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Resumen
Dentro de los repertorios de acción del movimiento de pobladores, sobresalen
las formas en que estos actores urbanos se relacionaron con organismos
políticos durante la búsqueda de solución a su problema habitacional. Este
artículo propone un análisis de las relaciones socio-políticas que sostuvieron
los pobladores del Nueva La Habana con el MIR entre 1970-1973, postu-
lando que aquellos vínculos marcaron una dinámica social-política oscilante
entre la búsqueda de una asistencia habitacional y la influencia política de
un movimiento revolucionario que recién se vinculaba con los pobladores.
En esta línea, se postula que la construcción identitaria de los pobladores de
Nueva La Habana se puede entender a partir de una conducta pragmática
en la experiencia política que vivieron con los dirigentes del MIR, constitu-
yendo un sello identitario sustancial, que abre una perspectiva histórica para
comprender la conducta social-política de los pobladores durante la segunda
mitad del siglo XX y el Chile actual.
Palabras clave: Movimiento de pobladores, Campamento Nueva La
Habana, MIR, experiencia política.
“We, the squatters, did not belong to the MIR – we were there
because our necessity of dwelling”: Squatters of the squatter
settlement Nueva La Habana and the MIR, 1970-1973
Abstract
In histories of action of the squatters’ movement, we can highlight the
ways in which these urban actors related to political organisms looking for
a solution to their housing problem. This article proposes an analysis of the
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socio-political relations among the squatters of New Havana and the MIR
between 1970-1973, postulating that those links marked an oscillating
social-political dynamics between the search for a housing assistance and
the political influence of a revolutionary movement that was linked with the
squatters. In this sense, it is postulated that the identity construction of the
inhabitants of Nueva La Habana can be understood from a pragmatic behavior
in the political experience they lived with MIR’s leaders, constituting a subs-
tantial identity character that opens a historical perspective for understanding
the social-political behavior of the squatters during the second half of the
Twentieth Century and today in Chile.
Keywords: Movement of squatters, New Havana squatter settlement, MIR,
political experience.
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3 La creciente promoción de las tomas de sitios influidas por el MIR, fue efecto de una reor-
ganización de bases y repertorios de acción que iniciaron los dirigentes del Movimiento en
junio de 1967, bajo una nueva orientación liderada por la generación “no tradicional” del
MIR. Desde sus inicios, en 1965, el MIR agrupó a diversos dirigentes políticos tradicionales
que pretendieron desvincularse de las izquierdas institucionales, y crear un movimiento rup-
turista. Dentro de su orgánica coexistieron distintas líneas ideológicas, entre ellas, trotskistas,
comunistas, maoístas y socialistas, que mantuvieron divisiones internas, complejizando los
niveles de cohesión. La “joven generación” se distinguió de la “vieja generación” por ser
un grupo de jóvenes desvinculados de las Juventudes Comunistas y Socialistas en los años
sesenta. Entre 1967 y 1974, el MIR fue dirigido por Miguel Enríquez, uno de los jóvenes
de esta nueva generación que redefinió las líneas teóricas y estratégicas del movimiento
revolucionario, impulsando la acción directa y la influencia política en las masas sociales,
es decir, en trabajadores, estudiantes y pobladores. Ver al respecto, Eugenia Palieraki, ¡La
revolución ya viene! El MIR chileno en los años sesenta, LOM, Santiago, 2014.
4 En su Declaración de Principios expusieron que “Las directivas burocráticas de los partidos
tradicionales de la izquierda chilena defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez
de luchar por el derrocamiento de la burguesía, se limitan a plantear reformas al régimen
capitalista, en el terreno de la colaboración de clases, engañan a los trabajadores con una
danza electoral permanente, olvidando la acción directa y la tradición revolucionaria del
proletariado chileno. Incluso, sostienen que se puede alcanzar el socialismo por la “vía pa-
cífica y parlamentaria”, como si alguna vez en la historia de las clases dominantes hubieran
entregado voluntariamente el poder”. El MIR rechaza la teoría de la “vía pacífica” porque
desarma políticamente al proletariado y por resultar inaplicable, ya que la propia burguesía
es la que resistirá, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar
pacíficamente el poder. Reafirmamos el principio marxista-leninista de que el único camino
para derrocar al régimen capitalista es la insurrección armada”, septiembre, 1965. En http://
chilemir.tripod.com/principios.html Revisado el 15-II-2016.
