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Vicerrectorado
Sucre - Bolivia
2009
Al presentar esta Tesis como uno de los requisitos previos para la obtención del Grado
Académico de Magíster en Derecho Público, de la Universidad Mayor Real y Pontificia de
San Francisco Xavier de Chuquisaca, autorizo al Centro de Estudios de Postgrado e
Investigación o a la Biblioteca de la Universidad para hacer de esta Tesis un documento
disponible para su lectura según las normas de la Universidad.
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agradecimientos: Error!
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resumen viii
Indice V
introducción 1
I. Justificación 2
V. Campo de acción 5
VI. Objetivos: 5
X. Actualidad 6
XI. Novedad 7
XII. Pertinencia social 7
XIV.2 técnicas 10
capitulo I 11
capitulo II 21
2.1. Introducción 21
2.4 convenios y tratados internacionales que contemplan el derecho a la tutela judicial efectiva
32
conclusiones 34
capitulo III 35
3.2.1.3 el derecho a obtener una resolución fundada en derecho que ponga fin al proceso
40
3.2.1.4 el derecho a la efectividad de la tutela judicial (derecho a la ejecución) 42
3.3.4 prohibición del non bis in idem o principio de persecución penal única 58
3.5. La garantía constitucional del debido proceso y la tutela judicial efectiva en el derecho
comparado 68
3.5.1 españa 68
3.5.2 colombia 68
3.5.3 perú 69
3.5.4 ecuador 69
3.5.5 venezuela 70
Capitulo iv 72
Diagnostico 72
4.1 entrevista 72
4.2 encuesta 84
4.4 conclusiones 96
Capitulo v 98
Propuesta de la investigación 98
Bibliografia 108
Anexos 112
Anexo nº 1 112
Anexo nº 2 113
La Tesis que se presenta a consideración del tribunal examinador, formulada como “El Debido
Proceso Como La Tutela Judicial Efectiva En El Proceso Penal Boliviano”, pretende aportar a
la discusión que sobre las garantías constitucionales y su impacto en el proceso penal, se viene
realizando.
Para los propósitos de la reflexión se ha realizado una revisión bibliográfica sobre los
conceptos y alcances del debido proceso y la tutela judicial efectiva, a efectos de establecer
una sólida base conceptual y contextual, de teorías y reflexiones sobre los institutos en
análisis.
Posteriormente se analizan los institutos del debido proceso y tutela judicial efectiva en
el marco de las garantías constitucionales, y en éste punto se revisa de modo particular la
nueva Constitución Política del Estado, como se anunció líneas arriba.
Palabras claves: proceso penal, judicial, constitución política del estado, poder punitivo,
estado de derecho.
Abstract
The thesis that is presented to the examiner tribunal, formulated like “The Right Process as the
Effective Juridical in the Bolivian Penal Process”, pretends to contribute to the discussion about the
constitutional guaranties and its impact in the penal process.
And in the achieved of the expressed objective, it introduce criteria about the guaranties that
the new Constitutional text establish, in the understand that a reflection adequacy to the new
constitutional normative, is necessary and usable, more than anything in the penal field, determinant
place for the citizen freedom.
For the reflection purposes makes a bibliographic revision about the concepts and
approaches of the right process and the effective juridical tutelage, trying to establish a strong
conceptual and contextual base of theories and reflections about institutions in analysis.
Then analyze the institutes of the right process and effective juridical tutelage in the
constitutional guaranties frame, and in that point check in a particular form the new state Politic
Constitution, as was announced before.
The penal process related with the determinate constitutional guaranties, is analyze in other
chapter, and then establish a diagnostic that allow structure an information base of the criminal
proceedings world, also of the right opinion of experts about the topic.
Finally it presents the research’s conclusions and recommendations and also the annexes.
Keywords: penal process, juridical, state politic constitution, criminal proceedings, law’s state.
Introducción
“El derecho penal descansa en el poder punitivo (ius puniendi) del Estado, y éste constituye a la vez
una parte del poder estatal. La creación e imposición de un orden jurídico constituye una de las
tareas elementales del Estado. Sin él sería imposible la convivencia humana”. “La misión del
derecho penal se encuentra estrechamente ligada a la protección de bienes que son indispensables
para la convivencia humana en sociedad y que por eso deben ser protegidos por el orden coactivo
del Estado a través de la pena”. Pero la protección de aquellos bienes jurídicos tiene ciertos límites
que se encuentran marcados por la exigencia de un derecho penal de hecho y por el principio
jurídico de proporcionalidad, es decir, el Estado de derecho.
La ruptura de esos límites impulsado por el objetivo de alcanzar la efectividad a toda costa
del derecho penal frente a cualquier forma de amenaza contra el orden jurídico, implica
paradójicamente la ruptura del Estado de Derecho.
El objetivo esencial del sistema de administración de justicia es resolver los conflictos que,
como consecuencia de la inevitable vida en comunidad, pueden surgir entre los individuos o entre
estos y el Estado, potestad que ha sido tradicionalmente confiada al Poder Judicial. En un Estado de
Derecho, este poder debe ser ejercido de manera imparcial, es decir, sin consideración a cualquier
otro estímulo que no sea el sometimiento exclusivo al imperio de la Ley, de esta exigencia deriva el
postulado del debido proceso.
Por lo expuesto, se considera que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de
carácter materialmente jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas a las
garantías del debido proceso legal y que permita una tutela judicial efectiva.
Justificación
Sin embargo, no basta con la elaboración de normas claras que recojan el rito establecido
para alcanzar un fallo justo, pues se requiere también que estas regulaciones proporcionen la
posibilidad de un proceso digno y humanitario, sobre bases y principios democráticos, pero además
de ello, es preciso que tales normas y formas de proceder se apliquen con el sentido que las
inspiran, para que se pueda arribar en buena rivalidad, a una decisión correcta.
El debido proceso es una noción compleja de la cual pueden visualizarse dos dimensiones:
Una procesal y otra sustancial, sustantiva o material.
La dimensión procesal es aquella que engloba las instituciones jurídicas necesarias para
obtener un proceso formalmente válido, por ejemplo, juez natural, derecho de defensa, cosa
juzgada, derecho a probar y la prohibición de la reforma en peor.
Por otra parte, la dimensión sustancial del debido proceso se vincula directamente con el
principio de razonabilidad y proporcionalidad de los actos de poder, que determinan la prohibición
de cualquier decisión arbitraria, sin importar si ésta fue emitida dentro o fuera de un proceso o
procedimiento formalmente válido.
Situación problémica
La dimensión material del debido proceso y de la tutela judicial efectiva exigen que todos los actos
de poder -normas jurídicas, actos administrativos o resoluciones judiciales- sean justos, es decir,
que sean razonables y respetuosos de los valores superiores, de los derechos fundamentales y de los
demás bienes jurídicos constitucionalmente protegidos, a tal punto que su inobservancia deba ser
sancionada con la inaplicación de aquel acto o con la declaratoria de su invalidez.
De ese modo, un acto será considerado arbitrario, y por tanto lesivo del derecho fundamental
al debido proceso sustantivo, si no se sujeta a parámetros de razonabilidad; es decir, si su fin no es
lícito, en tanto vulnera un derecho o un bien jurídico de mayor jerarquía que el que pretende
protegerse, y los medios para alcanzarlo no son proporcionales, en tanto no respetan los principios
de adecuación, necesidad y proporcionalidad.
Al estudiar el contenido y alcance del derecho al debido proceso y de la tutela judicial en el
ámbito penal en Bolivia, se puede observar que las máximas autoridades jurisdiccionales no han
recorrido las sendas de la noción de ambos institutos y se han conformado con ideas vacuas sin
precisar que se trata de un derecho complejo que encierra dentro de sí, un conjunto de garantías que
se traducen en una diversidad de derechos para el procesado, entre los que figuran, el derecho a
acceder a la justicia, el derecho a ser oído, el derecho a la articulación de un proceso debido,
derecho de acceso a los recursos legalmente establecidos, derecho a un tribunal competente,
independiente e imparcial, derecho a obtener una resolución de fondo fundada en derecho, a un
proceso sin dilaciones indebidas, derecho a la ejecución de las sentencias, entre otros.
Por ello se presentan estos problemas, cuando en rigor de verdad todas las personas tienen el
derecho de acceder al sistema judicial, para que los órganos llamados a resolver su pretensión la
estudien y emitan una resolución motivada conforme a derecho y se garantice una tutela judicial
efectiva.
Objeto de estudio
Campo de acción
Las garantías constitucionales del debido proceso como tutela judicial efectiva contenidas en el
Código de Procedimiento Penal.
Objetivos
Objetivo General
Elaborar un proyecto de ley que permita asegurar la introducción taxativa del debido proceso como
expresión de la tutela judicial efectiva, en el proceso penal boliviano.
Objetivos Específicos
Precisar en la doctrina los elementos y relaciones entre el debido proceso y la tutela judicial
efectiva.
Determinar los elementos del debido proceso y la tutela judicial en el ordenamiento procesal
boliviano.
Idea a defender
El respeto del derecho al debido proceso como un derecho fundamental, que resguarda todas las
garantías constitucionales indispensables que deben existir en todo proceso penal permite lograr una
tutela judicial efectiva.
Aporte teórico
Significación práctica
Actualidad
El derecho al debido proceso y la tutela judicial efectiva, comprenden no sólo la observancia de los
pasos que la ley impone a los procesos judiciales y a los procesos y trámites administrativos, sino
también el respeto a las formalidades propias de cada juicio, que se encuentran contenidas en los
principios que los inspiran, el tipo de intereses en litigio, desarrollado ante una autoridad
competente que actúe con independencia e imparcialidad, y sin tener en cuenta consideraciones
distintas a las previstas en la ley.
El respeto al debido proceso expresa una tutela judicial efectiva, de ahí que el solo acceso a
la administración de justicia no puede entenderse como la realización de la misma, es necesario el
respeto a todos los derechos que comprende el concepto integrador del debido proceso. Aspecto que
se descuida en la actualidad en la práctica diaria de los distintos tribunales penales del país.
Así se puede deducir de procesos penales que se instauran en casos como el del ex prefecto
Leopoldo Fernández, donde se evidencia una franca violación de los derechos contenidos en el
debido proceso, por lo mismo no se puede afirmar la existencia de una tutela judicial efectiva.
Novedad
Pertinencia social
Tipo de investigación
La investigación que proponemos es por el fin que persigue, una investigación básica; por el objeto
de estudio, una investigación jurídico-formal; por el diseño de contrastación, una investigación
descriptiva; y por el material a emplear, una investigación bibliográfica.
Métodos y Técnicas
Métodos Teóricos
Este método permitió la estructuración del Marco teórico y conceptual del presente trabajo, a través
de la investigación, tipificación, identificación, descripción y clasificación de libros y documentos,
con el fin de elaborar repertorios como instrumentos de trabajo intelectual.
2 Método de la Sistematización
3 Método Vivencial
Este método permite el estudio de las distintas tendencias de desarrollo y las generalidades de los
institutos legales en las legislaciones internacionales, particularmente de aquellas utilizadas en la
presente investigación. Permitió fortalecer el Marco Teórico.
Métodos Empíricos
Éste método, se utilizó para la elaboración del Diagnóstico. De forma particular se usó la
Observación participativa, en la que el observador forma parte del grupo observado y participa en él
durante el tiempo que dure la observación.
2 Técnicas
2.1 La entrevista
Permite recoger información mediante una conversación profesional, con la que se adquiere
información acerca de lo que se investiga; los resultados a lograr en la misión dependen en gran
medida del nivel de comunicación entre el investigador y los participantes en la misma.
Se utilizó para obtener información de los profesionales abogados expertos en la temática de la
investigación.
2.2 La encuesta
2.3 El cuestionario
El objetivo de este capítulo es presentar el desarrollo del debido proceso y la tutela judicial efectiva,
teniendo en cuenta que el devenir del tiempo marca el fundamento del reconocimiento de estos
institutos.
El debido proceso está considerado por los estudiosos del Derecho Penal, como el derecho que tiene
toda persona de iniciar o participar en un proceso, con las garantías de derechos fundamentales
previstas por los principios y el derecho procesal penal.
Según Couture, el debido proceso “es la garantía constitucional que asegura a los individuos
la satisfacción de la necesidad de ser escuchados en el proceso en que se juzga su conducta, con
razonables oportunidades para la exposición y prueba de sus derechos”.
La figura del debido proceso, tiene su herencia en el derecho Anglosajón, se expresa como
el derecho “Due Process of Law” (“debido proceso legal") y data de fines del siglo XVIII y
mediados del XIX, cuando fueron incorporados a la Constitución de los EEUU las V y XIV
enmiendas aun cuando algunos la ubican en el capítulo XXXIX de la Carta Magna Inglesa de 1215
y el “Law of the land” (“conjunto de leyes que rigen la sociedad en un momento determinado”)
como respuesta a las detenciones arbitrarias de los Gobernantes y los crímenes que se cometían.
