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INTRODUCCIÓN

A lo largo de los años y desde las primeras décadas del siglo pasado, han
surgido diversas teorías que plantean métodos diferentes que permiten al
hombre aprendizajes efectivos para su pleno desarrollo.

A través de este ensayo, conoceremos cómo el paradigma de la escuela


tradicional ha ido evolucionando con el paso del tiempo, hasta formarse una
serie de teorías que proponen nuevos modelos educativos vigentes y que
constituyen la denominada escuela nueva.

Como docentes, hemos puesto en práctica muchas de las metodología que


manejan estos paradigmas, incluso cuando ni siquiera los conocemos, es así
como, al estudiarlos, nos percatamos de que al impartir clases en alguna
institución de educación hacemos una especie de revolución, pues tomamos
de éstos, lo que más se acerca a nuestra filosofía y necesidades.

Por ello, en este breve ensayo se estudiará el cómo conciben a la educación


los paradigmas conductista, cognitivista, humanista, constructivista y el
sociocultural.
ANÁLISIS DE LAS TEORÍAS PSICOLÓGICAS DE LA EDUCACIÓN

Los sistemas de educación más antiguos conocidos tenían dos características


comunes, enseñaban religión y mantenían las tradiciones de los pueblos. En
la antigua civilización Egipcia, las escuelas de los templos además de
principios religiosos, enseñaban matemáticas, escritura, ciencias y
arquitectura. En la antigua Grecia se instruía al pueblo sobre gimnasia,
música y matemáticas. Los sistemas de educación de los países occidentales
se derivan de esta civilización, en la que grandes personajes como Sócrates,
Platón, Aristóteles e Isócrates fueron los filósofos que influyeron en su
concepción educativa. En aquellos tiempos se preparaban a los jóvenes para
asumir cargos de liderazgo en las tareas de la Sociedad a través de la
enseñanza de todas las ramas de la filosofía y de la estética.

Las naciones de América Latina retomaron los modelos de Europa y Estados


Unidos en el establecimiento de su sistema escolar a principios del siglo XIX.

La pedagógica como movimiento histórico surge en la segunda mitad del


siglo XIX y se afianza en el siglo XX, justamente después de la Primera Guerra
Mundial. En aquellos tiempos hubo quienes se interesaron por estudiar
minuciosamente la metodología y el modelo educativo que en ese tiempo
imperaba.

Fue precisamente J.B. Watson (fundador del enfoque conductista) quien


consideró que la psicología para alcanzar un estatuto verdaderamente
científico no debía ocuparse del estudio de la conciencia, sino nombrar a la
conducta como su objeto de estudio… El planteamiento de Watson tuvo
buen acogimiento en los círculos académicos y logró su éxito cuasi
inmediato, sobre todo en los años veinte… algunos años después creció el
movimiento neoconductista con algunas derivaciones que disputaban la
supremacía académica, entre ellas el conductismo operante de Skinner
(Hernández, 1997).

Como bien lo dijera Hernández Hernández en la introducción de su libro


Psicología de la educación, corrientes actuales y teorías aplicadas, es verdad
que cuando un profesor imparte clases por primera vez es muy probable que
imite el comportamiento docente de quienes fueron sus profesores,
retomando a éstos como sus modelos tangibles del quehacer educativo sin
considerar que las teorías de la educación permitirían cumplir cabalmente
con los objetivo de la enseñanza.

Dentro de la educación hemos caminado por un sendero en el que, al igual


que en muchos otros aspectos de la vida, nuestros antepasados nos heredan
no sólo sus conocimientos, sino también su filosofía, sus costumbres y sus
formas particulares de realizar las cosas. De ahí que la educación se
promueva por caminos tradicionalistas que poco consideran los cambios
culturales y tecnológicos que permiten el progreso de las sociedades. Pero
para analizar este punto, examinemos primero cada uno de los paradigmas
que han surgido en el afán de construir una escuela renovada y que esté
acorde con los cambios que presenta la sociedad.
El Paradigma Conductista.
El conductismo es el paradigma que cuenta con mayor tradición dentro del
sistema educativo en México y se basa teóricamente en el esquema de
Estímulo-Respuesta para el estudio y descripción de la conducta observable.
En esta teoría, el alumno es concebido como un libro en blanco en el que se
deposita información que ha sido previamente programada por el profesor,
mismo que se encarga del arreglo de las contingencias de reforzamiento para
lograr la conducta deseada.

