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Las garantías religiosas consisten en la acción doctrinal y social de las diversas religiones como
instrumento puesto al servicio de la liberación del hombre.
Coincidencia doctrinal
En el fondo del mensaje religioso de todas las grandes religiones existentes (cristianismo,
judaísmo, mahometismo, budismo, confucionismo, hinduismo...) existe una referencia central a la
dignidad de la persona humana y de realización de lo humano. Por tanto se puede afirmar que
doctrinalmente todas las religiones defienden los Derechos Humanos.
Las religiones, en cuanto que sistemas de poder social institucionalizado, han cumplido
históricamente, y siguen cumpliendo, una doble función social: en unos casos, una función de
garantía de los Derechos Humanos y una función, y en otros casos, de negación de los Derechos
Humanos.
En el primer caso se pueden situar aquellas actuaciones religiosas que, a partir de una
interpretación liberadora de las doctrinas religiosas, se opone a aquellas formas de poder social
que niegan la dignidad de la persona humana.
En el segundo caso se pueden situar aquellas formas de actuación religiosa que, a partir de una
interpretación alienante de las doctrinas religiosas se asocian o colaboran con los poderes sociales
dominantes - especialmente colaborando con el poder del Estado al servicio de intereses
hegemónicos que suponen la negación de la dignidad de la persona humana.
-Autocrítica como presupuesto para el diálogo religioso. En virtud de ese diálogo se trata de evitar
que, en nombre de las religiones se sigan conculcando los derechos del hombre, se fomente la
violencia y el odio, se desvirtúe la paz y se extienda la destrucción.
-La educación del hombre para la humanidad y para la paz exige a las religiones un compromiso de
acción.
-Posibilidad de fundamentar la humanidad desde las respectivas tradiciones religiosas.
El Pluralismo se refiere a la concepción de una relación pacífica entre las diferentes religiones de
nuestro país; este no pretende que todas las religiones sean iguales. El verdadero pluralismo
reconoce la diversidad, la diferencia, el derecho a pensar de otra manera, la alteridad. Por eso
acepta que distintas religiones tengan pretensiones diferentes de verdad. En este sentido, el
verdadero pluralismo religioso se opone tanto a la imposición violenta de una religión como al
intento de reducir todas las religiones a un mínimo común a todas ellas. El concepto de pluralismo
religioso no se refiere sólo a la presencia de diferentes movimientos religiosos sino también a la
aceptación legal y social de los mismos. En ese sentido, sólo puede hablarse de pluralismo
religioso en Colombia a partir de la constitución de l99l, y eso en el campo legal y con deficiencias.
En esta Constitución se reconoce la diversidad de creencias religiosas y se protege a las personas e
instituciones en la realización de sus cultos.
La segunda tiene que ver con la construcción de las sociedades modernas en las que los derechos
humanos y las libertades civiles encuentren su puesto central y no permanezcan en la periferia de
las prioridades del Estado. En esta línea es primordial que la conciencia cívica de la diversidad
cultural y del pluralismo religioso constituya un elemento esencialmente positivo. Es un reto
frontal que conduce a tejer con arte y sabiduría, conocimiento y empeño las diferencias en el seno
de nuestras sociedades. Y las diferencias, lejos de ser un obstáculo infranqueable, se deben
transformar en dinamismo social
El tercer motivo del por qué el debate de hoy es importante se debe a la necesidad y urgencia en
muchas sociedades actuales para pasar de ser súbditos a ser ciudadanos. Ciudadanos libres con los
derechos y deberes constitucionales. Por encima de toda etiqueta étnica, tribal, de origen, color,
social, religiosa, lingüística, cultural. En la práctica será casi imposible que las personas que viven
dentro de las fronteras geográficas de un Estado tengan los mismos derechos y las mismas
libertades, si son discriminadas o se sienten discriminadas viendo lo que está escrito en la
Constitución.
LIBERTAD DE CULTO
Este concepto va más allá de la simple tolerancia religiosa que permite, como una concesión
graciable, el ejercicio de religiones distintas a la oficial, en situaciones de confesionalidad del
Estado propias del Antiguo Régimen. En las democracias modernas generalmente el Estado
garantiza la libertad religiosa a todos sus ciudadanos, pero en la práctica la elección del credo está
dada generalmente por costumbres familiares y sociales, asociándose frecuentemente ciertas
sociedades a ciertas religiones. Además las situaciones de discriminación religiosa o intolerancia
religiosa siguen siendo muy frecuentes en distintas partes del mundo, registrándose casos de
intolerancia, preferencia de una religión por sobre otras y persecución a ciertos credos.
ESTADO LAICO
Un Estado que se define como ontológicamente pluralista en materia religiosa y que además
reconoce la igualdad entre todas las religiones no puede al mismo tiempo consagrar una religión
oficial o establecer la preeminencia jurídica de ciertos credos religiosos. Es por consiguiente un
Estado laico. Admitir otra interpretación sería incurrir en una contradicción lógica. Por ello no era
necesario que hubiese norma expresa sobre la laicidad del Estado. El país no puede ser
consagrado, de manera oficial, a una determinada religión, incluso si ésta es la mayoritaria del
pueblo, por cuanto los preceptos constitucionales confieren a las congregaciones religiosas la
garantía de que su fe tiene igual valor ante el Estado, sin importar sus orígenes, tradiciones y
contenido. Las definiciones constitucionales sobre la estructura del Estado, y en este caso
particular, sobre la laicidad del Estado y la igualdad entre las confesiones religiosas, no pueden ser
alteradas por los poderes constituidos sino por el propio constituyente. Pero ello no significa que
estos poderes no puedan tomar decisiones, con base en el predominio de las mayorías, en otros
campos, puesto que ello es inherente a la dinámica democrática.
RELIGION EN COLOMBIA
Aunque la constitución colombiana de 1991 garantiza la libertad de culto y la igualdad de todas las
creencias ante la ley y no declara oficial ninguna religión, el culto predominante en Colombia es el
cristianismo y la principal confesión mayoritaria es el catolicismo (rito latino), se estima que 93%
de la población nacional se declara o está registrada como católicos, aunque dentro de esa misma
población se pueden contar grupos de indiferentes religiosos. Estas cifras toman en cuenta el
porcentaje de bautismos católicos, que no necesariamente refleja el número de creyentes.
La iglesia evangélica con mayor número de miembros es la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia,
con más de 3.000 congregaciones y presencia en todos los departamentos del país. Otra parte de
la población pertenece a religiones como los Testigos de Jehová, Adventistas, Mormones,
Unitarios Universalistas. También se encuentran pequeñas representaciones de las otras grandes
religiones monoteístas: musulmanes y judíos, además de sectas y grupos de origen budista y
taoísta.
Hoy se ha abierto la posibilidad para una gran diversidad de creencias, incluida la actividad de los
ateos que en 2001 realizaron, en Bogotá, el Primer Congreso Mundial de Ateos.
La Constitución reconoce el derecho a la libertad de culto; además, otras leyes y políticas han
contribuido a la libre práctica de la religión en general.
Esto dio pie a que a partir de 1991 se diera una activa participación política de parte de grupos
evangélicos, que llegaron a poner a varios de sus pastores en cargos de representación en
instituciones como El Congreso de la República o los concejos municipales. Quienes han analizado
dicha participación se refieren a la reproducción de los antiguos lazos clientelares que antes
utilizaban con frecuencia en ciertas zonas rurales de Colombia, por parte del clero católico para
promover el voto hacia ciertos candidatos que decían ofrecer garantías a la Iglesia Católica. Entre
el cristianismo protestante se promovió, así la organización de partidos confesionales que basaban
su éxito en el clientelismo religioso, combinando efectivamente la predicación religiosa con la
propaganda política.
En la actualidad y a raíz de continuas reformas políticas que han aumentado el mínimo de votos
para que las diferentes organizaciones conserven su personería jurídica, no existen partidos
confesionales en Colombia, de tal manera que los cristianos católicos y no católicos, que tienen un
liderazgo político participan en diferentes partidos y movimientos políticos.
El carácter más extendido de una determinada religión no implica que ésta pueda recibir un
tratamiento privilegiado de parte del Estado, por cuanto la Constitución de 1991 ha conferido
igual valor jurídico a todas las confesiones religiosas, independientemente de la cantidad de
creyentes que ésta tengan. Se trata de una igualdad de derecho, o igualdad por nivelación o
equiparación, con el fin de preservar el pluralismo y proteger a las minorías religiosas.
La Constitución de 1991 establece el carácter pluralista del Estado social de derecho colombiano,
del cual el pluralismo religioso es uno de los componentes más importantes. Igualmente, la Carta
excluye cualquier forma de confesionalismo y consagra la plena libertad religiosa y el tratamiento
igualitario de todas las confesiones religiosas, puesto que la invocación a la protección de Dios,
que se hace en el preámbulo, tiene un carácter general y no referido a una iglesia en particular.
Esto implica entonces que en el ordenamiento constitucional colombiano, hay una separación
entre el Estado y las iglesias porque el Estado es laico; en efecto, esa estricta neutralidad del
Estado en materia religiosa es la única forma de que los poderes públicos aseguren el pluralismo y
la coexistencia igualitaria y la autonomía de las distintas confesiones religiosas.
ARTÍCULO 2o. Ninguna Iglesia o confesión religiosa es ni será oficial o estatal. Sin embargo, el
Estado no es ateo, agnóstico, o indiferente ante los sentimientos religiosos de los colombianos.
El Poder Público protegerá a las personas en sus creencias, así como a las Iglesias y confesiones
religiosas y facilitará la participación de éstas y aquéllas en la consecución del bien común. De
igual manera, mantendrá relaciones armónicas y de común entendimiento con las Iglesias y
confesiones religiosas existentes en la sociedad colombiana.
ARTÍCULO 3o. El Estado reconoce la diversidad de las creencias religiosas, las cuales no
constituirán motivo de desigualdad o discriminación ante la ley que anulen o restrinjan el
reconocimiento o ejercicio de los derechos fundamentales.
Todas las confesiones religiosas e Iglesias son igualmente libres ante la Ley.
ARTÍCULO 4o. El ejercicio de los derechos dimanantes de la libertad religiosa y de cultos, tiene
como único límite la protección del derecho de los demás al ejercicio de sus libertades públicas y
derechos fundamentales, así como la salvaguarda de la seguridad, de la salud y de la moralidad
pública, elementos constitutivos del orden público, protegido por la ley en una sociedad
democrática.
El derecho de tutela de los derechos reconocidos en esta Ley Estatutaria, se ejercerá de acuerdo
con las normas vigentes.
ARTÍCULO 5o. No se incluyen dentro del ámbito de aplicación de la presente Ley las actividades
relacionadas con el estudio y experimentación de los fenómenos psíquicos o parapsicológicos; el
satanismo, las prácticas mágicas o supersticiosas o espiritistas u otras análogas ajenas a la religión.