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A quien madruga, Dios le ayuda

Este refrán enseña que quien se organiza desde temprano para emprender sus propósitos y tareas y es diligente, verá
el cumplimiento de sus metas.
Ver también A quien madruga Dios le ayuda.
El saber no ocupa lugar
El conocimiento no solo no estorba, sino que es necesario para todo lo que la persona se propone en la vida, bien en
el ámbito personal o en el profesional. Nunca está de más saber. El tonto aquel que rechaza aprender y conocer sobre
las cosas porque se queda sin herramientas para enfrentar la vida. Con este refrán, se pretende estimular la
curiosidad intelectual y valorar el poder del conocimiento en la vida diaria.
Coser y cantar, todo es empezar
A veces las personas creen que las cosas son difíciles, pero en realidad lo único que es difícil es dar el primer paso.
Una vez que logramos dar ese primer paso, una vez que comenzamos un proyecto, un plan o una tarea, todo lo
demás se va desarrollando por el propio impulso de la voluntad y se hace llevadero. La cuestión está en comenzar.
Haciendo y deshaciendo se va aprendiendo
Con este refrán se hace hincapié en el hecho de que el conocimiento no siempre está dado desde el principio, pues
además de los libros, las experiencias mismas son grandes maestras de la vida y sus lecciones se reciben viviendo. En
la medida en que hacemos, erramos y recomenzamos, vamos aprendiendo cada vez más. Todas las experiencias son
necesarias para convertirnos en personas sabias.
Quien no se aventura, no pasa la mar
Para poder conocer nuevos horizontes y vivir experiencias enriquecedoras, es necesario arriesgarse, aventurarse. Este
es el sentido de este refrán, que anima a quien lo escucha a dar un paso al frente más allá del temor.
Quien no hace lo que dice, acaba diciendo lo que hace
el refrán nos enseña que aquellas personas cuyas actuaciones no corresponden a su discurso, acaban por delatar su
verdadera esencia y modo de comportamiento, a pesar de todos los esfuerzos que pueda realizar para ocultarlo.
Vísteme despacio que tengo prisa
Este refrán quiere poner en evidencia que, mientras más apurados o presionados estamos, es más importante
tomarse las cosas con calma. Al actuar con prisa o precipitadamente, se olvidan o descuidan los detalles
fundamentales que hacen a una experiencia provechosa, y se corre el riesgo de perder más tiempo por tener que
detenerse a corregir todos los errores derivados del apuro.
Cada persona es dueña de su silencio y esclava de sus palabras
En este refrán, la sabiduría popular ha captado una de las realidades más patentes de la experiencia humana. Una
persona que habla demasiado, sea por chismosa o sea porque revela más información de la necesaria, sufre las
consecuencias de su imprudencia. En cambio, quien sabe ser discreto, tiene el control de su situación personal y no se
mete en problemas innecesarios. Una variación de este dicho reza: "Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que
dice".
Después de la tempestad viene la calma
Este dicho nos enseña que no hay que desesperar cuando aparece una situación problemática o difícil. La vida enseña
que los problemas siempre pasan y, finalmente, sobrevienen tiempos de tranquilidad y paz. Algunas veces, cuando no
hay nada que hacer, simplemente es cuestión de esperar a que la tormenta pase.
El que siembra vientos, cosecha tempestades
La sabiduría popular enseña que quien obra mal y actúa en contra de sus semejantes, tarde o temprano deberá
enfrentar las consecuencias de los problemas que ha causado, pues se habrá ganado enemigos y habrá causado
situaciones terribles. Nadie puede obtener el fruto contrario a aquello que ha sembrado, es decir, a aquello que ha
trabajado.
Ver también El que siembra vientos, cosecha tempestades.
Obras son amores, que no buenas razones
El amor es la experiencia humana por excelencia, sea que se trate de la pareja, la familia o los amigos. Por eso, este
refrán nos indica que no basta con proferir palabras y argumentos que expresen amor. El amor debe ser demostrado
a través de las obras. Solo las obras son, realmente, expresiones de amor válidas y creíbles.
Más vale prevenir que lamentar
En ciertas situaciones de vida, es preferible tomarse el tiempo para organizar toda clase de cuidados que eviten
problemas futuros. La prevención es un elemento fundamental, bien para evitar que ocurran cosas desagradables, o
bien para saber cómo reaccionar ante un evento inesperado.
Ver también Más vale prevenir que lamentar.
Cuando el río suena piedras trae
El dicho popular alude a los rumores que suelen escucharse en la vida. Estos rumores pueden ser reales o falsos, pero
de cualquier modo, encarnan un principio de realidad. El hecho de que ciertas historias estén en la boca de todos da a
entender que algo importante ha sucedido. Una de las variaciones de este dicho reza “Cuando el río suena, aguas
lleva”.
A mal tiempo, buena cara
Es de sabios enfrentar todo tipo de situación con buena disposición. Aun en tiempos de dificultades, el refrán popular
nos anima a tener una actitud alegre y bien dispuesta para poder salir adelante.
Ver también Al mal tiempo buena cara.
Crea fama y échate a dormir
En la sociedad, es muy importante contar con una buena reputación. Sea para bien o para mal, la reputación nos antecede. En
consecuencia, esto puede abrir o cerrar los caminos de la persona. Por ello, es necesario ser consciente de esta realidad, labrarse un
buen nombre y mantenerlo.

