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LA DIETA (ejercicio 22).

La dieta es dura, pero July está decidida a adelgazar. Por eso guarda con ilusión un hermoso
vestido que compró para usarlo cuando, por fin, la ropa le pueda entrar. Mientras tanto, el
crudo espejo, insensible al sacrificio que ella hace, insiste en devolverle cada mañana la
misma imagen rolliza que July desea abandonar. Con ansiedad, cada vez que entra al baño,
escudriña en su reflejo buscando la más mínima señal de avance. Resuelta, decretó fijar un
punto donde pararse frente a este inspector infalible, demarcando con cinta adhesiva el ancho
de su torso sobre la superficie del vidrio reflectante, de manera que calzando visualmente su
figura con la horma en el espejo pudiera notar cualquier variación, por leve que parezca.
Metódicamente, ha ido observando paso a paso la reducción de su figura marcándola con una
nueva cinta que, como una cerca o valla que se encoge, ha ido reemplazando a la anterior. Al
principio, la variación parecía imperceptible; después el cambio fue cada vez más notorio,
primero de quincena en quincena, luego de semana en semana, hasta que -por ansiedad o
impaciencia- ahora detecta día a día hasta el más insignificante desplazamiento. Incluso ha
comenzado a preguntarse si ella misma no es sino una copia de sí misma. A tanto llegó su
obsesión que hace poco, mientras sacaba fotocopias en el local donde trabaja, comenzó a
notar que ninguna réplica era igual a otra. Nada permanece idéntico a sí mismo. Más aun, no
hace mucho llegó a sus manos un libro, el que una vez fotocopiado y antes de entregarlo de
vuelta, regresó por otro medio como ejemplar alterno del mismo texto, esta vez traído por
otro cliente. Al comparar los dos libros comprobó, con gran sorpresa, que no eran
exactamente iguales, por más que a primera vista parecieran idénticos. Había pequeñas
manchas o corrimientos en la impresión, leves desplazamientos en la diagramación e incluso
pequeñas trazas en el papel, que los hacía diferentes. ¿Cómo podía ser que hubiera dos
originales idénticos que, observados detenidamente, no lo eran? Además, si hubiese habido
dos originales idénticos, ¿cuál de ellos sería el primordial? Su cabeza estuvo a punto de
estallar. Nunca, en todos estos años trabajando ahí, le había pasado algo similar. Era algo
demoníaco, excepto que el infierno mismo fuera, después de todo, una morbosa copia
enferma, siamesa y amarrada a la eternidad del tiempo o bien que lo más sano fuera la
fugacidad donde todo va cambiando y ella misma adelgaza tan rápido como antes engordó.
Entonces, ¿era el espejo tan fiel a lo que reflejaba? ¿Y si todo era copia y hasta su propia cara
era, en realidad, la copia de un "Ella" anterior, ahora ajena y abandonada como el cuero de
una pitón gorda y mortal, expulsada del paraíso original?

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