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En este contexto, las tomas de sitios pasaron a ser escenarios cada vez
más complejos, pues el gobierno y los partidos políticos las percibieron, por
una parte, como movilizaciones legítimas y focos de cooptación, en una ló-
gica de mecanismos de presión y negociación y, por otra, como fenómenos
urbanos ilegales e incontrolables que debían ser reprimidos. Castells llamó
a esta dialéctica “integración-represión”, dentro de la que fueron represen-
tativas dos tomas de terreno a nivel nacional, y cuyos desenlaces se dieron
con enfrentamientos armados, una de ellas en Concepción y otra en Puerto
Montt.5 Ante los actos represivos desencadenados, las izquierdas instituciona-
5 Entre el 4 y 8 de marzo de 1969, 91 familias sin casa de Puerto Montt, apoyados por el
ex diputado socialista Luis Espinoza, se tomaron un terreno eriazo ubicado en el sector de
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La nueva dirigencia del MIR tuvo que discutir necesariamente dos materias:
una fue la decisión de seguir una vía pacífica o una vía armada para concretar
la revolución y, la otra, apoyar o no la candidatura de Salvador Allende en
la coyuntura eleccionaria. Ambas estaban estrechamente vinculadas, puesto
que el debate giró en torno a tomar el poder por las armas, o por las urnas.
En el documento “Elecciones, no; lucha armada único camino”, redactado
por Miguel Enríquez, el MIR llamó a las masas a no votar en las elecciones
presidenciales, afirmando:
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Sin embargo, durante julio del mismo año, el MIR llegó a un acuerdo con
Allende en el que se pactó un alto a los atentados y a la actividad armada
del movimiento, para no perjudicar la campaña electoral de aquel candidato
socialista, pues frente a las movilizaciones izquierdistas, surgieron discursos
que pretendieron invalidar la candidatura política de la UP (Punto Final, 21-
VII-1970).
7 Ver documento “El MIR y el triunfo de Salvador Allende”, Declaración pública, septiembre
de 1970, en Archivo Chile, CEME, p. 2.
8 Ibíd., p. 3.
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Esta toma de terreno se realizó durante varios días que, entre desalojos e
ir y venir de familias al lugar, finalmente, se estableció en la madrugada del 26
de enero de 1970, representando una acción directa promovida por el MIR,
bajo su estrategia de movimiento de masas en alianza con los pobladores.
Sobre la ocupación, Punto Final, una revista que cubrió las manifestaciones de
las izquierdas revolucionarias y se mantuvo más bien crítica de las institucio-
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Según Punto Final, los pobladores del campamento ‘26 de enero’ “se han
dado una organización que quizás haga escuela en el futuro. La base de esa
organización son las milicias populares” (Punto Final, 31-III-1970). De manera
similar lo propone Boris Cofré, respecto al posterior campamento Nueva La
Habana en La Florida, afirmando: “el campamento ‘26 de enero’ es un ante-
cedente fundamental de la experiencia del Nueva La Habana” (2007: 50). Este
sistema de vigilancia y protección habría adquirido una orientación diferente a la
que tuvieron las guardias que hasta entonces habían practicado los pobladores,
pues con la influencia política del MIR desde 1970, la formación de milicianos
ahora tendría un enfoque revolucionario, con alto nivel de militarización, por
ende, con tácticas de autodefensa y uso de armas especializado.
