que exigía presentarse otra vez, siguiendo una larga
o por la derecha, González prefería ya definitivamente para el tradición, como partido sustituto, capaz de llevar a término o
PSOE la vía alemana o nórdica hacia el poder, solo, sin compa- consolidar lo que la misma derecha ponía en peligro, la demo-
ñía. Era consciente de que esa opción suponía una novedad cracia. Exigía además posponer o silenciar cualquier otro objeti-
entre los llamados socialismos del sur de Europa puesto que vo específicamente socialista, o insistir con una imagen espacial
entrañaba el rechazo de un programa común de la izquierda, de vago contenido, pero siempre reiterada como si todo el mun-
al estilo francés, o de la entrada en el gobierno en una coali- do supiera lo que con ella se representa, que socialismo es igual
ción de partidos de centro o de centro-derecha, al estilo italia- a profundización de la democracia, y aparecer ante los electores
no. "Tal vez en España se produzca una quiebra del modelo alejado de los comunistas y libre de toda identidad marxista. No
del sur de Europa posibilitando el acceso del partido socialista sólo ante los electores; también ante los llamados poderes fácti-
al poder por mayoría absoluta": ésa era la perspectiva abierta cos. Cuando los sondeos de varios ministros de UCD cerca de
por las elecciones de 1977 y por el "bipartidismo imperfecto, Alfonso Guerra convencieron a la dirección del PSOE del inmi-
clarificador y eficaz" que fue su resultado. El relativo fracaso del nente derrumbe del partido de gobierno, los socialistas decidie-
PCE hacía muy oneroso para el PSOE una política de unidad ron no empujar en esa dirección porque todavía no estaban "se-
de la izquierda de la que sólo el primero podría recibir algún guros de cómo aceptaría un Gobierno socialista la gran banca,
beneficio. Por otra parte, el moderado éxito de UCD, incapaz la jerarquía milita1~ la jerarquía eclesiástica, los grandes empre-
de lograr la mayoría absoluta y afectado de una intrínseca de- sarios y Washington" ante los que estaban trabajando para que
bilidad, hacía poco apetecible para los socialistas apoyar lapo- conocieran sus posiciones. Había que conseguir más votos, des-
lítica de gobierno de concentración que Santiago Carrillo no de luego, pero había que asegurarse también la benevolencia o
se cansaba de proponer: un gobierno de concentración PSOE- la neutralidad de esos poderes. Era preciso, pues, que esos pode-
UCD negaría "el juego parlamentario" por llevar "aparejada res conocieran al partido ... despojado de su identidad marxista:
una cierta desnaturalización de las dos alternativas más claras si hoy se realizan elecciones, aseguraba Alfonso Guerra en el Club
que se ofrecen a los ciudadanos" y, además, permitiría que el Siglo XXI, el PSOE obtendría mayoría absoluta en el Congreso:
partido comunista ocupara "un espacio político más amplio". 200 diputados que garantizarían una fuerza de gobierno 23 .
Tal como se presentaban las cosas a comienzos de 1978, el PSOE De esta manera, las serias razones para ser marxista esgrimi-
no tenía mejor política que afirmar su aspiración "a la mayoría das en agosto de 1976 se habían convertido, sin que Felipe Gon-
absoluta" y rechazar con idéntica energía la coalición con los zález tuviera la sensación de haber cambiado para nada de si-
comunistas y la concertación con UCD 21 . tio, en el "error de declararse marxista" anunciado en mayo de
El PSOE se orientó, pues, hacia una política que, al ftjar 1978. La dirección del partido se aprestó a adecuar por segun-
como meta la llegada en solitario al poder por mayoría absoluta, da vez la teoría a la práctica, incluso al precio de renunciar a
reafirmó la autonomía de su proyecto y buscó una nueva identi- toda teoría. Hasta ese momento, la amplitud del atractivo elec-
dad como partido de gobierno. Y como la posibilidad real de toral del PSOE parecía basarse en una ambigüedad de fondo,
triunfar en unas elecciones se relacionaba con el fraccionamien- que afectaba tanto a su estructura organizativa como a su ideo-
to de UCD, Felipe González intentó alertar a su partido sobre la logía y práctica política. El PSOE, como UCD, había montado su
permanente situación de crisis creada por "la fragilidad de la campaña electoral en una propaganda que tenía a su secretario

522 523
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA, 1879-1982 SANTOSjULIÁ

general como mayor reclamo. Este evidente proceso de perso- car a UCD los votos de los trabajadores, mujeres, jubilados,
nalización de la política corría parejo, sin embargo, con una or- campesinos y nuevos electores. Todo lo habían preparado para
ganización muy fluida y hasta "asamblearia'', en la que las agru- convencer a los electores de que cuando hablaban del PSOE
paciones de base elegían directamente a sus representantes a como única alternativa de poder, como venían haciéndolo des-
los congresos. Por otro lado, la práctica política moderada, ne- de el día sigui en te a las elecciones de 1977, lo decían realmente
gociadora y propicia a los acuerdos sobre las grandes cuestio- en serio.
nes, que había caracterizado al PSOE desde su retorno a la lega- De acuerdo con tales objetivos, los socialistas montaron esta
lidad hasta el referéndum constitucional, no aparecía reñida vez una campaña dirigida a tranquilizar a las mujeres y los jubi-
todavía con un discurso revolucionario ni con la aprobación lados que todavía los miraban con recelo: no había que hablar
de resoluciones en las que se reclamaba el fin del capitalismo y de "gobierno socialista" sino buscar alguna perífrasis como, por
se propugnaba la instauración de la república federal o con el ejemplo, "los socialistas en el gobierno haremos" y, sobre todo,
reconocí.miento del derecho de cada uno de los pueblos de Es- era preciso transmitir una impresión de firmeza, sin mencionar
paña a la autodeterminación. Mientras se asentaba cada vez para nada la identidad marxista proclamada con tanto énfasis
más en el estado y se implantaba en la sociedad, el PSOE man- aúo y medio antes. Cuando se mencionara a Felipe González,
tenía en sus textos oficiales un discurso que reivindicaba otro había que hacerlo así, con nombre y apellidos, insistiendo en
estado y una sociedad diferente; un partido claramente refor- que era un líder forjado en la democracia y el único que podía
mista y moderado en su práctica aprobaba, sin embargo, reso- medirse con el presidente de gobierno en el pugilato que se iba
luciones en las que resonaban las viejas reivindicaciones revo- a producir entre esas dos figuras. El PSOE debía aparecer como
lucionarias y establecía las etapas de transición de la sociedad "gran partido", el único capaz de gobernar y su candidato el
capitalista a una de socialismo autogestionario. único que estaba preparado para hacerlo: la imagen 'jovial, ju-
El núcleo de la dirección del partido que se consolidaba en venil y alegremente despreocupada" de Felipe González dejó
torno a Felipe González comprendió que esta ambigüedad, muy paso al "rostro de un hombre serio, preocupado, deliberada-
funcional durante el periodo de conquista de parcelas de liber- mente envejecido", flanqueado por los cien años de honradez
tad por cuan to había servido para absorber a la totalidad de la que aquel mismo año se conmemoraban, en fotografías en blan-
familia socialista, bloquear el posible avance del partido comu- co y negro con algún toque rojo en el puño y la rosa. La única
nista y atraer votos de izquierda, se había convertido en princi- equivalencia de Felipe González admitida en la propaganda era
pal causa de estancamiento. Tras el fulgurante éxito de 1977, y con Pablo Iglesias, aunque el recuerdo del veterano líder no de-
a pesar de la entrada de otros grupos socialistas en la casa común, bía llegar hasta convertir en núcleo de las intervenciones la histo-
el PSOE no crecía en afiliados. Tampoco crecerá en votos, lo que ria del partido, que sólo se trataría de pasada, haciendo referen-
era peor para sus pretensiones de llegar al gobierno. Las tan re- cia al centenario: palpable demostración de responsabilidad,
clamadas elecciones generales, cuya convocatoria había saluda- acentuada por la insistencia en su política anterior de colabora-
do el primer secretario del PSOE como "un triunfo del partido" ción en las tareas de gobierno y en el silencio sobre cualquier
que veía así "cumplida su estrategia", se saldaron con una pro- perspectiva de avance al socialismo. Los socialistas iban a gober-
funda decepción, a la medida de las expectativas acariciadas por nar, no a dar saltos en el vacío 25 .
sus dirigentes, convencidos de encontrarse ante una "ocasión Pero tanta cautela no sirvió finalmente para nada. En los últi-
histórica" 24 . Estaban seguros de superar el 35 por 100 del voto y mos días de la campaña electoral los ataques directos al denomi-
se propusieron mantener los suyos, recoger los del PSP y arran- nado adversario electoral número 1 arreciaron hasta el punto de

