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Fast track' para someter al Clan del

Golfo
La entrega masiva de integrantes de bandas criminales no existe en nuestro
Código Penal. Sin embargo, la propuesta de alias Otoniel estaba prevista en los
acuerdos de paz con las Farc por lo que ya comenzó a estudiarse lo que será el
próximo proyecto de ley.

'Fast track' para someter al Clan del Golfo Foto: Archivo particular

En pleno fin de año de 2011, se anunció que un grupo de 450 personas que
llevaban décadas en la delincuencia y el crimen se someterían a la justicia. Eran
los integrantes de la temida banda criminal Erpac, comandada por alias Cuchillo.

Este acontecimiento que partía de la aplicación del Código Penal sin que mediara
negociación alguna con un grupo criminal, terminó dejando al descubierto las
vacíos que tiene el sistema penal colombiano para judicializar masivamente a los
integrantes del crimen organizado.

En aquella entrega llegaron apenas 269 integrantes de los anunciados y 248


quedaron en libertad ya que no tenían ningún requerimiento en la justicia. En los
siguientes meses, el trabajo de la Fiscalía fue adelantar una arremetida para la
recaptura de estas personas.

Hoy se revive la posibilidad para que la principal banda criminal del país, el Clan
del Golfo, someta a un número que está entre los 2.000 y 3.000 hombres a la
justicia. Este acercamiento, que se venía adelantando con el exfiscal Eduardo
Montealegre vuelve a coger alas, y la primera manifestación del fiscal Néstor
Humberto Martínez es recalcar que el sometimiento colectivo de organizaciones
criminales no está previsto en la legislación colombiana.

Y tiene razón. Por ello, la administración pasada comenzó a tramitar un proyecto


de ley que buscaba dotar al Código Penal de los mecanismos necesarios para
adelantar sometimientos colectivos, sin embargo, iba acompañado de una amplia
reforma al sistema penal acusatorio, que quedó engavetada.

La iniciativa tenía puntos polémicos, como la creación de la figura de fiscal


negociador, así como temas que ahora son considerados imprescindibles a la hora
de pensar en un sometimiento masivo de bacrim.

Aunque la entrega del Clan del Golfo quedó en el congelador nunca se perdió de
la agenda, por lo que pasó a hacer parte de un capítulo de los acuerdos de paz de
La Habana. “En el marco de la justicia ordinaria, el Gobierno en coordinación con
la rama judicial, presentarán un proyecto de ley para promover el sometimiento o
acogimiento a la justicia de las organizaciones antes señaladas, mediante el
procedimiento legislativo especial para la paz”, dice lo negociado con las Farc.

Ahora son el fiscal general y el ministro de Justicia los llamados a hacer este
cambio normativo, que se podrá tramitar por la vía fast track en el Congreso. Tras
una reunión este miércoles se acordó que, bajo las reglas del Código Penal, las
entidades adelantarán con sus equipos las primeras propuestas.

Estos son algunos de los puntos que se consideran necesarios a la hora de


plasmar un nuevo proyecto de ley:

Individualización de los integrantes:


Uno de los grandes tropiezos de la desmovilización del Erpac fue la
individualización de sus integrantes; varios de ellos ni siquiera contaban con
registros civiles. Por ello, ante un escenario de sometimiento masivo se hace
necesario tener a disposición la institucionalidad la suficiente información que
permita no solo la identificación de los integrantes sino los eventuales procesos de
registro de personas que no cuentan con ello.

Actas de sometimiento:
Presentarse ante las autoridades como miembro de una banda criminal, sin
uniforme o armas que permitan la judicialización inmediata es uno de los vacíos
legales más urgentes de resolver. La Fiscalía, que tiene la carga de investigar y
acusar, no puede detener a una persona con su sola presentación, sin tener en la
mayoría de ocasiones un requerimiento judicial en su contra.

Por ello, el proyecto de Montealegre previó la necesidad de firmar actas de


sometimiento que puedan ser consideradas evidencia dentro del proceso. Dichas
actas debían contener información sobre el ingreso a la organización, el rol o roles
que asumió dentro del grupo y las zonas donde cometió las actividades delictivas.

