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Separación[editar]
De acuerdo con este principio introducido por Lancaster, el consumidor subdivide sus
elecciones y necesidades en diversas categorías, débilmente relacionadas unas con otras.
Eso implica que los cambios en los índices de precios de un tipo de productos asociados a
determinadas necesidades, no afecta prácticamente a las cantidades consumidas de otras
categorías, ya que las categorías son básicamente independientes. Así difícilmente una
cantidad insuficiente de alimento puede ser compensada por una mayor cantidad de oferta
cultural, dado que probablemente el alimento y el deseo de ocio pertenecen a categorías
diferentes de deseos y necesidades.
Este principio postkeynesiano contrasta con las hipótesis típicas de la teoría neoclásica donde
cualquier disminuición en la cantidad proveída para una necesidad puede ser compensada por
una cantidad superior de otro producto.
Subordinación[editar]
Artículo principal: Pirámide de Maslow
Las necesidades son a menudo jerarquizadas, subordinadas unas a otras. Este principio se
asocia a menudo a la pirámide de necesidades de Abraham Maslow. Según el principio de
subordinación la distribución del presupuesto no consiste en maximizar una utilidad entre
bienes disponibles, sino que los bienes situados en un nivel jerárquico no son consumidos a
menos que estén mínimamente satisfechas las necesidades de bienes de los niveles
jerárquicos inferiores. Esto puede implicar en algunos casos que orden de preferencias de
combinaciones de bienes siga un orden lexicográfico. Si eso sucede entonces la función de
utilidad asociada a la utilidad marginal tiene que estar representada por un vector cada una de
cuyas componentes estaría asociada a un determinado nivel jerárquico de necesidades.1
Crecimiento[editar]
Este principio tratado por Georgescu-Roegen y Pasinetti establece, que el tiempo y el
crecimiento de la renta disponible para un consumidor hacen que sus preferencias
evolucionen escalonadamente y el acceder a niveles de renta superiores hace que se
consideren necesidades que previamente no habían sido consideradas.
Dependencia[editar]
El principio de dependencia es el reconocimiento de que los gustos dependen de la publicidad,
las modas, el grupo social al que pertenece el agente económico, y no simplemente de unos
gustos autónomos objetivos. Este principio fue señalado inicialmente por John Kenneth
Galbraith.
Herencia[editar]
El principio de herencia establece que las preferencias actuales de un consumidor dependen
de su historia pasada de consumo. Es decir, las elecciones de hoy están condicionadas por
las elecciones de ayer. Esto hace que la dinámica de consumo a lo largo del tiempo, no
depende de maximizar una función de utilidad objetiva e inmutable, sino que nuestra historia
de elecciones pasadas puede ser lo más determinante en la configuración de nuestros gustos
actuales. Esto hace que las preferencias de los agentes económicos sean altamente
dependientes de su historia vital.
El resultado es el índice de utilidad que produce una determinada combinación o cesta de los
bienes a los que el consumidor se enfrenta.
Enfoque cardinalista[editar]
Desde un enfoque cardinalista podemos entender que las combinaciones de bienes elegidos
reportan al individuo una utilidad que puede ser medida y que atribuye significado a la cuantía
de la diferencia entre los valores numéricos que adopte el índice de utilidad.
Esta teoría es la más antigua, de las que estudian el comportamiento de la economía
doméstica, es importante por el significado de la distinción que hace entre utilidad marginal y
utilidad total.
La utilidad de un bien varia a medida que lo hace la cantidad consumida del mismo. Se
denomina utilidad total a la proporcionada por el conjunto de las unidades consumidas del bien
considerado, es decir, a la suma de las utilidades que reportan las diversas unidades
consumidas. La utilidad total se comporta de manera que va creciendo a medida que aumenta
el consumo de un producto, hasta un punto máximo a partir del cual empieza a disminuir. A
partir de la utilidad total se define el concepto de utilidad marginal como la variación
(incremento o disminución) de la utilidad total que resulta de la variación de una unidad en el
consumo del bien en cuestión.
La utilidad marginal tiene carácter decreciente para todos los niveles de consumo. En efecto el
valor que confiere cualquier consumidor individual a las sucesivas unidades de un
determinado bien, disminuirá de modo sostenido a medida que aumente su consumo total de
ese bien, manteniéndose constante el consumo de todos los demás bienes.
Así con una determinada renta y dados los precios, el equilibrio del consumidor se produce
cuando se da:3
El significado económico de esta igualdad supone que la utilidad adicional proporcionada por
la última unidad monetaria invertida en la compra y consumo de un determinado bien debe ser
igual para todos los bienes. En efecto si esto no se produjese la elección habría sido otra.
La deducción de la curva de demanda a partir de la citada igualdad, supone que si el
consumidor ante una subida de precio permanece en la misma combinación de bienes que
antes de la subida quedará fuera del equilibrio. El consumidor para alcanzar su nuevo
equilibrio tendrá que incrementar la utilidad marginal obtenida de ese producto, lo que dado el
carácter decreciente de la misma supone disminuir el consumo del bien. Por tanto, de esta
manera se han obtenido dos puntos de la curva de demanda de esta persona para el bien A,
el resto de los puntos se obtendrían con la misma mecánica aplicada.
El enfoque ordinal sólo da importancia a la ordenación de las preferencias. Desde este punto
de vista no es necesario que los individuos asignen un valor numérico a sus preferencias. Lo
importante es que una combinación de bienes proporciona la misma o menos utilidad que otra.