524 525
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA, 1879-1982 SANTOS j U LIÁ

que unos a otros se negaron legitimidad para gobernar. A Suá- Los resultados del 1 de marzo de 1979 parecían poner en
rez había que someterlo a dura crítica por su incapacidad como peligro la perspectiva de llegar al gobierno por la vía nórdica.
gobernante, sus métodos de parcheo y aplazamiento de los pro- Un Felipe González con la moral insólitamente perdida habría
blemas, el incumplimiento de sus compromisos, su miedo a manifestado en la primera reunión de su grupo parlamenta-
presentarse ante el pueblo, su pavor al debate público. Felipe rio: "compañeros: el PSOE ha tocado techo; nunca podrá ga-
González recordó su "derecho a decirle a Suárez y a UCD: bien- nar las elecciones a UCD" 27 . A pesar de la fusión de todos los
venidos a la democracia, aunque seáis de derechas, porque partidos socialistas, el sistema de partidos nacionales salido de
hace sólo tres años yo era secretario general del PSOE, aun en las elecciones de 1977 tendía a consolidarse: dos partidos ma-
la clandestinidad, y Adolfo Suárez era secretario general de yoritarios en la línea izquierda-derecha, con otros dos minori-
otro partido, del Movimiento Nacional". De la derecha fran- tarios a sus extremos, aunque la disimetría se había incremen-
quista y además, ladrones. Guerra calificó a Arias Salgado como tado al reforzar el PCE sus posiciones mientras retrocedía
uno de los cuatro perros asilvestrados de Suárez y aunque reco- AP /CD. Para el PSOE, ese resultado abría una- "nueva etapa"
noció la posibilidad de cometer errores "cuando en marzo for- en la que "la derecha", por haber obtenido mayoría de esca-
memos gobierno", lo que nunca harían los socialistas sería lle-- ños, debía "asumir íntegramente la responsabilidad de afron-
narse "los bolsillos como los gobernantes de los últimos tar -sola entiéndase bien- los graves problemas que acucian
tiempos, que han hecho de los políticos la basura de este país". al pueblo español". Por otra parte, al consolidarse como parti-
En la misma vena, Adolfo Suárez aseguró, en su última apari- do mayoritario de la oposición, sobre él recaía la tarea de "de-
ción televisada, que lo que estaba en juego con las elecciones fender lo que racionalmente juzguemos más conveniente para
era "nada más y nada menos que la propia definición de mode- nuestro pueblo", un aviso de que el partido pasaba a desempe-
lo de sociedad en que aspiramos a vivir". Los socialistas, so pre- ñar la oposición de "una forma activa". En un informe al comi-
texto de lenguaje moderado y apelando al centro sociológico té federal celebrado a los pocos días de las elecciones, Gonzá-
del país, pretendían introducir "posiciones ideológicas que lez ratificaba el acuerdo de no haber querido "ensuciar la
contradicen el sistema de vida occidental", defendían el aborto confrontación electoral con ataques personales que se basaran
libre y subvencionado por el contribuyente, propugnaban la en remover las cenizas del franquismo", pero lamentaba que a
desaparición de la enseñanza religiosa y una economía colecti- esa campaña positiva se hubiera contestado desde "la derecha
vista y autogestionaria. Para colmo, aspiraban a disolver "los ( ... ) con una campaña defensiva basada en atemorizar a la po-
que denominan cuerpos represivos del Estado", exigiendo res- blación con imaginarias repercusiones del cambio que los so-
ponsabilidades y aconsejando públicamente la negociación cialistas ofrecían". La acusación de "excesivamente radicales y
con ETA. Un caos y un desenfreno, eso era lo que nos esperaba extremistas" había surtido efecto y el electorado indeciso, entre
si los socialistas ganaban, vino a decir Suárez26 y sus adverten- el que había pretendido el PSOE atraer nuevos votantes con
cias parecen haber tenido algún impacto en el electorado retra- una campaña tranquilizadora respecto a la profundidad del
yendo posibles votantes y dejando las cosas entre los dos gran- cambio prometido, acabó por abstenerse o por ceder "ante la
des prácticamente como quedaron en junio de 1977, 35 por sensación de miedo y de abismo por el cambio creada por la de-
100 frente a 30 por 100 del voto, 168 frente a 121 diputados, recha"28.
aunque con un ligero ascenso del PC, un retroceso notable de En estas circunstancias, era vital para los socialistas ejercer la
la coalición liderada por Fraga y la consolidación y avance de oposición sin despertar la sospecha de que sólo podrían acce-
los partidos nacionalistas y regionalistas. der al gobierno en una coalición con los comunistas, lo que no

