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(Hb 12,2).
Resumen: La manera de Hablar de y con Dios de Jesús, su manera de vivir,
desprovisto de cualquier apoyo humano, y de hacer patente el reinado de Dios
mediante sus acciones terapéutica y sus exorcismos, sus asiduos momentos de
intimidad con Dios en la oración, y la manera de hacer cercano a Dios sentado a la
mesa con los pecadores, dan testimonio de una relación con Dios. ¿Podemos hablar
de la fe en Jesús? La cuestión no es vana y es, sin duda, problemática, porque el
riesgo de proyectar nuestras categorías sobre Jesús es latente, y además las
dificultades que se han planteado de carácter teológico (S. Tomás), o literario
(Bultmann), parecieran que cualquier discurso sobre Jesús y s vida interna está
terminado, o bien no se puede decir nada. La única vía de acceso a Jesús son los
evangelios. En un primer apartado consideramos la naturaleza de las fuentes
(evangelios) y la legitimidad que nos ofrecen no solo de conocer al Cristo predicado
y creído por la comunidad, sino al Jesús de Nazaret y su vida relacional con Dios.
Una empresa no solamente lícita, sino imperativa para la significación de la fe para
los cristianos. Si la vida cristiana se define como imitatio Cristi no puede no ser
también en el aspecto de la fe. De ahí, que desde su forma de hablar de y con Dios
(Abba), y su modo de actuar, nos sumergimos en el “motor” interno que provocó la
manera en la que vivió y se entregó. Al mismo tiempo, la fe es una categoría que
tiene muchos matices en la Biblia, y se expresa de muchas y variadas maneras. No
se puede reducir solo a una raíz semántica so pena de privar el fenómeno de la fe
de su riqueza y de su profunda significación. A través de los evangelios sinópticos,
nos adentramos en el alma de Jesús, que se convierte en un modelo también en el
aspecto de la fe de los cristianos.
Introducción
1Carta Apostólica en forma de “Motu Propio” Porta fidei, Del sumo Pontífice con la que se
convoca el año de la fe, Nm 10.
Iglesia” (n. 10). ¿Qué propone el Catecismo de la Iglesia? “No es una teoría,
sino el encuentro con una persona que vive en la Iglesia (Ídem).
sostiene la interpretación del genitivo objetivo, traducido como “La fe de Jesús”, aunque
realmente no tiene interés en cuanto cómo hay que traducir la frase, sino “en los elementos
la idea primero de la posibilidad, o imposibilidad, de la fe de Jesús. En segundo
lugar, porque la expresión “la fe de Jesús” (pi,stij cristou/) se puede
entender de manera objetiva, antropológica, como la fe que se debe a él, o bien
de manera subjetiva, cristológica, o sea, la fe que tuvo Jesús. ¿Qué significa
realmente la fe de Jesús?5 Ambas son posibles gramaticalmente, y por ello ha
sido un debate que parece no encontrar una vía de salida y se ha convertido
en una verdadera “crux interpretum”6 y hasta un motivo de debate entre los
estudiosos7. Nuestro intento no es entrar en este amplio debate, puesto que el
objetivo no es Pablo, sino el Jesús histórico, atestiguado por los evangelios.
Centrando nuestra atención en las fuentes sinópticas, en sus palabras y obras
como un autentico creyente. Con esto no queremos reducir a Jesús a un simple
creyente más, pionero y el perfeccionador de la fe (Hb 12,2), sino que parte de
la convicción que Dios, tomando en serio nuestra humanidad, no se burla ni
nos engaña. Como cualquier ser humano Jesús "Jesús iba creciendo en saber,
estatura y en el favor de Dios y de los hombres" (Lc 2,52). Por otra parte, la
vida cristiana, como imitación de Cristo, modelo de humanidad reconciliada por
el amor, vendría menos si careciera de interioridad y esta fuera accesible a los
cristianos.
narrativos que están incluidos en el pensamiento de Pablo” (XXIII). En efecto: “La historia de la
palabra de Dios, que no conocemos de otra manera sino como el Dios que actuó por medio de
la fidelidad de Jesucristo”, XXVI.
5 J. D. G. Dunn, “Once More, ΠΙΣΤΙΣ ΧΡΙΣΤΟΥ,” en SBL 1991 Seminar Papers, ed. David J.
Lull (Atlanta: Scholars Press, 1991), p. 737. Se pone en contra de un significado subjetivo; los
cristianos habrían entendido bien la expresión (objetiva) puesto que Pablo no la explica.
6 D. CAMPBELL, “Romans 1:17 A Crux Interpretum for the PISTIS XRISTOU Debate,” JBL 113/
Theologica, 2.2,q. 1ª. 4c. Por lo que la fe comprende lo que la persona está dispuesta a creer
y los contenidos de fe que se le proponen. Por tanto, un acto de la voluntad, o sea la manera
en que y un contenido cognitivo. Este último aspecto, en la visión de Tomás de Aquino, no
de su concepción, tuvo una visión beatifica completa del ser de Dios. El campo
de la fe es la realidad divina que está escondida a la vista 9. Subrayando la
naturaleza divina de Jesús, parecería que la fe de Jesús terreno quedaba
descartada. El conocimiento de Jesús, por una parte, era el normal a los seres
humanos, pero al mismo tiempo era el conocimiento infuso10, y esto en franca
contradicción con lo que los evangelios afirman del conocimiento limitado de
Jesús (Mc 1,12-13; Lc 22,28; Hb 2:18; 4,15).
aplica a Cristo, puesto que tenía un conocimiento perfecto. Si la fe es una versión imperfecta
del elemento cognitivo no se aplica a Cristo.