También contenían la manifestación voluntaria, libre e informada de aceptar


responsabilidad con respecto a delitos negociados colectivamente. Este sería uno
de los aspectos claves a desempolvar ante un nuevo proyecto de ley.

Agilidad de audiencias de imputación:


En el pasado se propuso la posibilidad de modificar de la audiencia de imputación
sin alterar las garantías procesales y constitucionales, así como la disposición de
jueces que pudieran llevar a cabo las audiencias en corto tiempo. Delitos
aceptados colectivamente: Para dar agilidad a los sometimientos masivos se
detectó la necesidad de tener una herramienta de aceptación colectiva de delitos.
La aceptación se tendrían que hacer sobre la base de acceso a principio de
oportunidad, preacuerdos y acuerdos entre la Fiscalía y el procesado.

El ente investigador podría de este modo proceder a la judicialización parcial de


los miembros de la organización criminal por los delitos negociados
colectivamente y para ello podrá adelantar las audiencias colectivas necesarias.

Derecho de las víctimas y entrega de propiedades


Una vez el presidente, Juan Manuel Santos, anunció la voluntad manifiesta del
Clan del Golfo para someterse, el fiscal general indicó que desde la perspectiva
del ente investigador, el sometimiento debe condicionarse cuando menos al cese
absoluto de las actividades delictivas, a la entrega del patrimonio ilícito de la
organización y de los cultivos y rutas del narcotráfico.

Al respecto, el fiscal indicó que la indemnización patrimonial derivada de la


conducta punible se solicitará ante los jueces civiles y se regirá por su
normatividad procesal y sustancial.Además una normativa alrededor del tema,
deberá integrar los componentes de verdad, justicia, reparación.

Investigaciones de contexto:
En el marco de una desmovilización colectiva, el exfiscal Montealegre planteó que
las investigaciones de contexto se pudieran usar como prueba. El tema fue
controversial en el mundo del derecho penal. Sin embargo, sí es un punto de
partida para el ente investigador que exista una caracterización de la organización
criminal, su estructura y funcionamiento organizacional, sus zonas de influencia, el
control de rentas lícitas e ilícitas, bienes fruto de sus actividades e instrumentos y
armas usadas para la realización de las conductas punibles. Al margen de si es
considerada esta investigación como prueba o no dentro del proceso penal.

Así funcionará la ley de sometimiento de


bacrim
25 de octubre del 2017

Este miércoles el Gobierno dejará en manos del Congreso el proyecto de


ley que busca someter y judicializar a miembros de bandas criminales
como el clan del Golfo. El proyecto establece como condiciones la
entrega de bienes, lista de testaferros y menores de edad, además
de “blindar” la extradición.

El pasado 5 de septiembre alias “Otoniel”, máximo líder de


la bandacriminal el clan del Golfo, envió un mensaje al Gobierno
Nacional donde expuso su interés y el de la organización de someterse a
la justicia. En este sentido, el presidente Juan Manuel Santos en
respuesta a esta iniciativa propone un proyecto de ley de 30 páginas,
radicado este miércoles en el Congreso de la República en el que se
detalla de qué manera las bandas criminales podrán acogerse a la
justicia.
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El proyecto de ley, que permite judicializar a organizaciones criminales,


está abierto para Grupos Armados Organizados(GAO) y Grupos
Delictivos Organizados (GDO). Así pues, el Consejo
de Seguridad Nacional determinó que el Clan del Golfo, los Pelusos (el
reducto del Epl que comandaba Megateo) y los Puntilleros, que operan
en los Llanos, deben ser catalogados dentro de las organizaciones
establecidas anteriormente.

Uno de los puntos que establece el proyecto de ley es el “blindaje” a


laextradición, es decir, el sometimiento de los miembros de bandas
criminales no impide que la justicia colombiana pueda enviarlos ante
autoridades extranjeras por ejemplo a Estados Unidos por casos de
narcotráfico.

“En ningún caso la sujeción a la justicia, de acuerdo con el


procedimiento establecido en la presente ley, impedirá la
extradición de miembros de los grupos armados organizados”.

