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Lengua y Literatura II

Lírica del Barroco

Luis de Góngora Mas no cabrás allá, que pues ha tanto


(1561-1627) Que comes de ti mesmo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.
A cierta dama que se dejaba vencer
Mientras Corinto, en lágrimas deshecho, A un sueño
La sangre de su pecho vierte en vano, Varia imaginación que, en mil intentos,
Vende Lice a un decrépito indïano A pesar gastas de tu triste dueño
Por cient escudos la mitad del lecho. La dulce munición del blando sueño,
¿Quién, pues, se maravilla deste hecho, Alimentando vanos pensamientos,
Sabiendo que halla ya paso más llano, Pues traes los espíritus atentos
La bolsa abierta, el rico pelicano, Sólo a representarme el grave ceño
Que el pelícano pobre, abierto el pecho? Del rostro dulcemente zahareño
Interés, ojos de oro como gato, (Gloriosa suspensión de mis tormentos),
Y gato de doblones, no Amor ciego, El sueño (autor de representaciones),
Que leña y plumas gasta, cient arpones En su teatro, sobre el viento armado,
Le flechó de la aljaba de un talego. Sombras suele vestir de bulto bello.
¿Qué Tremecén no desmantela un trato, Síguele; mostraráte el rostro amado,
Arrimándole al trato cient cañones? Y engañarán un rato tus pasiones
Dos bienes, que serán dormir y vello.
A los celos
¡Oh niebla del estado más sereno, Lope de Vega
Furia infernal, serpiente mal nacida! (1562-1635)
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno! A una dama que salió revuelta una mañana
¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno, Hermoso desaliño, en quien se fía
Que en vaso de cristal quitas la vida! cuanto después abrasa y enamora,
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida, cual suele amanecer turbada aurora,
De la amorosa espuela duro freno! para matar de sol al mediodía.
¡Oh celo, del favor verdugo eterno!, Solimán natural, que desconfía
Vuélvete al lugar triste donde estabas, el resplandor con que los cielos dora;
O al reino (si allá cabes) del espanto; dajad la arquilla, no os toquéis, señora,
tóquese la vejez de vuestra tía. si a cuenta dél mis lágrimas recibes.
Mejor luce el jazmín, mejor la rosa Mas ¿cómo me darás el bien que espero?,
por el revuelto pelo en la nevada si en darme males tan escaso vives
columna de marfil, garganta hermosa. que ¡apenas tengo cuantos males quiero!
Para la noche estáis mejor tocada;
que no anocheceréis tan aliñosa Soneto
como hoy amanecéis desaliñada. Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
Ir y quedarse, y con quedar partirse alentado, mortal, difunto, vivo,
Ir y quedarse, y con quedar partirse, leal, traidor, cobarde y animoso;
partir sin alma y ir con alma ajena, no hallar fuera del bien centro y reposo,
oír la dulce voz de una sirena mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
y no poder del árbol desasirse; enojado, valiente, fugitivo,
arder como la vela y consumirse satisfecho, ofendido, receloso;
haciendo torres sobre tierna arena; huir el rostro al claro desengaño,
caer de un cielo, y ser demonio en pena, beber veneno por licor süave,
y de serlo jamás arrepentirse; olvidar el provecho, amar el daño;
hablar entre las mudas soledades, creer que un cielo en un infierno cabe,
pedir pues resta sobre fe paciencia, dar la vida y el alma a un desengaño;
y lo que es temporal llamar eterno; esto es amor, quien lo probó lo sabe.
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia, Francisco de Quevedo
fuego en el alma, y en la vida infierno. (1580-1645)

Dulce desdén, si el daño que me haces A un hombre de gran nariz


Dulce desdén, si el daño que me haces Érase un hombre a una nariz pegado,
de la suerte que sabes te agradezco, Érase una nariz superlativa,
qué haré si un bien de tu rigor merezco, Érase una alquitara medio viva,
pues sólo con el mal me satisfaces. Érase un peje espada mal barbado;
No son mis esperanzas pertinaces Era un reloj de sol mal encarado.
por quien los males de tu bien padezco Érase un elefante boca arriba,
sino la gloria de saber que ofrezco Érase una nariz sayón y escriba,
alma y amor de tu rigor capaces. Un Ovidio Nasón mal narigado.
Dame algún bien, aunque con él me prives Érase el espolón de una galera,
de padecer por ti, pues por ti muero Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era; el que en todo es contrario de sí mismo!
Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera, Pedro Calderón de la Barca
Sabañón garrafal morado y frito. (1600-1681)