526 527
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍTI C:•\ ESPAÑOLA, 1879-1982 SANTOS jULIÁ

se vio de ninguna manera favorecido por los resultados de las cia. Cuando lo anunció, en mayo de 1978, más que oposición lo
elecciones municipales, celebradas un mes después de las legis- que produjo su declaración fue una tremenda perplejidad, no
lativas. Si los votantes llevaron a los Ayuntamientos a miles de ya entre quienes desde tiempo atrás miraban con inquietud el
concejales socialistas, la elección de alcaldes del PSOE sólo fue deslizamiento del PSOE hacia el electoralismo y el dirigismo
posible, en muchos de ellos, gracias a alianzas no deseadas con sino entre algunos tan cercanos como Alfonso Guerra, que se
el PCE, que a la hora de la verdad no atendió los cantos de sire- declaró no enterado del asunto en una rueda de prensa cele-
na procedentes de UCD y prefirió pactar el reparto de alcaldías brada al día siguiente. La misma ejecutiva de la que González
con el PSOE. A González, convencido de que la estrategia del era primer secretario se creyó en la necesidad de enviar una cir-
PSOE debía "seguir siendo específicamente socialista y por cular en la que se recurría al inefable argumento de que "el
consiguiente autónoma" no podían satisfacerle unos resultados propio Carlos Marx había rechazado el término marxista por
que le obligaban a ir del brazo de los comunistas y aparecer con considerar que las tesis del marxismo deben estar en los conte-
ellos rigiendo los Ayuntamientos. Reafirmar la autonomía so- nidos y no en los términos" 3º. En todo caso, la convocatoria del
cialista como fuerza de oposición y presentarse ante el electora- 28 Congreso y la amenaza de atentado mortal a la identidad
do como alternativa de poder no dependiente de una coalición misma del PSOE sentida por quienes rechazaban la renuncia al
de izquierda, que algunos podían confundir con una nueva ver- término abrió las tribunas de prensa a multitud de colaboracio-
sión del frente popular, exigía adecuar el discurso ideológico, nes, entre las que no faltaron valiosas reflexiones sobre la totali-
la identidad del partido y la estructura de su organización a la dad de la experiencia hasta entones vivida y los caminos que se
política hasta entonces desarrollada. Era ya hora de liquidar la abrían para el futuro. Si las serias razones de declararse marxis-
dicotomía en la que habían nadado los socialistas desde los ta afectaban al modelo de partido que se pretendía construir y
tiempos de Pablo Iglesias, con los programas máximos y las rei- a cuestiones de estrategia y táctica política, el error de lo mismo
vindicaciones mínimas; hora de arrumbar la dialéctica que tan no podía consistir en un mera cuestión terminológica. Por de-
pingües beneficios les había proporcionado en los trances de la bajo de ese término, lo que se sometió a discusión, por última
refundación, de la ampliación de parcelas de libertad y de con- vez, fue la concepción misma del partido, la dirección política
quista de la hegemonía, con la simultánea afirmación de una emprendida desde el anterior congreso, el juicio sobre la tran-
ideología revolucionaria y una práctica reformista. En resumen, sición a la democracia y la definición de las tareas que en el fu-
había que acabar con la escisión típica de los partidos que se di- turo esperaban a los socialistas.
cen revolucionarios dando por supuesto que jamás harán la re- Eso fue al menos lo que entendió un grupo de veteranos mi-
volución: a tal necesidad obedeció la decisión de seguir adelan- litantes madrileños, entre los que destacaban Gómez Llorente,
te con el propósito de someter a nuevo examen la definición Bustelo y Castellano, de nuevo en la brecha para expresar su
como marxista del partido socialista29 . oposición a la política seguida por la comisión ejecutiva. Las
elecciones de 1977 y, todavía más, las de 1979, habían realzado
la figura de su primer secretario, mientras la política de consen-
MÁS QUE UNA PALABRA so y la necesidad de elaborar la Constitución habían obligado a
"contemporizar", no ya con las Fuerzas Armadas, sino con otros
Felipe González tenía buenos motivos para pensar que su in- poderes sociales. Para el sector crítico, como fue enseguida lla-
sistencia en despojar al PSOE de la identidad marxista tan re- mado, el PSOE había entrado por el camino del liderazgo per-
cientemente adquirida habría de tropezar con alguna resisten- sonal y del electoralismo y había abandonado el proyecto socia-

528 529
Los SOCIALISTAS EN U\ POLÍTIC'\ ESPAÑOL>\, 1879-1982 SANTOS jVLIÁ

lista, liquidado la democracia interna y olvidado su carácter de tidista en el que "el PSOE fuera la fuerza hegemónica de la iz-
partido de masas. Echando mano al tópico lenguaje militar pro- quierda" y acceder rápidamente al gobierno. En ese camino, el
pio de las vanguardias revolucionarias, Castellano recordaba la PSOE se había bienquistado con los "poderes fácticos", había
necesidad de continuar la lucha contra el suarismo como ya se ensalzado el "compromiso constitucional" y reducido a sus au-
había desarrollado contra el franquismo, sólo que con la venta- ténticas dimensiones al partido comunista, a costa, claro está,
ja de poder asociar "a las masas a nuestra lucha, y un nuevo del sacrificio de la identidad socialista que en último término
frente político legal, parlamentario, sindical, municipal y cultu- no había servido para nada pues "ninguno de estos objetivos de
ral extienda nuestras trincheras para sacudir y más fuertemente gabinete técnico ha sido alcanzado''. Los hechos demostraban
a los cimientos de la frágil, falsa y oportunista reforma de lamo- por el contrario que tenían razón quienes "desde el primer día
narquía militarista". La concepción de la democracia como ins- vimos en la reforma política un simple intento de continuidad
trumento para ampliar en condiciones de legalidad el frente de del franquismo". Para Castellano, que lamentaba la "evidente
masas en la lucha por el socialismo reaparecía así en el lenguaje directriz electorera" por la que discurría su partido, era "dificil
de estos destacados socialistas madrileños que siempre se ha- encontrar en la historia del PSOE un periodo con mayor falta
bían movido en pequeños círculos a la espera de que las masas de respeto a la democracia interna, mayor olvido de la militan-
finalmente despertaran y acudieran en tropel para emprender cia, cesiones menos justificadas en lo ideológico y lo político "32 .
la conquista final. Poca estima mostraba el veterano socialista Lo que se discutía antes de llegar al congreso, por tanto, no
a la "falsa reforma" y al "contubernio parlamentario" que había era sólo de marxismo sino del valor de la democracia, de la orga-
sido su resultado. Quedaba, en su opinión, todo por hacer, nización del partido y de sus tareas una vez aprobada la Constitu-
pues si la alternativa de poder era sólo cosa de quítate tú que ción. Y todo eso que se debatía pasó a la ponencia que Francisco
me pongo yo, la alternativa de sociedad exigía "la movilización Bustelo defendió con harta vehemencia en el congreso. Bustelo
concienciada de masas y capas populares y la consideración del reafirmó, una a una, y tomándose la pena de explicar su conteni-
frente parlamentario como un frente más al servicio de toda do, todas las notas que el anterior congreso había utilizado para
una acción política global y generalizada". Llegado es el momen- identificar al PSOE: un partido de clase, porque "luchamos por
to -escribía Castellano- de enfrentar la alternativa revolucio- el proyecto histórico de la clase obrera"; un partido marxista,
naria de una sociedad distinta y con ámbitos de poder también "porque entendemos el método científico de conocimiento de
distintos. El marxismo era la guía para esa acción transforma- transformación de la sociedad capitalista a través de la lucha de
dora de la sociedad31 . clase como motor de la historia"; un partido democrático, por
A la alternativa de sociedad se añadía un partido alternativo. ser una organización que respeta "la más escrupulosa democra-
Lo malo -escribió Bustelo- no es que la ruptura democrática cia interna". Eso era el PSOE: de clase, marxista, democrático.
se haya quedado a medias; lo malo es que no se haya discutido Pero tan importante como lo que era, era lo que propugnaba:
dentro del partido, aquejado como estaba de "dirigismo". El un método dialéctico de transición al socialismo que combine la
mismo Castellano, que había denunciado la transformación del lucha parlamentaria con la movilización popular; una política in-
PSOE "en una organización de liderazgo y de culto a la perso- ternacionalista y antiimperialista; la lucha por la conquista del
nalidad" en fecha tan temprana como octubre de 1976, culpa- poder político como palanca para la construcción del socialismo
ba ahora a la ejecutiva de haber convertido al PSOE en una y el impulso a la configuración federal del Estado español.
"institución de la vida española", acentuando su línea "populis- Este idioma político marxista se edificaba sobre unas tesis
ta e interclasista" con el único objeto de crear un sistema hipar- acerca de la transición española a la democracia de las que se

