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Introducción
La guerra del Pacifico se produjo en el Desierto de Atacama, entre los años 1879 y 1883. En esta guerra
participaron los países de Perú, Bolivia y Chile.
Machismos años de paz aun no logran borrar definitivamente las cicatrices de esta guerra. El Clarín de
guerra sonó en los pueblos, ciudades y caseríos de tres Patrias- Chile, Perú y Bolivia- Llamando a sus hijos
a reconocer cuartel. Miles de campesinos, mineros y ciudadanos se transformaron en soldados para escribir
con su sangre derramada, gloriosas paginas de historia.
Fue una sangrienta lucha en que Por mas de 4 años se puso a prueba la fuerza de los pueblos y el valor, la
nobleza e hidalguía de soldados y marinos- especialmente de Chilenos y Peruanos, que se fundieron con el
mismo ímpetu para lograr el triunfo.
Hombres de destacada participación por su valentía mostrada en los tiempos difíciles fueron Francisco
Bolognesi, Andrés Cáceres, Miguel Grau, Arturo Prat, Ignacio Carrera Pinto, Pedro Lagos, Eleuterio Ramírez,
el gran presidente Baquedano... y muchos más. Estas personas fueron admiradas por su patriotismo y
decisión, fueron un homenaje a la paz y hermandad entre los pueblos, que buscan en la colaboración y la
armonía las armas del progreso y de un común bienestar. Tantos años nos separan cada día más de estos
gestos heroicos y los pueblos que heredaron sus glorias, que en forma tan heroica devolvieron la paz a
Chile.
En ese entonces -1879-, la frontera de Chile llegaba hasta Tarapacá, por lo cual Antofagasta formaba parte
del territorio boliviano. Más al norte, Arica e Iquique eran parte del Perú. A pesar de todo esto, la riqueza
salitrera que cubría el suelo antofagastino era explotada por capitales extranjeros, fundamentalmente
chilenos.
Precisamente un año antes que comenzara la Guerra del Pacífico el presidente boliviano Hiliarón Daza
había impuesto a la mayor productora de salitre, la firma chilena Compañía de Salitres y Ferrocarriles
Antofagasta, un impuesto de diez centavos de peso boliviano por cada quintal embarcado del producto.
Con ello, no sólo quebrantaba los tratados firmados con Chile en 1866 y 1874, sino que demostraba
claramente no querer buscar acuerdos pacíficos a los problemas presentes.
Inútilmente la cancillería chilena reclamó lo ilegal del acto boliviano, exigiendo el cumplimiento del tratado
de 1874, en el cual Bolivia se había comprometido a no aumentar, durante 25 años los impuestos a "las
personas, industrias y capitales chilenos que trabajasen entre los paralelos 23º y 24º".
Chile hizo ver que el cobro de ese impuesto implicaba la ruptura del tratado y que, por lo mismo, ellos
podrían hacer valer sus antiguas reclamaciones territoriales. Estas consistían en que la frontera de Chile y
Perú se había establecido en el río Loa (23º de latitud sur). Cuando se creo Bolivia, sus gobernantes
estimaron conveniente tener salida al mar por lo que se establecieron en Cobija, territorio
indiscutiblemente chileno, sin embargo Chile se mantuvo indiferente. Al descubrirse grandes reservas de
guano y minas de oro plata y cobre; ante este hecho, Bolivia declaró tener posesión sobre toda la región
hasta el paralelo 26º de Lat. sur. La empresa nacional, apoyada por el gobierno chileno, se negó a pagar el
tributo que consideraba completamente ilegal. Sin embargo, el gobierno boliviano, que estaba decidido a
seguir adelante, ordenó el remate de la compañía salitrera.
De esta forma, llegó el 14 de febrero de 1879, día que los bolivianos habían fijado para el remate de la
empresa y fecha establecida para la ocupación por parte de las tropas chilenas.
En esa mañana de 1879 amanecieron anclados frente al puerto de Antofagasta parte de la flota
nacional: el Blanco, el Cochrane y la corbeta O'Higgins. De ellos desembarcaron los hombres que, al mando
del marino y futuro presidente de Chile don Jorge Montt, tomaron bajo su control la ciudad. Entre los
ocupantes de la población (más del 90% era chilena) el coronel Sotomayor, al manejo de las tropas de
tierra, avanzó en correctamente hacia la plaza Colón, lugar en que con caballerosidad ordeno al prefecto
boliviano Severino Zapata a deponer las armas y rendirse.
