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ETNüHISTÜRIA

VISIÓN ALTERNATIVA DEL TIEMPO


COLECCIÓN CIENTÍFICA
SERIE ETNOHISTORIA
ETNüHISTüRIA
VISIÓN ALTERNATIVA DEL TIEMPO

Luis Baljau
Coordinador

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA


INDICE

XXV Ani\"l~rsario de la Dirección de Etnohistoria. Inauguración 9


Sl'Ig;o Raúl Auo\'o
P,dabras sobre el congreso XXV años, fundación de elllohistoria 13
L II;S 8f11j(1I/
La etnohistoria en el instituto N.lcional de Antropología e Historia 17
LII;s 8(".](11/
Visión hispana de la etnohistoria. Reflexiones sobre sus enfoC]ues 21
Allla/;a ..I//olill; Lrrríll
Las ..11l/;glÍrdadrs IIIrximllns de fray Andrés de Olmos 29
Rajad TOla
Notas al manuscrito ele la His/0I7a vadadrm ele Bernal Díaz 39
Rl'lIé Anllia
La etnografía ele los ritos mesoamericanos: una perspectiva 49
etnohistórica interdisciplinaria
Jolwnna 810da
,Trompetas de caracol marino en las fuentes escritas 61
de los siglos XVI Y XVlI
LOllrdes Suáll'Z. Diez
Fuentes y arqueología en la identificación de dos estructuras 77
de Tenochtitlan: propuesta de identificación en la obra del
padre Sahagún
Ber/ina Olmedo Vera
Guerra y significado. La batalla de Centla 89
Luis 8mjau
La defensa de Tenochtitlan 101
Eduardo COlOna Sánrhez
Por obra pública y l'Oater¡lli/l. Mano de obra indígena en códices 117
jurídicos del centro de México en el siglo XVI
Pella Va/le
La reproducción de la comunidad tepaneca a través del 133
servicio personal en Coyoacán
Ernrna Pérez.Rocha
La composición del Coyoacán colonial en los padrones borbónicos. 139
Grupos domésticos y sociales
Gilda Cubillo Moreno
Una planta sagrada en las fuentes de los siglos XVI y XVII. 165
El diálogo con los documentos
Dora Sierra Carrillo
Escisión étnica de la memoria histórica en la sierra de Michoacán 173
Carlos Garda M(Jra
Litigio entre un indígena y un minero español por la posesión 183
de una mina (Nueva Galicia, 1730-1731)
Celia Islas Jiménez.
Zacapexco, Atotoni1co y Coíncho: agua, territorio y costumbres 191
Rosa Brambila Paz
Ecatepec como punto de enlace en las rutas comerciales, 201
siglos XVI y XVII
Matia Teresa Sánchez Valdés
¿ Cal/mlli o teccalli? en el señorío chocho-popoloca de Tzapotitlan 207
de las Salinas en los siglos XVI-XVIII
Hildeberto Martinez.
Los mayas y la Real Hacienda en Yucatán, siglos XVI-XVIII 213
St'lgio Quez.ada
Clausura del congreso. "Etnohistoria: visión anternativa clt.., tiempo" 221
Gloria Artís
XXV ANIVERSARIO DE LA DIRECCIÓN DE ETNOHISTORIA.

