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LA GUERRA FRÍA: LA COEXISTENCIA PACÍFICA 1955-1962

Jruschov propició una nueva política exterior que denominó de “coexistencia pacífica” con el bloque
occidental. La URSS rechazaba el recurso a las armas para extender la revolución comunista y la idea
de que la guerra con el capitalismo era inevitable. En adelante, los bloques debían coexistir
pacíficamente, centrando su competencia en el terreno económico, más que en el militar. Esta
búsqueda de la coexistencia no impidió a Jruschov afirmar de forma brutal la hegemonía soviética
en los países de su bloque.

La intervención militar en Hungría en 1956, que comentamos en extenso en otro tema, fue el mejor
ejemplo de esta actitud. Dos factores explican el giro en la política soviética como fue la convicción,
totalmente errónea, de que el sistema comunista superaría económicamente al decadente sistema
capitalista. El “equilibrio del terror”, es decir, la situación creada tras la conversión de la URSS en
potencia atómica y el rearme acelerado de ambas potencias. Había una certeza general de que una
guerra entre las superpotencias llevaría a la mutua destrucción. Se inició un período que los
periodistas denominaron de “deshielo” en las relaciones internacionales.

Tras muchos años sin encuentro bilaterales entre los dirigentes de las potencias, Jruschov viajó a
EEUU en 1959 reuniéndose con el presidente norteamericano Eisenhower y, posteriormente,
celebró una “cumbre” en Viena con Kennedy en 1961. Sin embargo, la realidad fue mucho más
compleja y contradictoria. En esos mismos años, la crisis desencadenada por la construcción del
muro de Berlín y, muy especialmente, la crisis de los misiles en Cuba en 1962 llevaron la guerra fría
a su momento de mayor tensión y peligro de enfrentamiento nuclear. Mientras, el Oriente Medio
volvía a ser sacudido por una guerra

LA "COEXISTENCIA PACÍFICA" DE KRUSCHEV

La muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953 abrió una nueva fase en la historia de las relaciones
internacionales. Tras un complejo proceso sucesorio, Kruschev consiguió asentarse en el poder del
Kremlin, muy especialmente tras eliminar a Beria, jefe del aparato represivo stalinista, en junio de
1953.

El nuevo líder soviético lanza una nueva política exterior que va a denominar coexistencia pacífica.
Este nuevo concepto significaba básicamente que la URSS no solo negaba el recurso a las armas para
extender la revolución comunista por el mundo, sino que rechazaba la idea de que la guerra con el
capitalismo era inevitable. El bloque comunista, que en ese momento ya se veía lo suficientemente
fuerte para disuadir al adversario de un posible ataque, concentraría en el futuro todas sus fuerzas
en la competición pacífica con el Oeste.

La realidad de la política soviética no fue, sin embargo, tan pacífica. Como veremos, Moscú no dudó
en tomar medidas, en algún caso arriesgadas, que pusieron en grave peligro la paz mundial.

La reacción norteamericana: la doctrina de las "represalias masivas"

La visión de Washington no se vio muy influenciada por la nueva política del Kremlin. En EE.UU.
primaba una situación de inseguridad propiciada por el acceso de la URSS al arma atómica y sus
ensayos con misiles intercontinentales. El lanzamiento del Sputnik en 1957, el primer satélite al
espacio por parte de los soviéticos vino a reforzar ese sentimiento.
El candidato norteamericano Eisenhower había criticado duramente la política de "contención" de
Truman y Foster Dulles, el que luego sería su Secretario de Estado, había propuesto durante la
campaña electoral de 1952 el roll back, el hacer retroceder a los Soviéticos a sus posiciones de
partida.

Tras el triunfo republicano, la nueva administración afirmó lo que se vino a denominar la doctrina
de las "represalias masivas". Washington amenazaba a la URSS con el uso masivo del arma nuclear
en el caso de que adoptara una política exterior muy agresiva.

Afortunadamente, como los hechos vinieron pronto a confirmar, la política exterior norteamericana
fue mucho más moderada. Algunos historiadores hablan de una política de "contención" reforzada
para subrayar la continuidad que hubo ente la diplomacia de Truman y la de Eisenhower. En
definitiva, se iniciaba un nuevo período en el que las palabras una vez más no correspondían
exactamente con los hechos. Ni la política exterior soviética fue tan pacífica, ni la norteamericana
fue tan belicosa.

El deshielo 1953-1956

Más allá de las formulaciones de la política exterior de las grandes potencias, la muerte de Stalin
abrió un período en el que aparecieron signos de distensión entre Moscú y Washington: la firma del
Armisticio en Panmunjong en 1953, que ponía fin a la guerra de Corea, los acuerdos de Ginebra que
ponían fin a la guerra de Indochina en 1954, la reconciliación entre la URSS y Yugoslavia que culminó
con la visita de Kruschev a Tito en 1955 o la firma del Tratado de Paz con Austria en 1955, que
significó la evacuación de las tropas de ocupación y su neutralización.

Estos signos de distensión no impidieron que las superpotencias afirmaran, de forma brutal si era
necesario, su hegemonía en sus respectivas áreas de influencia. La brutal represión de las protestas
obreras en Berlín y Alemania oriental en 1953 por parte del ejército soviético de ocupación o las
intervenciones de la CIA para derrocar por la fuerza los gobiernos progresistas de Mossadegh en
Irán en 1953 o Arbenz en Guatemala en 1954, muestran bien a las claras la complejidad de la nueva
fase de las relaciones internacionales

No debemos de olvidar tampoco que en 1954 la República Federal de Alemania se rearmaba en


ingresaba en la OTAN y que, como contestación, la URSS y las "democracias populares" fundaban
en 1955 el Pacto de Varsovia.

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