Por este motivo, el concepto de utilidad aparece ligado a la visión cardinalista de las
preferencias. Según este enfoque la función de utilidad (U) no ha de representar
necesariamente una magnitud ordinal o medible. Es claro que a lo largo del proceso que se
expone, el valor numérico de U no se ha utilizado en absoluto. Esto es así porque lo único
relevante es que curvas de indiferencia que representan mayores niveles de satisfacción
deben corresponder a mayores valores de U. Pero toda la teoría expuesta sería igualmente
válida si los valores numéricos de U1, U2, y U3 hubiesen sido 2, 3 y 4 que si hubiesen sido 4,
6 y 8 o 4, 9, y 16 respectivamente. Esto es así porque lo único importante de la función (1) es
que es capaz de ordenar las combinaciones de bienes adquiribles por el consumidor de forma
que arroje valores más altos para las combinaciones preferidas a otras.
Este enfoque parte de un consumidor enfrentado a una serie de bienes (X1, X2...Xn) cuyos
precios vienes dados por el mercado (p1,p2...pn) y que dispone de una renta monetaria (R)
para adquirirlos. El problema que se plantea consiste en determinar cuáles serán las
cantidades demandadas de cada uno de los bienes, habida cuenta de los precios que rigen en
el mercado, de su renta y de las preferencias subjetivas que tiene por cada uno de los bienes.
El paradigma de este consumidor individual consistirá en suponer que actúa de forma que, a
través de las cantidades demandadas de los n bienes, maximiza el bienestar o satisfacción de
sus necesidades individuales. Para ello será, por tanto, preciso formular de manera explícita y
operativa la función de satisfacción o de preferencias del consumidor para después aplicarle la
restricción que supone su renta y determinar su procedimiento de optimización de su
conducta.
Curvas de indiferencia[editar]
Artículo principal: Curvas de indiferencia
Las curvas de indiferencia son uno de los modelos fundamentales del modelo cardinalista que
la escuela neoclásica usa para modelizar el comportamiento prototípico de un consumidor.
Este modelo puede ilustrarse, en el caso más simple, considerando sólo dos bienes (X e Y) lo
que permite recurrir a representaciones gráficas, en casos con más bienes se generaliza el
modelo de dos bienes, aunque muchas de las características del modelo de muchos bienes no
se pueden representar fácilmente en un gráfico bidimensional.
Supongamos que los dos bienes son deseados por el consumidor de forma que a mayor
cantidad poseída de uno de ellos, manteniéndose constante el otro, mayor será la
satisfacción. Supongamos que el consumidor se encuentra con una unidad del bien Y y tres
del X. De esta combinación de los dos bienes, el consumidor obtiene una determinada
satisfacción que él reconoce. Nótese que en las teorías ordinalistas este tipo de
"compensaciones" no son posibles, por lo que en dicha teoría en general no existirían curvas
de indiferencia completas.
Si se reduce ahora en una unidad la cantidad poseída del bien X de forma que tenga sólo dos
unidades del mismo. Esto implicará una disminución de su grado de satisfacción solo
compensable mediante el aumento de la cantidad poseída del obro bien (Y). Supongamos que
el propio consumidor admite que si recibiera a cambio de esa unidad perdida de X, 0,5
unidades de Y se encontraría en la misma situación que antes. Es decir, su satisfacción sería
la misma en el punto B que en el punto inicial (A). Reduzcamos en otra unidad la cantidad
poseída del bien X –hasta una sola unidad-, y si el consumidor piensa que necesita a cambio
1,5 unidades del bien Y para compensar esta pérdida, el punto C, representará otra
combinación de bienes que, para el consumidor, significa la misma satisfacción que las
representadas por los puntos A y B. Este proceso puede repetirse tantas veces como quiera
de forma que, uniendo todos los puntos que representan cantidades de bienes cuya posesión
implica la misma utilidad o satisfacción para el consumidor individual, podríamos trazar lo que
se llama curva de indiferencia del mismo.
Una curva de indiferencia es, por tanto, el lugar geométrico de las combinaciones de bienes
poseídas que representan la misma utilidad o satisfacción de las necesidades para el
consumidor individual analizado. Este proceso puede repetirse para combinaciones iniciales
distintas de la A y de esta forma podría obtenerse una familia de curvas de indiferencia cada
una de las cuales une los puntos que representan combinaciones de X e Y que reportan la
misma satisfacción o utilidad al individuo. Formalizando un tanto lo expuesto, la familia de
curvas de indiferencia puede venir representada por una función de satisfacción o utilidad que
puede formularse como:
(1)
Donde X e Y son las cantidades de los dos bienes poseídas por el individuo y U es un
indicador del grado de satisfacción o utilidad alcanzado por el mismo. Es evidente que, con
arreglo a la expresión (1), los puntos de una curva de indiferencia determinada cumplirán la
propiedad de que U es constante y por ello una curva de indiferencia genérica puede
representarse como:
(2)
Donde K es una constante que indica el nivel de satisfacción alcanzado en cualquiera de los
puntos de la curva de indiferencia.
(3)
que será creciente con X e Y. Las distintas propiedades de las curvas de indiferencia pueden
(4)
El primer miembro es la suma de los desembolsos que es preciso hacer para adquirir las
cantidades X e Y de los bienes X e Y (el producto del precio por la cantidad adquirida) y el
segundo miembro es su renta disponible para el gasto.
La ecuación (2) representa la restricción presupuestaria al problema de maximización de la
utilidad o satisfacción del consumidor y se conoce con el nombre de recta o ecuación de
balance o restricción presupuestaria. Su representación geométrica en el cuadrante positivo X
Y será una recta. Para una renta monetaria dada tal como, por ejemplo, la r0, la ecuación (2)
vendrá representada por la recta AA´cuyas características geométricas serán:
Ordenadas en el origen: haciendo X nulo en la ecuación (2), que tiene como interpretación
económica el supuesto en que el sujeto dedique toda su renta al producto X:
Y = r0/PY
o lo que es lo mismo: