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INMÓVIL EN EL VIENTO

Por Chica Marlboro Rojo

1
El día pasado, cuando el Almirante iba al Río de
Oro, dijo que vido tres serenas [―sirenas―] que
salieron bien alto de la mar, pero que no eran tan
hermosas como las pintan, que en alguna manera
tenían forma de hombre en la cara.
Cristóbal Colón – Diarios de navegación

Pero el relato se equivoca: De cuándo acá


las sirenas son monstruos
o están así por castigo divino.

Más bien sucede lo contrario: son libres,


son instrumentos de poesía.
Lo único malo es que no existen.
Lo realmente funesto es que sean imposibles
José Emilio Pacheco – La Sirena

2
I

NOTICIA DE UN NAUFRAGIO

3
El peor naufragio es no partir
Amyr Klink

La franca aspiración del ave por ser pez.

La ciclópea mirada de la luz

remojándolo todo.

La brisa sin pausa de un andar profundo.

Y este mar.

Y estas olas golpeándome, irrepetibles.

Fusionado al mineral del tiempo

soy esta arena desparramada. Este sargazo

que en medio del pecho finge una herida.

O soy también esa misma herida.

La arena y el sargazo.

La nube pasajera y una gaviota.

Los labios salinos besando este instante.

Y este mar. Otra vez

el mar.

4
*

Allí

vencido hasta la testuz. Ignoto.

Vituperado por la sal y cada gránulo del tiempo.

Allí, sobre la arena,

un cadáver yace irresoluto.

El sol dirá:

náufrago o naufragio. Pero la luna,

arrullo.

5
*

Mar

¿quién eres?

6
*

El lento oleaje de una tarde triste de abril.

Había un canto sobre la arena, y era el viento

traspasando las palmeras, haciéndolas sonar.

Como sólo el aire rozando el litoral.

Como sólo el mar al borde del océano.

7
*

Había un canto. Ya no lo hay.

Había un viento irregular danzando,

y trozos de luna donde los pescadores

amarraron sus barcas para soñar; había

una escollera donde los niños jugaban

a escalar esperas, porque del mar

del bravo mar del sur,

volvería el oleaje con los alijos

y los padres, y las aves que serían

su alimento.

Había un canto.

Hoy es silencio.

8
*

Si mi cuerpo no hubiera sucumbido a las leyes de la física

hoy estaría en las profundidades del océano

convirtiéndome en coral. Pero en vez

el mar regurgitó una víscera inservible,

un colapso de vientre, una úlcera gastada

una mano izquierda

y este botón.

9
*

No sé si el mar me expulsa a cada ola

o me llama.

Anquilosado en la orilla del no ser

con el sargazo en la saliva de mi vocación

invado los atardeceres de esta playa

que de salitre muere

cada vez.

No sé si el mar extiende

sus dedos de espuma incapaz de asirme,

o me expulsa con su salinidad de los espacios

propios de la tempestad.

Algo de mí,

un botón, una nariz, una sandalia,

el crayón con que solía escribir mi nombre en

las paredes de los barcos, la galleta que escondía

en el bolsillo inquieto del pantalón, algo,

algo se perdió para siempre en el naufragio.

No sé respirar más. Ya no es el viento

lo que me traspasa.

10
*

Murió por agua, dirán los pescadores.

Será de sol que se llenaron sus pulmones,

de erráticos adioses sus manos, de sílabas procaces

sus oídos, de silencios su mirada,

y de escamas la lengua de su corazón.

Porque la luna tiene escamas

como las aves del mar

y las sirenas.

11
*

Un niño pescador contaba

que su abuela era la palmera junto al mar.

12
*

Hace diez años, náufrago, que naufragas.

¿Qué no te cansas de fondear?

¿Qué no das cuenta de la inutilidad del aire,

para ti la luz, la vigilia y el sueño,

todo ya es inservible para un muerto?

Mira que el mar siempre escupe

lo que no tiene existencia. Y lo que no existe

ya no respira más.

Hace diez años, náufrago,

y ya ves. Nunca te cansas.

13
*

Me recuerdo en el vientre de mi madre.

¿Es posible? Era un océano de silencio. Y un lento oleaje

una tarde de abril. Así era.

Recuerdo que su voz llegaba como un canto de pez

si no de ave, y una luna de arrullo,

y un sol de olas que me hacía girar,

sentirme vivo en mi pequeña redondez.

No hacía falta respirar.

14
*

No te expulsa el mar, estás naciendo.

Parto de hombre y de hambre. La osa mayor

es una partera en la que confían los navegantes,

la sal es el alimento primigenio

de los que nacen del mar.

15
*

Abuela palma, palmera, ¡mira ese festín

de olas y de peces! Por el camino que dibuja

la luna sobre el mar, volverán nuestros padres

con algo de luz y alivio.