A una dama bizca y hermosa Cuentan de un sabio, que un día


Si a una parte miraran solamente Cuentan de un sabio, que un día
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran? tan pobre y mísero estaba,
Y si a diversas partes no miraran, que sólo se sustentaba
se helaran el ocaso o el Oriente. de unas yerbas que cogía.
El mirar zambo y zurdo es delincuente; «Habrá otro», entre sí decía,
vuestras luces izquierdas lo declaran, «más pobre y triste que yo?»
pues con mira engañosa nos disparan Y cuando el rostro volvió,
facinorosa luz, dulce y ardiente. halló la respuesta, viendo
Lo que no miran ven, y son despojos que iba otro sabio cogiendo
suyos cuantos los ven, y su conquista las hojas que él arrojó.
da a l’alma tantos premios como enojos.
¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista Hermosura
a que, siendo monarcas los dos ojos, Viendo estoy mi beldad hermosa y pura;
los llamase vizcondes de la vista? ni al rey envidio, ni sus triunfos quiero,
pues más imperio ilustre considero
Definición del amor que es el que mi belleza me asegura.
Es hielo abrasador, es fuego helado, Porque si el rey avasallar procura
es herida que duele y no se siente, las vidas, yo, las almas, luego infiero
es un soñado bien, un mal presente, con causa que mi imperio es el primero,
es un breve descanso muy cansado. pues que reina en las almas la hermosura.
Es un descuido que nos da cuidado, Pequeño mundo la filosofía
un cobarde con nombre de valiente, llamó la hombre; sin en él mi imperio fundo,
un andar solitario entre la gente, como el cielo lo tiene, como el suelo,
un amar solamente ser amado. bien puede presumir la deidad mía
Es una libertad encarcelada, que al que al hombre llamó pequeño mundo,
que dura hasta el postrero paroxismo; llamará a la mujer pequeño cielo.
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo. A la Muerte
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada ¡Oh tú, que estás sepultado
en el sueño del olvido, Si tanto bien nos limitas,
si para tu bien dormido, ¿para qué, di, nos incitas
pata tu mal desvelado! a aspirar a más y más,
Deja el letargo pesado, 5 si lo que despacio das
despierta un poco, y advierte tan de prisa nos lo quitas? 40
que no es bien que desa suerte Si te engaña el propio amor
duerma, y haga lo que hace para que no veas el daño,
quien está desde que nace la muerte, que es desengaño,
en los brazos de la muerte. 10 sirva de despertador.
Da lugar al pensamiento Hoy nace la tierna flor 45
para que discurra, y veas y hoy su curso se termina;
y que lo más que tú deseas todo a la muerte camina:
no es más que soplo de viento. la estatua del más bizarro,
No labres sin fundamento 15 como está fundada en barro,
máquinas de vanidad, la deshace cualquier china. 50
pues la mayor majestad ¿En qué piensas o a qué aspiras
en un sepulcro se encierra, cuando tras tu gusto vas,
donde dice, siendo tierra: pues dél no te queda más
«Aquí vive la verdad... 20 que enemigos que conspiras?
Mira cómo pasó ayer, Si es que adelante no miras, 55
veloz como tantos años: mira la vida pasada,
evidentes desengaños que si en tan corta jornada
del limitado poder. lo más pasa desa suerte,
Lo que fue dejó de ser, 25 hasta llegar a la muerte,
y no quedó dello más ¿qué te queda? Poco o nada. 60
del ha sido: tú, que vas Desde el nacer al morir
por este mundo inconstante, casi se puede dudar
mira que el que va adelante si el partir es el parar,
avisa al que va detrás. 30 o el parar es el partir.
Tu carrera has de seguir: 65
La corona y la tiara y pues con tal brevedad
que tanto el mundo estimó pasa la más larga edad,
¿qué se hizo?, ¿en qué paró ¿cómo duermes y no ves
sino en lo que todo para? que lo que aquí un soplo es
¡Oh mano del mundo avara! 35 es allá una eternidad? 70
Mira el tiempo volador oh frágil naturaleza!
cómo pasa, y considera La humildad y la grandeza
cómo va tras la carrera todo en nada se resuelve:
desde el menor al mayor. es de tierra y a ella vuelve,
El esclavo y el señor 75 y así, acaba en lo que empieza. 110
corren parejas iguales, ¿De qué te sirve anhelar,
que como nacen mortales, por tener y más tener,
iguales van a la hoya, si eso en tu muerte ha de ser
de cuya deshecha Troya fiscal que te ha de acusar?
aún no quedan la señales. 80 Todo acá se ha de quedar; 115
La juventud más lozana y pues no hay más que adquirir
¿en qué paró?, ¿qué se hizo? en la vida que el morir,
Todo el tiempo lo deshizo la tuya rige de modo,
y anocheció su mañana, pues está en tu mano todo,
la muerte siempre es temprana 85 que mueras para vivir. 120
y no perdona a ninguno:
goza del tiempo oportuno, Sor Juana Inés de la Cruz
granjea con tu talento, (1648-1995)
que aquí dan uno por ciento
y allí dan ciento por uno. 90 Amor empieza por desasosiego
¿Qué eternidades te ofrece Amor empieza por desasosiego,
la más dilatada vida, solicitud, ardores y desvelos;
pues que apenas es venida crece con riesgos, lances y recelos;
cuando se desaparece? susténtase de llantos y de ruego.
Hoy piensas que te amanece 95 Doctrínanle tibiezas y despego,
y es el día de tu ocaso. conserva el ser entre engañosos velos,
¡Término breve y escaso! hasta que con agravios o con celos
Mas ¿qué mucho, si volando apaga con sus lágrimas su fuego.
te va la muerte buscando Su principio, su medio y fin es éste:
cuando tú vas paso a paso? 100 ¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
La dama más celebrada, de Celia, que otro tiempo bien te quiso?
lazo en que todos cayeron, ¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
ella y ellos, di, ¿qué fueron Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino tierra, polvo y nada? sino que llegó el término preciso.
¡Oh limitada jornada, 105
Con el dolor de la mortal herida con falsos silogismos de colores
Con el dolor de la mortal herida, es cauteloso engaño del sentido;
de un agravio de amor me lamentaba, éste, en quien la lisonja ha pretendido
y por ver si la muerte se llegaba excusar de los años los horrores,
procuraba que fuese más crecida. y venciendo del tiempo los rigores
Toda en el mal el alma divertida, triunfar de la vejez y del olvido,
pena por pena su dolor sumaba, es un vano artificio del cuidado,
y en cada circunstancia ponderaba es una flor al viento delicada,
que sobraban mil muertes a una vida. es un resguardo inútil para el hado:
Y cuando, al golpe de uno y otro tiro es una necia diligencia errada,
rendido el corazón, daba penoso es un afán caduco y, bien mirado,
señas de dar el último suspiro, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
No sé con qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: qué me admiro? Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba
Quién en amor ha sido más dichoso? Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? que con palabras no te persuadía,
En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? que el corazón me vieses deseaba;
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento y Amor, que mis intentos ayudaba,
poner bellezas en mi entendimiento venció lo que imposible parecía,
y no mi entendimiento en las bellezas? pues entre el llanto que el dolor vertía,
Yo no estimo tesoros ni riquezas; el corazón deshecho destilaba.
y así, siempre me causa más contento Baste ya de rigores, mi bien, baste,
poner riquezas en mi pensamiento no te atormenten más celos tiranos,
que no mi pensamiento en las riquezas. ni el vil recelo tu quietud contraste
Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades, con sombras necias, con indicios vanos:
ni riqueza me agrada fementida, pues ya en líquido humor viste y tocaste
teniendo por mejor, en mis verdades, mi corazón deshecho entre tus manos.
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

Éste que ves, engaño colorido


Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,

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