El Debido Proceso y los Derechos Humanos, son prácticamente conceptos que se encuentran
íntimamente ligados. Es el Derecho de toda persona para acceder libre e irrestrictamente a un
proceso judicial rodeado de las garantías mínimas de equidad y justicia que respaldan la legitimidad
de sentencia judicial.
El Debido Proceso legal tuvo una finalidad procesal y limitada a la defensa del desarrollo de
su racionalidad; hoy se tiene presente en toda la horizontalidad del sistema jurídico de toda
sociedad.
Debe entenderse que el principio de legalidad exige que el proceso penal se inicie con el
ejercicio de la acción penal, se desarrolle y termine desenvolviéndose dentro de las normas
previstas en nuestro ordenamiento sustantivo y nuestro ordenamiento adjetivo, lo cual se relaciona
con el debido proceso.
El Debido Proceso está considerado dentro de nuestro ordenamiento adjetivo como el
derecho de toda persona de iniciar o participar dentro de un proceso especialmente teniendo el
derecho de acción, de petición, el derecho de ser oído, derecho de defensa o de contradicción, de
alegar, de probar, de ejercer el derecho de impugnación sin restricción de ninguna clase y dentro de
los principios de igualdad de oportunidad en el Derecho procesal.
En cuanto a la relación jurídica procesal, el proceso nace, en virtud del Derecho de Acción y
Derecho de Petición, que permite al demandante o agraviado por el delito, recurrir al Estado y pedir
tutela jurisdiccional efectiva, para un determinado derecho lesionado por la comisión de un delito, y
a su vez está dirigida en contra del obligado o autor del delito. Con el ejercicio de la acción penal y
la apertura de investigación y el emplazamiento o detención del autor del delito, nace el derecho de
defensa o contradicción quien a su vez, tiene el derecho de pedir al Estado tutela jurisdiccional para
la defensa de sus derechos que están regulados en el derecho sustantivo y procesal penal. De este
derecho de acción y contradicción, se genera, la relación jurídica procesal en este triángulo formado
por el Ministerio Público como titular de la acción penal (denuncia la comisión del delito a solicitud
del agraviado por el delito que pide tutela jurisdiccional), el Juez que actúa en representación del
Estado y el imputado o autor del delito, generando la relación jurídico procesal y una serie de
instituciones procesales que justamente tiene que ver con el nacimiento válido o invalido de la
relación jurídico procesal, su desarrollo y conclusión justa y equitativa.
Cada una de las Instituciones procesales aplicables al caso concreto que es materia de la
investigación penal, genera el debido proceso, que significa una aplicación correcta de la Ley
procesal y sustantiva para cada caso concreto.
El debido proceso no solo está referido a las normas procesales, sino también a las normas
del derecho sustantivo regulados en el Código Penal y las leyes especiales, que deben aplicarse en
la investigación en el juzgamiento o audiencia pública que se lleva acabo ante la autoridad
jurisdiccional para establecer si los hechos denunciados constituyen delito, si existe culpabilidad o
responsabilidad del encausado, en el procesal penal especialmente los medios probatorios, en
cuanto al trámite y aplicación de las normas de carácter sustantivo y procesal, desde los actos de la
denuncia de los hechos que constituyen delito, con el que se inicia el proceso penal, los actos de
instrucción o actividad probatorias, hasta la resolución final que pone fin al proceso o a las
instancias.
La institución del debido proceso fue una conquista de la Revolución Francesa, en contra de los
jueces venales y corruptos que aplicaban no la justicia más estricta, sino la voluntad del rey. En ese
sentido, dentro del moderno Estado de Derecho, se entiende que todas las personas tienen igual
derecho al acceso a la justicia.
Sin embargo, ello no se condice con las condiciones del mundo actual. Es evidente que los
jueces tenderán a juzgar con mayor benevolencia a aquellas personas mejor contactadas
socialmente, porque la promoción en sus cargos hacia judicaturas superiores depende de esos
contactos sociales que puedan conseguir. Por otra parte, no siempre las partes están en equivalencia
de condiciones, debido a que el litigante con mayores recursos tendrá la oportunidad de contratar
mejores abogados, mientras que los litigantes de menores recursos dependerán muchas veces de
defensores de oficio ofrecidos por el Estado.
Por otra parte, el acceso del ciudadano común y corriente a la justicia se ve dificultado por el
hecho de que el quehacer jurídico genera su propia jerga o argot, lleno de términos incomprensibles
para el profano, que por tanto no siempre entiende con claridad qué es lo que sucede dentro del
proceso.
Todas estas situaciones son atentatorias contra el debido proceso, pero hasta la fecha, no se
ha conseguido encontrar una solución satisfactoria que las resuelva por completo.
Se puede entender a la tutela jurisdiccional efectiva como: “el derecho de toda persona a que
se le haga justicia; a que cuando pretenda algo de otra, esta pretensión sea atendida por un órgano
jurisdiccional, a través de un proceso con garantías mínimas”.
Sin embargo, no es suficiente que un derecho esté reconocido expresamente en los textos
constitucionales, pues la verdadera garantía de los derechos de la persona consiste en su protección
procesal, para lo que es preciso distinguir entre los derechos y las garantías de tales derechos, que
no son otras que los medios o mecanismos procesales a través de los cuales es posible su realización
y eficacia.
Es por ello que, muchas veces, se reclaman nuevas formas procesales que aseguren,
fundamentalmente, una tutela jurisdiccional pronta y eficiente; consiguientemente, es deber del
Estado promover la efectividad del derecho a la tutela jurisdiccional.
El derecho a un proceso con todas las garantías mínimas: Que sería, precisamente, el
derecho al debido proceso.
Sentencia de fondo: Los jueces deben dictar, por regla general, una sentencia sobre el fondo del
asunto materia del petitorio para solucionar el conflicto intersubjetivo de intereses o eliminar la
incertidumbre, ambas con relevancia jurídica; empero, en el caso de no poder entrar al fondo,
porque no concurren los presupuestos procesales y las condiciones de la acción, dictarán una
resolución fundada en derecho.
Doble instancia: Es la posibilidad que tienen las partes de impugnar la sentencia que consideren
contraria a derecho, con el propósito de que sea exhaustivamente revisada por el superior
jerárquico y, de ser el caso, se expida una nueva sentencia adecuada.
En este sentido, Jesús González Pérez ha señalado que: “El derecho a la tutela jurisdiccional
despliega sus efectos en tres momentos distintos: primero, en el acceso a la justicia, segundo, una
vez en ella, que sea posible la defensa y poder obtener solución en un plazo razonable, y tercero,
una vez dictada la sentencia, la plena efectividad de sus pronunciamientos. Acceso a la jurisdicción,
proceso debido y eficacia de la sentencia”.
Es decir, para que el Estado pueda castigar penalmente se exige siempre la existencia del
proceso, Pero no de cualquier proceso, sino de uno en el que se respete las garantías
constitucionales, esto es lo que permite calificar a un proceso como justo o debido.
1.2.1.1 La libertad del ciudadano
Si bien se ha conferido al Estado el monopolio del Poder de decidir sobre los conflictos y de
averiguar la verdad real, su ejercicio está rígidamente limitado por principios cuyo objetivo común
es de racionalizar el uso del poder del Estado, evitando la arbitrariedad y procurando la seguridad
jurídica del ciudadano.
Se puede definir a las Garantías Constitucionales, como los mecanismos que la ley pone a
disposición de la persona para que pueda defender sus derechos, reclamar cuando corren peligro de
ser conculcados o indebidamente restringidos; y, por último obtener la reparación cuando son
violados.
Las Garantías Constitucionales, son los procesos de Instituciones cuyo objetivo principal es
proteger los Derechos Constitucionales y velar por el respeto del principio de supremacía de la
Constitución Política.
En Bolivia, las garantías de Orden Procesal, han adquirido la mayor importancia posible
especialmente en el orden Procesal Penal, puesto que no podrá existir condena válida si en el
camino seguido para su imposición el Estado no ha respetado las garantías constitucionales; y, estas
garantías constitucionales deben ser respetadas desde el primer momento en que la persecución
criminal comienza hasta la ejecución completa de la sentencia que se dicte en dicho juicio.
Se debe indicar, que las garantías constitucionales no constituyen un obstáculo para una
correcta aplicación de la ley penal, pues es un remedio para prevenir la arbitrariedad y no como
otras personas piensan que el Sistema Penal será más eficiente, cuanto más duro y represivo sea y
cuantos menos derechos y garantías se reconozcan al acusado.
Varios colegas señalan, que el nuevo Código de Procedimiento Penal estimula la impunidad,
al respecto se debe manifestar que ello no es así, porque la verdad es que todo depende del trabajo
eficiente de la Policía y del Ministerio Público en el primer momento, en la recopilación de los
elementos que permitan incriminar a una persona como autora del hecho delictivo.
Hay que señalar que el Debido Proceso exige una justicia adecuada a la medida de la dignidad
humana, pues se realiza entre seres humanos y no se subordina a nada; de tal modo que si
finalmente se condena a alguien, se condena a una persona entera y no a un “guiñapo” (harfapiento)
humano.
El Proceso Penal hoy en día con el nuevo Código Procesal Penal, permite la protección de
los Derechos Humanos, se garantiza al ciudadano la tutela de sus Derechos fundamentales, para que
el proceso seguido en su contra concluya con el pronunciamiento de una sentencia fundada y en el
fiel cumplimiento de los principios supremos que así lo exige un Estado de Derecho.
El objetivo central y más importante de este nuevo Código es lograr la vigencia efectiva de
estas Garantías Constitucionales de contenido procesal, pues es un reconocimiento a la importancia
de la persona y de sus derechos fundamentales como centro del ordenamiento jurídico y del Estado.
La indicada sentencia confirma el criterio del Alto Tribunal sostenido ya con anterioridad
entre otras en la SC 042/2004-R “toda actividad sancionadora del Estado, sea en el ámbito
jurisdiccional o administrativo, debe ser impuesta previo proceso, en el que se respeten todos los
derechos inherentes a la garantía del debido proceso, entre los cuales se encuentra el derecho a la
defensa, que implica a su vez, entre otros elementos, la notificación legal con el hecho que se le
imputa al afectado, y con todas las actuaciones y resoluciones posteriores, la contradicción y
presentación de pruebas tendentes a desvirtuar la acusación, la asistencia de un defensor, el derecho
pro actione o a la impugnación: asimismo, el derecho a la defensa, se relaciona directamente con los
derechos a la igualdad de las partes ante la ley y ante su juzgador, al juez natural y a la seguridad”.
Además, cabe hacer notar que en la SC 136/2003-R, este Tribunal ha establecido que el
derecho a defensa debe ser interpretado conforme al principio de favorabilidad antes que en forma
restrictiva.
2.1. Introducción
Por ello, uno de los derechos esenciales de los individuos es el derecho a la jurisdicción,
entendido como el derecho de ocurrir ante un órgano judicial en procura de justicia. En orden a
posibilitar el ejercicio efectivo de ese derecho el Estado debe establecer tribunales, asignarles
jurisdicción y competencia y dictar normas de procedimiento.
Asimismo, el derecho a la jurisdicción no se agota con el acceso al órgano judicial, sino que
debe brindar a los administrados una tutela judicial efectiva a sus derechos individuales, en orden a
satisfacer un adecuado servicio de justicia. Para ello, es necesario que se cumpla la garantía del
debido proceso, cuyo problema radica en el respeto del derecho de defensa y que la pretensión se
resuelva mediante una sentencia que debe ser oportuna, fundada y justa.
Conviene destacar que para Pico I Junoy, una cosa son los derechos del hombre y otra cosa
sus garantías, siendo que las garantías constitucionales procesales, son medios procesales a través
de los cuales se hace posible la realización y eficacia de los derechos constitucionales, esto es, que
las garantías hacen posible los derechos constitucionales por lo que el fin de la constitucionalización
de las garantías procesales no es otro que la realización de la justicia, como valor superior del
ordenamiento jurídico.
También resulta pertinente acotar que el derecho a la tutela judicial efectiva se encuentra
consagrado en diversos tratados aprobados y ratificados por el Estado Boliviano, tales como: La
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, La Declaración Universal de
Derechos Humanos, La Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos.
2.2. Concepto de la tutela judicial efectiva
Para el estudio del derecho a la tutela judicial efectiva se debe previamente aclarar lo que se
entiende por tutela judicial efectiva, ya que existen dos corrientes a saber:
Una corriente ha establecido que la tutela judicial efectiva se limita al derecho que tiene toda
persona para acceder a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, e incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con
prontitud la decisión correspondiente.