9 Summa Theologica, 3ª. 7.3.
10 Cf. Summa Theologica, 3, qq. 10-12.
11 R. BULTMANN, Jesús, Sur, Buenos Aires, 1968, p 35.
12 En esto Bultmann es deudor de Martin Kähler, que en 1892 en su libro en su libro, Der
Sogennante historische Jesu und der geschichtliche biblische Christus, 1892: solo podemos
captar al Cristo bíblico y este es el único que tiene importancia para la fe. Es el Cristo que los
evangelios nos descubren, no las supuestas reconstrucciones científicas de él; es “el único que
“provoca en nosotros una ineludible expresión de plenísima realidad”.
predicación, irrelevante para la fe. Lo que realmente importa es Búsqueda
ilegitima, porque ni la primitiva comunidad, ni el kerigma primitivo, se
interesaron en ella.
13 Cf. B. BYRNE, ‘Gospel Narrative and the Jesus of History: Where should Christology begin?’
Pacifica 13 (2000), p 49.
14 Los intentos de la escuela liberal alemana, desde el siglo XVIII, cuya meta era la de liberar a
Jesús de cualquier dogma, meciéndose en el sueño reconstruir al Jesús que caminó por las
polvorientas calles de Palestina, reciben semejante sentencia de Jeremías: “La personalidad
de ese Jesús, su religión, son lo decisivo. ¡Y no el dogma cristológico!”… “Hoy en día, al leerlas
(las vidas de Jesús), no podemos hacer otra cosa que sonreír”, “substituyen el dogma por la
psicología y la fantasía”, J. JEREMÍAS, Abba, el mensaje central del Nuevo Testamento,
Sígueme, Salamanca, p. 201.
15 Así H. DE LUBAC, Foi, croyance, religión, NRTH XCI/4 (1961) pp 338-339: Es la manera más
firme y segura de conocer; no solo, sino un acto personal que, si se entiende bien, comporta el
fondo del ser. Es esencialmente una respuesta que no se pude dividir, a la palabra de Dios que
revela, y revelándose, se revela.
Naturaleza de las fuentes
1.- Primero, Jesús no habló explícitamente de su relación con Dios. Solo a
través de la mediación de las fuentes cristianas es posible el acceso a la
persona16 de Jesús su vida interna. Y además, estas tienen que ser
sustancialmente fiables17. “En concreto, hay dos caminos que nos permiten
entrar, no sin prudencia y circunspección, en el santuario de su alma, accesible
solamente a través de las ventanas abiertas de su hablar y de su actuar,
atestiguado en los Evangelios y en las otras fuentes de los orígenes
cristianos”18. Por este motivo, tenemos que analizar primero la naturaleza de
los evangelios, y luego su fiabilidad.
16 Frei habla de la descripción de Jesús que brota de los evangelios se convierte en la norma
para nosotros. Y la norma es “el centro personal e insustituible que es Jesús, su unicidad
personal. H. W. FREI The Identity of Jesus Christ: The Hermeneutical Bases of Dogmatic
Theology (Philadelphia: Fortress, 1975) pp. 64-65.
17 R. BAUCKHAM Jesus and the Eyewitnesses: The Gospels as Eyewitness Testimony (Grand
Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 2006), p 2: “la fe Cristiana cree que en estos
textos nos encontramos con el verdadero Jesús y es duro constatar como la fe y la teología
puedan trabajar con una actitud desconfiada hacia los evangelios”.
18 Cf. G. BARBAGLIO, Jesús, hebreo de Galilea. Investigación histórica, Salamanca,
Secretariado Trinitario, 2003, p 555. Estos dos caminos son, para Barbaglio, los símbolos de
Padre/Rey y las “icásticas fictions” parabólicas. A mi parecer, no basta: Por ello analizaremos
al igual el actuar de Jesús (su estar en el mundo) y de relacionarse con los demás, sobre un
trasfondo judío, y su manera de relacionarse con Dios, concretamente en su oración asidua.
nuestros días19. Los evangelios son testimonio sobre Jesús, escritos por
creyentes en él. Por tanto, elemento histórico, pero también hermenéutico.