Sin otra alternativa, Zapata y sus desarmados soldados partieron rumbo a Calama.
Chile no quería ir a la guerra, pero cuando quedó al descubierto que en 1873 Bolivia había firmado con el
Perú un pacto secreto que los obligaba a respaldarse mutuamente ante "toda agresión del exterior", el
ministro de Relaciones Exteriores chileno declaró que "la guerra es el único camino que nos queda".
En sesión secreta del Consejo de Estado algunos de sus integrantes, dudosos de las posibilidades chilenas
en el conflicto, no se demostraron partidarios de éste. Sin embargo, el 2 de abril de 1879, el Presidente
Aníbal Pinto declaró la guerra a Perú.
EL FIN DE LA ESMERALDA
Grau espoloneó nuevamente. Ahora saltó al abordaje el teniente Ignacio Serrano con algunos hombres,
pero fue abatido igual que su comandante. Los cañones peruanos proferían mortales heridas al débil casco
de la corbeta. Un tercer espolonazo mandó a pique a la vieja mancarrona desde la proa, con la bandera al
tope. La Esmeralda se hundía a las 12:10 del 21 de mayo. Los sobrevivientes fueron recogidos por el
Huáscar. Los cadáveres de Prat y sus hombres fueron enterrados en Iquique y las pertenencias mandadas
por Grau a su esposa en un gesto de caballerosidad sin par.
LA CAMPAÑA DE TARAPACÁ 1879: Hasta este momento el gobierno no pensaba en anexarse Tarapacá
y sólo pensaba y deseaba la posesión de esa provincia como garantía del pago de una fuerte indemnización.
Tarapacá era el centro de los recursos económicos del Perú y su dominio le daría a Chile un punto a favor
en la guerra, ya que se temía, de una intervención europea. Pues cabe advertir que el interés de Perú era
poner en contra de Chile a los Ingleses y de otras nacionalidades existentes en las compañías salitreras de
aquella provincia. A fines de octubre, un ejército expedicionario de 10 mil hombres de embarca en
Antofagasta al mando del general Erasmo Escala, militar de la vieja escuela, formado en tiempos en que el
valor decidía los combates. PISAGUA
Luego de la victoria en el mar, en octubre de 1879, las tropas chilenas avanzaron sobre el territorio de
Tarapacá, aun cuando no era su intención anexarla sino mantenerla como indemnización de guerra. Para
ello se efectuó un desembarcó en la costa de Pisagua, una operación complicada por lo difícil del terreno.
Bajo el mando del general Erasmo Escala se movilizó un contingente cercano a los diez mil hombres, el 2
de noviembre de 1879. Después de silenciar los fuertes mediante los cañoneos de los buques de guerra se
produjo el desembarco bajo una fuete balacera de los aliados que se hallaban escondidos en trincheras, en
las rocas de los cerros de la costa, en la maestranza del ferrocarril, en la aduana y en los rimeros de salitre.
La operación, de carácter de mar y agua, fue precisa y exitosa. En poco tiempo se izaba la bandera chilena
en el fuerte de Alto Hospicio.
LA BATALLA DE DOLORES
Después de haber perdido Pisagua, el ejército peruano-boliviano, nueve mil hombres al mando del general
Buendía, marchó de Iquique al puesto de Dolores, sin saber que las tropas chilenas comandadas por el
coronel Emilio Sotomayor ya las habían ocupado con seis mil soldados. Se habían fortificado fuertemente
en el cerro Dolores o de San Francisco, a cuyo pie había una oficina salitrera y un pozo de agua donde,
finalmente, se desarrolló la batalla. Las fuerzas se encontraron el 19 de noviembre. Luego de un
intercambio de artillería, al que siguió el ataque de la infantería perú-boliviana por la falda del cerro de San
Francisco y el contraataque de la chilena, que lo hizo retroceder hasta el bajo en un furioso cuero a cuerpo.
Los aliados abandonaron el campo sin ser perseguidos, lo que permitió salvar la mayor parte de sus tropas
y proporcionar más tarde a los chilenos la derrota de Tarapacá.