Para ser incluidos a este proceso legal, los miembros de las


bandas criminales deben manifestar su interés de someterme a la justicia
a través de un documento escrito y brindar la información pertinente
para identificar “la estructura del grupo armado organizado, su área
de influencia y expansión territorial, su modo de operación y el número
total de sus integrantes”.

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El gobierno exigirá que los delitos sean reconocidos de forma colectiva e


individual. Además delreconocimiento de las víctimas y los bienes fruto
de las actividades delictivas por lo que será indispensable la entrega
de “información de los testaferros del grupo y sus miembros”.
Otro punto fundamental es el compromiso ineludible de identificar y
entregar a los menores de edad que forman parte de la organización
criminal para que pasen a manos de la protección del Estado.

Etapa judicial

En este proceso se aplicará la judicialización colectiva. Donde se


incluirán aproximadamente 50 personas por sesión lo que garantiza
celeridad en los procesos. Las victimas podrán participar y
presentar objeciones durante los procesos.

La fiscalía delegará los fiscales que sean necesarios para investigar


y posteriormente hacer las acusaciones colectivas.

Aceptar cargos podrá tener una rebaja hasta del 40% de la pena
impuesta, pero, “esta rebaja no será acumulable con otras disminuciones
de pena reguladas en la legislación ordinaria”. De igual forma, si alguno
de los miembros del grupo armado organizado no acepta cargos, perderá
los beneficios.

Una vez terminado el proceso de judicialización dentro de los centros de


reclusión, los presos podrán acogerse a programas de educación y
formación de proyectos productivos que serán financiados con una
parte del dinero entregado por las bandas.

Finalmente, el proyecto de ley irá vía ‘fast track’, pues es complementario


a las normas de paz. Así, la versión que irá al Congreso agrava las
penas para los miembros de las bandas criminales que atenten contra la
implementación de los acuerdos de La Habana.

La receta antibacrim
El controvertido proyecto de ley para el sometimiento de las bandas criminales
podría ser un mecanismo efectivo para desmantelar poderosas y temidas
estructuras como el Clan del Golfo.
La receta antibacrim

Si fueran auténticas las intenciones manifestadas por los jefes de las bandas
delincuenciales más temidas, como el Cartel del Golfo, de abandonar con sus
estructuras el crimen y someterse a la ley, no podrían hacerlo. El andamiaje
jurídico vigente hace imposible que un grupo numeroso de delincuentes acuda
ante un juez, confiese sus crímenes, reciba una sentencia y purgue la pena
correspondiente. Ese grupo se encontraría, más bien, ante la incapacidad estatal
de tramitar el asunto, y seguramente todo terminaría en lo opuesto a la justicia, la
impunidad.

De hecho, ya ha pasado. El mejor ejemplo de la increíble paradoja en la que está


Colombia frente a las bandas criminales, que dicen querer desmovilizarse y no
pueden, ocurrió a finales de 2011. Entonces el grupo Ejército Revolucionario
Popular Antisubversivo, más conocido como Erpac, con cerca de 500 miembros,
decidió entregarse a la Justicia. La organización estaba dispersa en al menos
cuatro puntos entre los departamentos de Meta, Guainía y Guaviare. El proceso
no quedó bien articulado y esto redundó en disidencias;aun así, 269 integrantes se
sometieron, pero de estos, 248 quedaron libres. La razón: el Estado carece de
herramientas legales para atender sometimientos colectivos y los abogados
defensores aprovechan esos huecos legales. Peor aún, tras el frustrado
sometimiento la Fiscalía tuvo que hacer esfuerzos para capturar y judicializar, uno
a uno, a cerca de medio millar de integrantes del Erpac. Y todavía en algunos
casos el ente investigador trata de vencer en juicio a esos delincuentes.

En video: Incautan narcomadera del Clan del Golfo que iba para España

El meollo del lío está en que el sistema penal colombiano, ya en sí mismo


desbordado, sirve para procesar individuos, no grupos. Ni siquiera el complejo
judicial de Paloquemao en Bogotá, el más importante del país, cuenta con una
sala para una audiencia con más de 30 procesados, sus defensores y demás
intervinientes. Y aunque existiera el lugar, los jueces carecen de las herramientas
legales. “Si nos llevan a 50 capturados, no tenemos otra opción que pasar saliva y
tratar de hacer esa imposible audiencia. No hay de otra”, dice una jueza de
Paloquemao.