Uno de los pocos medios que difundió las discusiones del encuentro,
fue el diario Las Noticias de la Última Hora, el que anunció “Los sin casa
de Santiago hacen oír su protesta”. Según este medio, los pobladores del
campamento ‘26 de enero’ manifestaron:
9 Las tomas de sitios eran procesos con una larga trayectoria, prácticamente, surgían al mismo
tiempo que se fundaban las ciudades. Eso sí, desde mediados del siglo XX se intensificaron,
teniendo un eje central importante en la toma de “La Victoria” en 1957. Durante el año 1970,
la prensa informó sobre variadas tomas de terrenos, la mayoría de ellas en Santiago. Si bien
el campamento ‘26 de enero’ marcó un punto de inflexión durante el año, las ocupaciones
espontáneas venían sucediéndose con fuerza previamente. Ver “Chillán: Violencia policial
contra pobladores”, Punto Final, 6-I-1970: 28. “Se tomaron terreno”, Clarín, 1-II-1970: 8.
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El Congreso fue convocado por un órgano específico del MIR, que se creó
especialmente para movilizar a los pobladores; el Movimiento de Pobladores
Revolucionario (MPR), éste se subordinó a la Jefatura Provincial Revolucionaria
(JPR), una dirección creada durante el Congreso. Víctor Toro, dirigente del
MPR, dio un discurso en la inauguración del Congreso, expresando:
Con esta reunión, que agrupó a los pobladores y dirigentes del MPR,
quedó establecida una concepción respecto al problema habitacional, pero
más que definir una posición por la lucha de la vivienda, se trazaron las líneas
que guiarían la construcción de un sujeto nuevo, organizado y disciplinado,
que debía expandir su movimiento, y que era −por sobre todo− revolucionario
y defendía la vía armada. En este sentido, y como propone Vicente Espinoza,
“En términos de contenidos, el aspecto más relevante de este congreso fue
la afirmación de la lucha armada como única alternativa para Chile. La lucha
de los sin casa quedaba integrada y hasta subordinada a ese objetivo” (1988:
304). Comenzaba a concretarse una lucha que no se enfocaba de lleno en
resolver el problema de la vivienda, sino más bien en un movimiento amplio
y generalizado, que buscó terminar con la desigualdad social y los problemas
que afectaban a una diversidad de actores que poco se relacionaban con
el problema habitacional, como el caso de trabajadores y estudiantes. Sin
embargo, a través de la afirmación de Víctor Toro, se puede apreciar desde
ya la difusión de esta consigna generalizada: “Este frente de clase deberá
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A medida que pasaban los meses, las tomas de sitios aumentaban y con
ellas las alianzas entre pobladores y organismos políticos. La prensa informaba
frecuentemente sobre ocupaciones de terrenos eriazos de diversa propiedad,
dentro de ellas interesan las tomas de “Ranquil”, “Elmo Catalán” y “Magaly
Honorato”, pues en éstas participó el MIR y, fueron las que en noviembre de
1970 conformaron el campamento Nueva La Habana, en la actual comuna
de La Florida. En regiones también hubo tomas de sitios, como la toma del
campamento “Lenin” en Talcahuano, en la que también participó el MIR
(Punto Final, 26-V-1970).
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11 Este acontecimiento fue relatado por Uberlinda Torres, una ex pobladora del campamento
Nueva La Habana, quien contó que frente a la suspensión municipal del retiro de basuras
en el campamento, los pobladores recogieron sus desechos y fueron a dejarlos a la casa del
ex alcalde, mientras protestaban: ¡Mierda o muerte!”. Este suceso también fue constatado
por El Rebelde, 5-X-1971: 3.
12 El acontecimiento del 26 de julio de 1953 fue un profundo fracaso, puesto que los revolu-
cionarios tuvieron que detener el asalto ante el atrincheramiento de los oponentes, que se
encontraban al interior del recinto con una evidente superioridad armamentística. Aun así,
este evento denominó al movimiento revolucionario cubano, conocido después como el M26.
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Borja”, para adquirir mayor visibilidad y ser atendidos por las autoridades.
