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1. Para ser claros vamos a exagerar un poco, o a mostrar tan sólo extremos de una gama que, además
de blanco y negro, tiene múltiples grises. Podemos decir que, en principio, la función del modelo
escolar urbano tiene implícito un primer objetivo: destruir la autoestima de la persona rural. Es claro
que todo lo bueno, hermoso, valioso, apetecible e imitable, viene de la ciudad, básicamente a través
de los medios masivos. Hace algún tiempo el dirigente de una comunidad andina me decía que la
comunidad tenía dos agencias de turismo. Ante mi extrañeza y pregunta respondió que la primera
agencia era la radio y la segunda la escuela. Todos los niños querían conocer ese mundo donde sólo
había problemas afectivos, que siempre se resolvían, y todos los niños querían viajar a la ciudad para
ver lo que les mostraban los libros de texto y que no existía en su comunidad. La segunda función, de
nuevo extremando las cosas, es preparar a los niños y niñas rurales para migrar a la ciudad como
mano de obra barata (para no decir otras alternativas de menor frecuencia como la delincuencia o la
prostitución).
2. ¿Cuál debe ser entonces la tarea del docente rural? Sabemos que no es un inversor dispuesto a
invertir capital en el desarrollo local; sabemos que no es un investigador académico dedicado a
desentrañar los problemas de la docencia y a la búsqueda de soluciones. Sabemos que es,
fundamentalmente, un comunicador pedagógico, y que, por tanto, su función prioritaria es compartir
conocimiento científico y técnico, así como valores humanos y culturales. Conocimiento o saber que
pondrá a los futuros ciudadanos en mejores condiciones para negociar su trato con la sociedad y con
el medio ambiente, tendiendo a conformar ciudadanos con una conciencia de responsabilidad,
solidaridad y respeto con los demás. Y cuando hablamos de compartir, sabemos que la tarea básica
del educador es exponer ante los educandos la información y las habilidades necesarias para
procesarla, pero que el aprendizaje es personal e intransferible.
3. Sabemos también las dificultades que encuentran los docentes para realizar ese proceso. Operan con
un “capital”, el saber, que tiene algunos rasgos particulares que dificultan su obtención o, al menos, su
valoración. Es un capital intangible y los resultados de su aplicación se perciben a mediano y largo
plazo, pocas veces de inmediato. El saber se le presenta al alumno rural con las estrategias urbanas,
en cuanto a los códigos, como al nivel y estructura de relato. Pese a ello tiene ventajas notables: es el
único insumo que no se agota con el uso, sino que, por el contrario, crece con la utilización; está
disponible en grandes cantidades; se puede actualizar en forma permanente; y es inexpropiable.
4. Pese a ser, como dijimos, su tarea principal, los docentes enfrentan dificultades ya que no siempre su
formación involucra la comunicación pedagógica. Se cree que como todos sabemos hablar, todos
sabemos comunicación y nada es más falso que esa creencia. La comunicación, más aún la
comunicación pedagógica, es una ciencia social que debe ser estudiada. Porque el conocimiento
puede estar ordenado, básicamente, de tres modos diferentes. Una forma es el orden que le da quién
lo usa para fines productivos. Otra es el orden que le da el investigador. Y la tercera es el orden de la
socialización, es decir, el orden pedagógico; que es aquel orden que facilita la comprensión del
conocimiento por parte de aquellos con los cuales queremos compartirlo: los alumnos. Este orden es
el más difícil de lograr, pues requiere ponerse en la cabeza del otro, analizar su nivel de
conocimientos previos, ver cuáles son sus intereses, descubrir cuál es la estructura narrativa que
mejor comprende, y a partir de ello construir el discurso pedagógico más eficiente para la propuesta
de compartir saber con el que no lo tiene y, aunque no lo sabe, lo necesita.
5. Pero, para completar el panorama, tampoco el docente rural es dotado de los instrumentos y las
metodologías de uso de los mismos que le faciliten la tarea. O, cuando le llegan estos instrumentos,
no llega la formación requerida para su uso correcto. Llegan, en general, mitificados. Se supone que,
por si solos y casi por arte de magia, van a solucionar todos los problemas que se enfrentan día a día
en el aula. Parece ser que tener computadores y acceso a internet son la solución de todos los
problemas que enfrentan la enseñanza y el aprendizaje. Nada más falso. Todo pedagogo sabe que
hay que priorizar las neuronas sobre los electrones, y que esas máquinas maravillosas no sólo nos
traen información valiosa, sino también juegos de alto nivel de violencia y capacidad de distracción,
asì como pornografía, tanto infantil como de adultos. Del mismo modo, el docente tiene que trabajar
en espacios físicos que parecen diseñados por antipedagogos. De nuevo, diseño urbano para el área
rural. Y eso cuando se dispone de un local medianamente sólido y estable, ni que hablar de mesas y
sillas, que en general más parecen instrumentos medievales de tortura.
6. Pero quizá un problema fundamental se encuentre en otras dos líneas: la del modelo teórico de
comunicación que se utiliza, y la de las condiciones de la unidad familiar y del entorno del alumno, es
decir, las situaciones sociales y económicas en las que se desenvuelve, o ahoga, el alumno.
7. En cuanto al modelo teórico de comunicación que todos conocemos, y que la mayoría de la gente y
las instituciones ocupan, incluidos los medios, es el de Emisor – Medio – Receptor. No vamos a
puntualizar aquí su origen, básicamente militar, pero es claro que es un modelo que concibe la
comunicación como un sistema donde se envían mensajes desde el que tiene poder, decide y manda,
al desposeído, sin capacidad de decisión y que sólo puede obedecer. En este modelo el Comunicador
se encuentra al lado, o bajo, el Emisor y el contenido, el nivel, los códigos, la estructura y el
instrumento con el cual se produce y emite el mensaje son decididos por el Emisor. El papel del
Receptor es totalmente pasivo y, en la actualidad, los mensajes de los medios masivos (que no son
medios de comunicación) son de carácter manipulatorio y tienden, básicamente, a transformar al
Receptor en un sumiso consumidor de productos.
Codificador Decodificador
EMISOR MEDIO RECEPTOR
Comunicador
Retroalimentación
8. Si dejamos ese modelo y comenzamos a pensar que el que era receptor pasivo pasa a ser una
persona activa, con experiencias, conocimientos, aptitudes y capacidades que necesitamos despertar
o acentuar, podemos formular otro modelo teórico de comunicación: Interlocutor – Medio –
Interlocutor. En este modelo el comunicador, y en particular el comunicador pedagógico, se sitúa
entre ambos interlocutores, manejando los medios para generar los mensajes que son necesarios,
tanto para el Interlocutor minoritario (decisor político o científico-técnico) como para el interlocutor
mayoritario o masivo (alumno o sujeto de desarrollo). Este modelo requiere tener en cuenta los
niveles de conciencia del que era receptor, sus conocimientos e intereses, los códigos que maneja y
el nivel con que lo hace, para proceder a ampliar su campo de intereses. Debemos partir por los
códigos que maneja para introducir otros nuevos –que son parte del conocimiento que debemos
compartir– en forma gradual. Hay que partir de su real nivel, para no caer en el “terrorismo
académico”, y en forma gradual llevarlo a niveles diferentes, utilizando, dentro de las disponibilidades
del centro educativo, los instrumentos más adecuados a los alumnos y a los contenidos.