Las normas vigentes impiden, por ejemplo, que en esos casos los togados hagan
una ruptura del expediente para hacer manejable el proceso. Sin importar el
número de detenidos, la Fiscalía debe llevarlos en grupo ante el estrado, presentar
toda la documentación y evidencias que sustenten las capturas, y el juez debe
analizar y decidir. Todo ello en el término máximo de 36 horas. En muchas
oportunidades, aunque los operativos hayan cobrado vidas, los capturados
terminan sin ninguna judicialización porque el reloj lo decidió así.

Y ese, el de la legalización de la captura, es el problema menor. Luego viene el


proceso como tal. En este deben comparecer a cada una de las audiencias los
detenidos con sus respectivos abogados, las víctimas, la Fiscalía, la Procuraduría
y, más adelante, los testigos. Alinear a toda esa gente es un imposible y, por ende,
al sistema acusatorio los abogados lo llaman el “sistema aplazatorio”. Esto lleva al
vencimiento de términos, garantía de impunidad.

“Era necesario un proyecto para viabilizar el sometimiento de las bandas


criminales, porque existe la experiencia de que esos grupos quieren entregarse,
pero por la insuficiencia actual de la normativa es imposible que esas personas
queden capturadas y sean judicializadas de manera efectiva”, sostiene Camilo
Burbano, de la Fundación Ideas para la Paz y experto en el tema.

Frente a esa realidad, el gobierno planteó, en el Consejo Superior de Política


Criminal, la necesidad de formular un proyecto de ley que ofrezca vías expeditas y
eficaces para el sometimiento de las bandas, que además contenga ciertos
incentivos, y que a la vez blinde al país frente al accionar o reciclaje de las
mismas. Pactada la paz con las Farc y el cese al fuego con el ELN, las bacrim se
presentan como la expresión de delincuencia organizada que más afecta la
seguridad de las poblaciones con homicidios, secuestros, extorsiones, narcotráfico
y minería ilegal. El fenómeno es una amenaza latente para el posconflicto.

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Así que más allá de la pertinencia y la necesidad, los expertos discuten si el


proyecto que el gobierno acaba de presentar al Congreso, resuelve todos los
desafíos que tiene por delante. La iniciativa trae tres ingredientes esenciales.
Contiene una serie de insumos prácticos para hacer viables los sometimientos
grupales, una base de garrote aumentado y una pizca de zanahoria. En síntesis,
se trata de una estrategia para incentivar, a las buenas o a las malas, a las bacrim
para que transiten a la legalidad por una ruta judicial apropiada.

Los primeros cuestionamientos surgieron cuando el ministro de Justicia, Enrique


Gil Botero, acudió el miércoles para radicar el proyecto en la Secretaría del
Senado. Los críticos sostienen que sería un error “negociar” y dar “tratamiento de
actor político” a las bacrim. Eso es verdad. Pero también lo es que la iniciativa no
contempla nada ni remotamente parecido a una concertación con tales
delincuentes.

El texto propone, en primer lugar, endurecer las penas que deben enfrentar
quienes integren o auxilien de alguna manera a las bacrim. Así, aumenta el
carcelazo para quienes incurran en concierto para delinquir, delito que pasaría de
3 a 6 años de cárcel, a una pena de entre 4 a 9. Y si esa conducta deriva en
graves crímenes que afecten a la población o el patrimonio del Estado, la pena se
eleva a entre 8 y 18 años de cárcel además de una multa de 30.000 salarios
mínimos.

El delito de constreñimiento al sufragante, que hoy se sanciona con entre 3 y 6


años de prisión, se elevará en una tercera parte cuando lo cometan grupos
delictivos. Y expresamente el proyecto agrega un tipo penal para los grupos que
“impidan u obstaculicen” la puesta en marcha de los Programas de Desarrollo con
Enfoque Territorial (PDET) pactados en el acuerdo final de La Habana. La pena en
ese caso sería de entre 4 a 6 años. Hay también una serie de medidas para tratar
de romperles el espinazo a los negocios sobre los que cabalgan los grupos
criminales y sus colaboradores. Quienes cometan delitos de contrabando de
hidrocarburos y derivados, se expondrán a penas de 6 a 12 años de cárcel.
También habrá penas y sanciones para quienes asesoren a esos grupos, ya sea
en temas contables, técnicos o científicos, siempre que esas tareas contribuyan a
los fines ilícitos de la organización.