Por su parte, Pico I Junoy argumenta que el derecho a la tutela judicial efectiva comprende -
palabras del Tribunal Constitucional Español- un contenido complejo que incluye los siguientes
aspectos: el derecho de acceso a los tribunales; el derecho a obtener una sentencia fundada en
derecho congruente; el derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales; y el derecho al
recurso legalmente previsto.
En el mismo orden de ideas, Carroca, expresa que la tutela judicial efectiva garantiza: la
posibilidad de acceder a los órganos jurisdiccionales iniciando un proceso; la obtención de una
sentencia motivada que declare el derecho de cada una de las partes; la posibilidad de las partes de
poder interponer los recursos que la ley provea; y la posibilidad de obtener el cumplimiento efectivo
de la sentencia.
El derecho a la tutela judicial efectiva apunta a garantizar un mecanismo eficaz que permita
a los particulares reestablecer una situación jurídica vulnerada y está integrado por el derecho de
acceso; el derecho a la gratuidad de la justicia; el derecho a una sentencia sin dilaciones indebidas,
oportuna, fundamentada en derecho y congruente; a la tutela cautelar y a la garantía de la ejecución
de la sentencia.
Al comentar el principio del debido proceso señala que es el concepto aglutinador de lo que
se ha llamado el derecho constitucional procesal, que como principio constitucional alude a la suma
de los derechos y garantías procesales consagradas en la Constitución.
En todo caso, este criterio evidencia una clara distinción del derecho constitucional procesal
del debido proceso, y el derecho a la tutela judicial efectiva, hasta el punto de considerar, que dentro
del derecho al debido proceso, se encuentra el derecho a la tutela judicial efectiva.
Puede observarse que, para los autores previamente citados el derecho a la tutela judicial
efectiva se circunscribe únicamente al derecho que tiene toda persona para acceder a los órganos de
administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, e incluso los colectivos o
difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente,
arriba mencionado.
En contraparte, otra corriente considera que la tutela judicial efectiva es la suma de todos los
derechos constitucionales procesales; es decir, que por tutela judicial efectiva se entiende el derecho
de acceso a los órganos de administración de justicia, el derecho a una justicia gratuita, accesible,
imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa, expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos, sin reposiciones inútiles, derecho al debido proceso, derecho
a la defensa, derecho a ser notificados de los cargos que se imputan, derecho a la presunción de
inocencia, derecho de acceso a las pruebas, derecho a ser oído en toda clase de proceso, derecho a
un tribunal competente, derecho a intérprete, derecho a ser juzgado por jueces naturales y derecho a
no confesarse culpable, entre otros.
“Que, de otro lado corresponde señalar que según la norma prevista por el art. 8.1 del Pacto
de San José de Costa Rica, "toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecidas con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o
de cualquier otro carácter", como podrá advertirse la norma transcrita consagra dos derechos
humanos de la persona: 1) el derecho de acceso a la justicia; y 2) el derecho al debido proceso,
entendiéndose por aquélla la potestad, capacidad y facultad que tiene toda persona para acudir ante
la autoridad jurisdiccional competente para demandar que se preserve o restablezca una situación
jurídica perturbada o violada que lesiona o desconoce sus derechos e intereses, a objeto de lograr,
previo proceso, una decisión judicial que modifique dicha situación jurídica. Conocido también en
la legislación comparada como "derecho a la jurisdicción" (art. 24 de la Constitución Española), es
un derecho de prestación que se lo ejerce conforme a los procedimientos jurisdiccionales previstos
por el legislador, en los que se establecen los requisitos, condiciones y consecuencias del acceso a la
justicia; por lo mismo, tiene como contenido esencial el libre acceso al proceso, el derecho de
defensa, el derecho al pronunciamiento judicial sobre el fondo de la pretensión planteada en la
demanda, el derecho a la ejecución de las sentencias y resoluciones ejecutoriadas, el derecho de
acceso a los recursos previstos por ley. Finalmente, este derecho está íntimamente relacionado con
el derecho al debido proceso y la igualdad procesal”.
Puede apreciarse de la sentencia precedente que no basta con el hecho de que el ciudadano
acceda a los tribunales, sino que se requiere la sustanciación de un juicio apegado al debido
proceso, que se dicte una sentencia ajustada a derecho, y finalmente, que sea efectiva; es decir, que
la decisión se pueda ejecutar.
Según Molina considera que la tutela judicial efectiva es una garantía constitucional procesal
que debe estar presente desde el momento en que se accede al aparato jurisdiccional, hasta que se
ejecuta de forma definitiva la sentencia dictada en el caso concreto, es decir, que una vez
garantizado el acceso a la justicia, cada uno de los demás principios y garantías constitucionales que
informan al proceso, tales como el debido proceso, la celeridad, la defensa y la gratuidad deben ser
protegidos en el entendido de que el menoscabo de alguna de esas garantías, estaría al mismo
tiempo vulnerando el principio a la tutela judicial efectiva.
Por lo expuesto, se identifican dos corrientes claramente diferenciadas, la primera que limita
el alcance de la tutela judicial a los siguientes derechos: el derecho de acceso a los órganos de
administración de justicia., el derecho a obtener una sentencia motivada, justa, correcta y
congruente, el derecho a recurrir de la sentencia y el derecho a ejecutar las decisiones judiciales.
Esta corriente no involucra los derechos o garantías constitucionales procesales que se refieren al
debido proceso legal.
Por otra parte, existe una segunda corriente que plantea que la tutela judicial efectiva está
conformada por todos los derechos o garantías constitucionales que integran el debido proceso.
La definición de la tutela judicial efectiva dentro de la cual se enmarca esta investigación presenta
un conjunto de derechos que son los siguientes: derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales,
derecho al debido proceso; decisión ajustada a derecho; derecho a recurrir de la decisión y derecho
a ejecutar la decisión.
Sobre esta manifestación de la garantía de la tutela judicial efectiva, Carroca, manifiesta que
el ordenamiento jurídico debe asegurar a todo sujeto que estime que un interés no le es reconocido o
respetado, pueda acudir a los órganos jurisdiccionales, disponiendo de los cauces procesales
adecuados para ellos, con la finalidad de perseguir a través de la acción jurídica un pronunciamiento
jurisdiccional que declare un derecho en el caso concreto, es decir, pueda procurar obtener una
tutela judicial efectiva.
Para Díaz el derecho al debido proceso supone la sustanciación del juicio con arreglo a las garantías
fundamentales de índole procesal, las cuales fundamentalmente protegen el derecho a la defensa, así
como la certeza y seguridad jurídicas.
Asimismo, Bello y Jiménez, plantean que el Estado debe garantizar el conjunto mínimo de
garantías procesales sin lo cual el proceso judicial no será justo, razonable y confiable, garantías
éstas que permiten la efectividad de la justicia, que aseguran el derecho material de los ciudadanos
frente a los órganos de Administración de Justicia y que le establece limitaciones al poder ejercido
por el Estado por medio de los tribunales para afectar a los ciudadanos.
En este orden de ideas, Escovar, argumenta que el debido proceso es el concepto aglutinador
de lo que ha llamado derecho constitucional, que como principio constitucional alude a la suma de
los derechos y garantías procesales consagrados en la Constitución que le permite al justiciable
obtener una justicia pronta y efectiva.
“Que, al efecto cabe recordar que este Tribunal, en sus diversas Sentencias, ha señalado que
entre los derechos fundamentales y garantías constitucionales consagrados por la Constitución, así
como por la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos, se tiene el debido proceso, el mismo que ha sido entendido como "el
derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo en el que sus derechos se acomoden a lo
establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una
situación similar (..) comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias
procesales, a fin de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto
emanado del Estado que pueda afectar sus derechos" (SC Nº 418/2000-R y Nº 1276/2001-R)”.
La sentencia debe estar motivada y esta motivación se hace a través de las argumentaciones de
hecho y de derecho que expliquen las razones que tuvo el juzgador para acoger o no la pretensión,
en otras palabras, el dispositivo del fallo debe ser el producto de una motivación donde se explique
las razones de la actividad intelectual del juzgador para la construcción de las premisas y la
determinación de la consecuencia jurídica.
Escovar (2001), explica que una decisión cumple con el fundamental requisito de la
motivación, cuando expresa sus razones a través de contenidos argumentativos finamente
explicados, lo que significa, que el juzgador la ha elaborado con objetividad y en condiciones de
imparcialidad, es decir, que como razonado, la motivación permite conocer el criterio que ha
asumido el juez antes de haber tomado la decisión.
Al respecto agrega que la manera de saber si un fallo está motivado, es cuando el material
jurídico suministrado en la sentencia, permite conocer cuál ha sido la aplicación del derecho al caso
concreto, a partir del enunciado contenido en la premisa mayor del silogismo, es decir, habrá
motivación en la medida que sea posible conocer el criterio utilizado por el juzgador para abordar el
fondo del asunto jurídico debatido. De esta manera, se podría señalar que la motivación de la
sentencia son las explicaciones que justifiquen el dispositivo del fallo.
Con relación a la congruencia de la sentencia, éste es uno de los requisitos que debe cumplir
la sentencia y que consiste en la identidad o correspondencia formal que debe existir entre la
decisión y las contrarias pretensiones de las partes, por lo que cuando existe diferencia entre lo
decidido y lo controvertido, se produce el vicio de incongruencia que vicia de nulidad del fallo. El
juez debe resolver sólo lo pedido y todo lo pedido.
Es así como el operador de justicia debe enmarcar su decisión, sobre los hechos que han sido
alegados en la demanda y contradichos en la contestación correspondiente, es decir, que debe
pronunciarse, sólo sobre aquellos hechos que han sido debatidos o controvertidos por las partes en
el proceso, y sobre los cuales ha recaído la actividad probatoria de éstos, pues si se pronuncia sobre
algún hecho no expuesto por las partes en la fase alegatoria del proceso, se configura el vicio de
incongruencia positiva; en tanto que si deja de pronunciarse sobre algún hecho controvertido en la
litis, se produce el vicio de incongruencia negativa.
Como se ha venido señalando, ese conjunto de actos procesales realizados ante el órgano
jurisdiccional, culmina con la decisión que dictará el operador. En esta decisión como es lógico,
habrá un ganador y un perdedor, y precisamente aquel sujeto que resulte perjudicado con el fallo
dictado, no con los motivos de hecho y de derecho que sostienen el dispositivo del mismo, sino con
el propio dispositivo, constitucionalmente tiene el derecho de impugnar la decisión por la vía de los
recursos legales que regula la Ley.
Es así como salvo los casos excepcionales señalados en la Ley, todo sujeto perjudicado con
la decisión judicial tiene el derecho a recurrir de la misma, activándose de esta manera el derecho o
garantía constitucional del doble grado de jurisdicción.
2.3.5 Derecho a ejecutar la decisión
El último de los elementos que constituyen una emanación de la garantía a la tutela judicial
efectiva, es precisamente, el derecho a la efectividad de la decisión judicial, a ejecutar la orden
judicial contenida en el fallo emitido, lo cual se traduce, como expresa Carroca, (citado por Bello y
Jiménez, 2004: 136), que el operador de justicia que por omisión, pasividad o defecto de
entendimiento, se aparta, sin causa justificada de lo previsto en el fallo que debe ejecutarse, o se
abstiene de adoptar las medidas necesarias para su ejecución, cuando le sean legalmente exigibles,
desconoce la garantía a la tutela judicial efectiva a través del régimen de ejecución y efectividad en
el cumplimiento de la decisión judicial.
La sentencia debe ser ejecutada cuando adquiere el carácter de cosa juzgada, la misma que
es definida por Couture (citado por Bello y Jiménez, 2004: 137), como la autoridad y eficacia de
una sentencia judicial cuando no existen contra ella medios de impugnación que permitan
modificarla, definición esta de la cual se infiere, que la cosa juzgada primeramente es una autoridad,
que consiste en la calidad, atributo propio del fallo que emana del órgano jurisdiccional, cuando ha
adquirido el carácter de definitiva; e igualmente es una medida de eficacia, que se traduce en
inimpugnabilidad de la decisión judicial, la cual se produce cuando la ley impide todo ataque
ulterior tendiente a obtener la revisión de la misma materia -nom bis in idem- mediante la
invocación de la propia cosa juzgada; en inmutabilidad o inmodificabilidad, conforme a la cual, en
ningún caso, de oficio o a instancia de parte, otra autoridad puede alterar los términos de la
sentencia pasada en autoridad en cosa juzgada; y coercibilidad, que permite la eventual ejecución
forzada o forzosa de la sentencia.
En síntesis el derecho a la tutela judicial efectiva exige el cabal cumplimiento del mandato
contenido en la sentencia, por lo que la ejecución de la sentencia es uno de los atributos esenciales
del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva.