(Clarín, 18-VIII-1970). En paralelo, un grupo de pobladoras se instaló en las
afueras del Congreso Nacional y comenzó una huelga de hambre, con el fin
de increpar a los parlamentarios por promesas habitacionales incumplidas:
“Estamos luchando y vamos a seguir en la pelea aunque nos muramos,
porque nuestro grito de guerra lo trajimos para acá: Casa o Muerte” (Punto
Final, 1-IX-1970). En esta protesta participaron algunas pobladoras que
posteriormente llegarían al campamento Nueva La Habana, entre ellas, “38
mujeres de los campamentos Ranquil, 26 de julio, La Unión, Elmo Catalán y
Rigoberto Zamora” (Las Noticias de la Última Hora, 18-VIII-1970).
“un plan de trabajo para ser aplicado a partir de este momento. El primer
punto es la discusión y elaboración de plataformas reivindicativas en
cada frente, junto con el estudio del programa de la Unidad Popular y la
organización de comités de defensa del triunfo. Se estima que este será
el principal papel a cumplir por las milicias” (Punto Final, 27-X-1970).
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Otro caso fue el de Dina del Carmen, para quien el aspecto personal era
el único presente, más allá de cualquier consideración política:
16 Según Sebastián Leiva eran 1.536 familias, revisar en “De la toma de terrenos a la toma
del poder: el campamento ‘Nueva La Habana’ y una nueva óptica para la movilización
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que vivían 63 familias y un sitio era destinado a sede social” (Garcés, 2003).
Algunos pobladores recuerdan que habían 65 o 66 sitios de 3x5 mts., y la
mayoría coinciden en que se trazaron 24 manzanas ordenadas con letras
desde la “A” a la “H”, y cada una tenía una directiva respectiva, compuesta
de tres delegados. Según Uberlinda, el nombre que dieron al nuevo campa-
mento se eligió, mediante
poblacional”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades, N°6, primavera, 2002, pp.
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Otros frentes de acción fueron los de salud, áreas verdes, madres, bom-
beros, construcción, cultural y comercio. Sin embargo, aquella estructura
organizativa no se articuló desde un principio, pues los dos a tres primeros
meses, los pobladores se ocuparon de construir sus mediaguas, emparejar
terreno, conectarse a la luz de la calle central, en definitiva, instalarse ade-
cuadamente y provistos de los servicios básicos a los que podían acceder. Por
tanto, en este período de instalación fue más urgente construir que organizar,
“lo que debilitó la participación de éstos (los pobladores) en las organizaciones
comunitarias” (Cofré, 2007: 113). De esta manera, los primeros meses del
año 1971 se inició aquella forma de organización poblacional, que además
se caracterizó por ser sectorial y funcional, comprendiendo a los frentes
mencionados, y por otra parte, se compuso de una instancia territorial, que
se encargó de organizar a las agrupaciones de la manzana, la asamblea
general, el directorio y la jefatura.
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(Cofré, 2007: 160). También existió enseñanza para adultos, la que se impartía
por las noches y se enfocaba especialmente en la alfabetización de varios po-
bladores del campamento: para esto se creó una Comisión de Alfabetización.
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Pocos días después del Golpe de Estado, las FF.AA. ingresaron violen-
tamente al campamento Nueva La Habana, allanando las viviendas de los
pobladores, deteniendo a varios hombres y atemorizando con disparos al
aire. Alejandro Villalobos, el “Mickey”, abandonó el campamento por su
propia seguridad antes que llegaran a allanar el lugar los militares, entrando
en la clandestinidad hasta 1975. Cuando estaba refugiado en Viña del Mar
y, en una emboscada, agentes de la DINA lo asesinaron. Por su parte, los
demás dirigentes que se quedaron en el campamento, fueron detenidos y
trasladados a distintos centros de detención que ocuparon los militares, entre
ellos el Regimiento de Puente Alto y el Estadio Nacional (Cofré, 2007: 226).
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“Hay que crear los Consejos Comunales donde participen los po-
bladores y también los obreros, campesinos, estudiantes y soldados
de cada sector. Que sean ellos los que decidan las políticas y no los
alcaldes y autoridades que no nos representan… Además se han fijado
nuevas metas. Aún falta solucionar el problema de la pavimentación,
locomoción y una escuela adecuada. Las casas todavía no han sido
entregadas” (El Rebelde, 15-II-1972).