Por otra parte, el proyecto provee herramientas jurídicas y amplía los plazos para
que la Policía, el CTI y los fiscales tengan más margen de maniobra a la hora de
investigar, judicializar y tramitar los casos ante los jueces. Se trata de medidas que
buscan conjurar el vencimiento de términos que impera hoy en la lucha contra las
bacrim.
El segundo gran eje del proyecto diseña condiciones eficaces para recibir en el
sistema judicial a los grupos criminales grandes con interés real de someterse. En
ese punto hay mucho de pragmatismo y una dosis de zanahoria. En este aspecto
ha surgido la polémica por una supuesta negociación o reconocimiento político a
las bacrim. Sin embargo, en realidad propone un mecanismo abreviado y ágil para
judicializar ciertas bandas, no todas.

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Andino siguen en prisión

Desde el año pasado, el Ministerio de Defensa adoptó dos categorías para


analizar el fenómeno de las bandas criminales, a las que las Farc llaman
neoparamilitares. Se habla entonces de grupos armados organizados (GAO) y
grupos delincuenciales organizados (GDO). Aunque ambos son bandas
delincuenciales que poseen armas y cometen graves crímenes, se diferencian por
su ámbito territorial de dominio, su capacidad militar y el nivel de amenaza que
significan. El mapa actual de la criminalidad, actualizado a mayo de 2017,
reconoce tres GAO. Son el Clan del Golfo, Puntilleros y Los Pelusos, con un total
estimado de 3.000 miembros. Así mismo, hay 36 GDO –mucho más que combos
de apartamenteros, aunque no alcanzan la dimensión de los anteriores–, con un
cúmulo de integrantes estimado entre 3.500 y 7.000. Este mapa es clave a la luz
del proyecto de ley, pues el garrote aplica para ambas categorías de grupos,
mientras que el mecanismo abreviado de sometimiento y la mínima zanahoria solo
afecta a los GAO, justamente por su dimensión.

La fórmula de sometimiento para estos contempla dos grandes momentos. El


primero, de “acercamiento colectivo”, estará a cargo del gobierno. Tiene que ver
con un espacio en el que el líder o vocero de la bacrim manifiesta la intención
grupal de afrontar la ley. A estos se les permitirá marchar a una “zona de reunión”
en la que podrán permanecer por un tiempo breve, que el ministro Gil estima en
no más de dos meses. Solo dentro de ese perímetro, las órdenes de captura se
congelarán mientras el grupo levanta actas con la individualización de cada
integrante, y toda la información sobre armamento, bienes, el recuento de sus
crímenes y el mapa de todas sus redes de apoyo. Luego deben entregar toda esa
información al gobierno.

Tras esto, se inicia el momento de la “judicialización”, a cargo principalmente de la


Fiscalía. Esta deberá verificar la información, recaudar el armamento, los bienes y
entregar al ICBF a los menores involucrados. Con base en todo esto, los fiscales
formularán el “escrito de acusación colectiva” que presentarán ante un juez. Y este
se desplazará a la zona de reunión para realizar una primera audiencia de
verificación, y máximo diez días después deberá emitir fallo. Las actas de
individualización y aceptación de responsabilidad harán las veces de aceptación
de cargos, con lo que se acorta considerablemente el proceso.

¿Pero cuáles son realmente las gabelas que incentivarían el sometimiento


colectivo de las bacrim? En algún momento se dijo que los miembros de las
bandas quedarían blindados frente a un eventual pedido de extradición, pero el
proyecto es categórico al respecto: “La sujeción a la justicia en ningún caso impide
la extradición de los miembros de los grupos armados organizados”.

