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LA MESA
desencuentro ya que consideramos que lo que pueda pasar no puede ser previsto totalmente de
1 Paráfrasis del “mundo de la vida”, concepto trabajado por Husserl y Habermas, entre otros. Obviamente
hablar del “mundo de la escuela” supone un desarrollo mayor que será ocasión de otro escrito, no de éste.
antemano por los involucrados en el mismo. Esto nos lleva a pensar en las condiciones de
marcado tal vez por aquello de los niños que los adultos no pudimos elaborar. De allí que se
pueda desplegar la pregunta, formulada desde la posición adulta: ¿tendremos otra promesa que
nuestro pasado?
Entendemos que las posibilidades de este des/encuentro habilita lo que podemos llamar
“filiación simbólica”2, esto es, una trama a partir de la cual un sujeto puede seguir configurando su
una desafiliación, que implica una inscripción en un mundo situado a-fuera, particularmente un
genealogía, una herencia que se transmite, en el segundo caso se trata de una contragenealogía,
2 Tenemos que diferenciar el concepto de filiación del de consanguinidad. El concepto de filiación es básico
en las sociedades organizadas por parentesco, en la medida que permite a los miembros de una sociedad
reconocer la pertenencia de una persona a un determinado segmento social. Mediante la filiación, una
operación sociocultural, se establece un linaje.
3 “…. cuando el sistema de filiación simbólica, del cual debe funcionar como garante y referente el Estado,
coloca al niño en posición de renegar de la primera (filiación de sangre) sin ofertar más opciones que un
manojo de etiquetas, carátulas, caridad y beneficencia, el sujeto queda rehén de una historia cuya
elaboración de una biografía ya marcada de antemano, de la que tendrá que desmarcarse para hacer una vida
que no sea el cumplimiento de una anticipación y para poder narrar (se) desde una posición diferente a la que
lo consignó el discurso oficial, sostenido en dudosas certezas de dudosas ciencias”(Frigerio, Graciela. “La
división de las infancias: ensayo sobre la enigmática pulsión antiarcóntica”. Ed. Del Estante. Buenos Aires,
2008, pág. 63)
(Eduardo Galeano,
“Ventana sobre la memoria” en Las palabras andantes)
educativa (que no se reduce exclusivamente a lo escolar) pero también en la vida social, es decir,
más allá de las paredes de la escuela. Y en esta ubicación que excede lo escolar abre posibilidades
determinada sociedad.
escolar pero más allá también) se configura un territorio de equívocos, que aceptamos ya que nos
rompecabezas. Al desplegar en un espacio las piezas del mismo constatamos dos posibilidades:
Con ello la transmisión se configura con una particular lógica del no-todo, es decir, no
partimos de la idea de que “todo” se transmite y que la transmisión es siempre posible. Hay algo
Por ello con Graciela Frigerio sostenemos que: “Pensar la transmisión sin resquicios, sin
intersticios, sin huecos, imaginarla como una memoria completa que se ofrece, sería confundir el
trabajo con la omnipotencia. Esto no implica negar que en toda transmisión puede ofrecerse aun
aquello que no se tiene… Propondremos pensar que en este ofrecimiento de lo que no se posee,
fragmentos, lo que puede esbozarse encuentra en la escritura la forma de un ensayo. Es decir, una
búsqueda de las palabras que digan algo acerca de una particular experiencia, la que aproxima,
4 FRIGERIO, Graciela. “Los avatares de la transmisión”. En FRIGERIO, G. y DIKER, Gabriela (comps). “La
transmisión en las sociedades, las instituciones y los sujetos”. Ed. Noveduc/Cem. Buenos Aires 2004
Pero además la transmisión supone un entre-dos, que algo acontezca, algo pase entre dos
personas5… pero si algo se transmite en esa relación difícilmente pueda reducirse a la noción de
contenido, en tanto objeto terminado y acabado. Por ejemplo una versión de esto supondría que el
explicación posible de esto diría que alguien transmite a otro y éste recibe lo que ese otro le
transmite. Sin embargo lo que ocurre entre un adulto y un niño siempre excede y desborda ese
algoritmo o su explicación para dar lugar (siempre) a otra cosa, más allá de los límites que
encierra el riesgo de pensarlo desde un saber obturante de las preguntas que puedan formularse.
Por ello si algo se transmite entre dos es aquello que resulta de una pedagogía que no
renuncia a hacer de la relación una pedagogía en su formato duro. En este punto el HPP nos
resulta decisivo al postular que la relación pedagógica está en el centro de la experiencia escolar
(HPP 19-31).
Esta referencia al exceso y al desborde de la relación entre un adulto y un niño nos sitúa
Con el nombre de agente nos ubicamos en el polo que en el orden de la transmisión ocupa
En torno al agente nos encontramos frecuentemente con expresiones que aluden a una cierta
imposibilidad o inconsistencia: “no se hace cargo de los chicos”…”un papel pasivo frente a sus
responsabilidades”. Surge quizás una pregunta inquietante: ¿adultos sin deseo de transmitir?
5 En otros textos nos hemos referido a esta cuestión de lo que pasa o lo que nos pasa con la figura de
experiencia. Sin dudarlo la referencia en esta cuestión no es sólo adecuada sino que diría que es
imprescindible.
6 El concepto de transferencia no es originario de la teorización psicoanalítica aunque sin dudas desde Freud
a esta parte, su reformulación lo ha situado en el centro de la experiencia humana, más allá de la terapia: la
transferencia se ubica en todas las relaciones del sujeto con su entorno. De todos modos no es nuestra
intención ahora ahondar en esta cuestión que merece una serie de precisiones complementarias.
Sobre el sujeto podemos proponer expresiones tales como: “con poca tolerancia a la frustración”,
“sin respeto por las generaciones adultas”. Otra vez una pregunta: ¿niños/adolescentes sin deseo
De alguna manera nuestra mirada se centra en este paisaje que se configura: agente sin deseo de
Sin embargo este paisaje no exime de la pregunta sobre aquello que pueda ofrecer un punto de
encuentro entre el agente y el sujeto. Desde nuestro abordaje lo que media el encuentro es una
transmisión. Con su borramiento no hay nada que separe al agente y al sujeto pero aún más
Por ello proponemos en pensar en la generación de un lugar común donde se resignifica el trabajo
culturales… en definitiva, nuestro mundo que acoge a los “recién llegados”. Siguiendo la metáfora
de la canción del comienzo se trata de una mesa donde nadie se sienta extraño.
Y esta construcción del lugar común7 es posible desde una lógica del no-todo, es decir, una lógica
que implica un saber y no saber: un sujeto capaz de interesarse (aunque aún no sabemos por qué
cosas), de suponer sus posibilidades (aunque no sabemos cómo las pondrá a trabajar) y sostener
definitiva.. un no saber todo sobre el sujeto… pero también un no saber todo sobre el propio
agente (y su relación con lo que transmite) y, finalmente, un no saber todo sobre la transmisión
4. La transmisión en asedio
7 A esta construcción del lugar común también podemos nombrarla como “generación del vínculo educativo”.
8 “La transmisión es aquello imposible de llevar a cabo y, simultáneamente, aquello que, sin su intento
perseverante, nos deja siendo nadie. Es acerca de la imperiosa necesidad de su intento que la educación
trata. Son los avatares de los intentos los que nos ocupan, nos marcan, nos constituyen” (FRIGERIO, Graciela.
Op. Cit. Pág. 22)
9 “La educación, en realidad, ha de centrarse en la relación entre el sujeto y el mundo humano que lo acoge.