530 531
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍTI CA ESPAÑO L\ , 1879-1982 SANTOS J ULIÁ

derivaban unas consecuencias fundamentales para las tareas fu- constitucionales-- y revolucionarios -una vez conquistado el
turas del partido. Por lo que se refería a lo primero, la reafirma- poder procederían a la ruptura con el capitalismo-. De ahí que
ción del marxismo exigía como inmediato correlato la negación conectaran con un contenido básico de la cultura política de la
de que la ruptura democrática hubiera concluido con la Cons- oposición de izquierda al franquismo cuando se entendía que al
titución. Cierto, la Constitución, que había supuesto el elevado luchar contra Franco se luchaba contra el sistema social que le
coste político de la desmovilización de los trabajadores, permi- sustentaba, contra el capitalismo. Para muchos socialistas que
tía estabilizar la democracia y en ese sentido, bien pagado esta- habían creído que la caída del franquismo equivalía a derrumbe
ba aquel precio. Pero no se podía pe rder de vista que la Consti- del capitalismo fue una decepción constatar que la democracia
tución suponía "un paso importante e n el camino democrático estaba ya ahí sin que el capitalismo -poderes fácticos se llama-
al socialismo". Tal era, por lo demás, la tradicional doctrina so- ban- hubiera sufrido el menor rasguño.
cialista. Al concebir una constitución democrática como "un La dirección del partido no esperaba el calor con que los
paso", Bustelo repetía, sabiéndolo o no, un lugar común de los delegados acogerían esta llamarada de fervor marxista. Alfon-
socialistas españoles de 1931: la República se había instaurado so Guerra, coordinador general, había afirmado en la víspera
al altísimo coste exigido por la defensa de un sistema que no que el congreso sería "un ejemplo de serenidad". Y serenidad
era el suyo sino estación de tránsito en el avance hacia el socia- fue, precisamente, lo que brilló por su ausencia. En su discurso
lismo. Nada valía consolidar la democracia -como antes nada de apertura y defensa de la gestión de la ejecutiva, Felipe Gon-
valía consolidar la República- si con ello no se procedía a la zález rindió un homenaje a Marx, que necesitaba, según dijo,
"ruptura con el capitalismo", a la "ordenación global del siste- el desagravio de todos los que desde la derecha le habían ata-
ma sobre bases totalmente nuevas". La conquista del poder po- cado e injuriado. Pero inmediatame nte pidió a sus compañe-
lítico sólo tenía sentido si servía "para alterar definitivamente la ros que lo rescataran de la ignorancia y de la manipulación de
relación de fuerzas sociales". Los críticos querían conquistar el aquellos que, diciendo seguirlo o servir a sus ideas, no habían
poder político para hacer la revolución social. El problema de hecho más que subir al marxismo a los altares del doctrinaris-
cómo se podía llegar al gobierno por medios constitucionales y, mo dogmático. Para González la tarea fundamental del PSOE
luego, ordenar globalmente el sistema sobre bases totalmente consistía en formular un proyecto de cambio capaz de atraer
nuevas se resolvía recurriendo de nuevo al lenguaje militar y "a mttjeres y a hombres, a jóvenes y a mayores, a trabajadores
definiendo las instituciones representativas, el Parlamento y los manuales o no, a profesionales y pequeños propietarios agrí-
municipios, como "trincheras de la lucha de clases"33 • colas o industriales, a sectores mayoritarios de los pueblos de
Así pues, toda la enjundia de las tesis políticas de los socialis- España" sin incurrir en "dogmatismos ni posiciones quesean-
tas madrileños consistía en afirmar que un partido socialista, clen en el pasado". En verdad, la única muestra negativa de un
cuando gana elecciones de acuerdo con una constitución de- balance de gestión que en su coajunto le parecía altamente
mocrática, lo hace con objeto de "conquistar el poder" en el sen- positivo eran los recientes resultados electorales, en los que
tido clásico que el concepto tiene en el marxismo. No se trataba veía la impotencia del partido para haber integrado en año y
de negar valor a la democracia sino de recordar que su con teni- medio de lucha "a otros sectores de la sociedad en nuestro pro-
do no se agotaba en la Constitución; que existía una tarea situa- yecto político". La tarea futura no consistía por tanto en cerrar
da más allá: transformar la sociedad a partir de la conquista del todavía más al partido reafirmando una identidad rígidamen-
poder. Al declararse marxistas, los críticos pensaban que podían te marxista sino en abrirlo a todas las corrientes progresistas
ser a la vez demócratas -conquistarían el poder por medios con obje to de atraer a esos sectores34 .