Se habla de favorecimientos penales y económicos, pues cada procesado recibirá


un descuento del 50 por ciento de la pena impuesta por el juez y el grupo podrá
conservar el 5 por ciento de la fortuna que entregue en bienes. La verdad es que
esas no son gabelas especiales. En Colombia cualquier delincuente que acepte
cargos –y le evite al Estado el largo y costoso juicio– tiene derecho a una rebaja
de hasta la mitad de la pena. Así mismo, cualquier malhechor con bienes ilícitos
que decida entregarlos en un proceso de extinción de dominio a favor del Estado
puede conservar el 5 por ciento de la fortuna, y hasta un máximo de 2.500 salarios
mínimos, lo que equivale a cerca de 1.800 millones de pesos.

En rigor, el proyecto de ley en cuestión no ofrece condiciones especiales para los


bienes, y simplemente se remite a la norma existente. Pero en el descuento de la
pena sí hay una gabela particular. Tiene que ver con que el descuento de la pena
por aceptación de cargos no opera cuando se trata de delitos graves como
masacres, secuestros, terrorismo o todos aquellos crímenes contra menores de
edad (homicidio, violencia sexual, explotación). Los miembros de las bacrim que
acepten ese tipo de delitos no perderían la rebaja de hasta el 50 por ciento de la
pena. Esa es toda la dosis de zanahoria que ofrece el proyecto en beneficio de los
delincuentes.

Todo lo demás, el procedimiento abreviado, las zonas de reunión, el


congelamiento temporal de las ordenes de captura, la rebaja de la pena y la
preservación de un mínimo de plata para que los involucrados subsistan (1.800
millones divididos en 1.000 hombres son 1,8 millones por cabeza), ya existen o
son medidas sensatas para lograr que el Estado, realmente, imparta justicia.

En el fondo de las gabelas que contempla el sistema penal colombiano está la


idea de la justicia premial. Esta admite beneficios frente a la pena a cambio de que
el procesado evite el desgaste del proceso, cuyo éxito nadie garantiza. En
términos coloquiales: es mejor un mal arreglo que un buen pleito. Es una
concepción discutible, pero está claro que esa visión no va a comenzar en
Colombia con el tratamiento de las bacrim.

Gobierno radica proyecto de ley de


sometimiento para las bandas
criminales
Octubre 25, 2017 - 08:05 p.m. Por:
Colprensa

Enrique Gil Botero, ministro de Justicia.


Colprensa
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El ministro de Justicia, Enrique Gil Botero, radicó en la tarde de este miércoles el proyecto de
ley para el sometimiento de integrantes de Grupos Armados Organizados y Grupos Delictivos
Organizados en la secretaría del Senado, para que sea tramitado por ‘fast track’.

El ministro explicó que los integrantes de estos grupos armados que se sometan a la justicia
tendrán que entregar información sobre rutas del narcotráfico, sus armas, a los menores de
edad que tengan en sus filas y confesar sus crímenes.

“Quienes hagan este acto tendrán una rebaja de la pena de un 50 %, siguiendo la analogía
que existe hoy en día en el Código Penal para otros aspectos ordinarios, cuando hay
situaciones de allanamiento, hay una rebaja igual”, dijo.
Lea también: 'Los requisitos para que el Clan del Golfo pueda someterse a la justicia'.

Este es un cambio que se le hizo a última hora al borrador del proyecto y sería una de las
razones por las cuales la radicación del mismo se aplazó un día.

Sobre la extinción de dominio a los bienes que se entreguen, el ministro Gil Botero
señaló que hace unos meses se aprobó una ley que “permite que las personas que
hagan entrega voluntaria de los bienes mal habidos podrán conservar hasta un 5 %, sin
exceder los 2500 salarios mínimos”.

Gil Botero explicó que este proyecto de ley no es ninguna “negociación o matiz político. Es el
imperio de la ley por encima de cualquier banda delincuencial”.

Además, indicó que este proyecto va a permitir por primera vez que haya un acercamiento
colectivo a través de quién el Gobierno designe para ello y una fase de judicialización de una
gran cantidad de bandas existentes en el país.

En ese sentido, Gil Botero distingue entre Grupos Armados Organizados (GAO), que son
aquellos que tienen una unidad de mando, que ejerce cierto control sobre una parte del
territorio y que comete crímenes y “acciones casi que militares”, con los Grupos Delictivos
Organizados, que son más pequeños.