EL COMBATE DE TARAPACÁ
Después de Dolores se avanzó hacia Iquique, a reunirse con los fugitivos en el oasis de Tarapacá por
lo que Chile quedaba en posesión de un territorio rico en recursos. El error de no cerciorarse del número
del enemigo, motivó a que se enviara una división de dos mil hombres, cabe destacar que estos hombres
contaban con escaso provisiones y municiones y falta totalmente de agua, un elemento indispensable en
toda operación en el desierto. El peruano Buendía había logrado juntar en Tarapacá cinco mil hombres,
incluyendo los defensores de Iquique, que le aportaron abundantes municiones. El mayor chileno Jorge
Wood intentó contraatacar, pero la falta de municiones y agua, además del cansancio, hizo que el éxito
inicial de esta carga se desvaneciera. La llegada de Baquedano alivió en algo la desastrosa situación. El
combate fue un desastre para las armas chilenas ya que sus hombres quedaron reducidos en un 32%. En
este combate murió el comandante Eleuterio Ramírez. Después del combate Buendía se retiró hacia Tacna
por la falda de la cordillera y llegó con sólo 3.700 soldados. Las fuerzas chilenas fueron arrasadas. La
campaña de Tarapacá dejaba en poder de Chile la rica provincia salitrera del mismo nombre, cuyas entradas
sirvieron para financiar la guerra.
Bolognesi rechazó la petición. Con una estrategia inteligente, Lagos hizo creer al comandante peruano que
atacaría por el norte, pues una columna se desplazó hacia ese punto. Mientras el verdadero ataque se
gestaba por el sur y de noche, ya que los fuegos del campamento permanecieron encendidos. El ataque
fue exitoso, rápidamente destruyeron la línea defensiva y siguieron subiendo, lo mismo sucedió en las
siguientes defensas del Morro, hasta que llegaron a la cima como una turba infernal, destruyendo todo lo
que estuviera a su paso. El Morro era chileno luego de cincuenta y cinco minutos.
Al finalizar la campaña de Tacna, quedaba en poder de Chile toda la parte sur del Perú, hasta el río Sama.
LA CAMPAÑA DE LA SIERRA:
Después de la ocupación de Lima, Cáceres y otros jefes peruanos se retiraron a las sierras, donde
organizaron montoneras formadas en gran parte por indios crueles y salvajes, o por mestizos sin disciplina
militar
En Perú se formó con muchas dificultades el gobierno del general Miguel Iglesias bajo el amparo de
las armas chilenas, con el cual se pudo celebrar un acuerdo. Este fue el tratado de Ancón, ocurrido en 1883,
y con el cual se terminó la guerra y estipuló las siguientes condiciones principales:
Con Bolivia se hizo un simple pacto de tregua que declaró terminada la guerra (1884). Según este, Chile
mantendría la ocupación del territorio de Antofagasta, ejerciendo plena soberanía. Además se fijaron
algunas disposiciones comerciales y aduaneras.
Luego, en 1904, se firmó el tratado definitivo en el cual Bolivia cedió el territorio de Antofagasta y
Chile se comprometió a construir un ferrocarril de Arica a La Paz, permitió el libre transito de las
mercaderías bolivianas y pagar en dinero una compensación.
Biografías
Nace en Santiago el 10 de Julio de 1842 hijo del gran Manuel Bulnes y Doña Enriqueta. Amplia su cultura
en Europa y su regreso se incorpora la Ejercito, 1867, como Cte. de un cuerpo de caballería costeado por
el mismo. Campañas de la Araucanía 1867-1874. Diputado. Crea el Escuadrón de Carabineros de Yungas.
Es tomado prisionero con este cuerpo por el mismo HUASCAR, cuando se dirigía al teatro de la guerra en
el norte, en el Rimac, fue posteriormente canjeado y se batió bizarramente en Tacna, Chorrillos y
Miraflores. Terminada la guerra. Viaja a Europa. Es nombrado General de Brigada en 1894. Ministro de
Guerra y Marina 1896, Casado con Doña Elena Calvo Cruchaga. falleció en 1899
Ingresó a la Armada el 18 de mayo de 1844, como guardiamarina sin examen. Participa en la I campaña
contra el Perú y Bolivia. A fines del mes de Febrero de 1879, es nombrado Comandante en Jefe de la
Escuadra enarbolando su insignia en el blindado Blanco Encalada, estableciendo el boqueo del llamado
litoral boliviano y más tarde del litoral peruano, bloqueando Iquique. Zarpó, con la Escuadra a su mando en
dirección al Callado donde pensaba sorprender a la enemiga; como dicha misión fracasó, re impuso el
bloqueo de Iquique, el 22 de Mayo es decir, un día después de verificado el Combate Naval acaecido en
dicho puerto. En agosto de 1879, regresa a Valparaíso, después de haber renunciado a su cargo (por
problemas de Salud) ingresando a la junta de Asistencia de la comandancia General de Marina.
Fueron sus padres el marino mercante escocés Federico Condell y Manuela de la Haza, peruana.
Estudió en la escuela Naval y participó en la guerra con España (1865) y en la guerra del pacífico. Fue el
héroe de Punta Gruesa (21 de mayo de 1879) y llegó al grado de almirante.
Era hijo de Juan Manuel Grau, marino colombiano al servicio del Perú, y de la peruana Luisa Seminario
del Castillo. Caso con Dolores Cabrero Nuñez, con sucesión.
Excelente marino, Grau supo burlar durante meses a la escuadra chilena, capturando transportes y
cañoneado los puertos del norte. Vencedor en Iquique el 21 de Mayo de 1879, dio muestras de
caballerosidad y delicadeza. Encontró gloriosa muerte frente a Angamos, al mando del "Huáscar".
En los faldeos del cerro Coiquén, en las cercanías de Chillan, nació el 3 de abril de 1848 un niño frágil que
ni siquiera lloró al nacer: era Arturo Prat Chacón.
Hijo de Pedro Agustín Prat Barril y María de la Luz Rosario Chacón Barrios. En 1858, debido a algunos
problemas económicos de la familia, viajó a Valparaíso para vivir bajo la tutela de su tío Jacinto Chacón. Ese
mismo año ingresó a la Escuela Naval.
En 1864, consiguió el grado de guardiamarina y fue asignado a la Esmeralda. Al año siguiente participó en
el combate de Papudo, donde la corbeta Esmeralda capturó a la nave española Covadonga. En 1867 fue
ascendido a Teniente y solicitó licencia para estudiar leyes en la Universidad de Chile. Se graduó de abogado
en 1878. Tres años antes contrajo matrimonio con Carmela Carvajal Briones.
En 1878, fue enviado en una misión confidencial a Buenos Aires y Montevideo, en los momentos en que el
país tenía problemas fronterizos con Argentina. Poco antes de iniciarse la Guerra del Pacífico, cuando ya
contaba con el grado de Capitán de Corbeta, fue nombrado asesor naval del Ministro de Guerra don Rafael
Sotomayor y juntos se embarcaron rumbo al norte en el blindado Blanco Encalada, el 2 de abril de 1879.
Tres días más tarde, Chile le declaró la guerra a Perú y Bolivia. Cuando ya se encontraban en su destino, el
Ministro lo envió a Santiago para organizar el aprovisionamiento de la Escuadra.
Regresó al norte en mayo de 1879, y el Almirante Williams le encomendó la misión de bloquear el puerto
de Iquique, después que la escuadra zarpara rumbo a El Callao. El 21 de mayo de 1879, Prat se cubrió de
gloria durante el célebre Combate Naval de Iquique, como capitán de la fragata Esmeralda y hasta hoy
tanto la armada como el país entero se conmueven al recordar las palabras que pronunció a sus hombres
antes de iniciar el combate:
¡Muchachos: la contienda es desigual! Nunca nuestra bandera se ha arriado ante el enemigo, espero pues
que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Mientras yo esté vivo, esa bandera flameará en su lugar, y os aseguro
que si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber. ¡Viva Chile!".
Así, don Arturo Prat Chacón entregó su vida por el honor de la patria en la cubierta del buque peruano
Huáscar, el que abordó con una valentía y heroísmo hasta hoy admirados.
Arturo Prat
Relato De Un Sobreviviente
"Querido papá:
No sé si esta carta pueda llegar a sus manos; sin embargo, confío en ello; y deseando que Ud. esté al cabo
de lo realmente sucedió el 21 del presente, trataré de hacerle una descripción del desigual combate...
"Era natural que al ver nuestra gente la inmensa superioridad del enemigo, hubiera desmayado o perdido
su entusiasmo. Sin embargo, no sucedió así y al oírse el toque de corneta todo el mundo corrió a sus
puestos con la sonrisa en los labios, la esperanza en el corazón y con el placer que se experimenta al
defender la patria querida.