Su función es permitirle construirse a sí mismo como sujeto en el mundo: heredero de una historia en la que
sepa qué está en juego, capaz de comprender el presente de inventar el futuro” (MEIRIEU, Philippe)
Inés Dussel, reconocida investigadora de Flacso usa la metáfora del asedio10: “Si antes constituía
un espacio de transmisión cultural cuya cultura se distinguía claramente del afuera y que se
sostenía en una alianza entre el Estado y las familias, en la actualidad la escuela compite con otras
agencias culturales como los medios de comunicación de masas y la Internet por la transmisión de
compite en condiciones desventajosas, ya que por sus características “duras”, por su gramática
Frente a este asedio que cuestiona radicalmente la trasmisión cultural configurada en torno a la
1. La escuela debe ser el lugar del encuentro con el otro/los otros. Una experiencia de
encuentro con lo diverso, lo distinto, con lo extraño11. La escuela debe ofrecer la doble
2. La transmisión debe recrearse desde la gratuidad del don: “Frente a la aceleración de los
descansarse en otros, en una herencia acumulada, en un saber que otro nos ofrece, en un
espacio donde uno pueda equivocarse y volver a probar sin mayores consecuencias. Todo
eso es un don a dar a las nuevas generaciones” (DUSSEL, Inés. Op. cit. pág. 24).
3. La relación educativa debe posibilitar claves para descifrar la experiencia común, cada vez
más fragmentada y veloz. Se trata de ver con otros, sentir con otros, pensar con otros,
transmitimos. Nadie puede trasmitir la pasión por aprender sino ha podido testimoniar su
pasión por enseñar. Pasión que implica ofrecer un sentido de la tradición para ser recreado
10 DUSSEL, Inés. “La transmisión cultural asediada: los avatares de la cultura común en la escuela”. En Revista
Propuesta Educativa 28. Flacso. Noviembre 2007.
11 Lo extraño se define como aquello que no se deja ensamblar en ningún orden determinado por lo que
siempre postula una topografía que rodee el lugar o no-lugar de lo extraño sin domesticarlo.
teólogo protestante, que señalaba que el nombre religioso para la educación es iniciación.
La iniciación entendida en relación a una sabiduría, así como podemos entender la educación en
que media el encuentro entre las personas, lo que en la perspectiva del autor alemán se pensaba
enigma, al sentido de lo último. Para Tillich lo místico (en cuanto presencia de lo divino en la
experiencia) constituye el corazón de toda religión. Una religión que no pueda decir «el mismo
Dios está aquí presente», se convierte en un sistema de reglas morales o doctrinales que no son
la «presencia sensible de Dios», es una categoría esencial en la naturaleza de toda religión y nada
Con estas dos señalizaciones Tillich sitúa que lo último es lo relativo a la religión como lo anterior
es lo relativo a la cultura. Era su forma de articulación la relación entre cultura y religión: ambas
Por ello la dimensión cristiana de la actividad cultural no implica, a priori, limitarnos a señalar los
errores y desviaciones sino que se configura como una invitación a reconocer en el rico campo de
Ahora bien el interrogante que surge a continuación es sobre qué entendemos por dimensión
religiosa. A partir de Paul Tillich podemos pensar que la religión no es una función especial de la
vida del hombre, sino la dimensión de la profundidad en todas sus funciones. Se trata entonces de
lo que en la vida humana es lo último, lo incondicional, aquella dimensión que nos compromete de
12 Tillich no solamente demuestra un elevado interés por la mística como fenómeno y criterio, sino además
considera que hace falta un elemento místico de entrada, a priori, como condición de posibilidad, es decir
antes de que puede comenzar propiamente la reflexión teológica
13 Paul Tillich usa la expresión “ultimate concern”, es decir, nuestra referencia última, nuestro interés más
profundo.
las verdades en el aspecto cognitivo, o el anhelo de expresar un significado último a través del
Con este planteamiento la división tan cara a la modernidad entre lo sagrado y lo secular se
Religión, como preocupación última, es la sustancia que confiere significado a la cultura, y ésta es
religión.
En cada una de las funciones de la creatividad cultural del hombre palpita una preocupación
última. Su expresión inmediata es el estilo de una cultura. Quien pueda interpretar el estilo de una
14 Si bien enigma y misterio podrían entenderse, en un primer abordaje, como equivalentes, quisiéramos
introducir una matización que nos parece necesaria. Aristóteles definía el enigma como la formulación de una
imposibilidad racional que, aún así, expresa un objeto real: “Decir cosas reales juntando cosas imposibles”.