Además: 'Santos pone en marcha el plan 'Atlas' para luchar contra el crimen en Tumaco'.

“Se busca una política criminal amplia y encauzar mecanismos de pacificación de la violencia
que estos grupos ejercen”, señaló, al explicar que se fortalece igualmente las herramientas de
investigación y de judicialización de estas organizaciones criminales.

“Es un marco normativo para que esos grupos puedan someterse y sujetarse a la ley. El
derecho penal ordinario es individual y no contempla mecanismos que permitan dar cobertura
a grupos tan numerosos como estos. Esta es la respuesta que ha dado el señor presidente,
cuando nos dio el encargo al señor Fiscal y al Ministro de Justicia para que lo elaboráramos”,
dijo.

El ministro señaló que, en todo caso, bajo ninguna circunstancia, el sometimiento a la


justicia de estas personas va a frenar los procesos de extradición.

Además, enfatizó en que este proyecto pasó por el Consejo Superior de Política Criminal y
que “el señor Fiscal y el señor Procurador están de acuerdo con este proyecto”.

Los requisitos

El proyecto señala once requisitos para sujetarse de manera colectiva a la justicia, a través del
representante que sus miembros deleguen mediante poder formalmente otorgado.

En primer lugar, la manifestación expresa, libre, voluntaria y debidamente informada de


sujetarse a la justicia. Segundo, “información precisa que permita identificar la estructura del
grupo armado organizado, su área de influencia y expansión territorial, su modo de operación
y el número total de sus integrantes”.

Lea aquí: 'La historia de los herederos de los paramilitares en Colombia'.


Igualmente, se deberá hacer una individualización de todos los miembros que se van a sujetar
a la justicia, con sus respectivas actas individuales, suscritas bajo su nombre, documento de
identificación, firma y huella. Estas actas deberán contener la identificación plena de cada
persona, fecha de ingreso, zona de operación, exposición detallada de los delitos cometidos,
las pruebas que posean y el compromiso de no volver a delinquir, entre otros.

Los interesados deberán detallar en la comunicación los delitos que reconocerán de manera
colectiva o individual, “en especial lo relacionado con actos de corrupción y la vinculación de
servidores públicos en ellos; tráfico de estupefacientes, lo que incluye rutas de narcotráfico,
lavado de activos y ubicación de plantaciones; participación de menores en las actividades del
grupo armado organizado; minería criminal y tráfico de armas”.

Igualmente, deberán incluir información que permita la identificación de las víctimas de


los delitos que serán reconocidos colectivamente y una relación detallada de los bienes
que han sido obtenidos producto de la comisión de crímenes y que serán entregados.

En séptimo lugar, el proyecto de ley señala que se deberá entregar “información específica
sobre otras actividades económicas y del mercado ilícito de las cuales derivan recursos
económicos para su financiamiento y articulación, así como la relación e información de los
testaferros del grupo y sus miembros”.

Asimismo, se deberá detallar la información que tengan sobre otras estructuras de apoyo, con
énfasis en conexiones con servidores públicos. Además, se deberá identificar a los menores
de edad que hagan parte de las organizaciones, que serán entregados para su protección.

Un elemento adicional importante reside en que las organizaciones criminales deberán hacer
un plan de reparación para las víctimas.

Una vez estén listo todos estos detalles, el Gobierno anunciará y dará a conocer el proceso de
sujeción de las organizaciones y tendrá la potestad de designar a uno o varios delegados para
el acercamiento con estas bandas, en una zona del país determinada por el Gobierno.

El proyecto enfatiza en que los integrantes deberán aceptar todos los delitos que hayan
cometido por la pertenencia a ese grupo ilegal, pero detalla que esto no implica que el Estado
no pueda investigarlos y sanciones por otros delitos diferentes a esos.

Ahora bien, una vez inicie el proceso de sujeción a la justicia, la Fiscalía General de la Nación,
previa solicitud expresa del Consejo de Seguridad Nacional, “podrá suspender, hasta el
momento en que se emita sentido de fallo condenatorio, las órdenes de captura que se hayan
dictado o se dicten en contra de los representantes de los grupos armados organizados y sus
miembros”.
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