Desde la perspectiva del derecho internacional el derecho a la tutela judicial efectiva se encuentra
consagrado en diversos tratados aprobados y ratificados por el estado Boliviano. Entre estos
tratados se encuentran los siguientes:
“Toda persona puede concurrir a los tribunales para hacer valer sus derechos. Asimismo,
debe disponer de un procedimiento sencillo y breve por la cual la justicia la ampare contra actos de
la autoridad que viole, en perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente”.
Esta declaración adoptada por la resolución 217A (III) de la Asamblea General de las Naciones
Unidas del 10 de Diciembre de 1948, establece un sistema de derecho y garantías judiciales entre
las que cabe citar:
Artículo 8: Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales
competentes que la ampare contra actos que viole sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución o por la ley.
Artículo 10: Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, o para la determinación de
sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Artículo 8: Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial establecido con
anterioridad por la ley, en la substanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o
para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier
otro carácter.
En el artículo trascrito se hace referencia a las garantías judiciales de las cuales goza toda
persona ante cualquier acusación formulada contra ella; es decir, el derecho al debido proceso.
Artículo 25: Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente convención aun
cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de funciones oficiales.
Se aprecia en el artículo anterior la referencia a la protección judicial por medio del derecho
que tiene toda persona contra actos que violen sus garantías a ejercer un recurso sencillo, rápido y
efectivo ante los tribunales competentes.
Artículo 2: Toda persona cuyos derechos o libertades reconocidos en el presente pacto hayan
sido violados, podrá interponer un recurso efectivo, aun cuando tal violación hubiera sido cometida
por personas que actuaban en ejercicio de sus funciones oficiales.
En la norma transcrita se reitera el derecho que tiene toda persona a recurrir de la sentencia
cuando se violan sus derechos sin menoscabo de que tal violación sea cometida por funcionarios
públicos en ejercicio de sus funciones.
2.5 Conclusiones
La tutela judicial efectiva es un derecho amplio, que garantiza el indiscutido carácter universal de la
justicia y como institución jurídica constitucional engloba una serie de derechos a saber: el acceso a
los órganos de administración de justicia; una decisión ajustada a derecho; el derecho a recurrir de
la decisión; el derecho a ejecutar la decisión y el derecho al debido proceso; por tanto, al verse
vulnerados uno de estos derechos se afecta insoslayablemente la tutela judicial efectiva.
Se debe mencionar que la Nueva Constitución Política del Estado consagra el derecho de la
tutela judicial efectiva como resultado final de la existencia de un proceso judicial, el cual se da sólo
posteriormente a la noción de un debido proceso, toda vez que la afirmación de la efectividad de la
protección jurisdiccional sólo se puede concretar después del desarrollo de un proceso adecuado,
cuyo acto esencial y final pueda producir el vencedor en juicio, eficaces resultados, en el sentido de
que como señala la doctrina la tutela judicial no será efectiva si el órgano jurisdiccional no reúne
ciertas condiciones y antes de dictar una sentencia sigue un proceso investido de los derechos que
hagan posible la defensa de las partes.
De ahí que la tutela judicial efectiva presupone un debido proceso pero sin negar con ello
que ambas se hayan íntimamente relacionadas entre sí, formando parte de un todo.
Capítulo III
El profesor Arsenio Oré, sostiene que "Conviene, antes de proseguir, un deslinde terminológico,
para evitar algunas confusiones e imprecisiones, cuando no contradicciones, que se dan con cierta
frecuencia. En primer lugar derechos son las facultades que asisten al individuo para exigir el
respeto o cumplimiento de todo cuanto se establece y reconoce en su favor en el ordenamiento
jurídico vigente. Las libertades, en segundo término, abarcan un campo más amplio que el de los
derechos, y su esencia es fundamentalmente política.... Las garantías, a su vez, son el amparo que
establece la Constitución y que debe prestar el Estado para el efectivo reconocimiento y respeto de
las libertades y derechos de la persona individual, de los grupos sociales, e incluso del aparato
estatal, para su mejor actuación y desenvolvimiento".
Como afirma Gómez Colomer, "...los derechos fundamentales (que siempre son derechos
humanos también) pueden ser, y de hecho son al mismo tiempo, aunque considerados desde un
punto de vista distinto, libertades públicas, garantías institucionales o principios procesales...". Y,
agrega que "...los derechos fundamentales procesales, entendidos en sentido amplio, incluyen
también a los principios procesales, garantías institucionales y libertades públicas reconocidos por
la Constitución... y que tienen aplicación en el proceso penal..."
De lo expuesto podemos deducir que, sea derecho fundamental procesal, derecho humano,
libertades públicas o garantías institucionales, reconocidas por la Constitución (extensivamente por
los Tratados reconocidos por nuestro País), el proceso penal debe de respetarlos. Y esto por la
sencilla razón, de que el Estado Boliviano al igual que la Sociedad, tienen el deber de promover,
proteger y respetar los derechos fundamentales, a tenor del art. 13 de la Nueva Constitución Política
del Estado y por tanto, el Estado al ejercer su función penal, no puede desconocer tales derechos,
bajo sanción de que el proceso penal sea declarado nulo. Aquí reside la razón por la que se adopta el
término de "garantías constitucionales del proceso penal", para referirse al cúmulo de principios,
derechos y libertades fundamentales reconocidas por la Constitución, y que a su vez, se encuentran
garantizados por ella misma, a través del carácter de norma fundamental, que dota al ordenamiento,
y en especial, a las normas que regulan la función penal del Estado, de unidad y coherencia.
La necesidad de que el Estado Democrático vele por el respeto y protección de los derechos
fundamentales, obliga a que se defina en la Constitución, los límites del ejercicio del poder estatal.
Y como quiera que en el proceso penal, esta necesidad es más imperiosa, la tendencia es a fijar en la
Constitución, las reglas mínimas de un debido proceso penal, o como lo afirma Alberto Binder, un
diseño constitucional del proceso penal.
Conforme ha señalado San Martín Castro “se denomina como garantías genéricas a aquellas normas
generales que guían el desenvolvimiento de la actividad procesal”. Se trata de normas
constitucionales que no van a restringir sus efectos a determinados momentos o actos del proceso
penal, sino que su configuración va a permitir que proyecten su fuerza garantista-vinculante a todos
los momentos por los que pasa el desenvolvimiento del proceso, es decir, desde la fase preliminar o
pre-judicial, pasando por las fases de instrucción y juicio oral, hasta concluir la fase impugnatoria,
con lo que recién se puede decir que el proceso penal ha concluido definitivamente.
Esta garantía se encuentra consagrada en el art. 14 de la nueva Constitución Política del Estado. Se
trata de una institución procesal de reciente data en el derecho comparado. Su origen se encuentra
en el inc. 1 del art. 24 de la Constitución Española de 1978.
Determinar el contenido de la tutela judicial efectiva en forma más o menos precisa es muy
difícil, como se ha expresado en el capítulo anterior, porque son tantos los aspectos que se han
estimado amparados en ella, que bien se podría decir que la cobertura que presta es casi ilimitada;
que su vitalidad es tan extraordinaria que prácticamente todo el esquema de garantías
constitucionales podría construirse sobre ella.
Lo que no se puede cuestionar desde ninguna perspectiva es que los derechos y garantías
derivados del derecho a la tutela judicial efectiva abarcan todas las fases del procedimiento ya que a
la resolución judicial final sólo puede llegarse a través del proceso.
En el proceso penal este derecho se tiene que ver necesariamente desde las posibilidades de acceso
real a la jurisdicción del propio imputado; así como, del actor civil y del tercero civilmente
responsable. Para cada uno de estos sujetos procesales -no importando que se trate de un sujeto
contingente o no necesario- se deben de prever las vías legales para una efectiva garantía de su
derecho de acceso a la jurisdicción.
En este extremo, es necesario precisar que la forma usual de las notificaciones debe ser la
que se realiza personalmente al sujeto interesado. La citación por edictos resulta excepcional y el
último remedio, previo agotamiento de las demás modalidades personales posibles. Como está
previsto en el Código Procesal Penal Boliviano.
Por último, es necesario distinguir debidamente que cuando las notificaciones tienen por
objeto el emplazamiento de una persona para que comparezca en un determinado procedimiento
cumplen la finalidad de permitir el acceso al mismo, afectando directamente el derecho a la tutela,
pero cuando tales notificaciones son de resoluciones que se producen dentro de un procedimiento ya
iniciado, las infracciones que en la práctica de las mismas puedan producirse afectan el derecho a la
tutela, pero no en cuanto derecho de acceso al proceso (en el que ya se está comparecido) sino en
cuanto afectan el derecho a la defensa que pudiera ejercitarse precisamente contra las resoluciones
no notificadas o deficientemente notificadas.
Esta garantía no debe entenderse como un derecho a la pluralidad de instancias, sino que
sólo constituye un derecho a acceder a las instancias -por ende al recurso que la posibilita- ya
legalmente previstas.
Es necesario tener debidamente en cuenta que con el derecho de libre acceso al proceso en
las instancias reconocidas se garantiza a todos los sujetos procesales la posibilidad de hacer uso de
los recursos impugnatorios legalmente previstos, en cuanto la resolución del a quo pueda ser tenida
como nociva para sus intereses; así como, en las mismas condiciones que en el derecho inicial de
acceso a la jurisdicción, la posibilidad de concurrir efectivamente a la nueva instancia, sin importar
que no haya sido el sujeto que haya interpuesto el recurso que le da apertura, pero en tanto conserve
intereses en juego.
El derecho a obtener una resolución fundada en derecho que ponga fin al proceso
Se ha referido este componente del derecho a la tutela judicial efectiva como un derecho a obtener
una resolución final, lo que puede identificarse con la sentencia; se debe advertir que la resolución
final a la que se hace referencia no es, en el proceso penal, necesariamente una sentencia, sino que
puede ser una resolución mediante la cual se declara fundada una excepción de naturaleza de
acción, de prescripción, amnistía, etc.
Se debe entender por motivación el proceso discursivo en virtud del cual se expresa con
suficiencia, claridad y coherencia las razones que se han tenido para tomar una determinada
decisión. "Motivar significa justificar la decisión tomada, proporcionando una argumentación
convincente, e indicando los fundamentos de la operación que el juez efectúa".
Así, respecto del imputado, sólo una resolución condenatoria debidamente motivada
permitirá que el imputado ejerza plenamente su derecho a la defensa, pues únicamente así conocerá
cuáles han sido las razones en las que el juzgador se ha apoyado para emitir su pronunciamiento,
"nadie puede defenderse debidamente de algo que ignora". Esto le posibilitará cuestionar los
fundamentos que no encuentre arreglados al Derecho, mediante la interposición del medio
impugnatorio correspondiente, para que el superior jerárquico controle que la decisión del "a quo"
no haya sido arbitraria.
Lamentablemente, estos aspectos que refiere el derecho español como parte de la garantía
constitucional de la tutela judicial efectiva, no han sido recogidos por la Constitución Política del
Estado abrogada, pero tampoco se encuentran reflejadas en el articulado de la Nueva Constitución
Política del Estado vigente.
De mayor importancia resulta este aspecto del derecho a la tutela judicial para los casos en
que el actor civil ha conseguido que se condene al procesado al pago de una reparación, pues el
derecho que se comenta requerirá que se provea a éste de los medios legales suficientes para
conseguir que se cumpla con el pago ordenado en la sentencia.
3.2.2. El derecho al debido proceso penal
Sin embargo, es necesario precisar sus contornos en cuanto a la funcionalidad que le puede
corresponder en nuestro sistema procesal penal; y, en este sentido, sin dejar de ser una cláusula con
la que se busque que el proceso penal se encuentre informado por los valores de justicia y equidad,
que le dan su ratio; se la debe concebir como aquella garantía general mediante la cual se va a dotar
de rango constitucional a todos aquellas garantías específicas que no han sido reconocidas
expresamente en la Constitución, pero que se encuentran destinadas a asegurar que el proceso penal
boliviano se configure como un proceso justo (conforme con los fines constitucionales). Su utilidad
radicaría en que permitiría situar a las garantías procesales que no aparecen expresamente
reconocidas en la Constitución, es decir, se trataría de una cláusula de carácter residual o
subsidiario. Es en este sentido que se comprenderían en el debido proceso fundamentalmente las
garantías de justicia específicas previstas en la legislación ordinaria y en los Instrumentos
Internacionales de Derecho Humanos.
No resulta por tanto correcto, incluir en el derecho al debido proceso a las cláusulas de
garantía específicas ya contenidas en la Constitución (v.gr. prohibición de ser penado sin un juicio
previo, in dubio pro reo, prohibición de condenar en ausencia, etc.).