532 533
Los SUCJAUSl'AS EN LA POLÍTIC~ ESl'AÑOL~. 1879-1982 SANTOSjlJLIÁ

Lo que siguió fue un verdadero drama. Los delegados qui- los críticos no habían pensado qué salida darían a la situación
sieron alcanzar no ya con la vista sino con las manos los dos la- si González se negaba a ser reelegido secretario general. "Ni
dos de la luna. Aprobaron, con el 68 por 100 de los votos, la por asomo", confesará cándidamente Bustelo, había imaginado
gestión de la ejecutiva y rechazaron con el 61 por 100 la en- "esa incompatibilidad de Felipe González"36 ; y Gómez Llorente,
mienda que esa misma comisión ejecutiva por boca de Joaquín porque pensaba que las "posiciones no eran tan antagónicas'',
Almunia había opuesto a la ponencia política de los críticos: creía posible convencer a González para que encabezara una
querían a González al frente del partido de Bustelo/ Castella- nueva comisión ejecutiva "con una parte sustancial de la ejecu-
no. Lo fantástico fue, con todo, que no sólo lo quería una ma- tiva cesante y siete u ocho hombres nuevos'', o sea, creía que
yoría de los delegados, sino también los críticos que no habían González aceptaría una secretaría general saturada de críticos
previsto ningún "escenario" en el que se produjera la masiva dispuestos a llevar a la práctica una ponencia política contraria
aprobación de su ponencia política y el clamor para que Gon- a sus posiciones. González, claro está, se negó "categóricamen-
z.ález con.tinuara de secretario general. Y así, el congreso reveló te" a aceptar que su nombre figurase en tal ejecutiva37.
como en un fogonazo el carácter puramente ideológico de la Cogidos con el paso cambiado, los críticos trataron enton-
resolución política presentada por Bustelo y aprobada por la ces de formar una candidatura sin González, pero "con sufi-
mayoría de los delegados. Sonaba muy bien, toda ella rezuma- ciente respaldo, capaz de evitar la crisis". Corrió por el congreso
ba fidelidad a los principios y disposición de llevarlos a la prác- la especie, luego desmentida por el interesado, de que esa eje-
tica. Los socialistas, mayoritariamente, se pronunciaban por cutiva estaría presidida por Enrique Tierno, con la secretaría
una estrategia de movilización de masas que por frentes y trin- general ocupada por el mismo Gómez Lloren te. Pero la opera-
cheras avanzaría hasta el socialismo. Muy emocionante. El pro- ción, si realmente existió, abortó en el acto. Después de termi-
blema fue que una vez aprobada la resolución no se encontró nar sus consultas, Tierno habría dicho a quienes le animaban
a nadie que estuviera dispuesto a ponerse a la cabeza no ya de que no podía realizarse el intento porque las bases querían a
las amplias masas populares sino de la más manejable masa de González, porque existían problemas económicos y financie-
delegados. Modestos en sus pretensiones, lo que deseaban los ros que atender, porque la Internacional no admitiría otro se-
críticos era cambiar de dirección, o ampliar su zona de in- cretario general y, en fin, porque así lo querían los poderes fác-
fluencia, manteniendo a González como secretario general ticos, que se habían expresado, al parecer, en el sentido de no
pero rodeándolo por arriba y por abajo de militantes como aceptar ningún otro secretario general que no fuera Felipe
Tierno Galván, Gómez Lloren te yJoan Reventós 35 . González 38 . En resumen, no dieron el paso adelante y, aunque
Pero Felipe González había hecho saber a sus compañeros hurgarán de por vida en aquella indecisión, lo cierto es que no
de ejecutiva que no se presentaría a la reelección si la gestión lo dieron porque no podían darlo, porque lo que habían apro-
de la ejecutiva no era aprobada por la mayoría de los delega- bado era sencillamente irrealizable: o se ganan elecciones o se
dos o si el congreso entraba en una dinámica que condujera a hace la revolución, pero las dos cosas al mismo tiempo y guiados
"la aprobación de resoluciones que tuvieran poco que ver con por la misma persona excede de lo políticamente razonable.
la vida política española o que no se pudieran aplicar". Anun- Felipe González lo entendió desde el primer momento y no
ciada esta decisión en el pleno de delegados, se prodttjo una dio muestra de duda alguna sobre lo que tenía que hacer. Ha-
"auténtica conmoción", con la que, asombrosamente, los críti- bía expresado con claridad sus intenciones y no quedaba más
cos no habían contando . Como si la responsabilidad de llevar a que cumplirlas. En medio de una fuerte expectación y acogido
la práctica la política que habían elaborado no fuera con ellos, entre los clamores de los mismos delegados que horas antes

534 535
Los SOCIALISTAS EN l.A POLÍTICA ESrAÑOl, \, 1879-1982 SANTOSjULIÁ

habían rechazado su enmienda a la ponencia política presen- fueron incapaces de presentar la candidatura de un nuevo se-
tada por Bustelo, González aseguró que había llegado a la políti- cretario general ni de una ejecutiva alternativa. El cetro, como
ca y al partido por "razones fundamentalmente éticas" y quería diría luego Alfonso Guerra, con manifiesto desdén hacia los crí-
que quedara bien claro que "no todos los políticos son iguales ticos, quedó allí encima de la mesa, abandonado, sin que nadie,
y van a lo mismo". Para hacer política "perdiendo fuerza moral por miedo, fuera capaz de recogerlo 40 .
y razones morales, prefer(ía) apagar, apagar" porque él "no es-
taba en la política por la política". Si el partido le había dicho a
la sociedad que era profundamente democrático y que quería UN PARTIDO MADURO
transformarla democráticamente, tenía que contar con lama-
yoría de la sociedad, lo que, como las recientes elecciones ha- "El país no puede esperar a que nosotros maduremos; el
bían probado, no se había conseguido. Era preciso rectificar, país necesita que hagamos esa maduración rápidamente y ¡te-
acomodar la retórica a la práctica y decirle claramente "a la so- nemos que hacerlo!", habría dicho Felipe González·ajavier So-
ciedad que somos demócratas, (que) aceptamos el juego cons- lana en la primera noche del 28 Congreso. Lo que vino des-
titucional. .. que no queremos volver a empezar, a hacer otra pués, el debate sobre el abandono del marxismo y la identidad
Constitución''. En estas condiciones, pero sólo en ellas, el par- del PSOE que llenó aquel verano de aportaciones de diversa
tido tendría de nuevo a Felipe González "total y absolutamente calidad -no todas tan deleznables como una crítica apresura-
a vuestra disposición" 39 . da ha dado ya por sentado-, debe situarse en el marco de esta
Y entonces fue "el delirio, los gritos de Felipe, Felipe, y PSOE, decisión de obligar al PSOE a madurar a marchas forzadas con
PSOE, el mea culpa de muchos delegados, la ansiedad de todos, objeto de no retrasar su llegada al gobierno. Felipe González uti-
las tensas reuniones de la tarde y la solución provisional de la lizó, para explicar lo que pretendía, una metáfora muy elocuen-
Comisión Gestora y el Congreso Extraordinario". Ante la even- te y que refleja bien el humor de la época. Quienes no saben de
tualidad de dirigir una ejecutiva integrada por una mayoría de cosas del campo -dijo a Fernando Claudín- desconocen que
sus opositores y de mantener la ambigüedad entre la ideología y los agricultores, cuando quieren que las brevas maduren en
la práctica, la retórica y la acción, Felipe González presentó la poco tiempo, les aplican un poco de aceite en el culo. Pues,
crisis como un dilema moral, mostró con su decisión que no es- bien, "este partido no tiene más remedio que soportar que le
taba allí para dirigir el partido a cualquier precio ni a encabezar den un poco de aceite en el culo y reducir su proceso de madu-
una candidatura cualquiera: no aceptó el contenido de lapo- ración a unos meses". González mismo estaba dispuesto a ela-
nencia aprobada por la mayoría, ni accedió a formar una ejecu- borar personalmente el aceite y aplicarlo sin tardanza41 .
tiva de integración. Ahora, como en su lucha contra Llopis o en El proceso de conversión ideológica y política que llevó al
su decisión de abandonar la ejecutiva con motivo de su enfren- primer secretario del PSOE de reivindicar las "serias razones"
tamiento conjimeno,jugaba a todo o nada. No se prestó a que para declararse marxista a reconocer que había sido un error
su nombre apareciera en ninguna candidatura propuesta por definirse como tal fue compatible, sin embargo, con la afirma-
los críticos en la que tuviera la permanente necesidad de bregar ción de que él no había "cambiado básicamente" de. posición.
con una fuerte oposición interna que le estuviera recordando a Decir hoy una cosa, mañana la contraria sin cambiar sólo es
cada paso el abandono de unas ideas y la traición a unos princi- posible si por debajo de lo dicho, permanece lo hecho; si, en
pios que consideraba caducos. Los críticos, por su parte, se que- efecto, la ideología política no es más que una parte marginal
daron sin aliento ante los clamores levantados por González y de la práctica. Sólo en ese caso, la misma práctica puede exigir