Comunicador
9. En cuanto a la segunda línea señalada con anterioridad, que dice relación con las
condiciones familiares y socioeconómicas del alumno rural, no es tan sustantivo lo que
el docente puede hacer. Si el entorno familiar no practica o propone valores positivos
para un proceso educativo, es poco lo que el docente puede hacer con el niño o niña
que le envía esa familia. Conforme crece el nivel de urbanización, la calidad de la vida
familiar suele sufrir un deterioro que es proporcional a dicho nivel. Pero problemas
como el alcoholismo, el mal trato familiar, la violencia, son una constante que afecta al
alumno y que, inevitablemente, reduce su rendimiento. El niño que ve leer en su
hogar, valora la lectura y será lector. El que ve alcohol y maltrato, tenderá a ser un
consumidor y a maltratar. El niño y el adolescente repetirán en la escuela lo que han
internalizado en la casa y en los medios masivos a los que tienen acceso, medios que,
en mayor o menor medida, reemplazan en forma creciente a los entornos de
socialización constituidos por el ambiente físico en que habitan. Pero lo que el niño
observa en los medios es un mundo donde reina la trivialidad, donde el triunfo es tener
mucho y no ser más, donde el aprendizaje es un juego sin esfuerzo, donde conocer
sólo tiene valor si no exige trabajo. Y todos sabemos que el esfuerzo de aprendizaje
es personal e intransferible, que el docente puede reducir ese esfuerzo, pero nunca
evitarlo.
10. De más está decir que la desnutrición, o malnutrición, que frenan el normal desarrollo
del sistema nervioso central, tienen gran incidencia en el rendimiento escolar y en la
conducta de los alumnos como veremos más adelante. Y, desde luego, el abandono
escolar tanto en las áreas rurales como en las urbanas, causado por la necesidad de
que los niños desempeñen tareas remuneradas, no contribuye a facilitar el trabajo de
los docentes. Por último, aunque menos sustantivo en las escuelas rurales, el hecho
de que la educación se integre al mercado como mercancía y que los padres o el
Estado tengan que pagar en forma directa parte de, o todos, los costos que genera la
educación produce un resultado inesperado. El cliente tiene siempre la razón y la
disciplina bien entendida comienza a desaparecer de las escuelas, ya que su
existencia depende de los alumnos que pagan, o por los que se paga.
11. Tampoco podemos dejar de lado un aspecto que tiene relación con las actividades de
los docentes. A veces trabajan con un número razonable de alumnos, pero de grados
o niveles muy diferentes. Ya he planteado en otras ocasiones que al docente se le
tendrían que pagar tantos sueldos como grados diferentes atiende. Pero lo habitual es
trabajar con grupos de dimensiones que no facilitan la tarea. Además el docente es
remunerado por la cantidad de horas de clase que dicta. No se remunera la
preparación de las clases, ni de los materiales necesarios para ellas, ni la
socialización con otros docentes de las experiencias y de la marcha de los grupos que
atiende. En cambio se lo evalúa. No estamos en contra de este proceso, si se realiza
bien y se transforma en una evaluación de tipo formativo, pero… ¿por qué no se
evalúan los Ministros, o los militares, o los diputados, o los senadores, o los
delincuentes de guante blanco? Estos últimos tendrían, con seguridad, muy altas
calificaciones, cosa que no pienso de los anteriores.
12. Pero, a despecho de todo lo anterior, hay cosas que debemos conocer y que podemos
hacer para incrementar nuestra eficiencia pedagógica y facilitar el aprendizaje a los
alumnos que no elegimos, y que nos llegan. Ello implica acercarse a un modelo
teórico del proceso de aprendizaje, del cual sea posible derivar propuestas para el
proceso de enseñanza. Y ya sabemos que no hay nada más práctico que una buena
teoría.
14. Entendemos que aquí es necesario entender la conciencia, que la entendemos como
el mapa o representación que el pensamiento construye como imagen de la persona y
de su entorno. Esta conciencia evoluciona con las nuevas experiencias y la
adquisición de conocimientos sobre uno mismo y sobre el mundo exterior. Cuando
falta el insumo “saber” el nivel de conciencia es el mítico-mágico-religioso y ese nivel
sólo nos permite el rezo o el conjuro o la danza ritual frente a problemas que debemos
resolver para sobrevivir. Pero con frecuencia encontramos elementos de gran valor: la
farmacopea actual tiene su origen en viejas y tradicionales recetas que conocía la
abuela, la “machi” o el chamán. Pero los cambios que afectan al mundo rural se
producen con tal rapidez que la necesidad de conocimiento científico moderno,
integrado a la sabiduría tradicional, es urgente e inmediato. Debemos llevar la
conciencia al nivel de la capacidad científico–crítica, y para ello requerimos de
modelos, métodos e instrumentos de comunicación pedagógica.