Esta garantía comporta la imposibilidad de que una persona sea perseguida dos veces o más en
razón de una misma imputación criminal. En la Constitución Vigente tal precepto se halla recogido
en el artículo 117 parágrafo II, que dice: “Nadie será procesado ni condenado más de una vez por el
mismo hecho. La rehabilitación en sus derechos restringidos será inmediata al cumplimiento de su
condena”.
En segundo lugar, se necesita que se trate del mismo hecho punible (eadem res). Este
requisito no hace referencia alguna a la calificación jurídica que haya tenido la conducta, sino al
hecho fáctico por el cual se ha o se viene procesando. Así, por ejemplo, no importará que el hecho
haya sido calificado en un primer proceso, en el que se absolvió al imputado, como delito de
homicidio y posteriormente se pretenda procesar, nuevamente, por el mismo supuesto fáctico pero
calificándolo jurídicamente como asesinato.
Finalmente, se debe de exigir que se trate del mismo motivo de persecución (eadem causa
petendi). Esto significa que el ne bis in idem sólo funciona en sede penal en los casos en que ambos
procesos tengan por norte la aplicación de una sanción. Así, no funcionaría la garantía que se
comenta en los casos en que el otro proceso careciera de connotaciones sancionadoras, por ejemplo,
se tratara de un proceso civil en el que se pide la reparación del daño causado por el delito.
Conforme ha señalado Iñaki Esparza, para que la actividad jurisdiccional alcance sus objetivos de
justicia es necesario que el proceso se tramite con celeridad. Siendo una garantía aplicable a
cualquier tipo de proceso esta exigencia se acentúa de gran manera en sede penal, en razón del
reconocimiento que tiene la persona de liberarse cuanto antes del estado de sospecha que pesa sobre
sus hombros y de las restricciones de derechos que el proceso criminal indefectiblemente comporta.
No toda dilación o retraso en la tramitación del proceso puede identificarse como una
infracción de la garantía que se comenta, sino que las dilaciones indebidas han sido entendidas
como supuestos extremos de funcionamiento anormal de la administración de justicia, con una
irregularidad irrazonable en la duración mayor de lo previsible o lo tolerable, y además imputable a
la negligencia o inactividad de los órganos encargados de la administración de justicia.
En este marco, la evaluación sobre la existencia de un proceso con dilaciones indebidas debe
realizarse caso por caso, mediante la aplicación a las circunstancias de cada supuesto de un grupo
de factores objetivos y subjetivos que sean congruentes con su enunciado genérico, no se puede
limitar a una simple constatación del incumplimiento de los plazos, pues, incluso, reclama su
funcionalidad para los casos en que no se ha previsto un plazo específico.
Para finalizar, el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas se debe complementar con
un principio de celeridad procesal, en el sentido que, en cuanto a los funcionarios estatales les sea
posible, la resolución del conflicto de carácter criminal se tiene que dar en el menor tiempo posible.
Esto no importará lógicamente una pérdida de garantías.
Por lo fundamental de esta garantía para los sistemas procesales ha sido denominada como el
principio supremo del proceso. Nos encontramos ante la exigencia mediante la cual se garantiza que
el funcionario encargado de la resolución jurídica del conflicto criminal no posea algún interés
particular en el sentido que habrá de tener ésta, más allá de la correcta aplicación de las normas del
Derecho penal.
En verdad, se trata de una de las garantías más importantes de cualquier tipo de proceso,
pues el primero de los requisitos estructurales que ha de cumplir necesariamente cualquier juez o
Tribunal, para poder ser considerado como tal, es el carácter o condición de tercero ajeno al
conflicto que ante él planteen las partes procesales demandando su solución.
En tanto garantía, el derecho a un juez imparcial se debe configurar para funcionar antes de
que se haya producido la parcialización efectiva del juzgador, para actuar frente a los casos en que
existe el peligro que la parcialización se verifique.
Es en este sentido que se debe asegurar el apartamiento del conocimiento del proceso del
juzgador en el que existe sospecha de parcialidad; para lo que el legislador debe proveer y regular
las instituciones jurídicas de la excusa y la recusa.
La excusa se debe configurar para los casos en que el juez se percata que su posición social,
afectiva, profesional o jurídica arroja sospechas respecto de su parcialidad en la resolución del
proceso, o cuando, por cualquier razón fundada, se da cuenta que no podrá ser imparcial.
Por su parte, la recusación se debe configurar como derecho para que la parte solicite al juez
que se aparte del proceso, cuando tema sobre su parcialidad. Sin embargo, para efecto de que las
partes no hagan mal uso de esta posibilidad, esta petición deberá fundarse con medios probatorios
idóneos, no debe bastar la simple alegación de que tal temor existe.
La prohibición de compeler a declarar o a reconocer la culpabilidad
El artículo 121 parágrafos I, de la Nueva Carta Magna determina: “En materia penal, ninguna
persona podrá ser obligada a declarar contra sí misma, ni contra sus parientes consanguíneos hasta
el cuarto grado o sus afines hasta el segundo grado. El derecho de guardar silencio no será
considerado como indicio de culpabilidad.”
Nos encontramos frente a la garantía que tiene la persona para decidir libremente si
declarará o no cuando viene siendo objeto de una persecución penal; así como, respecto de cual
habrá de ser el contenido de su declaración. Los funcionarios encargados de la persecución penal no
están legitimados para compeler al individuo a declarar y, mucho menos, a declarar de una
determinada manera.
Entre las consecuencias más importantes de este derecho se encuentra el hecho de que de
ninguna manera se puede obligar, ni inducir siquiera, al imputado a reconocer su culpabilidad, pero
también se contiene el derecho que se tiene a que de la negativa a declarar, del silencio del
imputado frente a preguntas concretas o, incluso, frente a su mentira no se puedan extraer
conclusiones de culpabilidad.
Finalmente, es necesario dejar sentado que esta prohibición rige solamente cuando se
obligue al imputado a emitir una declaración que exteriorice un contenido, esto es, cuando la
persona participe como sujeto u órgano de prueba, como quien, con su relato, incorpora al
procedimiento un conocimiento cierto o probable sobre un objeto de prueba. No la ampara, en
cambio, cuando ella misma es objeto de prueba, esto es, cuando es objeto investigado, como
cuando, por ejemplo, se extrae una muestra de sangre o de piel, o se lo somete a un reconocimiento
por otra persona, actos que no consisten en proporcionar información por el relato de hechos,
circunstancias o acontecimientos, y para los cuales se sostiene uniformemente en la doctrina que no
es necesario el consentimiento de la persona afectada, que, incluso, ésta puede ser forzada al
examen.
Mediante esta garantía se reconoce el derecho de la persona que viene siendo sujeto de una
persecución criminal de ser considerado y tratado como inocente por el ordenamiento jurídico en su
conjunto hasta que no exista un pronunciamiento judicial firme en el sentido de que el sujeto ha
realizado un comportamiento delictivo.
Ya de inicio se debe advertir que el derecho a la presunción de inocencia no sólo es una
garantía que impone la consideración al imputado como inocente, sino que su efecto más
importante se produce en cuanto exige que la persona que viene afrontando un procedimiento
criminal sea tratada, en los diversos sectores del ordenamiento jurídico y la vida social, como una
persona de la que aún no se ha comprobado responsabilidad penal alguna.
En cuanto a la consideración como inocente, uno de los sectores más importantes en los que
debe actuar esta garantía se encuentra en la información que se debe proporcionar sobre el estado
del imputado en el proceso, tanto por los sujetos procesales, como, especialmente, por los agentes
de los medios de comunicación.
Sabido es que el proceso penal por sí mismo -independientemente de su finalización con una
sentencia condenatoria o absolutoria- comporta un grave perjuicio para el honor del imputado, por
sus efectos estigmatizantes. Pues bien, uno de los factores determinantes para acrecentar este
fenómeno está constituido por los medios de comunicación, en su costumbre por difundir
fotografías y adelantarse a las sentencias con calificaciones de hampones, criminales, ladrones,
violadores, etcétera, seudo informaciones que difunden, muchas veces, sin que en el caso se haya
expedido, siquiera, el auto de apertura de instrucción.
Es necesaria, entonces, la actuación de esta garantía en el contexto del ejercicio del derecho
constitucional a la información, impidiendo que en los medios de comunicación se diga de la
culpabilidad de los procesados más de aquello que se puede justificar según lo actuado en cada
momento procesal de que se trate.
El principio de inocencia exige que la detención tenga una aplicación excepcional, de última
ratio, toda vez que se trata de un medio de coerción procesal de contenido idéntico a la más clásica
de las sanciones criminales, la pena privativa de libertad.
Este derecho se halla consignado en el artículo 115 del nuevo texto constitucional: “El Estado
garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones”. El artículo 119 dice sobre el tema “I. Las partes en conflicto
gozarán de igualdad de oportunidades para ejercer durante el proceso las facultades y los derechos
que les asistan, sea por la vía ordinaria o por la indígena originaria campesina. II. Toda persona
tiene derecho inviolable a la defensa. El Estado proporcionará a las personas denunciadas o
imputadas una defensora o un defensor gratuito, en los casos en que éstas no cuenten con los
recursos económicos necesarios”.
Se entiende por derecho de defensa a la garantía constitucional que le asiste a toda persona
que posea un interés directo en la resolución jurídica del proceso penal para poder comparecer ante
los órganos de persecución pertinentes, a lo largo de todo el proceso, a fin de poder resguardar con
eficacia sus intereses en juego.
En esta perspectiva amplia, todos los sujetos participantes del proceso penal, sean imputados
o no, poseen una garantía constitucional de defensa. Siendo eso sí necesario advertir que el
Ministerio Público no posee un derecho a la defensa, sino un conjunto de facultades o armas para
cumplir con su función persecutoria.
Tenemos así que Gimeno Sendra, por ejemplo, entiende el derecho de defensa como la
garantía fundamental que le asiste a todo imputado y a su abogado defensor a comparecer
inmediatamente en la instrucción y a lo largo de todo el proceso penal a fin de poder contestar con
eficacia la imputación o acusación contra aquél existente, articulando con plena libertad e igualdad
de armas los actos de prueba, de postulación, e impugnación necesarios para hacer prevalecer
dentro del proceso penal el derecho a la libertad que asiste a todo ciudadano que, por no haber sido
condenado, se presume inocente.
Una de las exigencias más saltantes del sentido literal del texto constitucional que consagra el
derecho de la defensa (art. 119 II. Toda persona tiene derecho inviolable a la defensa. El Estado
proporcionará a las personas denunciadas o imputadas una defensora o un defensor gratuito, en los
casos en que éstas no cuenten con los recursos económicos necesarios) se encuentra en el derecho
que tiene el procesado a contar con abogado defensor, un profesional en Derecho que coadyuve a su
defensa. Garantía ésta a la que se conoce como derecho a la defensa técnica.
El imputado puede realizar de muy buena manera su defensa (material), pues es el principal
interesado en impedir que se demuestre su culpabilidad o lograr demostrar su inocencia; sin
embargo, dado que el supuesto de conflicto social que ha dado origen a su llamamiento al proceso
presenta carácter jurídico, es necesario que su defensa se vea complementada por un sujeto al que se
le tiene como conocedor del Derecho; así aquella puede tener mejores perspectivas de éxito.
Lo fundamental de esta variante del derecho de defensa ha llevado a que se requiera -para
salvaguardar su efectividad- que el Estado asuma la obligación de dotar de un defensor de oficio a
los sujetos que no se encuentre en condiciones de asumir el pago del profesional que se habrá de
ocupar de su defensa técnica. Se ha denominado a este supuesto: derecho a contar con un abogado
de oficio.
Las grandes masas de desposeídos que se ven involucrados judicialmente ven cerrado el
círculo cuando se les asigna un abogado defensor de oficio, pues su labor se reduce a un rol
simbólico. Su participación muchas veces se limita a firmar las actas de las diligencias en las que no
participa. No presenta ninguna petición, contradicción o impugnación probatoria.
El derecho de contradicción
Conforme señala Gimeno Sendra este derecho comporta la exigencia de que ambas partes,
acusadora y acusada o imputada, tengan la posibilidad efectiva de comparecer o acceder a la
jurisdicción a fin de hacer valer sus respectivas pretensiones, mediante la introducción de los
hechos que las fundamenten y su correspondiente práctica de la prueba, así como cuando se le
reconoce al acusado su derecho a ser oído con carácter previo a la imposición de una pena.
Se debe aclarar que el efectivo ejercicio del derecho a la contradicción requiere de otro
derecho que funciona como su substrato, el derecho a la igualdad procesal, reconocido en el artículo
119 parágrafo I. del nuevo texto constitucional: “Las partes en conflicto gozarán de igualdad de
oportunidades para ejercer durante el proceso las facultades y los derechos que les asistan, sea por
la vía ordinaria o por la indígena originaria campesina”. El que se debe observar tanto en cuanto a
las posibilidades procesales de alegaciones como en lo que importa a la actividad probatoria y a los
recursos.
Este derecho se vulnera en los casos en que el legislador crea privilegios procesales carentes
de fundamentación constitucional alguna (así, por ejemplo, en el caso que se estableciera una
jurisdicción especial para conocer de casos en razón de las personas) o cuando el legislador, o el
propio órgano jurisdiccional, crean posibilidades procesales que se le niegan a la parte contraria o la
agravan indebidamente con cargas procesales desorbitadas, sin que estas alcancen justificación
objetiva y razonable alguna.
Por otra parte, el desarrollo de esta garantía -al igual que en el caso del genérico derecho de
defensa- va a dar lugar a la consagración de una serie de garantías específicas, que concurren para
que en cada caso exista una verdadera posibilidad de contradicción.
El imputado deberá de hacer valer su derecho de defensa contradiciendo los cargos que se le
formulan, pero para esto es necesario que conozca su contenido, pues no podrá defenderse
debidamente de algo que ignora. El no ser informado de los hechos que se le imputan le convierten
en un ciego tratando de defenderse desventajosamente de la agresión de su rival.
El imputado posee, también, el derecho a usar todos los medios de prueba de descargo que
resulten necesarios para consolidar su defensa. No se le puede negar ni restringir el acceso a los
medios de prueba que le pudieran favorecer; el órgano encargado de la persecución se encuentra
obligado a su admisión y verificación o actuación.
Un efectivo ejercicio del derecho a la contradicción impone que al imputado se le pueda otorgar
el tiempo necesario para preparar su defensa y la posibilidad de hacerlo conjuntamente con su
abogado defensor.
El principio acusatorio
Se trata de una garantía procesal y jurisdiccional, a saber, para que una persona sea condenada
penalmente es necesario que dicha condena sea el resultado de un proceso, y éste con todas las
garantías que legalmente se establecen en la ley, y especialmente la posibilidad de dar el debido
cumplimiento al principio de contradicción o audiencia previa, y por ello, sin que nadie pueda ser
condenado sin ser oído y vencido en el proceso.
Para dar debido cumplimiento a este principio, el legislador boliviano ha previsto un juicio
oral, que viene desde la base constitucional y de proyección internacional, configurado de forma
garantista en el nuevo Código Procesal Penal.
Establece el principio de legalidad judicial, de modo que para que una persona sea juzgada y
condenada se requiere la pre-constitución de los juzgados o tribunales, de manera que se proclama
la exclusividad jurisdiccional en el desempeño del ejercicio del ius puniendi estatal y la necesidad
de la predeterminación legal de los juzgados y tribunales al momento de la comisión de los hechos
que dan lugar a la causa penal.
En el contexto garantista de todo Estado de Derecho uno de los pilares esenciales de mediación de
las garantías se debe ubicar en la regulación que se haga, y posteriormente en la debida aplicación
de la norma, de la configuración de los órganos jurisdiccionales, que tienen atribuida la importante
misión de ofrecer una tutela judicial a quienes la demanden, y en cuya función debe cumplirse unos
principios básicos de actuación. En línea con esta afirmación, la proclamación de no interferencia y
no injerencia en la función jurisdiccional debe venir de la necesaria proclamación de la
imparcialidad y de la independencia.
El que se afirme que el juez debe ser imparcial comporta, por un lado, la general
proclamación de que no se puede ser juez y parte, obvio decirlo, si bien en su sentido más concreto,
que es el que proclaman los textos legales y constitucionales; comporta que su función, su juicio y
su decisión deben dirigirse tan sólo al cumplimiento según derecho de su función, evitándose así
influencias externas que, objetivadas por ley, pudieren crear situaciones favorecedoras de una de las
partes, lo que le sumiría en sospecha de parcialidad. Así las cosas, los legisladores han venido
conformando, o quizás mejor objetivando, determinadas causas que, en sí, podrían despertar esas
sospechas de parcialidad, tal como sucedería, por ejemplo, en el caso de que existiere parentesco del
juez con una de las partes.
La independencia comporta, y así lo expresa la disposición legal, el sometimiento exclusivo
a la Constitución, las Convenciones y Tratados vigentes y a la ley, lo que es tanto como la
afirmación de la no injerencia de los otros poderes en el desempeño de la función judicial, así como
la no sumisión a tribunales superiores, ni por supuesto, la sumisión a entidad alguna. El artículo 3
está por ello, proclamando la necesaria independencia judicial, para posteriormente, en su párrafo 2,
fijar los medios para hacerla eficaz, a saber, la información a la Corte Suprema de Justicia sobre
cuanto pueda afectar a la independencia; y, si la presión viniere de los tribunales superiores, el
informe deberá presentarse al Consejo de la Judicatura o al Congreso Nacional.
3.3.4 Prohibición del non bis in IDEM o principio de persecución penal única
Reconocimiento de los derechos y garantías del imputado, tanto de los que constitucionalmente se
establecen como de los contenidos en los textos internacionales y en el mismo Código Procesal
Penal. Se trata, con ello, de garantizarle, desde el trato debido con el respeto a su dignidad de ser
humano, en cuanto se lleve a cabo cualquier actuación contra una persona penalmente, sea en sede
administrativa -debe entenderse policial o ministerio público- sea judicial, todas las garantías que
desde la Constitución, las Convenciones y Tratados internacionales vigentes y este Código le
reconozcan. Incluso, para evitar las posibles confusiones del momento a partir del cual se entiende o
debe entenderse reconocidas las garantías.
Proclama el artículo 7 del CPP, la excepcionalidad, como nota esencial en la adopción de la tutela
cautelar, así como el carácter restrictivo de cuantas medidas comporten restricción o privación de
derechos o facultades del imputado
3.3.8 Defensa material y defensa técnica
Los artículos 8 y 9 del Código de Procedimiento Penal, se refieren a dos claras manifestaciones,
diversas, de la defensa. Por un lado, en su sentido material la defensa comporta la posibilidad de
intervención activa del sujeto pasivo del proceso, de manera que debe entenderse proclamada la
debida exigencia del principio de contradicción, en cuanto a la posibilidad de ser oído y participar
cuantas veces lo estime oportuno como garantía de la defensa material del imputado; en tal sentido,
el artículo 8 dispone que el imputado tendrá derecho a defenderse por sí mismo, a intervenir en
todos los actos del proceso que incorporen elementos de prueba y a formular peticiones y
observaciones que considere oportunas. Por su parte, el artículo 9 proclama el derecho de defensa
en su sentido técnico, a saber, la asistencia y defensa de un abogado desde el primer acto del
proceso hasta el fin de la ejecución de la sentencia.
La razón de ser de esta garantía no es otra que la igualdad procesal de todos los ciudadanos,
de manera que la ausencia de conocimientos jurídicos no impida el cumplimiento de las garantías
legales y constitucionales previstas. Y para ello, se entiende que la designación técnica del abogado
deberá efectuarse sin dilación ni formalidad alguna, desde el momento de afectación de una persona
a una investigación o a un proceso penal, ya sea por detención, ya por apresamiento o porque
pretenda tomársele declaración como imputado. La no designación libre debe comportar la
designación de oficio de un defensor.
El artículo 10 del Código de Procedimiento Penal, no hace sino recoger lo que venía siendo ya una
proclamación garantista en los textos constitucionales y en las normas internacionales que velan por
el debido respeto de los derechos humanos. Se proclama el derecho a un intérprete, como elemento
en el ejercicio de la defensa.
Este intérprete no sólo está pensado para los supuestos de imputados extranjeros, sino
también cuando por razones étnicas y culturales pudieren imputarse a personas que desconocen o
conocen con dificultad el idioma castellano. Si no se efectuare la elección libremente, bien por no
hacer uso de ese derecho o por carecer de recursos suficientes, se le nombrará de oficio.
Uno de los puntos de debate que en los últimos tiempos se ha planteado en la mayor parte de los
sistemas es el papel que la víctima puede jugar, y de hecho juega, en el proceso penal. En gran
medida no se trata tan sólo de encajar una pieza del rompecabezas que no ha participado en el
juego, sino más bien el reconsiderar la funcionalidad propia del sistema punitivo en su conjunto, así
como de su aplicación a través del proceso penal. Así las cosas, los sistemas más modernos del
proceso penal se dirigen a atribuir un papel, más o menos participativo, a la víctima en el proceso.
El artículo 12 del CPP, proclama el principio de igualdad procesal, para ser plasmado en la realidad
se requiere no tan sólo una declaración programática como la que se efectúa en este precepto, sino
también su desarrollo posterior en cuantas actuaciones, instituciones y cargas vengan a configurarse
en el CPP.
El artículo 13 del CPP, versa sobre la legalidad de la prueba. Lo que se está proclamando es,
además de la legalidad de la prueba, es la licitud de la misma.
Habiendo revisado las garantías constitucionales en materia penal y las contenidas en el Código de
procedimiento Penal, se puede establecer el siguiente cuadro comparativo:
Tabla 1
3.5. La Garantía Constitucional del Debido Proceso y la Tutela Judicial Efectiva en el derecho
Comparado
A continuación se revisan normas de la legislación comparada que versan sobre el debido proceso y
la tutela judicial efectiva:
3.5.1 España
El derecho a un debido proceso es una garantía constitucional consagrada por el art. 24.2 de la
Constitución española, aplicable a todos los órdenes jurisdiccionales, tanto a los ordinarios como a
los militares o a los sancionadores.
Desde el punto de vista orgánico, la principal garantía a la que se refiere es la del juez
ordinario predeterminado por la ley.
Desde el punto de vista procesal, la principal garantía es la del derecho de defensa en sentido
amplio que ha configurado el Tribunal Constitucional, como interdicción de la indefensión. Esta
garantía procesal es el centro de todas las demás.
3.5.2 Colombia
Este derecho se encuentra amparado por la Acción de Tutela mecanismo que lo respalda y
garantiza cuando este se encuentra expuesto o violado.
El debido proceso atañe tanto a las actuaciones judiciales como a las administrativa y es la
oportunidad que le da la Ley al sindicado a controvertir las pruebas aportarlas y lograr que sean
decretadas y practicadas, es el derecho a ser notificados del inicio del juicio que se adelante en su
contra al igual que de las decisiones de fondo que se den dentro del proceso.
3.5.3 Perú
3.5.4 Ecuador
Pero en el área estrictamente judicial, las garantías del debido proceso pueden violarse por
inadecuada administración de justicia o porque teniendo toda la estructura el juez no garantiza la
tutela jurisdiccional por negligencia o corrupción.
Esto no significa que el derecho a la tutela judicial efectiva sea un derecho subordinado a
otros derechos humanos, por el contrario, es un derecho autónomo que se activa con la pretensión
de quien se siente vulnerado en sus derechos -no necesariamente de los calificados como
fundamentales- o intereses, incluso los colectivos o difusos. Respecto de otros derechos humanos, el
derecho a la tutela judicial efectiva es una garantía.
Capitulo IV
Diagnostico
4.1 Entrevista
¿Qué entiende usted por Garantía del Debido Proceso y qué por el Derecho a la Tutela
judicial Efectiva?
“Que las partes en un juicio tengan garantizados sus derechos constitucionales y un juicio justo”
“Conjunto de garantías procesales que tienen por objeto asistir a los individuos durante el
desarrollo del proceso y así protegerlos de los abusos de las autoridades y permitirles la defensa
de sus derechos”
“.. como aquello que permite a las partes involucradas en un proceso a ser juzgados conforme la
normativa legal vigente en un país y en observancia de los procedimientos correspondientes”
“Es el derecho que tiene todo procesado a ser oído y juzgado con las debidas garantías de ley
por un juez o tribunal competente”
“Es la garantía legal consagrada en el Art. 16-IV del texto constitucional que persigue evitar la
imposición de una sanción sin el cumplimiento de un proceso previo en el que se observan los
derechos y garantías consagrados en la CPE y las leyes”
“Proceso Judicial Justo, sin arbitrariedad ni oportunismo, ágil, expedito con regulación previa
de admisibilidad y pertinencia de todos sus actos”
Respuestas sobre la Tutela judicial efectiva:
Que el aparato judicial cumpla con su obligación de administrar justicia pronta en cumplimiento
efectivo de su obligación.”