536 537
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍTICA ESPANOLA, 1879-1982 SANTOS JULIA

el cambio de ideología sin que por eso el responsable de la prác- ción que a ella conduce por etapas, dejó su lugar a una genéri-
tica tenga la sensación de haber cambiado de lugar. En este ca referencia a la "lucha por la libertad, por la igualdad y a tra-
sentido, el político no tiene nada que ver con el intelectual a vés de la solidaridad". Son los ideales de la Revolución Francesa,
quien sólo se puede tomar por lo que dice, por la palabra; al cuya evocación prueba bien que la democracia se comenzaba a
político no se le toma por la palabra sino por el hecho. Y el he- tener como un valor no meramente instrumental respecto a me-
cho era que, hoy como ayer, el PSOE ofrecía "una alternativa de tas posteriores. Los debates de 1979 significan, en efecto, un
cambio'', aunque hoy más que ayer el PSOE debía constituirse punto de ruptura con la tradición socialista: la democracia de-
en "un referente que inspire seguridad a los ciudadanos". El jará de ser en adelante estación de tránsito hacia una meta fi-
PSOE como alternativa de cambio vestía ideología marxista; nal situada en otro tiempo histórico. La dualidad originaria, la
el PSOE como referente de tranquilidad necesitaba despren- más preciada herencia de Pablo Iglesias, que los socialistas cul-
derse lo antes posible de ese ropaje. Cambio y seguridad: tales tivaron en la larga época de la Restauración, cuando llegar al
eran las dos sustancias que Felipe González se proponía mez- Parlamento no era más que una prenda adelantada del mundo
clar a par~tes iguales para obtener el aceite de la madurez 42 . futuro; que resucitaron al sufrir el gran revés de 1933, cuando
La mezcla se realizará por medio de una "síntesis válida, que rechazaron la República porque, al expulsarles del gobierno,
pasa por una amplia base de representación popular". El PSOE, había revelado no ser más que una monarquía disfrazada con
de partido marxista, se convertirá en el partido de las tres sínte- gorro frigio; que alimentó los años de franquismo, cuando la
sis, o más exactamente, de una sola síntesis de tres diversidades: lucha contra la dictadura era simultáneamente rechazo de la
"una síntesis de la diversidad ideológica, sectorial y territorial". sociedad capitalista, llegaba a su fin.
Por la primera de las síntesis deben caber en el PSOE desde El avance de esta perspectiva política determinó una mayor
quienes mantienen un "marxismo riguroso" hasta quienes lle- insistencia en la siempre reivindicada autonomía del proyecto
gan al socialismo por un compromiso de raíz cristiana o senci- socialista y en el rechazo sin tapujos de cualquier política de
llamente por "posiciones antropológicas", entre las que Gonzá- unidad de izquierda. La identidad del PSOE como partido
lez señala a ecologistas, humanistas e incluso krausistas, especie marxista estaba en relación con su reivindicación de la función
que se diría en extinción, si no extinta del todo. Ideológicamen- de eje de las fuerzas progresistas. Eso se había acabado: el par-
te, el PSOE no se definirá, pues, por algo específico si no es por tido, en palabras de González, "no debe definirse por las alian-
este ofrecerse como lugar de encuentro y síntesis de una amplia zas, por una estrategia común con otra u otras fuerzas, sino por
diversidad de ideologías en el que cabe casi todo el mundo. su propio proyecto". La capacidad de atracción del partido so-
Idéntico sentido tienen las síntesis de las otras dos diversidades, cialista, decía González a Claudín con toda franqueza, dismi-
sectorial y territorial, con las que se trata de abrir el PSOE a los nuye si se vincula con compromisos estables con otros partidos,
más amplios sectores posibles de la sociedad española y a sus especialmente con el PCE. Y como Claudín, que antes del con-
distintos territorios. greso había afirmado la necesidad de mantener "un marxismo
Lo que se dice durante este verano es tan importante como crítico y abierto" sin ceder a los deseos de los poderes fácticos
lo que se empieza a callar. González no habla para nada de que de transformar al PSOE en un partido reformista, insistiera en
la lucha de los socialistas guarde alguna relación con una lu- la idea de una "alianza de fuerzas democráticas cuyo eje fuera
cha por el socialismo. La antes siempre obligada referencia a la el PSOE", Felipe González respondió con cierta impaciencia
meta final, a la implantación de una sociedad en la que se ha- calificando esa estrategia como "antifranquista", lo que venía a
bría liquidado la explotación de clase, y al proceso de transi- decir como obsoleta para un tiempo en que el antifranquismo