"...Vino a fortalecer el propósito de nuestros tripulantes la voz del comandante, que se expresó en estos
términos":
"Muchachos: la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Hasta el presente ningún buque chileno ha
arriado jamás su bandera; espero, pues, que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte yo os aseguro
que mientras viva tal cosa no sucederá y después que yo falte, quedan mis oficiales, que sabrán cumplir
con su deber."
"Sería necesario que Ud. se hubiere hallado en un caso semejante para comprender el entusiasmo que es
capaz de despertar un viva a la patria, lanzado por un jefe querido en aquellos supremos instantes.
Guardiamarina de la Esmeralda.
("Testimonios y Recuerdos de la Guerra del Pacífico" Oscar P. de la Barra.) La Esmeralda
A pesar de que el camino ahora estaba libre, a los chilenos les resultaría difícil internarse por el entonces
departamento peruano de Tarapacá. La caleta Pisagua fue la elegida por Condell para el desembarco de las
tropas. A las pocas horas de emprender la misión y pese a la tenaz resistencia ofrecida por peruanos y
bolivianos, el sitio estaba en manos de los chilenos. Un par de semanas después, Dolores lucía la bandera
tricolor de Chile. Peruanos y bolivianos intentaban desesperados llevar a cabo alguna estrategia, pero ya
era tarde, la artillería chilena hacía categórico el triunfo para ésta nación.
Ahora, sólo faltaban las campañas de Tacna y Arica donde las fuerzas chilenas, tras subir más de 50
kilómetros por el desierto, derrotaron al enemigo. El 7 de junio, en 55 minutos, los chilenos se apoderaron
del Morro de Arica. Desesperadas, las tropas bolivianas se desbandaron hacia el Altiplano y no volvieron a
aparecer en la guerra.
El gobierno del presidente Pinto se consideraba satisfecho con la conquista de los territorios peruanos que
comprendían las regiones de Tarapacá, Arica y Tacna y creyó que había llegado el momento de firmar la
paz. Sin embargo, El general Baquedano y sus oficiales creían que, sin la toma de Lima, cualquier acuerdo
sería superfluo. Entonces, con el apoyo de algunos parlamentarios y de la opinión pública en general, dieron
curso a este propósito.
El ministro de guerra, José Francisco Vergara, preparó las fuerzas que entrarían a la capital peruana. En
total, cerca de 23 mil soldados chilenos rompieron las defensas del gobierno peruano, en las batallas de
Chorrillos y Miraflores: Lima y el Puerto de Callao presenciaron la guerra. Cuatro días después, el 18 de
enero, Manuel Baquedano tomaba para el dominio chileno la capital peruana.
En Chile la alegría era completa. En Perú empleaban todas las artes de la diplomacia para rescatar algo de
todo lo perdido y algunos guerrilleros intentaban resistir desde la sierra.
Finalmente, el Tratado de Ancón, firmado el 20 de octubre de 1883 puso orden en la conflictiva situación.
En él, Perú cedía a Chile a perpetuidad e incondicionalmente la provincia de Tarapacá, mientras que Tacna
y Arica quedaban en manos chilenas por diez años, al cabo de los cuales se haría un plebiscito, para
determinar a qué país querían pertenecer.
Al año siguiente, mediante un Pacto de Tregua con Bolivia, Chile pasaría a administrar como propio el litoral
boliviano hasta el río Loa. De este modo, la Guerra del Pacífico había concluido.
Conclusiones
Sin lugar a dudas una guerra es un gran hito a la historia de un país. Chile nunca será igual después de
la guerra del pacífico tanto física como
Psicológicamente. No se puede mirar una guerra de manera positiva a pesar de que se haya logrado la
victoria, la expansión y el respeto a Chile ya que en esta existió crueldad y muerte. De todas maneras se
puede afirmar que la guerra fue necesaria. Quizás, luego de las malas relaciones existentes entre Chile y,
Perú y Bolivia se tuvo que recurrir a la violencia para poder solucionar los problemas existentes. Esta guerra
como muchas otras nos dejan mucho que aprender y que reflexionar ¿ Serán las guerras soluciones
inmediatas? ¿Existirán razones para matar? No lo sabemos, aunque les aseguramos de que esta guerra
esta grabada en alguna parte de estos tres jóvenes países.