Sie sind auf Seite 1von 2

Cómo el espectador cinematográfico se constituye en espectador sobre la base de las

estrategias activadas por el film y cómo sólo a partir de aquí se puede afrontar
adecuadamente la acción. Con este fin, después de un capítulo introductorio que
tiende a reconstruir la cuestión en su generalidad, se seguirá el hilo de tres grandes
metáforas: la idea de que le haga recorrer un trayecto. Estás imágenes, por otra parte
recurrentes en la teoría y en la crítica cinematográfica, nos ayudarán a explorar
sistemáticamente una serie de hechos absolutamente cruciales, como los que se
recogen bajo el nombre de enunciación, punto de vista, subjetividad, figurativización,
aspectualización, etc., hasta permitirnos poner al desnudo el papel del espectador que
todo texto delinea: papel destinado a unirse, en el acto concreto de la fruición, con un
cuerpo, como perfecto complemento de la figura.

Como flores de Plástico


El problema de la creación digital es la relación desencantada con el referente de su
representación. Más allá de lograr crear una imagen bella ( y de incuestionable
realismo) y provocador de placer visual; cuando se piensa que lo mostrado nunca
existió es innegable la desilusión de la ilusión.

¿Puede una ilusión ser una entidad bella? Si se trata del mundo natural, se dirá
probablemente que no. Lo bello natural debería remitir –según esta creencia–
directamente a la entidad en sí representada. ¿No sería una gran desilusión saber de
antemano que esos flamencos son la nada misma? RK sobre La grande Belleza

Distinto es cuando se anuncia previamente el artificio del relato, es decir la


materialidad digital abiertamente explicitada. La disposición del observador es
entonces enteramente otra cuando lo bello ya no responde al placer suscitado por la
naturaleza, sino por la composición de un artista que pone en juego su imaginación. Un
buen ejemplo de la belleza que surge de una recreación voluntaria de lo real se puede
constatar en Despertando a la vida (2001)

Probablemente la particularidad de lo bello en el cine radique en su potencialidad para


mostrar la belleza invisible, aquella que hoy en el mundo de la selfie donde la
fotogenía ya predispone los cueros y las formas. El cine politiza la fotogenia cada vez
que puede transforma a ese sujeto, objeto o paisaje en algo único e irrepetible, como
si la cámara pudiera singularizar lo irrepetible de esa existencia respecto de la
generalidad.

LA ESTÉTICA DE LA DISPERSIÓN en Con los ojos abiertos

Conexión permanente, dispersión inmanente, he aquí un fórmula para desacelerar el


entusiasmo acrítico frente a la velocidad de las conexiones y la naturalizada lógica de
una conexión ininterrumpida como necesidad vital. Con tal sentencia no se trata, bajo
ningún concepto, de satanizar el prodigio técnico, pero sí de pensarlo para que él no
piense por nosotros.
Decía Robert Bresson, en 1960: “Desgraciadamente nuestra época es un poco una
escuela de desatención”. La primera observación sobre los efectos cognitivos de la
conexión permanente es una incipiente dificultad general y generacional para sostener
la atención en un solo fenómeno perceptivo por un tiempo prolongado. En este
sentido, cualquier película de James Benning constituiría en la actualidad una prueba
de fuego. Véase Casting a Glace (2007): se trata de una película sobre las
transformaciones de un solo paisaje a lo largo del tiempo, visto a través de planos
largos, siempre fijos y generales. La incomodidad epocal frente a un plano sostenido
desprovisto de movimiento y de una saturación de signos pertenece a la lógica misma
de la conexión permanente. Lo mismo se podría decir de otras películas, como Three
Landscapes (2013), de Peter Hutton, una película divida entre tres capítulos cuya
radicalidad es todavía mayor: Hutton mira tres paisajes diferentes a lo largo de un
tiempo, pero como sucede en todas sus películas, el acto de ver está emancipado del
acto de escuchar. Sus películas carecen de sonido, de tal modo que la relación con la
imagen se intensifica y el requerimiento de atención es total. De lo que se trata es de
entender cómo la conexión permanente conlleva una modificación cognitiva y una
modelación de los hábitos perceptivos. La interacción permanente va alterando
paulatinamente la relación que se instituye entre el estímulo y la reacción. Films como
los de Benning y Hutton plantean un desafío poderoso a nuestros hábitos perceptivos.

Con Mary is Happy, Mary is Happy, el director tailandés Nawapol Thamrongrattanarit,


que en cierto momento homenajea a Jean-Luc Godard, hizo un film estructurado por
410 tweets consecutivos publicados por una joven tailandesa. La historia de dos
amigas, Mary y Suri, que todavía van a la escuela secundaria, es un ejemplo perfecto
de cómo las redes sociales configuran la identidad. El relato, en principio en clave
cómica, se circunscribe a la vida adolescente: la amistad y los primeros romances, no
exentos de cierto dramatismo, predominan, pero lo interesante es el lugar que ocupan
las prácticas cotidianas de comunicación virtual en la composición del yo. El tweet
sustituye aquí la escritura del diario íntimo, y lo íntimo deviene público, una evidencia
más entre otras de cómo todo lo íntimo y privado se expande como sustancia
dominante en la esfera pública. Hasta la fecha, Mary is Happy, Mary is Happy es una
de las películas que mejor articula, formal y conceptualmente, la constelación de las
redes sociales en el dominio del lenguaje cinematográfico. Hay otras películas y habrá
otras, pero no serán muchas las que cuestionen a fondo la estética de la dispersión.

Repetición de la fórmula: conexión permanente, dispersión inmanente. A la conexión


total hay que contraponerle una disposición de combate. La dispersión infinita es un
grado cero de la inteligencia. Atender resulta hoy una conducta subversiva

Das könnte Ihnen auch gefallen