538 539
Los füCIALISTAS EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA, 1879-1982 S.~NTOSjUUÁ

no estaba ya en la agenda política: ya no había más parcelas de las corrientes de opinión, cambiaba el sistema de representación
libertad que conquistar. Ni el partido ni el país, remachó Gon- a los congresos de manera que en adelante, suprimido el dere-
zález para que a su interloutor no le cupiera duda alguna sobre cho de cada agrupación a enviar sus representantes, serían las fe-
el alcance de lo que quería decir, resisten ningún tipo de deraciones provinciales y regionales las que enviarían una dele-
acuerdo común entre fuerzas políticas de izquierda43 . gación única con un único voto. El sistema indirecto de elección
Lo que estaba en juego con el abandono del marxismo era, y el voto único por delegación dejaba en manos de una minoría,
paradójicamente, la continuidad de la misma política que el fácilmente controlada por los organismos ejecutivos centrales, la
PSOE había desarrollado desde que se descubrió avanzando aprobación de las resoluciones y la elección de la ejecutiva. Apar-
por la parcelas de libertad. Se trataba de preparar al PSOE para te de incrementar el peso de la delegación andaluza, este siste-
que, superando un periodo caracterizado por su fuerte carga ma, al sustraer a los delegados el derecho de voto individual, re-
ideológica, se dispusiera a ocupar en el sistema político una po- forzó el poder de la ejecutiva y las posibilidades de control de los
sición que nadie pudiera percibir como el inicio de un proceso órganos centrales sobre el conjunto del partido. -Al terminar el
que desembocara finalmente en un cambio de sociedad: ya es- congreso, Alfonso Guerra podía presumir de haber representa-
tamos en el periodo de transición al socialismo, decía también do en él "los intereses de la cuarta parte del partido", pues como
González a un Claudín que debió de escuchar atónito la noti- "cabeza de la delegación [de Andalucía] llevaba 22.842 votos, lo
cia. En 1979, esa política exigía una definición del partido muy que implica, naturalmente, una presencia no determinante pero
diferente a la establecida en 1976 y una distinta percepción de sí condicionante''44.
sus objetivos prioritarios y de sus políticas de alianzas. Fue a El control desde la cima así establecido se vio de inmediato
través de este combate aparentemente ideológico como se lle- reforzado por la simultaneidad del crecimiento de afiliados con
gó a la nueva percepción del PSOE como partido del cambio y la ocupación de nuevos espacios de poder. Después de las elec-
de la seguridad; partido de la síntesis ideológica, sectorial y te- ciones municipales de 1979, el partido administraba miles de
rritorial; partido llamado a consolidar la democracia y verte- Ayuntamientos. Había alcaldes socialistas en las principales capi-
brar España; partido que no amenazaba con un cambio de mo- tales y eran socialistas los presidentes de las Diputaciones de mu-
delo de sociedad; partido que se constituía por sí solo, sin chas provincias. Como Felipe González no dejaría de recordar
necesidad de alianzas, sin conjurar los fantasmas del frente po- en el 28 Congreso, en abril de 1979 había más cargos públicos
pular, en alternativa de poder. Todo eso es lo que definía a un ocupados por miembros del PSOE que militantes registrados
partido maduro y todas ésas fueron las razones que impulsa- en diciembre de 1976. Para algunos miles de socialistas, ingre-
ron a Felipe González a suprimir de la identidad socialista la sar en el partido y pasar a desempeñar un cargo público, en su
seña marxista. mayor parte concejales de Ayuntamientos, habían sido opera-
Había otra razón, como se pudo ver en el congreso extraor- ciones casi simultáneas. El mismo proceso de rápido ascenso se
dinario. Al suprimir el núcleo de la anterior identidad socialista había experimentado también en los órganos dirigentes del
y al rechazar una política de unidad de izquierda, Felipe Gonzá- partido: el 58 por 100 de los representantes elegidos para el co-
lez liquidaba toda oposición interna y reafirmaba decisivamen- mité federal de 1979 tenía una antigüedad inferior a cinco años
te su poder personal en el partido. En efecto, mientras se discu- en el partido. Naturalmente, y a pesar de las declamaciones so-
tía sobre la identidad del PSOE como partido marxista, el 28 bre los grandes sacrificios que entraña la dedicación a la activi-
Congreso aprobaba, con una fuerte oposición, una reforma de dad política, miles de socialistas experimentaron con su ingreso
estatutos que además de prohibir las tendencias organizadas y en el partido un proceso de movilidad social y política ascenden-

540 541
Lus SOCJALISf,1!; EN L\ POLÍTICA ESPAÑOL\, 1879-1982 SANTOS jULIÁ

te, pues muchos de ellos procedían de los escalones medios o sus conocidas posiciones estratégicas y tácticas con la preten-
bajos de la clase media, docentes, empleados, profesionales. El sión de hacer compatible la idea de un partido de lucha y mo-
partido se convirtió para ellos en cauce de promoción social, de vilización de masas con la de un partido que amplía su base
mejora de sus ingresos económicos y de acceso a instituciones electoral "sin desnaturalizar" su ideario. Con esa meta, el ma-
de poder. En la terminología de Pannebianco, los arribistas ha- nifiesto proponía una política de alianzas con las "organizacio-
bían desbordado enseguida a los creyentes; los que ingresaron nes que coinciden con nuestros ideales de clase", o sea, sin
por interés superaron rápidamente a quienes habían militado nombrarlo, el partido comunista; y la elección de una ejecutiva
por convicción; los herederos anegaron muy pronto a los funda- que representara proporcionalmente todas las tendencias o co-
dores. rrientes y acabara con "el dirigismo centralista, el amiguismo,
Lo importante para el mantenimiento de un alto nivel de la personalización del poder". Como hacía tres meses, el mani-
centralismo y disciplina no fue, con todo, que ese proceso tu- fiesto ligaba la idea de marxismo a una concepción del parti-
viera lugar, sino que ocurriera antes de que se establecieran re- do, a una política de alianzas y a un cambio en la ejecutiva45 .
des de intereses locales o regionales. Las listas de candidatos a La expectativa del grupo de obtener entre el 40 y el 60 por
puestos públicos no se confeccionaban a partir de estructuras 100 de los votos que le permitirían compartir la comisión eje-
políticas estables en los planos locales o regionales que una di- cutiva se vieron radicalmente defraudadas. Por supuesto, obli-
rección central se viera obligada a aceptar, sino más bien al gados a optar entre Marx y González, los delegados, que lo
contrario. Dada la reciente refundación del PSOE, nadie salvo eran ahora de federaciones y no de agrupaciones, no dudaron
quizá los catalanes, que constituían un partido con historia en inclinarse por González. Aunque reafirmó su "carácter de
propia, estaba en condiciones de discutir a la comisión ejecuti- clase, de masas, democrático y federal", el PSOE dejó de defi-
va la capacidad de decidir sobre candidatos a concejales, alcal- nirse como marxista a propuesta del mismo grupo sevillano
des o diputados al Congreso. Tras absorber a los pequeños gru- que había esgrimido el marxismo como bandera de sus luchas
pos de implantación provincial o regional y disolverlos en una anteriores y que ahora se limitaba a invocarlo como una más
estructura que no dejaba lugar a la persistencia de grupos for- entre otras de las fuentes del socialismo. Pero al ocurrir este
mal o informalmente organizados, el PSOE creció extendien- acontecimiento, los que antes habían defendido la identidad
do su organización a impulsos del centro. De esta forma, y por marxista quedaron excluidos o se excluyeron voluntariamente
vez primera en la historia de los sistemas de partidos en Espa- de la nueva dirección. Al mismo tiempo, los que no se habían
ña, un partido no era en sus organismos centrales el reflejo de definido como marxistas -o los que se olvidaron de haberlo
intereses locales o regionales sino que éstos se jerarquizaban sido algún día- prorrumpieron en gritos de ¡Felipe, Felipe!,
de acuerdo con las decisiones adoptadas desde la comisión eje- aupando con entusiasmo al auténtico vencedor. Para Felipe
cutiva. La disciplina del partido estaba garantizada en la mis- González, tan importante como redefinir lo que el partido era
ma medida en que la ejecutiva central se viera reforzada. y lo que se proponía, fue contar con una comisión ejecutiva
Y ése fue, en definitiva, el resultado más notable del con- homogénea, con secretarios de área que compartían unas po-
greso extraordinario de septiembre de 1979. En la lluvia de ar- siciones típicamente socialdemócratas aunque así no se dijera
tículos y declaraciones que lo precedieron, el grupo encabeza- todavía: Javier Solana, Enrique Múgica, Joaquín Almunia, Ig-
do por Bustelo, Gómez Lloren te y Castellano publicó, avalado nacio Sotelo o José María Maravall -que acababa de definir el
por 112 firmas, un manifiesto que tras reafirmar "el marxismo socialismo como un "reformismo radical" para que no se con-
como ideología básica del pensamiento socialista'', reiteraba fundiera con "una defensa de la socialdemocracia" ya que ha-