“Mecanismos de garantía que permite a los individuos defender y hacer respetar sus derechos”
“… como la atención oportuna y efectiva que deben brindar los órganos de administración de
justicia a quienes acuden a ella en busca de la protección de sus derechos”
La facultad de acudir ante un juez imparcial y obtener respuesta a una controversia jurídica que
le atañe a través de una resolución que se haga efectiva y se ejecute conforme a lo resuelto”
“Es el derecho que tiene todo procesado de acudir ante un Juez o tribunal competente, para
hacer valer sus derechos sin dilaciones indebidas”
“Acceso a la justicia”
“Es el derecho que tiene toda persona a la libertad de acceder a la justicia, eliminando
obstáculos que puede impedirlo; así también a obtener una sentencia motivada que pueda
ejecutarse”
Tabla2
Idoneidad Del Sistema Acusatorio Para El Ejercicio De Las Garantías Del Debido Proceso Y La Otorgación De La
Tutela Jurídica
¿Considera que el sistema acusatorio al cual ingresó el país con la implementación del
Código de Procedimiento Penal, es idóneo para el ejercicio de las Garantías del Debido Proceso y la
otorgación de la Tutela judicial Efectiva?
NO No, no se Si, es Si, respeta los No,
encuentra garantista, derechos especialmente
establecido en aunque protege fundamentales para la víctima
el CPP más al
imputado
2 4 7 8 7
7% 14% 25% 29% 25%
Figura 1
Idoneidad Del Sistema Acusatorio Para El Ejercicio De Las Garantías Del Debido Proceso Y La Otorgación De La
Tutela Jurídica
Los datos obtenidos muestran que el 2% considera que el sistema acusatorio al cual ingresó
el país con la implementación del Código de Procedimiento Penal, no es idóneo para el ejercicio de
las Garantías del Debido Proceso y la otorgación de la Tutela judicial Efectiva, a diferencia del 14%
que afirma que estas garantías no están establecidas en el NCPP. Mientras que un 25%, considera
que el código es garantista, permitiendo el ejercicio idóneo pero más en beneficio del imputado.
Otro 29%, afirma que el código respeta los derechos fundamentales. Finalmente un 25%, considera
que el código no respeta las garantías constitucionales especialmente para las víctimas.
Tabla 3
Criterio Sobre El Reconocimiento En Las Leyes Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva
¿Según su criterio la actual Constitución Política del Estado y las leyes establecen
claramente los principios inherentes al Debido Proceso y la Tutela Judicial Efectiva?
Figura 2
Criterio Sobre El Reconocimiento Legal Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva
Los datos obtenidos permiten determinar que un 79% considera que la nueva CPE, establece
de forma clara y expresa los principios inherentes al Debido Proceso y la Tutela Judicial Efectiva.
Un 14% considera que mantiene las normas de la anterior Constitución y un 7%, que el texto
constitucional tiene vacíos, al respecto.
Tabla 4
Criterio Sobre Los Pactos Y Convenios Internacionales
Si ello no es así, cual es el camino legal que queda ¿Será necesario remitirnos a los Pactos y
Convenciones Internacionales respecto a los postulados que guardan relación con el Debido Proceso
legal, la protección de los derechos humanos, la facilidad del acceso a la justicia, la simplicidad de
los trámites, la publicidad y la duración de los procesos, ya que, la justicia que llega tarde no es
justicia?
1 4 23
4% 14% 82%
.
Figura 3
Criterio Sobre Los Pactos Y Convenios Internacionales
Tabla 5
Criterio Sobre La Coordinación Entre El Derecho Internacional Y El Derecho Interno
En el marco del respeto al debido proceso para obtener una tutela judicial efectiva y para una
adecuada protección de los derechos humanos, considera que ¿es necesaria una coordinación entre
el derecho internacional con el derecho interno.
Cuadro Nº 5
Criterio sobre la independencia del poder judicial para generar tutela judicial efectiva
Considera que para obtener una tutela judicial efectiva y hacer realidad los preceptos legales,
constitucionales, ¿es necesario un Poder Judicial independiente?
Sin Independencia
independencia solo sometido a
no existe la ley.
justicia
18 10
65% 35%
Fuente: Entrevista a profesionales abogados de la ciudad de Sucre, gestión 2009.
Figura 5
Criterio Sobre La Independencia Del Poder Judicial Para Generar Tutela Judicial Efectiva
Sobre el tema de la independencia del Poder Judicial, los datos son contundentes, el 65%
considera que no existirá una justicia en los términos que anhela el pueblo, sin un Poder Judicial
independiente. El 35% restante, afirma que la dependencia del Poder Judicial debe ser solo a la ley.
Tabla 6
Criterio Sobre El Respeto Al Debido Proceso Y La Tutela Jurídica Efectiva En Los Tribunales
En la práctica diaria de los tribunales existe un auténtico respeto a las normas relativas al
debido proceso y la tutela judicial efectiva. Si ello no es así, cuál cree la causa de ésta situación.
Figura 6
Criterio Sobre El Respeto Al Debido Proceso Y La Tutela Jurídica Efectiva En Los Tribunales
Sobre el aspecto del auténtico respeto a las normas relativas al debido proceso y la tutela
judicial efectiva, los datos permiten afirmar que el 36% considera que el mismo, no se cumple
debido a la falta de una ética jurídica. Un 25% considera que se cumple a medias debido a causas
como la carga procesal, la falta de logística, etc. Un 25% afirma que tal situación se genera debido a
la falta de claridad de las normas. Finalmente un 14% considera que se respeta las normas del
debido proceso, pero no las de la tutela jurídica efectiva.
Tabla 7
Criterio De Los Contenidos De La Tutela Judicial Efectiva
Garantías Garantías
constitucionales, constitucionales
incluyendo al sin incluir el
debido proceso debido proceso
8 20
29% 71%
Figura 7
Criterio De Los Contenidos De La Tutela Judicial Efectiva
Según su experiencia en estrados judiciales, ¿es necesaria una formulación precisa de los
contenidos y definiciones de la tutela judicial efectiva y el debido proceso en la normativa nacional?
Si No
26 2
93% 7%
Fuente: Entrevista a profesionales abogados de la ciudad de Sucre, gestión 2009.
Figura 8
Criterio Sobre La Necesidad De Mejor Formulación Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva
Figura 9
Descripción Del Proceso Penal En Bolivia
En el marco del debido proceso y la tutela judicial efectiva, los entrevistados consideran que
el proceso penal en Bolivia, se encuentra exento de garantías para el juzgador y la víctima 56%. Un
35% considera que se ha desvirtuado debido a la chicanería producto de los incidentes a nunca
acabar que presenta la defensa del imputado. Un 7% considera que no se respeta el debido proceso.
4.2 Encuesta
Se elaboró un cuestionario que se presentó para su llenado a 90 profesionales, los que componían la
muestra determinada.
Tabla 1
Años Que Lleva En El Ejercicio Libre De La Profesión En La Ciudad De Sucre
De acuerdo a éste indicador se aprecia que el 35% de los encuestados ejerce la profesión por
más de cinco años, mientras que el 28% durante tres años, un 19% por cuatro años, 7% por dos años
y solamente un 11%, por un año
Tabla 2
15 40 35
17% 44% 39%
Fuente: Encuesta a profesionales abogados de la ciudad de Sucre, gestión 2009.
Figura 2
Criterio Sobre El Acceso A La Justicia
El Figura permite observar que el 17%, considera que el acceso a la justicia en Bolivia es
equitativo y efectivo, a diferencia del 44% que cree que el acceso a la justicia es desigual y
discrimandora. Un 39%, considera que éste acceso es democrático, pero es necesario implementar
reformas al respecto.
Tabla 3
Criterio Sobre El Contenido De La Tutela Judicial Efectiva
3. La tutela judicial efectiva consiste en:
32 30 28
35% 34% 31%
Figura 3
Criterio Sobre El Contenido De La Tutela Judicial Efectiva
Los datos obtenidos permiten establecer que el 35% de los encuestados consideran que la
tutela judicial efectiva consiste en el acceso a la justicia, a diferencia del 34% que opina que no solo
es acceso a la justicia sino también el debido proceso. Sin embargo un 31% va más allá, opinando
que la tutela judicial efectiva implica una serie de derechos y principios reconocidos en la
Constitución y las leyes.
Tabla 4
Criterio Sobre La Definición Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva En La Constitución Politica Del Estado
Abrogada
4. ¿La definición de la Garantía del Debido Proceso y el Derecho a la Tutela Judicial Efectiva
estaba delineada con precisión en la Constitución Política del Estado abrogada?
SI NO
25 65
28% 72%
Figura 4
Criterio Sobre La Definición Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva En La Constitución Politica Del Estado
Abrogada
Tabla 5
Criterio Sobre La Definición Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva En La Constitución Política Del Estado
Vigente
5. ¿La definición de la Garantía del Debido Proceso y el Derecho a la Tutela Judicial Efectiva se
encuentran mejor formulados en la Constitución Política del Estado vigente?
SI NO
50 40
56% 44%
Figura 5
Criterio Sobre La Definición Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva En La Constitucion Politica Del Estado
Vigente
Sobre la misma pregunta del punto anterior, pero referida a la Nueva Constitución Política
del Estado, los resultados de la encuesta permiten establecer que el 56% consideran que existe
mayor precisión en la formulación constitucional del debido proceso y la tutela judicial efectiva,
criterio que no es compartido por el 44% restante de los encuestados.
Tabla 6
Criterio Sobre Los Efectos En Las Definiciones Normativas De Los Convenios, Tratados Y Pactos Internacionales
Figura 6
Criterio Sobre Los Efectos En Las Definiciones Normativas De Los Convenios, Tratados Y Pactos Internacionales
Las respuestas de los encuestados expresadas en el Figura, permiten determinar que el 67%
de los mismos consideran que los Convenios, Tratados y Pactos Internacionales pueden ser
utilizados para cubrir las omisiones de la legislación nacional respecto a las definiciones de la tutela
judicial efectiva y el debido proceso, a diferencia del 30% que es de opinión contraria, en el sentido
que estas normas no tienen efecto sobre las definiciones legales en el ordenamiento interno del país.
Tabla 7
Criterio Sobre El Debido Proceso Como Derecho Fundamental En Los Instrumentos Internacionales
7. ¿Cree usted que los instrumentos internacionales consideran a la garantía del Debido Proceso
como un derecho fundamental?
SI NO
75 15
83% 17%
Figura 7
Criterio Sobre El Debido Proceso Como Derecho Fundamental En Los Instrumentos Internacionales
El Figura permite observar que el 83% de los encuestados consideran que los instrumentos
internacionales conceden el carácter de derecho fundamental al debido proceso, a diferencia del
17% restante de los encuestados que es contrario a ésta opinión.
Tabla 8
Criterio Sobre El Debido Proceso
Figura 8
Criterio Sobre El Debido Proceso
Los datos obtenidos permiten afirmar que el 58% de los encuestados consideran que el
debido proceso conforma una serie de derechos y principios tendientes a proteger a la persona
humana frente al silencio o la arbitrariedad. Un 20% considera que solo se trata de la aplicación de
las normas procesales a un determinado proceso. Mientras un 22% considera que el debido proceso
es una garantía presente en el ordenamiento nacional pero de forma difusa.
Tabla 9
Criterio Sobre Los Alcances Del Debido Proceso
9. Según su criterio el Debido Proceso es una garantía exclusiva a favor del:
Figura 9
Criterio Sobre Los Alcances Del Debido Proceso
A partir de los datos obtenidos, se puede afirmar que el 84% de los encuestados consideran
que el debido proceso alcanza a todos los sujetos procesales implicados en un determinado proceso
penal, a diferencia del 3% que solo cree que alcanza al imputado o procesado; un 6% a la víctima y
un 7% al Estado, cuando actúa como accionante en un determinado proceso.
Tabla 10
Criterio Sobre La Reforma Procesal Penal
10. Respecto a la reforma procesal penal, considera que se ha logrado un mayor respeto por los
Derechos Humanos
SI NO
68 22
76% 24%
Figura 10
Criterio Sobre La Reforma Procesal Penal
Los datos expresados en el Figura permiten aseverar que el 76% de los encuestados
consideran que la reforma procesal penal en el país ha permitido un mayor respeto por los derechos
humanos a diferencia del 24% restante que es contrario a ésta opinión.
Tabla 11
Criterio Sobre El Debido Proceso En Materia PENAL
11. Considera que el debido proceso en materia penal:
Esta formulado Se encuentra Da lugar a la
adecuadamente difuso y requiere actuación
permitiendo la interpretación discrecional del
observancia del juez
juez de forma
efectiva.
17 28 45
19% 31% 74%
Fuente: Encuesta a profesionales abogados de la ciudad de Sucre, gestión 2009.
Figura 11
Criterio Sobre El Debido Proceso En Materia Penal
Los datos expresados en el Figura permiten observar que el 19% de los encuestados
consideran que el debido proceso en materia penal está adecuadamente formulado y permite una
actuación judicial eficaz, a diferencia del 31% que opina que el instituto se halla difuso y requiere
interpretación, mientras un 74% considera que la definición legal, su expresión en la norma penal
permite una actuación discrecional de parte del juzgador.
