Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
tención; mientras que sí hay dolo en los supuestos de ceguera ante los
hechos, a pesar del desconocimiento que en estos casos se encierra (pág.
144). Es más, lo que consigue PÉREZ BARBERÁ no es tanto una teoría del
dolo eventual, cuanto «una teoría del concepto de dolo», como él mismo
sugiere (pág. 692). Lo cual refuerza la conclusión –entre otras–de que
es preciso abandonar la propia terminología de dolo eventual (y pasar a
referirnos a «dolo básico»); también, la de que conviene superar la distin-
ción entre tipo objetivo y tipo subjetivo, para referirnos mejor a «tipo de
explicación» y «tipo de imputación»; o de que deberíamos reconsiderar la
doctrina del error y la propia tentativa.
Hasta aquí, el resumen de las posiciones del autor. Permítaseme algu-
nas reflexiones al respecto.
El autor comienza su exposición afirmando: «Dolo no es ni voluntad
ni conocimiento. Imprudencia, por su parte, no es ni ausencia de volun-
tad ni ausencia de conocimiento.» (pág. 43). Y es consciente de lo arries-
gado de su propuesta: si se altera el concepto de dolo, se afecta –podría-
mos decir– la clave de bóveda del sistema de la teoría del delito, por lo
que se verán afectadas todas las restantes categorías. PÉREZ BARBERÁ es
consciente del riesgo que asume al afrontar tal tema de investigación y al
hacerlo además poniendo en duda ideas asumidas desde antiguo por una
doctrina en cierto modo acrítica. Pero, si asume ese reto, no es porque
–valga la expresión– se trate de una conducta imprudente por su parte; si
lo asume es porque tiene instrumentos conceptuales, conocimiento deta-
llado de la doctrina al respecto, visión de conjunto, rigor… Y, al final, lo
que logra es proponer una tesis digna de consideración, viable, asumible.
Puede decirse que su autor sale airoso del reto asumido; es más, que lo-
gra proponer un concepto plausible de dolo y de dolo eventual, y que no
pretende «cambiar todo para que todo siga igual», sino que supera las in-
consistencias detectadas y propone vías nuevas de solución. Además, sus
tesis prolongan las consecuencias más allá del concreto tema propuesto:
piénsese en que el recurso a la racionalidad de la representación del suje-
to en cuanto al manejo de la realidad es algo que puede afectar a la insti-
tución de la tentativa, y a la imputabilidad en sede de culpabilidad.
Su opción es claramente por un concepto normativo de dolo. En este
punto, investigaciones como la presente sirven para discriminar algunas
afirmaciones que a veces atribuimos al normativismo de quien las sustenta
cuando en realidad no son más que propuestas arbitrarias sin demasiado
fundamento. Con otras palabras: que el carácter normativo de los concep-
tos y juicios de nuestra disciplina, como ámbito de la libertad del sujeto, no
significa en absoluto que estemos en un muestrario de opiniones en el que