542 543
Los SOCIALISTAS EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA, 1879-1982 SANTOS JuuA

bía dos puntos en la socialdemocracia que le parecían "inacep- po sevillano y de la derrota, por la que ellos mismos tanto habían
tables como socialista'', su evolucionismo y su derechismo 46 . laborado, de los madrileños 48 .
Ramón Rubial fue elegido presidente, con la máxima votación Así, al finalizar el congreso, Felipe González, que recupera-
del 87,1 por 100 y su conocido de los años sesenta, José F. de ba la tradicional denominación de secretario general, podía
Carvajal, que había presidido la comisión gestora, obtuvo una mostrar su "dolor personal" porque tan meritorios compañe-
vocalía. Los socialistas procedentes del exilio seguían teniendo ros como los que integraban la candidatura opuesta no le
su parte con Carmen García Bloise y Francisco López Real y se acompañaran en la gestión del partido; su esperanza, porque
hacía también sitio para militantes venidos del PSP, Pedro Bo- el PSOE podría seguir adelante con "un proyecto socialista só-
fill y Donato Fuejo; del PSC, Raimon Obiols; y hasta para anti- lido y coherente"; y su preocupación, porque la democracia
guos cristianodemócratas como Gregario Peces-Barba. Alfon- era débil, no estaba consolidada y los "enquistamientos del
so Guerra reforzaba su posición nombrándose vicesecretario franquismo en todas las instituciones del Estado" eran muy nu-
general y levantando una papeleta que, ella sola, representaba merosos49. Sobre todo, Felipe González podía sentirse satisfe-
a la cuarta parte de los miembros del partido 47 . cho entre las aclamaciones de delegados entusiastas: la sabidu-
Con esa ejecutiva, el congreso extraordinario reforzaba el ría campesina se había mostrado eficaz y el aceite aplicado al
control del grupo sevillano sobre la organización rompiendo a partido había dado el resultado apetecido, el PSOE estaba por
favor de su cúpula bicéfala el equilibrio con los vascos que hizo fin maduro. Todo estaba listo para que un partido que había
posible el Congreso de Suresnes: Nicolás Redondo renunciaba superado su complejo de inferioridad frente a los comunistas,
a su vocalía y abandonaba la ejecutiva del partido para dedicar- solucionado la dispersión y atomización de la familia socialista,
se íntegramente al sindicato. La "coalición dominante" se re- conquistado a más de cinco millones de votantes y establecido
dujo a partir de entonces al binomio dominante, con poder una sólida homogeneidad interna y un liderazgo indiscutido,
para cooptar al resto de los integrantes de la comisión ejecuti- consiguiera también la mayoría absoluta en el Congreso de
va. Por la fuerza de las cosas, el triunfo de los dos dirigentes se- diputados. Para eso sólo faltaba que a la transformación del
villanos debía culminar con la derrota de los veteranos madri- PSOE en lo que González llamaba un referente de tranquili-
leños. La asombrosa capacidad del tándem González-Guerra dad y seguridad para los ciudadanos se añadiese el derrumbe
para fagocitar a todos los grupos que dos o tres años antes se de UCD. Que tal cosa ocurriera no dependía realmente de los
debatían por mantener su propia identidad y les acusaban de socialistas, aunque algo empujarán en esa dirección: después
pretensiones casi imperiales tropezó con la negativa de los lla- de los ataques de Suárez asustando al público y de la llegada de
mados "críticos" a dejarse cooptar para la nueva dirección. Los los socialistas a las primeras posiciones de poder, el consenso
críticos, procedentes en su mayoría del socialismo madrileño carecía de sentido. Había que romperlo y pasar al ataque. Las
de los años sesenta, mantuvieron una candidatura que sabían repercusiones de la quiebra de UCD en el PSOE fueron decisi-
de antemano derrotada, y encabezados por un antiguo compa- vas para confirmarle en su concepción de partido sustituto, en
ñero de fatigas, Justo Martínez Amutio, con Gómez Lloren te sus objetivos de modernización y en su presentación como par-
como candidato a la secretaría general, y, entre otros, Bustelo, tido del cambio en la seguridad. Pero las tuvo sobre todo por-
Del Moral, Abejón, Morán, Castellano y Saavedra para diferen- que Felipe González podría comprobar, desde una posición
tes secretarías o vocalías, sólo consiguieron el 7 por 100 de los inexpugnable, la eficacia del aceite que con tanta diligencia
votos, resultado decepcionante, que mide en su exacta propor- había aplicado a aquella breva inmadura en el verano de 1979.
ción la magnitud de este segundo y definitivo triunfo del gru-

544 545

Das könnte Ihnen auch gefallen