Tabla 12
Sobre La Definición Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva En Materia Penal
12. Respecto a la definición del debido proceso y la tutela judicial efectiva en materia penal:
Figura 12
Sobre La Definición Del Debido Proceso Y La Tutela Judicial Efectiva En Materia Penal
4.4 Conclusiones
Existe la confusión de que ambas figuras fuesen la misma, algunos confunden que la tutela
judicial efectiva es un elemento del debido proceso.
Muy pocas personalidades diferencian lo que es el derecho del debido proceso y lo que es la
garantía de la tutela judicial efectiva.
Que el procedimiento penal otorga los derechos del debido proceso y la tutela judicial
efectiva, porque estamos frente a un procedimiento garantista, aunque con ello se desprotege a la
víctima.
La Introducción del Nuevo Código de Procedimiento Penal significó mayor respeto por los
derechos y garantías constitucionales,
Esta la razón de fondo para que los sujetos procesales no hallen un debido proceso,
expresión de una auténtica tutela judicial efectiva.
Los alcances del debido proceso en materia penal, requieren interpretación por lo que se
genera una práctica disímil en los estrados judiciales.
Una normativa clara sobre el debido proceso permitirá una mejor tutela jurídica generando
el respeto por los derechos fundamentales, fundamentalísimos expresados en la Nueva Constitución
Política del Estado.
Capítulo V
Propuesta de la Investigación
El debido proceso como requisito imprescindible para lograr una tutela efectiva, expresada en las
normas del Código de Procedimiento Penal de forma clara y taxativa, permitirá que el actuar del
juzgador se adecue a sus alcances, por otro lado, que las partes puedan exigir lo establecido en los
preceptos, generándose con ello la posibilidad que el proceso penal se adecue efectivamente al
logro de una tutela judicial efectiva.
Por lo expuesto la legislación boliviana estará al nivel de otras legislaciones que establecen
las normas del debido proceso y la tutela judicial efectiva de forma expresa, posibilitando mayor
seguridad jurídica.
La actual Constitución Política del Estado aprobada recientemente, inclusive va más allá en
cuanto al reconocimiento explícito de los derechos del debido proceso y la tutela judicial efectiva.
Así lo expresan los artículos 14, 113 al 121 del nuevo texto constitucional.
No cabe duda, pues, que el marco internacional y constitucional establecen las normas y
principios básicos que la ley y la autoridad jurisdiccional no pueden dejar de reconocer bajo
ninguna circunstancia. Estas son fundamentalmente las normas sobre las cuales el Poder Judicial de
un Estado de Derecho somete a juzgamiento a las personas implicadas en hechos delictivos.
Más exactamente se requiere que durante la tramitación del proceso el imputado pueda
intervenir efectivamente en él, conocer y refutar la imputación, ofrecer pruebas de descargo,
controlar la producción de estas y las de cargo, y alegar sobre su eficacia probatoria, en plena
igualdad con el acusador, en cualquier fase, pero especialmente en el juicio oral y público; optar por
no hacerlo, sin que esa actitud pasiva pueda ser tomada como una presunción en su contra; que la
sentencia de condena sólo se pueda fundamentar razonadamente en las pruebas aportadas por los
acusadores y recibidas con el control de la defensa, que muestren con evidencia la culpabilidad del
acusado en un hecho tipificado como delito antes de su comisión, que después de finalizado que
sea, por absolución o condena, no pueda provocarse un nuevo proceso por la misma imputación; y,
que el fallo sea recurrible.
Por lo expuesto el ordenamiento jurídico nacional debe establecer normas claras sobre el
debido proceso a efectos de generar para la población una tutela judicial efectiva.
Debe establecerse que los derechos y garantías derivados del derecho a la tutela judicial
efectiva abarcan todas las fases del procedimiento ya que a la resolución judicial final sólo puede
llegarse a través del proceso.
Durante el proceso la tutela judicial efectiva debe verificarse en todos sus momentos,
acceso, debido proceso, sentencia de fondo, doble grado y ejecución de sentencia. En buena cuenta
se trata del derecho al proceso y el derecho en el proceso.
Por todo ello es fundamental la formulación adecuada del debido proceso como forma de
alcanzar la tutela judicial efectiva.
5.2.2 Proyecto de ley
Evo Morales Ayma
Presidente Constitucional De La República
Decreta:
Considerando:
Que entre las garantías procesales se tiene el debido proceso, que comprende numerosas
instituciones.
Que del contenido del Art. 115 del nuevo Texto Constitucional, se extrae la garantía del
debido proceso, como el derecho que tiene todo encausado a ser oído y juzgado con las debidas
garantías, por un juez y tribunal competente, independiente, imparcial, instituido con anterioridad al
hecho y dentro de los márgenes del tiempo establecido por ley.
Que del texto del referido precepto constitucional, en conexión con los Arts. 14, 113 al 121,
se extraen la garantía de la tutela jurisdiccional eficaz, entendida en el sentido mas amplio, como el
derecho que tiene toda persona de acudir ante un juez o tribunal competente e imparcial, para hacer
valer sus derechos o pretensiones, sin dilaciones indebidas.
Que, la sociedad tiene interés en que el proceso sea llevado de la manera más adecuada
posible, asumiendo una actitud vigilante si se quiere, para satisfacer la finalidad misma de la
justicia, tendientes a alcanzar y mantener el orden social, con la garantía del respeto estricto de los
derechos humanos.
Artículo primero.- Insértese a la Ley número 1970 de 25 de marzo de 1999 del Código de
Procedimiento Penal los siguientes artículos:
Artículo 1º.- (Tutela Judicial Efectiva) Por la tutela judicial efectiva toda persona tiene derecho
de acceso a los órganos de administración de justicia penal, para hacer valer sus derechos e
intereses por medio de un debido, oportuno y pronto proceso. Éste se aplicará a todas las
actuaciones judiciales en los procesos penales y comprende todas las garantías constitucionales
descritas en el presente Código.
Artículo 1° bis.- (Debido Proceso) El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales
en los procesos penales y comprenden todas las garantías constitucionales expresadas en el presente
Código.
Artículo segundo.- Modifíquese el número del artículo 1° del actual Código de Procedimiento
Penal, por “artículo 1° ter”, con la misma redacción, quedando de la siguiente manera:
Artículo 1° ter.- (Ninguna condena sin juicio previo y proceso legal) Nadie será condenado a
sanción alguna si no es por sentencia ejecutoriada, dictada luego de haber sido oído previamente en
juicio oral y público, celebrado conforme a la Constitución, las Convenciones y Tratados
internacionales vigentes y este Código.
Artículo 12º bis.- (Garantías de las partes) Toda persona que participa en un proceso penal debe
ser protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e
intereses legítimos.
Es dada en la Sala de Sesiones del Honorable Congreso Nacional, a los veintidós días del mes de
mayo del año dos mil nueve.
Conclusiones y recomendaciones
6.1 Conclusiones
El debido proceso se presenta como una noción compleja de la que podemos visualizar dos
dimensiones: Una procesal y otra sustancial, sustantiva o material.
La dimensión procesal es aquella que engloba las instituciones jurídicas necesarias para obtener
un proceso formalmente válido, por ejemplo, juez natural, derecho de defensa, cosa juzgada,
derecho a probar, la prohibición de la reforma en peor, etcétera.
El derecho al debido proceso comprende no sólo la observancia de los pasos que la ley
impone a los procesos judiciales y a los procesos y trámites administrativos, sino también el respeto
a las formalidades propias de cada juicio, que se encuentran contenidas en los principios que los
inspiran, el tipo de intereses en litigio, y las calidades de los jueces y funcionarios encargados de
resolver.
El debido proceso, también rodea todos los derechos fundamentales de carácter procesal
tendientes a proteger a la persona humana frente al silencio, el error o a la arbitrariedad, no solo de
los aplicadores del derecho, sino también del propio legislador.
La Tutela Judicial Efectiva de los derechos ciudadanos, es una garantía de protección de las
libertades ante las eventuales actuaciones arbitrarias de los Órganos del Estado.
6.2 Recomendaciones
A partir de la convicción de que, en el contenido y alcance del derecho al debido proceso aún no se
ha recorrido las sendas de la verdadera noción del debido proceso sustantivo, se debe precisar que
se trata de un derecho complejo que encierra dentro de sí, un conjunto de garantías que se traducen
en una diversidad de derechos para el procesado que son: El derecho a acceder a la justicia, el
derecho a ser oído, el derecho a la articulación de un proceso debido, derecho de acceso a los
recursos legalmente establecidos, derecho a un tribunal competente, independiente e imparcial,
derecho a obtener una resolución de fondo fundada en derecho, derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas y derecho a la ejecución de la sentencia; debemos llegar a cubrir la sentida necesidad del
debido proceso, como tutela judicial efectiva.
Todos los administradores de justicia deben tomar en cuenta la noción del debido proceso
sustantivo y procesal, a objeto de expresar cabalmente éste derecho en las resoluciones que emitan.
El derecho a la tutela judicial efectiva debe tomarse como la gran seguridad jurídica a reclamar a los
órganos judiciales, la apertura de un proceso para obtener una resolución motivada y argumentada
sobre una petición amparada por Ley.
La tutela judicial efectiva debe estar vinculada al principio de legalidad del Estado de
derecho, que se caracteriza por el sometimiento de todos, gobernantes y gobernados, sin
excepciones a la ley, de manera que nada ni nadie pueda estar por encima de ella.
Referencias
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1992.
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Argentina: ASTREA, Traducción de la Séptima edición alemana, 1995,
MIXAN MASS, Florencio. Derecho procesal penal. Tomo 1. Trujillo – Perú: MARSOL, Segunda
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ORE GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Segunda Edición. Edit. Alternativas.
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Parte General. Ateneo de Estudios del Proceso Civil. Buenos Aires. Rubinzal – Culzoni Editores.
VELEZ MARICONDE, Alfredo. Derecho procesal penal. Tomo II. Córdoba – Argentina: Marcos
Lerner, Reimpresión de la Tercera edición, 1982
VIVES ANTON, Tomás Salvador. II La reforma del proceso penal. Comentarios a la Ley de
Medidas Urgentes de Reforma Procesal. Valencia – España: Tirant lo blanch, 1992.
Anexos
Anexo 1
1. ¿Qué entiende usted por Garantía del Debido Proceso y qué por el Derecho a la Tutela judicial
Efectiva?
2. ¿Considera que el sistema acusatorio al cual ingresó el país con la implementación del Código de
Procedimiento Penal, es idóneo para el ejercicio de las Garantías del Debido Proceso y la
otorgación de la Tutela judicial Efectiva?
3. ¿Según su criterio la actual Constitución Política del Estado y las leyes establecen claramente los
principios inherentes al Debido Proceso y la Tutela Judicial Efectiva?
4. Si ello no es así, cual es el camino legal que queda ¿Será necesario remitirnos a los Pactos y
Convenciones Internacionales respecto a los postulados que guardan relación con el Debido Proceso
legal, la protección de los derechos humanos, la facilidad del acceso a la justicia, la simplicidad de
los trámites, la publicidad y la duración de los procesos, ya que, la justicia que llega tarde no es
justicia?
5. En el marco del respeto al debido proceso para obtener una tutela judicial efectiva y para una
adecuada protección de los derechos humanos, considera que ¿es necesaria una coordinación entre
el derecho internacional con el derecho interno?
6. Considera que para obtener una tutela judicial efectiva y hacer realidad los preceptos legales,
constitucionales, ¿es necesario un Poder Judicial independiente?
7. En la práctica diaria de los tribunales existe un autentico respeto a las normas relativas al debido
proceso y la tutela judicial efectiva. Si ello no es así, cual cree la causa de ésta situación.
9. Según su experiencia en estrados judiciales, ¿es necesaria una formulación precisa de los
contenidos y definiciones de la tutela judicial efectiva y el debido proceso en la normativa nacional?
4. ¿La definición de la Garantía del Debido Proceso y el Derecho a la Tutela Judicial Efectiva
estaba delineada con precisión en la Constitución Política del Estado abrogada?
a) Si
b) No
5. ¿La definición de la Garantía del Debido Proceso y el Derecho a la Tutela Judicial Efectiva se
encuentran mejor formulados en la Constitución Política del Estado vigente?
a) Si
b) No
7. ¿Cree usted que los instrumentos internacionales consideran a la garantía del Debido Proceso
como un derecho fundamental?
a) Si
b) No
12. Respecto a la definición del debido proceso y la tutela judicial efectiva en materia penal:
a) Se debe realizar reformas para definir adecuadamente su formulación.
b) No es necesaria reforma alguna