INAUGURACIÓN

Pensar que esta celebración de los veinticinco yecto intelectual respaldado por la especificidad
años de la Dirección de Etnohistoria es un fes- de sus frutos, tan viable como necesario; la se-
tejo doméstico sería alimentar un equívoco. Es gunda, la urgencia de recapacitar sobre el ser de
todo 10 con trario: estoy convencido de que este esa disciplina, sobre su pertinencia.
primer cuarto de siglo de vida institucional re- En este sentido, creo entender que la etno-
fleja un exitoso proyecto académico que, por historia nacié de una rebelión saludable. un pe-
encima de limitaciones y asuntos presupuesta- queño grupo de maestros y sus discípulos des-
, les, nos ha brindado a historiadores y antropó- arroHaron, hace poco más de tres décadas, un
logos, dentro y fuera del Instituto Nacional de ejercicio crítico contra las estxecheces de una
Antropología e Historia (IN,-',H), materiales rigu- antropología y una historiografía que se nega-
rosos, propuestas críticas, muchas sorpresas y no ban a ver ciertas particularidades de la realidad
pocas satisfacciones. mexicana, entrecruzamientos espaciales y tem-
Quiero aprovechar este momento para expo- porales que recorrían no sólo senderos poco
ner la reflexión de alguien que siempre ha visto transitados, sino experiencias que tendían puen-
la etnohistoria con interés, pero desde la vecin- tes pa¡'a reconocer con énfasis más definido la
dad disJ=iplinaria. Mi opinión será, pues, la de experiencia cultural pasada y entenderla como
un etnólogo, aunque con el privilegio de haber un hilo conductor de la historia.
mirado la antropología y la historia desde mu- Este distanciamiento separaba las sociedades
chos de sus ángulos, y de haber descubierto indias de la complejidad nacional que las enmar-
buena parte de sus aristas. caba. La apuesta fue, entonces, ver desde aden-
Sin duda, mi primera aproximación a la etno- tro los conglomerados sociales indios y sus diná-
historia'comportó una suerte de extrañamiento. micos mecanismos celulares de relación. Tal vez
Sus rasgos me eran imprecisos, pero muy pronto lo más interesante fue la fuga respecto de las
descub¡-í que se trataba de un prejuicio, produc- descripciones impresionistas fijas en tiempo y
to tanto de rigideces epistemológicas y forma- espacio, siempre pautadas por el ojo observador,
tivas como de una lectura superficial de sus típicas de cierta antropología y, paralelamen-
propuestas. te, un alejamiento de los métodos ortodoxos de
Tener en las manos las publicaciones de los una historiografía que privilegiaba el vocabula-
etnohistoriadores y conocer de cerca sus pro- rio de los grupos en el poder y las razones de Es-
yectos a futuro originaron, de entrada, dos con- tado en sus interpretaciones sobre los sistemas
clusiones: la primera, que se trataba de un pro- pretéritos.

9
SERCIO R;.ül. ARROYO

Asombrosamente, lo que se lograba eran pai- pales y evidentes -la historia y la etnología-
sajes con ritmos cronológicos mensurables des- sin abandonar sus principios propios, singulares.
de un horizonte histórico propio, susceptible de No veo en ello una deficiencia, sino una vir-
ser analizado en sus documentos, producciones tud, ya que la tensión metodológica y la discu-
y símbolos, en sus maneras de apropiarse del sión teórica se han reflejado en los distintos en-
mundo y, sobre todo, en su difícil relación con foques con que se realizan las investigaciones.
los grupos en el poder que los dominaban sin De hecho, creo que son ejemplares: la pluralidad
integrarlos. Esa rebelión disciplinar devino en- de perspectivas es, indudablemente, una riqueza
tonces en importantes descubrimientos para la que debe preservarse y promoverse en cualquier
antropología y la historia. Uno de sus resultados proyecto intelectual.
fue ofrecernos otras perspectivas de la realidad, La etnohistoria es hija de la revuelta que las
mediante eficaces explicaciones sobre continui- disciplinas humanistas vivieron a lo largo del si-
dades, adaptaciones y rupturas de las sociedades glo XX en contra de la ominosa pretensión de
y grupos indios en el contexto mayor de un vi- verdad única, basando su propuesta en la obser-
rreinato y una nación construidas a contrapelo vación cada vez más especializada de los fenó-
de ellas. menos sociales. Si bien por medio de la catego-
Por lo anterior, estos veinticinco años de la ría de tolerancia se aceptaba la existencia de
Dirección de Etnohistoria resultan una marca diferentes discursos, la figura del Otro -el Otro
intelectual ya imposible de hacer a un lado. El indio, el Otro negro- se encontraba subordi-
carácter de la "historia de la etnohistoria" en el nada a los ejes narrativos que dotaban de certe-
INAH fue, desde siempre, el de un gran proyecto za monolítica a nuestra matriz civilizatoria.
dirigido no sólo a la acumulación de saber cier- La etnohistoria es hayal mismo tie{;-¡po obje-
tamente erudito, sino también al desarrollo de to y agente de una transformación radical de
un conocimiento susceptible de aplicarse a la nuestra perspectiva intelectual, y esto es así por
realidad histórica indígena. dos razones. En primer lugar, por la posición
Su signo ha sido el de la vocación humanista privilegiada de su objeto de estudio: la interre~
que suma la curiosidad por el pasado integral lación de las culturas por obra de los grandes
de sociedades indias a la convicción de su utilidad desplazamientos de grupos lejanos hacia deter-
social presente como conocimiento vivo, como minados pueblos y latitudes, que propició la bús-
realidad orgánica. De ello da fe el trabajo cons- queda de vocabularios específicos para explicar
tante, y sobre todo coherente, tanto de los fun- esa articulación.
dadores de la disciplina como de quienes a lo lar- En segundo lugar, porque la última gran in-
go de los años han dado cuerpo y sentido a esta ten'elación civilizatoria fue, sin duda, el encuen-
Dirección y ofrecido persistentemente a la co- tro de Occidente con las civilizaciones indias
munidad académica su trabajo. -mesoamericanas y norteñas-, lo que favore-
En los etnohistoriadores encontramos las se- ció que el desarrollo de la etnohistoria tuviera
millas de una especialidad que, como muchas especial interés en México.
otras al momento de nacer, enfrentó problemas Sin embargo, más allá de este proceso inmer-
prácticos, teóricos y metodológicos, mismos que so en peculiaridades históricas propias de nues-
aún no están del todo saldados. Uno de ellos, sin tro país, la etnohistoria' traza una ruta y consti-
duda, es el de la explicación misma de su perfil. tuye una apuesta que en sí mismas movilizan la
El verdadero reto de la etnohistoria, sin embargo, idea general de la antropología.
se dio ya en su configuración disciplinaria, en las A partir de esos atributos se crearon fuentes
exigencias de erudición de quienes la practican, particulares sólo posibles de consultar y leer me-
que la obligan a mantener prudente y signifi- diante los instrumentos que da la especialización.
cativa distancia respecto de sus orígenes princi- Así lo supieron ver los fundadores de la disciplina.