Referencia histórica sí, pero además interpretación que se funden en el relato
evangélico que se pone delante de nosotros. La tentación de Joaquim Jeremías
de poder llegar a escuchar las mismísimas palabras pronunciadas por los labios
de Jesús, la definimos como un sueño, solo eso y nada más.
historische Jesu und der geschichtliche biblische Christus, 1892, aunque si ya esbozada por
REIMARUS, el verdadero iniciador de la distinción entre historia y fe, entre Jesús y Cristo, entre
el “Jesús histórico” y el “Cristo de la fe”, fue completamente desconocida para los primeros
cristianos, para los Padres de la Iglesia y para la época medieval. Por tanto, se plantea un
problema actual a un fenómeno que nunca antes se había ni siquiera acariciado. Ahora bien,
“Jesús histórico” no significa, técnicamente, el Jesús real, sino lo que históricamente puede
saberse de él con cierto grado de probabilidad. El Jesús de la historia sería el que vivió, enseñó
y murió en los albores del primer siglo en Palestina.
permanecer neutro. A partir de ese evento, el grupo de personas, ya reunidas
entorno a Jesús antes de su muerte, comienzan a anunciar abiertamente la
formidable novedad: Jesús de Nazaret es el Cristo, resucitado por Dios: es el
Señor que ha de volver (¡pronto!). La preocupación principal no estriba tanto en
hacer un recuento de todo lo que Jesús dijo e hizo, una biografía; lo
verdaderamente importante era anunciar que el Señor ha resucitado y ha
prometido que volvería pronto21.
21 Es obvio que los seguidores de Jesús no querían y no podían hacer una vida de Jesús. Su
principal preocupación fue la predicación y esta fue en pequeñas perícopas que usaban según
el caso y el auditorio. De esta manera relatos y sentencias fueron arrancados de su contexto
original (Jesús) y pronunciados en otras circunstancias. Cf. E. P. SANDERS, La figura histórica
de Jesús, Verbo Divino, Estella, Navarra, 2001, pp 82 y ss.
22 Cf. E. P. SANDERS, La figura histórica de Jesús, pp. 82 y ss.
2.-Los evangelios se presentan como un relato sobre Jesús, y esto tiene sus
implicaciones, como dice Parmentier23. La proclamación del acontecimiento
salvífico en la persona de Jesús no encuentra otra vía que a través de la
narración24. El relato, en este sentido, evita la conceptualización; se opone a lo
absoluto y universal, introduciendo las categorías muy suyas de tiempo y
espacio.
23 E. PARMENTIER, “Le récit comme théologie: Statut, sens et portée du récit biblique”, RHPhR
81 (2001), p 32. Todos los relatos tienen un común denominador, es decir, presentan una
transformación.
24 “la narración es el lugar privilegiado para la compresión de la acción y, por tanto, de las
73 (1985) 19.
vista de fe, Dios ha querido revelarse a través de la historia, y ahora la historia
es contada, y es revivida en la lectura del texto y sus narraciones.
G. W. Stroup da una serie de razones por las cuales la narración es una forma
primaria en la Biblia. En un nivel filosófico y sociológico, las comunidades y las
personas requieren la interpretación de la experiencia histórica, y la narración
es la mejor forma para lograrlo. Puesto que la acción de Dios es fundamental
para la fe cristiana, no sorprende que mucho del material bíblico haya tomado
la forma de una narración. La comunidad cristiana expresa su identidad por
medio de una historia que comienza: “Mi padre era un arameo errante… Y
culmina en la confesión “Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras…” Y continua en la historia narrativa de la Iglesia en el tiempo de
cómo testimonia la venida del reino de Dios26. La narración bíblica es una forma
de expresar la comprensión del mundo, la historia y la vida humana, desde una
óptica de fe. Los autores bíblicos creyeron verdaderamente que Dios actuaba
en la Historia que ellos ahora testifican en la historia contada por la Biblia. Esto
es válido para llegar a Jesús. No es suficiente el Kerygma o dogma eclesial
como lo pensó Bultmann, sino la historia que lo enmarca, antes y después, y
que funciona como platea, delante de la cual toma postura. De otra manera se
torna ininteligible27. Es docetismo disfrazado, burla divina deliberada. De ahí
que la forma narrativa histórica, que asumen los evangelios, autorizan y
legitiman la comprensión de Jesús. La perspectiva histórica permanece en los
evangelios: Narran para su auditorio (presente) lo que sucedió entonces
(pasado). Lucas, principalmente, diferencia bien los planos: primero, yendo
hacia atrás, mediante la genealogía que se engancha con la historia pasada de
26Cf. G. W. STROUP, The Promise of Narrative Theology: Recovering the Gospel in the Church.
London, 1981, p 146. Stroup piensa que nos comprendemos de una manera “narrativa”, como
parte de una historia o de historias. “La cuestión no es solamente si la teología tenga que asumir
la forma de un relato; la cuestión decisiva es si la narración juega un papel importante en la
articulación de la identidad personal” p. 88. Por tanto la narración evangélica, en esa forma, es
fundamental para la comprensión de la Identidad exclusiva de Jesús, como piensa Frei.
27 Cf. W. KASPER, Jesús, el Cristo, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1978: “las cuestiones
La encarnación de Dios no significa sólo que Dios se hizo hombre; quiere decir
mucho más: que participa realmente de nuestra condición humana y asume
nuestros anhelos más profundos. Habla nuestro lenguaje y, al utilizar el
concepto de reino de Dios, muy marcado por contenidos ideológicos, intenta
vaciarlo y darle un nuevo sentido de total liberación y absoluta esperanza. La
28Cf. CONZELMANN, El centro del tiempo. Estudios sobre la teología de Lucas, Fax,
Actualidad Bíblica 34, Madrid 1974.
investigación histórica sobre Jesús nos hará topar siempre con Dios que asume
rostro humano y de ahí que se justifique el interés sobre la vida de Jesús, no
solo sobre lo que él reveló acerca de Dios, sino también de su respuesta a Dios.
Para Juan el Logos eterno de Dios estaba en su seno (Jn 1,2); ahora Dios está´
en el corazón de Jesús, por ello Dios refulge en la persona y las acciones de
Jesús: “Quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9) Este aspecto ha sido
minusvalorado muchas veces. Se ha reflexionado sobre las palabras de Jesús;
se ha hecho hincapié en las acciones de Jesús a favor del reinado de Dios. Sin
embargo, poco se ha hurgado en el “motor” que impulsó a Jesús a hablar,
actuar y morir de esa manera extraordinaria. La manera de vivir, su forma de
hablar y de actuar y de entregarse a favor del reinado, no se pueden entender
sin una espiritualidad profunda que emanaba de su contacto consciente e
intimo con Dios. “Al leer los evangelios, la impresión general que nos producen
es que Jesús fue un hombre muy activo: predicación, enseñanza, sanación y
enfrentamiento con los jefes religiosos y políticos. Lo que no siempre
percibimos es que detrás de todas esas actividades, y sosteniéndolas, había
una vida de oración constante y de profunda contemplación”29. Intentar mirar a
través de la ventana de los evangelios hacia el interior de Jesús puede parecer
muy atrevido y pernicioso. Lo hacemos con temor y temblor, conscientes de
que “…adentrarse en el alma de Jesús, además de carecerse de datos
objetivos suficientes, no podrá nunca hacerse sin reconocer que se trata del
misterio por excelencia. Sin embargo, dentro de estos límites, es posible inferir
que Jesús ha sido el creyente por antonomasia”30.
29 A. NOLAN, Jesús, hoy. Una espiritualidad de libertad radical, Presencia Teológica, Sal
Terrae; Santander, 3 ed, 2007, p 101.
30 J. COSTADOAT, La fe de Jesús, p 385.
31 El AT, además de la terminología de ¡ !ma , estar firme, adquirir firmeza, fiarse de, dar
crédito, emplea otras formas como hjb, hvx, hwq, lhy, uhkx, para definir la recta
relación con Dios, sin olvidar las grandes temáticas de la alianza (tyrb) y de la obediencia. En
también en el judaísmo y el mundo circundante, y que va desde la creencia en
la existencia de Dios, hasta una relación personal orientada según las
disposiciones divinas32.Ya la misma Biblia, por ejemplo en el Antiguo
Testamento, posee una gran variedad de términos para expresar esta
experiencia, entre los cuales °!ma 33, (aman, de donde nuestro amén
efecto, según el contexto, puede asumir el sentido de considerar verdadero, obedecer, confiar.
R. Bultmann, Teología del Nuevo Testamento, p 375; A. VANHOYE, Pi,stij Xristou/:
“Fede in Cristo o affidabilita di Cristo?” BS 80 (1999) pp. 1-21. Vanhoye admite la posibilidad
de los dos sentidos, como el comportamiento de quien se apoya (fe), y por parte de quien ofrece
el apoyo (la confiabilidad), que no se contraponen de ninguna manera, p 18. Este sentido de
confiabilidad ha sido descuidado por los estudiosos (p 21). Por tanto, entiende Pi,stij como
fe, y también pi,stij confiabilidad, correlativas ambas.
32 Ídem, p 23.
33 Aun en la diversidad de significados que puede asumir según el sujeto y la realidad a la cual
se refiere, se asume el común denominador de Ser firme, estar seguro, de confianza, durable,
de donde ser leal, fiel. Cfr. E. JENNI- C. WESTERMANN, !ma, DTAT, I, p 276.
utiliza para hablar de la fe de los cristianos, privilegiada en el Nuevo
Testamento, contiene un amplio campo semántico, de infinidad de matices.
Es cierto que, fuera de los pasajes que hemos mencionado en los cuales se
habla explícitamente de la fe de Jesús, en el presente estudio no queremos
enfocarnos solamente en el grupo de palabras de la raíz Pist y sus contextos,
sino, teniendo presentes la manera pluriforma de expresar el fenómeno de la
fe en los evangelios35, asumimos que existen muchas formas de hablar de la
fe.
Por otra parte, la tradición sinóptica contiene algunos textos en los cuales no
existe ambigüedad respecto a la fe de Jesús. Es obvio que Jesús no habló
explícitamente de su experiencia de Dios. Sin embargo, superamos esta
barrera a través de los testimonios de los evangelios y de otras fuentes
cristianas. Por tanto, podemos encontrar una rendija al corazón de Jesús y está
ampliamente justificada por la naturaleza de nuestras fuentes evangélicas; 1)
34 Cf. Mc 9,14-29; 11,12-13; Mt 17,14-20;; 21,18-22; Hb 3,1-6; 12,1-2; Ap 1,5; 2,13; 3,14;14,12;
19,11.
35 El mismo Nuevo Testamento emplea variadas formas e imágenes para hablar de la fe: “venir
a Jesús” (Jn 5,40; 6,37. 44s. 65) “Seguir” (Jn 8,12) “entrar” (10,9), “Recibir (1,12; 5,43), “amar”
(8,12; 14,15.21s; 16,27), “permanecer” (Jn 15,4-10), sin dejar a un lado la categoría de
“discipulado” que emerge a cada párrafo de los evangelios, y la riqueza inconmensurable de
las diversas parábolas: Rey-siervos, banquete de Bodas, fiesta por el hijo que ha regresado,
moneda-oveja perdida, etc….
en su manera de hablar de Dios como Abbá 36, a la luz de los antiguos profetas,
Jesús manifiesta con ello su propia experiencia de Dios; 2) Jesús no se limita
solamente a hablar de Dios como Abbá sino que lo demuestra con su actividad
a favor de los desprotegidos de este mundo, a través de sus exorcismos y
curaciones. y la participación a la mesa con publicanos, prostitutas y pecadores
y, 3) a esto añadimos aquellos pasajes, principalmente los dichos entorno a la
fe, en los cuales, de manera indirecta, Jesús mismo se convierte en el modelo
que predica, fe que logra lo imposible, mueve montañas.
36 Jesús habla de Dios (O. Qeo,j ), 14 veces en Mc y 17 veces en la tradición común (Q) en
Mt y Lc; 109 veces en Jn. Así como también de O. Ku,rioj (Mt 9,38; 11,15, par) y otras
expresiones.
37 Aquí nos referimos a la expresión aramea de Abbá el término griego en labios de Jesús (O.
Pa,ther) aparece 170 veces de las 254 veces que aparece en el NT.
38 Cfr. J. JEREMIAS, Abba, el mensaje central Del Nuevo Testamento, pp 37 ss. Sin embargo,
las aseveraciones de Jeremías en cuanto a la novedad del uso como vocativo de Jesús, y lo
inédito en el ambiente judío ha sido controvertido. En los textos canónicos, la recurrencia de
Dios como Padre, son pocos relativamente: Dt 32,6; 2 Sm 7,14; 1 Cro 17,13; 22,10; 28,6; Sal
89,26; Is 63,16; 64,8; Jr 3,4,19; 31,9; Ml 1,6; 2,10) en referencia a sus actos electivos,
providenciales, liberadores, compasivos, protectores, y en la especial relación de alianza con
David y sus descendientes. A diferencia de Egipto, Asiria y Babilonia que se dirigen a Dios
como Padre de los dioses y de la humanidad, no así en Israel. Cf. G. V. SMITH, The Concept
of God/the Gods as King in the Ancient Near East and the Bible, Trinity Journal 3 (1982), p 34.
Cf. M. R. D’ANGELO, Abbá and the Father: Imperial Theology in the Context of Jesus and the
Gospels, en A. J. LEVIN, D. C. ALLLISON, J.D. CROSSAN (ed), The historical Jesus in Context,
labios de los hijos adultos, con el significado de respeto y confianza filial para
los padres biológicos, y como señal de respeto con título de honor para los
maestros.
También, Jesús y sus primeros discípulos, Verbo Divino, Estella, 2007, p 69.
acercado (h.ggi,ken, Mc 1,14). Él es el reino que se ha hecho cercano,
inmediato, íntimo, y es, al mismo tiempo, buena nueva, con su propia forma de
vivir y actuar, convirtiéndose así en paradigma eclesial imperecedero.
El ideal del hijo era ser como su padre. Cercanía, inmediatez de Dios como
fuente de seguridad y confianza, pero también modelo al que hay que tender y
al cual se le debe obediencia y lealtad42. De acuerdo a esto, cuando aparece el
término griego O.., Path,r sirve para motivar una exigencia: “sean perfectos
como su Padre…. (Mt 5,48); “Si no perdonan de corazón… tampoco el Padre
les perdonará a ustedes” (Mt 21,14); “para que sean hijos de su Padre celestial
que hace salir su sol sobre buenos y malos” (Mt 5,45). La paternidad no se
puede dar por sentado, ni se puede mecer en el sueño romántico de los brazos
amorosos del Padre, como manifiesta el dicho de Jesús. Hay que hacerse hijos;
o mejor, optar por adoptar al Padre mediante un comportamiento imitativo. La
filiación, no es un título de privilegio; comporta un deber y una obligación. De
tal forma que Jesús, al sentir la intimidad y cercanía de Dios, experimentó su
propia filiación: se sintió Hijo amado (Mc 1,11; 9, 7): “Nadie conoce al Padre
sino al Hijo, ni nadie conoce al Hijo sino el Padre y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar” ((Mt 11,27; Lc 10,22)
No basta invocar a Dios como Padre; hay que creerlo y hacerlo creíble.