En la educación, son los principios del conductismo la mayor herencia que


recibimos como docentes e incluso como alumnos. Si el profesor no es
conductista desde un principio en sus clases, el estudiante seguramente no
cumplirá cabalmente con el contrato pedagógico que hayan conveniado. Es
verdad que si se analiza con mayor profundidad este paradigma, encontrará
seguramente más cosas buenas que malas, pero habría que agregarle, a mi
criterio, metodologías que otros modelos psicológicos de la educación
plantean para que éste sea más completo y permita al estudiante crecer en
otros aspectos, como el personal y social.

En este sentido, la teoría conductista resulta ineficiente y deficiente en el


plano teórico, por cuanto ve al alumno como un simple receptor de
información, sin preocuparse de forma profunda y esencial de los procesos
que intervienen en las asimilaciones del conocimiento.

El Paradigma Cognitivo.
A diferencia, el paradigma cognitivo, que vino a desplazar al conductismo,
enfoca su problemática en el estudio de las representaciones mentales. Éste
concibe como fundamental enseñar a los alumnos habilidades de aprender a
aprender y a pensar en forma eficiente, independiente del contexto
instruccional (Hernández, 1997).

La psicología cognitiva considera que los humanos seleccionan determinados


aspectos del ambiente, los relacionan con otra información existente en la
memoria y hacen finalmente algo como producto de ese procesamiento:
aprendizajes significativos. Es pues, en este paradigma donde la atención, la
memoria, la representación del conocimiento y el proceso del mismo son
fundamentales para potenciar el aprendizaje del estudiante dentro de un
modelo educativo.

El hecho de considerar de gran importancia los conocimientos previos del


alumno han permitido al sistema educativo crear personas más críticas y
reflexivas, pero aún dejan un segmento importante por atender: los procesos
integrales de la persona.

El Paradigma Humanista.
A mediados del siglo XX y como resultado de las condiciones sociales, surge el
paradigma Humanista que viene a llenar los huecos que dejaban los enfoques
conductista y cognitivista. Los supuestos teóricos de este paradigma giran en
torno de la autorrealización, la autoconsciencia y la responsabilidad de los
actos volitivos humanos (Hernández, 1997)
Con base en estos criterios, los humanistas retomaron del existencialismo la
idea de que el hombre es un ser libre, capaz de tomar sus propias decisiones
y de elegir su destino; por otro lado, de la fenomenología rescataron el hecho
de que al hombre se le considera como un ser subjetivo, que percibe y
comprende la realidad desde su particular punto de vista.

Desde el punto de vista de los humanistas la educación debiera estar


centrada en ayudar a los alumnos para que decidan lo que ellos son y lo que
ellos quieren llegar a ser. La Educación humanista se basa en la idea de que
todos los estudiantes son diferentes y los ayuda a ser más como ellos mismos
y menos como los demás. En este sentido se considera necesario ayudar a los
estudiantes a explorar y comprender más adecuadamente el conocimiento
de su persona y los significados de sus experiencias vivenciales (Hamachek,
1987).

Como lo señala González Garza en su libro El enfoque centrado en la persona,


este paradigma propone una educación más enfocada en el individuo, el cual
participa activamente en el proceso de su aprendizaje y desarrollo integral.
Esta educación parte de la base de confiar en el ser humano y su capacidad
innata para desarrollarse y realizarse.

Es así como una educación basada en el humanismo permite crear personas


con mayor valor de sí mismos y de sus semejantes. El educando despertará
su capacidad creadora, descubrirá su ser libre y comprenderá su propio
ambiente para comprometerse con él, pensando siempre en igualdad,
aprenderá que lo importante es quién es el otro y no lo que posee, por lo
tanto tomará conciencia de la verdadera dignidad del ser humano, lo cual lo
convertirá en un ser más justo.

El Paradigma Constructivista.
Por otro lado, Jean Piaget crea una teoría nueva que pretende responder una
sola interrogante ¿Cómo se pasa de un cierto nivel de conocimiento a otro de
mayor validez? Fueron más de cincuenta años de investigación los que
invirtió para constituir el paradigma que corresponde al tópico de la
adquisición del conocimiento en su sentido epistemológico, y que tiene
mayor influencia en el sector educativo en los últimos tiempos.

Los piagetianos otorgan al sujeto un papel activo en el proceso del


conocimiento. Supone que la información que provee el medio es importante
pero no suficiente para que el sujeto conozca. Por el contrario y de acuerdo
con los racionalistas, consideran que la información provista por los sentidos
está fuertemente condicionada por los marcos conceptuales que de hecho
orientan todo el proceso de adquisición de los conocimientos (Hernández,
1997).