la
XXV ANIVERSARIO DE lA DIRf:CClÓN m: ETNOHISTORIA

Hagamos aquí en su honor un ejercicio de me- aparecida maestra Barbro Dahlgren, primera di-
moria, tracemos una pequeña genealogía. rectora del Departamento a partir de su consti-
Los nombres de Wigberto jiménez Moreno y tución formal, el 1" de julio de 1977. Son memo-
de Carlos Martínez Marín están en la raíz de la rables las discusiones entre jiménez Moreno y
etnohistoria mexicana. En la década de 1960 dis- la maestra Dahlgren en torno de la génesis del
cutieron con éxito los fundamentos de la espe- proyecto seminal que hoy celebramos. Desde
cialidad en la Escuela Nacional de Antropología entonces, otros proyectos dieron aliento al no-
e Historia (ENAH). Para entonces, ambos estu- vedoso equipo institucional, como el de la et-
diosos gozaban de un bien ganado prestigio en- nohistoria de la Mixteca y el de Occidente, y
tre sus colegas, tanto por la fuerza de sus cono- los de las regiones noreste, noroeste y sureste
cimientos y argumentaciones académicas como del país.
por poseer esa rara cualidad de encontrar las re- No hemos olvidado el proyecto original de la
laciones entre las distintas realidades históricas etnohisLOria del Valle de México, ni el estudio
y plantear proyectos de interpretación general. de sus procesos de cambio. Uno de sus primerós
El maestro jiménez Moreno había dirigido el logros cristalizaría en 1978, al en lazar el Depar-
Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapul- tamento de Etnohistoria con el gran proyecto del
tepec, y fundado la actual Dirección de Estudios Templo Mayor, que culminó con la publicación
Históricos del INAH. El profesor Martínez Marín del entrañable libro Comzón de Cópil que, por
había sido miembro Fundador del Instituto de cierto, pronto será reeditado.
Investigaciones Históricas de la Universidad Na- A raíz de lo anterior, numerosas e importan-
cional Autónoma de México, y sus trabajos alen- tes obras se han publicado durante las gestiones
taban los estudios del pasado indio virreinal. de la maestra Emma Pérez-Rocha,jesús Monjarás
Ambos eran aFamados eruditos y muy que- y Luis Ba¡jau. No es mi intención hacer un re-
ridos proFesores. Tanto el entusiasmo que impri- cuento de todos los logros, pero no puedo sos-
mieron en sus debates como su deFensa de la layar trabajos como la Hist017a general de la AntTo-
singularidad de la etnología histórica, fueron pologia en México, la edición de las obras de Robert
sin duda las claves del éxito que se desdoblaría Barlow y Paul Kirchhoff, o la edición erudita de
en una propuesta institucional. Son principal- diversos códices y fuentes para la historia indíge-
mente ellos dos a quienes con justicia podemos na, como el códice Kingsborough, que se exhi-
reconoce¡- como pilares; sus filiaciones, que hoy bió en Londres en la muestra Aztecas; el de Tlate-
se cuentan por decenas, poblaron de investiga- lolco, la Ordenanza del Señor Cuauhtémoc; o los
dores e investigaciones el INAH y el Centro de papeles de fray Francisco de Burgoa y los escri-
Investigaciones Superiores del INAH (CISINAH), tos completos de Chimalpahin en náhuatl y su
hoy CIESAS, por mencionar tan sólo dos insti- traducción al castellano. Tampoco pueden pa-
tuciones. sarse POl- alto los trabajos de índole interpretati-
Don Carlos Martínez Marín proporcionó los va sobre la religión de los mexicas y los miLOs
cimientos teórico-metodológicos e informativos cosmogónicos del México indígena.
que definieron vocaciones desde la ENAH en los La etnohistoria en México es ya una actividad
años sesenta, y que consolidaron la licenciatura académica de intensa vOClción sociocl!ltural pro-
en etnohistoria en 1977. Don Wigberto jiménez pia, abocada a la reflexión sobre ese mundo fas-
Moreno desdobló su viejo proyecto de estudio cinante que se configuró tanto en Mesoamérica
sobre la Cuenca de México, en un primer inten- y el norte prehispánico como al contacto con es-
to fundacional del Departamento de EtnohisLO- pañoles desde el siglo XVI; universo que duran-
ria en 1976. te el virreinato sumaría a africanos y asiáticos, 10
Un tercer nombre se agrega a la lista primi- mismo que en su no menos dramático ser histó-
genia: el de la muy querida y recientemente des- rico decimonónico y del siglo XX.