Historia de respeto
La misteriosa desaparición de móviles en el colegio Agustín estaba muy disgustado. La mayoría de sus compañeros de clase tenían ya
móvil propio, y a él no le querían comprar uno. Solo de vez en cuando su madre le dejaba un móvil de prepago que habían
comprado para él y sus hermanos. Pero cuando Agustín se lo llevaba no se atrevía a sacarlo, porque no era tan moderno ni tan
molón como los móviles de los demás, ni tenía tantas apps chulas como las que usaban sus compañeros.

Un día, al volver del recreo, Marcos, un compañero de Agustín dio la voz de alarma. El móvil de Marcos había desaparecido.
Inmediatamente, otros niños miraron en sus mochilas a ver si sus móviles estaban allí. A pesar de que en el colegio se había
prohibido a los alumnos usar los móviles, muchos lo llevaban y lo dejaban en sus mochilas.

-El mío tampoco está -dijo Paula.


-Ni el mío -dijo Gonzalo.

Y así, uno tras otro, todos los alumnos que habían llevado el móvil al colegio se encontraron con que su apreciado aparato no
estaba.

-Seguro que ha sido Agustín -le acusó Marcos-. Tiene envidia del móvil de los demás, porque su madre solo le deja una birria de
móvil más viejo que la Tana.

-¡Ey, que yo no he hecho nada! -dijo Agustín.

-Tranquilos -dijo el profesor-. Veamos a ver si somos capaces de aclarar esto.

-Podríamos llamar a todos los móviles, a ver si alguno vibra -dijo Agustín.

-¡Menuda tontería! -dijo Marcos.

-Empecemos por ahí -dijo el profesor, sacando su dispositivo móvil del bolsillo.

-Seguro que viola una o dos normas como poco llamando a nuestros móviles -le dijo Marcos, con mucho descaro, al profesor. Este le
miró y, acto seguido, guardó su móvil.

-Pues seguramente -dio el profesor-. Será mejor llamar al director, a ver qué dice. Tal vez haya que llamar a la policía.

En eso estaban cuando se oyó un sonido, algo parecido a una vibración.

-¡Suena un móvil! -exclamó Paula-. ¡Está vibrando un móvil! Marcos, detrás de ti. ¿Es que no lo oyes?

Marcos se quedó de piedra. Todos podían oirlo, pero no acertaban a averiguar de dónde venía el sonido exactamente.

-Parece que suena en tu mochila, Marcos -dijo Agustín, enseñando su viejo móvil de prepago.
-Has sido tú -le dijo Agustín-. Tú lo has preparado todo. Me has metido los móviles en la mochila y ahora quieres hacer creer a los
demás que los he robado yo.

-Marcos -dijo el profesor-. Agustín ha estado conmigo y con otros tres compañeros más durante todo el recreo, preparando los
decorados para la obra de teatro del colegio.

Mientras tanto, varios compañeros revisaban la mochila de Marcos. Allí hallaron todos los móviles.

-¡Yo no he sido! -exclamó Marcos.

-Tu interés por acusar a Agustín te hace parecer muy sospechoso -dijo el profesor-. A ver, dinos, ¿dónde has estado durante el
recreo y con quién?

Todos le miraban muy atentos.

-La misteriosa desaparición de móviles en el colegio¿Alguno de vosotros ha estado con Marcos durante el recreo o lo ha visto
durante ese rato? -preguntó el profesor.

Nadie había estado con Marcos ni lo habían visto durante el recreo.

-Será mejor que digas la verdad, Marcos -dijo el profesor-. Comprobaremos cualquier cosa que digas. Por mucho que te esfuerces en
pensar en algo convincente, cuanto más tiempo tardes, más sonará a mentira la historia que cuentes.

-Está bien, he sido yo -dijo Marcos-. Pensaba colocar todos los móviles para que los encontráseis, con el mío roto para que me
compraran uno nuevo. No pensé que Agustín hubiera traído el suyo, y por eso no registré su mochila.

-Me temo que, después de esto, lo mejor que te puede pasar es que tus padres te retiren el móvil -dijo el profesor.

Todos los alumnos recuperaron sus móviles y el profesor siguió adelante con la clase de lengua.

-Hoy escribireis una redacción -dijo el profesor-. El tema será este: La vida sin móvil. Podéis empezar. Mañana las leeremos todas en
clase.

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