Para el constructivismo si se otorgan los conocimientos acabados a los niños


éstos serán incapaces de elaborar sus propias ideas, las cuales aunque no
estén correctas en su totalidad, tendrán cierto valor funcional y formativo
que darán paso a lo que Piaget llama acomodación. Es decir, si como
docentes pedimos una sola respuesta en los exámenes o clases, que es la que
se encuentra en el libro que se analiza en clase, se estará limitando la
potencialidad que tienen los alumnos de participar activamente en la
construcción de su propio conocimiento, pues se estará inhibiendo la
búsqueda, la confrontación, el movimiento de ideas, la imaginación, la
hipótesis y el error.

De acuerdo con lo antes dicho, esta teoría discurre que el maestro no debería
enseñar, sino más bien propiciar situaciones para que el alumno construya
conocimientos (lógico-matemáticos) o los descubra (físico) de manera natural
y espontánea, como resultado de su propio nivel de desarrollo cognitivo
(Hernández, 1997).

El Paradigma Sociocultural.
El paradigma sociocultural es, en comparación con los anteriores revisados,
el de menos tradición en el campo educativo (al menos en occidente), lo cual
hace más difícil el análisis de su planteamiento psicoeducativo (Hernández,
1997).

La parte más trascendental de esta teoría es la aportación de Vigotsky sobre


el concepto de zona de desarrollo próximo, que ofrece el marco necesario
para el estudio de diversas facetas de la naturaleza humana, entre ellas, la
que dicta que la adquisición de conductas culturalmente adecuadas es un
proceso de interacción del niño con los adultos y es un proceso de
interacción y aculturación.
La enseñanza debe coordinarse con el desarrollo del niño (en sus dos niveles,
real y potencial, aunque sobretodo este último) para promover niveles
superiores de avance y autorregulación (Hernández, 1997).

Desde este punto de vista, la teoría vigotskiana concibe al alumno como una
persona que recibe información que ha sido regulada por otros para después
de interiorizarla hacer uso de ella o aplicarla de manera autorregulada. Así
mismo, el docente es concebido como un experto promotor de zonas de
desarrollo próximo y un experto en el dominio de la tarea, pero sobretodo
debe estar atento a los avances que el alumno presenta.

Concluimos que los paradigmas psicológicos de la educción son teorías


básicas y muy importantes que nos permiten como docentes coadyuvar en la
formación y en los diversos modos de aprendizaje del alumno. Todos han
aportado a una mejor comprensión del hecho educativo y a una práctica cada
vez más acorde con las exigencias del momento histórico.

Es erróneo educar considerando fines sociales, como simple rendimiento


escolar, la adaptación social o socialización, sin tener en cuenta el punto de
vista personal e individual, como también es erróneo lo contrario
(Hernández, 2005).

De esta frase aprendemos que si bien ninguno de los paradigmas tiene la


razón absoluta, lo que debemos tener en cuenta los docentes es cómo el
dominio de éstos permitirá profesionalizar el trabajo pedagógico, pues cada
una de las teorías aporta aspectos muy significativos que permiten
reflexionar nuestra docencia y el objetivo fundamental de la actividad que se
realiza con los alumnos en el salón de clases.

CONCLUSIONES
Es de vital importancia valorar cada una de las teorías aquí expuestas, de tal
forma que optemos por una de ellas como fundamentación científica de
nuestro quehacer profesional, o bien, retomar aspectos de una o varias que
nos lleve a la creación de nuestro propio modelo, pues no cabe duda que la
educación necesita de un nuevo paradigma que vaya acorde con las
necesidades de nuestra época, un paradigma que tenga un enfoque actual,
donde la educación va más allá del aula de clases en una sociedad globalizada
e interconectada por las tecnologías de la información. Un paradigma que
permita al ser humano desarrollar todas sus potencialidades y así tener la
oportunidad de “reconstruir” o crear una nueva sociedad más productiva,
equitativa y basada en la ética que permita el sano progreso de la misma.

BIBLIOGRAFÍA:

HERNÁNDEZ Rojas Gerardo. Módulo Fundamentos del Desarrollo de la Tecnología


educativa (Bases Psicopedagógicas). Coordinador: Frida Díaz Barriga Arceo. México:
Editado por ILCE- OEA 1997.

HERNÁNDEZ Hernández, Pedro. Psicología de la Educación (Quinta reimpresión). Editorial


Trillas, México 2005.

GONZÁLEZ Garza, Ana María. El Enfoque Centrada en la Persona: aplicaciones a la


educación. Editorial Trillas. México 1987.
HAMACHEK Don E.. Encounters with the Self (Tercera Edición). Editorial Books Squared,
Dallas, TX, U.S.A. 1987.

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