Independientemente de la problemática de si Jesús se refirió a Dios siempre
como Padre48, queda fuera de duda que Jesús concibió a Dios en la inmediatez
y cercanía, y una intimidad excepcional que también lo movió a actuar y a
entregarse de esa manera. “El signo de Cristo solo es comprensible si leemos
su amor humano y su autoentrega hasta la muerte como una manifestación del
amor absoluto”49
En la vida
Jesús rompió la distancia entre la trascendencia de Dios y su humanidad. Esto
lo pone de manifiesto sobre todo con su vida y su misión. Los relatos de la
infancia (Mt 1,18-25; Lc, 1,25-38) conectan la filiación divina de Jesús con la
concepción virginal de María. Mientras que la tradición sinóptica está de
acuerdo que la experiencia del bautismo y las tentaciones forman un díptico
con la misma temática: Jesús e s proclamado Hijo de Dios por la voz celestial)
y así lo demuestra (tentaciones, (Lc 4.1-13). El bautismo, de Jesús por Juan es
Más allá de la problemática que envuelve el bautismo de Jesús, está claro que
la “tradición posterior relacionó con este acontecimiento dos experiencias
fundamentales en su vida: la relación con Dios como Padre y el hecho de actuar
bajo el impulso del Espíritu”51. Las tentaciones, que siguen en la tradición
sinóptica al bautismo, manifiestan la filiación divina de Jesús en concreto. Al
estado actual, el relato del bautismo una cristofanía que guarda seguramente
el recuerdo histórico, pero sobre todo, revela su profundo significado: Jesús es
el Hijo predilecto del Padre y aquel sobre el que se posa el Espíritu de Dios. Es
cuanto afirma Pedro en Hech 10, 38: “Después del Bautismo predicado por
Juan… A Jesús de Nazaret lo ungió Dios con Espíritu Santo: pasó haciendo el
bien y curando a los poseídos por el diablo, porque Dios estaba con él”, en
medio de la tentación continua. La reflexión cristiana primitiva leyó el inicio del
ministerio público de Jesús, que arranca con el bautismo de Jesús por Juan y
las tentaciones, como elementos fundantes, un microevangelio de toda la
existencia terrena de Jesús, que se mueve en completa fidelidad radical a la
voluntad del Padre, no obstante la oposición. Él es el Hijo de Dios no por el
milagro fácil y espectacular, sino en las contrariedades de la vida, de las
ambigüedades y de los límites humanos.
50 “el bautismo forma parte, de acuerdo a la opinión mayoritaria de la investigación, de los datos
más seguros acerca de la vida de Jesús”. G. GNILKA, El evangelio Según San Marcos,
Sígueme, Salamanca, Vol I, 1999, p 59.
51 S. GUIJARRO, Jesús y sus primeros discípulos, p 83.
52 E. P. SANDERS, La figura Histórica de Jesús, p 92; 131 ss; G. THEISSEN-A. MERZ, El Jesús
Histórico, pp. 129; 209; G. THEISSEN, Sociología del Movimiento de Jesús, Sal Terrae,
Santander 1979, pp. 13 ss.
Theissen los carismáticos ambulantes habrían sido los responsables de la
tradición más antigua (Logia), en la que se manifiesta el estilo de vida de Jesús
y sus primeros seguidores. De esta manera, encontramos una tradición antigua
codificada por los primeros discípulos de Jesús (Mc 6,8-11; Mt 10,5-15; Lc 9,2-
5; 10,2-12) que se inspiraban y enfrentaban situaciones análogas a las de Jesús
y para los cuales, la forma de vivir de Jesús y sus palabras estaban cargadas
de sentido. Desprovistos de todo, descalzos como los pobres, sin bastón para
la defensa, manifiestan e ilustran el reinado que predican: Dios es su Señor y
en él confían53. Jesús es la señal plástica del Reinado de Dios. A imitación suya,
los discípulos y su estilo de vida manifiestan la soberanía de vida y la
instauración del nuevo orden.
La nueva familia
Jesús mismo sufrió las consecuencias de su obrar libre de toda atadura y con
una confianza absoluta en su Padre, al punto que sus mismos parientes
intentaron atraparlo, pues piensan que esta fuera de sí (Mc 3,21), porque su
comportamiento sale fuera de los esquemas establecidos. Jesús no funda una
dinastía basada en los vínculos de sangre o cercanía física, sino sobre la base
del compromiso en el Proyecto único de que Dios que exige una fidelidad hasta
la entrega de sí (Mc 14,36). En este marco hay que encuadrar las expresiones
en las cuales Jesús se distancia de sus vínculos biológicos: ¿Quién es su
madre y sus hermanos?; Dios es su Padre (Mc 1,11) y “quienes cumplen la
voluntad de mi Padre es para mí mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc
3,34-35)
54 Pero evidentemente las riquezas, o el dinero, no son malas en sí mismas, sino la actitud que
se tiene hacia ellas: “No son la pobreza y la riqueza materiales las que de deciden, garantizan
o impiden el acceso al reino de Dios, sino más bien es necesario el alejamiento interior y la
renuncia a todos los bienes de este mundo”, M. GRILLI, “Consideraciones conclusivas: el
modelo lucano del uso de bienes”, en M. GRILLI, D. LANDGRAVE, C. LANGNER (ed), Riqueza
y solidaridad en la Obra de Lucas, Verbo Divino, Estella , 2006, p 290.
