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Ensayo sobre Demencias

Malo, J., y Valderrama, A.

Universidad Autónoma de Baja California, Facultad de Ciencias Humanas

INTRODUCCIÓN

En las últimas décadas pre y post al nuevo milenio la población humana del planeta ha sufrido

importantes cambios en su estructura dependiendo de las edades, pero se ve con mayor remarque

en países desarrollados donde existe una importante disminución de la mortalidad, control de

natalidad y una creciente esperanza de vida que han logrado que una gran parte de la población

alcance la tercera edad. Este gran incremento de individuos envejecidos ha avanzado

paralelamente al surgimiento de enfermedades ligadas a la edad, sobre todo las cuales logran

generar pérdidas físicas y cognitivas por un proceso natural de envejecimiento.

Dentro de esta gran variedad de padecimientos ligados a la larga duración de vida, las

demencias son las que incitan mayor preocupación en diversas áreas de la sociedad

sobresaliendo las clínicas y sanitaras. Como contextualización al siguiente ensayo es importante

ver la incidencia de las demencias de diferentes tipos en la población y el problema que este

significa ya que por un lado la Asociación Nacional de Medicina de México (2017) estipula que:

Entre 2015 y 2030, se prevé que haya un incremento de 56% en las personas de 60

años o más a nivel mundial, pasando de 901 millones (M) a 1 400 M; y para el año 2050 se

estima que se duplicará. Así de esta forma se espera que dentro de los próximos 15 años la

población mayor de américa latina y el caribe tendrá un aumento de 71%, en México este

grupo poblacional pasará de tener en 2015 12 M a 22 M en 2030 y 40 M en 2050. (p. 21).


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Inclusive para extender aún más el panorama Gilsanz, Corrada, Kawas, y Cols. (2019)

realizaron un estudio con una población étnico-cultural diversa en estados unidos de 2350

personas de 90 años de edad en adelante para poder identificar el factor de la edad en porcentajes

a diagnósticos de demencia dentro de esta población y se encontró que la muestra compuesta por

72% de gente blanca, 16% afroamericana, 5% latina y 7% asiática donde la edad base era 93.1

años con una desviación estándar de 2.6 años, la mitad de esta población tenía de un porcentaje

promedio de diagnóstico de demencia de 95% y fue similar entre todos los grupos étnico-

raciales: 95.6% para caucásicos, 95.2% para afroamericanos, 95.7% latino, y 95.3% para

asiáticos. La otra mitad, el 47% de esta población (1094 personas) murieron sin ser

diagnosticados con este padecimiento. (p.3).

Con este panorama se recalca la importancia de comprender este padecimiento ya que a nivel

mundial y nacional si no es atendida de forma adecuada llegara a tener repercusiones

económicas, sociales, políticas y sobre todo de salud muy importantes.

Sin embargo ya viendo esta introducción de su importancia no ha habido gran cambio en la

definición de este padecimiento a lo largo del tiempo por ejemplo dos décadas previas al nuevo

milenio Gottfries (1985) aporta que la demencia se puede definir como “un impedimento mental

adquirido crónico degenerativo.” (p.11). Posteriormente según Alberca y López-Pousa (2003)

también podemos entender la demencia como: “Un síndrome adquirido producto por una causa

orgánica capaz de provocar un deterioro persistente de las funciones mentales superiores que

conlleva a una incapacidad funcional tanto en el ámbito social como laboral en personas que no

padecen alteraciones del nivel de conciencia.” (p. 25).

En el mismo año García y Olazarán (2003) estipularon un concepto un poco más completo y

diferente a los anteriores argumentando que: “La demencia es un síndrome clínico


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plurietológico, que implica deterioro intelectual respecto a un nivel previo, por lo general

crónico, pero no necesariamente irreversible ni progresivo. Implicando una afección de las

capacidades funcionales del sujeto, suficientes para interferir sus actividades socio labórales.”

(p.3).

Sin embargo hasta la fecha el mismo concepto de demencia engloba una cantidad variada de

síntomas y características lo cual ha llevado a que carezca de criterios bien establecidos para su

diagnóstico presentado así lagunas significativas que pueden llevar a un diagnóstico erróneo de

este padecimiento y sus subyacentes.

Esto es visible por ejemplo en los lineamientos establecidos por la Asociación Americana de

Psiquiatría (A.P.A. por sus siglas en inglés) que establecen en su manual diagnóstico y

estadístico de los trastornos mentales (DSM) a las demencias como trastornos neurocognitivos

mayores o leves y dependiendo de la forma de aparición de los síntomas como:

A. Evidencias de un declive cognitivo significativo comparado con el nivel

previo de rendimiento en uno o más dominios cognitivos (atención compleja, función

ejecutiva, aprendizaje y memoria, lenguaje, habilidad perceptual motora o cognición social)

basada en:

a. Preocupación en el propio individuo, en un informante que le conoce o en

el clínico, porque ha habido un declive significativo en una función cognitiva

y;

b. Un deterioro sustancial del rendimiento cognitivo, preferentemente

documentado por un test neuropsicológico estandarizado o, en su defecto, por

otra evaluación clínica cuantitativa.


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B. Los déficits cognitivos interfieren con la autonomía del individuo en las

actividades cotidianas (es decir, por lo menos necesita asistencia con las actividades

instrumentales complejas de la vida diaria como pagar fracturas o cumplir con los

tratamientos).

C. Los déficits cognitivos no ocurren exclusivamente en el contexto de un

síndrome confusional.

D. Los déficits cognitivos no se explican mejor por otro trastorno mental

(p.ej. trastorno depresivo mayor, o esquizofrenia).

E. En el caso de un trastorno neurocognitivo leve únicamente varía el punto

Ab y el B presentándose de forma más leve. (pp.334-336)

García y Olazarán (2003) aportan nuevamente un poco más a los criterios de diagnóstico

argumentando que: “el déficit cognitivo se acompaña, por lo general, u ocasionalmente es

precedido por un deterioro en el control emocional, el comportamiento social o la motivación.

Y que el deterioro cognitivo en la actividad cotidiana depende en buena medida de factores

socioculturales.” (p.3).

En contra posición, Ardila y Ostrosky (1991) argumentan que:

Contrario a la opinión clásica, la demencia puede ser reversible o irreversible,

según la causa del daño y la oportunidad del tratamiento. El diagnostico requiere criterios

neuropsicológicos que deben considerarse especialmente cuando se quiere establecer un

diagnóstico diferencial con un cuadro depresivo o con un proceso normal de envejecimiento.

Sin embargo el diagnostico precoz por lo contrario, es difícil y exige un estudio neurológico y

neuropsicológico adecuado. (pp. 84 y 85).


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A pesar del pensamiento clásico sobre la demencia como un padecimiento irreversible, el

argumento propuesto por Ardila y Ostrosky nos resulta más completo y critico a la hora de

hablar sobre el diagnóstico y posible tratamiento, sin embargo se sigue haciendo hincapié en la

necesidad de un acompañamiento especializado para lograr diagnósticos y tratamientos eficaces

según las características de la persona.

Aprovechando este abordaje breve también es de gran importancia mencionar los diversos

tipos de demencias que se tiene registro en conjunto con las singularidades que las hace

diferenciarse entre sí, para esto Bardales, Hernández, y Llanos (2011) mencionan que:

Las demencias se clasifican en degenerativas y secundarias. La Enfermedad de

Alzheimer (EA) es la más prevalente, ocupando el segundo y tercer lugar dentro de las

degenerativas, la demencia de cuerpos de Lewy (LBD) y la demencia frontotemporal (DFT)

respectivamente, siendo la demencia vascular (DVA) la más prevalente entre las secundarias.

(p. 53 y 54).

Los autores esclarecen de forma más extensa la clasificación de la demencia degenerativa y

las demencias secundarias con dos tablas que serán anexadas como anexo I y anexo II en el

presente documento, sin embargo por motivos de brevedad del ensayo únicamente nos

enfocaremos en los tipos más importantes de demencia degenerativa y el más frecuente de las

secundarias, con esto ya esclarecido procedemos con la forma de demencia degenerativa más

conocida y recurrente llamada enfermedad de Alzheimer (E.A.) para esto Carlson (2014)

comenta que llega a darse este padecimiento aproximadamente en entre un 10% de las personas

mayores a los 65 años de edad y posteriormente se eleva significativamente a un 50% de los

individuos de más de 85 años. El autor agrega de la misma forma que este padecimiento se

caracteriza por: “una perdida progresiva de la memoria y otras funciones mentales. […] y a
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medida que pasa el tiempo presenta mayor grado de confusión y mayor grado de dificultad en

tereas como balances de cuentas.” (p.578).

Posteriormente Jurado, Mataró y Pueyo (2013) contribuyen refiriendo que:

La E.A. es un trastorno neurodegenerativo progresivo crónico caracterizado por

tres grupos principales de síntomas. El primer grupo (disfunción cognitiva) incluye la pérdida

de memoria, dificultades con el lenguaje, y disfunción ejecutiva (la pérdida de la planificación

de alto nivel y las habilidades intelectuales de supervisión). El segundo grupo incluye los

síntomas neuropsiquiátricos y las alteraciones del comportamiento; por ejemplo, depresión,

alucinaciones, delirios o agitación, llamados colectivamente síntomas no cognitivos. El tercer

grupo comprende las dificultades en la realización de actividades de la vida diaria (de tipo

“instrumental” para las actividades más complejas como conducir e ir de compras y de tipo

“básico” para vestirse y comer sin ayuda). (p.37).

Indagando con mayor profundidad podemos encontrar explicación a lo que se comentó

previamente en torno a las variadas perdidas de habilidades cognitivas, los síntomas

neuropsiquiatricos y las dificultades en la realización de tareas diarias con los aportes de

Boutros, Clark, y Méndez (2010) en torno a las afectaciones de ciertas áreas encefálicas en torno

a la aparición de la A.E. ya que mencionan la relación entre los cambios degenerativos del

procencefalo basal y la dificultad de evocar recuerdos durante la vejez, sin embargo se da una

mayor pérdida de células colinérgicas en esta zona en este trastorno; mientras que se da una

reducción del flujo sanguíneo bastante evidente sobre las cortezas parietal, temporal superior y

frontal similares a pacientes con depresión mayor, explicando así probablemente síntomas como

confusión mental y dificultad en las funciones ejecutivas, el ya no poder llevar a cabo tareas de la

vida diaria y la pérdida de memoria a corto plazo; por ultimo también se ve una pérdida de
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neuronas serotoninergicas en los núcleos rafe pidiendo dar así respuesta a las alteraciones del

comportamiento emocional, motriz o incluso de funciones básicas del tallo cerebral. (pp. 19,102

y 170).

Continuando González, y López (2014) refieren una serie de factores de riesgo (F.R.)

genéticos haciendo referencia las mutaciones hereditarias en uno o más de los genes

involucrados en la producción de proteína beta amiloide que es la característica distintiva en la

enfermedad de Alzheimer. Y así los individuos que heredan alguno de esos genes podrían

desarrollar con mayor probabilidad la EA. Posteriormente también agregan la existencia de F.R.

intrínsecos y extrínsecos que pueden incrementar las probabilidades de la aparición de la E.A.

como la diabetes Milligus, depresión, Hipertensión y/o obesidad en la mediana edad, consumo de

tabaco, y baja escolaridad. (pp. 35-37).

Sin embargo cabe constatar que a pesar de las estadísticas referentes a estos factores de riesgo

para la aparición de la E.A. no son totalmente definitivos para predecir si el padecimiento se

presentara o no.

Posteriormente el segundo tipo de demencia con mayor frecuencia es la de cuerpos de Lewy

la cual según Abellán, Agüera y Cols. (2010):

La Demencia por cuerpos de Lewy (DCL) se caracteriza por la asociación de

deterioro cognitivo, demencia fluctuante, parkinsonismo y síntomas psicóticos,

patológicamente por la presencia de cuerpos y neuritas de Lewy en la corteza cerebral y

habitualmente también en núcleos subcorticales. La demencia suele cursar con fluctuaciones

de los déficits cognitivos y del nivel de conciencia. El parkinsonismo suele ser de predominio

acinético y habitualmente simétrico con alteración temprana de la marcha aunque puede estar
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ausente hasta en el 25% de pacientes con diagnóstico confirmado patológicamente, lo que

dificulta el diagnóstico. Los síntomas psicóticos característicos son alucinaciones visuales

detalladas e ideas delirantes estructuradas. (p.77).

Posteriormente Gómez, Valdés, y Fernández (2003) agregan de forma similar que la DCL se

caracteriza por:

Un deterioro fluctuante de la memoria y funciones cognitivas superiores, con

confusión episódica e intervalos lúcidos, que se evidencian en las pruebas cognitivas

conductuales repetidas. Y se presenta si aparece uno de los 3 síntomas siguientes:

 Alucinaciones visuales y/o auditivas acompañadas generalmente de ideas

delirantes.

 Signos extrapiramidales leves espontáneos o síndrome de sensibilidad a

los neurolépticos.

 Caídas repetidas inexplicables y/o deterioro transitorio o pérdida de la

conciencia.

 Progresión a menudo rápida, a pesar de las fluctuaciones, hacia un estado

final de demencia grave.

 Exclusión de toda afección física que pudiera causar el deterioro cognitivo

fluctuante.

 Exclusión en la historia, en el examen físico y en la neuroimagen de toda

evidencia de ictus. (p.278)

Tzeng, Tsai, Wang, Chiu (2018) argumentan que:


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Existe evidencia de una correlación entre disfunciones colinérgicas y síntomas

neuropsiquiatricos en la enfermedad de cuerpo de lewy (ECL), ya que se encontró una

actividad colinérgica defectuosa en sujetos con ECL y se relacionan las alucinaciones con una

unión elevada en la área 36 de brodmann. (p.2).