Extiende tu mirada mientras tanto,

mira si ahí vienen mis ancestros;

y sé con tu alba cabellera un faro,

la altura de esta playa

que no deja de creer.

16
*

Muerto:

¿me escuchas?

17
II

HUMO Y ESPUMA

18
HOJA SUELTA DE BITÁCORA

Fumo descaradamente con una intención de olvido

de olvido de mí mismo,

por supuesto

todo lo que en tránsito se ha ido pegando a mí

a cada célula, cada latido, cada silencio.

Es absurdo intentar desaparecer

en humos y en aliento, en voces que dicen

“hasta mañana”, “buenos días”, o que también

no dicen sino callan

lo sé

pero insisto. Fumo descaradamente,

sostengo en la garganta el humo, como sin ello

cada recuerdo;

y escupo: toda mi volatilidad se disuelve

en el aire abrupto del mediodía.

Hoy. Ahora. Mientras escribo

un cigarro arde en mí. Una luz incandescente

me prolonga, humo y estupor sin orillas.

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Y yo no debo fumar. El noticiero lo ha dicho

una mañana como otras mientras ataba mis cordones

y un leve chillido en el fondo del pecho

me recordaba a mi abuelo muerto y desconocido,

con su tanque de oxígeno a un lado de la cama,

con una tos que hubiera hecho estallar

los tímpanos del mundo entero. Yo

no debo fumar. Así lo ha dicho el médico mientras

medía en muertes mi escasa cintura,

y escuchaba mis pulmones a través de mi espalda

con su estetoscopio frío pidiéndome que dijera

la palabra “uno” y respirara: “uno”, y exhalara

otra vez pero sin humo. No, yo

no puedo seguir el destino de tantos millones

de marinos que mueren de sed y olvido; yo no

quisiera seguir gastándome la respiración

en lentas caminatas al handpunch hasta mi vejez

o hasta que el corazón se quiebre, colapsen

mis pulmones, o un cangrejo habite en mi garganta.

Ahora mismo late una cajetilla en mi bolsillo izquierdo.

20
Quiero olvidarme de mí, idílica intención. Yo

que suelo aparecer ante los espejos,

fumo:

tanto es mi descaro.

21
CATALEJO

No hay tierra posible. Aquí

en el corazón del océano

espátulas de agua golpean el pecho navegante.

Extiendo el ojo visor:

es el horizonte la salinidad de los años. Son

las manos que tuvimos que soltar,

los silencios untados de ataúd,

el desprendimiento brutal del último beso,

el naufragio por no saber partir.

Voy en altamar, en alta luna, alta ola

y alto océano: humo y espuma del ser

sin posibilidad sobre esta tierra.

22
BRÚJULA

Todos los crepúsculos apuntan al mar. A su espuma.

Pero también hay amaneceres, y despertares rotundos

sobre el vaivén de las olas. Sur

siempre al sur, algo me orienta a lo impensable:

¿qué magnetismo habita en las profundidades

del océano que es el cielo y sus estrellas,

que es la bóveda celeste donde intento descifrar

el inminente naufragio?

Sin tierra posible, este mirar imita

el ocaso perfecto de un día sin puerto para los ojos,

de una jornada frente al silencio

de las posibilidades.

Siempre al sur.

23
ÚLTIMA HOJA DE BITÁCORA
(Encontrado en las profundidades de una cetáceo)

6:30 horas

Así amanece. Con frío y quietud. En voz

de la aurora una bandada de peces

cruza el cielo taciturno. Calan los huesos

antes de la tempestad.

12:00 horas

Los marinos no gritaron ‘terra’

pero aun así gritaron, y en el mar había una calma

irresoluta.

Hubo,

porque un ser

emergido de las profundidades del universo,

alado en cabelleras altisonantes, rojas

como el amanecer más rotundo,

áureas como el zenit de este mediodía,

oscuras como el sargazo que nos espera,

se suspendió inmóvil

frente al estupor navegante.

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14:00

¡Agua!, gritaron los marinos.

¡Nos hacemos agua! y así,

en franca decadencia

fueron perdiéndose los horizontes

y fuimos adentrándonos al océano de la muerte.

15:00

Oh, capitán, mi capitán

ya este barco fondea, ya se hacen agua

nuestros sueños, nuestras hambres

y todo lo que bordea al aire

es fragua y es naufragio.

17:30

Sea esta mi última inscripción,

mi testamento, la grafía que mi ser exhala:

Ya en naufragio, más náufrago que yo mismo

los marinos se han hecho al mar, al aire

y a los escombros; mientras yo, más naufrago que ser

permanezco inmóvil en el último cigarro,

humo y espuma en la salinidad del presente

de este ahora inmarcesible,

de esta ola que se levanta en cresta altisonante

todo lo que de oxigeno queda ya, humo y

25
sangre que se dispone a la espesura

al silencio frío

a la quietud.

19:00

En el mar

una sirena.