55 F. BOVON, El Evangelio de Lucas, Sígueme, Salamanca, 1995, I, p 643.
56 G. THEISSEN, Sociología del movimiento de Jesús, p 19.
referencias de “perdonar siete veces” (Mt 18,7), “poner la otra mejilla, caminar
dos kilómetros, dar también el manto, orar por quien los persiguen, hacer el
bien a quienes los odian, amar los enemigos (Cf. Mt 5,43). Aun cuando los
lleven a los tribunales, delante de los jueces, deben confiar en la asistencia del
Espíritu (Mt 10,179. Sin embargo, la solicitud y providencia de Dios no es
general, sino para aquellos que han asumido el riesgo de que Dios señoree
sobre ellos y han adherido a la persona de Jesús. A ellos Jesús les dice: “si
Dios viste así a la hierba del campo, que hoy crece y mañana la echan al horno,
cuanto más a ustedes, desconfiados” (Lc 12,28). Así orientó su existencia
itinerante Jesús, con plena confianza en Dios y su reino; así la enseñó a sus
discípulos.
En su praxis liberadora.
La enseñanza con autoridad, y no como los escribas (Mc 1, 27), la entienden
los judíos de la sinagoga de Cafarnaúm como el poder que Jesús tiene de
liberar al poseso del espíritu inmundo. Jesús no enseña una nueva doctrina
acerca de Dios, ni una idea abstracta, sino una praxis concreta que se revela
en fuerza de salvación. Este es el contenido de su enseñanza. Él es Padre, es
decir, cercanía e inmediatez en su persona, y sus acciones revelarán que no
es poder aplastante, o juicio inflexible o inclemente, como lo imaginó el bautista,
o doctrina ineficaz como la de los escribas, sino fuerza amiga, salvadora,
integradora y liberadora. Los evangelios, en efecto, son unánimes que la acción
de Jesús a favor del reino se expresa en “enseña con autoridad, cura a los
enfermos y expulsa a los demonios, sin más (Mc 1,39). No solo la tradición
evangélica trasmite la praxis taumatúrgica de Jesús, sino lo encontramos en
los mismos labios de Jesús: “Hoy y mañana expulso demonios y realizo
curaciones; pasado mañana terminaré” (Lc 13,32). No porque Jesús haya sido
un sabio docto cultivado en el arte medicinal, o haya aprendido la ciencia oculta
del exorcismo, sino fundamentalmente por su proximidad con Dios. Dios es
inmediato en la experiencia de Jesús y eso es lo que manifiestan sus
curaciones. Es don gratuito, porque enfermos y pobres no pueden regresar
nada a cambio. Dios, en la concepción bíblica, es el gran medico, y el terapeuta
por excelencia de la humanidad. La acción de Dios en este mundo, dominado
por fuerzas hostiles al hombre, se manifiesta y actúa en Jesús y, con ello, revela
su filiación divina. En efecto, la curación, en la Biblia, es ante todo y sobre todo
una prerrogativa y un don de Dios que, por la oración y sus intermediarios,
especialmente los profetas (Elías, Eliseo, Isaías), de tal manera que el poder
de sanar es por la proximidad con Dios57, no por conocimientos adquiridos.
La oración de Jesús
La oración hace parte, sin duda, de la experiencia de fe. Es la fe orada. Los
evangelios ponen el énfasis no solo en la enseñanza64 acerca de la oración,
sino en la misma praxis de Jesús65: solo (Mc 9,2; Mt 14, 23; Lc 9,18; 9,28), en
64 Una fuerte insistencia de Jesús de orar siempre y sin desfallecer, con audacia inaudita: Mc
11, 24: “lo que pidan en la oración, créanlo que ya lo han recibido”; pedir, buscar y tocar
insistentemente (Lc 11,9-13; Mt 7,7-11; el Padre nuestro en sus dos versiones (Mt 6,9-13; Lc
11,2-4); la oración como pretexto para echarse sobre las viudas (Mc 12,38-40; Lc 11, 43; 20,47;
Mt 23,6-7), el amigo inoportuno (Lc 11,5-8), el juez injusto (18,1-5). Todos estos pasajes
muestran sin duda que para Jesús la oración era de importancia fundamental y que,
ciertamente, si la recomendaba tanto y con insistencia, él mismo la practicaba.
65 Intentos de hacer una “agenda de Jesús” han existido siempre, tomando como base los datos
de la vida religiosa de Israel, de cualquier pío judío. Pero quedan solo como reconstrucciones
lugares solitarios (Mc 1,35; Lc 5,16), o en una montaña (Mc 6,46; Lc 6,12; 9,28),
en la madrugada (Mc 1,35, o durante la noche (Mc 6,46; 14,32-42; Lc 6,12).
