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 Clase gratuita: El reto de ser padres

El objetivo es el mismo que con cualquier otra enfermedad: fomentar la autonomía e


independencia de la persona enferma.
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Cuando los padres están constantemente encima y pendientes de sus hijos, les hacen
sentirse inútiles. Y hay que evitar este sentimiento a toda costa.
La autoestima en personas esquizofrénicas está prácticamente perdida, ya que
incluso sienten frustración, en muchas ocasiones, porque les gustaría ser como otra
persona que no tenga la enfermedad.
Además de esto, no consienten la palabra “esquizofrenia” porque la asocian a la locura.
Tampoco aceptan sus cambios y el estigma que hay respecto a esta enfermedad les
afecta mucho. Si a esto le sumamos las situaciones en las que la gente se compadece de
ellos, aún minamos más su autoestima.
Como les cuesta aceptar que tienen una enfermedad mental no les gusta la idea de ir a
centros de día o asociaciones. Por ello, hay que convencerles de lo bueno que tienen
estos lugares como las amistades que pueden hacer, las cosas nuevas que pueden hacer
o las actividades y labores que pueden realizar.
Hay que tratar de normalizar sus vidas e incrementar su autoestima. También
enseñarles a que estén solos, aunque ellos no quieran. Darles seguridad. Esto es
importante porque hay que tener en cuenta que los padres no van a estar cuidando de
ellos para siempre.
Lo más importante en la enfermedad es la ocupación y el amor, aunque la medicación es
necesaria.
Las personas con esquizofrenia pueden llegar a ser manipuladores. Se aprovechan de su
enfermedad para hacer chantaje. Si hacen esto, es el momento para reafirmar su
enfermedad.
La enfermedad mental conlleva un duelo, porque se “muere” la persona conocida y nace
otra. La familia tiene que aceptar que el enfermo es otra persona distinta a la que era y
debe despedirse de ella, aunque siempre queda algo de esa antigua persona.
De esta forma, la familia acepta la enfermedad, fundamental para que la persona enferma
también lo haga.
Hay que destacar que prevalece la personalidad a la enfermedad, es decir, si antes de
la enfermedad era una persona agresiva, durante la enfermedad, esta “nueva persona” lo
va a seguir siendo.
Con las conversaciones extensas se aburren, por lo que tienen que ser breves y con un
mensaje corto.
El aplanamiento afectivo hace que no muestren afectividad alguna. Para combatirlo, hay
que mostrarles cariño. Se le tiene que preguntar antes de darle un beso o un abrazo.
Hay que ser constantes. Para ellos es muy importante saber que pueden contar con
alguien.
Las personas con trastorno mental se acuestan muy tarde, de madrugada. De
hecho, hacen más vida de noche. Esto puede derivar en conflictos familiares, por lo que
hay que aceptarlo. Aunque se puede hablar con ellos para llegar a un acuerdo y que las
actividades nocturnas las hagan de día, hay que respetar su elección.
Tenemos que ser flexibles con ellos pero sabiendo decir que no y poniendo límites.
Ser dulces pero firmes.
No todas las personas con esquizofrenia se conservan igual física y mentalmente. Sin
embargo, con los años, les puede costar movilizarse. Hay que mantenerlos
activos (actividades de ocio), como mandarles que vayan a la compra, pero siempre con
una lista en la que se indique lo que tienen que traer.

¿Por qué no toman la medicación?


Porque producen efectos secundarios como sequedad de boca, estreñimiento,
sensibilidad de los ojos a la luz, molestias estomacales, reacciones alérgicas al sol, sueño
o somnolencia, piernas inquietas, aumento del apetito y/o peso, cansancio, lentitud de
movimientos, rigidez corporal, temblores, ojos en blanco (crisis oculógiras), disminución
de la libido o impotencia (en hombres), regla irregular (en mujeres), visión borrosa,
espasmos musculares, discinesia tardía, dificultad para tragar, incapacidad para estar
quietos, etc.
Cuando leen el prospecto o les pasa alguno de los síntomas anteriormente descritos
quieren dejar de tomarla. En muchos casos también abandonan el tratamiento, porque
aún no aceptan ni reconocen su enfermedad.
Tienen que aprender que el hospital no es un castigo, sino una solución. Además, hay
que revisar la medicación. Hay casos en los que es la propia persona enferma quien pide
que la lleven al hospital por alguna crisis.
Cuando se necesita realizar un ingreso involuntario, hay que llamar al 112. No hay una
guía que indique cuándo llamar, simplemente surge. Cuando esto se produce, se realiza
una inyección de distintos medicamentos para rebajar los síntomas.
En el momento en el que empiezan los pródromos, hay que ir al psiquiatra u otro servicio
de salud mental para evitar la crisis. Si es inevitable, hay que realizar un ingreso
involuntario.
Es un derecho del enfermo que vaya a casa si no quiere ir al hospital o a la Unidad de
Salud Mental.
Es importante escuchar los soliloquios para saber qué le está pasando. Hay que razonar
sus alucinaciones y hacerles ver que es efecto de su trastorno. Hay que hacerles
entender que lo que ellos creen es verdad, pero que solo está en su cabeza, que no es
real.
Hay personas que tienen delirios todos los días, delirio mantenido, y viven con ellos. La
mayoría reconocen que los tienen, pero no significa que tenga un brote.
Hay que distinguir cuándo nos comunicamos con ellos y cuándo con sus delirios.
También es conveniente saber que aunque tome la medicación, pueden darse crisis.
¿Cómo afrontar comportamientos
problemáticos?
Lo más habitual es que descuiden su higiene, sobre todo, ducharse. Para afrontarlo, hay
que sentarse con ellos y hablarles con calmay bajito.
Mostrarse firmes, sin amenazar ni enfadarse y hacerlo de forma breve. No hay que
utilizar frases como “en mi casa no se fuma” o "son mis normas y si vives bajo mi techo
tendrás que cumplirlas".
Además, es importante referirse a la conducta, no a la persona; por ejemplo, hay que
evitar decirles “es que eres un guarro porque no te duchas”. Es mejor decir "hay que
ducharse todos los días para sentirse cómodo".
Hay que establecer normas con ellos sobre lo que está permitido y lo que no. Muchas
veces las van a incumplir porque no se acuerdan.
Es importante tener paciencia y repetir las cosas las veces que sean necesarias y de
buenas maneras. Se pueden llegar a hacer compromisos firmados por el enfermo y otra
persona para que cumpla con una serie de actividades y que los dos cedan en algún
aspecto.
Debido a su estado de ansiedad, no suelen comer, sino engullir. Hay que incidir en
que disfruten la comida y mastiquen bien y con calma, para saborear lo que comen.
La soledad, la tristeza y la impotencia pueden llevarlos a consumir drogas. Por eso
es fundamental el apoyo familiar.
Se sienten más seguros cuando hay una rutina para sentir que tienen su vida
organizada. Si se le añade una nueva tarea, tiene que ser después de una actividad que
sea rutinaria.
Cuando muestren conductas agresivas debemos mantener la calma y estar tranquilos.
Si nos ponemos a su nivel empeorará la situación, porque se “vienen arriba”. Es mejor
callarse e incluso agachar la cabeza y esperar a que se tranquilice.
Una vez hayan pasado las conductas agresivas hay que hablarle de ellas, sin hacer
referencia a la persona, sino a dicha conducta. Es fundamental comprobar que toman la
medicación.

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