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Tecnología nociva

Martes, 15 de enero de 2019

Para comenzar el año y buscando nuevos propósitos, me gustaría mostrar el “lado


oscuro” de la tecnología, algo que a priori la mayoría consideramos sinónimo de
desarrollo, avance, mejor futuro… Y sin duda, bien utilizada, se le deberían aplicar éstos
y muchos otros calificativos positivos. Sin embargo, como en muchos ámbitos de la vida,
ese propósito primigenio se puede tergiversar y llegar a un punto donde “reste más que
sume”.

Hay que partir de una premisa: la tecnología, en genérico, está al servicio de las
personas. Si esta consideración se tiene en cuenta en todo desarrollo tecnológico, vamos
por buen camino y ayudarán a nuestro desarrollo intelectual y personal. El problema es
que esto no siempre ocurre y muchos avances tecnológicos convierten al ser humano en
un ser contemplativo, ensimismado, ajeno a la realidad en la que vive, inútil, con
dificultades de comunicarse e interactuar, mecánico, simplón…. Voy a intentar mostrar
con ejemplos este aspecto nocivo de las nuevas tecnologías:

Contemplativo: estoy seguro que todos estáis al corriente de las maravillas presentadas
en el CES de Las Vegas la semana pasada. Ahora resulta que lo mejor que nos puede
suceder cuando vamos en un coche es…, no tener que hacer nada. Nos metemos en el
habitáculo y se acabó toda la actividad y el disfrute de manejar. Es un desfile de
prototipos espaciales que se llaman coches, pero se podrían llamar de cualquier otra
manera. Eso sí, como el humanoide quiera interactuar con “la nave”, se puede bloquear
y se nos acabó el paseo

Ensimismado; se han creado tantas plataformas cuyo fin en muchos casos es mostrase
a uno mismo en diferentes lugares, situaciones, momentos…, que sólo nos interesa el
“yo, mí, me, conmigo” y que me lo valoren, a ser posible con el pulgar hacia arriba o con
un corazón. Dar envidia sin importarnos cómo se puede sentir el de enfrente ante nuestra
publicación o incluso si estamos siendo honestos. ¿Será cierto todo eso tan bueno que
nos muestra “fulanito”? Ese ensimismamiento muchas veces hace que vivamos sin
hablarnos, juntarnos, compartiendo. Esta es la verdadera realidad.

Inútil: si hay un dispositivo que hasta lo más básico me lo soluciona; ¿para qué voy a
usar la memoria para recordar un número de teléfono o dirección de un restaurante?,
¿para qué voy a hacer cálculo mental complejo de dividir la suma de una cena entre los
10 comensales que la disfrutaron?, si toda la comunicación es cada vez más telegráfica,
¿para qué voy a aprender a redactar y a tener un vocabulario amplio?; para qué…, para
qué…. Ese es el problema, no se da importancia a desarrollar lo básico y nos convertimos
en zotes.

Dificultades de comunicarse e interactuar; el ser humano es por naturaleza un ser


asociativo y comunicativo. Necesita el contacto “físico y presencial” ¿No pensáis que
tanta tecnología y tanto dispositivo está castrando a marchas aceleradas la capacidad
de comunicación real entre las personas? ¿Cuántas veces hemos visto la escena de
cuatro adolescentes entorno a una mesa y los cuatro conectados a sus celulares sin
intercambiarse palabra durante muchos minutos? Grave….

Mecánico; en muchos casos la tecnología no nos deja improvisar, cambiar el paso.


Estamos sujetos a una rigidez que nos impide ser “seres vivos”, influenciables, con
sentimientos, volubles y adaptables. Nos obliga a robotizarnos para sentirnos más
cómodos cuando interactuemos con esos robots que van plagando nuestras vidas. Es
justo lo contrario. El robot tiene que adaptarse a la grandeza y la pluralidad y diversidad
de las personas. No al revés

Simplón; tecnología de titulares. No hay tiempo para profundizar. Se necesita saber o,


mejor dicho, estar informado de muchas cosas para no quedarnos “fuera de juego”, pero
no nos dan tiempo para pensar, reflexionar, entender y discutir sobre algo. Inmediatez
y…, a por lo siguiente. Esto tampoco fomenta en absoluto la capacidad crítica y sabiduría.
Estas mentes son las llamadas a transformar para bien el mundo.

Sé que todo esto puede sonar exagerado o extremista, pero la tecnología nociva nos
hace más vulnerables a ser manipulados, ya que no ayuda a construir personalidades
sólidas y formadas, sino más bien “difusas” y “asociales”.

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