De alguna manera apunta a un límite frente al cual la razón se detiene, un límite que nos sitúa en una lógica
del no-todo. Un misterio en la definición de la Real Academia de Lengua Española apunta a algo muy difícil
de comprender, de descubrir o de nombrar. En ambos nos encontramos pues con algo que excede nuestro
abordaje o intento de poner palabras. Sólo que en la tradición cristiana la figura del misterio nos señala hacia
la presencia/ausencia de Dios, son sus huellas.
Con la metáfora de la preocupación última intentamos articular nuestro recorrido en torno a los
Dicha metáfora nos permite abordar la cuestión de aquella dimensión imposible de la transmisión,
aquella figura del enigma que no cesa de no resolverse, aquello que nos sitúa en el borde del
misterio15 que muchas veces nos deja sin palabras o con medias-palabras. Porque la experiencia
mística rompe así la “cuadratura” del encuadre con el que se pretende abordar.
experiencias que nos “alejan” del mundo. Es la capacidad de contemplar lo que De Certeau
Acercarnos al misterio de lo que acontece nos ubican en las coordenadas de ese objeto ausente
sociedad, fin de la historia, liberación, amor, plenitud, revolución, Alá, el Dios de los cristianos o
En la experiencia del misterio como lo totalmente otro respecto al mundo de los hechos nos
delimitables, una experiencia que no pocas personas viven en momentos claves de sus
trayectorias vitales. En el vagabundeo místico cesan las dudas de tipo cartesiano, meramente
racionales, porque las palabras no están allí para socorrernos como etiquetas orientadoras que
De Certeau al hablar del aporte de Michel Foucault, decía que de alguna manera “la operación
al borde de un acantilado. Más allá, sólo está el mar”. Considero que “al borde del acantilado” es
15 El término mystikos ( del griego : μυστικός, "secreto") se deriva del verbo myo, que significa cerrar, y
especialmente cerrar los ojos. Cerrar los ojos no para no ver, sino para ver de otra manera, es decir,
contemplar.
16 Wittgenstein formuló una reconocida frase: “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. La
experiencia del misterio se resiste a ser reducido a una esencia o palabra, por lo que la mayoría opta por el
silencio. Pero podemos pensar que este callarse del filósofo no es una renuncia escéptica ni una derrota a
nuestra capacidad de comprensión sino el lugar donde acontece una experiencia del horizonte que dicho
autor denomina lo místico.
una bella denominación de esta operación-límite con la cual nos acercamos al borde del misterio y
Desde el borde que rodea al misterio, de lo que puede acontecer como des/encuentro entre un
adulto y un niño, la iniciación será posible de acuerdo al lugar que la transmisión cultural
posibilite para la comprensión de la vida como misterio, la posibilidad de acceso a esta dimensión
de la experiencia humana.
Pedro Gil nos lo decía en unos de sus textos: “Tendrán, pues, que ver con lo cristiano, hablarán la
misma lengua, aquellas realidades en las que se ayude a las personas a comprender el misterio de
sus relaciones, a vivir y a expresar la pertenencia definitiva que nos fundamenta”. Por ello
podríamos seguir diciendo que todo lo que intente abordar o dar cuenta de la realidad misteriosa
encuentro con los demás, mediado por los saberes, es el lugar del encuentro con el Dios de los
cristianos. Pedro Gil llama a esto el Paradigma Emaús: es el encuentro con Su Persona lo que hace
de nosotros cristianos, no lo que oímos de Él. Y sólo en el Encuentro cobra sentido cuanto
habíamos oído.
Porque, en definitiva, el misterio en la tradición cristiana tiene el nombre de persona, misterio que
se revela en el rostro del Padre que Jesús de Nazareth anunció a través de su mensaje del Reinado
Mayo 11 de 2011