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en poco más del 50% de los votos emitidos. La otra mitad se constituyó de
las listas de la UP y los independientes, agrupando a un número importante
de pobladores. Aunque las ideas izquierdistas, reunidas en las listas del MIR
y la UP, alcanzaron cerca de un 85% de los votos en Nueva Habana, es
necesario considerar que entre ambos organismos políticos no existió una
unidad absoluta, sobre todo en términos de la práctica política de cada uno,
la que estuvo claramente diferenciada entre una vía armada y otra pacífica
para implantar el socialismo.
Por otra parte, el grupo independiente que se presentó con una lista a las
elecciones, evidenció diferencias políticas dentro del campamento, generando
situaciones de conflicto entre los propios pobladores, y manifestando que al
interior de Nueva La Habana no existía una unidad política inquebrantable.
Al respecto, en un testimonio rescatado por Boris Cofré, un poblador explicó:
“No había solamente gente del MIR, también hubo gente de la VOP,
gente democratacristiana, gente del Partido Socialista, si aquí llegó de
todo… No podemos decir que aquí llegaron sólo los miristas. Habían
de diferentes posiciones, como gente que no tenía ni puta idea de
política, ni de nada, solamente quería tener su casa, una casa digna…”
(Entrevista personal, Uberlinda Torres, IX-2016).
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“No éramos del MIR los pobladores, nosotros estábamos por una
necesidad que era la vivienda, pero nos gustaba el régimen que tenía
el MIR de organización… Yo nunca participé en el MIR, a lo mejor a
mí me quedó mi proceso porque era muy lola… yo me eduqué aquí,
me dieron la oportunidad de aprender, fui la partera y enfermera de
mi sector” (Entrevista personal, Uberlinda Torres, IX-2016).
Uberlinda agregó que cuando iban a las marchas a protestar por la vivienda
para agilizar la construcción de éstas, llevaban a los niños y ellos gritaban:
“MIR, MIR, MIR!”, pero que “los niños lo hacían y gritaban porque los papás lo
hacían, repetían ellos, pero nunca se les enseñó… Ellos se sabían las consignas
de memoria, unas cagaítas chicas gritando…” (Entrevista personal, Uberlinda
Torres, IX-2016). Si bien, se puede proponer que la influencia política del
MIR en el campamento Nueva La Habana alcanzó un nivel de penetración,
es fundamental comprender cuáles fueron las razones que motivaron a los
pobladores para adherir al Movimiento.
La alianza que formó el MIR con los pobladores desde 1969, cuando
el Movimiento reestructuró sus bases e inició el movimiento de masas, se
constituyó de varios elementos que estimularon el encuentro entre estos
actores. Como se mencionó en la primera parte de este artículo, la acción
movilizadora de masas que emprendió el MIR tuvo un propósito específico,
que fue, primero, iniciar una agitación de los sectores populares como obre-
ros, campesinos, estudiantes y pobladores, y, segundo, crear una cohesión
ideológica-política entre estos grupos, ambos objetivos concebidos como
estrategias que los condujeran más rápida y eficazmente a la revolución
socialista en Chile.
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habían sido acogidas eficazmente por el Estado, por tanto, la alianza con
el MIR significaba una excelente oportunidad para visibilizar el problema
habitacional que afectaba a los pobladores desde hacía 20 años. Como
propone Palieraki, “difícilmente se puede afirmar que fuera una supuesta
tendencia innata de las capas populares al socialismo y a la revolución
armada lo que les condujo directamente al MIR” (Palieraki, 2014: 274).
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Referencias bibliográficas
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b) Entrevistas
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Poblador ex Campamento Nueva La Habana José Gutiérrez, XII-2015.
Pobladora ex Campamento Nueva La Habana, Irma Mella, III-2016.
Poblador ex Campamento Nueva La Habana, Tomás Ireland, III-2016.
Pobladora ex Campamento Nueva La Habana, Uberlinda Torres, IX-2016.
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