II
SERCIO R~(TI. ARROYO

Éstos son tan sólo algunos nombres y hechos Desaprender, reconstruir, enseñar, difundir:
que han enaltecido los primeros veinticinco años éstas son algunas de nuestras tradiciones en el
de la "historia de la etnohistoria" en el INAH. INAH, cuyos signos marcaron los desafíos que en-
Faltarían muchos por nombrar, pero su vocación frentarán nuestras disciplinas en los Ú10S por
y entrega tiene dignos representantes que no venir, más allá de las limitaciones y problemas de
permitirán su olvido. índole presupuestal. Entre los más sentidos efec-
Con motivo del aniversario que marca el tos de la labor de la etnohistoria ha estado el de
cuarto de siglo de su existencia, quiero evocar sacudir la inercia y a veces la arrogancia discipli-
el espíritu de transformación que vivieron la naria que fragmentan nuestra idea de la experien-
filosofía y las disciplinas humanistas de las cuales cia humana, y entre sus mayores virtudes está la de
somos todos herederos, y del que la etnohisto- reconocer los infinitos pliegues que definen nues-
ria es tal vez su más destacado resultado. Uno de tra visión de las cosas, en especial, los innulllera-
los grandes representantes de este cambio radi- bles vasos cOlllunicantes del mundo mexicano.
cal fue Gastan Bachelard, cuyas palabras me Queridos colegas de la Dirección de Etnohis-
parece que prefiguran la renexión para que la toria; maestro Baljau, a cada uno de los investi-
etnohistoria constituya una visión alternativa gadores que dan \'ida a la Dirección de Etnohisto-
de la historia. Bachelard dijo alguna vez, a pro- ria les expreso, en nombre de la comunidad del
pósito de su cruzada contra Jos obstáculos epis- Instituto, nuestro más sincero reconocimiento y
temológicos: el deseo de que su desarrollo profesional siga
agregando para el 1:'\,-\1-1 y para el país, nue\'as
Se confunde casi siempre la acción decisiva de preguntas al mapa nebuloso de la hist)lria, y a la
la razón con el recurso monótono a las certi-
antropología, a veces ensimismada y aislada.
dumbres de la memoria. Lo que se sabe bien, lo
Por su trabajo. por los resultados obtenidos a
que se ha experimentado muchas \'eces [...] da
una impresión de coherencia objetiva y racional. lo largo de todos estos años, muchas felicidades
El racionalismo toma entonces un gustito esco- y gracias a tocios ustedes.
lar [... 1 es acogedor como una tradición [... 1 ¡Y
sin embargo, para pensar, en primer lugar habría Etnólogo Sn¡;;io Raúl .-\1'10.1'0
tantas cosas que desaprender! México, D. F., 2003

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