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Don Miguel Ruiz

Los Cuatro Acuerdos Toltecas

Chiquita, soñaba el mundo, soñaba mi vida. Soñaba un mundo de paz y de sol, de mariposas
y de risas. Creciendo, me desperte pero me desperte mal. Me di cuenta que el sueno del mundo no
existia, que en realidad cada uno soñaba su propria vida, mirando su ombligo sin pensar en el
vecino.

Saliendo de la adolesenca, me di cuenta a que punto las reglas nos estrangulan. No somos los
electores de nuestra vida. Las decesiones grandes nos son silenciosamente impuestas. Joven,
debemos dibujar toda nuestra vida. Dibujar con las formas y los lápices de la sociedad. No digo que
todas las reglas son malas, varias son necesarias para la convivencia en communidad pero algunas
estan apagando nuestra luz, nuestra imaginacion y nuestro amor. Con el miedo, el dinero y la
competicion, la sociedad nos dicta como vivir, las ovejas en el mismo camino, las tartas en el
mismo molde. La mitad de mi entorno me miran como un extraterestre y la otra mitad miran mi
salida como un acto heroe.

Elegi salir de viaje para vivir un nuevo encontro conmigo y una nueva conexion con el universo.
Convivi con mucha gente de los cuatro lados del mundo y me di mas cuenta que algunas reglas son
profundamente estupidas. En cada comunidad tenemos reglas distintas pero somos capaz de vivir
bien, juntos, con amor y respeto. Cada uno tiene cosas nuevas a ensenar al otro. Somos todos
distintos y lo que es bueno para ti quizas no lo es para mi, lo que es luz para mi, puede ser sombra
para ti.

Estuve bastante enojada contra la sociedad y todavia lo soy. Pero este libro me hace recordar
que es facil de enojarse con los demas pero que podemos ser nuestros proprios cambios.
En el dia de hoy, trato de no apuntar unicamente lo malo, trato al reves de apuntar todo lo bueno y
de agradezer cada momento que me ofrece la vida.
Hay cosas de la humanidad que no me hacen parar de pensar y que nunca voy a entender. Pero hoy
se que no puedo cargar el peso del mundo y que el primer paso es de vivir compartiendo luz y amor.
Seguir el camino donde me llama mi intuicion y mi alma.
Un camino donde mi palabras tratan cada dia de ser mas impecables porque creo que las energias
tienen el poder de cambiar el mundo.
Un camino que me invite a protegerme para no tomar la cosa personalmente, para seguir seando yo
y no cambiar de piel para complacer a la gente.
Un camino sin anticipacione negativa y sin deception y donde acepto lo que la vida me ofrece sin
hacer suposicione.
Un camino, donde trato de dar siempre el mejor que puedo dar. Pero, que quiere decir « dar el
maximo, que maximo y cual es mi maximo ? »

Con distancia, estoy mirando a mis amigas vivir « burn out », agotamiento profesional y
parental. Estoy viendo gente caer porque dan el maximo, el todo, dan el demasiado.
Cuantas veces me paso de dar todo lo que tenia y de encontrarme vacia.

Con el tiempo, me doy cuenta que no es unicamente la culpa de la sociedad pero tambien es
la mia. Tengo el derecho, y tengo la suerte, de poder decir no, decir stop. Tengo el deber de medir
donde se situan mis limites. Me doy cuenta que soy muy competitiva y muy exigente conmigo
mismo y no me dejo respirar.
Tenemos mas poder de cambio en nuestros manos que lo imaginamos.
Pienso que debo escucharme, escucharme el mas profundo posible para saber hasta donde quiero
dar, hasta donde puedo dar sin lastimarme.
Vacios, no servimos para dar. Hay que saber recargarse para poder compartir a nuestro nivel con
orguillo, sin pensar que nunca es demasiado poco, si es dando con amor y luz.

Este reflexion me hace recordar a un historia que una persona importante me contaba siempre.

La leyenda del Colibri


« Un día, cuenta la leyenda, se declaró un gran incendio en el bosque. Todos los animales huyeron
despavoridos y desde lejos contemplaban el fuego, aterrados.
Todos, menos el colibrí, que con sus pequeñas alas no deja de hacer viajes a la fuente más cercana,
toma un sorbito de agua en su pico y arroja estas gotas sobre las llamas descontroladas. Después de
un rato que el armadillo lo está viendo en este ir y venir, le dice:
– Pero, colibrí, ¿tú estás loco o qué?, ¿crees que así vas a acabar con el incendio?
Y el colibrí le responde:
– Ya sé que no, pero yo hago mi parte. »
Pierre Rabhi

Gracias, Valérie

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