15. Estos instrumentos sirven para producir, procesar, conservar y reproducir mensajes
destinados a procesos de enseñanza que faciliten en el alumno el aprendizaje. Pero
esos mensajes llegan a nuestro cerebro a través del Sistema Nervioso Periférico
Sensorial. Los terminales de las neuronas sensoriales reciben estímulos de diversos
tipos: electromagnéticos (la luz), mecánicos (el sonido, el tacto y el equilibrio), y
químicos (sabores y olores); además de todos los estímulos hormonales. Esos
estímulos generan corrientes nerviosas, básicamente de carácter electroquímico, que
llevan la información del estímulo a diversas zonas del Sistema Nervioso Central
donde los estímulos o señales son procesados de muy diversas formas para llegar a
constituir nuevas informaciones o nuevos conceptos. Si la información es re-conocida,
simplemente refuerza la preexistente. Si no lo es, el cerebro realiza un conjunto de
procesos, que a nivel neuronal se manifiestan por el establecimiento de nuevos
contactos sinápticos y el establecimiento de nuevas redes que terminan configurando
un nuevo concepto o información que puede operar o ser procesada más adelante.
Estas tareas requieren de un elevado consumo de energía, por lo que si la nueva
información, o concepto, no son utilizados con cierta reiteración en el futuro inmediato,
los contactos sinápticos son destruidos ya que el cerebro no detecta una utilidad que
justifique su persistencia.
16. Estos procesos conllevan un elevado gasto de energía y pueden llegar a producir
fatiga. Sabemos que la fatiga es el obstáculo más importante al aprendizaje. Es por
ello que debemos buscar que los mensajes de tipo pedagógico contengan señales de
información muy fuertes y niveles de ruido muy bajos, ya que procesar un ruido
(estímulo que no contiene información) requiere tanta o más energía que procesar una
información. Es decir, lo que los técnicos llaman relación señal/ruido (S/R), debe ser lo
más elevada que sea posible para reducir la fatiga y facilitar el aprendizaje. Vemos
pues que si el mismo terminal nervioso recibe estímulos diversos, éstos van a
competir entre sí y obligar a un esfuerzo que agota. Si, por el contrario, llevamos la
misma información mediante mensajes que afecten más de un tipo de terminal
sensorial, estaremos reduciendo la fatiga y haciendo crecer el aprendizaje. Si a la
vista y el oído podemos sumar información que provenga de la actividad del Sistema
Nervioso Periférico Motriz, vamos a facilitar aún más el aprendizaje. Vale repetir lo que
escuchamos a un productor rural en el altiplano andino: “si lo oigo me olvido, si lo veo
me acuerdo, si lo hago lo aprendo”.
17. Según Mario Bunge, filósofo argentino, el Sistema Nervioso Central está conformado
por dos tipos de redes neuronales diferentes: las Comprometidas y las Plásticas. Así
como las primeras están genéticamente programadas y son las encargadas de las
actividades dedicadas a la supervivencia del organismo (reflejo de lactancia,
automatismos de autodefensa, etc.), las redes Plásticas están a cargo del aprendizaje.
Pero estas redes plantean un problema serio: si no se las pone en actividad en una
edad temprana son eliminadas, ya que significan un alto costo energético y no se las
usa para evitar el gasto innecesario. De ahí la necesidad de la estimulación (y no
sobreexcitación) temprana en los niños. Gran parte del componente afectivo de la
personalidad está determinado por las redes comprometidas, pero con el desarrollo y
crecimiento del ser humano, las redes plásticas van teniendo un papel cada vez más
importante en el manejo de la afectividad. Desde luego sabemos que una actitud
afectiva positiva frente al esfuerzo que significa el aprendizaje, lo facilita. Por el
contrario, una actitud afectiva negativa, bloquea la posibilidad de que las redes
plásticas operen fluidamente para lograr nuevos niveles de conciencia.
