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LOS LUGARES TEOLÓGICOS SEGÚN MELCHOR CANO:

Felipe Melanchton (1479-1560) es uno de los primeros teólogos que habló de los «loci
theologici», en sus Loci communesrerum theologicarum, de 1521, pero les atribuyó un
mero contenido material, que se correspondía con el contenido de los actuales tratados
teológicos: el pecado, la justificación, la gracia, la fe, etc. Pero es Melchor Cano (1509-
1560) quien dibuja de modo genial el concepto formal de «lugar teológico». Si para
Melanchton los topoi se correspondían con los contenidos materiales de la teología, para
Cano equivalen a las fuentes de los contenidos. Vale la pena dar toda la importancia tanto
al punto de partida como a la descripción de los lugares tal como lo explícita el teólogo de
Salamanca.

Punto de partida: Como punto de partida, el mismo Cano evoca a Aristóteles, consciente
de que la doctrina de los «lugares teológicos» que va a exponer tiene una cierta
semejanza con las clasificaciones geniales del «Filósofo». Este, en efecto, define y
clasifica en sus Tópicos (Loci en latín) los actos primordiales del entendimiento: la
percepción, el juicio y el raciocinio (con su instrumento: el silogismo), como lugares
comunes del conocimiento humano. Ahora, Cano quiere dar forma a diez tópicos o
lugares teológicos que abarquen, en conjunto, las diez fuentes de las que puede disponer
el teólogo para extraer de ellas los argumentos válidos para el discurso teológico:

«A semejanza de Aristóteles que, en los Tópicos, propuso unos lugares comunes, como si
fuesen la sede o los testimonios visibles (notas) de los argumentos que pudieran
proporcionar los materiales para todos los debates (disputationes), así también nosotros
proponemos unos lugares que sean como la sede de todas las argumentaciones
teológicas, de las cuales los teólogos puedan extraer sus argumentos idóneos, ya sea
para confirmar, ya sea para refutar».

Descripción de los «loci»: Cano, por tanto, no piensa en los contenidos materiales del
saber teológico, como son los tratados sobre la justificación, la gracia, el pecado, la fe u
otros de este género, sino en las fuentes que testifican las verdades de la revelación.
Cano piensa en los «lugares» que contienen los principios de la teología.

Poco tiempo más tarde, Juan de Santo Tomás coincide con Cano y nos proporciona una
exacta definición de los «loci»: «Los lugares teológicos son los principios de los que el
teólogo extrae sus argumentos y pruebas-»

Juan de Santo Tomás coincide también con el criterio fundamental de Melchor Cano,
según el cual toda argumentación descansa o bien en la razón o bien en la autoridad. Al
teólogo, dice Melchor Cano, le es necesaria en primer lugar la autoridad (de la confesión
de la fe) y, en segundo lugar, la autoridad de la razón. Por ser la teología «ciencia de la
revelación», la razón tiene el segundo papel (postremas partes habet) como «pedisequa»
de la autoridad.
NÚMERO Y CLASIFICACIÓN DE LOS «LOCI»

Melchor Cano y Juan de Santo Tomás dicen que los siete primeros lugares teológicos
están basados en la autoridad: son los «lugares» donde puede hallarse la fe católica, de
acuerdo con la autoridad de los testimonios de la revelación. Dicho de otro modo: son
«sedes» o «capítulos» de los que se puede extraer autorizadamente los contenidos de la
revelación y, por tanto, los contenidos de la confesión de la fe, la cual es simplemente la
recepción de la revelación.

En contraposición a estos siete «loci», los dos últimos «lugares» son también autoridades,
pero en otro sentido. Ellos pueden aportar las opiniones autorizadas de los filósofos y de
la historia, aunque estas opiniones no tengan la certeza teológica de los principios.

Finalmente, un solo lugar, el octavo, no puede calificarse de autoridad, pero es


imprescindible, ya que está constituido por la misma razón natural. Más que un lugar, en
el sentido de un «depósito», es el instrumento que el teólogo, instruido por el cultivo de las
ciencias, no puede dejar de usar. Estas consideraciones justifican el orden en el que
Melchor Cano y Juan de Santo Tomás enumeran los «loci»:

A) En primer lugar, se hallan las «autoridades» de las que podemos extraer la fe que
confiesa la Iglesia (ftdes Ecclesiae):

1. La autoridad de la Sagrada Escritura, que se contiene en los Libros canónicos.


2. La autoridad de la Tradición de Cristo y de los Apóstoles.
3. La autoridad de la Iglesia Católica.
4. La autoridad de los Concilios, sobre todo los Ecuménicos o Generales, en los que
reside la autoridad de la Iglesia Católica.
5. La autoridad de la Iglesia Romana, que, por divino privilegio, se llama y es apostólica
(o, como dice Juan de Santo Tomás, la autoridad del Sumo Pontífice).
6. La autoridad de los Padres (la autoridad de los «santos antiguos », dice Melchor Cano).
7. La autoridad de los teólogos escolásticos, a los que hay que añadir los peritos
pontificios.

B) Aquí aparece el lugar e instrumento de la razón natural. Podríamos llamar «autoridad


de la razón» a este octavo «lugar»:

8. La razón natural que se ejerce por el cultivo de todas las ciencias naturales.

C) Vuelven por fin las dos últimas autoridades, extrínsecas al quehacer teológico, pero
que en el lenguaje moderno no dudaríamos en calificar de mediaciones legítimas de este
quehacer: la mediación de la filosofía y la mediación de la historia.

9. La autoridad de los filósofos que siguen el criterio de la naturaleza.


10. La autoridad de la historia humana, ya sea escrita por autores dignos de crédito, ya
sea transmitida de generación en generación, pero no de modo supersticioso sino con
grave y constante razón.

J. B. Gonet, jerarquiza estos lugares de acuerdo con el grado de certeza que brindan: Los
cinco primeros ofrecen una prueba irrefragable, porque brindan los principios ciertos de la
fe; de estos cinco, los dos primeros (Sagrada Escritura y Tradición de Cristo y de los
Apóstoles) son norma ipsa et regula circa resfidei; mientras los tres siguientes (la
autoridad de la Iglesia Universal, la de los Concilios y la de la Iglesia Romana) son el
«juez que discierne lo que debe ser aceptado por la fe», puesto que constituye
precisamente un artículo de esa misma fe.

Aparte los cinco lugares primeros, de los que se extraen argumentos ciertos e «infalibles»,
los otros cinco suelen enumerarse como aquellos lugares de los que el teólogo puede
extraer argumentos simplemente probables. En efecto, argumentos probables ofrecen los
Padres y los teólogos, excepto el caso de unanimidad; argumentos probables son también
los de la razón, los que se extraen del parecer de los filósofos y los que ofrece la historia''.

Los loci de Melchor Cano siguen siendo actuales en la teología católica. En nuestro curso
veremos los loci primero y segundo de M. Cano, correspondientes a la Escritura y a la
Tradición, y los loci que corresponden a la Autoridad de la Iglesia católica, es decir el
Magisterio; por ser éstos los esenciales en el estudio teológico.

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