El siguiente tipo de demencia posterior a la E.A. y la D.C.L. es la demencia Frontotemporal

(D.F.T.) la cual según Carrizales, Chi, Cueli, y Cols. (2018) consiste en modificaciones

conductuales leves y de la personalidad que avanzan de manera crónica. Sus síntomas iniciales

son: La apatía, pérdida de simpatía hacia los demás, conductas obsesivas y estereotipadas, y

cambios en la dieta con inclinación notable en grasas, azucares y triglicéridos. Además de

dificultad para resolver problemas y la flexibilidad mental. En algunos casos puede haber

síntomas psicóticos como delirios y alucinaciones, de forma frecuente se desinhiben de normas

sociales preestablecidas y se muestran conductas sexuales intensas. (p.3).

Ahora ya habiendo hablado de los tres tipos de demencia degenerativa principales

posteriormente la demencia vascular (DVA) es la principal de las conocidas demencias

secundarias, la cual está caracterizada por sintomatologías similares a la demencias previamente

mencionadas con la diferencia de que son causadas a la postre de una enfermedad cerebro

vascular ya sea de carácter isquémico o hemorrágico. Esto es corroborado por Muñoz y

Espinosa-Villaseñor (2016) y también agregan que después de la enfermedad de Alzheimer, la

demencia vascular es la segunda causa de demencia en la actualidad, se calcula que durante los

tres meses siguientes a una EVC, de 20% a 30% de los pacientes son diagnosticados con

demencia. (pp. 2 y 4).

Es importante tomar en cuanta una relación entre enfermedades primarias que puedan

desencadenar este tipo de demencia, por ejemplo la hipertensión en la edad adulta se ve como un
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F.R. ante la aparición de una demencia vascular como resultado de algún accidente o enfermedad

cerebro vascular, esto se ve apoyado por los aportes de AUTORES () donde esclarecen que Commented [EMO1]: Agragar autores

durante un estudios que se realizó con una población de 200 personas mayores de 60 años, las

cuales 100 de estas cumplían con criterios de D.V.A., (GRUPO A) y la otra mitad con el test de

folstein negativo para demencia (GRUPO B). Se encontró que la media global en años del grupo

A fue de 85.5, mayor que B, con tendencia a desviarse a la derecha. El 60.5 % del total de

pacientes estudiados no tenían control de la HTA, para un 45.5 % con más de 10 años de

evolución de la hipertensión. Solo el 35 % de los pacientes con DV tuvo cifras tensiónales no

controladas para un 34.2 % de ellos hipertensos de larga data (más de10 años) demostrando así la

existencia de asociación entre variables. (pp.3 y 4).

Consecutivamente se enriquece el tema con el aporte de Borroto, Garcia, Martínez, y cols.

(2017) Donde en la investigación que realizaron se encontró que dentro de una población de 621

adultos mayores con un grupo muestra de 102 personas que cumplían con los criterios de

demencia se encontró que existe en el sexo masculino una predominancia ante la aparición de la

demencia vascular y el cumplimiento de sus criterios y que los infartos corticales fueron los

principales responsables de esta. (pp. 3,7 y 8).

Por último se encuentra evidencia que la durante el proceso de un daño isquémico que logra

causar una demencia vascular la neuroinflamación y la necrosis tiene una importante relevancia,

ya que durante la inflamación del encéfalo posterior a un accidente cerebro vascular detona el

proceso de necrosis generando hipertrofia neuronal. Este evento está muy involucrado en la

evolución de padecimiento cerebrovasculares durante la demencia vascular. (Belkhelfa, Beder,

Mouhoub, y Cols., 2018, .p.9)


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Conclusión

La demencia tanto degenerativa como las demencias secundarias podríamos considerarlas

como problemas de salud pública debido a las características sociales, de salud, económicas, e

incluso institucionales que acarrean su atención y cuidado, esto sumándole a los estilos de vida

que las personas llevan hoy en día con alimentación poco balanceadas repleta de grasas y

azucares, la vida sedentaria y el estrés constante y excesivo por las vicisitudes de la vida diaria

plantean un panorama alarmante a futuro, pasando de un problema de salud pública podrían

llegar a ser las demencias una emergencia de salud mundial en los últimos años. Nos parece muy

importante instar a las instituciones el comenzar a trabajar en programas de prevención con

mayor eficacia debido a los bajos costos de estos y a su vez la constante investigación para

mejorar los programas de tratamiento de la enfermedad para así en los próximos años poder tener

herramientas suficientes para combatirla.


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ANEXO I: Clasificación de los principales tipos de demencias en ancianos

(Bardales, Y., Hernández, P., y Llanos, A., 2011, p.53.)

ANEXO II: Clasificación de las demencias secundarias.

(Bardales, Y., Hernández, P., y Llanos, A., 2011, p.54.)

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