18. Pero no es fácil lograr una actitud positiva en personas que no entienden el objetivo
del proceso que tanto trabajo les cuesta. Es muy frecuente que se recurra a estímulos
ajenos al propio proceso de aprendizaje. Si haces lo que no quieres, estudiar, lograrás
lo que quieres (juguete, tiempo, etc.). Esta conducta, para muchos basada en las
teorías conductistas que han regido durante mucho tiempo en el campo de la
pedagogía, es válida para amaestrar animales, pero no para educar ciudadanos. En
nuestra larga experiencia hemos encontrado una sola vía de estimulación válida y la
encontramos en la economía. En la teoría económica clásica (Smith, Ricardo, Pareto,
Keynes) los productos pueden ser útiles o superfluos. Por el contrario, Marx plantea
que todo producto hecho por la sociedad puede tener tres valores: de uso, de cambio
y de signo. Hemos encontrado que si el alumno es informado en forma clara del valor
de uso que tiene el “saber” que queremos compartir con él, se genera de inmediato
una actitud afectiva positiva frente al proceso que le proponemos, que es,
mayoritariamente, cognitivo. A partir de ese momento lo aprendido, con toda la
satisfacción que significa explicar el mundo y su acontecer, se transforma en un nuevo
estímulo para seguir el proceso de aprendizaje. Es posible que el valor de signo –el
título o cartón–, pueda tener más valor de uso del que le atribuimos a primera vista, ya
que forma parte de los antecedentes que todos necesitamos para encontrar trabajo,
pero claramente saber solucionar problemas o tener experiencia es muchas veces
más importante y valorado que los antecedentes.
19. Vemos entonces que incrementar la relación señal/ruido, haciendo que los estímulos
que llevan información superen a los que no la llevan, es un elemento básico para
facilitar el aprendizaje. Reconocer el nivel y los códigos que maneja el alumno,
reconocer su cultura, para empezar desde ahí nuestra tarea y facilitar el incremento de
nivel y la incorporación de nuevos códigos y conceptos, es otro elemento útil.
Denunciar la utilidad que el tema tiene para la vida del alumno, es fundamental para
obtener actitudes positivas frente al esfuerzo que, inevitablemente, conlleva el
aprendizaje. Partir de lo fácil para llegar gradualmente a lo difícil, evitará el bloqueo de
la actividad intelectual del alumno. Partir de lo concreto para, por pasos crecientes,
llegar a lo abstracto, facilitará el procesamiento de las nuevas informaciones por las
redes neuronales. Reiterar pedagógicamente, y no redundar machaconamente,
ayudará al establecimiento definitivo de los contactos sinápticos que implica un nuevo
conocimiento. Utilizar varios estímulos y terminales nerviosos para compartir la misma
información, redundará en la creación de más contactos y redes a cargo del mismo
conocimiento. Incorporar actividades psicomotrices que pongan en acción el Sistema
Nervioso Periférico Motriz, facilitará y reforzará el aprendizaje. No podemos olvidar
que el sistema nervioso aparece en los seres vivos cuando comienzan a desplazarse
y requieren de sensores, procesadores y ejecutores de decisiones. Las plantas no
tienen sistema nervioso porque no tienen que elegir hacia dónde desplazarse.
20. Son estas algunas de las propuestas, pero no todas, que derivan del modelo de
aprendizaje mediante redes neuronales y el establecimiento de contactos sinápticos
entre neuronas y entre redes. Hemos probado el modelo en multitud de situaciones, la
mayor parte de ellas en el área rural capacitando productores, usando instrumentos
audiovisuales, gráficos y literarios y, como comprobación del aprendizaje, trabajos
prácticos que facilitaron la operación del sistema motriz. El modelo ha demostrado una
elevada eficiencia y racionalidad. Queda en manos de otros probarlo y enriquecerlo,
corregirlo y mejorarlo.