26
AD ASTRUM

Tampoco hay sirenas posibles. Nada

ni en la escritura contenida de las viejas bitácoras

puede existir una doncella de mar.

Pero yo te siento, Sirena alada.

Sordo de ti, ciego, mi aliento absorto

advierte tu infinita ternura

tu miedo de escama y colibrí.

Vuelvo al catalejo de mi angustia

para buscarte y no te encuentro. Solo una ola

adherida a mi costado existe,

solo esta llama que en mi interior

asciende, y eres la materia del aire

que me hace arder.

27
SEXTANTE

Voy a hablar de la altura de tu sonrisa.

De tu forma peculiar de estar en el mundo

como arrojada para que en ti florezcan

algo más que vida, este verso.

(Tú creerás que lo mío es retórica

que mi verso es oficio

y que son los años que pesan sobre mí

lo que me hace escribir).

Pero yo voy a hablar de tu sonrisa y de su altura,

porque he descubierto que en sus bordes

hay algo de estrella, de océano y de escama,

que hay marinos fumando su locura

al escucharte sonreír

y naufragios grabados en la cuenca lunar.

(Tú afirmarás que mi oficio es también

robar rosas, asimilar espinas, sorber

la tintura y el color de juventudes).

De tu sonrisa hablo con el sol atravesando

nubes pasajeras, cielos teñidos de luz.

Del rojo de tus labios a la noche

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hay un paso que me haría caminar sobre

el agua, habitar las olas que distantes

mueven la barca del cuerpo absurdo.

(Tú afirmarás que por mis venas transita

la rabia y el desdén, la inverosímil lascivia

de horas pasadas, el trágico destino

de los puertos en cada marino roto).

Hay un oleaje en ti que trasforma el viento.

Existe en el aroma de tus imaginados pasos

la esencia irregular de tempestades, y

ante tu semidesnudez, naufrago o naufragio,

comprendo mi quebranto.

29
ASTROLABIO

Háblame, Sirena alada,

con tu cuerpo.

Lo sabes bien: te ofrecería extremidades para

caminar el aire y cada una de las estrellas

que escribo para ascender.

Floto en la incertidumbre de presentir

tu miedo de escama, tu vuelo colibrí;

floto inútilmente en el marasmo

de una ola que nos mece

pero no se atreve a sepultar.

Tu aroma se confunde en los latidos

de mi último estertor, y yo

sólo quiero escucharte, Sirena alada,

dejarme envolver por la dulzura.

Dejarme en volver por la dulzura.

30
III

AMOR FATI

31
He caminado en el poema, todo
un minuto en tu ser, ¡y qué minuto!
el de ir entre hojas a tus ojos
y el de quedar inmóvil en el viento.
Clemente López Trujillo – El venado.

32
POEMA PARA NO FUMAR

Lo que daría porque mis labios te sintieran,

de un solo golpe aspirar lo que

en franca agonía eres,

y llenarme un poco de ti,

envolviéndome la lengua

los sentidos, la necia respiración.

Se agita mi sangre de solo pensarte

la memoria sangra, se dilata

y me hace toser tan absurdo.

Qué extraña manía de añorar

lo que nos mata.

Lo que daría, entonces,

por no haberte conocido.

33
COLIBRÍ

A todo lo de ayer tengo que morir. Cada día.

A veces en el trayecto de un botón

hacia el ojal de mi camisa. Otras

basta el silencio, un semáforo en rojo,

o el timbre de tu voz cuando me dices

“buenos días”, y morir

a todo lo de ayer, te digo,

te escribo, te naufrago, te muero y me revivo,

a todo lo que antes solía emparentar

tristes días, nubes grises y siempre he sido yo

mirándome desde enfrente

nunca desde adentro;

siempre he sido el miedo,

nadie más el dolor y la angustia,

siempre he sido el miedo

desde adentro. Por eso muero

cada día a lo de ayer, como si el instante

y estas alas, este minuto inmóvil

frente al fuego.

34
ICHTHYOSTEGA

A manera de epílogo

No te expulsa el mar. Estás naciendo.

La sal es el alimento primigenio

de los que nacen en el mar.

Parto de hombre y de hambre, de sueños

y voluntad sobre la arena.

Palma, palma, palmera, en tus cabellos albos

todavía la sangre retumba en borbotón

y colibrí.

Ya van mis pies sobre la tierra

a rastras, como mis palabras al vuelo

todavía aprendiendo.

Todavía.

35
INDICE

I. NOTICIA DE UN NAUFRAGIO, 3

II. HUMO Y ESPUMA, 18

 Hoja suelta de bitácora, 19


 Catalejo, 22
 Brújula, 23
 Última hoja de bitácora, 24
 Ad astrum, 27
 Sextante, 28
 Astrolabio, 30

III. AMOR FATI, 31

 Poema para no fumar, 33


 Colibrí, 34

IV. ICHTHYOSTEGA. A manera de epílogo, 35

36

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