Este aspecto está fuertemente desarrollado en los evangelios, pero
principalmente en Lucas, que utiliza dos formas griegas: proseuch,,
proseu,comai (22 veces: solo en Lc: 1,10; 3,23; 5,16; 6,12; 9,18; 11,1;
18,1, 10, 11; y en la tradición común: 6.28 = Mt 5.44; 11.2 = Mt 6.9; Lc 20.47 =
Mc 12.40, Mt 23,14; 22,41 = Mt 26,36; 22,44 = Mc 14.39; en Hech: 1,24; 6,6;
8.15; 9,11; 10,9, 30; 11,5; 12,12; 13,3; 14.23; 16.25; 22.17; 28.8.) y de,hsij
(19 veces; Cf. Lc 1,13; 2.37; 5,33…)66, para referirse a la oración de Jesús en
los momentos importantes de su vida: Jesús ora luego de su bautismo, y
mientras está en oración, los cielos se abren y desciende el Espíritu sobre él
(3,21), y después de un día de realizar milagros (5,15-16). Pasa la noche en
oración antes de escoger a los doce (6,12). Antes de interrogar a los discípulos
sobre su identidad y la confesión de Pedro (9,18). Jesús va al monte de la
trasfiguración a orar (9,29). Alaba y da gracias al Padre luego de la misión de
los 72 (10,17-21). Los discípulos, viéndolo orar, le piden que les enseñe (11,1);
ora durante su agonía en el monte de los olivos (22,39-46), y durante su
crucifixión (23,34-46). De los datos evangélicos, la oración de Jesús aparece
como una costumbre habitual en su vida y, de consecuencia, una ventana por
medio de la cual podemos intuir su relación única con Dios. “Orar de esta
manera (asidua), manifiesta una fuerte relación de fe en Dios”67. La importancia
de la oración, en la vida y la enseñanza de Jesús, sugiere que en la oración
Jesús experimentó a Dios como Padre, tan cercano y tan íntimo al cual se
dirigía a Dios Abbá como grito que le surgía desde lo profundo de su corazón
de manera natural.
hipotéticas. Queda fuera de duda que Jesús, en su enseñanza y en su praxis, la oración jugo
siempre un papel fundamental.
66 K. S. HAN, “Theology of Prayer in the Gospel of Luke,” JETS 43 (2000): 675-693.
67 G. O’ COLLINS, D. KENDALL, “The Faith of Jesus”, Theological Studies 53 (1992) p 417.
de una intensa jornada de actos salvíficos en la así llamada jornada típica de
Cafarnaúm, se retira de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, a orar. La
respuesta de Jesús a Pedro que lo encuentra orando, manifiesta el sentido de
su oración: continuará con el anuncio y la obra de liberación por toda Galilea.
Oración y misión constituyen una unidad indisoluble68. En la oración Jesús hace
el balance de Cafarnaúm, clarifica su proyecto y toma conciencia de su propia
misión.
68 J. GNILKA, El Evangelio según San Marcos (Mc 1,1-8,26), Vol I, Sígueme, Salamanca, 1999,
p 103.
69 Cf. I. G. WALLIS, The faith of Jesus Christ in early Christian traditions, Cambridge University
soberano de Dios sobre todas las cosas. Él es más viejo En efecto, las montañas tiemblan (Jc
5,5; Nah 1,5; Jr 4,24; etc.), huyen y se derriten delante de la presencia de Dios; Él puede
manipularlas a su antojo, porque existe antes que ellas (Sal 90,2) y es más elevado que ellas
(Sal 95,4) porque Él las ha creado. Las montañas, se caracterizan por su firme solidez; de ahí
que la metáfora sirva para expresar lo imposible (Cf Jb 28,9; Jdt 6,13; 7,12); al mismo tiempo,
simbolizan la cercanía de Dios (Sina/Hreb). G. FÖSTER, ;Oroj, en TDNT, V, 479 ss.
completa confianza en Dios, sin titubear o dudar, y apertura completa a que se
cumpla su designio.
Conclusión
Del recorrido emprendido resulta que Jesús experimentó la inmediatez y
cercanía de Dios como Padre y así lo expresó en sus enseñanzas y en su
práctica salvadora: a través de sus curaciones, sus exorcismos, su participación
a la mesa con los malvados, y en su oración habitual. No basta subrayar
solamente la exclusividad de nombrar o invocar de Dios como Padre. La
manera de auto comprenderse, de entender el mudo y su relación con los
demás, manifiesta realmente lo que él experimentó-creyó: Dios es Padre. A
diferencia del ambiente judío que en la época subrayaba la trascendencia de
Dios, evitaba el nombre divino, trazaba una línea entre lo puro e impuro, lo santo
y lo pecador, Jesús manifiesta, con su manera de ser y de actuar, que Dios está
en él como Padre; que se ocupa de manera personal de él, y que experimentó
su filiación de manera particular y distintiva, aunque no exclusiva, y quiso
extender esa filiación única (Tu eres mi Hijo amado, Mc 1,11; 9,7) y distintiva a
todos los hombres, especialmente a los más alejados teológica y socialmente.
La experiencia de Dios como Padre puede encontrar su modelo y su fuente en
la experiencia de Jesús, en estrecha dependencia y en relación con Jesús.
“Teniendo fija nuestra mirada en Jesús, pionero y perfeccionador de nuestra fe”
(Hb 12,2) aprendemos de su experiencia y la confrontamos con la nuestra.